Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 26 de enero de 2020

La progresista bondad de Aguirre.


Si buscan en Google –o cualquier otro buscador de la internet- el binomio Aguirre más escuelas se encontrarán con este benefactor y no con una política casi contemporánea. ¡Aún hay esperanza!
Cortesía de "Fotos antiguas de Mena".

En fin. Somos así. Si se acercan al pueblo de Siones en el Valle de Mena se encontrarán con este rehabilitado robusto templo del saber edificado con el cambio de siglo que era de los mejores de su clase en la España rural. Un superviviente casi improbable. ¡¿Cuántos edificios hay que desbordan historia y dignidad y que permanecen arrumbados?!

Volviendo al tema… ¿Por qué iba a esforzarse tanto el ministerio de educación para surtir de escuela al pueblo de Siones? ¡Es sencillo!: No lo hizo. Estas escuelas fueron fruto de la iniciativa privada, de una labor filantrópica común en esos años y en el Valle de Mena. Su autor fue Lucas Aguirre y Juárez, hombre religioso, liberal y progresista (favorable al progreso social no el viciado significado de hoy acaparado por ciertos partidos políticos). No era nacido en el Valle de Mena, ni en Las Merindades, sino que nació en Cuenca. En su testamento de 1871 instituyó una Fundación para fomentar el estudio de los niños con pocos recursos y la dignidad de la mujer española.


¿Qué relación tenía Lucas Aguirre y Juárez con el Valle de Mena? Su padre. Andrés Aguirre era natural de Siones y se mudó a Cuenca. ¿Así, en frío? Veamos, Andrés empezó como trajinero fuera de Las Merindades y en uno de sus viajes recaló en Cuenca. Allí casó con Inés Juárez y tuvieron cinco hijos. El pequeño fue Lucas, nacido el 18 de octubre de 1800.

Andrés creó en su nueva ciudad un negocio de ferretería en el que participaba toda la familia. Lo ampliaron con la fabricación y comercialización de tejidos. Con los beneficios fue adquiriendo molinos, huertas, terrenos e inmuebles, algunos procedentes de la desamortización del ministro Mendizábal. Éstos fueron los bienes que, pasado el tiempo, dejaría Lucas Aguirre a los pobres. Andrés obtuvo, incluso, el servicio de diligencias y correos entre Cuenca y Madrid. La riqueza los incorporó a la alta burguesía de la ciudad, facción ilustrada, liberal y progresista. Quizá por ello, Lucas tomará parte por Isabel II en la guerra civil de 1833 a 1840 (la primera carlistada) como nos deja entender su Testamento: “Que el sable de infantería y el de caballería que usó durante la Guerra Civil, las cuatro cruces y la placa con que fue condecorado, aunque nunca las ha usado, y las chatarreras, se conservarán en el Ayuntamiento de la ciudad de Cuenca para testimonio de que siempre defendió con entusiasmo los derechos del hombre”. Esta lucha contra cualquier forma de absolutismo le valió, a sus treinta y siete años, el título de Benemérito de la Patria.

Revista "El mundo de los niños".

En 1832 muere Inés Juárez, su madre y, poco a poco van cayendo sus hermanos mayores. En 1856 fallece el padre. Y, en 1859, Víctor, el único hermano que todavía tenía, se suicida. Esto, unido al ambiente conservador de su ciudad y a la tensión política del siglo le empujó a alejarse de Cuenca y de sus recuerdos. Este solterón marchó a Madrid donde pasaría sus últimos años. En ese tiempo inició una intensa militancia ideológica, colaborando con lo más granado de la cultura y de la política liberal del momento.

Llegamos a 1868, momento del triunfo de “la Gloriosa” revolución, cuando Fernando de Castro, rector de la Universidad Central de Madrid, creó la “Asociación para la enseñanza popular” y nombró vocal a Lucas Aguirre. Nuestro filántropo andaría moviéndose por el ateneo o las múltiples Sociedades de progreso que había en Madrid escuchando a sus amigos: a Fernando de Castro en la “Sociedad abolicionista de la esclavitud” o a Ruiz de Quevedo en la “Asociación para la enseñanza de la mujer”. Lógico, entonces, que cuando redactó su testamento en 1871, hiciera herederos universales a los pobres “para su instrucción” y nombrara como albaceas, entre otros, a Manuel María de Galdo, alcalde de Madrid, y a Fernando de Castro. Estos caballeros citados formaban parte del círculo de los krausistas españoles.

Un momentito, ¿Krausismo? Les explico: Este movimiento llegó a España a raíz del discurso pronunciado por Julián Sanz del Río, que estuvo en Alemania en 1843, en la Universidad Central de Madrid el curso 1857-58. En nuestra patria los seguidores de Krause buscaron un medio de conciliar los conflictos que dividieron al país durante el siglo XIX como consecuencia del enfrentamiento entre tradición y modernidad. Sus preceptos básicos eran: Secularización; desarrollo del Derecho como garante de la diversidad social; la Pedagogía como eje de la Educación; y el universalismo como opción para la superación del asumido atraso cultural español.


Es probable que, además de con el citado Rector, Lucas Aguirre trató con otras figuras prominentes del pensamiento español, como, según palabras de Teresa Marín Eced, “probablemente Concepción Arenal, Gumersindo Azcárate y Giner de los Ríos”. Así mismo, de su dinero y voluntad salieron los premios que para escritores pobres y sus familias que concedía anualmente el Ayuntamiento de Madrid.

El catedrático Elías Díaz escribe al prologar el libro de Marín Eced “Lucas Aguirre. Un mecenas de la educación popular”: “A partir de su pertenencia al grupo krausista -aunque no en calidad de intelectual sino de financiero y defensor de las libertades en España-, del análisis de su obra cultural, de los pocos documentos gráficos que de él se conservan y de la tradición oral, puede perfilarse el carácter de Lucas Aguirre como hombre de espíritu reflexivo y abierto, mezcla de franqueza y de circunspección, amante de la cultura, laico y religioso al mismo tiempo, de una austeridad rayana en la tacañería –se dice que casi no comía para poder dejar más bienes a los pobres-, respetuoso, tolerante, amante de la libertad, varonil y dulce, antidogmático y cristiano, poseedor de un alto sentido moral, luchador infatigable por conservar su fe sin renunciar a su razón”.

Este compromiso con la educación popular lo llevó a fundar tres escuelas. La primera de ellas, única que constituyó en vida creada en 1868, y más tarde, cumpliéndose la voluntad de su Testamento, las de Cuenca y Madrid. Todas ellas para pobres y con el deseo bien señalado de premiar los lugares que más significaron en su vida. Las de Siones “para perpetuar la memoria de su señor padre”, como reza en el Testamento, la de Cuenca como homenaje a su ciudad natal y a los felices años con su familia, y la de Madrid como agradecimiento al lugar donde pudo desarrollar plenamente sus inquietudes liberales y progresistas. De todas ellas se conservan los edificios, todos de factura noble, y uno de ellos, el de la capital de España, testimonio del neomudéjar en la calle de Alcalá.


Las Escuelas Aguirre respondieron al pensamiento pedagógico de Fernando de Castro y a la corriente pestalozziana- froebeliana europea, pues Lucas apostó por la Escuela Popular como “medio de evitar los desastres de que están amenazadas las sociedades”. Y en esa apuesta la mujer ocupó un lugar destacado: “la importancia de la mujer es tal que las naciones más ricas son aquellas en que la educación de la mujer está más extendida y perfeccionada”.

Para conseguir sus objetivos, Aguirre optó por una pedagogía progresista, tolerante, liberal y filantrópica. Sus escuelas serían centros de enseñanza práctica para la vida y no lugares de aprendizaje formalista y verbalista; se eliminaría la disciplina basada en la represión y el autoritarismo; los castigos serían sustituidos por el amor, como medio educativo, y por el estímulo.

Para ello creó becas-premio que recibirían aquellos niños y niñas que se hubieran distinguido por su inteligencia y aprovechamiento. La de Siones era de 125 pesetas. Un rasgo casi profético de la organización de las Escuelas Aguirre fue la representación democrática que introdujo en ellas: los usuarios participarían en el gobierno de las mismas. Esta concepción de la educación sitúa a Lucas Aguirre por delante de su tiempo, en la línea del movimiento pedagógico iniciado por el krausismo, continuado por la Institución Libre de Enseñanza y vinculado a los movimientos europeos más adelantados.


La escuela de Siones data de 1868 y fue la primera escuela elemental para niñas y mujeres pobres del lugar a la que también podían concurrir las de Villasana, Vallejuelo, El Vigo, Sopeñano y Cadagua, bajo la dirección de dos maestras. Dejó dicho Lucas en su testamento: [...] Que saber remendar es muy importante a todas las mujeres, pero más a las pobres, por cuya razón lleven a la escuela las prendas que necesiten estas composturas, y así aprovechan el tiempo que perderían aprendiendo en un pedazo de lienzo. También es muy interesante que sepan hilar y hacer medias, pues algunos de Siones han manifestado tenían lana, y por no conocer estas labores tanto ellos como su familia, no llevaban medias”. Las clases a las niñas se estuvieron impartiendo en esta escuela hasta finalizar el curso de 1918 y la de párvulos hasta finalizar 1921, en cuya fecha quedaron cerrados las dos clases por falta de recursos.

Claro que lo dicho no encaja con los recuerdos de muchos hijos de estos pueblos que peinan canas. Cierto. Hay trampa porque lo que se recuerda es el segundo edificio de 440 metros cuadrados distribuido en dos plantas, inaugurado el 29 de julio de 1901. En la primera estaba la vivienda de los maestros. Este es el que conserva un aula de principios del siglo XX con el retrato de su fundador y un equipamiento de la época: pupitres y bancos anclados al suelo, mesas para maestros y maestras, mueble porta mapas de rodillo, y varias pizarras murales.

Foto cortesía de "Tierras de Burgos"

Pero en la decisión de construir esta nueva escuela no participó Lucas Aguirre porque ya había fallecido en Madrid el 20 de marzo de 1873. Tuvo suerte de ser reconocido en vida con la concesión, por Decreto de 17 de diciembre de 1871, de la Gran Cruz de Isabel la católica. La construcción la llevó a cabo su testamentaría. Esta segunda escuela en principio fue para párvulos, después para niñas y finalmente mixta. El año de su inauguración asistieron a esta escuela 52 alumnas en la elemental, y 19 niñas y 20 niños en la de párvulos.

Hasta el 19 de octubre de 1886, con asistencia del ministro de Fomento y discurso de Galdo en calidad de testamentario, no se inauguraron las Escuelas Aguirre de Madrid, y en 1887 las de Cuenca. El patronato de las escuelas de Siones lo formaban el Ayuntamiento del Valle de Mena, representado por el Alcalde, y una Junta de vigilancia formada por los Alcaldes pedáneos de los seis pueblos llamados a los beneficios de la enseñanza, o sea los de Siones, Villasuso, Vallejuelo, El Vigo. Sopeñano y Cadagua. La Junta tenía como principal cometido la administración económica de las escuelas; al acabar el año se formaba la cuenta y una copia certificada se colgaba en la puerta de las mismas.

Diario de Avisos 01/08/1874

Las escuelas “Aguirre” de Siones nunca fueron bien económicamente gracias, se dice, a la nefasta gestión de sus albaceas testamentarios, como se vio en la investigación llevada a cabo durante el año 1901 por el Ayuntamiento de Madrid en las escuelas Aguirre de la Villa y Corte. La maestra Teresa Novales Bustillo que regentaba el colegio de niñas de Siones desde el 1 de septiembre de 1898, dejó de percibir sus retribuciones desde el 1 de enero de 1908 hasta fin de curso de 1918, en que cesó, a razón de 1.200 pesetas anuales; y María del Carmen Martínez López, profesora de párvulos, desde la misma fecha hasta finalizar el curso de 1921 a razón de 1.100 pesetas anuales. Una marca: unos trece años sin cobrar su sueldo. Bien es verdad que dos años más tarde la maestra de niñas reanudó las clases, aunque sin cobrar sueldo alguno, solo a cambio de beneficiarse de la vivienda y de las huertas de la escuela de Siones, así como de “una pequeña retribución de las alumnas”.

No tenían mano los administradores del testamento de Lucas Aguirre. Demos su relación: Felipe Segundo de Ondovilla y su hijo José, vecinos de Villasuso de Mena; Manuel María José de Galdo, Cánido Labrador y Fernando de Castro; y a Feliciano de Isla, José del Valle, Brígido Ruigómez, Patricio Pereda y Julián Bustamante, vecinos de Madrid. Tuvieron poder para apoderarse e incautarse de todos los bienes de Lucas Aguirre, proceder en todo extrajudicialmente sin ninguna intervención de los Tribunales de Justicia y resolver por mayoría de votos de los nombrados cualquiera duda o dificultad que se suscitase. Entiendo que hasta 1910 no inscribiesen la fundación.

La situación jurídica del Patronato, como hemos indicado, no se había legalizado hasta pasar 27 años desde la muerte del testador. No estaban otorgadas las escrituras de fundación de las diferentes escuelas –Madrid, Siones y Cuenca- con lo que ninguno de los tres ayuntamientos podía asegurar la existencia de sus escuelas y administrar los bienes que les correspondieran para el sostenimiento de las mismas. A principios del siglo XX el único testamentario superviviente de los diez designados era José de Ondovilla, amigo personal de Lucas, y fue requerido en diversas ocasiones para que cumpliera con sus deberes de albacea, pero no dio ni un solo paso en la práctica de las operaciones testamentarias a las que estaba obligado. Se llegó incluso a exigirle que exhibiera los documentos justificativos de la existencia de los fondos depositados en el Banco de España, como los gastos que originaron la construcción de los edificios escolares y de las rentas producidas por los bienes inmuebles de Cuenca.

El magisterio español
05/09/1884

Se examinaron las cuentas de la Fundación desde el año 1873 hasta el 1892, para desentrañar la situación de la Testamentaría y se hicieron nuevos requerimientos al señor Ondovilla para que presentase el estado definitivo de las cuentas. Silencio. Finalmente, se le requirió para que exhibiera los resguardos de los títulos por importe de 561.000 pesetas que, como pertenecientes al Patronato de Aguirre, deberían obrar en su poder, y el de 25 acciones del Banco de España de igual e idéntica procedencia. El de éstas últimas fue exhibido al ayuntamiento de Madrid, pero no el de los títulos.

El Ayuntamiento de la Villa y Corte exigió al Sr. Ondovilla el pronto arreglo de la Testamentaría y la justificación de la existencia de los fondos pertenecientes a la misma. Pero el plazo que le fue concedido transcurrió con exceso y, sorprendentemente, Ondovilla optó por abandonó la Capital, marchándose al pueblo de Siones, y dejando en el mismo estado de paralización las operaciones testamentarias. Dio la callada por respuesta.

La negligencia e irregularidades que sufrió la cuantiosa fortuna que Lucas Aguirre dedicó a la instrucción de los pobres de Siones, Cuenca y Madrid, acabó sustanciándose en los tribunales. Un Juzgado de primera instancia, en 5 de junio de 1906, acabó dictando una sentencia que expulsaba del cargo al Sr. Ondovilla. Este apeló ante la Audiencia en su Sala de lo Civil, confirmándose, por sentencia del 20 de marzo de 1907, la del Juzgado de primera instancia. Entablado por Ondovilla recurso ante la Sala segunda del Tribunal Supremo por infracción de ley y quebrantamiento de forma se dictó sentencia declarando “no a lugar” y condenando recurrente al pago de costas.

Heraldo de Madrid 25/10/1892

José Ondovilla falleció el 11 de noviembre de 1908, pero antes, 15 de junio de 1906, compareció ante el Notario de Madrid, José Criado, y otorgó escritura de inventario y valoración, así como de bases para la liquidación y adjudicación de los bienes dejados por Lucas Aguirre, resultando que Ondovilla los valoraba en 1.027.739 pesetas. El valor de los edificios escuelas de la Fundación Aguirre en Siones se tasó en 60.000 pesetas. La mala gestión de José de Ondovilla se reproduciría en la escuela de Villasuso, en el barrio del Prado, establecida en 1874 por su padre Felipe Segundo de Ondovilla. Pero esa es otra historia. A favor del Sr. Ondovilla hay que decir que parece que hay que agradecerle que se fundara la segunda escuela de Siones, de hecho, fue dicho testamentario quien la inauguró.

Hemos dicho que a partir de 1921 la Escuela Vieja cerró (ahora son viviendas de particulares) continuando la Escuela Nueva. Debido a la Guerra Civil de 1936 a 1939 fue transformada en cuartel de milicianos. Estaba cerca del frente de guerra: los “nacionales” arriba de la peña y los “republicanos” en el valle de Mena y con el pueblo de Siones como lugar estratégico para controlar el Portillo de La Magdalena. Fue en aquellos días del Frente cuando el retablo de la iglesia, con toda su imaginería, y los libros de la escuela de Aguirre, fueron arrojados a una pira. Ángel Vivanco que tenía unos diez años cuando sucedió aquello dijo a Elías Rubio Marcos: “Esa escuela tenía una huerta grande, y en ella había un lavadero para la maestra, que entraba el agua por arriba y salía por abajo; pues [los milicianos] llenaron el lavadero con los libros y los quemaron todos. Yo cogí uno Historia Universal y me lo llevé a casa, y luego lo devolví cuando fui otra vez al colegio”.

Elías también entrevistó a Teresa Gil, vecina de Villasuso, que recordaba que “La escuela era preciosa, tenía un salón hermoso; estaba una señora de maestra, doña Teresa Novales, de Siones. Nos enseñaban a coser, a bordar, a repasar, a hacer punto de cruz... Por las mañanas nos daban lecciones y por la tarde cosíamos. El [colegio] pequeño parece ser que le dejaron para párvulos y el otro para corte”. Y Miguel Monasterio, vecino de Siones, cuenta que hacia 1940 concurrían a ella sobre 35 alumnos, y que durante los casi dos años que duraron las obras de restauración de la iglesia “las misas y las bodas se celebraron en el aula de la escuela”.



También habló Elías Rubio con María del Carmen Serrano de Miguel que fue la última maestra habida en Siones. Contó que cuando tomó posesión de su puesto había solo tres niños matriculados y dos sin matricular, y que, entre admirada y sorprendida al ver la grandiosidad del aula, comprendió que este espacio era demasiado grande para tan pocos alumnos y tomó esta resolución: “Cogí cuatro pupitres y me llevé a los niños a la cocina, y allí estuve durante un año con ellos. Al principio los niños venían a clase provistos de leña y carbón, porque así era costumbre con los anteriores maestros, pero después nos lo traían de Villasana”.

Con tan poco alumnado la situación de la escuela que fundara la testamentaría de Aguirre parecía insostenible. Fue entonces cuando “Un día vino a visitarla un inspector, y al ver que solo había tres niños decidió que así no podía continuar y que había que cerrarla. Eso fue en 1968”. Al finalizar el curso escolar 1968-69 con la celebración de los exámenes en junio de 1969, se cerró la escuela nacional mixta de Siones.

La Fundación "Lucas Aguirre Juárez" fue disuelta en 1963 por el Ministerio de Educación con fecha uno de febrero para su integración en la Fundación Benéfico-Docente del Valle de Mena la cual aglutina las diferentes fundaciones educativas que se crearon en el valle.


Lo que tenemos hoy es un espacio congelado en los inicios del siglo XX que nos ilumina sobre la docencia decimonónica que ha permanecido escondido en un pueblo de Burgos. El Ayuntamiento de Valle de Mena decidió dar luz a esta máquina del tiempo programando visitas y otras actividades. Por ello se restauró la cubierta del inmueble y se sanearon las fachadas eliminándose las goteras que habían hecho mella en la primera planta, antigua casa del maestro, y habían marcado el techo del aula. La actualización la ejecutó la empresa Construcciones y Excavaciones Poza por un importe de 35.965 euros.



Bibliografía:

“Memorias de Burgos. Entre la tierra y la voz”. Elías Rubio Marcos.
“La enseñanza en el Valle de Mena. Una singularidad desde el siglo XVIII hasta nuestros días”. Armando Robredo Cerro.
Real Academia de la Historia. Biografía de Lucas Aguirre Juárez por Teresa Marín Eced.
“Testamento y codicilo del Excmo. Sr. D. Lucas Aguirre y Juárez, otorgados, respectivamente, en 15 de junio de 1871 y 27 de enero de 1873”.
Revista “El mundo de los niños”.
Diario de Avisos de Madrid.
Periódico “El Heraldo de Madrid”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El magisterio español”.
Periódico "La Idea".


domingo, 19 de enero de 2020

Iglesia de Santa Olalla

Retomamos la visita a Santa Olalla de manos de José Antonio San Millán Cobo centrándonos en la iglesia de la localidad. Pasen y disfruten.

Según la enciclopedia del Románico de Castilla y León, “la pequeña iglesia de Santa Eulalia, constituye uno de los edificios más sorprendentes de todo el románico burgalés”. Y sin dudas, lo más interesante desde el punto de vista artístico. Un templo prerrománico, que en su estilo parece derivado directamente del arte asturiano. El exterior del templo no nos indica ninguna pista de la antigüedad del edificio, nada hace entrever la importancia de la iglesia. Construida en mampostería, exceptuando vanos y esquinas, no conserva en sus altos muros, ni el alero original, ni ventana alguna al exterior que nos hable de sus comienzos. Es un templo de una sola nave y planta de salón. Que podríamos situarlo en los S. IX o X.


La fachada sur, que permite el acceso a los fieles, tiene la puerta de acceso cubierta con un pórtico bajo y empedrado para resguardarse los días de frío y lluvia. Esta puerta presenta un arco de medio punto por el exterior y de medio punto peraltado al interior. Y a su derecha la sacristía cuadrada adosada, probablemente, en el S. XVIII o XIX. Cerrando el pórtico por el Oeste, partiendo desde el suelo, tenemos una pequeña espadaña, con dos campanas en cada uno de los dos vanos lisos de medio punto, de remate apiñonado y de altura inferior al tejado de la nave de la Iglesia, lo que le da una apariencia extraña. Este elemento es un añadido posterior a la construcción primigenia.

En la zona norte de la Iglesia hay una vivienda exenta, que utiliza la “plazoleta” entre la iglesia y su casa como elemento privativo. Tiene varios perros, que hacen prácticamente imposible fotografiar el muro norte. Al este del templo encontramos adosado el cementerio de la localidad.

Plano de la iglesia

Al estar situada en una ladera tiene la parte norte rehundida en el terreno. La nave tiene en su exterior una cubierta a dos aguas, y cuyos esquinales de caliza están bien escuadrados. Se accede al templo por una simplísima portada con arco de medio punto sin moldurar. En el interior podemos ver un ábside cuadrado, que parece ser una ampliación o remodelación del templo en algún momento, probablemente del S. XII (¿?) (Momento en el que aparece la inscripción de consagración en la pared sur). El ábside tiene bóveda de arista encalada, es claramente pos medieval, es de formas barrocas y parece obra del S. XVII o XVIII. Se aprecian restos de unos arranques de nervaduras de una posible bóveda de arista anterior a la actual. El pavimento es de losas de piedra. El paso de la nave al ábside se realiza a través de un moderno arco triunfal de medio punto. Pero sin lugar a dudas, lo más destacado, es la nave del templo. Destaca por su esbeltez. A ambos lados observamos unas enigmáticas series de arcadas adosadas a los muros laterales. Presentan cuatro arcos de medio punto a cada lado, algo peraltados, apoyados sobre pilastras prismáticas encapiteladas por zapatas lateralmente molduradas por estrías escalonadas a modo de engranaje (similar decoración la encontramos en una imposta de la portada de Bortedo, aunque aquella parece más evolucionada y es más moderna) que delimitan así cuatro cortos tramos. Esta sabia estructura es ajena a cualquier otra obra precedente en la zona.


Tiene dos tipos de cubierta, en el presbiterio presenta bóvedas de arista, mientras que en la nave vemos una cubierta de madera. Comentábamos antes que en el exterior del templo solo se veían ventanas modernas, bueno, pues en el interior encontramos una ventana original en el muro sur, protegida de los fríos vientos del Norte. La ventana es muy pequeña, está fuertemente abocinada, como si fuera una aspillera, y en la parte superior tiene un arco redondo. La ventana está actualmente cegada. Presenta un coro de madera situado a los pies de la nave, al que se accede mediante seis escalones de piedra, para continuar el resto de escalones en madera. Este coro, o más bien otro anterior, debió de proyectarse hacia delante porque se observan las marcas en las columnas adosadas delanteras. Sobre la bóveda se encuentra la estructura de madera que sustenta la cubierta a base de enripiado de madera y cobertura de teja árabe.


El edificio está catalogado como de interés histórico-artístico nivel Y, y así mismo figura en el catálogo provincial con el número 101-06/001. Todas estas formas descritas son totalmente originales en la zona y no encajan con ninguno de los templos románicos de las Montañas de Burgos, lo que convierte por derecho propio a esta iglesia en una iglesia única.

Además de todo esto, encontramos tres inscripciones. Dos de ellas se encuentran en el muro Norte. En la zona alta de la pilastra entre el tercer y el cuarto tramo, la más cercana al ábside. Encontramos una inscripción que parece inacabada, presenta una cruz y podemos leer lo siguiente:

“(Cruz) TELLU ABA FU”

Podríamos traducirla como “Abad Tello Fundo(¿?)”. Probablemente un abad importante en los primeros momentos del pequeño monasterio o en su fundación. Ya que antes de ser Iglesia dependiente de Oña, fue monasterio, quizás fundado por alguna familia poderosa de Santa Olalla o de Espinosa. Las dos últimas letras no aparecen en la transcripción de muchos libros sobre la inscripción. Quizás por que esta inconclusa, o quizás porque no se aprecia bien y esta alto.


La segunda inscripción es un poco más compleja y de difícil lectura. Se localiza en la parte baja de la pilastra que divide el segundo y el tercer tramo. Es más fácil de leer por los fieles que la anterior, que se encontraba muy arriba, quizás ese sea el motivo por el que dejaron inconclusa la primera. La inscripción dice así:

(Cruz) TELLU
ABA PETRUS
PASCANTO
MA(g)IST(e)R FUN
/AV … DAVE)

Cuya posible traducción, con muchas reservas, y a falta de algo mejor, podría quedar así: “Abad Tello, Pedro Pascanto maestro fundo…(¿?)” Encontramos un “Paschasivs” en una inscripción de la Iglesia de Villavés, aunque esta es un poco posterior (1159) a la de Santa Olalla, y en otra iglesia, esta vez en Crespos (Valle de Manzanedo) con una inscripción en la que nombra a “Paschasi v s”. Sí que parece clara la relación entre Villavés y Crespos. Y quizás aluda al Arquitecto o constructor como señalan Aitor Lizarazu Pérez y María del Carmen Arribas Magro en sus libros. A raíz de esta inscripción podemos asegurar que Tello era Abad, y no presbítero y maestro de obras, como dice Mari Carmen, ya que el maestro seria Pedro Pascanto. En cuanto a la grafía de los dos nombres Pascanto y Paschasivs, yo me inclino a pensar que eran dos personas diferentes, primero porque son dos nombres parecidos, pero diferentes, y segundo por las fechas de las inscripciones… estaría rozando lo lógicamente asumible para su edad y la construcción de iglesias, dando por hecho que aun estuviera vivo en esa época.


La tercera inscripción, y quizás de la que más se ha escrito por aparecer una fecha, se encuentra en el muro sur, en la zona exterior del ábside. Hoy se accede por el interior a través de la sacristía de la Iglesia. Con toda seguridad esta inscripción se realizó para poder ser vista desde el exterior, como podemos ver hoy en otros templos como en la Iglesia de Villavés o en Villamartín de Sotoscueva, por ejemplo. La parte en la que se encuentra la inscripción no es la parte de la nave, que como comentábamos es la que encierra el arte asturiano, sino es la parte del ábside cuadrado que es una remodelación posterior, y quizás la fecha podría indicarnos el momento de ese cambio de estructura.

El sillar donde se localiza ha estado cubierto de cal, al igual que el resto de la sacristía, pero limpiado de forma somera con posterioridad. Se encuentra aproximadamente a dos metros de altura sobre el suelo. Presenta unos caracteres algo descuidados, encuadrados por una incisión y dividida en siete renglones. La inscripción dice así:

ERA MCLX FVIT
CONSECRATA EC(c)L(esi)A
S(an)C(t)A EVLALIA NOTVM
DIE IDVS MARCII GUNDISALVVS
PR(e)SB(ite)R ET PEREGRINVS AB EP(iscop)O
MICHAEL TIRASONA FECIT CONSE
SECRARE

La última línea está en el sillar inmediatamente inferior. Y cuya traducción de esta consagración podría ser así: “En la era de 1160 (año 1122) fue consagrada esta iglesia de Santa Eulalia en el señalado día de los idus de marzo (15 de marzo) Gonzalo, presbítero y peregrino, la hizo consagrar por el obispo Miguel de Tarazona”. En vista de la arquitectura de la Iglesia y sus formas, esta debió de estar construida mucho antes del paso del Obispo por tierras tan lejanas. Resulta muy curioso que un obispo de Tarazona (Zaragoza) -¡nada menos!- que en la actualidad está a 255km por carretera y poco menos de tres horas de viaje, se desplace hasta un punto perdido en el mapa para consagrar una iglesia. Quizás la causa de esta anomalía, sea la cierta violencia impuesta en el Reino y en su principal obispado por Alfonso I el Batallador en esa época. Y sabemos que Alfonso I realizó diversas donaciones a San Salvador de Oña.


Miguel, fue el primer prelado de esta nueva diócesis de Tarazona, recién reconquistada a los musulmanes, entre 1119 y 1141 (En la mayoría de los textos dice 1151, pero Argaiz lo argumenta con un documento que dice que murió en la misma fecha que otro personaje…). Esa ciudad y todo su territorio, pertenecían a la frontera de Aragón con los reinos musulmanes. Esa frontera se estaba ensanchando poco a poco gracias a Alfonso I el Batallador. Debemos recordar que la Reina Doña Urraca se había casado en segundas nupcias con Alfonso I, y este en esa época conservaba el Alfoz de Castro dentro de la cual estaban Espinosa y Santa Olalla, esto lo sabemos por la donación de San Pedro de Noceda en Espinosa de los Monteros a Oña (1130). Doña Urraca y su marido Alfonso I, estuvieron en Guerra entre 1121 y 1123. Lo Cual explica la posible cercanía del Rey Aragonés en la zona de Espinosa. Quizás nuestro Obispo Miguel de Tarazona viniera acompañando al Rey, aunque esto no lo atestigua ningún documento. Otra teoría que tampoco presenta documentos, dice que este prelado aragonés llego a esta tierra haciendo su peregrinación a Santiago, aprovechando lo que hoy llamamos “el Camino Olvidado”. Y Gonzalo aprovecharía su paso para que le consagraran la iglesia. Y aunque ambas teorías son perfectamente validas, y pudieron incluso combinarse, quizás nunca sepamos la verdadera razón de porque un obispo de tierras tan lejanas consagro la Iglesia de Santa Olalla de Espinosa.

Según Argaiz en su Soledad Laureada, Castañeda se llama así, por estar situada en un lugar lleno de árboles de este género, “y no sé por qué camino tomo la vocación de Santa Eulalia, porque la iglesia tiene la vocación de Santa Lucia y aquel día se le hace fiesta.”  También nos habla de Gonzalo, un monje santo del cual dice lo siguiente: “Había venido a esta tierra un sacerdote llamado Gonzalo, grande siervo de Dios, no se dice su patria ni se sabe. Aficionáronse a él, y tanto, los monjes de Oña y los patrones de la Iglesia de Santa Eulalia que le dieron que sirviese y viviese en ella. Hízolo así, y fueron reconocidas sus virtudes y buen ejemplo que se le fueron aficionando más cada día los caballeros patrones, y él les ganó de modo la voluntad que le hicieron muchas donaciones…”

Aunque ya queda dicho que no se sabe la procedencia de Gonzalo, algún autor ha intentado hacerle natural de Asturias, solamente porque el Arte de la iglesia es Asturiano. Lo han relacionado, lo han mezclado bien, y ya está, ya tenemos respuesta para el misterioso origen de Gonzalo. En fin, bromas aparte, creo que es muy difícil poder asegurar de donde era a menos que se encuentre un documento o incluso los huesos de Gonzalo para poder analizar su ADN.


El arte mueble de la iglesia, no presenta obras importantes, a excepción de un par de tablas, quizás del Maestro de Oña, de finales del S. XV o principios del S. XVI. En la actualidad esas tablas, dedicadas, probablemente, a la Vida de Santa Lucia, que es copatrona del templo. Están restauradas y depositadas en el Museo de Arte Sacro de Espinosa de los Monteros, en la Iglesia de San Nicolás. Muy probablemente pertenecieron a un retablo mayor, de pintura gótica que se encontraría en esta iglesia antes del actual. Y estas son las dos únicas tablas que se han conservado.

Otro bien mueble muy interesante es un sagrario de madera pintado, en la segunda mitad del S. XVI y que hoy se conserva en la sacristía. Este sagrario corresponde al mismo estilo del que se encuentra en la Iglesia de San Nicolás de Espinosa y que se realizó en la misma época para colocar, por orden del Concilio de Trento, el sagrario en mitad del retablo. Produciéndose otro paralelismo interesante. Muy probablemente el retablo que había en ese momento en Santa Eulalia, era el de Santa Lucia, un retablo que en todo tuvo que ser muy parecido al de la citada iglesia de San Nicolás de Espinosa. El sagrario de Santa Olalla necesita una restauración y una puesta en valor. Este, presenta tres laterales visibles separados por columnas estriadas y capiteles de estilo dórico. En la parte superior del lateral izquierdo hay una cenefa en la que pone una inscripción: “1575”. Justo debajo, encontramos una pintura con un personaje barbado vestido de azul-gris, con una capa roja, que sostiene un libro abierto en la mano izquierda y en la derecha sostiene unas llaves (2) por lo que podría tratarse de San Pedro.

La parte central tiene otra inscripción en la cenefa superior que dice: “EXPEx(?)SISON-IE(?)” Que desconozco totalmente que puede significar. Debajo, presenta una tabla con decoración geométrica floral, con pan de oro. En el centro se abre una pequeña puerta que da acceso al interior, para cobijar el Cuerpo de Cristo. Esta puerta está pintada con un Cristo de pie, con el torso desnudo y vestido con una capa roja. Este cristo esta barbado y parece salir de su cabeza unos rayos de santidad. En el centro a su derecha conserva una pequeña cerradura que abriría con llave el sagrario. La mitad inferior izquierda de la pintura se ha perdido. El interior está pintado de azul.

La tabla de la derecha, también tiene su cenefa, pero está muy estropeada y apenas se intuye la parte superior de algo que parece un siete, pero no puedo decirlo con seguridad. Respecto a la pintura de la parte inferior, representa a un hombre maduro, barbado, vestido de rojo con una túnica verde, que sostiene un libro en su mano derecha y una espada en la izquierda, por lo que deducimos que se trata de San Pablo. La parte inferior izquierda de la pintura también se ha perdido.


También posee un par de cuadros colgados en la nave de la iglesia, uno de San Antonio de Padua, probablemente de finales del S. XIX y otro de la Virgen María, de la misma época o incluso de principios del S. XX. Ninguno de los dos es bueno. A los pies de la nave, en una esquina se encuentra la pila bautismal redonda y grande, de arenisca, sin mucho valor. A la entrada de la sacristía, se encuentra una especie de retablo construido con piezas de otros retablos, probablemente, pero inconexas entre sí. En la parte superior un Cristo crucificado, de no muy buena facción, que podría ser barroco. En el mismo montaje, pero a sus pies hay tres tablas talladas y doradas, restos de algún otro retablo. Estas tablas son barrocas, probablemente del S. XVII. Las tres son rectangulares y no muy grandes. Separadas unas de otras. La primera tiene tres figuras. Empezando por la izquierda un hombre joven, imberbe y rubio. Su mano derecha en ademan de bendecir y en la izquierda sostiene un cáliz y sobre este un cordero. Representa a San Juan Bautista. La segunda figura, la central, representa a un hombre más maduro y moreno. En su mano derecha sostiene un par de ladrillos y en la izquierda un libro abierto. Creo que este representa a San Pedro, como padre de la Iglesia. Y el tercero, también un hombre maduro, moreno y barbado con lo que parece una espada (rota) en su mano derecha, y en la izquierda sujeta lo que parece un gorro, pero no estoy seguro.

La siguiente tabla, la central, tiene cuatro figuras. Todas ellas varones. El primero, barbado y moreno, mirando de frente. Su mano derecha, que es la única que se ve, por estar la otra por detrás de la siguiente figura humana, sostiene algo que podría ser un bastón o un cayado, pero con su base mucho más ancha, por lo que no tengo la certeza total de que sea lo que digo. La segunda persona representa a un hombre barbado, moreno y maduro, mirando hacia el centro de la composición y sosteniendo en su mano derecha lo que podría ser un libro (¿?) y en su izquierda una sierra o una espiga. El tercero también mirando hacia el centro, sostiene en sus manos un palo, báculo o cayado, y este sí es de las mismas dimensiones en ambos extremos. El último hombre de esta tabla, es un hombre mayor, sin barba, y pelo blanco, con la mirada hacia abajo, sostiene en su mano derecha un libro y en su izquierda está sujetándose la túnica. Desconozco a que santos pertenecen estas cuatro figuras.

En la última tabla de esta serie de tres. Aparecen solo dos figuras masculinas. La tabla está mejor conservada, pero está cortada en su extremo derecho, por lo que entendemos que faltan una o dos figuras. El primer hombre es un señor mayor, sin barba y pelo casi blanco, que con su mano derecha en alto sostiene una cruz con los extremos redondeados. Con la mano izquierda sostiene un libro. El siguiente otro señor maduro, pero más joven que el anterior, con barba y pelo moreno. Sostiene entre sus dos manos la cruz de San Andrés con la que fue martirizado, por lo que entendemos que esta es la advocación para este santo.

En la parte inferior de estas tablas hay un marco pegado al suelo y de forma horizontal, que contiene una tela o cuero pintado. Cosidos entre si sus rectángulos. De estilo barroco con motivos florales y representaciones de uvas y otras frutas, nos recuerda al barroco americano, por lo que no descartamos que la pieza hubiera venido de algún Virreinato en América. La parte inferior de la composición está separada del marco y destensada, faltando algún trozo de la misma.


También en la cabecera, pero al lado del evangelio, encontramos otro retablito recompuesto con piezas de otros retablos. Es una composición barroca y la mesa del altar parece neoclásica. Comenzando la descripción del retablo desde abajo, encontramos pegado a la mesa un remate final de un retablo barroco. Con su clásica terminación piramidal en forma de conca y adornos vegetales. Todo ello dorado. A ambos lados tiene una columna dividida en dos partes, la inferior con una decoración de cortinones y una cara de ángel, y de la mitad para arriba una columna estriada sobre la que se apoya un capitel corintio. Sobre estos una cornisa tipo frontón pero cortado y unido por la parte superior en forma de arco con dos ángeles tumbados sujetando una corona en el centro, debajo de la cual hay otra cara de ángel. En la parte central hay un cuadro de la Virgen María coronada con el niño en el Cielo rodeada por ángeles adultos. La pintura parece obra de finales del S. XIX. Las columnas no están protegidas por la parte posterior por la parte central del retablo, quedando al aire, y dándole un aspecto de composición efímera y temporal. Justo delante del cuadro de la virgen hay una pequeña talla de San Benito barbado y con hábito negro. Sin duda perteneció a la iglesia cuando esta era propiedad del Monasterio de Oña. Por lo que dicha obra tiene que ser probablemente del S. XVIII.

El retablo central es neoclásico, seguramente de la segunda mitad del S. XIX. Tiene dos cuerpos y tres calles. El primer cuerpo está concebido para escultura con tres nichos. El del evangelio en el que se recoge la a la Virgen María con el niño, el central en el que se custodia una cruz plateada en un sistema tipo torno que se puede tapar en Semana Santa, y debajo de él se alberga el sagrario. Con la representación en dorado de una custodia de oro. En el tercer nicho se guarda una imagen barroca de Santa Lucia, que nada tiene que ver con este retablo, por lo que se tuvo que aprovechar de un retablo anterior.

El cuerpo superior, dedica sus tres calles a la pintura. En el lado del evangelio el Sagrado Corazón de Jesús, en el lado de la epístola el Sagrado Corazón de María, destensado en su parte superior. La pintura de la calle central, más grande que las anteriores, representa a Jesús cuando le estaban juzgando los sumos sacerdotes. Jesús está desnudo con un paño de pureza y una capa roja, atado de manos y con la corona de espinas y cuatro figuras acosándolo. Rematando el retablo vemos un ojo inscrito en un triángulo y este a su vez en un círculo del que salen rayos de sol, representando todo ello a Dios. A los pies de esta pintura de Jesús encontramos otra talla que no corresponde con el retablo. Un busto barroco de una mujer, joven y rubia, con el pelo corto, que sostiene en su mano derecha una palma del martirio y en su mano izquierda un libro. En el pecho tiene un agujero que sirvió para depositar sus reliquias. La talla representa a Santa Eulalia, patrona de la Iglesia.


Junto al altar también encontramos lo que parece un capitel románico (¿?) que hoy es base para sujetar una Cruz procesional. El pie de lectura del evangelio es una columna dorada y estriada barroca proveniente de algún otro retablo anterior, sobre la que se apoya una base de lectura para libros. A la entrada de la cabecera de la iglesia, desde la nave hay dos cuadros de finales del S. XIX. A la izquierda uno de San Antonio de Padua, con su vida y milagros, y a la derecha la Virgen María como reina del mundo, desde el cielo, sobre un globo terráqueo pisando una serpiente que representa el mal.

En el muro norte de la nave, hay un pequeño nicho y en su interior se encuentra otra imagen barroca de una santa morena, de pelo largo con dos pequeñas cabezas de ángeles saliendo de la parte de debajo de su falda. Ha perdido las manos y lo que pudiera sostener en ellas. Y aunque no estoy seguro me recuerda a las imágenes de María Magdalena.

Los libros parroquiales que hoy se encuentran en el Archivo Diocesano de Burgos son:

Libros de Bautizados: 1603-1709 (muy deficiente): 1710-1940
Libros de casados: 1620-1709; 1711-1878
Libros de difuntos 1620-1709; 1710-1947
Libro de confirmados 1895-1929
Índice de bautizados 1711-1834
Libros de fábrica 1735-1940
Libros de matrícula 1861-1905
Documentación de Inventario, casa, exp. Matrimoniales.





Bibliografía:

Arte Prerrománico en Castilla y León. Javier Sainz Saiz. Ediciones Lancia 1996
Merindades: la cuna de Castilla. Merindad de Valdeporres, Villavés y alrededores (1011 - 2011) Aitor Lizarazu Pérez.
Las siete Merindades de Castilla Vieja. Castilla Vieja, Sotoscueva, Valdeporres y Montija. María del Carmen Arribas Magro. ACCI. 2018
Enciclopedia del Románico en Castilla y León. Burgos. Vol. III.
Diccionario de Madoz
Censo-Guía de los archivos parroquiales de la diócesis de Burgos. Matías Vicario Santamaría. Publicaciones Arzobispado de Burgos. 1988
Aula activa de la naturaleza. Espinosa de los Monteros (Burgos). 1995. Junta de Castilla y León.
Soledad laureada. Provincias de Asturias y Cantabria. Fray Gregorio Argaiz. (1675)
Iconografía de los Santos. Juan Carmona Muela. Akal. 2011.
Blog “Siete Merindades”
Monasterios primitivos en la Castilla Vieja (S.VI-XII). Nicolás López Martínez.
Catálogo del patrimonio histórico del Camino. José Ángel Lecanda. Junta de Castilla y León.
Estudio arqueológico (catalogo y normativa) integrado en la Revisión de las Normas Urbanísticas Municipales de Espinosa de los Monteros (Burgos). 2011
Blasones y linajes de la Provincia de Burgos. Partido Judicial de Villarcayo. Francisco Oñate Gómez. 2015
Memorias de D. Nicolás Barquín Arana, Abad de Pechón. Primera mitad del S. XIX
Merindades: la piedra de Castilla. Aitor Lizarazu Pére