Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 29 de febrero de 2016

Cuando el Duque de Frías invirtió 1.000 doblones en cariño.


¿Saben que tienen en común “Regreso al futuro”, “El tiempo en sus manos/la máquina del tiempo”, “el túnel del tiempo” o “12 monos”? Exacto, sus máquinas para viajar a través del tiempo. ¡Quién pudiera! La realidad es que las máquinas del tiempo que poseemos en la actualidad sólo pueden traernos el pasado a nuestras manos, de forma imperfecta y con muchos agujeros, para su estudio. Y, tal vez, su comprensión.


Vamos a trabajar con una de estas piezas que nos acercará a ese lejano 1814. Por favor, ajusten sus condensadores de “fluzo” a 202 años en el pasado.


Tenemos ante nosotros un documento manuscrito que sigue las normas de presentación existentes antes de la guerra de Independencia y que, a grandes rasgos, contenía cortesía (Según R.A.E.: hoja, página o parte de ella que se deja en blanco en algunos impresos, entre dos capítulos o al principio de ellos) y un amplio margen a la izquierda del texto, dónde debían recaer los proveídos (R.A.E.: Resolución judicial interlocutoria o de trámite) que se estimasen necesarios. Los espacios destinados a la firma y a la dirección iban al pie del documento. Vemos en el documento la presencia de varias manos y trazos al margen indicándose así posibles pasos de su tramitación.


Se presentó ante la cámara de las cortes de la Regencia de Fernando VII surgidas por la voluntad de la Nación Española en Cádiz. Son las que llevaron adelante la obra de la Constitución de 1812. Comenzaron a reunirse en Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo, luego en el Teatro de las Cortes y en el Oratorio de San Felipe Neri. A medida que se recuperaba territorio avanzaron hacia Madrid para, finalmente el 23 de septiembre de 1813, reunirse en el Salón de Cortes la iglesia del Colegio de doña María de Aragón (de los agustinos calzados, dentro del complejo del Real Monasterio de la Encarnación), que es el actual edificio del Senado. Aquí se iniciará la segunda legislatura de la Regencia.

La promulgación de la Constitución de 1812 (Salvador Viniegra)

Demos unas pinceladas históricas: Napoleón se está replegando en todos los frentes. Su hermano, el rey José I Bonaparte, ha perdido en Vitoria, el 21 de junio de 1813, parte de lo que ha saqueado en España y escapa perseguido por los aliados que quieren cobrarle todas juntas. Fernando VII sigue disfrutando de su retiro de oro en el castillo francés de Valençay mientras espera que le devuelvan su corona. Este hecho se produce en diciembre de 1813 porque el emperador de Francia buscaba la paz y cerrar el flanco sur. El caso es que las cortes de la Regencia, ya en Madrid, lo rechazaron y continuaron la guerra. Eso sí, por mucho que no lo aceptasen el rey volvía a España.

Y Fernando tenía sus propias ideas. Muy suyas. El rey obtuvo pasaporte el 7 de marzo de 1814. Marchó para la frontera de Perpiñán y fue recibido en Figueras por el general Copons el 22 de marzo. Ninguneó a las Cortes y se negó a seguir el camino marcado por la Regencia. Optó por pasearse por Gerona, Tarragona, Reus, Zaragoza, Teruel y Valencia (16 de abril).

Fachada del actual Senado

Allí recibió el llamado “Manifiesto de los Persas” donde se propugnaba la supresión de la Cámara constitucional y justificaba la restauración del Antiguo Régimen. El 17 de abril, el general Elío, al mando del Segundo Ejército, puso sus tropas a disposición del rey y le invitó a recobrar sus derechos.

El 4 de mayo de 1814, Fernando VII promulgó un decreto, redactado por Juan Pérez Villamil y Miguel de Lardizábal que restablecía la monarquía absoluta y declaraba nula y sin efecto toda la obra de las Cortes de Cádiz.

El recién nombrado capitán general de Castilla la Nueva, Francisco de Eguía, absolutista acérrimo, se adelantó a la comitiva real y se encargó expeditivamente de organizar la represión en la capital, arrestar a los diputados doceañistas y despejar el panorama para la entrada triunfal del monarca. La madrugada del 11 de mayo de 1814 fenecían Las Cortes sin oposición por parte de su presidente Antonio Joaquín Pérez, uno de los firmantes del Manifiesto de los Persas.

Fco. de Paula Mtnez. de la Rosa

El documento presenta más actores. Y hay intención de hablar de ellos. El primero era Francisco de Paula Martínez de la Rosa Berdejo Gómez y Arroyo (1787-1862) que fue uno de los diputados constitucionales y, por ello, encarcelado tras el regreso de Fernando VII y el absolutismo. Formó parte de los gabinetes del “Trienio Liberal”, se exilió después en Francia, volvió con Cristina y fue uno de los pilares del partido moderado.

Sobre Bernardino poco podemos añadir a lo contado en esta entrada. Era un constitucionalista que expresó el error que implicaría aceptar la vuelta del absolutismo y allegado –políticamente- de Martínez de la Rosa.

Es en este contexto en el que se presenta el 9 de marzo de 1814, por Martínez de la Rosa en las cortes presididas por Vicente Ruiz Albillos, la proposición de entregar 1.000 doblones a la tropa que recibirá al rey en la frontera de España.


¿Y eran suficientes 1.000 doblones? Pues… suponiendo que un doblón equivalía a 80 Rv. tendríamos 80.000 Reales de Vellón. ¿Mucho? Pues lo parece. Pondremos algunos ejemplillos: Una libra de azúcar blanco estaba a 5 Rv.; Un libro de poemas eran 4 Rv.; y el montepío de Madrid ayudó a 247 personas con 42.900 Rv. durante una semana.


¿Por qué lo hizo? Si nos fijamos en los documentos y en el diario de sesiones de la cámara vemos que ha sido su patriotismo lo que le ha llevado a desprenderse de esa cantidad de dinero. Pero podríamos mirar más allá y fijarnos en que el antecesor en el título fue un prominente afrancesado que había llegado a ser embajador de José I en Francia. Parecía necesario dejar más que claro que se era partidario de Fernando VII y que esas veleidades bonapartófilas no continuaban con el nuevo Duque de frías. Parece que funcionó porque durante los años del sexenio absolutista desaparece de la política y no parece que se tuviese que exiliar, o fuese represaliado. La cosa no fue tan bien tras el trienio liberal pero eso es otro tema.

Diario de Sesiones de la Cámara 

Y, es que, el cariño ni se compra ni se vende.


Bibliografía:

Biblioteca Nacional de España.
Colección de los decretos y órdenes de las Cortes ordinarias desde el 25 de septiembre de 1813, día de su instalación, hasta el 11 de mayo de 1814, en que fueron disueltas. (Tomo V)
Libros de actas de las cortes de Cádiz.
Diario de Madrid




Anexo: Transcripción de la orden de Las Cortes ordinarias del 10 de Marzo de 1814:

“Sobre el donativo del Duque de Frías para el ejército que reciba al Rey a su entrada en España. En exposición de 9 del corriente ha manifestado el Duque de Frías y de Uceda que tiene prontos y á disposición del Congreso mil doblones para que se den de sobre paga al ejército que tenga la envidiable fortuna de recibir al Sr. D. Fernando VII; y las Cortes además de haber mandado que se imprima íntegra en el acta de sus sesiones la exposición patriótica del Duque de Frías, han resuelto que por medio de la Regencia del Reino se manifieste á tan digno ciudadano el aprecio con que las Cortes han admitido su generosa oferta, como muestra de su amor a nuestro augusto Monarca y a los ilustres defensores de la patria. A este fin lo comunicamos á V. S. de orden de las Cortes. =: Dios guarde á V. S. muchos años. Madrid 10 de Marzo de 1814. = Blas Ostolaza, Diputado Secretario. — Juan Josef Sánchez de la Torre, Diputado Secretario. = Sr. Secretario interino del Despacho de Guerra.”




lunes, 22 de febrero de 2016

Hispania: del 910 al 940

La última vez que hablamos de la Historia -con hache mayúscula- de Castilla, siempre como parte del reino cristiano del norte que conocemos como Reino de León y antiguamente Reino de Asturias, eran los primeros años del siglo X y el rey Fernando III ejecutaba sus últimos movimientos, alguno de ellos tremendamente erróneo.

Hispania año 910

Estamos en 910. Alfonso III el Magno, es abdicado por sus hijos y el reino, ya de León, se divide:

  • García, el primogénito, se queda con León y es el cabeza de familia. Los otros reyes estarían subordinados a esta corona. Pero tuvo relaciones distantes y conflictivas con Ordoño. Durante su reinado se dieron instrucciones a los tres condes norteños para avanzar hasta la línea del río Duero, clave del sistema defensivo leonés. En el año 912 su suegro Munio Núñez, conde de Castilla, repuebla Roa, Gonzalo Téllez Osma y Gonzalo Fernández de Burgos repueblan Haza, Clunia y San Esteban de Gormaz. Son verdaderos bastiones militares más que aldehuelas. Si nos fijamos el avance de los condes montañeses hacia el sur se produjo en franjas verticales. Pero García I falleció en Zamora seguramente en el 914. Su cuerpo fue conducido a Asturias, donde gobernaba el rey Fruela. Sus restos recibieron sepultura en el panteón de reyes de la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la catedral de Oviedo. Y el premio se lo lleva Ordoño al no tener García descendencia.
  • Ordoño, con Galicia y Portugal, y luego León. Ordoño II reinará diez años.
  • Fruela, con Asturias.


La nueva frontera de Ordoño II en la ribera del Duero le generó más problemas, claro. No solo el problema de administrar nuevos territorios sino que a los moros no les gustó ni pizca su acercamiento. Gracias a estos últimos se disfrutó de las batallas de Castromoros (916) -San Esteban de Gormaz- con victoria cristiana, Nájera (918) con victoria Navarro-leonesa y Valdejunquera (920) con derrota Navarro-leonesa.

Garcia I, Rey de León

Volviendo al problema de gestión del territorio. El rey de León se encontró con la molestia de la multiplicación de condados y de que sus titulares escapaban al control regio. Si nos fijamos, los condados eran amplios y con segmentos plantados en la costa, en la montaña y en el llano, lo que entorpecía su gestión y, por ello, debilitaba el reino. El año 923, los otrora vencidos en Valdejunquera se coaligaron para arrebatarle a los Banu Qasi La Rioja hasta los confines de Calahorra, tras ocupar Nájera y Viguera. El territorio conquistado fue adjudicado a Navarra, cuya frontera con Castilla quedó fijada a levante de Grañón, Cerezo y Pazuengos. Este retoque fronterizo no solucionaba los problemas. Más bien lo contrario.

Fíjense, en la batalla de Valdejunquera –arriba comentada- los condes del área de Castilla declinaron acudir a la batalla en apoyo de su rey (¡Su rey!). Lo que obligó a Ordoño II a convocar las vistas de Tebular, en las que aherrojó a Abolmondar Albo y su hijo Diego, Nuño Fernández y Fernando Ansúrez. Lo de Abolmondar tiene su miga porque los historiadores no se ponen de acuerdo sobre su identidad más allá de que es el nombre mozárabe Abu Al-Mundhir. Para fray Justo Pérez de Urbel era Rodrigo Díaz y para Margarita Torres era Munio Gómez.


Volviendo al tema, a la muerte de ordoño II estalla una guerra civil en el reino: Fruela hace valer sus derechos y toma la corona. Eso sí, muere de lepra el 925. ¿Paz? No. La guerra continúa entre el hijo de Fruela -Alfonso Froilaz, el jorobado- y tres de los seis hijos de Ordoño: Sancho, Alfonso y Ramiro.

Cuando los hermanos Ordóñez dejaron fuera de juego al hijo de Fruela hubo un nuevo reparto: Alfonso (IV) será rey de León, incluyendo los territorios de Castilla y Asturias; Sancho ocupaba la corona de Galicia y a Ramiro le correspondía reinar en Portugal. Los tres eran reyes, pero la primacía jerárquica correspondía al de León, es decir, a Alfonso. El jorobado, queda atrincherado en un rincón de Cantabria: Las Asturias de Santillana.

Fruela II, Rey de León.

Y el nuevo reparto, ¿no era volver a debilitar a la corona? No. Por el Imperium que se había consolidado desde Alfonso III: varios reinos unidos. El rey, convertido en emperador reparte el territorio entre sus hijos, que actúan como reyes cada cual en su parcela. Y esto no solo servía para la paz dentro de la familia del rey sino también para la Reconquista. Asturias/León se veía como heredero del viejo reino godo y por ello cabeza de los reinos hispanos, tanto cristianos como moros.

Ramiro, no lo pierdan de vista, tiene un pequeño reino entre los ríos Miño y Mondego. Era un hombre de aquella tierra: se había criado allí, bajo el ala del caballero Diego Fernández y su esposa Onega. Se casó con una noble local: Adosinda Gutiérrez, hija del conde Gutier Osóriz y, al parecer, pariente del propio Ramiro. Le dará tres hijos: Bermudo, Teresa y Ordoño.


Ramiro estuvo tranquilo un par de años. Luego todo se desbocó: En 929, su hermano Sancho de Galicia muere, y hereda la corona. En 931 el rey Alfonso IV de León enviuda de la navarra Oneca. Alfonso, que debía de amarla mucho, entra en barrena y se retira al monasterio de Sahagún… ¡Y regala la corona a Ramiro!

Para el 6 de noviembre de 931 Ramiro II se corona como rey de León. ¡Territorios unificados! Toca sacar músculo frente a los demás. Empieza ayudando a los toledanos contra Abderramán. Organiza un ejército, 932, pero no marchará sobre Toledo sino sobre su propia capital, León. ¡¡¿¿Cómo??!! Alfonso, el anterior rey, se ha curado de la depresión y con sus partidarios trata de recuperar lo que ya no tiene. Otrosí, Alfonso, el jorobado, se ha sublevado también.

Aquí veremos otra muestra de la actitud de “mosca cojonera” que tenían los condes fronterizos orientales del reino –parecido a las actitudes de los partidos nacionalistas actuales- cuando Fernando Ansúrez y Gutiérrez Núñez apoyaron a Alfonso IV contra Ramiro II.
 
Ordoño II, Rey de León.

Y Toledo, ¿Por qué la monta? Porque Al-Ándalus estaba en crisis. Su poder mermaba por un vicio de origen que ayudará –y mucho- a los cristianos. Sabed que los moros alcanzaron el poder pactando con la vieja elite hispana, o imponiéndose sobre ella, y ocupando los principales centros de riqueza. Pero no habían sido capaces de construir un sistema político sólido. ¿Razones? Las peleas tribales y étnicas entre los propios invasores; la dificilísima integración de la población autóctona, ya fuera cristiana (los mozárabes), ya conversa al islam (los muladíes); y la ausencia de un poder homogéneo.

Traducido: los invasores -árabes, sirios, bereberes- son una minoría mal avenida que se ha mal repartido las conquistas y que debe dar una parte a las familias poderosas locales que han abrazado la nueva fe para mantener sus privilegios. Todos ellos flotando sobre un mar de cristianos trabajadores.


El valle del Ebro, oficialmente musulmán, no estaba bajo el control de Córdoba. En Extremadura mandaba la familia de al-Galiki (los gallegos) y en Murcia la de Teodomiro. ¿Y en Toledo? Allí por encima y por debajo de los gobernadores enviados por Córdoba, era determinante la influencia de los patricios de la ciudad, de origen hispano; de hecho, Toledo va a vivir en permanente insurrección durante siglos.

Entonces, ¿España mora? Realmente, no. El poder cordobés contempló siempre la islamización de Al-Ándalus como una de sus prioridades políticas, pero, en la práctica, la islamización de la población hispana debió de ser muy superficial. Calculemos: 70% cristianos; del resto la mayoría muladíes. Señoras y señores, con ustedes: ¡Un polvorín!


¡Pero si el mismo emir Abderramán III (912-961) –cuyo poder efectivo no iba más allá de Córdoba y sus arrabales- sólo era en una cuarta parte árabe! Claro que tenía en mente cambiar todo lo arriba señalado. Recuperó el control sobre todo el territorio andalusí. El problema étnico lo solventó comprando “eslavos”, esclavos de origen europeo obligados a convertirse al islam. Y para la superficial islamización de la población andalusí que creaba el problema de la legitimación política y, por ello, de la facilidad de altercados, acentuó la presión de la ley islámica sobre la vida social.

Y en el año 929 se proclamó califa. Jefe político y religioso. Y sus prerrogativas incluían la persecución y castigo de cualquier desviación religiosa, ya fuera musulmana, judía o cristiana.

Alfonso IV, Rey de León

Frente a la situación califal, león parecía estar mejor pero, en este momento, la corona vuelve a estar en peligro. ¿Por qué quiso Alfonso IV, el monje, volver al lío? ¿Estaba aliado con “el jorobado” o este se subió a la ola del monje? No tenemos respuestas. Lo que sabemos, esta sí, es la respuesta de Ramiro: Reclamó su ayuda al rey navarro Sancho I Garcés, se llegó a León, aplastó a los partidarios de su hermano Alfonso y lo encarceló; se lanzó sobre Oviedo y los partidarios del jorobado, los aniquiló y encerró al jorobado y a sus hermanos.

Y les castigó con un clásico godo: todos perdieron los ojos. Y ciegos, fueron recluidos en el monasterio de Ruiforco de Torío. Por fin, manos libres para ayudar a Toledo. Aun así, tuvo tiempo para intentar acabar con el desmadre del oriente del reino y por ello decidió borrar los microcondados comarcanos y encomendar en ese 932 la gestión del macrocondado creado a un hombre joven, incontaminado, miembro de una de las grandes familias castellanas: Fernán González. Tenía bajo su espada los antiguos condados de Álava, Lantarón/Cerezo, Brañosera/Campoo y Lara. Su tarea fue la de unificarles, dotarles de un aparato de gestión, conferirles operatividad geopolítica y defenderles del islam. No consistió en fundar el “Condado de Castilla libre”. Con estos cambios, ¿fin del problema?


¡Por fin! Toledo. La urbe lleva dos años, desde 930, resistiendo el asedio de Abderramán III. Mucho esfuerzo porque era una ciudad símbolo para los cristianos, dominaba el valle central del Tajo y era nudo de comunicaciones entre Córdoba y Aragón.

Pero, Toledo… ¿Por qué la monta? Por mantener su estatus privilegiado frente a Córdoba. Incluso la Toledo musulmana no tuvo reparos en ponerse de acuerdo con el rey de Asturias, Alfonso III el Magno, para derrocar a los gobernadores impuestos desde el exterior y elegir a sus propios patricios.

¡En marcha! ¡A liberar Toledo! Pues no. Ahora tocaba cambiar de esposa para afianzar nuevas alianzas del flamante rey de León. Fuera Adosinda y dentro Urraca, hija de los reyes don Sancho I Garcés y doña Toda de Navarra. La reina Urraca Sánchez dará a Ramiro cuatro hijos: Sancho, Elvira, Teresa y Velasquita.

Ramiro II, Rey de León.

Cuando Ramiro llegó a Toledo ya tenía poco que hacer. Más bien nada. Para resarcirse saquearon Magerit (Madrid) recogió a la población cristiana, que el poder musulmán había desplazado a los arrabales de la ciudad, y la llevó consigo hacia el norte. Y eso fue todo. El 2 de agosto de 932 entraba el califa en la vieja capital goda, que perdía así su orgullosa libertad.

Y estando en estas le llega la noticia a Ramiro de que las tropas moras asomaban la cabeza por la frontera castellana al mando de Abderramán. El mensaje estaba firmado por el conde de Castilla, Fernán González. Los ejércitos de Ramiro llegaron al lugar en muy poco tiempo. Aún no había empezado a apretar el verano de 933 cuando las tropas leonesas salieron al encuentro del contingente moro. Fue en Osma.

Córdoba repitió al año siguiente pero no buscaban atacar Castilla sino el reino de Pamplona. ¡¿Cómo?! Veréis, Navarra se había convertido en una pieza esencial del equilibrio de poder por su situación geográfica. Su control permitiría dividir en dos el área cristiana; tocar a los francos; dominar el valle del alto Ebro; y el del alto Duero.


Y el reino de Pamplona estaba a la deriva. El regente, Jimeno, ha muerto en 931 y doña Toda navega como puede. Como si de un mal culebrón fuese, todos tienen vínculos familiares. Incluso Abderramán III es sobrino de la reina navarra doña Toda. Más aún: como el rey Ramiro II de León estaba casado con una hija de Toda, Ramiro y Abderramán eran primos políticos. Y a río revuelto ganancia de pescadores.

El califa amenazó con asolar Navarra. Doña Toda pidió la paz. Y rindió vasallaje a su sobrino Abderramán III. Éste reconoció a García, el hijo de Toda, como rey vasallo de Pamplona. De regreso a Córdoba entró –arrasando- en Castilla por Grañón, Cerezo, Alcocero, Oña, Burgos, monasterio de Cardeña (200 monjes muertos), Palenzuela, Escuderos, Lerma, Clunia, Huerta del Rey, y Alcoba de la Torre.

No retrocedió hasta que un enjambre de partidas de “caballeros villanos”, campesinos armados, haciendo guerra de guerrillas, empezó a incordiarle a la altura de Hacinas. ¿Y dónde estaba mientras tanto el rey Ramiro II? Estaba camino de Osma para cortarla retirada del califa. Ramiro llegó, en efecto: trabó combate con las tropas musulmanas y les infligió daños de cierta consideración. ¿Y el flamante Conde Fernán González? Supongo que aliviándose mientras el ejército califal se alejaba por Gormaz.

Fernán González

Daba igual. Córdoba había quebrado los reinos del norte y Ramiro quedaba obligado a mover una ficha principal con rapidez y que implicase a Navarra para romper su vasallaje. Difícil.

Empezó por pactar treguas con el poderoso moro (hacia 935). Y, luego –año 937-, se fijó en Zaragoza que era desde donde se controlaba el norte peninsular y donde los tuyibíes zaragozanos desafiaban al califato. Tanto lo desafiaban que se entregaron, con todos sus dominios, a Ramiro quien devolvía el golpe obteniendo el vasallaje voluntario de Zaragoza.

¡Y Ramiro había respetado las treguas con el moro! Sólo habían actuado en un asunto político en un territorio que no se consideraba sujeto al califa. Para remate de la jugada, entre las tropas cristianas acantonadas en Zaragoza había unidades navarras.

Acción, reacción. Abderramán atacó con todo lo que tenía. Y, claro, recuperó lo perdido. Abderramán no paró y enfiló al reino de León. Esta campaña del 938 buscó desolar la frontera del alto Duero. Meter miedo.

En 939 llegó la “Campaña del Supremo Poder” que fue una guerra santa con un ejército de más de cien mil hombres. Un ataque directo contra el corazón del reino cristiano: la estratégica ciudad de Zamora. El 28 de junio de 939 partía Abderramán desde Córdoba hacia Toledo. Una campaña de todo o nada. ¿No era eso algo imprudente? sí. Pero debía solventar la afrenta de Ramiro II y purgar rencillas palaciegas que permitieron en 938 que las tropas leonesas llegaran hasta Badajoz y regresaran por Lisboa cargadas de botín.

Y el moro se lanzó contra el primer obstáculo que se interponía: la fortaleza de Simancas. Allí le esperaba Ramiro II con todo (y Toda, si permiten la broma) que pudo juntar: sus huestes leonesas, asturianas y gallegas; Fernán González y Asur Fernández, condes de Castilla y obedientes a Ramiro; y la reina doña Toda de Pamplona con tropas navarras y aragonesas. Un eclipse (19/07/939) y días de miedo, duda y espera desembocaron en la batalla del primero de agosto. Duró cuatro largos días. El califa se replegó gritando que había cumplido sus objetivos. Pues vale.
Castillo de Simancas

El rey de León decidió perseguir a los fugitivos y destrozó el 21 de agosto a los ejércitos del califa, maltrechos después de Simancas, en un paraje de barrancos y gargantas: Alhándega. ¿Dónde? No lo sabemos. Hay varias opciones. ¿Un barranco cerca de Simancas? Quizá, pero las crónicas dicen que los cristianos persiguieron a los moros durante varios días. Centrémonos, por favor, y pensemos. El califa necesita acogerse a un punto fuerte y se dirige a la fortaleza de Atienza (200 km de Simancas), saquear los pueblos pioneros del Duero y tal. Pasada la comarca de Ayllón, el paisaje se encrespa. Allí debió de ser la hecatombe. O no. Hay más candidatos: Caracena, en tierras sorianas; otros, que Albendiego, en el límite norte de Guadalajara, Tarancueña...

Abderramán III pudo escapar a duras penas. Sobre el campo quedó su cota de malla tejida con hilos de oro y un precioso ejemplar del Corán. Del campamento mahometano trajeron los cristianos muchas riquezas con las que medraron Galicia, Castilla y Álava, así como Pamplona y su rey García Sánchez.


De vuelta a Córdoba, la ira de Abderramán fue… muy suya: Todos los jefes militares supervivientes fueron ajusticiados en público, crucificados ante la multitud. El califa ya nunca más volvería a encabezar una operación militar. Todo el mundo supo de la catástrofe. Las repercusiones de la victoria para el Reino de León fueron importantísimas. Entre otras cosas, iba a permitir que la repoblación descendiera hasta el río Tormes. Las campañas cristianas sobre tierra mora se multiplicarán en toda la Meseta, desde Zamora hasta Soria.

Lo siguiente que debía hacer Ramiro II era organizar el reino. Y en este punto entrarán las tensiones con los señores gallegos y castellanos.




Bibliografía:

“Historia de Castilla. De Atapuerca a Fuensaldaña” Juan José García González.
“Moros y Cristianos. La gran aventura de la España medieval” José Javier Esparza.


Dedicado a doña Juana en la fecha de su octogésimosexto cumpleaños.




domingo, 14 de febrero de 2016

Dioses, lobos y la lobera de La Barrerilla.

Volvemos a hablar de las loberas de Las Merindades. En esta entrada conoceremos la de “La Barrerilla” situada en Pérex, Medina de Pomar.

Y esta era otra de las estructuras para eliminar lobos. Pero… ¿Qué utilidad tenía un lobo muerto?

Olvidémonos el uso que algunos pícaros alimañeros hacían de los cadáveres de lobo recientes, los resultados de sumar las no-perdidas que dejaban de producirse y el actual beneficio cinegético de cazarlos.


Cierto es que se es más favorable a la conservación de los lobos cuanto más lejos se vive de ellos, y esto ocurre en todos los grupos sociales. También la distancia en el tiempo puede que distorsione nuestra percepción.

Distancia. Tiempo. ¡Y religión! Para bien o para mal del depredador. Del lobo, no nosotros.

El tiempo nos ofrece una perspectiva ya olvidada: el que el lobo es un animal totémico. Desde Roma donde los dos hermanos fundadores fueron criados y amamantados por una loba (Personalmente prefiero la visión de Lupa como fulana) hasta la mitología nórdica donde el lobo es un símbolo de victoria. Destaquemos que ya para ambas sociedades el lobo era un guerrero.

Para los normandos existía el lobo Fafnir (o Fenris, Fenrisúlfr, Hróðvitnir o Vánagandr) que era el padre de los lobos y que fue creado para matar a Odín, aunque luego fuese asesinado por el hijo de Odín, el dios Vídar. Añadamos a Skoll y Hati que son gigantes en forma de lobos y que persiguen al sol y a la luna. Eran causa de los temidos eclipses. Fatalistas los vikingos.

En Roma los corníferos y signíferos estaban cubiertos con una piel de lobo, león u oso para volcar en el militar la fuerza de la bestia. En Roma eran animales asociados al dios Marte que se enamoró de Rhea Sílvia, la vestal madre de Rómulo y Remo.

Los etruscos representarán al dios Hades, dueño del inframundo, con orejas de lobo.


Para los celtas, algo más cercano a nosotros dado que el norte peninsular –y por tanto Las Merindades- formaban parte de esa cultura, el lobo era fuente de energía lunar que cazaría al atardecer para permitir que el poder de la luna le impregnase. Eso sin olvidar las cofradías guerreras de la edad del hierro.

Griegos: el lobo se asocia al dios Apolo. Delphos (antiguamente Liconia) había sido fundada por los supervivientes de un diluvio, guiados por los aullidos de los lobos. El lobo también fue una de las formas atribuidas a Zeus (Lykaios), a quien se propiciaron sacrificios, para poner término a las sequías y plagas naturales de cualquier especie. Atentos: vemos al lobo como una representación de dioses paganos.

Y en esto llegó el cristianismo que, desde el principio, vio al lobo como perros de las tinieblas, de los infiernos, del pecado, engaño, violencia, cultos paganos, voracidad (lobo) y concupiscencia (loba). Era un competidor por el nicho ecológico y un ejemplo para… pues para los malos ejemplos. Y, por ello, se fomentará la mala imagen del Canis Lupus.

La Iglesia medieval tuvo varias herramientas para su lucha contra el lobo y su simbología precristiana. Principalmente, la prédica y los Bestiarios. Estos últimos eran recopilaciones de animales, reales o míticos, con intención moralizante. Los animales peligrosos se reservan al servicio del mal. Esta imaginería y asociaciones de significado pudieron ser empleadas en el discurso doctrinal de los predicadores de la época para atemorizar y ejemplificar a los oyentes. Esto llevó a la creación de falsos tópicos sobre el lobo.

Cierto que algunos tienen una base real como que le brillan los ojos en la oscuridad o que en periodos de hambre "se alimentan de tierra" (porque desentierran los restos de alguna presa). También que un lobo robaba la voz a las personas y esta mudez puede darse por el miedo.

Alegoría de los "domini canes" en la santa cueva de Segovia

Otros tópicos son directamente mentira como el que el lobo nunca bebe agua (al contrario, tan necesaria les es que no pueden vivir demasiado lejos de ella), que no puede volver la cabeza, que es un animal concupiscente (sólo hay una pareja en una manada de lobos, y sólo se aparea una vez al año, además las parejas de lobos suelen mantenerse estables). Añadamos esa que dice que pueden aullar con una pata en el hocico para que parezca que son varios en lugar de uno solo. Las peores son las que conciernen a la crueldad del lobo, por ejemplo, que el lobo ataca deliberadamente a una cierva preñada para robarle el feto y devorarlo delante de ella, para después matarla.

Y el lobo fue muy útil para el cristianismo. Amén de que se le tuviese ganas por haber sido un símbolo de las religiones paganas… o quizá por eso, ¡seamos mal pensados! Recordemos que la tradición judeocristiana habla de que los ángeles rebeldes perdieron su belleza para convertirse en bestias espantosas que aterrorizaban a los santos y, para ello, asumían formas bestiales. San Antonio tuvo que soportar el ataque de leones, osos, leopardos, toros, serpientes, áspides, escorpiones y lobos. ¡LO-BOS! Y es que Cristo comparó a los falsos profetas con lobos feroces: “Cuídense de los lobos con piel de cordero”. La existencia de Maldad disfrazada de pureza. Los corderos representan la inocencia, las almas cristianas puras, crédulas e indefensas, por ello se lanzan mensajes de precaución, advertencia, y cautela con el lobo. Es como si el lobo fuera el diablo en constante acecho por las almas cristianas más despistadas.

Lobos con piel de cordero en la publicidad

Finalmente indicaremos una alegoría relacionada con la orden dominica les presentaba como los perros del Señor, los “domini canes”, contra los lobos de la herejía. Se utiliza su condición de predador y sus ataques al ganado, especialmente a las ovejas, para simbolizar al diablo acechando y "robando" almas cristianas, al mínimo descuido del desafortunado.

 Y con todo este bagaje lo menos que podía pasar es que la masa enfervorizada pujase por cazar a la bestia. Si lo unimos al componente económico... ¡Bum! La caza del lobo parece alcanzar mayor importancia a inicios de la edad moderna, al menguar el bosque se redujeron las poblaciones de herbívoros salvajes, sus habituales presas naturales, de forma que el lobo forzó su atención hacia la ganadería.

La historia de la caza es la historia del bosque. Durante la Edad Media despertó los miedos profundos del ser humano, espacio selvático, hostil y demoníaco, propicio al crimen y habitado por toda suerte de espíritus.

Localización de la lobera de La Barrerilla (Google)

El tiempo transformó el denso bosque tradicional del centro de la Península, habitado por robles, encinas y juníperas, el “monte espesso” del Mío Cid, por otro humanizado y adehesado, salpicado de calveros, repercutiendo en el retroceso de la caza y de los animales salvajes.

Y todo esto estaba en la mente de los exterminadores de alimañas, de los campesinos que sufrían la merma de sus ganados, de las familias que habían perdido algún miembro en el bosque, es decir, de todos aquellos que participarían en la batida para empujar a la bestia demoníaca hacia la trampa de la lobera.

De loberas como la de La Barrerilla.

Y de esta forma tan ingeniosa entramos en el meollo de la entrada presente. Debemos trasladarnos hasta Pérex, en el municipio de Medina de Pomar. Para ello iremos hasta el pueblo de Río de Losa y disfrutaremos de un paseo (literario) hasta la lobera.


Llegados a ella comprobaremos que toda la estructura es de piedra caliza carniola pequeña, irregular y porosa, y amalgamado con material de relleno. La longitud de las paredes es de 429 metros para la oeste y 129 metros para la pared este. Si tienen curiosidad, la suma es de 558 metros de amontonar piedras para eliminar a un competidor y un enemigo de la iglesia.

El muro largo tiene una forma escalonada en el lado exterior para aligerar la parte superior y facilitar la construcción. Su altura llega al metro y medio. La total de la pared va desde el 1`80 en la zona alejada del foso hasta 2`20 metros en la zona del mismo. La técnica constructiva fue mediante piedras pasaderas, piedras de gran tamaño, que se colocan cada cierta distancia cuya función es trabar en sentido transversal los muros que se están levantando.

Muro de la lobera

Esta lobera tiene una peculiaridad única: una puerta rematada con cargadero de madera de 70 centímetros de ancho y metro ochenta de alto. También hay una portillera (Paso de entrada en fincas rústicas) de 5´20 metros de anchura que probablemente fue ampliada en tiempos posteriores a su construcción.

Llegados al foso vemos que, también en él, se economizó trabajo realizándose sobre el lecho de un arroyo. Tiene forma rectangular –el foso, no el arroyo- de 3`69 m de largo por 4`50 m de ancho y una profundidad de 2`50 m. Así desde el suelo al remate del muro tendríamos 4`73 metros. Salvo el muro frontal, claro, que es de un metro aproximadamente para engañar al extresado lobo e incitarle a saltar.

Flujo de la lobera de La Barrerilla

No se pierdan, en el tramo de embudo inmediato al foso, la pequeña depresión que asciende hasta enrasar con el borde del hoyo para disimular el foso y engañar al ojo del cánido que creería que el borde del agujero estaría al mismo nivel que el muro rebajado del fondo. El lobo veía un murete accesible. Y en el peor de los casos llegaría a vislumbrar la cama de ramas que ocultaba la trampa.

Podría ser posible que el foso hubiese sido construido sobre otro anterior dadas las irregularidades presentes en la parte inferior de los muros que lo delimitan.

Hay cabañuelas. Al menos dos: una reconstruida y otra derruida. La restaurada tiene unas proporciones de 1`10 metros de fondo, 50 centímetros de ancho y 95 centímetros de alto.

Puerta en La Barrerilla

La lobera estaría a caballo de los siglos XVII-XVIII y fue obra de la junta o hermandad formada por los pueblos de Oteo, Momediano, Paresotas, Robredo, Pérex y Castriciones. Y estos serían los que acudían a las batidas contra el diablo. Perdón, el lobo.

Ningún vecino, ningún cristiano, podía faltar al punto señalado sin el permiso correspondiente, bajo pena de multa, y una vez en su puesto le estaba prohibido interrumpir el silencio en los momentos de la batida, llevar perros a la misma, salirse del puesto que le fue designado antes de ella, así como otras faltas que tiendan a dificultar el éxito de la correría.

Las multas impuestas se destinaban a la reparación de la lobera, y si sobraba algo, así como el importe de la piel y la grasa de los lobos cogidos y muertos, se repartiría proporcionalmente entre los pueblos de la Hermandad (Y esto nos da respuesta, en parte, a la pregunta inicial: ¿Para qué vale un lobo muerto?).

Croquis de la lobera

Esta lobera todavía era usable durante las primeras décadas del siglo XX. Incluso se poseen ordenanzas, una del 19 de Febrero de 1901 y otra del 5 de junio de 1911, que son preceptos de las antiguas, perpetuados a través del tiempo.

Los vecinos se colocaban de la siguiente forma: De Pérex todos, seis de ellos formaban las atalayas, desde el portillo del Tejar hasta el Pico de la Maza, y el resto se colocaban atalayando desde la cantera de los Tejeros, por bajo del Horcón del Callo, hasta la Campa de Santa Gadea; los de Castriciones, concurrían también todos, y obedeciendo a los directores de Pérex, ocupaban los puestos comprendidos entre el pico de la Maza y el extremo de la pared Sur de la lobera; el pueblo de Momediano, ocho vecinos, formaban atalaya desde la entrada del Hayal de Hoz hasta la campa de Santa Gadea, uniéndose por este punto con los de Pérex; el de Paresotas, prestaba cinco vecinos, quienes se unían con los de Oteo por Ribamediana y se colocaban en los arroyos por la parte de Sierra Liendre; los de Oteo, daban ocho hombres, que atalayaban desde los campos de los arroyos hasta el sesteadero de Ocejo y. por último, el pueblo de Robredo, colocaba a sus vecinos, desde el último punto hasta el portillo del Tejar, en el que se unían con los de Pérex.

Y se capturaba al Lobo… ¿O era al diablo?


Bibliografía:

Jean Chevalier, Alain Gheerbrant. Diccionario de Símbolos. Editorial. Herder, Barcelona, 1988
Jean Marc Landry, El lobo, Ed. Omega, Barcelona, 2004
Massimo Izzi; Diccionario ilustrado de los monstruos, Editorial José de Olañeta, Mallorca, 2000.
“LOS SANTOS DOMINICOS Y LA PROPAGANDA INQUISITORIAL EN EL CONVENTO DE SANTO TOMÁS DE ÁVILA”. Sonia Caballero Escamilla (Universidad de Salamanca)
“APUNTES SOBRE LA CAZA EN EL ARTE MEDIEVAL HISPANO” José Luis Hernando Garrido
“EL BESTIARIO DEL AVERNO: SOBRE ANIMALES Y DEMONIOS” Virgilio Freddy Cabanillas D.
“Loberas en la comarca de Las Merindades” Judith Trueba Longo
“Notas para la historia del Valle de Losa” de Julián García Sáinz de Baranda.