Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 29 de marzo de 2020

Las Merindades y la caída de Bilbao



Cedemos este espacio para que Aitor Lizarazu Pérez, de Villavés, nos hable de sus últimas investigaciones referidas esta vez a un batallón del Ejército del Norte de la II República Española: el UGT-8. Este aglutinó a personas de diferente procedencia e ideología alejadas de un purismo racial del que adolecían otras unidades que se batían en el norte. Volvemos a la guerra de la mano del escritor e investigador Aitor. Les confieso que siempre es un placer que nos visite.


A lo largo de la Guerra Civil, en Las Merindades quedó configurado parte del frente. El valle de Mena, el norte de Espinosa de los Monteros, el norte de Montija y el norte de Bezana, entre otros, quedaron bajo el control republicano, pero el resto de Las Merindades, incluyendo los otros grandes núcleos de población, Medina, Villarcayo y Espinosa de los Monteros quedaron bajo el control rebelde. A grandes rasgos se podría decir que la parte norte de la región quedó bajo el control republicano, y la parte sur bajo el control nacional. Tratar de explicar lo que sucedía y sucedió a aquellas personas que no compartían el pensamiento mayoritario de cada zona necesitaría demasiado tiempo. Así que trataremos de vincular Las Merindades con la caída de la ciudad, o villa, más importante del Norte. 

Nomina de Junio de Casimiro Gutiérrez

Inicialmente, esos frentes previamente enunciados se fueron nutriendo, en ambos bandos, de columnas de voluntarios y de fuerzas de seguridad. En un primer momento, la improvisación y los  medios rudimentarios fueron suficientes para establecer esas posiciones que permanecieron sin grandes variaciones durante alrededor de un año, desde julio de 1936 hasta el verano de 1937. Con el paso del tiempo esas primeras columnas voluntarias fueron dando paso a unidades militares más convencionales, batallones, brigadas, etc. y lo que en principio eran escopetas, pistolas y armamento simple, fueron dando paso a la artillería, la aviación y los blindados convirtiendo la Guerra Civil en una sala de experimentación de la II Guerra Mundial que comenzaría en el año 1939.

Medalla al valor. relación de mandos.

Quizá sería necesario explicar, que en octubre de 1936 el Gobierno republicano de España permitió la constitución del primer Gobierno Vasco y, aunque en aquel momento, gran parte de Euskadi estaba bajo el control nacional, se eligió al primer lehendakari, el nacionalista José Antonio Aguirre, y este conformó un gobierno de coalición en el que todas las formaciones políticas se encontraban representadas. (A excepción del anarquismo y aquellas que apoyaban el alzamiento militar) y a su vez se militarizó esas primeras columnas, formando unos batallones dentro del Ejercito de Euzkadi,  o “Euzkadiko Gudarostea”.

Raimundo Hierro. Lista de heridos



Y aquí en la zona republicana, uno de los batallones citados, el UGT8, aparecía destacado por su participación en la batalla previa a la caída de Bilbao. Entre los milicianos que lo configuraban hay al menos seis que provenían de Las Merindades. Gutiérrez Vigo de Arija; Sedano Ruiz de Aylanes; Hierro Gallastegui de Quintanilla la Ojada; los hermanos Santiago Braceras de Mena; Gómez de Pereda proveniente de Santa Olalla y aunque no fuera originario de esta zona, Allende Velasco que se había casado en Valdivielso con una mujer originaria del valle.

No se puede hablar de homogeneidad entre los anteriores puesto que antes, durante y después de la guerra, su profesión, ideología y desenlace fueron muy distintos. Dos de los anteriores formaban parte, antes de la guerra, de los cuerpos y fuerzas de seguridad, puesto que uno era Guardia de Seguridad y Asalto, Gutiérrez Vigo, y otro era Guardia Civil, Hierro Gallastegui, que al producirse el golpe del 18 de julio de 1936 estaban destinados en plazas que se mantuvieron leales a la II República. Los otros eran mayoritariamente jornaleros que en unos casos voluntariamente y en otros de manera forzosa fueron sumándose al batallón de la UGT, Jean Jaures, que se encontraba en la plaza armera de Eibar. Un día antes del bombardeo de Gernika, tras haber sido el frente rebasado por el ejército comandado por el general Mola, el batallón UGT8, retrocedió hacia Bermeo donde participó en una dura batalla contra tropas italianas. De hecho fue el primer momento de gloria del batallón que quedaría reflejado en el libro de Steer y en varias publicaciones del corresponsal de guerra belga, Mathieu Corman.

Compañía de Raimundo Hierro.

Sin embargo su momento de mayor gloria histórica, aunque hoy por hoy casi desconocida, se produjo al ser enviados a mediados de junio de 1937, desde la posición de Amurrio, donde se encontraban, a las laderas de Artxanda-Santo Domingo, última defensa natural en forma de colina que envuelve la parte este de la villa bilbaína. Una serie de batallones conformaron la defensa de la capital vizcaína. Solamente tres fueron citados y elogiados por el diario Euzkadi, de línea editorial nacionalista vasca, en su último ejemplar publicado en Bilbao el día antes de su captura, 19 de junio de 1937. Dos batallones nacionalistas y el socialista UGT-8. Un libro publicado en Buenos Aires en los años 60 nos narra la forma en la que miembros de este batallón fueron los últimos en cruzar uno de los puentes que unían las dos márgenes del Nervión, antes de que fuesen volados.


Oficiosamente, los supervivientes de este batallón creyeron firmemente que merecían la medalla colectiva al valor y algunos documentos de la época atestiguan la importancia de sus actos.

El batallón quedó diezmado por las bajas. Muertos, heridos, evadidos... y en su constante retirada hasta la caída de Santander fueron recorriendo diferentes localidades, Lanestosa, Alceda, Ontaneda pero de acuerdo a diferentes testimonios también participaron en la batalla del Escudo puesto que debieron estar o bien allí, o bien junto a San Pedro del Romeral. De los inicialmente citados, el guardia civil, Hierro Gallastegui, fallecería en Santander debido a las heridas producidas el 21 de agosto. Cabría destacar que este hombre, ya había participado en la guerra del norte de África en la década de los años 20 donde había sido condecorado; el guardia de asalto, Gutiérrez Vigo, fue condenado a muerte y fue ejecutado en Asturias en marzo de 1938. Otros acabaron en batallones de trabajadores, en prisión o sus consejos de guerra dieron el resultado de sobreseimiento o absolución. De las 900 personas que en algún momento llegaron a conformar el batallón, con gente de diferentes procedencias, alrededor de 200 fallecieron por actos de guerra, otros 150 tuvieron un procedimiento militar que solamente en casos muy puntuales concluyeron con la pena capital, la mayoría fueron sobreseídos, al menos unos 200 acabaron en batallones de trabajadores y menos de medio centenar terminaron exiliados, entre ellos dos de sus tres comandantes, Bustamante Crespo y Mencía Angulo.

Fusilamiento Casimiro Gutiérrez.

El batallón finalmente sería capturado, en su mayor parte, en Santander y sólo unos pocos llegarían a poder evitar ser apresados en Asturias. En su momento fueron reconocidos como héroes... hoy el polvo del tiempo ha borrado su entrega. No todos eran iguales, no todos vivieron las mismas vidas, pero en grupo fueron estos hombres de la comarca y otros muchos los que escribieron una parte trascendente del devenir de aquella guerra para algunos tan lejana y para otros muchos tan cercana.


Bibliografía:

Monografías de Vizcaya – 6 Martínez Bande.
La guerra civil en Euskadi – Vicente Talón.
Álava una provincia en pie de guerra – Germán Ruiz Llano.
El árbol de Gernika – George L. Steer
Militares y Guerra Civil en el País Vasco – Germán Ruiz Llano.
La noche que murió Satanás – Emilio Medina Aragón.
Los que no perdieron la guerra – Victor de Frutos
La batalla de Villarreal de Álava – Josu M. Aguirregabiria
República, Guerra Civil y Postguerra en Valle de Mena – Fernando Obregón
República, Guerra civil y postguerra en Valdeporres, Montija, Espinosa y Sotoscueva – Fernando Obregón.


Hemeroteca:

La Gaceta del Norte
Ce Soir
Euzkadi
Euzkadi Roja
ABC


Archivos:

Archivo de la Guardia Civil
Archivo Histórico de Euskadi
Archivo Provincial de Bizkaia
Archivo Foral de Bizkaia
Archivo Provincial de Álava
Archivo del Ministerio del Interior
Archivo Intermedio Militar del Noroeste (Ferrol)
Archivo Militar de Guadalajara
Archivo Provincial de Cádiz
Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares)
Centro de Memoria Histórica (Salamanca)
Archivo Municipal de Bilbao




domingo, 22 de marzo de 2020

Cigüenza ¿del Páramo? ¿Y eso?



Nos vamos a trasladar a una población cercana a Villarcayo pero que, en un tiempo, fue más que Villarcayo, aunque, ahora es Villarcayo. Para algunos se llamó Segontia Paramica.

Y vamos a empezar por este asunto. El profesor Claudio Sánchez Albornoz identificó Segontia Paramica con “Sigüenza del Páramo” -¡¿cuál?!- que es nuestra Cigüenza y que la situaba en territorio de autrigones. Esta postura ha sido secundada por otros autores. No por todos.

Río Nela

La divergencia principal en cuanto a la identificación de esta ciudad está entre los que la localizan en Cigüenza (del Páramo), aceptado territorio de los autrigones, y los que la sitúan en territorio de los várdulos (Contrasta-Ocariz-Luzcando). Cigüenceros son: Fernández Guerra (1883), Sánchez Albornoz (1929), Bosch Gimpera (1932), Tovar (1955) y Solana (1978). De las otras corrientes tendremos a Llorente (1806) que la coloca en Contrasta, por la abundancia de inscripciones en esta localidad con el nombre de Segontius; Cortés y López (1836) y Madoz (1845) proponen la identificación con Azcoitia; y Coello (1875) la localiza, en Páriza.


La identificación con Cigüenza (del Páramo) está basada, sin duda, en la clara relación entre el topónimo antiguo y el actual, que, en cierta medida, refuerza también la arqueología. Pero Cigüenza está en territorio autrigón y Ptolomeo se refiere a ella entre los várdulos. Esto unido a la gran concentración de topónimos como Segontius y Segontiecus en la zona occidental de Álava (reforzado incluso con los hallazgos de la ermita de Ocáriz) hizo a María L. Albertos (1970) proponer la posibilidad de que estuviera ubicada en esta zona, prefiriendo en uno de sus últimos trabajos (1984) la ubicación en Ocáriz, donde se da una concentración mayor de inscripciones con esos antropónimos y por el significado del término Paramica, que va más con la Llanada (Ocáriz o Luzcando) que con la zona semimontañosa de Contrasta. Y yo apuntaría de Cigüenza.


De hecho, ¿los lectores que viven en la zona han conocido a Cigüenza con ese nombre extendido? Rastreando por las bibliotecas lo he encontrado en “Vida y escritos del Beato Alonso de Orozco” de fray Tomás Cámara; en “Historia de Castilla” de Úrbel; en el Diario de Burgos de 1979 y, seguro que aparece en algún lugar más. Casi todos referidos en un contexto de la población romana a estudio.

Pero podemos pensar que existieran dos Segontia Paramica, una en territorio várdulo y otra en el territorio de los autrigones, tal como puede hacernos suponer la abundancia de antropónimos Segontius/Segontiecus en la zona oriental de la Llanada alavesa, un fragmento de Plinio y la repetición del mismo nombre en ciudades de diferentes grupos de población como, por ejemplo, Tritium entre los autrigones (Plin., Ν H III, 3, 27), berones (Ptol., II, 6, 65) y várdulos (Ptol., II, 6, 55).


Vale, pueden existir varias poblaciones homónimas –antes no eran tan quisquillosos con los nombres- o un error de localización. Al fin y al cabo Ptolomeo trabajó con documentación calculada torpemente y alejada de lo que nos ofrece hoy Google con sólo abrir una nueva pestaña. Quizá la razón del despiste del geógrafo egipcio fuese que el nombre de várdulos, además de ser la designación específica de la tribu, podría ser también la genérica, que se aplicaba a la suma de várdulos, caristios y autrigones. Estrabón en una enumeración de las tribus del norte de la península habla de galaicos, astures y cántabros, “hasta los vascones y el Pirineo”, encubriendo en la preposición “hasta” las tres tribus várdulas; más tarde, al describir las tribus del Ebro, señala a los várdulos solamente, confinantes con los berones (Rioja), cuando también lo eran los caristios y autrigones.

El geógrafo Mela, en la descripción del litoral del norte, después de referirse a la costa de los astures, dice que el resto, hacia oriente, lo tienen cántabros y várdulos; Plinio, con el epígrafe vardulorum oppida, abarca todos los pueblos de la costa desde el Urumea, límite de los vascones, hasta la región de los cántabros, de Santander; Idacio, al referir las incursiones de los piratas érulos en el litoral norte de la península, el año 456, dice que se saquearon las costas “de las Cantabrias y las Várdulas”. En los siglos V y VI el nombre de Vasconia se extendió a la región actual de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava. Es decir, al territorio de los várdulos propiamente dichos y caristios, suplantando al nombre de Vardulia. Éste se conservó en el territorio de los autrigones, en lo que fue la primitiva Castilla, según se dice en la Crónica de Alfonso III, escrita hacia el año 900, y en otros documentos de la época, y se extendió en algunos momentos a la Castilla burgalesa del Duero.

Para Ildefonso Gurruchaga “La causa del error de Ptolomeo, es clara: la fuente de información de donde recogió la noticia la denominaba várdula, empleando la palabra en el sentido genérico, que comprendía a várdulos propiamente dichos, caristios y autrigones, pero Ptolomeo lo entendió en el sentido restringido, de várdulos propiamente dichos y la incluyó entre éstos; de ahí el extraño apéndice, pesadilla de los investigadores”. Deduce este autor que una prueba de esta unidad, afinidad, solidaridad, o unión política entre várdulos, caristios y autrigones es la evolución política de la región en los siguientes dos mil años. Obviando esta última afirmación la parte inicial de su disquisición podría tener cierto valor.


Concluyendo: no hay pruebas de que Cigüenza sea Segontia Paramica fuera de la similitud de los nombres. Fin. Tras esto pasemos a conocer la población de Cigüenza, con Páramo o sin él.

Este lugar es nombrado en un documento, por primera vez, en el año 934 y, luego, en el 959. Un territorio, en escritos altomedievales, indica una división administrativa procedente de época romana. –después de tanta vuelta, ¡Ya está!: Segontia Paramica- En la jurisdicción de Cigüenza hay dos yacimientos romanos llamados “Canaleja” y “Los Vales”. Se sabe que el primero de ellos estuvo ocupado desde la Tardorromanidad (siglos IV y V) hasta la Baja Edad Media. Así, el nombre de Cigüenza provendría del término íbero "secan", lugar habitado o "plaza fuerte" o "Ciudad victoriosa”.

Esa última fecha de 959 la recogemos de un documento en el que la condesa Fronilde Gómez hace una donación al convento de Santa Dorotea de Cigüenza. Fue Argaiz quien nos ilustró sobre la existencia de Fronilde, fallecida en 1009, condesa que para lograr que su sepulcro pasase al interior de la iglesia desde el atrio en el que estaba situado realizó esas donaciones. Diremos que el convento de Santa Dorotea fue uno de los dos que acogieron a la comunidad femenina de Oña, cuando Sancho el Mayor, lo convirtió en masculino. Pero como Argaiz hay que tratarlo con cuidado comprobamos que en 1133 Alfonso VII dona al monasterio de San Salvador de Oña unas sernas en Cigüenza, las cuales habían pertenecido a la condesa Fronilde.


El lugar de Cigüenza aparece donado, en 1011, al monasterio de Oña en su integridad: “Sigonza cum omni integritate”. En 1165 Pelagius Sagian de Següenza aparece como testigo en una donación al monasterio de Oña. En 1170 Garci Garciaz de Sigüenza y su mujer Urraca tenían un herrén en Rioseco que vendieron al monasterio homónimo. En 1175 el rey Alfonso VIII entregó al monasterio de Rioseco, a cambio de establecerse en Castilla Vieja, todo lo que el rey tenía en Cigüenza y en todo su alfoz. El mismo rey, un año después, dona al monasterio de Oña la iglesia de San Lorenzo y toda la heredad de Cigüenza, que había averiguado en la pesquisa que había ordenado realizar el año anterior. La donación real se materializará en 1186: “sicut uia que uenit de Villalain ad Riuum Siccum diuidit et quidquid ad ius meum pertinet in tota alfoz de Siguncia”. Aparece citada esta población nuevamente en un documento de 1187–“in tota alfoz de Siguencia”–, y del mismo año tenemos la información sobre una pesquisa sobre las villas reales en el alfoz de Cigüenza. En 1209 el monasterio de Oña tendrá un pleito por los diezmos de sus iglesias y monasterios y por supuesto, entre ellos localizamos el lugar de Cigüenza. En 1239 los hijos de un personaje llamado Roy Faian de Cigüenza tienen un pleito con el monasterio de Oña por el villar de Villella, que es resuelto por el rey.


El rey Alfonso X, en 1269 dispuso que los adelantados prestameros no tomasen yantar en varios lugares del monasterio de Oña y entre ellos localizamos Cigüenza. El 27 de julio de 1276 el obispo de Burgos da una sentencia a favor de Oña sobre los diezmos de la iglesia de San Llorenç de Siguença, y ordena a Martín Carro que ponga a Oña en la posesión de la tercera parte de los diezmos, los granados y menudos, sentencia cuyo cumplimiento se prolongó hasta 1278. El monasterio de Oña siguió ampliando sus propiedades en Cigüenza, a través de compras o intercambios entre 1277 y 1293. Entre 1297 y 1298 se vuelve a producir un pleito por el tercio de los diezmos de la iglesia de San Lorenzo de Cigüenza que vuelve a ser objeto de sentencia a favor de Oña contra la ocupación por la fuerza del clérigo Pedro González.

Conocemos la existencia de una cofradía en Cigüenza a la que Sancha Gómez de Porres, mujer de Gómez de Porres, dejó en su testamento redactado en 1324 cien maravedís, entendemos que para el culto de alguna virgen, puesto que el testamento recoge mandas similares siempre a Santa María. Sancha García, viuda ya de Sancho Sánchez de Velasco, hace un cambio con el monasterio de Oña en 1329; ella les cede sus solares en varios lugares, entre otros en Cigüenza, y el monasterio de Oña le cede San Juan de Porres, monasterio que estaba adscrito a Santa Dorotea de Cigüenza. Diez años después, en 1339, doña Sancha nombra a su merino para que la represente en el apeo de los bienes que habían intercambiado, actuando ahora en nombre de su hijo Pedro Fernández de Velasco.


En torno a 1350, según el becerro de behetrías, Cigüenza se documenta como un lugar de señorío del monasterio de Oña, que pagaban al rey moneda y servicios, más ciento diez maravedís de martiniega la mitad de los cuales entregaban al adelantado y al monasterio de Oña y la otra mitad al rey. El monasterio de Cigüenza (Santa Dorotea) recaudaba cien almudes de pan, la mitad trigo y la otra mitad cebada, y las rentas de los solares y molinos que eran de su propiedad; por último daban un yantar al abad cuando de Oña cuando visitaba el pueblo.

Nos consta que en Cigüenza tenía algunas propiedades Garci Laso de la Vega, puesto que en 1447 vemos a su descendiente Elvira Lassa de Mendoza, traspasarlos a su hijo Pedro.

En pleno siglo XV, hacia 1479, el concejo de Cigüenza se rebeló contra el señorío del monasterio de Oña, afirmando que eran vasallos de realengo. El conflicto se saldó con la visita al abad del merino y 28 vecinos que se pusieron de rodillas para reafirmar el señorío de Oña sobre ellos, con el fin de evitar la multa de 1.500 libras que les podía imponer el abad. Sin embargo, se recrudeció el conflicto en 1508 en que se negaron a recibir al abad conforme a sus derechos feudales: recibir al abad con el tañido de las campanas, besarle la mano, ofrecerle el yantar y cena a él y a sus acompañantes, paja y una fanega de cebada para sus cabalgaduras, una libra de cera para el camarero del abad, y los despojos de los carneros y aves de la comida y la cena para el cocinero. Lo cierto es que Oña pudo enseñar la documentación correspondiente por lo que ganó el pleito, aunque los jueces los redujeron a ordenar el reconocimiento del señorío y a un yantar, sin cena, y sin conmutación en metálico del mismo.

Iglesia de San Lorenzo (San Llorente)

En 1515 Cigüenza conservaba dos iglesias parroquiales bajo las advocaciones de Santa María y San Lorenzo donde estaba la pila bautismal. Probablemente la parroquia de Santa María se refiere a la iglesia del monasterio de Santa Dorotea, como vemos documentado en el Censo del Conde de Aranda, ya en la Edad Moderna. En la actualidad es una ermita conocida como Nuestra Señora de la Antigua o de la Tabla. Otros autores lo sitúan en la zona del cementerio actual.

También en Cigüenza se cuenta el hallazgo legendario junto a la puerta de la ermita de la Virgen de las sepulturas de dos "gigantes", cuyos esqueletos se pulverizaron al contacto con el aire; según la leyenda uno de ellos sería el de Ñuño Rasura, uno de los, también legendarios, Jueces de Castilla.


El siguiente hito lo tenemos en 1584 cuando se actualizan las ordenanzas de Cigüenza donde parece constar como lugar de realengo con vinculaciones con diversos monasterios. El pueblo está inserto en la Merindad de Castilla-Vieja, cuya capitalidad residía entonces en Villarcayo, a su vez vinculada a las otras seis Merindades de Castilla-Vieja por un denso entramado institucional. En el concejo constituido para la redacción de las ordenanzas acudieron veintidós vecinos.

Los residentes se dedicaban en esta época a una actividad compartida agrícola-ganadera de secano. Aprovechaban bien sus montes (que debían compartir, en ocasiones, con las poblaciones de Horna, Villalaín, Casillas y Tubilla) para mantener rebaños de puercos, bueyes, ovejas, cabras y caballos, todos ellos separados, en ocasiones con pastores profesionales o cuidados a suertes (por adras) entre los vecinos.


El concejo se estructura en torno a la figura de dos regidores, que representaban al pueblo en las Juntas Generales de la Merindad; dos fieles ejecutores, dos contadores y dos mayordomos encargados de dar cuentas y tomarlas a los cargos salientes del año en curso. Aparece también un recolector de bulas y jubileos. La no consignación de un alcalde hay que entenderla por la vinculación del pueblo a una Merindad, a cuyo frente estaba el Merino como autoridad máxima en toda la circunscripción. Más tarde, y realizando la labor que en este período hacían los regidores, aparecerá el alcalde pedáneo (aunque subalterno siempre del alcalde mayor puesto para el ayuntamiento de toda la Merindad).

Nos deja el dato de la existencia de un horno (o panadería) y una taberna, ambas situadas en un solar del municipio y arrendadas al mejor postor todos los años.

Dichas ordenanzas aguantaron hasta el final del antiguo régimen, 1834, cuando fue la última vez que las ratificó el Corregidor de la Merindad, Pedro Regalado López Montenegro.

Iglesia de San Lorenzo

En 1591 Cigüenza tenía 31 vecinos, veintiuno eran hidalgos, nueve pecheros y un clérigo. Para 1608 nos encontramos con 34 vecinos, cifra que se repite en 1610. En 1616, 20 vecinos; en 1621, 21 vecinos; en 1641, 11 vecinos; en 1661 nos figuran 6 vecinos; y en 1679 casi ocho vecinos. Esto nos da una peligrosa tendencia decreciente a lo largo del siglo XVII. Y en el censo de 1737, para precisar el vecindario que tenían las jurisdicciones y lugares de Peñas de Castilla, muestra una población de veintiséis vecinos

En 1752 eran regidores Manuel González y Mateo Gómez. Lo sabemos por el catastro del marqués de la Ensenada. Gracias a aquel trabajo sabemos que de los diezmos que paga un tercio son para el Arzobispo de Burgos, otro al Beneficiado de San Lorenzo, su parroquia, y otro para el convento de Oña. Cada vecino paga por primicias cuatro celemines de mitad cebada y trigo que son para los Curas Beneficiados de la Parroquia. Bueno, las viudas pagaban la mitad.


En el barrio de Santa Dorotea vivían nueve vecinos y el cura era monacal y todos los diezmos los percibía el convento de Oña. La ermita de Santa Dorotea era propiedad de las Religiosas Benedictinas y estaba situada junto a uno de los molinos. Había dos molinos harineros, cada uno con dos paradas. Uno correspondía a la Capellanía de Gabriel de Pereda que estaba en el sitio del Batán y el otro al Real Monasterio de Oña pero durante la investigación no estaba arrendado. Lo situaron en la Lera y molía durante nueve meses porque en los restantes se solían producir las avenidas del río Nela.

Había veintiocho colmenas pero veinticinco eran de Diego Zorrilla, Cura Beneficiado de Villalaín. En 1752 había, en total, veintinueve vecinos y cuatro viudas que habitaban treinta y siete casas. De ellas, tres habitadas por curas Capellanes.

Si hubiésemos paseado por el pueblo ese día de 1752 hubiéramos visto el puente con pilastras de piedra, la taberna arrendada a Domingo García en 200 reales, saludar a fray Ildefonso de la Torre que servía en la ermita de Santa Dorotea y que era un religioso del Real Convento de Oña.

También disponía de bienes el monasterio de Rioseco y Santa Marina de Villarcayo los tenía en el término de Carrevillarcayo a 200 varas que llevaba en renta Andrea González, viuda, vecina de este lugar.


Hacia 1767 se hizo otro censo de la población de Las Merindades donde figura que en Cigüenza había cuarenta y seis vecinos. En otras partes figura un censo de 1787 con el mismo número de vecinos. Puede ser una errata.

El diccionario Miñano de 1826 nos dice que es del “partido de Castilla la vieja, en Laredo, corregimiento de Villarcayo, merindad de Castilla la vieja. R. P., 51 vecinos, 205 habitantes, 2 parroquias, que la una es de Benitos. Este pueblo está dividido en dos barrios por el río Nela, y situado en una hermosa llanura, a media legua de Escaño. Produce granos y legumbres. Dista trece leguas y tres cuartos de la capital. Contribuye con la merindad”.

El diccionario de Madoz de 1850 nos dice que está “situado en una llanura con buena ventilación y clima saludable, y para su gobierno interior nombran un alcalde pedáneo, otro suplente y un fiel de fechos. Tiene 106 casas divididas en dos cuerpos de población que separa el río Nela. Una casa del concejo y una escuela a la que concurren entre 40 a 50 alumnos. Dos iglesias situadas una en cada barrio, bajo la advocación de San Lorenzo y Santa Dorotea, servidos por dos curas parroquiales. Una ermita dedicada a Nuestra Señora dela Antigua (la Tabla). Un cementerio bien ventilado y una buena fuente de aguas abundantes para el surtido del vecindario. El terreno es arcilloso en el llano y cascajoso en las cuestas, y en él se crían algunas encinas. Lo baña el río Nela sobre el que hay un puente de madera. Produce trigo, centeno, maíz, y legumbres. Ganado caballar, lanar cabrío, mular y vacuno. Caza de liebres, perdices, zorros, lobos, y alguna pesca. Hay un tejedor de lienzos del país. Tiene 29 vecinos con 109 almas. Una capacidad de producción de 97.400 reales”.

Trazado del Santander-Mediterráneo

Hemos visto que en cincuenta años se produjo una reducción de la población hasta la mitad. ¿Emigración? ¿Falseamiento de datos? Miremos si los datos del arciprestazgo nos ayudan: en 1863 nos dice que, junto a Tubilla tiene 276 residentes y que el párroco es Santiago López de 25 años. No nos aclara mucho al ser dos pueblos agregados. ¿Podrían no ser ciertas las cifras de Madoz?

El diccionario Riera de 1881 nos presenta, otra vez, unos datos con una población mayor que la de Madoz –de ahí la sospecha de datos mermados-: “Agregado al ayuntamiento de Merindad de Castilla la Vieja. Cuenta sobre unos 260 hab. y 82 edif., entre habitados o inhabitados. Corresponde a la provincia de Burgos, al distrito de Miranda para las elecciones de diputados provinciales y al de Villarcayo para las de Cortes. (…) En cada uno de los dos barrios en que se halla dividida la población tiene una iglesia, dedicada a San Lorenzo la una, y a Santa Dorotea la otra, ambas servidas convenientemente. Forma parte del partido judicial de Villarcayo y con él está adscrito a las audiencia de lo criminal y territorial de Burgos. Para el pago de sus impuestos depende, con su municipio, de la Delegación de Hacienda de la provincia. (…) Su principal industria es la agricultura; varios de sus vecinos se ocupan en oficios mecánicos, los más indispensables para el servicio de la población que cuenta con algún establecimiento donde se expenden artículos de primera necesidad. La constituyen 82 casas, según se ha manifestado, cuya fábrica es tosca por regla general, y se hallan distribuidas formando calles irregulares y alguna plaza”.

Nuestro querido “Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración” nos chiva que en 1894, y hasta 1897, Cigüenza disponía de 252 personas y que era la cabecera del municipio. El alcalde era Bernabé Martínez auxiliado por el secretario Saturnino Ruiz y el juez municipal Manuel López Vallejo. El fiscal local era Demetrio Isla Ortega y el secretario Jenaro Montiel Oñate. El párroco era Eugenio Mardones y el maestro Tomás Cuesta.


El “Indicador general de la industria y el comercio de Burgos” de 1894 nos da más datos. Sabemos que había tres molineros de harina: Rafael López González, Felipe López Negrete y Pantaleón Martínez González. Constan dos herreros llamados Narciso Condado López y Sinesio Condado Pereda -¿Quizá parientes?-. Las tabernas estaban regentadas por Pedro Bustamante García y Pantaleón Martínez González.

En 1898 el alcalde es Ramiro Abelardo; el secretario municipal sigue siendo Saturnino; el juez es Bernabé Martínez Rojo que ha dejado de ser alcalde; el fiscal es Gabriel Regulez; el secretario es Jenaro; y el médico Nicolás Ortega. Todos siguen en 1999 y compartirían poder e influencia con el párroco Juan Espiga Medina y el maestro, perdón, maestra doña Dolores Sainz.


En 1900 el alcalde de la Merindad de Castilla la Vieja era Pedro Andino con el secretario –incombustible- Saturnino Ruiz. Juez y fiscal repiten. Entra como secretario Claudio García y como cura Bernardo Fernández. También hay un cambio en la educación siendo el profesor el interino Isaac Peña. ¿Médico? Nicolás.

En 1901 el cura es rebautizado como Bartolomé Fernández y la profesora es Raimunda Pascual Aparicio. En 1902 el juez municipal es Demetrio Isla Ortega –que fue fiscal anteriormente-, el fiscal Norberto Rojo y los demás repiten en sus cargos y oficios. Ídem en 1903 y este año el anuario nos recuerda el nombre de un empresario de la población: el herrero Sinesio Condado. Para 1904 Alcalde y secretario municipal permanecen. El juez es Bibiano González y el fiscal José Bustamante. Repite como secretario Jenaro. El párroco es Remigio García y el médico y la maestra siguen. Poco a poco obtenemos referencias a los negocios que existían en el pueblo: Vicente Gómez y Donato Rueda son carpinteros; Sinesio Condado nos solo es herrero sino que, también, es cerrajero; Abelardo Rozas en sastre; y Abelardo Rámila tiene un mesón y posada.


En 1905 hay un vuelco en el poder local obteniendo el puesto de alcalde Cesáreo González pero como secretario persiste Saturnino Ruiz. Bibiano en su sitio, bien, gracias. También el fiscal y el secretario. Cura, maestra y médico continúan siendo los mismos. Aparece un segundo hostelero: Bernabé Martínez. La cosa económica debía ir estupendamente o, quizá, la cosa de la información porque este año de 1906 constan más comercios en Cigüenza. Repasemos todo lo que nos refiere el anuario: Alcalde, secretario y juez municipal repiten; el fiscal es Indalecio Trochuelo; maestra, párroco y secretario continúan; aparece el cartero que es Isaac Sainz; y Nicolás Fernández es el barbero. Carpinteros hay ahora tres: Vicente Gómez, Bonifacio Revuelta y Donato Rueda. La tienda de tabacos la lleva Bernabé Martínez. Una novedad de este año es que tenemos la relación de los ricachones del pueblo que son: Bernabé Martínez, Pantaleón Martínez, Nicolás Ortega (el médico), Braulio Pereda y Lorenzo Pereda. ¿Conocen a alguno de ellos? ¿O a sus descendientes?

En 1908 –ya sé que es cansino ir casi año a año pero son datos de alto interés sentimental- siguen Cesáreo, Saturnino y Bibiano manejando “el cotarro”. Y en el resto de cargos y oficios no hay novedades. Bueno, aparecen los principales agricultores del lugar: Román García González, Santiago Mardones Gutiérrez, Bernabé Martínez Rojo (uno de los potentados del pueblo) y Vicente T. Pereda. Había tres vendedores de comestibles, a saber: Bernabé Martínez, Vicente Martínez y Norberto Rojo. También había tres ganaderos: nuestro Bernabé Martínez (también vendedor de vinos), Victoriano Pérez y Vicente Trust Pereda.


Es sorprendente que teniendo 250 habitantes tuviese este trasiego comercial en 1909. También es cierto que no existían las facilidades de desplazamiento que tenemos hoy y que el tren de la línea Santander Mediterráneo todavía no se había construido. Aunque, pensándolo bien, poco importaba porque no hicieron estación en esta localidad. Las fuerzas vivas del pueblo estaba compuestas por Cesáreo González (Alcalde), Saturnino Ruiz (Secretario Municipal), Emilio Gutiérrez Linares (Juez municipal), Manuel Sainz terrones (Fiscal), Jenaro Montiel (secretario), Remigio García (Párroco), Isaac Sainz (Cartero), Raimunda Pascual (Maestra) y se acabó porque ya no nos consta médico.

La mayor variación entre los negocios presentes en Cigüenza será la de los vendedores de vino que nos aparecen cuatro. ¿Significará que había cuatro tabernas para una población de unos 150 hombres adultos? No se lo pierdan porque en 1911 eran seis. Dejémoslo.

Para 1950, tras la guerra de 1936-1939 y el inicio de la emigración, la población ascendía a 334 vecinos. El censo nos dice que había 71 viviendas y 22 inmuebles destinados a otros fines.


¿Y Hoy? Les invito a pasearse por esta población que ha conseguido soslayar el destino de otras poblaciones de Las Merindades pudiendo acercarse desde Villarcayo por una vía urbanizada, iluminada y con cómodas aceras.



Bibliografía:

“Localización de algunas ciudades várdulas citadas por Mela y Ptolomeo”. Ildefonso Gurruchaga.
“Apuntes sobre la historia de las antiguas merindades de Castilla”. Julián García Sainz de Baranda.
“Historia del condado de Castilla”. Fray Justo Pérez de Urbel.
“Las Merindades de Burgos: un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la
Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro
“las ordenanzas municipales de Cigüenza (Merindad de Castilla-Vieja) 1584”. Luis Miguel Diez de Salazar.
“Villarcayo y la merindad de Castilla Vieja (boceto para sus historia)”. Julián García Sainz de Baranda.
“Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja. Patrimonio y evolución administrativa”. José Ángel Churruca.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián Miñano y Bedoya.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar publicado bajo la dirección de Pablo Riera y Sans”.
Becerro de Behetrías.
“Identificación de las ciudades antiguas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Estado de la cuestión”. J. Santos.
“Villarcayo. Capital de la comarca Merindades”. Manuel López Rojo.
“Las siete merindades de Castilla Vieja. Castilla Vieja, Sotoscueva, Valdeporres y Montija”. María del Carmen Arribas Magro.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. Pascual Madoz.
“Estadística del arzobispado de burgos (1863)”.
“Nomenclator de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950”.
“Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Indicador general de la industria y el comercio de Burgos (1894)”. Marciano Velasco.



domingo, 15 de marzo de 2020

Acercándonos a un puente.



Nos volvemos a lanzar al camino para recordar los pasos que dieron nuestros mayores para hacer llegar noticias y bienes de un lugar a otro. ¡No todo es “amazón”! Nos fijaremos en los caminos mulateros que se encaminaban hacia Santander atravesando los puertos de mayor altitud.

Serán el hilo que nos permitirá llegar a Torme y al puente sobre el río Trema. Torme… –permítanme suspirar antes de acelerar el ritmo- Torme. Un detalle más que debemos tener en cuenta: el control de las vías comerciales que ejercían, o intentaban ejercer, los Condestables de Castilla, Duques de Frías o señores de Medina de Pomar… Los Velasco.

Fuente google

Buscaban con ello un mayor beneficio del tráfico comercial que llegaba o iba a los puertos cantábricos de Laredo o Bilbao. Lo hacían bien adquiriendo villas o jurisdicciones situadas junto a caminos mercantiles; o bien, mediante el desvío del tráfico hacia sus posesiones cuando discurría por lugares no sujetos a su autoridad. Cosa nada difícil porque los dominios de los Velasco se encontraban emplazados sobre los ejes comerciales más importantes de la Corona de Castilla: los de Burgos con los puertos cantábricos de Laredo, Castro-Urdiales y Bilbao. Las relaciones e intercambios comerciales entre dichos puertos y las principales villas del linaje como Briviesca, Medina de Pomar, Villasana de Mena o Frías, fueron continuos y muy rentables.

Si se han fijado no he mentado el puerto de Santander y es porque la mayor parte de las tierras del camino a dicha villa no dependían de Los Velasco. Incluso impidiendo, como en 1555, que las naos descargasen en este puerto, porque el Condestable “no quiere dexar guiar las mercaderias por Santander, y los probechos y daños que dello se syguen”, porque de “Santander a Çilleruelo ques del condestable, no ay lugar suyo, ni de Çilleruelo a Burgos, porque todos los demas son del Rey y de otros señores, y guiando las mercaderias por Laredo e Vilbao, los mas de los lugares que ay de alli a Burgos, son del condestable”.

En el camino por Lunada, La Sía o Las Estacas, los Condestables poseían Torme y Espinosa de los Monteros. En el camino de Castro-Urdiales tenían la importante villa de Villasana de Mena, y las villas de Otañes, Sámano y la propia Castro-Urdiales. En el camino de Burgos a Bilbao por Valmaseda, dependía de los Velasco la dicha Villasana de Mena. También en el que entra en Mena por el puerto de La Magdalena, les pertenecían las villas de Torres de Medina, Rosío y Castrobarto.

Fuente ROBRINTE

El camino de Torme, como muchos, tenía el problema de la nieve en los puertos de montaña y las crecidas del río Trema. Y no solamente en invierno sino incluso en verano. Quizá esta sea la razón de que se desconozca el número de puentes que tuvo la población y que enlazaba entre ambas márgenes del Trema sin –permítanmelo- mojarse los pies. Pensemos que, con frecuencia, tanto en el vado de "Los Sotillos" como en el de "San Miguel", se construían puentes de madera con grandes vigas que, colocadas de parte a parte del río, facilitaban el paso de los viandantes cuando el río, por estar crecido, no se podía pasar por los "trancos" (como mojones sobre los que saltar y que son típicos de broma de cine). Pero también había puentes de piedra. El más antiguo, del que tenemos noticia, el que llamaban "la puente del canto" que unía al pueblo de Bocos con el de Torme, dicen que tenía siete ojos y que uniendo el camino que viene de Bocos, por Soquintana, conducía, atravesando el río, a las Torres y a "Campo Largo", lugar que, podíamos decir, era el inicio de la Calle Real de Torme.

De este puente no quedan más que vestigios de uno de los pilares en el propio cauce del río y el nombre del lugar donde estuvo ubicado dicho puente: "Los Pilares". Lugar éste que está situado en el salcinal próximo a "Campo Largo".

Dicho esto, viajemos hasta el año 1622 cuando el río Trema se llevó el puente de piedra situado en “la Puerta”, en singular. Estaba prácticamente donde el actual y servía para comunicar Torme con los pueblos de Cornejo, Homillayuso, Homillalatorre y otros de la Merindad de Sotoscueva. También, por el término de Arroyón, se comunicaba con Gayangos y con los demás pueblos de la Merindad de Montija.

"Habiéndose llevado la corriente, en una de las crecidas de río Trema, dicho puente de piedra que estaba situado próximo a la iglesia de Torme, se procede a reconstruirlo, esta vez de dos ojos, aprovechando las piedras sillares que aún quedaban del anterior puente y así en este año de 1622 se procede por el Concejo de Torme a fijar las condiciones para el edificio del segundo arco y posteriormente se firmaron dichas condiciones, con canteros y demás ejecutores, el quince de junio de mil e seiscientos e veinte e cinco años".

Fuente Visor SigPac

El escribano encargado de redactar los pliegos de condiciones fue Antonio Galaz y “comparecieron Pedro de Solórzano y Juan de la Sierra maestros de cantería de los lugares de Navajeda y Poza vecinos de la Merindad de Transmiera y dijeron que ellos han visto las condiciones con el Concejo del dicho lugar y de hacer la obra de la puente y las hallaron convenidas y la harán a tenor de ellas por el precio y cuantía de tres mil ducados y sesenta y cinco reales y dello harán su cuenta y obligación encontrándolas a satisfacción. Estando presentes Pedro de Pereda, Antonio Galaz, escribano mayor destos términos y Domingo López de Cieza."

Aunque, como en el precio arriba citado, los materiales aportados por el maestro se facturaban aparte. Parece que de esta variación del proyecto se encargó el maestro de cantería Martín Alonso. Digo esto porque la relación de maestros que van y vuelven en esta obra es larga. Por ejemplo, para arreglar unos defectos dejados por otro aparece el maestro de cantería Francisco de Escolar. Y en 1626 se insistía a Pedro de Solórzano para que terminase unos remates que estaban pendientes. Y el tema traería cola.

En 1633 son necesarias nuevas obras quizá producto de defectos en la anterior obra o por nuevas fuertes crecidas del río Trema. "A siete días del mes de Agosto de 1633 comparecen los canteros Fernando de Cueto, maestro de cantería y vecino de Liérganes de Valdecarriedo y dijo que el Concejo y vecinos del pueblo de Torme le habían encargado hacer un pedazo de obra del arco y manguardia de la puente de piedra que está en el río Trema y junto a la iglesia de San Martín de dicho lugar y que le habían deducido un dinero de lo que se había acordado y prometido, pero al no haberlo hecho y terminado se le dejaba al Concejo que lo concertase con otro". Vamos que más que un puente era un rosario.

Fijémonos ahora en el año 1742 donde el escribano Francisco Rodríguez Galaz (El Joven) comenta en sus Protocolos: "Advertencia: En 22 de Marzo del año dicho, por la noche, creció el río tanto que entró en el pueblo entero y las calles y llegó a todas las casas del lugar, excepto a las del Barrio de San Vicente. A la mañana siguiente se vio que había llevado el puente de San Martín y la presa de los molinos. Pereció ganado y se rompieron muchas heredades y sotos." ¡Con lo que había costado el dichoso puente!


Y no fue el único “problema” porque resultó que "otra gran crecida del río Trema fue la experimentada en los días 9, 10 y 11 del mes de Enero del año 1871 a consecuencia de la lluvia y desnieve efectuados en los montes cercanos. Fue, esta crecida, de tal magnitud que no se tiene noticia, en esta comarca, de haberse efectuado nunca otra igual. Esta crecida motivó la destrucción de la presa de los molinos y la demolición del puente próximo al pueblo de Torme, quedando de él parte del estribo izquierdo y una pequeña parte del muro de sostenimiento de la parte derecha como quedaba reflejado (…)”.

Es decir, el último puente no había visto dos centurias completas. Por la documentación superviviente parece deducirse que el puente de 1742 fue de un solo ojo de unos 10 metros de luz y de bastante elevación y de 3`6 metros de ancho en su comienzo, reduciéndose a 2`6 metros en los pretiles, sirviéndose de él únicamente para peatones y caballerías.

El nuevo puente tendría dos vanos de 7 metros de luz cada uno, dando 4 metros de luz más que el anterior. Lo hicieron así porque resultaba más barato. También se habló de anchar el río un par de metros. Y de un terraplén de ascenso al puente por la parte del pueblo que tendrá una pendiente de un cinco por ciento y un pequeño desmonte en la otra parte, junto al estribo, de medio metro de altura para que el descenso sea más cómodo.

Los sillares tenían que ser de piedra caliza labradas a pico, menos las esquinas que lo serían a cincel, y bien escuadradas y su colocación sería a baño flotante de mortero, sin cuñas. Los sillarejos serán de igual condición que los sillares y la mampostería sería de las peñas contiguas. Ciertos trabajos como el agotamiento del agua para la fundación de los pilares y estribos podrán hacerlos los vecinos mediante prestación vecinal. Se empleará en la fundación, junto y bajo el agua, mortero hidráulico. Y no podrá el contratista dar principio a las obras sin que el director de las mismas haya reconocido el terreno de la fundación y otorgare el correspondiente permiso.

Las obras expuestas, para la construcción del citado puente, se estimaron en 10.815`70 Pesetas y fueron rematadas y adjudicadas al contratista D. Antonio Antuñano. Se presentó el presupuesto en Burgos el 21 de abril de 1871.

Este Presupuesto fue aceptado y concedida una subvención de su tercera parte y fue aceptado por el Contratista D. Antonio Antuñano quedando rematada en 10.240 Ptas. Este puente se terminó a construir en el año 1872 y así consta, y, al día de hoy permanece gravada esta fecha en el frontispicio del mismo puente, sobre el pilar situado en el centro del mismo y en su parte sur.

Y, a todo esto… ¿Era tan importante el paso del Trema por Torme para las comunicaciones y el transporte de mercancías? Porque la insistencia en las reconstrucciones podría darnos a entender que era una ruta prioritaria. Y… no. Su utilización fue muy escasa y tardía.

Les comento los caminos que nos encontrábamos tras cruzar este puente:

El primero de los tres caminos cruzaba el puerto de Las Estacas e iba el curso del Pas. Desde aquí existía otra alternativa por el puerto de la Braguía, Villacarriedo, Santa María de Cayón y Sarón, donde coincidía con el que venía de Corconte. Camino de herradura secundario, su puerto de 1.166 m de altitud se convertía en impracticable durante largas temporadas del año a causa de las nieves.


El segundo cogía el portillo de Lunada y luego por el curso del río Miera por La Concha, San Roque de Riomiera, Rubalcaba, El Mercadillo, Solares y llegaba a Santander. La importancia de este camino llegó con la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se pone en marcha el Real Astillero de Guarnizo y sobre todo las Reales Fábricas de Artillería de la Cabada y Liérganes, aunque por ser Lunada un puerto de 1.350 m de altitud, permanecía grandes temporadas cerrado a causa de la nieve. Fue siempre camino de herradura.

Y, el último lo hacía por el portillo de la Sía. Iba por Mozares, Torme, Bedón, Espinosa de los Monteros, Las Machorras, portillo de La Sía hasta Santander. Fue utilizado de manera muy escasa como camino de herradura al ser agreste y permanecer largas temporadas cubierto de nieve. El portillo de la Sía tiene una altitud de 1.200 m. Su mayor utilización fue desde el s. XVIII aunque siempre de una manera local.


Bibliografía:

“Caminos burgaleses: los caminos del norte (Siglos XV y XVI)”. Salvador Domingo Mena.
“Torme en la Merindad de Castilla la Vieja”. Pedro María López Andino.