Quiero
empezar con unas palabras de Antonio Gil y Zárate recogidas por Armando Robredo
-alcalde de Villasana de Mena por el PSOE- en su libro y que complemento: “Digámoslo
de una vez, la cuestión de la enseñanza es cuestión de poder: el que enseña,
domina; puesto que enseñar es formar hombres, y hombres amoldados a las miras
del que los adoctrina. Entregar la enseñanza al clero (o al PSOE, el PP, el
PNV, ERC…), es querer que se formen hombres para el clero (o para el
PSOE, el PP, el PNV, ERC…) y no para el Estado; es trastornar los fines de
la sociedad humana; es trasladar el poder de donde debe estar a quien por su
misión misma tiene que ser ajeno a todo poder, a todo dominio; es, en suma,
hacer soberano al que no debe serlo”. Pues eso. Durante todos los regímenes
políticos españoles se ha instruido a la gente a favor del que manosea
circunstancialmente el poder. Bueno, quizá podamos excluir de esta afirmación a
colegios elitistas, de alto precio, que forma a sus alumnos con otros
principios. Y otros fines.
Antiguas escuelas de Villarcayo
Por
ello, cuando tomó el poder el General Franco, cambió la educación. Se acentuó
el papel de transmisor de ideología nacional católica con educación
diferenciada para niños y niñas. Las niñas eran formadas como futuras madres de
familia, ayudantes de los hombres y de las tareas laborales de los mismo. A su
vez, la España de posguerra había perdido profesores y centros educativos. La
Iglesia, “a pachas” con la Falange, volvió al mundo de la formación.
El
Ministerio de Educación Nacional elaboró la Ley Orgánica de 10 de abril de 1942
de educación. Su artículo dieciséis dictaminaba que fuera el Ministerio de
Hacienda quien aportase los recursos económicos necesarios para ejecutar esa
ley. Tuvieron que pasar más de nueve años para que el Ministerio destinara en
sus presupuestos una partida para la construcción de nuevas escuelas. No había
dinero, por lo cual, la iniciativa privada era bien recibida. Necesaria.
Colegio de "La Sabiduría".
En
Julio de 1945 se aprueba la Ley de Enseñanza Primaria. Las tres características
principales sobre los que se asentó la Ley de Enseñanza Primaria fueron:
universalidad, gratuidad y obligatoriedad. Sobre el papel. Esta ley hablaba de la
escuela unitaria con un maestro para un aula en la que convivían niños de
distintas edades; la escuela graduada incompleta que tenía al menos tres
agrupaciones de alumnos en función de la edad y el nivel de conocimientos
agrupados en aulas diferenciadas; la escuela graduada completa que era toda
escuela que dispusiera de entre tres y seis secciones; los Grupos Escolares que
eran escuelas capaces de acoger un gran número de unidades y que se regían por
una organización compleja de carácter similar a la de los centros educativos
que conocemos hoy día; y las escuelas hogares destinadas a ofrecer formación en
los ámbitos en los que no era posible siquiera las escuelas unitarias. La ley, irónicamente,
acentuó la desescolarización y, por ende, el analfabetismo rural. Esto se
corrigió durante los veinte años siguientes gracias a la construcción de
escuelas y a la formación de maestros rurales.
En
1952 estaban escolarizados un 69`15 por ciento de la población en edad escolar
obligatoria. ¿La causa? El absentismo escolar y la falta de escuelas. Las
ratios por aula parece que llegaron a los 120 alumnos. Esto influye en la ley, de
1952, sobre construcciones escolares donde establecieron un sistema de convenio
entre Estado y ayuntamientos y diputaciones para la construcción de escuelas.
La conservación del edificio escolar, así como su limpieza, calefacción y
vigilancia, sea cual fuere su propietario, correspondía al municipio. La
asignación presupuestaria llegó “tarde, mal y nunca”. Pero de las 34.000
escuelas que hacían falta, construyeron 25.000.
En
cuanto a la construcción de escuelas se refiere, las intenciones de mejora del
déficit escolar del ministro Ruiz-Giménez fueron buenas, muestra de ello fueron
la Ley sobre Ordenación de la Enseñanza Media, de 26 de febrero de 1953 donde
los Centros docentes de Enseñanza Media podían ser oficiales -regidos por el
estado y llamados Institutos Nacionales de Enseñanza Media- y no oficiales.
Estos últimos se clasificarán en Centros de la Iglesia y privados. El Liceo
“Santa Marina” de Villarcayo era uno privado que en 1958 tenía como director a
Conrado García García.
En
1953 se firmó el Concordato con la Santa Sede en el que la Iglesia reafirmó su
poder en la educación, además de obtener cuantiosos beneficios legales,
económicos y fiscales.
Es
en esta situación cuando surge la oportunidad de que la Congregación de las
Hijas de la Sabiduría abra un centro escolar en Villarcayo. ¿Quiénes eran estas
monjas? Eran -y son- un Instituto dedicado a actividades apostólicas. Fundado
por Luis María de Montfort el 2 de febrero de 1703, en Poitiers (Francia) y por
María Luisa Trichet. Su método de anunciar el evangelio se canalizaba a través
de la educación, la salud, la acción social y la pastoral. Todo el asunto
empezó con un intercambio epistolar. La Orden Religiosa decidió, en 1958, una
segunda fundación en España tras la que tenía en Madrid. Pocas en España, pero
disponían de 400 casas y 5.000 religiosas repartidas por el resto del mundo. En
ese punto entró en escena Catalina Pereda que propuso Villarcayo, la tierra de
su familia, los Pereda y Peña. De enero a julio de 1958 se consiguen los permisos
del arzobispo de Burgos, al mismo tiempo que la Superiora Provincial y la General
de la Congregación –la Yanqui Sor Denis del Santísimo Sacramento- visitan
Villarcayo. Se reunieron con el párroco y las Damas de la Acción Católica y les
agasajan en el Hotel "La Rubia". El 17 de julio de 1958, fecha de la
fundación del centro de Villarcayo, estuvieron la Superiora General y la
Superiora de Madrid. Vinieron en el coche del Sr. Peña y, en la villa, fueron
recibidas por el resto de la familia Pereda-Peña en su chalet del Soto. Las
monjas se hospedarían en la casa de la Señora Consuelo, calle Santa Marina,
núm. 6, frente a la iglesia y que hoy está muy cambiada.
El
11 de septiembre de 1958 se produjo el recibimiento oficial de las Religiosas
de la Sabiduría. Otra vez, montadas en el coche del señor Peña, llegaron varias
monjas, entre ellas, la Vicaria General, la Superiora de Madrid, y la Madre
General. El ayuntamiento las recibió con la banda de música, cohetes y con el
sonido de cláxones, y volteo de campanas. Allí se encontraban las autoridades
eclesiásticas, civiles y el curioso pueblo. El día 12, viernes, fue la
recepción escolar. Unos cincuenta niños estaban presentes. Una niña les dio la
bienvenida en francés, y los pequeños del jardín de infancia les cantaron el
Ave María de Lourdes en francés y en castellano. La pequeña comunidad se
instaló en el chalet de la familia Peña. Una parte para las clases y otra para
residencia de la comunidad. Las religiosas de lengua no española pidieron que
ser confesadas en francés para lo que se recurrió a los jesuitas de Oña.
La
Comunidad a finales de setiembre estaba ya al completo: hermana Flore de Marie
(canadiense) que era la superiora; hermana Cecile du Christ-Roi
(norteamericana); hermana Chantal de la Croix (belga); hermana Luis de la
Providencia (colombiana); hermana Joaquín-María de la Eucaristía (colombiana);
hermana María-Montfort de la Cruz (española). El colegio abrió el lunes 6 de
octubre de 1958 con sesenta alumnas. Se impartían clases particulares de
francés, inglés, costura y cultura general. En octubre de 1960 se inscribieron
88 alumnas y 8 aspirantes.
Tanto
la familia Peña como las monjas de la Sabiduría tenían claro que su ubicación
no era definitiva. Por ello, acogidos a la citada ley de edificaciones
escolares buscaron un lugar donde construir el colegio femenino. El Colegio fue
construido sobre los terrenos que, en parte, fueron vendidos por el
ayuntamiento de Villarcayo, en una parcela de 6.286 metros cuadrados, al precio
de 7.857`50 pesetas, con el fin de la edificación de un Convento y Colegio. Las
Religiosas adquirieron además otra parcela a Juan Pereda y Pereda el 22 de mayo
de 1959 por un total de 5.357 metros cuadrados.
En
noviembre de 1958 llegó la autorización para construir la escuela, según
proyectos del Arquitecto Luis Rodríguez y el Constructor Luis González Mora. La
bendición de la Primera Piedra fue el 31 de julio de 1960 y la realizó Fidel
Valverde, Párroco de Villarcayo. Manuel López Rojo, aunque anteriormente ha
dado dos nombres de arquitecto y constructor, nos dice que el colegio es “obra
del arquitecto D. Emilio Pereda (articulista de diseño de gallineros y casas baratas en Villarcayo) y
del constructor Alejandro Alzola”. Ambos muy vinculados con Villarcayo.
Debemos
dejar constancia que, durante ese año de 1960, Gregorio González Martínez,
licenciado en filosofía y letras y director del colegio de enseñanza media
“Liceo Santa Marina” solicitaba la baja del mismo como
centro autorizado de enseñanza elemental. Este centro enseñaba a niños de tres
a doce años. Argüía que no encontraba los profesores necesarios y que las
matrículas no le permitían cubrir los costes. Esto choca con la apertura de un
centro de estudios femeninos a manos de monjas. ¿Tenían ellas menos costes? Dadas
las circunstancias de pérdidas de plazas escolares el ayuntamiento solicitó que
se adoptase como colegio libre de enseñanza media de grado elemental masculino
el colegio dependiente ya de ese ayuntamiento. El nombre de este centro, instalado
en locales municipales, fue “Liceo Santo Tomás de Aquino” que dependía del
instituto de Burgos. Tenía la rama de ciencias y la de letras y estaba ayudado
de los créditos ministeriales. Seguramente aguantó hasta que se implantó la EGB
con la ley de educación de 1970.
La
inauguración, religiosa, del colegio de “la Sabiduría” contó con el alcalde José
Tapia Aguirrebengoa, Felipe Peña, Catalina Pereda y el registrador Francisco
Javier Unceta -presidente de la asociación “Acción Católica”-. A las religiosas
se les reservó, para su asistencia a la misa diaria en la Parroquia, una
capilla lateral separada por una gran verja lo que les permitía cierta
clausura. A estas monjas extranjeras les sorprendía -gratamente- la numerosa
asistencia a Misa y las comuniones frecuentes. Era la católica España. Supongo
que la misma sorpresa se llevaría monseñor Gerard J. Deschamps que visitó a su
hermana sor Alicia que estaba entre las hermanas de la Sabiduría de Villarcayo.
Otra cosa que debemos tener en cuenta es la integración que tuvieron estas
monjas en la sociedad de Villarcayo del momento. Así vemos que la hermana María
Luisa dirigía el coro de la asociación de Acción Católica o que el colegio
organizaba veladas de zarzuela, por ejemplo.
Los
tecnócratas del Opus Dei lanzarán la Ley de 29 de abril de 1964 sobre
ampliación del periodo de escolaridad obligatoria hasta los catorce años. La
finalidad era aumentar la cualificación a la clase trabajadora. Hasta entonces
el corte educativo entre primaria y secundaria se producía a los 10 años de
edad. La mayoría seguía la Enseñanza Primaria hasta su fin y una minoría la
abandonaba y se encaminaba hacia la secundaria. Quienes optaban por la primera
vía difícilmente podían desembocar en la segunda. Aquellos padres más exigentes
con el futuro de sus hijos se desviaban hacia un Bachillerato realizado generalmente
en instituciones privadas y por lo tanto caras, lo que implicaba una segunda
causa de selección. Ahí entraban los mencionados Liceos “Santa Marina” y el “Santo
Tomás de Aquino” de Villarcayo. Un cierto porcentaje de alumnos, que con el
tiempo iba aumentando, se preparaba por libre para los cursos de bachillerato en escuelas
públicas primarias, lo cual significaba un alivio para el estado en la falta de
centros públicos de bachillerato y una ayuda al bolsillo de profesores. Las
monjas del colegio de la Sabiduría presentaban alumnas por libre a Bilbao,
Burgos y, por supuesto, al Liceo. Por cierto, siempre mencionamos monjas, pero
también figuraron profesores como el señor Pereira Galaz que, a su vez, era
teniente de alcalde de Medina de Pomar, el químico Calixto Álvarez o Victoria
Alonso que estaba casada con Carlos Gutiérrez de la Peña.
Hasta
1965 no se autorizó el funcionamiento provisional del colegio de la Sabiduría
de Villarcayo que permitía al centro realizar los exámenes de junio y de
septiembre y la participación de sus profesores en el sistema de las reválidas.
En ese año dejaba de ser superiora de la congregación la madre Genoveva y era
sustituida por Cecile du Christ-Roi que llevaba en Villarcayo desde el
principio. Por otra parte, la Ley de 21 de diciembre de 1965 sobre la reforma
de la Enseñanza Primaria mejoró la formación de los maestros; y se permitió la
coeducación en las Escuelas Normales para aprovechar al máximo los recursos
personales y materiales de los centros. En junio de 1968, este colegio, era
clasificado como “Reconocido de Grado Elemental” y denominado por el decreto
1845/1965 como “Colegio de Enseñanza Media no Oficial femenino”.
A
finales de la década de los sesenta, la educación primaria había experimentado
una mejora notable. La escasez de escuelas era ahora un problema de menor
envergadura, pero seguía estando latente. Los movimientos migratorios, el alto
crecimiento demográfico y el aumento de la demanda educativa, hicieron
imposible terminar con el déficit.
El
ministro José Luis Villar Palasí creó la Ley General de Educación de 1970. Para
1973 sólo había un tres por ciento de niños sin escuela. Fue la época de la
construcción de los colegios públicos, entendidos como centros educativos de
amplios espacios docentes y de recreo. La mayoría de ellos sigue en uso hoy
día.
Colegio de Villarcayo desde los años 70.
Con
la promulgación de la ley de educación de 1970, la educación primaria pasó a
llamarse Educación General Básica (EGB); quedaron anuladas las incontables
pruebas selectivas de reválida necesarias para cursas estudios superiores; y el
Bachillerato pasó a ser un nivel educativo unificado al cual se accedía después de superar la EGB, y que otorgaba un único título
de carácter polivalente. Se primaba el mérito y capacidad frente a las
posibilidades económicas de la familia. El Colegio de la Sabiduría de
Villarcayo se vio obligado a cerrar una vez que se anunció que en el curso 1971-72
se instalaría en Villarcayo una concentración escolar de carácter oficial
regional que daría la enseñanza gratuita, la comida a los alumnos por cinco
pesetas y la recogida de los alumnos por sus domicilios por autocares
gratuitos.
Las
religiosas de la Sabiduría pretendieron continuar impartiendo las clases en los
cursos superiores de la educación básica, pero fue rechazado desde Madrid
porque el gobierno de España pensaba abrir un centro de formación profesional
en Villarcayo. Fueron apoyadas por algunas familias, pero… Se retiraron el 16
de octubre de 1972. Una pena porque dejarían de acercarse al colegio los Reyes
Magos durante su cabalgata la víspera de su festividad ni se repetirían los
retiros espirituales que allí realizaban. No sé a dónde marcharían estas
religiosas cuya orden se movía por los cinco continentes. Alguna había venido a
servir a Villarcayo desde lugares como el Congo. Tampoco sabremos hasta donde
hubiera llegado el equipo de voleibol infantil de este colegio en la liga
provincial. En fin.
Las
Congregación de la Hijas de la Sabiduría tuvo que indemnizar a todo el personal
que comprendía cuatro maestras nacionales, dos licenciadas, dos auxiliares, dos
chicas de servicio y un sacerdote. Tenían externas, aspirantes, internas y
clases particulares y media pensión. Las posesiones del colegio de la Sabiduría
fueron adquiridas por la Corporación Municipal y entregadas al Ministerio de
Educación Nacional para que abriese un Centro de Formación Profesional. El
precio de venta importaba siete millones y medio de pesetas, pagaderos en tres
años.
Situación actual del colegio de "La Sabiduría"
Instituto de Educación Secundaria Obligatoria
Luego
llegará el colegio nacional mixto “Princesa de España”; el instituto en Medina
de Pomar y la F.P. en Villarcayo; el instituto en el antiguo hospital Laredo; y
la actual configuración escolar del municipio.
Bibliografía:
Periódico
“Diario de Burgos”.
Boletín
Oficial del Estado de España.
“La
política educativa durante el franquismo: depuración del profesorado y
aprendizaje de género”. Encarnación Asensio Rubio.
“El
sistema educativo durante el franquismo: las leyes de 1945 y 1970”. Soraya Cruz
Sayavera.
“Educación
durante el franquismo”. Carmen Párraga Pavón.
“Villarcayo.
Capital de la comarca Merindades”. Manuel López Rojo.
“La
enseñanza en el Valle de Mena. Una singularidad desde el siglo XVIII hasta
nuestros días”. Armando Robredo Cerro.
“Las
leyes de educación en España en los últimos doscientos años”. Mercé Berengueras
Pont y José María Vera Mur.
“Construcciones
rurales”. “Gallineros y Conejeras”. Emilio Pereda.
Periódico
“Diario de Burgos”.
LEY
DE 26 DE FEBRERO DE 1953 sobre Ordenación de la Enseñanza Media.
LEY
DE 22 DE DICIEMBRE DE 1953 sobre construcciones escolares.
LEY
27/1964, de 29 de abril, sobre ampliación del periodo de escolaridad
obligatoria hasta los catorce años.
LEY
14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma
Educativa.