Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 28 de noviembre de 2021

Mauricio Burguensis, el hombre tras la Catedral.

 
 
Y ¿por qué hablaremos del promotor de la catedral de Burgos? Pues, porque era de Medina de Pomar. O eso creyó, entre otros, Julián García Sainz de Baranda aun a pesar de la dificultad para averiguar donde nacieron los personajes anteriores al siglo XVI porque no había registros parroquiales. Para afirmar que era medinés nos apoyamos en pruebas circunstanciales. Partimos de Juan de Medina de Pomar (del que hablaremos algún día) que declaró en su testamento ser sobrino del obispo de Burgos Mauricio. Si Juan era de Medina de Pomar su padre o madre lo serían y, evidentemente, Mauricio podría serlo también por vínculos de sangre.

 
En la medinesa parroquia de Nuestra Señora del Rosario hubo hasta finales de la primera guerra mundial una escultura del obispo Mauricio que fue vendida en torno a 1920. Ya saben: cosas que, desgraciadamente, pasan. La describe Julián García Sainz de Baranda: “Era como 1`20 metros de alta y por su época y estofado, en el que predominaban los matices dorados, no es aventurado afirmar que su factura era coetánea a la existencia de don Mauricio o de época muy poco posterior a su muerte”. ¿Por qué había una escultura de Mauricio en Medina si no era porque se le reconocía nativo del lugar? ¿O tanto se amaba a un obispo determinado de hacía 700 años?
 
Puntualizado el tema de su nacimiento diremos que su familia parecía proceder de Inglaterra o Garcuña y cuyo antepasado debió llegar para la repoblación o la guerra. Esto aclararía el exótico nombre de Mauricio que le dieron sus padres, Rodrigo y Orosabia según Luciano Serrano, abad de Silos. Se estima que Mauricio nació hacia 1175. De su juventud nada sabemos salvo que optó por la fe. Ayudado por las rentas de su beneficio se graduó como doctor en derecho, o teología, probablemente en la Universidad de París, donde debió estudiar al mismo tiempo que el futuro arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, con quien al parecer le unía estrecha amistad. Como ven nos movemos en un mundo de suposiciones.

Medina de Pomar
 
Desde mediados de 1209 aparece Mauricio como arcediano de Toledo. Quizá favorecido por la confirmación, el 27 de febrero de 1209, como arzobispo de Toledo de Rodrigo Jiménez de Rada. Luciano Serrano y Pineda, benedictino medievalista, asumía que este acto era una muestra de amistad y clave para entender el apoyo de Rodrigo en la elección de Mauricio como obispo de Burgos en 1213.
 
Mauricio, como arcediano, compatibilizó el cargo con ser procurador o defensor de la iglesia de San Félix de Toledo. Se le conoce su participación, como capitular, en la erección de la Colegiata de Talavera y en otorgar su consentimiento en varias resoluciones del Cabildo de la catedral relativas a administración de bienes. Mauricio organizó el alumbrado de la catedral de Toledo en 1213; la dotó con nuevas posesiones en 1214, siendo ya electo obispo de Burgos; y en 1227 dispuso mayor número de lámparas y diez y ocho cirios que debían arder en las mayores fiestas del año.

Medina de Pomar
 
Fue juez eclesiástico de muchas causas complejas o que necesitaban mucha mano izquierda política. Sabemos que el 24 de Abril de 1210 -todavía en Toledo- el Papa expedía una bula que dejaba en manos de Mauricio, del obispo de Zamora Martín que era otro jurista y de Miguel, canónigo de Segovia, solventar el litigio entre el obispo de Burgos, García, y el abad de Oña sobre atribuciones del obispo en orden a la visita canónica del monasterio; percepción de derechos episcopales de las iglesias dependientes de Oña; y obediencia de los clérigos de estas iglesias a los preceptos dictados por el obispo, a sus censuras y sentencias y a las constituciones sinodales. Que, traducido, se refiere a determinar quién mandaba sobre esas iglesias y sus rentas. Los tres “sabios” no lograron solucionar la disputa… entonces. Cuando Mauricio llegó a ser obispo de Burgos consiguió solucionarlo -como dice Luciano Serrano en “Don Mauricio”- porque se “extinguió por avisada avenencia entre ambas partes”.
 
En esas fechas, 28 de abril de 1210, el Papa encargaba a Mauricio la disputa entre el prelado burgalés y los clérigos de la abadía de Castrojeriz. Por lo mismo que antes: controlar la elección de abad; el cobro de tercias y de rentas y el control sobre los templos dependientes de la abadía de Castrojeriz. Habían llegado a actos violentos nada religiosos que terminaron con excomuniones y otras censuras lanzadas por el obispo a sus contrarios. Mauricio determinó, en Valladolid el 20 de enero de 1211, que el obispo de Burgos tenía derecho a los bienes en disputa.

Papa Inocencio III
 
Pocas semanas después moría el obispo de Burgos, el susodicho García. Su sucesor, Juan Maté, murió el 18 de Julio de 1212, antes de recibir la consagración episcopal. En agosto de 1213 aparece ya electo Mauricio. Podría llegar a verse la mano del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, actuando sobre los electores o como árbitro del cabildo burgalés. Luciano Serrano sospechaba que Mauricio fuese solo diácono al ser promovido a la sede burgalesa, pues en aquella época muchos canónigos no eran sacerdotes, y ni siquiera de orden mayor, y la dignidad de arcediano no exigía en sus poseedores sino el orden diaconal. Eso pudo retrasar la toma de posesión de Mauricio algunas semanas para recibir, entretanto, el sacerdocio.
 
No hay rastro de ese primer año de Mauricio como obispo de Burgos. Conocemos más desde la muerte de Alfonso VIII (1214) al encargarse Mauricio de defender los derechos de la Iglesia ante los testamentarios de dicho monarca en el tema de las “reparaciones” al Estado eclesiástico. A las tres semanas de muerto el rey murió la reina con lo cual se entronizó a Enrique I, de diez años. La regencia la ejerció su hermana Berenguela. Triste momento de debilidad de la corona que Mauricio, y la Iglesia, aprovechó para reclamar la entrega de dos templos con sus territorios que, entendían, la Corte había usurpado en el distrito de Mena y en el de Amaya.

Alfonso VIII
 
La cosa de reclamar bienes que la Iglesia entendía como suyos -igual que hoy con la inmatriculación- venía de largo porque varios años antes había protestado el Papa Inocencio III contra Alfonso VIII por imponer al clero de su reino contribuciones y tributos “excesivos”. Se quejaba por haber obligado Alfonso, acudiendo a medios violentos, al obispo y cabildo de Burgos a ceder para la dotación de Huelgas… ¡la iglesia más pingüe de la diócesis! e incautado el monasterio de San Julián de Mena. Lloraba porque el rey no les entregaba los diezmos que devengaban los derechos y posesiones de la Corona radicadas en la diócesis burgalesa. Claro que, por si fuera poco, también afeaba a Alfonso que amparase a judíos y sarracenos en la compra de bienes gravados con diezmos y otros derechos de la Iglesia. ¿Qué hizo Alfonso VIII? Morirse sin hacer caso a las sotanas. Mauricio consiguió el 8 de noviembre de 1214 recuperar San Juan de Ordejón y San Julián de Mena entregando al rey mil maravedís. Aclaremos que siempre que se acercó Mauricio a la realeza les reclamó bienes, prebendas y derechos, como en enero de 1215. ¿Qué daba la Iglesia? Apuntalar el trono de un menor de edad y de su regente femenina. Por ello atendió Berenguela tales súplicas. La regente impuso al valido Álvaro Núñez de Lara, como requisito para ejercer su cargo en el Gobierno de Castilla, dejar en paz el patrimonio de la Iglesia.

Villasana de Mena
 
Estas luchas por rentas no solo se producían entre prelados y la Corona sino que entre los obispos también ocurría como el caso del intento por Osma de apoderarse de gran parte del territorio tributario de Burgos mediante una bula de Inocencio III. Establecía el Papa en dicha bula enviase Mauricio al Concilio de Letrán, que ya estaba convocado, procuradores con documentos, pruebas y demás elementos necesarios para su defensa contra la demanda del de Osma, con apercibimiento que de no efectuarlo en este plazo fallaría el pleito en sentencia definitiva. A mediados de septiembre de este año de 1215 partía hacia Roma.
 
El viaje al concilio de Letrán de Mauricio le convirtió en un “solucionador” de asuntos allí tratados. A su regreso fue comisionado por una disposición conciliar para establecer el acuerdo de paz entre Enrique I de Castilla y Alfonso IX de León que fijase una frontera clara. Y detallase el patrimonio y las arras adeudadas a Berenguela y a sus hijos, después de anulado su matrimonio con Alfonso IX. No nos sorprenda que gente de Iglesia ejerciese de diplomáticos al ser personas respetadas por las partes y ser, a su vez, instruidas (quizá por eso rechazaban que se emplease a judíos para fines diplomáticos). Por ello, Mauricio también se encargó de bloquear la boda de Enrique I con Mafalda de Portugal por orden, evidentemente, del Papa Inocencio III. La Iglesia estaba disgustada con las presiones que sufría por el tutor del rey. La excusa fue que eran parientes de cuarto grado. Y que no había tensiones bélicas entre ambos reinos que hubieran hecho necesaria una dispensa papal.

Enrique I de Castilla
 
En 1217 se preocupó de la recaudación de rentas eclesiásticas, destinadas a la Cruzada general de Oriente. Los cleros hispanos se negaban a pagarlo al recaudar para la guerra de Al-Ándalus. Sólo se exigía que toda clase de clérigos satisficieran la vigésima parte de sus rentas, incluyendo en éstas las oblaciones, primicias y derechos de funeral.
 
¡Pero no todo era acaparar rentas! La iglesia medieval no dejaba de preocuparse por meter en su cintura a los judíos. Mauricio aplicó la norma del concilio Lateranense que exigía que los burgaleses, bajo severas penas eclesiásticas, no tratasen con los hebreos que se negaran a vestir traje distinto de los cristianos o no satisficieran los diezmos procedentes de heredades compradas a cristianos. Pues no. También era una preocupación monetaria.

Berenguela de Castilla
 
Por esos años Mauricio había colocado a un sobrino suyo como canónigo de Burgos sin cumplir los requisitos necesarios. Ante la oposición del cabildo, Mauricio fue a Roma trayéndose una bula que le permitió el acto de nepotismo. En el pacto de división de diócesis, entre Burgos y Calahorra, aparece un Garcías de Pumar, canónigo de Burgos, que probablemente fuese el sobrino de Mauricio.
 
Enrique I falleció a principios de junio de 1217 víctima de un accidente. Su tutor, el Conde de Lara, ocultó la muerte hasta que tuviese cubiertas sus espaldas. Enterada Berenguela -la heredera legítima- gracias al obispo de Palencia, Tello, trajo a su lado a su hijo mayor Fernando. Congregando en Palencia al obispo Mauricio y a los demás prelados del reino y nobleza castellana hostiles a los Lara, se proclamó a sí misma reina de Castilla e, inmediatamente, abdicó en su hijo, Fernando III. Exigió a el clan de los Lara su sumisión y la entrega de fortalezas. En Valladolid el primero de Julio, los representantes del clero, nobleza y pueblo y actuando de ministro eclesiástico Mauricio, por ausencia del arzobispo de Toledo, fue reconocida Berenguela como soberana de Castilla y aprobada la cesión de la corona a Fernando.

Alfonso IX
 
La reacción de León fue enviar un ejército al mando del hermano de Fernando III con propósito de recabar la corona de Castilla para Alfonso IX de León (padre de Fernando III). Para retrasar la batalla acudieron en busca de los leoneses Mauricio y Domingo, obispo de Ávila, que no consiguieron nada. Otra misión de Mauricio fue la de recuperar el cadáver de Enrique I, enterrado en la villa de Tariego, y llevarlo a Las Huelgas Reales donde se le sepultó junto al infante Fernando, primogénito de Alfonso VIII.
 
Durante la segunda mitad de 1217 y principios de 1218 estuvo la corte en Burgos para controlar a los levantiscos Lara. Al fin se concertó un tratado entre Fernando III y Alfonso IX de León, su padre. León renunciaba a apoyar a posibles rebeldes castellanos y reconocía a Fernando III como heredero de León. Solucionado esto se pensó en casar a Fernando III, que ya contaban con 20 años, con una hija del emperador alemán Felipe I, llamada Isabel, que en Castilla se conocería por Beatriz. Al frente de la embajada partió Mauricio. ¿Por qué casarlo en Alemania? Quizá para evitar problemas de consanguineidad entre casas reales peninsulares.

Beatriz de Suabia
 
La comitiva del obispo Mauricio debió salir el mes de abril de 1219. Estaba formada por Pedro Rodríguez, abad de San Pedro de Arlanza; el prior general de la Orden del Hospital, llamada también de San Juan, Pedro Odoario; y Rodrigo, abad cisterciense de Santa María de Ríoseco, junto a Villarcayo. Este abad de Las Merindades debía estar cercano a la corte de Fernando III porque el 3 de Diciembre de 1217 le habían concedido la exención de portazgo en toda Castilla para sí, sus sucesores, convento, dependencia y servidumbre, y el 2 de Enero de 1218, era recibido, en unión de sus religiosos y casas dependientes, por el rey que le confirmaba todos los privilegios de reyes anteriores y, en especial, la unión a su convento de un hospital, perteneciente en la antigüedad al monasterio de San Cipriano de Montes de Oca. Tras dilaciones por parte de la Corte imperial Germana, el mes de septiembre se otorgaron los contratos y entregó el emperador a Beatriz bajo la guardia y responsabilidad de Mauricio.

Medina de Pomar
 
En Burgos presentó Mauricio a Beatriz y los regalos destinados por el emperador al monarca castellano y su Corte, así como las escrituras de los desposorios y dotes otorgadas por Mauricio en nombre de su soberano, en las cuales figuraban los pueblos, ciudades y fortalezas que tanto en Castilla como en Suabia debían constituir la dote de Beatriz, e igualmente las familias nobles de Alemania y Castilla que salían garantes del cumplimiento del contrato matrimonial. En la festividad de San Andrés Apóstol, se efectúo en la catedral románica burgalesa el matrimonio religioso, asistiendo el arzobispo de Toledo y demás prelados del reino, la nobleza, los delegados de ciudades y pueblos de mayor categoría, y pudientes de todo el reino. Oficiando Mauricio.
 
Relacionados con esta misión política de Mauricio, conocemos varios diplomas, otorgados por Fernando III en favor de la catedral de Burgos o del obispo en persona, como recompensa a los servicios prestados. El 2 de febrero de 1219 el rey confirmó la posesión de San Juan de Mena, recuperado por Mauricio a raíz de la muerte de Alfonso VIII.

 Fernando III

Con fecha 22 de junio de 1221 concedió al obispo Mauricio y sus sucesores, el señorío de Valdemoro y Quintanilla, pueblos sitos en el antiguo distrito de Castrojeriz y no lejos del camino general a Santiago, y el de San Mames de Favar, en territorio de Panizares. A tenor del privilegio Real, percibiría el obispo de Burgos los derechos debidos a cualquier clase de señorío, más los que en éste se reservaba siempre el poder real; sus habitantes serían considerados como vasallos del obispo, y en virtud de especial declaración jurídica, exentos de cualquier contribución o servicio al Estado y también de la jurisdicción de los ministros de justicia, civil o criminal, del monarca de Castilla, debiendo ser regidos y juzgados por un representante del obispo, de cuyos fallos se apelaría directamente al Consejo real.
 
A petición del arzobispo de Toledo, y mediante órdenes pontificias, efectuó por esta misma época Mauricio, en unión con el abad de Rioseco, antes mencionado, y Asensio, canónigo de Burgos, un proceso canónico sobre separación efectiva de los antiguos obispados de Ercávica y Valera, refundidos en uno solo bajo el nombre de Cuenca, al ser reconquistada esta ciudad por Alfonso VIII. La causa de haberse tomado esta determinación era la extrema pobreza de ambos obispados, que no permitía dotar convenientemente a dos obispos ni cabildos catedrales (Podían aprender los legisladores ante la proliferación de ayuntamientos y Comunidades Autónomas en España). El fallo de Mauricio favoreció al obispo de Cuenca.

Las Huelgas Reales de Burgos
 
Y por otra bula de 4 de noviembre de 1220 se dio orden a Mauricio de decir al Rey que no eligiese a judíos para embajadores suyos en los principados moros. Porque eran de poco fiar y ofendían al cristianismo y a la buena marcha de la reconquista territorial. Mauricio participó en otras muchas disquisiciones todas ellas de temas económicos nada eclesiásticos. Aunque sí, muchas de ellas, relacionadas con patrimonio y rentas de la Iglesia.
 
Con respecto a la catedral -por lo que suele recordarse a Mauricio las terceras décadas de cada centuria- tenemos que tener en cuenta que la ciudad de Burgos había aumentado su población y su poder económico y quería que eso se reflejase en su templo mayor. Alfonso VI construyó en la ciudad una catedral de estilo románico. Fue comenzada en 1075, época de la definitiva instalación del obispado de Oca en Burgos, y estaba concluida antes de 1095. Como remate a la necesidad de una nueva iglesia mayor Alfonso VIII tituló Burgos como “civitas regia”, es decir, Corte y cámara oficial del Rey, y por ende capital de sus reinos, según lo afirma el cronista Lucas de Tuy (muerto en 1249). En ese deseo de cambio no podemos olvidar las iglesias vistas por Mauricio o por Beatriz en centro Europa y la envidia que pudo suponer esto. Además, León había comenzado ya la suya; Palencia levantaba su iglesia gótica de San Miguel; Zamora acababa de transformar el interior de su catedral románica…

Catedral de Burgos
 
A principios de 1221 debieron derribarse las viviendas que circundaban por oriente la vieja catedral, abriendo las zanjas donde asentar los cimientos del nuevo edificio en su capilla mayor, crucero y ábsides laterales. La primera piedra se puso el 20 de Julio de 1221, festividad de Santa Margarita. Actuó de padrino el rey Fernando III acompañado de Beatriz, Berenguela y toda su Corte.
 
¿Cómo se allegaron recursos para la obra de nuestra iglesia? No consta que Fernando III contribuyese con donativos y cesiones de derechos o rentas reales a la obra burgalesa. Lo que no quiere decir que no lo hiciese. Las catedrales de aquel tiempo solían construirse mediante las rentas de fábrica formadas por propiedades, tercias y parte de las vacantes de canonicatos y prebendas. Se vendían posesiones del cabildo o del obispo, como debió hacer en 1227 Mauricio con unas casas del barrio burgalés de San Lorenzo. Podían los obispos imponer a la diócesis especiales contribuciones con esta finalidad, o exigir, como Toledo y Sigüenza, durante algún tiempo, la renta de fábrica de todas las iglesias diocesanas. También se procedía a requisar rentas de prelados y capitulares; limosnas; o concesión de indulgencias por el Romano Pontífice y por el obispo diocesano. Se publicaban, en Burgos, el día de la Asunción de cada año. Consta que Mauricio obtuvo del Papa Honorio III una indulgencia especial para cuantos ayudasen con sus limosnas a la construcción de la catedral. ¡Entregando certificados de esas indulgencias!

Honorio III
 
A los nueve años de haberse colocado la primera piedra ya tenían levantado el crucero, los ábsides y parte de la nave central; y decorado los pórticos del crucero. En 1230 se celebraba el culto en la catedral nueva y estaba instalado en ella su cabildo, procediéndose a derribar la catedral antigua. Eso sí, el edificio estaba sin bóvedas y con techado de maderamen provisional, que subsistió cerca de quince años. En tiempo de Mauricio no se levantaron las torres a más altura que la nave principal, es decir, más de sus dos primeros pisos, teniendo en su centro el rosetón. Unos quince años se tardó en cerrar las bóvedas a cantería y pulir las naves y portadas, pues consta que en 1243 iba a ser consagrada la catedral. Aunque finalmente fue en 1260.
 
Aprovechó Mauricio la instalación del cabildo en la nueva catedral para reorganizarle, definiendo exactamente su funcionamiento, traje coral y disciplina canónica, así como los rasgos principales del culto solemne que debía desarrollar. Los estatutos capitulares promulgados por Mauricio, de acuerdo con su cabildo, y conocidos comúnmente por Concordia mauriciana, datan del mes de noviembre de 1230. Determinó, también, la posición de cada uno durante los oficios divinos, la vestimenta, cuando debían afeitarse la tonsura y arreglarse la barba… y el sistema de multas y castigos por los incumplimientos. La concordia mauriciana fue modificada pocos años después a consecuencia de las discusiones que sobre su ejecución se suscitaron entre los obispos y el cabildo. De orden pontificia intervino en el arreglo de este asunto el cardenal Gil de Torres, del título de San Cosme y San Damián y antiguo canónigo de Burgos.

 
A los pocos meses de colocar Mauricio la primera piedra de su nueva catedral, recibía al Rey Fernando III y a su primogénito Alfonso (Toledo el 23 de noviembre de 1221). El rey convocó cortes en Burgos para que jurasen a Alfonso heredero y el acto se hizo el 21 de marzo de 1222, probablemente en la iglesia de Las Huelgas. Presidió Mauricio la ceremonia, a título de prelado diocesano. Bendijo la espada y arreos militares que más tarde debía vestir el Príncipe, y por fin recibió encargo de velar por la salud y seguridad del mismo, puesto que su crianza sería en las cercanías de Burgos, bajo los cuidados inmediatos de Garci Fernández de Villamayor, mayordomo primero de la Reina Berenguela.


Esta vinculación con la corona parece que permitía a la Iglesia enfrentarse al rey por los derechos a cobrar rentas en las diferentes diócesis. Así, Mauricio, con el respaldo del Papa, se permitió amonestar a Fernando III por exigir a la diócesis de Segovia, y en especial a sus vasallos, una contribución de mil maravedíes. Esto causaba perjuicios al obispado, ya que viéndose tan gravados los vasallos, se fugaban del dominio episcopal, reduciendo a yermo sus mejores propiedades. ¡Tela! Ni pensar en reducirles las cargas eclesiales.
 
En ese mismo año de 1222 autorizó Mauricio la fundación de un nuevo monasterio de monjas cistercienses en Vileña, distrito de Briviesca. Desde el año 1223 intervino en la preparación de las expediciones reales contra los moros andaluces. El tema es que, desde 1218, exhortaba el Papa Honorio III al monarca para que guerrease contra los moros de Andalucía e, incluso, puso en marcha la máquina propagandística papal y algunos recursos económicos para ello.

La península Ibérica en 1210
 
Mas no por esto se movió el ejército castellano contra Andalucía: inquietaba la reacción de los Laras y señores de Cameros, no pudiendo Fernando III secundar las iniciativas pontificias, dando ocasión a que el Papa reclamase las cantidades adelantadas, visto que no se empleaban en su destino. Dios y dinero. Debía, pues, lograrse previamente la sumisión absoluta de la nobleza castellana a su monarca. Para ello, Honorio III, facultó a Mauricio para excomulgar o aplicar otras censuras eclesiásticas contra los reacios. También lo facultó para que los monarcas cristianos retiraran de las cortes musulmanas los embajadores judíos que en ellas los representaban, entorpeciendo -según el Papa- la ejecución de la guerra sagrada por parte de los cristianos. Resultaban algo cansinos con el tema judío.
 
En el invierno de 1224 Fernando III sometió la ciudad de Baeza con su territorio. En 1225 extendió la reconquista por Andújar, Martos, Priego y otras fortalezas. Para apoyarlo, y visto cómo se estancaba la cruzada de oriente, el Papa facultó a los obispos para conceder indulgencia plenaria a cuantos tomasen parte en las expediciones. Comisionó a Mauricio para que el cabildo y clero palentinos pagasen a su obispo Tello cuantos subsidios pidiese en ayuda de estas excursiones militares.

Medina de Pomar
 
A principios de 1228 Mauricio fundaba otro monasterio de monjas cistercienses, filial del de Las Huelgas, en Villamayor de los Montes. En febrero de ese año se registra una escritura donde Mauricio, de acuerdo con su cabildo, cede a los parientes y herederos del prior Franco todos sus derechos a la hacienda y solares, habitados y desiertos, de dicho prior en términos de Villalbilla, por la cantidad de noventa monedas de oro, que debían destinarse al sostenimiento de la catedral y su cabildo y a la dotación del aniversario que dicho prior había fundado en ella. También en 1228 asistió Mauricio al Concilio de Valladolid, convocado por el legado del Papa Gregorio IX.
 
Se sabe de la participación de Mauricio en la anulación matrimonial del enlace entre Leonor -hermana del rey Enrique I- y Jaime I de Aragón (casados el seis de febrero de 1221). Se produjo una reunión en Tarazona entre los representantes de las partes. En abril de 1229 estaba en dicha población los arzobispos de Toledo y Tarragona, y los obispos de Burgos, Calahorra, Segovia, Sigüenza y Osma, como representantes de Doña Leonor, y los de Tarazona, Huesca, Lérida y Aragón, que defendían la parte de Jaime I. Esta asamblea de prelados declaró por unanimidad que los cónyuges contrajeron matrimonio en tercer grado de consanguinidad. Nulidad, aunque la negaba el Papa.

 
Siguiendo en 1229 vemos a Mauricio efectuando un cambio de heredades con varios vecinos de Villalbilla, y al monarca castellano reconocer a los vasallos de nuestro obispo medinés su exención de varios tributos reales, que por ende pagaban al obispado. Obtuvo igualmente del Papa Gregorio IX, con fecha 18 de agosto, la facultad de citar a su tribunal a los judíos de su diócesis y obligarles a pagar a sus clérigos e iglesias los diezmos y contribuciones de los bienes rústicos y urbanos comprados por lo hebreos. Se refieren a posesiones que ya pagaban a “los curas” cuando eran propiedad de cristianos. El tribunal de Mauricio tendría poder, también, para condenar la usura judía, imponiendo multas, así como para abolir la costumbre vigente entre los hebreos de no admitir condena alguna salvo que hubiese sido probada la falta o crimen además de por testigos cristianos, por uno que fuese hebreo. Ya saben: cosas de la fe que no tienen nada -pero nada- que ver con la “plata”.
 
Estando la Corte Real en Burgos a 23 de mayo de 1231, el rey sentenció a favor de Mauricio en unas diferencias que éste tenía con los vecinos de Barrio Panizares, acerca de los pastos de San Mames de Favar, declarando, tras la investigación del fraile Álvaro de Aguilar, fraile Martín de Boada y Ñuño Rodríguez de Barruela, que dichos pastos pertenecían por entero al obispado burgalés.

Alcázar de los Velasco de Medina de Pomar
 
Corriendo el año 1233, debió recibir Mauricio una circular de Gregorio IX, en la cual se protestaba de la insolencia con que los judíos vivían entre cristianos, así como de las deshonras por ellos inferidas a la causa de la fe; que ocupaban cargos públicos, de los cuales abusaban para imponer a los cristianos resoluciones y prácticas contrarias a la religión; que en atención a estos inconvenientes escribía al Rey crease juderías facultando a los prelados para fulminar censuras eclesiásticas contra los fieles que sostuviesen cualesquier relaciones con los hebreos. Bueno, Mauricio ya disponía de herramientas contra los seguidores de Moisés en su diócesis. Quizá era que no las aplicaba “correctamente”. Quién sabe.
 
Durante el mes de noviembre de 1235 murió en Toro Beatriz, esposa de Fernando III. Sus funerales los celebró Mauricio en Las Huelgas cuando se trasladó el cadáver allí. El viudo sitió Córdoba desde primeros de 1236. El 29 de junio, tras caer la ciudad, solicitó al Pontífice autorización para imponer a las iglesias y monasterios de Castilla y de León una contribución pasajera destinada a la reconquista. Accedió el Papa, imponiendo la suma de veinte mil monedas de oro anuales por un trienio; y encargó al arzobispo de Toledo, a nuestro Mauricio y al obispo de Osma, canciller del Rey, hicieran el reparto.

Río Trueba en Medina de Pomar
 
En 1237, Mauricio celebró la boda de Juana, hija mayor del conde de Ponthieu, y biznieta de Rey de Francia Luis VII, con el monarca castellano. Ella estuvo desposada con Enrique III de Inglaterra, pero se disolvió el matrimonio por parentesco en grado prohibido en 1236. Claro que también había parentesco de tercer grado entre el monarca castellano y Juana de Ponthieu. Gregorio IX otorgó la dispensa con fecha 31 de agosto de 1237 recalcándolo que lo hacía a petición del Rey de Castilla. Así, pues, las segundas nupcias de Fernando no debieron celebrarse antes de noviembre de 1237. Y el obispo de Burgos obtuvo las correspondientes ventajas financieras.
 
1238. De ese año se conserva la acción contra un vecino burgalés, comerciante de profesión, llamado Vidal de Arvial o Arival. Este comerciante se relacionaba con gente herética -herética para los de la Iglesia-, viviendo con ella varias temporadas y aun acomodándose a sus ceremonias y usos religiosos, aunque sin renunciar a la fe cristiana. Se le reprochaba actuar como prestamista de herejes. Vidal recurrió al Papa pidiendo absolución de su apostasía. El Pontífice encomendó a Mauricio entablase proceso canónico.

 
Mauricio también favoreció la llegada de diversas órdenes religiosas, y mendicantes, a la ciudad y diócesis de Burgos: Franciscanos (1214), Trinitarios, Dominicos (1227), monjas clarisas o franciscanas, monjas Calatravas (1219),
 
El obispo de Burgos murió el 12 de octubre de 1238. No debía estar enfermo o decrépito porque el Papa Gregorio IX le había otorgado el gobierno de la diócesis de Calahorra. Salvo que se llevasen muchos años, su compañero de estudios y amigo, el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, murió nueve años después con setenta y seis años. Mauricio fue sepultado en medio del presbiterio de la catedral, que entonces servía también de coro; y sobre su tumba se colocó una estatua yacente de bronce, cuyo rostro debió modelarse por la mascarilla del prelado. Las facciones que presentaba no eran de un hombre muy anciano, ancha frente, rasgos enérgicos, escasa carnosidad y nariz grande y afilada. Sus vestiduras están profusamente sembradas de flores de lis en esmalte, circunstancia ésta que dio lugar a que ciertos autores lo consideraran francés.

 
Dejó fundados en la catedral un aniversario y dos memorias anuales, dotándolos con las rentas de Valdemoro y demás pueblos que Fernando III le había dado. Procuró la mejor administración de los bienes catedralicios, al ordenar se asentaran las escrituras de compra y donaciones en varios libros de pergamino (Becerros).
 
Su sucesor fue el obispo de Osma, Juan Domínguez, canciller que era del monarca castellano. Confirmó el Papa la elección con fecha 26 de mayo de 1240.
 
 
Bibliografía:
 
“Don Mauricio. Obispo de Burgos y fundador de su catedral”. Luciano Serrano, Abad de Silos.
“Remembranzas burgalesas”. Julián García Sainz de Baranda.
“Medina de Pomar. Cuna de Castilla”. Inocencio Cadiñanos Bardecí, Emilio González Terán y Antonio Gallardo Laureda.
“Burgos”. Rodrigo Amador de los Ríos.
 

domingo, 21 de noviembre de 2021

Las crónicas de Güilliam de Canford III: El caballo regalado.


Una reseña breve a una novela que se lee del tirón. Literalmente. Nuestro arquero está dando vueltas por Las Merindades asumiendo encargos que le alejan de la tarea encomendada por el rey consorte Fernando. En las primeras páginas nos dicen que estamos en 1476. ¿Un año más? No, ni por asomo. Estamos metidos en una guerra civil castellana (no me atrevo a decir “la guerra civil castellana) entre Isabel y Fernando y Juana, la Beltraneja, que era la hija del hermano de Isabel, Enrique IV.

 
El Macguffin de las novelas, por lo menos hasta la tercera parte, es una misteriosa misión encargada por el rey a Güilliam de Canford que le permite desplazarse por Frías, Oña y Medina de Pomar. ¿Sabremos cual es su misión? Seguro. En la última novela.

 
La serie de novelas se inicial en la ciudad de Toro (Zamora) donde Fernando prepara su ejército para enfrentarse al de Alfonso V de Portugal por la corona de Castilla. Como el rey no puede prescindir de ninguno de sus Grandes Señores, ni puede enfadarlos, debe enviar a alguien -¿prescindible?- para resolver un problema personal (el macguffin). Ese alguien es el arquero siniestro -zurdo- sin dedos. ¿Por qué obedece Güilliam? Nos cuenta Daniel Bilbao que cumple la misión porque está siendo chantajeado y sobornado a partes iguales.

 
He dicho que la obra se lee de una sentada. Cierto. Incluso le recomendamos que se deje cerca una bebida y algo de picar. Como en los casos anteriores el formato nos permite una cómoda lectura: letra grande y espaciada… esas cosas. Los capítulos son breves por si acaso tiene que dejar la lectura porque ha llegado usted a su parada de metro. Medina de Pomar está esbozada con cuatro líneas generales de forma suficiente y que nos permite ubicar con libertad los escenarios donde se sucede las situaciones. Y las referencias y anacronismos salpican la obra en forma de pepitas de chocolate que endulzan la trama y dejan un regusto alegre mientras se avanza en la lectura. Estoy tentado de relacionárselas, pero eso les destriparía las gracias de la novela, pero habrá referencias o grandes obras del teatro y la novela española, a la ciencia o a… ¡Basta! Recurriré a lo que dice Beatriz Valdeón en la contraportada de la novela: “Daniel Bilbao disfruta colando guiños al futuro, al Quijote o a El mercader de Venecia”.


 
Les recomiendo que disfruten de caballos, cerdos voladores y de las fiestas de Medina de Pomar, al menos recostado en su sofá con esta novela en las manos.


Dedicado a Ramón que nos ha dejado. Uno de Medina de Pomar y de Arenillas de Ebro.
 
 
 

domingo, 14 de noviembre de 2021

¡Qué poco importaron a los periodistas!

  
En la vida de estos días resulta muy atractivo para las televisiones o la prensa los asesinatos con saña, exceso de violencia gratuita y sin razones aparentes. Reacciones humanas terroríficas sin mesura que parecen más brotes de locura que actos voluntarios que nos solazan en nuestro miedo. ¿Películas de terror? ¿Primera páginas de “El Caso”? Hoy no creo que nos encentremos ante un caso del síndrome de Amok o cualquier otro brote psicótico pero, no por ello, dejamos de pensar que es un ramalazo de locura.
 
Pero lo que destaca en este caso, y no es el único en la historia del periodismo, es su rápido paso por la prensa y su olvido. Sólo he encontrado referencia en tres periódicos y en dos de ellos la noticia es un refrito de la del primero. Nada extraño en aquel 1888.

 
Vayamos al tema como si fuésemos Margarita Landi:
 
“Sr. Director de LA FIDELIDAD CASTELLANA. Mambliga y setiembre 23 de 1888. Muy señor mío y de toda mi consideración: Tomo en este momento la pluma, todo conmovido y lleno de pena por el espantoso y horroroso cuadro que he tenido á la vista, que ha causado horror y espanto tanto á los habitantes de este pueblo como á los comarcanos de este religioso Valle de Losa. Es el caso que el día 16 del corriente á eso de las 11 de su mañana estaban agelando el ganado y tomando leche dos pastorcillos del pueblo de Valluerca Valdegovia (Álava) confinante con este por la parte Sur; llamados, el uno Menedenio Quintada y el otro Zacarías Ramírez de 14 y 13 años; y según declaración del Zacarías resulta que á dicha hora se llegó á ellos un vecino del dicho Valluerca preguntando por una vaca de su propiedad, y queriendo fuese el Menedenio á buscarla con él; y como le contestó que no podía, porque, tenía que bajar á aquella hora el ganado mular al pueblo, sin mediar más palabras cogió dicho vecino la cachaba del pastor y le dio un fuerte garrotazo en la cabeza haciéndole caer al suelo sin sentido, y enseguida cogió una hachuela que tenía el otro pastor le dio un fuerte hachazo en la cabeza deshaciéndosela toda: viendo esto el Zacarías le suplicó que por Dios no le matara, y á esto, se abalanzó sobre él cogiéndole del pescuezo y amenazándole con el hacha para matarle, y como repitiese la súplica de rodillas por tres veces, le preguntó si tenía 14 años y le contestó que solo tenía 13; “pues entonces, no te mato, porque de esa edad no vales para testigo”.
 
Enseguida le ordenó, con amenaza de muerte, que arrastrara al cadáver de su compañero, y allí el Zacarías agotó todas sus fuerzas llevándole hasta la pared que cierra el monte, y no pudiéndole arrastrar más por falta de fuerzas. El criminal le ató los pies con un cinto que el cadáver tenia á la cintura, y mandó al Zacarías que saltase por encima de la pared y que tirase del cinto, y así pasó el cadáver por cima de la pared, y arrastrado más de 250 metros hasta ocultarle en un espeso de pinos del monte Toyo del pueblo de Mambliga. Consumado de este modo este lamentable suceso: despidió al Zacarías con la prevención de que no declarará cosa alguna, porque de lo contrario sería muerto pronto por él ó sus hijos; y le obligó á lavar el hacha y la blusa qué se había manchado de sangre, en una fuente próxima.
 
Como esta declaración no la dio el Zacarías hasta el día 20, los días 17, 18 y 19 estuvieron buscando al difunto la familia y vecinos de Valluerca en compañía de una pareja de la Guardia civil, del puesto de Salinas de Añana y el dicho día 19 por la tarde cogieron el rastro de la sangre y con ayuda del olfato de los perros dieron con el cadáver cubierto con unas pinachas secas en un estado lo más deplorable y horroroso. Enseguida dieron parte á la autoridad de Mambliga y Juez municipal y éste al Juzgado de instrucción del partido de Villarcayo distante 8 leguas, de mal camino, cuyo Juez recibió el parte á las 7 de la noche del día 20 y enseguida llevado de su celo salió acompañado de un escribano y alguacil del Juzgado, y para las 5 de la mañana del día 21 ya se presentó en Mambliga á pesar del gran temporal de aguas. Acto seguido se presentó en el sitio donde se hallaba el cadáver, y hechas las diligencias necesarias, se mandó reducir á prisión al presunto reo, y al Zacarías, se levantó el cadáver y se depositó en el Cementerio público de Mambliga, y evacuada la autopsia y diligencias de instrucción, se dio sepultura al cadáver; á las 4 de la tarde del día 22 acompañando al entierro todos los del pueblo y muchas gentes de los comarcanos, horrorizados del crimen y considerando la aflicción de la familia de la víctima, no cesaron de derramar lágrimas de compasión mientras dicho acto religioso.
 
El día 23 á las 8 de su mañana fueron conducidos, el presunto criminal y el pastorcillo Zacarías al Juzgado de Amurrio por haberse cometido el crimen en territorio de dicho Juzgado, por una pareja de la Guardia civil del puesto de Quincoces, de las dos que se presentaron en cuanto sé tuvo noticia del hecho prestando señalados servicios como acostumbra hacerlo tan benemérito cuerpo. A la misma hora volvió para Villarcayo el entendido Sr. juez D. Félix Jarabo y García. Todo lo dicho es la relación verídica dé este desgraciado suceso que ha hecho honda sensación en los vecinos de este valle. Dios N. S. se apiade de nosotros, y nos libre de presenciar escenas tan horrorosas como la presente.
 
(Dispénseme V. lo largo y .mal trazado de estas líneas, y queda de V. suyo S. S. y suscriptor Q. B. S. M.)” Extraído de “La Fidelidad Castellana” del 01/10/1888.


La noticia tiene varios puntos a resaltar:
 
El primero en el que incidiré es la asunción de la investigación por parte del juez de guardia del partido Judicial de Villarcayo al presumirse que la desaparición se produce en el Valle de Losa. Se desconocía que era un asesinato. U homicidio. De hecho, tras descubrir el cadáver en el monte Toyo (Álava) y conocerse los pormenores del incidente, supongo que gracias a Zacarías, se traslada el caso al partido Judicial de Amurrio (Álava).
 
¿Es cierto lo que contaron sobre que un menor de 14 años no podía ser testigo? Bueno, para ello no podemos recurrir al Código Civil pues se publicó al año siguiente pero miremos lo que contaba el Código Penal de 1882 sobre el tema de la edad. Les resumo: no he encontrado nada que corroborase lo que decía el matón. Pero eso salvó la vida de Zacarías.

Recorte del periódico "El áncora"
 
El chaval superviviente pudo ser, a su vez, víctima de un delito de amenazas para que no testificase o corriese a la Guardia Civil a denunciar lo ocurrido. Aunque al final algo diría por lo que vemos en la carta del corresponsal aficionado. De todas formas vemos que lo detienen con el autor de los hechos pero no nos dicen de qué se le acusa. Una pena.
 
El vecino de Valluerca que mata a Menedenio no tiene nombre, ni sus hijos, y no conocemos nada de él. ¿La vaca estaba entre el ganado que cuidaban esos pastorcillos? No tenemos nada.
 
¿Por qué no mató a Zacarías? ¿Había rencillas con el asesinado? ¿Quiere decir eso que tenía premeditado matar a Menedenio? ¿Qué función cumplió Zacarías? Debemos conocer el mundo de rencillas que podía llegar a supurar un estrecho mundo rural. Podríamos pensar que el asesino estaba cabreado porque su vaca daba menos leche o, quizá, creyó que los muchachos se la bebían o la vendían, o no la daban de comer, o… No sigamos manchando la memoria de las víctimas pero esto es un ejemplo de lo que pudo haber pasado. Quizá cometían lo que se llamaba “delitos de supervivencia” como el caso del niño Pascual Polo que, en 1863, sufrió un juicio de faltas por robar uvas. En su declaración dijo que era sólo para comer, pero fue condenado al pago de 12 reales por ser menor.
 
Desconocemos el resultado del juicio ni las condenas y no vuelve aparecer en la prensa nada sobre este caso.

 
Pero hagamos un poco de fabulación. El Código Penal de 1870 –muy conocido ya por los seguidores de este blog- nos dice en sus artículos 418 y 419 cuales son las características a cumplir para determinar Asesinato u Homicidio, respectivamente. El 418 dice: “Es reo de asesinato el que sin estar comprendido en el artículo anterior matare á alguna persona, concurriendo alguna de las circunstancias siguientes: 1. Con alevosía; 2. Por precio ó promesa remuneratoria; 3. Por medio de inundación, incendio ó veneno; 4. Con premeditación conocida; 5. Con ensañamiento, aumentando deliberada é inhumanamente el dolor del ofendido. El reo de asesinato será castigado con la pena de cadena temporal en su grado máximo á muerte”.
 
Yo creo que hubo cierto grado de ensañamiento porque le golpeó y teniéndole sin sentido –o ya muerto- lo remató de un hachazo en la cabeza. E, incluso, pudo subir a buscarlo con el deseo de asesinarlo bajo cualquier escusa. Aunque quizá el juez determinase homicidio.
 
Lo que no me llego a imaginar es lo que le pasaría a Zacarías. ¿Le condenarían en el grado de cómplice según el artículo 13 o el artículo 15?
 
“Art. 13. Se consideran autores:
1. Los que toman parte directa en la ejecución del hecho.
2. Los que fuerzan ó inducen directamente á otros á ejecutarlo.
3. Los que cooperan a la ejecución del hecho por un acto sin el cual no se hubiese efectuado.
 
Art. 15. Son cómplices los que, no hallándose comprendidos en el art. 13 cooperan a la ejecución del hecho por actos anteriores ó simultáneos”.


Aunque creo que funcionaría mejor bajo la figura del encubridor del siguiente artículo:
 
“Art. 16. Son encubridores los que, con conocimiento de la perpetración del delito, sin haber tenido participación en él como autores ni cómplices, intervienen con posterioridad a su ejecución de alguno de los modos siguientes:
1. Aprovechándose por sí mismos o auxiliando a los delincuentes para que se aprovechen de los efectos del delito.
2. Ocultando ó inutilizando el cuerpo, los efectos ó los instrumentos del delito para impedir su descubrimiento.
3.° Albergando, ocultando ó proporcionando la fuga al culpable, siempre que concurra alguna de las circunstancias siguientes: Primera: la de intervenir abuso de funciones públicas de parte del encubridor. Segunda: La de ser el delincuente reo de traición, regicidio, parricidio, asesinato, ó reo conocidamente habitual de otro delito”.
 
Y el encubridor era también responsable penal del delito. Y parece que daba igual tener 13 años.
 
¡Lo que hubiera conseguido un periodista de pluma afilada y descarnada!
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “La Fidelidad Castellana”.
Periódico “El Áncora”.
Periódico “La Dinastía”.
Ley de Enjuiciamiento Criminal de España del año 1882.
Código Penal español de 1870.
“Crimen y castigo: cárceles, delito y violencia en la España del siglo XIX”. Tesis doctoral de Gutmaro Gómez Bravo.
 
 

domingo, 7 de noviembre de 2021

Manuel Ortiz de Taranco amó su tierra, amó sus gentes y… fue generoso.

 
 
Volvemos a recorrer el Valle de Mena para buscar una de sus escuelas. En este caso nos pararemos en la que surgió de la mano filantrópica de Manuel Ortiz de Taranco destinada a niños de ambos sexos. Surge en 1851 por testamento del 10 de julio del matrimonio formado por Manuel, natural de Villanueva de Mena nacido el 2 de abril de 1873, y María Clara de Ganchegui, natural de Madrid. De hecho vivían en la capital del reino, en la calle Virgen de los Peligros. Para dotarla destinaron de su fortuna doce mil reales de vellón anuales, que se habrían de satisfacer por mensualidades vencidas. Ese dinero pagaría los sueldos del maestro de niños y la maestra de niñas; surtir de leña en el invierno las cocinas; utensilios como mesas, bancos, encerados, reglas; libros elementales de todas clases y catecismos; y para la reposición y conservación del edificio de las dos escuelas.
 
Manuel Ortiz de Taranco durante su vida realizó diversas funciones dentro de la administración tanto en la capital, de la que fue intendente, como en provincias como Burgos o Asturias. También parece constar cierta vinculación con la ciudad de Ávila. Fue Caballero Comendador de Número de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III (agosto 1847) y de la Americana de Isabel la Católica, condecorado con otras varias cruces de distinción, socio de mérito de la Económica Asturiana, Consejero Real desde el 15 de enero de 1847 hasta el 30 de abril de 1850 y Senador del Reino desde el 8 de enero de 1851 hasta su fallecimiento el 19 de septiembre de este último año en Madrid. En la capital formó parte de la comisión de fincas y enajenaciones. Participó, también, de la dirección del Banco de Isabel II. Hay notas de prensa que asocian a este caballero con una tienda de curtidos en 1824 lo cual resulta, en cierta forma, chocante.

 
La madrileña María Clara de Ganchegui y Gazmuri, su esposa, era una mujer muy limosnera, elemento asociado a las personas de alta alcurnia en ese siglo XIX y así quedó reflejado en la prensa del momento. También nos han llegado los documentos de sus pleitos con el ayuntamiento del Valle de Mena.



Para poner en marcha el proyecto, la fundación compró el 17 de agosto de 1852 dos terrenos en el sitio de Pradillos. Eran de Braulio Ortiz, vecino de Villanueva, y de Gregorio Zorrilla, de El Vigo, respectivamente. Se pagaron mil cien reales. La descripción que se hace de los terrenos adquiridos en la escritura fundacional es:
 
“El terreno de D. Braulio de trescientas treinta brazas, de a siete pies, de pavimento, que linda por solano Camino Real nuevo, ábrego las Monjas de Villasana, y regañón herederos de D. José Manuel de Angulo, vecino que fue de Caniego, y por cierzo la que sigue; y el de D. Gregorio la otra en el mismo sitio y término de tres celemines, o trescientas brazas, que linda con solano y camino Real nuevo, ábrego la antes deslindada, cierzo heredad que fue de la Patrona del Convento de Villasana, y por regañón heredad de Saturnino Sojo, vecino que fue de Santa Cruz; y el D. Braulio vende además a esta Fundación el camino de servidumbre peonil para tomar agua del cauce de Villanueva y Villasana para el surtido de nuestras escuelas, y de los que habiten en sus casas, pared cierzo, orilla del caño, de la heredad que le corresponde en el sitio de la Pontoncilla del término de Villasana de siete celemines y medio, que linda por cierto caño, solano camino Real Nuevo, por cuya parte tendrá entrada nuestra servidumbre, sin perjuicio del cierzo de citada heredad”.

 
El edificio debió ser estrenado en 1854 y disponía de planta baja, principal y desván, y ocupaba –ocupa- una superficie de 347`34 metros cuadrados en un rectángulo de 25`54 metros por 13`60 metros. Fue construido de cal y canto con sillería en sus cuatro ángulos, puertas, balcones y ventanas, con dos pilastras también de sillería en los medios de su fachada principal en toda su altura. La estructura interna, evidentemente, era de madera. El piso bajo del edificio sirvió para las escuelas de ambos sexos y la planta principal para habitación de los maestros.
 
Como habrán podido ir leyendo se marcaba mucho la diferenciación entre niños y niñas en aquellas leyes de educación de los siglos XVIII y XIX. Debían educarse en escuelas distintas y recibir enseñanzas distintas. Debido tanto a restricciones morales y religiosas como a una sociedad que asumía que la finalidad y los conocimientos que necesitaban chicos y chicas eran diferentes. Claro que, la precariedad económica de los municipios -los ayuntamientos eran los que debían asumir el sueldo de los maestros- hacía casi imposible, como ocurría en el Valle de Mena, la existencia de dos escuelas en cada pueblo, así que lo frecuente era que niños y niñas fueran al mismo centro escolar, aunque recibían una atención y enseñanza distintas.


La Ley Moyano, la vigente esos años de creación del centro, establecía esa diferenciación por sexos dejando para los varones los conocimientos de agricultura, industria y comercio y a las féminas los de dibujo aplicado a las labores “de su sexo” y ligeras nociones de higiene doméstica. Así, el testamento de Manuel Ortiz de Taranco, otorgado en la Villa de Madrid, se describía de manera pormenorizada lo que había de enseñarse en las escuelas de su fundación en Villanueva de Mena:
 
“En la Escuela de niños: lectura, escritura, doctrina cristiana, nociones de Historia Sagrada, gramática y ortografía castellana; aritmética completa con el sistema legal de pesos y medidas; dibujo lineal; nociones de algebra y de geometría con sus aplicaciones a los usos comunes de la vida, a las artes elementales y a la agrimensura; nociones de geografía y de historia, especialmente de España; y nociones de historia natural popular contraídas principalmente a las producciones y vegetación del país y a la cría de los ganados que el mismo permita a fin de ilustrar a la Juventud e inclinarla al fomento y mejora de estos ramos en él. En la Escuela de Niñas: Punto de media y de calceta; marcar todas las letras del abecedario; coser en toda clase de ropas blancas y marcar estas mismas ropas; cortar vestidos de todas clases para mujer y coserlos; lectura, escritura, doctrina cristiana y las cinco reglas de cuentas; quedando al arbitrio de las Maestras enseñar a las niñas pudientes que se lo paguen, las demás labores esmeradas o de lujo y adorno que ella debe saber”. ¿Cómo se quedan?

 
Supongo que ese reparto de funciones sociales las tendrían totalmente asumidas Crisanto Esteban (profesor de niños, al menos, entre 1897 y 1909), Casilda Labarga (niñas, al menos, entre 1901 y 1904), Coleta Balanzaitegui (niñas entre 1904 y 1909) y Julián Moreno y Micaela Pérez (que se encargaron de la instrucción, al menos, hasta 1911).
 
La fundación trabajó en pro de la educación en el Valle de Mena hasta su fusión en febrero de 1963 con otras cuantas entidades educativas de la comarca como relata el “Diario de Burgos”. Agrupadas todas ellas bajo el nombre de "Función benéfico-decente del Valle de Mena" presidida por el alcalde del valle.


El edificio sufrió un grave abandono que lo llevó a su ruina. Y que, ahora, se recuperará. El objetivo es la restauración estructural y de la cubierta –tejado- siguiendo el estilo de la derrumbada sin elevar la altura del inmueble.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Anuario Riera”.
“Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“La enseñanza en el Valle de Mena. Una singularidad desde el siglo XVIII hasta nuestros días”. Armando Robredo Cerro.
Senado del reino de España.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El Español”.
Boletín Oficial de Santander.
Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara.
Diario de avisos de Madrid.
“Guía de forasteros en Madrid de 1845”.
Periódico “El clamor público”.
Periódico “El Observador”.
“Proyecto de restauración estructural, y cubierta de la antigua escuela de Villanueva de Mena (Valle de Mena, Burgos)” del arquitecto Restituto Ortiz Ruiz.
Boletín trimestral del ayuntamiento del Valle de Mena.