Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 16 de noviembre de 2025

En el camino nos encontramos Nofuentes.

 
 
El primer documento en que aparece esta población data de 1035. Evidentemente esa no fue la fecha fundacional del lugar. En aquel texto, un grupo de infanzones de Trespaderne, junto con Galindo Bellacoz, el merino y el sayón de Nofuentes dirimen un pleito entre Didago de Cillaperlata y el monasterio de Oña: “Galindo Bellacoç qui sub domino meo Fredinando rege, rego Tet[elia] et totam Castellam Uetulam, una cum Annaia maiorino meo et Elce saione de Nunfontes et ipsos infançones qui erant in ipsa alfoçe de Tetelia”. Las tenencias de Colindres, Duart, Mena, Tudela y Lanteno era ejercidas por el “senior Lope Uellacos et senior Galindo Uellacoz”. Encontramos una situación similar -demasiado similar, sospecho- en 1054 donde aparece Galindo Vellacoz, quien junto con el merino Anaia y Elce, sayón de Nofuentes y algunos infanzones, dirime una contienda entre el abad de Oña y el senior Didaco Ennecoz de Cillaperlata.

Nofuentes en 1946
 
Pero, ¿cuándo se fundó Nofuentes? Lo desconocemos, pero podría haber un asentamiento varios siglos antes de la fecha arriba indicada porque, según Isaac Moreno Gallo, una vía romana pasaría por aquí viniendo de Frías y Trespaderne hacia Medina de Pomar y El Ribero donde entroncaría con la vía Flaviobriga a Uxama Barca y Veleia.
 
Otro momento documentado es cuando Aznar Sánchez y su mujer Guntroda donaron, en 1068, a San Millán de la Cogolla la parte que tenían aquí. Nofuentes vuelve a aparecer en 1170 como un punto de referencia de nombre duplicado -fontes de Nozoentes- cuando el rey Alfonso VIII dejó las villas de Encinillas y Castrillo a un abad de Oña que había dimitido del cargo por conflictos con los monjes. Ese mismo año se vuelve a citar Nofuentes como punto de referencia en el apeo de los bienes de Oña en Trespaderne. A su vez Guterrius de Nofuentes hace de testigo en una compra que realiza el monasterio de Oña en 1180. La confirmación de las donaciones a Oña que realiza el rey Alfonso VIII en 1187 vuelve a hacer referencia a las fuentes de Nofuentes. Sancho Pérez donó a Oña dos solares en Nofuentes en 1189. En 1202 el monasterio de Oña arrendaba a Urraca Pérez un bien comprado previamente a Gutierre de Nofuentes. Martín Pérez, yerno de Martín Martínez de Nofuentes hacía de fiador de la compra de unos molinos en Mijangos que realiza el monasterio de Oña en 1258.

 
Diego de Haro, en 1287, eximía a sus vasallos de Nofuentes de la obligación de pagar mañería (Derecho que tenían los reyes y señores de suceder en los bienes a los que morían sin sucesión legítima) y yantar. En 1292 Oña arrienda de por vida el solar que tenía en Nofuentes, que había sido de doña Mayor de Barruelo, y que estaba adscrito al monasterio de San Martín de Tartalés de Cilla. En 1326 era María de Haro, mujer de Juan Núñez, la que eximía a los dos barrios de pagar pechos, tributos o repartimientos, lo que muy probablemente supuso una exención fiscal total. Buena prueba de ello será la ausencia de Nofuentes en el Libro Becerro de las Behetrías, como Espinosa de los Monteros.
 
Ese mismo año de 1326 el concejo de Nofuentes pleiteaba con el concejo de Mijangos por el reparto de lo que tenían que pagar entre todos los pecheros que estaban incluidos en la jurisdicción del monasterio de Oña. Probablemente se creyeron exentos de toda fiscalidad, pero la sentencia obligó al concejo de Nofuentes al pago con la posibilidad de enviar una persona al concejo de Mijangos cuando se hiciesen los repartos de los pechos.

 
Día Sánchez de Torres fue uno de los propietarios de solares en Nofuentes, que fueron objeto de venta judicial por los Velasco en marzo de 1382. El mismo mes de 1383 se producía otra venta judicial de una casa pajiza, la mitad de una era, dos parrales, un linar, y un huerto que eran de Ferrán Ruiz.
 
El titular parroquial de Nofuentes es San Pedro, como consta por el apeo de los bienes diocesanos de 1515. En 1523 el apeo de los bienes de Oña nos informa que tenían un barrio en Nofuentes que estaba dado en arriendo a Lope Zurrilla, vecino de Nofuentes. Este barrio es llamado también el solar de Solas, término que era comunero de Nofuentes y Arroyuelo junto a la Revilla del concejo. Las "revillas" suelen hacer mención al lugar de reunión para tratar la administración de tierras que han quedado comunales entre dos o más lugares.

 
En 1591 tenía Nofuentes 39 vecinos, 28 de los cuales eran hidalgos, tres pecheros y tres clérigos, cinco franciscanos y cuarenta y seis religiosos no franciscanos. Realmente estaban bien situados porque, como hemos comentado en el caso de los romanos, los caminos atravesaban la población. Así, el camino a Laredo por la Horadada, que llegaba a Trespaderne atravesaba Nofuentes. Luego, esta vía entroncaba con la principal de los Hocinos en Medina de Pomar hasta la década de 1560, o con el de Villarcayo en el puente de Quintanilla.
 
El Marqués de la Ensenada dice en su Catastro de 1752 que era lugar de realengo pagando tributos a la Corona. Aquí se presentó Nicolás Pérez de la Peña para anotar el catastro. Bueno, el escribiente. En la reunión estaban José Canuto Fernández Cadiñanos (Cura beneficiado más antiguo de la iglesia parroquial), Carlos Miguel Fernández Cadiñanos, Tomás Ruiz (teniente regidor por ausencia de Andrés Ruiz Capillas), Aniceto Antonio Fernández de Cadiñanos (alcalde de Nofuentes) y Manuel Fernández de Quintanilla. Comentaron que las tierras eran de secano. Disponían de nogales, cerezos, guindos, ciruelos, membrillos, melocotoneros, olmos, álamos, avellanos... También trigo, habas, cebada, centeno, arvejas, titos, garbanzos y lentejas.

 
Tenían dos molinos harineros municipales sobre el Nela que molían durante ocho meses. Curiosamente, es el primer pueblo en que me encuentro que reconoce no tener colmenas. Y sí cuarenta y ocho bueyes de labranza, mulas, pollinos… y treinta y cuatro vecinos, un pastor, seis viudas y cuatro mujeres “habitantes”. Todos vivían en el casco urbano, en cuarenta y ocho casas, al no tener ni alquerías ni casas de campo. Había veintinueve pajares, un horno de pan y dos lagares. Y a estos los acompañaban una taberna, una posada y una panadería.
 
Nofuentes contaba con dos hospitales en ese 1752. Uno, de una cama, dedicado a sacerdotes y estudiantes en tránsito y a pobres. El otro hospital era para los pobres del pueblo y transeúntes y tenía dos camas. Estaba a cargo de la iglesia parroquial con una renta. El concejo y los vecinos completaban lo que faltase para el alimento en los dos hospitales. Juan Díaz tenía un puesto de buhonero, había un cirujano llamado Manuel de Comazar (¿?), Francisco Isidro de Comazar era Sangrador, Manuel Gómez Varona y Antonio Ruiz Capillas fueron escribanos y notarios en este pueblo, José Alonso de Nela era arriero, Francisco Gómez fue trajinero, Juan Díaz Gravilla era sastre, Vicente López era herrero y el resto de los vecinos tenían la agricultura como actividad principal… o única. Salvo los dos pobres de solemnidad que mendigaban: José Vadillo y Ángela López.

 
Mención aparte merecen los tres clérigos José Canuto, Fermín Cadiñanos y Nicolás de Rebolleda. Y el convento de Santa Clara, vamos, de clarisas. En el mismo vivían dieciocho monjas y dos padres franciscanos.
 
El diccionario de Sebastián Miñano, publicado durante la década ominosa (1825), nos cuenta que hay 154 habitantes. Nos puntualiza que estaba en la carretera entre Santoña y Burgos. Es decir, era importante estar encima de una vía de comunicación.

 
Contaba con 131 habitantes en el año 1848, como atestigua Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico. Nos recuerda que tenía 44 casas, inclusa la consistorial de la merindad; una fuente de buenas aguas dentro del pueblo; iglesia de San Pedro Apóstol servida por un cura párroco y un sacristán. ¿El terreno? De buena calidad. En esas fechas de mediados del siglo XIX se cultivaba trigo, cebada, legumbres y frutas. Tenían ganado lanar churro y pesca de truchas y barbos. Disponían de algún molino harinero.
 
En 1863 ese cura párroco era Baltasar García de 51 años que, además de cuidar las 296 almas de Nofuentes, era el arcipreste del arciprestazgo de Cuesta Úrria. La circunstancia de ser la capital de la merindad nos permite obtener una información jugosa. En 1879 toda la merindad de Cuesta Úrria tenía 2.475 habitantes. En Nofuentes había una escuela cuyo profesor era Agustín Robador Santa María. Guillermo Hierro construía carros; Lorenzo Ruiz Capillas era farmacéutico; Toribio Pereda Cámara y Pedro Rueda Corral eran médicos en el lugar; Pedro Pablo Ruiz Capillas era el notario; y Clemente Zamora Cereceda era el veterinario. Por supuesto trabajarían en toda la merindad y cercanías.

 
El Anuario Riera nos describe cómo era Nofuentes en 1885. Escriben que tenía unos 280 habitantes con una escuela incompleta para niños de ambos sexos. “Ninguna importancia encierran los edificios que la forman”. En fin.
 
Toda la información siguió igual hasta el año 1885. Puede que alguno de nuestros lectores de Nofuentes reconozca alguno de los nombres que presentaremos. Ese año el alcalde fue Castro Ruiz de Salar; el secretario municipal, Manuel Fontecha; el juez municipal, José Celada; el fiscal, Lorenzo Ruiz; y el secretario judicial, Pedro Ruiz. Descubrimos al estanquero Vicente Alonso y leeremos que ya no está el médico Pedro Rueda Corral. El nuevo notario es Secundino Izarra. Al veterinario Clemente le había salido competencia: Marcos Ortiz. Por último, Isidro Bárcena tenía un negocio de vinos. ¡Y cambia el profesor! Ahora tendremos a Primitivo del Hierro en esa tarea.

 
En 1888 el alcalde será Ignacio Ezquerra con un secretario municipal llamado Juan Ruiz Trechuelo. Otros cargos que cambiaron fueron el juez municipal -Prudencio Rebolledo- y el fiscal -Félix Ortiz-. Nos dan el nombre del párroco, Juan Zatón. Había un par de herreros llamados Florentino y Silvestre Herrán. Quizá hermanos que compartían negocio.
 
Ya sé que llegamos algo tarde para participar en el evento, pero en 1892 “a voluntad de su dueño y en público remate ante el Notario de Nofuentes D. Julián Pindado se sacará á venta el día 28 de febrero del corriente año y hora de las doce de su mañana una casa- mesón con todas sus dependencias, sita en la calle Real y plaza de la villa de Trespaderne, que fué de sus propios, y mide unos 500 metros de área ó superficie. El que quiera saber pormenores de la venta puede enterarse de dicho Notario, y en esta ciudad en San Lorenzo, núm. 34, casa de Fernández”.

 
En 1894 este pueblo cerealista tenía como alcalde a Lino López; Gregorio Alonso Moral era el juez municipal; Blas del Hierro González, fiscal; secretario judicial, Pedro Ruiz Capillas; y párroco, Ramón Rodríguez. Solo nos consta un herrero, silvestre, lo que apoya la idea de que Florentino y Silvestre eran familiares. El nuevo notario era Julián Pintado Hernández. Había una tienda de tejidos a cargo de Andrés González y, de los animales, ahora se encargaba Lucas Pinedo Lafuente. Manuel Castresana gestionaba el molino harinero. Algunas de las fuentes consultadas nos indican la presencia de otros herreros llamados Juan rosales y Tomás Zorrilla. En este año ya estaban abiertos los locales de vinos y licores de Gregorio Alonso Moral y Nicolás Alonso Ruiz. Y los zapateros Fernando Dioniso Roldan y Felipe Martínez. Entendamos que estos negocios se veían ayudados por la carretera y por ser Nofuentes la capital de la merindad de Cuesta Úrria.
 
En 1898, este pueblo de 343 habitantes, tenía como alcalde a Vicente Alonso; como secretario a Manuel Fonseca; el juez era José García Zamora; el fiscal parece ser el antiguo juez municipal Gregorio Alonso; su secretario fue Prudencio del Moral; y el cura seguía siendo Ramón (Sainz) Rodríguez. El profesor fue Dámaso Ahedillo. Ya constan tres establecimientos de comestibles: el de Gregorio Alonso, el de Isidro Barcena y el de Víctor Diez. Avelino Ruiz Tapillar era el farmacéutico; y Benito Gómez era el herrero. Toribio Pereda Cámara seguía siendo médico, pero se reparte los enfermos con Teobaldo Busto, que no aparece en 1899. El notario era Gonzalo Gil y el practicante Ángel González Robredo. Las dos tiendas de tejidos que refieren son las de Julián Alonso y Fulgencio Lavín. Para 1899 había dos nuevas tiendas de comestibles: la de Simón López y la de Félix Ortiz. Un herrero más, llamado Juan Rosales, y dos zapateros que respondían a los nombres de Felipe Martínez y Fernando Roldán.

 
José García Zamora pasará de juez a alcalde en 1900 y el cargo libre lo ocupó Avelino Ruiz Capillas, que también era el farmacéutico, y que tenía unos apellidos conocidos en Nofuentes. De hecho, la farmacia llevaba años abierta porque previamente la llevó su padre Lorenzo y, tras su fallecimiento, fue llevada como “Viuda e hijos de Lorenzo”.
 
Nofuentes tenía 350 habitantes en 1906. Su alcalde era Mateo Landeras Bañales, el juez municipal era Gregorio Alonso Moral, el fiscal Domingo Ortiz Moruelos… y el cartero -sí, el cartero- era Víctor Diez. Tenemos un barbero, que daría servicio a las pequeñas poblaciones cercanas (Alejandro Carrillo), un carnicero (Victoriano González) y un carpintero (Luis del Campo). Los principales agricultores eran Zacarías Alonso, Lorenzo López y Lino Ruiz López. Los establecimientos de venta de alimentación, incluida la carnicería, ascendían a seis con nuevos nombres como Juan Hierro González, Simón López y Félix Ortiz. El notario fue Francisco Rodríguez. El cartero, Víctor Diez, tenía una posada y un mesón. Sé que resulta pesada esta concatenación de nombres, pero, y me ha ocurrido, algunos lectores llegan a reconocer a algún antepasado. Por ello, les cuento que hubo un sastre llamado Miguel González Moral y una expendeduría de tabaco de manos de Félix Ortiz Comenzana.

 
Julián Ortiz Ortiz dirigía el municipio en 1908 mientras que Mateo Landeras era en juez municipal. Para los que hablan, con razón, de la vergüenza de las “puertas giratorias” en la política deben entender que, en aquellos tiempos, afectaban en el reparto de cargos públicos tanto el caciquismo como la falta de personas con suficiente instrucción para ejercer esos puestos. Por eso mismo el fiscal ese año es Gregorio Alonso Moral que ya había sido el juez. El nuevo maestro fue Eladio Fernández y Fernández. Los hombres se debieron volver más coquetos en Nofuentes porque tendremos un barbero más, llamado Damián González Vadillo. Ejerciendo como notario tenemos a Carmelo Garriga Aznar. En las tiendas de tejidos, que no ropa ya confeccionada, tenemos a Manuela Abascal, Julián Alonso y Antonio García López. Nos encontramos con un tercer zapatero: Félix Fernández Diego. Por lo menos Ramón seguía siendo el párroco y Lucas era el veterinario. Y Sor María del rosario era la abadesa de las Clarisas.
 
Las ferias de ganado se celebraban en Nofuentes los días 25 y 26 de octubre y 24 y 25 de noviembre. Sin contar con la que se producía entre el 29 y el 30 de junio. En 1911 el alcalde fue Victoriano González Vadillo; el secretario municipal se llamó Julio Fernández Arimiego; el juez Lucas Fernández Comenzana; el fiscal Víctor Diez Vivanco; el secretario del juzgado se llamó José García Zamora; y la profesora -¡profesora!- fue Polonia Blanco Luvona. También teníamos tres carpinterías, o tres carpinteros. Estos señores se llamaban Luis del Campo, Vicente Mardones y Baltasar Mendieta. Tendremos un segundo restaurante dirigido por Félix Ortiz. El practicante era Rústico Pérez (no hagamos chistes) y, finalmente, el veterinario será Javier Peña.

 
Vemos que la población de Nofuentes llegará a unas 350 personas hacia 1900. En 1950, eran 359 residentes de hecho. Fruto de la compensación entre la emigración a las grandes ciudades, la guerra y el movimiento entre los pueblos en busca de mejores condiciones de vida. Se repartían entre 77 viviendas. Ni su ubicación ni el hecho de ser la capitalidad de la Merindad de Cuesta Urria ha impedido la pérdida de población por, principalmente, la búsqueda de oportunidades en otros lugares. Para el año 2023 había censadas 96 personas.
 
El término de Nofuentes cuenta con los despoblados de San Juan que era la iglesia del otro barrio, San Salvador, Santa Lucía, Villacastro, Villasante, Solas, la ermita de Nuestra Señora del Espadañal y el convento de Santa María de Rivas.

 
La iglesia, que como hemos dicho está dedicada a San Pedro y San Pablo, es barroca, de tres naves y cúpula con columnas cuadradas y arcos de piedra y bóvedas de yeso moldurado. Su ábside es rectangular y la portada, adintelada, es clasicista con pilastrones. Enfrente tiene otra portada, cegada, de medio punto con ménsulas. Y la torre es cuadrada, de tres cuerpos, rematada en una especie de cupulita para la campana del reloj, con cinco huecos, dos campanas y dos campanillos. La pila, de aspecto románico, es lisa con una cruz incisa (hecha posteriormente) y pie cónico. El retablo mayor es neoclásico, asemejando mármoles. En otro retablo de estilo rococó con columnas estriadas hay una buena Santa Ana triple del siglo XIV. Hay también una Virgen gótica, flamenca, con Niño; y un santo obispo, gótico. Los libros parroquiales comienzan en el año 1494, los más antiguos de la diócesis.
 
Paseando por las calles de Nofuentes encontramos algún escudo de armas. En una casona cerca de la iglesia veremos un casco con bellos penachos, acompañado por cuatro cabezas humanas. Completan el adorno una cartela de rollos, lambrequines, cascabeles y dos cabezas de león, una a cada lado de la punta. Su campo es cuartelado:
 
  • Una cadena puesta en banda y sobre ella dos perros pasantes, el de la parte superior mirando a la diestra y el de la inferior, invertido, y mirando a la siniestra. En jefe tres cruces puestas en faja: Armas de Cadiñanos.
  • Una barra. A su diestra, cinco estrellas de ocho puntas, puestas una en el cantón diestro y las cuatro restantes en posición de barra. A su siniestra cinco flores, puestas, una, dos y dos.
  • Un árbol con un perro pasante a su tronco, cebado y contornado, y en la punta un grifo, contornado.
  • Una barra engolada en boca de dragones acompañada de tres estrellas de ocho puntas, a cada lado.
  • En la bordura general una cadena.

Francisco Oñate Gómez, dentro de las limitaciones de su obra, cuenta que consta en el testamento de Carlos Fernández de Cadiñanos que el doctor Lucas Fernández de Cadiñanos, canónigo de la Metropolitana Iglesia de la ciudad de Burgos, fundó un mayorazgo en fecha indeterminada. El beneficiado fue Lucas Antonio Fernández Cadiñanos posible sobrino del canónigo. Este Lucas casó con Antonia Vélez Angulo y fue padre de Carlos, Bernarda, Margarita, Manuela y de Tomás.
 
Carlos Fernández de Cadiñanos se casó con Vicencia Núñez de la Cantera, de Moneo. De este matrimonio nacieron Vicencia Antonia; Carlos Miguel, bautizado el 17 de febrero de 1702; Ventura Manuel, que fue beneficiado en Barruelo; Ángela Micaela; Juana; José Canuto, beneficiado en Nofuentes; Salvador; Clemente Andrés, nacido en 23 de noviembre de 1718; Matías; Aniceto Antonio, nacido el 18 de abril de 1722; y Francisco Julián.
 
Clemente Andrés Fernández de Cadiñanos casó con Manuela Sáez de Espiga y fueron padres de Dionisio (cura beneficiado de Mijangos) y de Manuela. Aniceto Antonio Fernández de Cadiñanos, el que aparece en el catastro del Marqués de la Ensenada, en su matrimonio con Josefa Fernández Villarán tuvo los siguientes hijos: Nicolás (nacido el 3 de septiembre de 1748) Paula Juana, Isidra, Ulpiana, Miguel, María Josefa y Martina. Este matrimonio fue vecino de Mijangos.

 
Carlos Miguel Fernández de Cadiñanos sucesor en el mayorazgo, casó con Clara Ordoño Rosales. De este matrimonio nacieron Francisca e Isabel Antonia, que murieron niñas, y Manuela Antonia, nacida el 24 de diciembre de 1738.
 
Manuela Antonia Fernández de Cadiñanos casó con Juan López del Campo. De este matrimonio nacieron Luis, Agustina Josefa y Justa Rufina. Luis López del Campo y Fernández de Cadiñanos casó con María de la Calleja. De esta unión nacieron Ciriaco, Isabel Cecilia, Luis, Manuela Justa, Eusebio y Pascual (el 17 de mayo de 1800).
 
Pascual López del Campo y de la Calleja casó dos veces. Su primera esposa fue Policarpa Fernández de Villarán. De esta unión nacieron Lino (23 de septiembre de 1825) y Eustaquio. De su segundo matrimonio con María López de Castro, hija de Pablo López de Castro y de Apolonia de Celada, vecinos de Mijangos, nacieron, Francisco, Leonardo Zacarías, Fulgencio y Luis.
 
Lino López del Campo y Fernández de Villarán casó con Casilda García y fueron padres de Paula, nacida el 15 de enero de 1856, con la que Francisco Oñate finalizaba la genealogía de esta casa.

 
Hay otro escudo, similar a uno de Cebolleros, cuyas armas son un árbol y a su tronco un lobo o perro, pasante y contornado: ¿Armas de Pereda? Y trece estrellas de ocho puntas puestas en tres palos y una en punta que son las Armas de Salazar.
 
Comentaremos, para terminar, un escudo colocado en un dintel en el que se observan las armas de la familia Salazar y las posibles armas de Pereda junto a tres flores de lis que se reparten un cuartel con una torre similar a las armas de Castilla. Resulta llamativo el cuartel inferior derecho donde parece verse una mano de cinco dedos que sale de una manga corta o un sauce llorón con las raíces al aire. O cualquier cosa.
  

Si recorren Nofuentes encontrarán una ventana con varios escudos de armas, pero procede de otra población.


 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las Merindades de Burgos: un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“El arte mudéjar en Burgos y su provincia”. María Luisa Concejo Díez.
“Caminos burgaleses: Los caminos del norte (siglos XV y XVI)”. Salvador Domingo Mena.
Estadística del Arzobispado de Burgos.
Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. Pascual Madoz.
“Diccionario Geográfico. Estadístico, Histórico, Biográfico, Postal, Municipal, Militar, Marítimo y Eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar”. Pablo Riera y Sans.
“Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián Miñano.
“Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Indicador general de la industria y el comercio de la provincia de Burgos”. Marciano Velasco.
Becerro de Behetrías.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
Instituto Nacional de estadística de España.
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V. Partido judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
“Las siete merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas Magro.
Boletín Oficial de la Provincia de Burgos.
Fototeca Digital de España.
Google (Street View).