El segundo, segundo.
Y en esta segunda parte nos referiremos al
palacio fetén, al palacio más palacio. Al que todos pensamos cuando hablamos de
Cadiñanos y sus ruinas. Con ustedes el Palacio renacentista conocido como “la
Casa solariega de las Torres”. Evidentemente, la segunda mansión que los Medina
Rosales construyen en Cadiñanos. La más cercana al río Jerea. Sus dimensiones
lo hacen resaltar desde la lejanía. ¡Y eso que son solo ruinas mermadas!
Situación en 2013 |
Ante nosotros, en el centro de Cadiñanos,
tenemos una fusión entre la tradición constructiva utilizada en las casas solariegas,
las torres como emblema de poder clásico en Las Merindades y un diseño estético
renacentistas. Los muros del palacio tienen la misma factura que los
desarrollados en otras construcciones de piedra de Las Merindades y cercanías. Mostrando
que los maestros de obra emplearon cuadrillas del entorno para hacer los muros.
Otra cosa fueron los trabajos decorativos y el proyecto donde se ve la mano
foránea.
Las ruinas lloran porque fueron una de las mejores
construcciones civiles de Las Merindades. Su ruina debió acelerarse en el siglo
XIX por la caída del antiguo régimen y las guerras que barrieron Las
Merindades. El descuido obligado llevó lo llevó a ser cantera para las casas
del pueblo. Una pena para un proyecto diseñado por un arquitecto, muestra de la
evolución entre la arquitectura popular y la arquitectura noble, el paso de la
artesanía a la profesionalización.
Camón Aznar (La Arquitectura Plateresca.
C.S.I.C. Madrid, 1945) ya hace referencia a esta palaciega edificación, aunque
su descripción sobre la misma es escueta y no nos da los datos suficientes para
poder adjudicarla el valor que creo que merece: “En Cadiñanos –Burgos– se conservan restos de un palacio renacentista
de gran monumentalidad. La puerta es de medio punto, con grutescos en la
arquivolta y medallones muy finos en las enjutas, entre columnas pareadas. En
la torre y en el cuerpo superior, ventanas rectangulares con guarnición
renaciente”.
Uno de los grandes cronistas de Las
Merindades, Julián García Sainz de Baranda, se refiere al palacio de la
siguiente manera: “(...) a Cadiñanos,
cuya monumental casa torre nos guía hacia su caserío (…)”. Parco. Inocencio
Cadiñanos Bardeci también hace breves referencias una de las cuales,
increíblemente, es equivocada: dice que solo tiene tres torres. Si indica que
el palacio se planificó para ser mayor dadas las pistas que dejan las adarejas
(Cada uno de los dentellones que se forman en la interrupción lateral de un muro
para su trabazón al proseguirlo).
Tenemos –teníamos- una construcción de forma
cuadrada con un gran patio en el centro y cuatro torres, una en cada esquina. Plantilla
común en la época y de clara influencia italiana. Son restos de gran
monumentalidad. La puerta es de medio punto, con grutescos en las arquivoltas y
medallones muy finos en las enjutas, entre columnas pareadas. En la torre y en
el cuerpo superior, ventanas rectangulares con guarnición renaciente.
Vista aérea de ambos palacios. Del segundo se intuye su desaparecida planta cuadrada y la traza de sus torres. |
El caserón tenía planta cuadrada de 29 por 29
metro y las torres, situadas en sus ángulos, una altura de 14 metros. Cuadrada y con cuatro plantas de altura, las torres estaban unidas entre sí por cuerpos
del edificio de tres plantas de altura. Torres que flanquean los extremos y que
contribuyen a dar ligereza y romper con la horizontalidad. Las cubiertas eran
de teja con tapas, a dos aguas, y, en las torres, a cuatro aguas.
Este patio quedaría formado por cuatro alas
que albergarían las zonas residenciales y cerrarían el conjunto. Las huellas
marcadas en el interior de la fachada sur nos remiten a la existencia de un
segundo piso, cuyo tejado quedaría dispuesto a una sola vertiente en agua cuya
inclinación va hacia el patio.
La planta, cuyas dimensiones hemos indicado,
responde a una simetría perfectamente organizada por los cuatro muros que
componen el edificio y las torres. Esta búsqueda de la simetría nos habla de un
Renacimiento pleno, marcado por el peso de las teorías constructivas y los
tratados que se formulan en esta época. Se pueden apreciar ornamentos
renacentistas que decoran su fachada y enmarcan los vanos. Cuando lo visiten
notarán un gran escudo insertado en la esquina del edificio.
Los paños de la fachada se han levantado con
mampuestos y en las esquinas, se han colocado sillares. En los vanos, se han
insertado relieves y elementos decorativos arquitectónicos platerescos, cuyas
tallas se realizaban en los talleres y colocaban posteriormente en la
edificación, cómo en el otro palacio. En la parte superior, el remate final de
la fachada está formado por una cornisa corrida de piedra.
Se construyeron, primero, las torres y,
después, los cuerpos intermedios entre ellas. La utilización de torres
defensivas y la unión de estas con un cuerpo edificado parece ser una costumbre
en Las Merindades, como vemos en las torres de los Velasco de Medina de Pomar, o la casa Carrillo del Hoyo de Espinosa de los Monteros; en
este caso, con cuatro torres, una en cada ángulo.
Cuando lleguen a Cadiñanos les recomiendo que
se fijen primero en la entrada principal al edificio. Está retranqueada
respecto al resto de la fachada, entre una torre desaparecida y la que está
mejor conservada. A duras penas se mantiene la parte baja de este muro,
alcanzando su mayor altura en la zona de acceso y junto a la torre conservada.
Pero los restos nos permiten dilucidar la rica decoración renacentista de la
entrada. Básicamente es un arco de medio punto apoyado sobre jambas y las enjutas
albergan una profusa decoración.
El conjunto está enmarcado por dos columnas
levantadas sobre plintos que sustentan el entablamento. El fuste de las mismas
está dividido en tres partes: El tercio inferior nos muestra una decoración a
candelieri en el que los motivos de festones, guirnaldas, escudos de armas,
etc., son comunes al modo de la época. A continuación se prosigue con
acanaladuras en sentido convexo –medias cañas– que dan paso a otras en sentido
cóncavo.
Esta solución, muy renacentista, es corriente
en la arquitectura española a partir de la década de 1520, observándose primero
en los retablos y luego en la arquitectura. Los capiteles se componen por
soluciones zoomórficas y vegetales. La decoración que apreciamos en las enjutas
del vano de entrada presenta dos medallones que albergan sendos bustos
dirigiendo su mirada hacia la entrada. El busto de la izquierda representa un
varón con un libro entre sus manos, mientras que el de la derecha muestra una
figura femenina.
El resto del espacio es llenado por figuras
zoomórficas que se van adaptando a la forma semicircular del arco cuya clave
quedaba decorada por lo que suponemos sería una cabeza fantástica, muy
sobresaliente de la composición, que hoy está perdida. Esta solución decorativa
es exactamente igual a la que se nos presenta en las enjutas de la Casa Miranda
de Burgos, obra de mediados del siglo XVI, si bien es cierto que en el ejemplo
que nos ocupa la decoración es más abigarrada y presenta un mayor volumen en el
relieve.
La torre mejor conservada es
la que se ubica en el lado izquierdo de la fachada que mantiene sus cuatro
lienzos y la techumbre. Mirando a la entrada principal se encuentra el bien
conservado escudo de la familia Medina Rosales. Respecto a este escudo, hemos
encontrado información que lo describe de la siguiente manera: “Fuimos a reconoçer dicha casa la qual vimos
y haze frente a la yglesia parroquial la cual ençima de la portada tiene un
escudo de armas que se compone de una çelada con plumaje ençima del y al lado
derecho un árbol y un lobo al pareçer en el escaque superior y en el inferior
çinco vandas y al lado hizquierdo contiene quatro flores de lis y quatro rosas
y entrando en la yglesia parrochial vimos al lado del evangelio un entierro muy
sumptuoso embeuido en una pared en un nicho oualado, de piedra blanca con dos
escudos de armas que parecen los mesmos que hemos reconocido en dicha casa y
así por ellas como por ella se conoze la antigüedad y lustre desta familia”.
Escudo de la torre en un juego de luces y sombras que resalta el trabajo del escultor. Vemos, también, la línea del tejado del cuerpo central |
Cadiñanos Bardeci afirma en su obra “El Valle
de Tobalina” que esa descripción es un error de escribano. Pero, probablemente,
la descripción no detalla el escudo de la torre sino el que estuvo sobre la
puesta de entrada principal y que es similar a los situados en la tumba de la iglesia.
Con toda seguridad se encargó, y colocó, después de finalizar el palacio porque
la disposición de las armas relega el apellido Medina Rosales. Esto delata que
el palacio recayó en uno de los miembros femeninos de la familia que tras su
matrimonio desplazó sus apellidos en favor de los de su esposo.
Situación de la entrada principal en 2013 cuando estaba oculta tras una caseta de feria. Hoy está libre pero a causa del vallado del palacio por la grave amenaza de derrumbe. |
El escudo de la familia Medina Rosales –el de
la torre- aparece hacia la mitad pendiendo de su ángulo. Heráldicamente es igual
al de la antigua casa de la familia. Nos informa que la familia no poseía título
nobiliario porque no hay coronas, como normalmente se viene haciendo en la
heráldica. Confirmación de que ambas familias eran hidalgas. Este escudo habría
sido realizado al mismo tiempo que el resto de las obras arquitectónicas, pues
su tipología entra dentro de las normas estéticas que priman en la heráldica
del siglo XVI. Lo que ven es un cuerpo del escudo en alto relieve, casi exento,
de pergamino con elementos vegetales carnosos y dispuestos simétricamente,
rematado por un yelmo con copete de plumas.
Sobre esta torre resaltaremos la abertura de
vanos y su decoración. Su ejecución y temática nos ayudan para adjudicar la
obra a un artífice o taller. El cuerpo bajo de esta torre presenta el clásico vano
simple. El que se abre en el piso superior ya es otra cosa, tanto por su
resolución como por los elementos que lo componen. Los sillares que enmarcan
este vano –como en el resto de las ventanas decoradas que aparecen en las
fachadas–están perfectamente cortados a escuadra y la piedra es diferente al resto
de la edificación, de mejor calidad y factura. Los elementos que los componen
responden a una simetría absoluta.
El vano se soluciona con un arco de medio
punto enmarcado por molduras, que de forma progresiva van buscando las columnas
que lo albergan y cuyo fuste queda decorado en su tercio bajo por unas
guirnaldas de tela, enganchada en anillas sobre fondo liso, para luego dar paso
a los dos tercios superiores que se unifican por las típicas acanaladuras
talladas en grandes planos cóncavos. Los capiteles se solucionan por medio de
una moldura que diferencia sus elementos componentes sin decoración alguna u
orden aparente –pudiendo responder a un orden toscano muy estilizado–
sosteniendo un ligero entablamento. Toda la columna queda apoyada sobre pequeños
plintos de sección cuadrada, cuyas caras se molduran, y unos mensulones en
volutas de gran plasticidad que dan la sensación de sustentar el conjunto,
siendo estos últimos de igual resolución a los empleados en el remate de la
fachada de la Casa de Iñigo Angulo en Burgos.
El conjunto se remata con un ático que se
apoya sobre el pequeño entablamento y que está compuesto por diferentes
elementos decorativos. Sobre las columnas encontramos dos figuras masculinas
recostadas en una fuerte torsión. Sujetan en sus manos unas cartelas sin
inscripción alguna. En el centro se alberga otra cartela lisa rematada en
volutas coronada por un tondo en cuyo interior encontramos un busto femenino,
mostrado por unos tenantes de marcada anatomía que dan la espalda al espectador.
Esta rica solución decorativa se repetirá con variantes en otros dos vanos de
la fachada sur.
El relieve de la parte inferior se compone
simétricamente con dos figuras de cuerpo humano y cabeza de animal fantástico
cuyas extremidades terminan en motivos vegetales, al más puro formato candelieri,
enredadas en unas telas.
Segunda Ventana decorada de la fachada oeste |
El ático de esta cara de la torre superviviente
se remata con la abertura de dos vanos cuadrados adintelados, cuyos laterales
se solucionan con pilastras idénticas en concepción a las anteriores y un
alféizar sostenido por dos mensulones similares a los que sustentan el conjunto
del vano abierto en el primer piso. La parte superior de estos vanos se integra
en el entablamento ingletado que forma la cornisa para rematar el edificio, con
un arquitrabe liso y un alero poco saledizo y moldurado. Por cierto,
terminación bastante atípica. Esta terminación, al igual que los vanos del
ático, se prolonga en el resto de las fachadas existentes, dando así un remate
uniforme al conjunto.
En el lado sur de esta torre y formando parte
de la siguiente fachada, hay también varias ventanas, vanos, diferentes a los
de la otra cara.
Olvidémonos de la zona baja salvo por el alféizar que presenta, su desplazamiento y las huellas del anclaje de la reja que existió. La ventana que se abre en el primer piso está formada por un arco de medio punto con sus impostas marcadas por molduras y una rosca decorada en su parte exterior con molduras de medias cañas y en ángulo que retranquean hacia dentro de forma sucesiva el total del arco. Todo queda enmarcado en una caja rectangular sustentada por una ménsula. La cual descansa en una venera transformada en sus extremos en cuernos de la abundancia. Por cierto, lo mismo que en la ventana superior. Añadimos que un vano idéntico nos encontramos en la otra torre.
Zona baja de la torre en su vertiente sur |
Olvidémonos de la zona baja salvo por el alféizar que presenta, su desplazamiento y las huellas del anclaje de la reja que existió. La ventana que se abre en el primer piso está formada por un arco de medio punto con sus impostas marcadas por molduras y una rosca decorada en su parte exterior con molduras de medias cañas y en ángulo que retranquean hacia dentro de forma sucesiva el total del arco. Todo queda enmarcado en una caja rectangular sustentada por una ménsula. La cual descansa en una venera transformada en sus extremos en cuernos de la abundancia. Por cierto, lo mismo que en la ventana superior. Añadimos que un vano idéntico nos encontramos en la otra torre.
Centrándonos en esa ventana superior, lo
primero que vemos es que la luz del vano es adintelado. Su remate superior se
realiza a modo de ático en el que se recrea una cúpula gallonada rematada por
un ánfora y elevada sobre una superficie a modo de cartela en volutas. Todo
ello es flanqueado por dos medios cilindros con remates en anillas y bola. Este
esquema, su disposición y elementos, quedan repetidos de igual forma en la
torre del lado derecho, encontrándose tan sólo un ligero cambio en la
terminación superior del vano más alto, rematado por balaustres en vez de por
medios cilindros.
Los vanos centrales de esta fachada sur recuerdan
a los observados en la fachada oeste de la torre que se mantiene completa. Es
así tanto por el empleo de las columnas como por el remate con el motivo de
“bichas” y el medallón albergando un busto femenino.
La plasticidad, el volumen y el tratamiento de
las formas son muy inferiores a lo estudiado en los párrafos anteriores. Podríamos,
por ello, pensar que se tratara de un artista o taller diferente, contratado
para ejecutar esta fachada y el resto, mientras que la principal sería obra de
un artista más diestro y reconocido.
Claro que la causa de estas diferencias podría
ser porque las obras se dilataron en el tiempo, originando diversidad de ejecutores
e inclusión de nuevas tendencias decorativas. Es por ello que no debemos
descartar la intervención de otros talleres y artífices. Si fuese así podríamos
especular con la figura de Juan Gil de Hontañón –y Rodrigo, su hermano-, pues
sabemos que por los años en que la Casa Solariega las Torres debió de
ejecutarse el artista trabajó en la zona (Convento de Santa Clara en Briviesca
1525). Llegando incluso imaginar que Juan Gil de Hontañón, Juan de Vallejo y
Juan de Zorrilla se conocieron a principios del siglo XVI, cuando eran
discípulos de Simón de Colonia, quien dominaba el panorama arquitectónico del
momento con un importante taller.
Algunos estudiosos han venido haciendo conjeturas sobre los arquitectos
que pudieran haber trabajado en las obras de realización o proyección del
edificio. Desde las influencias de los Colonia hasta Siloe, pasando por
Vallejo, podemos aludir también a los hermanos Gil de Hontañón, Juan y Rodrigo.
Sabemos que Juan Gil de Hontañón trabajó en las obras del Convento de Santa
Clara en Briviesca hacia el año de 1525. La influencia que este arquitecto
recibió de Simón de Colonia es patente en su obra, mientras que su hermano
Rodrigo se aproxima más a las formas de Siloe y Vandelvira. Determinados
elementos decorativos de los vanos recuerdan a Rodrigo Gil de Hontañón como las
tarjas rematadas en volutas con el cuerpo estriado que presentan las ventanas.
Otros elementos compositivos utilizados por
los hermanos Gil de Hontañón -clara influencia de su padre- son: las pilastras
cajeadas, que también encontramos en nuestro edificio, y las columnas de fuste
ornado con telas recogidas por anillas en su tercio inferior. Rodrigo suele
usar tenantes para mostrar los escudos, lo que refleja sus influencias.
Alfonso Herrán Acebes se inclina por atribuir
la obra al círculo de Juan de Vallejo, sobre todo la fachada oeste, donde se
ubica la entrada principal, la cual pudiera ser obra enteramente suya, mientras
que la fachada sur pudiera haber sido ejecutada por artífices cercanos al
círculo de Juan Gil de Hontañón o discípulos del mismo, aunque pudiera haber
sido también realizada por Hernando de Umencía, Bartolomé de Balsa, Domingo de
Beitia, Pedro de Castañeda, Juan Gutiérrez o Juan de Landera, ayudantes y
oficiales de Juan de Vellejo. ¿Por qué? por la coincidencia de fechas en la
construcción de la Casa Solariega las Torres (entre 1535 y 1545) y por la
realización de otros edificios cercanos de factura similar.
No podemos pasar por alto que el edificio
hubiera sufrido remodelaciones en épocas posteriores a su construcción, todas
ellas dentro del siglo XVI, pero que no afectarían de forma considerable al
proyecto original que planeara su arquitecto y artífice, hoy por hoy
desconocido.
Portillo sur de acceso a los posibles jardines renacentistas que hubieran podido estar en este lado cercano al río Jerea. |
Tras esta digresión sobre los autores del
palacio volvemos a hablar de los elementos decorativos. Para que no se pierdan,
destacamos: los escudos, las cornisas de los muros y los relieves de las
ventanas.
Ya sé que estas descripciones son tediosas
pero… ¡En fin! Vayamos a la otra torre superviviente (¿Hasta cuándo?)
Olvidémonos de las ventanas del último nivel que coinciden con las de la otra
torre. Si nos fijamos en el vano de la parte superior vemos que tiene forma
adintelada y está enmarcado, en su parte superior, por un entablamento partido,
en alto relieve, con escabeles; sobre estos, antorchas; centrado con el
entablamento, un dosel. En los lados, pilastras rectangulares con cajas ciegas
en un relieve medio bajo; en la parte inferior de la ventana, un entablamento sobre
una gran vieira.
La otra ventana decorada de esta torre tiene
un vano en medio punto, enmarcado en un alfiz, con un dintel en su parte
superior; tiene marcadas las líneas de impostas, con jambas lisas y
rectangulares a los lados. Como base, un entablamento sencillo que descansa
sobre una concha; la decoración de las ventanas de esta torre utiliza los
mismos elementos decorativos, en el mismo orden, que la torre noreste.
La decoración de los vanos de las ventanas del
cuerpo intermedio de las torres tenía una decoración prominente con vanos
adintelados, en cuya parte superior había unos entablamentos quebrados con
escabeles muy pronunciados; sobre estos entablamentos, descansaban unos grandes
lebreles -tallados en altorrelieves, afrontados en contraposto- en cuyo centro
había un medallón con marco circular y un posible retrato en su interior; el entablamento
se sujetaba en dos pilastras adosadas con capiteles corintios, fustes
acanalados con un tercio decorado con elementos vegetales (tal como en el
retablo de la iglesia de San Pelayo); estas pilastrillas descansan sobre un
dintel.
Interior de la torre antes de la colocación de la estructura interior metálica |
Con en refuerzo metálico |
A la construcción de la villa renacentista se
le deben incluir los jardines que tenían que acompañar este tipo de palacios
porque la unión de la naturaleza con la arquitectura, que se produce en el río
Jerea y su cascada, era otra característica del estilo renacentista.
No lo duden y acérquense a conocer este
palacio. Una obra de gran interés para el estudio de la arquitectura
quinientista dentro de la provincia de Burgos y, casi, única en Las Merindades.
A pesar de su avanzado deterioro podemos seguir apreciando la magnitud de la
obra.
Bibliografía:
“Las Merindades de Castilla Vieja en la
historia”: “La Fama en el renacimiento Burgalés: la tarea edilicia de la
familia de los Medina-rosales en Cadiñanos” por Félix Palomero Aragón.
“Histéresis y entropía en el patrimonio
histórico-artístico de la iglesia parroquial de San Pelayo de Cadiñanos
(Burgos): el retablo mayor”. Tesis doctoral de don Julio Alejandro Villalmanzo
Santamaría.
“Cadiñanos y los Medina Rosales. La Casa
solariega Las Torres y otras obras de su patronazgo”. Alfonso HERRÁN ACEBES
(Universidad Complutense de Madrid).
Declaración de ruina inminente en calle La
Fuente, 14 de Cadiñanos (Palacio de los Medina-Rosales). Ayuntamiento de
Trespaderne.
Apendice I. Materiales de construcción
Las piedras utilizadas en el trabajo son
calizas, poco compactas, con textura arenisca y los muros están formados por
dos lienzos de piedra aparejados con barro y cal. En los ángulos se utilizan
piedras de mayor consistencia y trabajadas a escuadra. La capa interior
corresponde por su formulación a un Opus Cementicium (que bajo ese nombre
oculta la acumulación de mortero y piedras diversas con apariencia de hormigón)
en el que destaca la mezcla de piedra caliza y cuarzosa, que contribuye a la
consistencia del mismo.
El revestimiento exterior de las fachadas se
realiza de forma más cuidada, respondiendo a la fórmula del Opus Mixtum
Vittatum. En el interior del edificio aún se pueden apreciar pequeños restos
que aluden al recubrimiento de los muros por medio de enlucidos en cal. El
muro, en su parte inferior, tiene mayor sección que en las plantas superiores.
Las paredes del interior estaban rematadas con yeso encalado.
Los suelos de las plantas superiores eran de
baldosa de cerámica; los de la planta inferior eran de empedrados, mientras que
el de la última planta era de tarima. Los techos eran de vigas de madera,
vistas, encajadas en los muros con soportes de machoncillos insertados en el
muro.
Y completamos la entrada con estos planos que nos ha proporcionado Roberto de Trespaderne:
Y completamos la entrada con estos planos que nos ha proporcionado Roberto de Trespaderne:
Hola! Una entrada estupenda y documentada, mil gracias por escribirla. ¿Han empezado ya las obras de consolidación de los restos?. Saludos desde Burgos,
ResponderEliminarPues, no lo sé. Este verano estaba como aparece en las fotos.
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