Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 9 de diciembre de 2018

Un perfecto psicópata.



El protagonista de esta tétrica historia es un perfecto animal, una muestra de que el buenismo es una tontería –nadie es bueno porque nosotros lo deseemos con todo nuestro corazón-, un psicópata y un ladrón. Uno más de los que la historia, grande y pequeña, ha parido. Y este nació y actuó en Las Merindades.

En Villabasil.

El individuo, nacido hacia 1907, era hijo de Miguel Cereceda y Antonia Tobalina y cargó con el nombre de Félix. Sus padres eran humildes labradores, pobres aunque la palabra hoy no sea políticamente correcta. Desde niño se le quedaban las cosas pegadas a los dedos. Todo le venía bien. Y, según algunas fuentes, tenía el apoyo de sus padres.

Villabasil de Losa (Google)

Al crecer, como era de esperar, la cosa no mejoró. En su entorno se le evitaba dado su aspecto vulgar y carácter huraño. Cometía los actos delictivos y le resultaba indiferente adoptar las medidas que cualquier ladrón toma para evitar ser pillado.

Recién estrenada la edad adulta emigrará a la Argentina para ejercer el oficio de carpintero aprendido gracias sus estancias en diversas instituciones penitenciarias. Estuvo allá tres años. El viaje de retorno lo hizo acompañado de un misterioso amigo desconocido, de un aparente cambio de carácter –más sociable- y de una pistola –menos sociable-.

Poco se supo de aquel amigo… y de su mejoría de talante. Los convecinos no se atrevían a denunciarlo. Un día de 1927 Félix entró a robar en casa de la señora Rosario Tobalina Molinuevo, una viuda que había puesto una cantina. Aprovechó que la gente estaba en la cocina jugando. Él entró por la puerta trasera que daba a las cuadras, subió al primer piso y se coló en la habitación de la señora Rosario. Buscó el dinero en los baúles donde la viuda guardaba su ropa. No lo encontró. El tiempo corrió rápido y los jugadores marcharon a sus hogares. Doña Rosario y su sobrina Julia Alonso Puente, con la que convivía, se retiran a dormir en la misma cama. Es aquella bajo la cual está Félix oculto.

Capitán de la Guardia Civil (1922)

Estando ambas acostadas oyen ruidos y murmuran sobre ellos. El ladronzuelo coge su pistola argentina y dispara un tiro que atraviesa la cama sin herir a ninguna. En la confusión generada sale Félix corriendo y escapa por la ventana de la cocina. Cree que le han reconocido y se refugia en el pajar del señor Paredes escondiéndose bajo la hierba allí almacenada.

Un tiro y un hombre peligroso con pistola desaparecido llevaba a una fácil conclusión: que Félix había disparado. El vecindario da parte a la Guardia Civil de Quincoces de Yuso que inspecciona el pueblo. Dentro no hay nadie. ¿En los alrededores? ¿En el pajar de Paredes? Los vecinos están armados con bieldas –herramientas para cargar la paja- y las armas de fuego de los somatenes y la Guardia Civil.

Cuando introdujeron las bieldas en los montones de paja pincharon a Félix. Atado de pies y manos le encerraron en la Casa de Concejo vigilado por los somatenes y vecinos que se hacían relevos para custodiarle. La benemérita lo transportaría al día siguiente a Burgos. Durante la noche el preso pidió que le dejaran salir a hacer sus necesidades fisiológicas y… ¡le dejaron! Evidentemente en la nevada noche se fugó. No hizo falta mucho para pillarlo. Solo seguir las huellas que dejaba en la nieve. La prensa se debió hacer caso de este incidente y nos encontramos un breve donde nos informa que la vista oral se produjo el 29 de agosto de 1927 en Villarcayo por los cargos de disparo, lesiones y tenencia de armas.

La sentencia era conocida el día 2 de septiembre de ese año:

Diario de Burgos (02/09/1927)


El hecho es que fue trasladado lejos. Villabasil en paz. Hasta que el pieza volvió. Al parecer sus antecedentes habían aumentado al estar cumpliendo condena de 12 años por intento de homicidio en el reformatorio de Alcalá de Henares, según contaba el periódico “La Región”. En este caso habría llegado al pueblo con libertad provisional, o algo así. Según el periódico “La Nación” acababa de salir de cumplir condena por asesinato frustrado. Les recuerdo que la disparidad en la noticia era muy común.

Una de las cosas que consiguió Félix al volver en mayo de 1933 fue que le rebautizaran como Felix "el Preso". Contaba el señor Vicente al periódico “Crónica de Las Merindades” que su abuelo, también llamado Vicente, solía ofrecer trabajo a Félix en su carpintería. Quizá pensaba que así se reformaría. ¡Quiá!

La ocasión se presentará el día que Vicente, el abuelo, marchó a Quincoces a por madera y a por dinero de su cuenta en el Banco de Bilbao. Cuando volvió Félix no le quitó el ojo de encima hasta que descubrió el lugar donde ocultaba el efectivo.

Al día siguiente, entendemos que el 25 de marzo de 1933, Félix se fue al campo a trabajar al no haberlo en la carpintería. A media mañana puso sus bueyes a la sombra para que descansaran, mientras, él, fue al pueblo a hacer el otro “trabajillo”. Entró en la casa del señor Vicente y saqueó el escondrijo. Pero saltó por la ventana equivocada ya que lo vio la señora Paula Díaz Robredo de 25 años (otras fuentes, más probables, dicen 45 años) desde su casa que estaba situada enfrente de la del carpintero. Ella voceó amonestándolo.

Guardia Civil (1931-1936)

Félix fue corriendo a su casa, cogió el mayor cuchillo que tenía y volvió hacia la casa de la señora Paula. Había que hacer algo al testigo. La encontró pelando patatas. Le asestó 17 puñaladas por la espalda. Pero bajando las escaleras para escapar se da de bruces con Jesusito, el hijo de cuatro años de la asesinada, que venía de la escuela. Le agarra y le degüella dejándole la cabeza colgando.

Coloca el cadáver del niño en la escalera y se vuelve a su finca para terminar el trabajo con los bueyes y despistar a los vecinos. La tragedia se reabrirá cuando el señor Constantino Llarena Ortega de 55 años, marido de Paula y padre del niño, entre en el zaguán de su casa y note que no hay normalidad. Distinguió manchas de sangre. Llamó a su esposa y al no escuchar respuesta subió a la cocina. A sus gritos de auxilio acudió el señor Paredes.

El pueblo estaba espantado. Incluso lo aparentaba Félix. Para dar parte en el cuartelillo de Quincoces de Yuso se organizaron unos voluntarios entre los que estaba Félix. Contaba el nieto de Silverio Relloso -uno de los otros dos vecinos que salieron a dar aviso-, llamado José Luis, que Félix les decía que tenía miedo a los que habían cometido los crímenes porque pudieran salirles al camino.

El médico forense que hizo las autopsias decretó suicidio tras asesinar a su hijo. ¡¡¡Increíble!!! Sí, porque era un ardid. Por la tarde, en el cementerio, mostraron los cadáveres a Félix quien se desmayó. Le detuvieron y, esposado, le llevaron al Juzgado de Villarcayo. Cuenta el nieto del señor Vicente que, para recuperar lo que Félix le robó, le pidió al juez autorización para visitar al preso en el calabozo de Villarcayo. Lo consigue. Félix hace gestos de loco pero al ver a su ocasional patrón se calma y le escucha. "El Preso" le dijo que los había escondido en el Arroyo de La Redondilla en el terrero al lado de un árbol y le indicó la distancia y la profundidad del lugar donde las podía encontrar. ¡Las encontró!

Estas monedas sucias permanecen en la familia del carpintero.

Pasados un par de días es enviado a Burgos donde es juzgado e ingresado en la cárcel de Valladolid (El periódico “La Vanguardia” lo encarceló en Alcalá de Henares). A los dos años de estar en prisión se comenta en todo el Valle de Losa y especialmente en Villabasil que se han fugado 20 presos de dicha cárcel y entre ellos Félix Cereceda, "El Preso de Villabasil"… Otra versión, siguiendo lo que publica el periódico “ABC”, dice que lo internaron en el manicomio de Valladolid y que fue de este lugar de donde se fugó.

ABC (12/06/1935)

¿Dónde fue? Retornó al Valle de Losa. ¿Por qué estaban seguros los vecinos de esto? Se estaban reproduciendo los hurtos como la desaparición de un traje de boda o un reloj de oro. Enseguida, avisaron de Oteo que todas las noches ven fuego en la Peña Lérdano donde luego se supo que dormía porque allí dejó abandonados parte de los objetos que había robado en el pueblo.

Días después, el señor Damián, vecino de Paresotas, le vio coger el tren de La Robla en Siones y se dio aviso al jefe de la estación más próxima donde ya le estaba esperando La Guardia Civil de Villasana de Mena. Era el 11 de junio de 1935. No se resistió a la detención. Terminó en la misma cárcel de la que se fugó: Valladolid. Fiesta en Villabasil. Algunas voces apuntaban que fue fusilado en la cárcel. Tal vez.

Como Dios escribe recto con renglones torcidos en 1954 nos encontramos con un sacerdote llamado Félix Cereceda Tobalina. ¿Buscaría el Señor limpiar un nombre maldito?



Bibliografía:

Periódico “Crónica de Las Merindades”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “Diario de la marina”.
Periódico “La mañana”.
Periódico “La región”.
Periódico “La Nación”.
Periódico “Ahora”.
Periódico “El Sol.”
Periódico “La Vanguardia”.
Dibujos GC de Delfín Manuel Salas Carmena.



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