“Me llamo Zonio y nací en la primavera del año de Nuestro Señor de 774, año 812 de la era hispánica, año 158 de la hégira musulmana, reinando en Asturias el rey Silo. Me bautizaron en la iglesia vieja de San Bartolomé de Aldeacueva, en el valle de Carranza. Vine con mis padres a estas tierras cuando aquí no había sino enemigos y alimañas. Aré los campos, vestí los hábitos, empuñé la espada, luché mucho, perseguí un amor desdichado y repoblé tierras en el nombre de Dios Nuestro Señor. Conocí a Beato de Liébana y viví su guerra con el hereje obispo Elipando. Estuve en la batalla de Lutos y tomé Lisboa con mi rey Alfonso el Casto. Viajé a Córdoba y penetré en el harén del emir. Ví la tumba del apóstol Santiago en Compostela y viajé en embajada al país de Carlomagno. Hice presuras de tierras en Álava y estampé mi nombre en el fuero de Brañosera”.
Este es el hijo del escritor José Javier Esparza con el que nos podemos adentrar en la aventura repobladora de Las Merindades. El protagonista de una novela sobre la epopeya de los pioneros que decidieron cruzar las montañas. El personaje es hijo de Lebato y de Muniadona de Mena lo que me ha empujado a preparar esta entrada en el blog. Es un divertimento en torno al nombre del siempre dudoso Lebato.
Sobre este tipo de novelas no hay nada nuevo. La novela histórica tiene sus defensores y sus detractores (como todo) pero, si está bien escrita, permite conocer periodos de tiempo que, de otra forma, permanecen en la nebulosa del desconocimiento. En la internet (me niego a que sea en mayúsculas y sin artículo) disponemos de blogs que analizan seriamente estas obras. De este estilo les recomiendo “La novela Anti-histórica” de Carlos Rilova Jericó.
Las Merindades no suelen aparecer mucho en las novelas. Por eso, Zonio es uno de los pocos héroes de papel que podemos exhibir. La obra es una recreación de un periodo histórico y, salvo las tradicionales variaciones prodesarrollo de la trama, dibuja, con buena letra, el fin del siglo VIII. En cambio, desdibuja a los personajes que pecan de superficialidad y, quizá, sea parco en pinceladas naturalistas y humanas que potencien el conocimiento de aquellas gentes (vamos, que insista más en la suciedad, los piojos, el hambre y el mal aliento). El protagonista es el cicerone que nos relata los acontecimientos marcado por su buena estrella y por estar, siempre, en el lugar preciso. (Pero no nos importa para los fines educativos de este hijo de “La gran aventura del reino de Asturias”).
Nos contará las razones para saltar al Valle de Mena: Hambre, sobrepoblación, tributación y retirada de los Bereberes. “Ocurrió que en aquel tiempo lejano los moros habían abandonado muchas de sus posiciones al otro lado de las montañas. Al parecer, los mahometanos se habían enemistado entre sí. Apenas si dejaron algunas pequeñas guarniciones bereberes en las aldeas del gran valle. El rey Alfonso, yerno del glorioso Pelayo y depositario de su herencia, vio una oportunidad de oro para limpiar la frontera. Así, columnas de jinetes cristianos empezaron a partir todas las primaveras desde los altos valles del reino para vaciar el paisaje al sur. Mi abuelo nos había contado infinidad de veces, al calor del fuego invernal, aquellas correrías por tierra de nadie. La hueste llegaba a una aldea, aniquilaba a los moros, liberaba a los cristianos y los traía consigo al norte sin dejar tras de sí más que ceniza y desolación”. Describe la creación de una tierra de nadie entre moros y cristianos, aunque hoy sea una teoría en retroceso.
Aparecerán el miedo a ser atacados, los remedios para impedirlo, las pérdidas y el destino de los cautivos, la permeabilidad de la frontera a la que fluían cristianos de Al-Andalus… Veremos armas, batallas y traiciones, vinculaciones territoriales a través de matrimonios y dos posturas políticas: rendición y pacto con los musulmanes o guerra sin cuartel (Bueno, cuartel hubo, y mucho, pero es una frase hecha que todos entendemos lo que quiere decir: sin pactos, aunque los hubo).
Detallará las razones para empezar por Mena:
“El viejo guerrero cogió a su vez el tizón y completó el paisaje: los montes que cerraban el valle por el este y por el sur, el estrecho camino del oeste hacia el monte Cabrio y las ruinas de Area Patriniani… Realmente aquel valle era una fortaleza natural”.
Nos descubrirá Santa María de Mijangos y Tedeja y le restituirá su finalidad militar, aunque pasa junto a Cuevarana y no lo ve:
“Desde Oña atravesamos la garganta hacia el norte buscando el río Trueba. Entramos en el pavoroso desfiladero de La Horadada, donde el Ebro fustiga la piedra con la violencia de su juventud. En un extremo del desfiladero, como colgado de un monte, había un viejo castillo. (…) Nadie había allí, salvo extrañas gentes de aire feroz que habitaban las cuevas naturales;” ¿La Cueva de los Portugueses, tal vez?
Una novela interesante por lo que tiene de arraigo en nuestra tierra y de divulgación de un momento fundacional de Las Merindades y de Castilla.
Sobre el autor:
El periodistas y divulgador José Javier Esparza nació en Valencia en1963. Es columnista en prensa, en géneros dispares como la crónica política, la crítica de televisión o de la cultura. Ha sido redactor jefe de la revista cultural Punto y Coma y director de la revista Hespérides. Dirigió el programa “La estrella polar” en la cadena COPE y esta vinculado a Intereconomia. Ha publicado, entre otras obras y con relación a la historia, los siguientes ensayos y novelas:
“Desde Oña atravesamos la garganta hacia el norte buscando el río Trueba. Entramos en el pavoroso desfiladero de La Horadada, donde el Ebro fustiga la piedra con la violencia de su juventud. En un extremo del desfiladero, como colgado de un monte, había un viejo castillo. (…) Nadie había allí, salvo extrañas gentes de aire feroz que habitaban las cuevas naturales;” ¿La Cueva de los Portugueses, tal vez?
Una novela interesante por lo que tiene de arraigo en nuestra tierra y de divulgación de un momento fundacional de Las Merindades y de Castilla.
Sobre el autor:
El periodistas y divulgador José Javier Esparza nació en Valencia en1963. Es columnista en prensa, en géneros dispares como la crónica política, la crítica de televisión o de la cultura. Ha sido redactor jefe de la revista cultural Punto y Coma y director de la revista Hespérides. Dirigió el programa “La estrella polar” en la cadena COPE y esta vinculado a Intereconomia. Ha publicado, entre otras obras y con relación a la historia, los siguientes ensayos y novelas:
- La gesta española (Áltera, 2008)
- España épica (Áltera, 2009)
- La gran aventura del Reino de Asturias. Así empezó la Reconquista (La Esfera de los Libros, 2009)
- Moros y cristianos. La gran aventura de la España medieval (La Esfera de los Libros, 2011)
- Forjaron España (con Carmelo López-Arias, Ciudadela, Madrid, 2011)
- Héroes españoles de la A a la Z (Ciudadela, Madrid, 2012)
- Santiago y cierra, España. El nacimiento de una nación (La esfera de los Libros, 2013)
- El caballero del jabalí blanco (La Esfera de los Libros, 2012). Novela.
Entrevistado por Europapress Esparza comentaba: "Todos hemos crecido con una idea bastante equivocada de la Reconquista, porque teníamos la extravagante imagen de que había sido una gran campaña política y militar que había durado 800 años. Pero las cosas son mucho más complicadas e interesantes. Realmente, la Reconquista empezó con pequeños grupos de campesinos de Asturias, Cantabria y Vizcaya que, en los últimos años del siglo VIII, decidieron cruzar las montañas y ocupar las tierras vacías del sur que sentían como suyas. Una epopeya que recuerda mucho a la historia de los colonos americanos". (Ese símil lo hemos utilizado los dos)
Eligió el intervalo entre el año 790 y el 802 “al pasar grandes cosas en la Península. En el Monasterio de San Millán de la Cogolla se conserva un pergamino en el que consta por primera vez el nombre de Castilla en un documento de propiedad de tierras de Lebato y Muniadona, un matrimonio que decidió saltar los montes y hacer premura de las tierras del valle de Mena por puro afán de libertad y búsqueda de una vida mejor Lo hicieron solos, sin un ejército, y durante todo ese periodo se sucedieron las expediciones musulmanas de castigo en busca de esclavos y tierras para saquear. Pese a todo, aquella gente permaneció allí. Muy pronto los colonos se extendieron hacia el este, por Valpuesta, y hacia el oeste por Espinosa de los Monteros y, al fin, la montaña de Palencia, y que aquí nació el primer municipio español: Brañosera".
Para el periodista, "contar la Reconquista desde la gente de a pie es un filón narrativo que quizá no hayamos explotado más por una mala digestión de nuestra propia Historia". "La leyenda negra es mentira, y la leyenda rosa, también. Por eso, series históricas como las que están llegando ahora a la televisión española son muy interesantes, a pesar de las críticas historiográficas que se les puedan hacer. Contar la historia de España es una forma de mantener nuestra identidad".
Cumplido.
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