Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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lunes, 17 de marzo de 2014

El Cura de Zangández creyó al refranero cuando dice “Ama de cura, puta segura”

La pasada entrada presentamos el crimen de Zangández, una crónica plagada de celos, lealtades familiares, mentiras y sotanas. Vimos una versión de “El Motín” (1881-1926) que era un semanario satírico, republicano y anticlerical, muy anticlerical. Tal “anticuras” que solía pasarse de frenada…

Caricatura anticlerical durante la tercera carlistada

En las páginas de la edición del 10 de Mayo de 1888 (El Motín nº 19) enlaza una carta al director de “El Norte” de Bilbao para atizar al clero y a los Carlistas de “La Fidelidad Castellana”: 

“Dimos cuenta del asesinato cometido por este cura en la persona de su criada, y de su prisión al huir á Francia. A los pocos días rectificaron varios periódicos la noticia, diciendo que la criada vivía y que se había escapado de casa del cura con unas pesetas. Y aun cuando nos extrañó que el cura hubiera intentado huir por el delito de su criada, rectificamos también, para que nadie dude nunca de nuestra buena fe é imparcialidad.

Que obramos con extremada ligereza, á pesar de nuestra larga práctica en juzgar faltas, delitos y crímenes clericales, lo prueba la siguiente carta publicada en El Norte de Bilbao, primer periódico que habló del asesinato:

Briviesca, 4 de Mayo de 1888.
Sr. Director de El Norte,

Muy señor mío: Me han dicho esta mañana que el periódico La Fidelidad Castellana, de Burgos, ha escrito un artículo, suelto, ó lo que sea—porque, repito, no lo he visto — desmintiendo á su periódico y otros porque noticiaron la muerte violenta del ama del cura de Zangández.

Si su periódico dijo, según me informan, que dicha ama había aparecido muerta debajo de un arcón de cera en la sacristía de la iglesia de aquel pueblo, no estuvo en lo exacto; mas si dijo que la joven Florentina, el ama del cura, ha sido muerta violentamente, estuvo en lo cierto. Este suceso tiene consternada á toda esta comarca.

Lo sucedido en resumen ha sido lo siguiente: Dicha joven, muy agraciada, de 24 años, se hallaba al servicio del cura de Zangández, pueblo limítrofe á este partido, y que pertenece al de Villarcayo. El cura y ella vivían solos en la casa. Esta joven estaba para casarse con uno de Quintanillabón, pueblo de este partido, limítrofe con el otro de Zangández, y de cuyo pueblo de Qaintanillabón era la joven Florentina y su madre, viuda.


Iglesia de Zangández

En Quintanillabón se habían leído ya tres proclamas, mas no así en la otra parroquia de Zangández, donde se hallaba la repetida joven, en la cual el cura no lo hizo. El mismo novio ha dicho al que estas líneas escribe que el cura de Zangández había dicho á otros que no se casaría. Con tales precedentes y otros que omito por no ser largo y no haberlos comprobado, en la noche del 4 al 5 de Abril último, la joven Florentina desapareció. Sobre las ocho de la noche del 4, creo, la vieron alguna ó algunas personas; pero después, viva, ya no se la ha vuelto á ver.

A los pocos días un hermano del cura, labrador y vecino de Fuentebureba (de este partido judicial), vino á dar parte á la Guardia civil de esta villa que la Florentina (sic) se había marchado de casa de su hermano llevándole 3.000 ó 4.000 reales. Es de notar que el pueblo de Zangández pertenece, como queda dicho, al partido de Villarcayo, y que sin embargo de esto, el parte se dio á la guardia de este puesto.

La madre de la joven, á todo esto, no sabía nada. A los seis ú ocho días tuvo noticia casual de que su hija no estaba en casa del cura, y entonces, con el novio, se trasladó desde Quintanillabón á Zangández, donde estuvo con el cura y le preguntó por su hija, contestándole en mala forma — según me dijo el novio — que su hija se había marchado, que él no sabía de ella.

Desde luego el vecindario de Zangández apreció en dicho suceso una cosa muy grave, porque el domingo siguiente á la desaparición no asistió á la misa del cura ni un alma. Así permaneció este suceso, dando lugar á que se hicieran sobre él mil conjeturas. El Juzgado de Villarcayo se constituyó, según me han dicho, en Zangández é instruyó diligencias, pero sin resultado; me han dicho que por la iglesia, no sé si dentro ó fuera, había gotas de sangre raspadas, pero por lo visto se da á este accidente explicación más ó menos admisible.

Entre tanto, pasaban días y se habían hecho correr rumores de que la joven había partido para Buenos Aires á reunirse con otro novio de quien se decía que estaba realmente apasionada. Este Juzgado de Briviesca y la Guardia civil, con un celo que al uno y á la otra les honra, no han perdido la pista de este asunto, á pesar de que los rumores eran bastante insistentes para desviar y desorientar las indagaciones.



El resultado ha sido que, por virtud de reconocimientos practicados, aparte de las ropas que el cura entregó á la madre de la Florentina, la Guardia civil encontró otras en la casa del suegro del hermano del cura. Este hallazgo motivó el que el día 2 del actual, miércoles, detuviera el juez de Briviesca en un parador de la villa al cura que estaba comiendo, y que con él — el cura — se trasladase el Juzgado á Fuentebureba, el pueblo del hermano.

Allí estuvieron trabajando y reconociendo toda la tarde, habiendo hallado en una tierra del hermano del cura, debajo de un muladar, indicios ó pruebas de haber habido allí cavada y rellenada una fosa ú hoyo en donde se encontró una gran mata de pelo de mujer.

En presencia de este hallazgo, el Juzgado continuó con mayores alientos sus exploraciones, y ya de noche, á unos 2.000 metros ó más de la primera fosa, en una tierra del alcalde, distante unos 200 pasos de la carretera general de Francia y enterrado en una fosa se halló el cadáver de la infeliz Florentina con la cabeza monstruosamente hinchada, un golpe en una de las sienes y varios trapos en la boca. El cura, que se hallaba presente, manifestó que no la reconocía. Se hallaba despojada do toda ropa, salvo una pequeña camiseta, con un anilló y unos pendientes negros de luto.

Todos los vecinos de Quintanillabón que la han visto y sus amigas la han reconocido en el acto, á pesar de los veintisiete días transcurridos. Ayer 3, á las ocho y media de la noche, atado con esposas, á pie, con la sotana y un gorro negro, ha entrado el cura entre guardias civiles de á caballo, y detrás el hermano, el suegro del hermano, un hijo de éste y la hermana del cura. — Un inmenso gentío se extendía desde la carretera general, á más de mil pasos del pueblo, hasta las puertas de la cárcel que está en la plaza. —El cura venía bastante sereno.

En el momento en que le escribo puedo además noticiarle que la camisa que tenía puesta la desgraciada Florentina es de hombre, tiene un botón atrás para el cuello, y aunque está muy negra y sucia, por haber estado dentro de tierra tantos días en contacto con el cadáver, se lee una marca que parece coincide con las iniciales del cura. (Me lo refiere, en presencia de otros, el que viene de verlo).

También es interesante añadirle que desde el pueblo de Zangández, donde estaba la muchacha con el cura, hasta el de Fuentebureba, donde pareció su cadáver, hay algo más de dos leguas y media, y un camino muy malo.

No se quedó atrás otra publicación republicana, anticlerical e, incluso podría decirse, atea bautizada “Las dominicales del libre pensamiento”, fundada por el medinés Ramón Chíes, y Fernando Lozano Montes (Demófilo) que comenzó a publicarse en Madrid el 4 de febrero de 1883 como semanario dominical.

Abogaba por el libre examen, el liberalismo, la cuestión ultramarina, el feminismo, el divorcio, el cuestionamiento de la pena de muerte, el naturalismo y el estudio de las humanidades y la historia de las religiones. Opuesto a los dogmas católicos, con una fuerte carga anticlerical, por lo que encontró una contestación radical desde las instituciones oficiales y los órganos de prensa de las autoridades eclesiásticas españolas. Muestra sus simpatías con la masonería, el espiritismo y la teosofía. También con la Institución Libre de Enseñanza, la Asociación por la Enseñanza de la Mujer, la Sociedad Protectora de los Niños y anima, entre otras expresiones culturales, el resurgimiento de la cultura sefardí en España. (¡ahí es nada!)

La publicación obtuvo un gran prestigio y difusión, y sus noticias y sueltos fueron redactados por numerosos corresponsales en las provincias españolas y en el extranjero, de tal forma que, en 1902 se convirtió en órgano de la Federación Internacional de Libre Pensamiento en España, Portugal y América Iberia.


Sufrió denuncias y ataques, aguantando hasta el verano de 1900, año XVIII, desde entonces renqueó, murió y renació como otro periódico legalmente distinto pero continuador del anterior. Solo lo impulsó Fernando Lozano (Chíes había fallecido) bajo el rótulo “Las Dominicales. Semanario librepensador”.

Tras explicar lo que era esta publicación nos vamos a su edición del del 13 de Mayo de 1888 donde ataca con toda su “artillería”. A saber, golpea a lo curas, a los políticos por la adscripción de pueblos a los partidos judiciales e ironiza sobre las capacidades de los jueces y sus fuentes.

Nuestros abonados leerán sin duda con interés la siguiente relación que nos envían sobre el descubrimiento del horroroso crimen de Zangández. Hela aquí:

Los periódicos El País y El Liberal, publicados el 22 del próximo pasado, y posteriormente El Motín, publicaron cada uno un suelto, tomado de su colega El Norte, de Bilbao, relativo á este asunto. La relación detallada de todo lo actuado desde que se tuvo conocimiento de la desaparición de la criada del referido cura es la siguiente:

El pueblo de Zangández pertenece al juzgado de Villarcayo, y alguien debió denunciarle el hecho con alguna circunstancia, y en su virtud el juez se presentó en Zangández con su actuario, alguacil y algunos guardias, practicó varias diligencias y mandó que el referido cura compareciese.

Este se había ausentado horas antes de llegar el juzgado y se fue á su pueblo natal, que es Fuentebureba, próximo á la estación de Calzada, en la que estaba el referido cura y dos hermanos esperando la llegada de un tren. Allí se presentaron dos guardias y los arrestaron para ser conducidos a Zangández á presencia del juez. Presentados á él les tomó declaración y no debió encontrar motivos bastantes para detenerlos, cuando los dejó en libertad, aunque se dijo que había impuesto 50 pesetas de multa al hermano del cura.

Así las cosas, se observaba que el cura y su hermano andaban sin fijeza de un punto á otro; unas veces á Burgos, otras á Villarcayo; de manera que crecían las sospechas sobre la participación que se les suponía en la desaparición de la criada.

El pueblo de Zangández, si bien pertenece al juzgado de Villarcayo, por una mala distribución, está enclavado en el perímetro del juzgado de Briviesca; tanto, que para entrar el juez de Villarcayo en Zangández, tiene que pisar en la jurisdicción del de Briviesca. Esta circunstancia, y la de ser el referido cura natural de Fuentebureba, que es del juzgado de Briviesca, el juez de este partido no podía oír con indiferencia cuanto se decía con alguna reserva, y en su vista, con una actividad imponderable, sin límites, propia de su carácter, cumplido en los actos de su deber, que se demuestran á la primera vez que se le conoce, principió á formar diligencias en averiguación del hecho referido por los periódicos citados. Al efecto abrió su correspondiente sumario, tomó declaraciones y cuantas noticias pudo, y llegó á adquirir noticias algún tanto ciertas, que con la referida criada se había cometido un crimen, y que su cuerpo había sido trasladado desde Zangández a La Bureba, ocultándole.

Con objeto de encontrarle, el juez con su personal hizo diferentes salidas á varios pueblos, tomando declararaciones y noticias, practicando reconocimiento en varios ríos, pantanos y lagunas, tirando ganchos con sogas con objeto de ver si la habían arrojado á alguno de los sitios referidos; y á pesar de lo bien que dirigía las operaciones, no se averiguaba nada. Sin embargo, el juzgado de Briviesca no abandonaba sus gestiones.

Es ya sabido que casos de esta naturaleza se llegan a descubrir, unas veces por la casualidad, otras por las contradicciones de unas personas con otras, y otras por dichos sin motivos ni intención de inocentes criaturas. A uno de estos últimos se debe el que el juzgado haya encontrado el cadáver de la infortunada criada.

El día 29 del pasado se reconoció la casa del hermano del cura, que vive en el pueblo de Quintanilla de Bon, limítrofe de Briviesca, y el de naturaleza de la criada, y residencia del sujeto que estaba para casarse con ella, y, se encontraron varias prendas de vestir de la infortunada. El día 1º del actual, una persona preguntó á una niña, hija del referido hermano, y la niña contestó muy lacónica y muy expresivamente.

Todo, al día siguiente á las once de la mañana, lo supo el juzgado, y á la hora estaba, caminando para Fuentebureba, y allí averiguó, también por una criatura, que á la criada la había traído su padre en un costal metida.

Estas noticias, aunque infantiles, eran bastante para juzgar que la infortunada estaba oculta en la jurisdicción de Fuentebureba. El juez debió tratar la cuestión en reserva con personas competentes, y resolvió reconocer una heredad de un interesado del cura, en la que vieron que en cierto punto se habla movido la tierra en forma de una sepultura y, reconocida, vieron un poco de pelo largo; esto hizo creer que dos ó tres días anteriores la habían sacado de aquel sitio y trasladado a otro, cosa difícil de averiguar adonde la llevasen y el juez resolvió recorrer el terreno, él por un punto y el fiscal por otro.


Al verificarlo, el fiscal observó una huella de pisadas fuertes, la que siguió hasta una viña ó majuelo recién cavada, en la que se marcaban perfectamente los pies, y que uno de los pulgares de las cepas estaban roto», cosa muy frecuente cuando por dichas plantas se pasa de noche. Fueron siguiendo las pisadas hasta llegar á una heredad que el sábado 29 habla sido sembrada de vicas, que es un forraje para los ganados, que le comen ya en verde ó en seco. De esta heredad no siguió la huella ó pisadas, y se concretaron á ver si después de sembrada se había movido algo de ella.

Al momento vieron que en un sitio se había verificado, pues se conoció porque se habían borrado las huellas que deja el arado en forma de surcos. Enterados de que la heredad era del alcalde, le hicieron comparecer, y puesto en el sitio movido, dijo que aquello se habla verificado después que la sembró, que fue el referido día 29.

Al momento se dio conocimiento al juez, que estaba recorriendo otro punto no muy distante, y llegado, se principió á profundizar el terreno, en el que, á una hondura de metro y medio, encontraron un cadáver, que sacaron y trasladaron con un sumo cuidado a! pueblo. Puesto de manifiesto el cadáver al cura y hermanos y otros, preguntándoles si conocían de quién era, contestaron que no la conocían.

En el acto mandó el juez compareciesen varias personas, unas de Zangández, otras de Quintanilla de Bon, y todas declamaron que aquel cadáver era el de Florentina N., criada del cura. En su vista, el juez declaró la prisión del cura, sus hermanos y otros dos criados o dependientes de estos, los que fueron conducidos á la cárcel de partido por cuatro números de la Guardia civil, ingresando ayer, 3 de Mayo, á las siete y media de la larde.

Hoy, 4, el juez se encuentra trabajando. Se espera que, mediante su inteligencia, actividad y especiales dotes, el hecho se esclarecerá. De lo que resulte, y consienta decir el secreto del sumario, daré á usted cuenta.

Con lo cual la prensa ya tenía claro que le cura había matado a su criada.

Continuamos en la próxima entrada.

9 comentarios:

  1. El cura fue defendido por el abogado burgalés Ortega Frías, entonces comenzado en la profesión , y que luego ganaría fama , llegando a participar como defensor en el juicio del crimen de Fuencarral, aunque no recuerdo si como abogado de Higinia Balaguér o de algún otro. Dispongo de un libro que fue de O.F hecho de recortes de prensa sobre el juicio.

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    1. Hola, me llamo Jesús Cortázar y estoy interesado en esta historia ya que desciendo de Fuentebureba. Y me he enterado que el cura era familia de mi abuelo que se llamaba Adolfo Cortázar Alonso.
      Me gustaría tener esos recortes con las fotos que tienes y todo lo relacionado con el tema
      Gracias de antemano
      Un saludo
      Mi correo es pitxiki29@gmail.com

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  2. Perdón, me he precipitado en enviar. Los recortes son del juicio de Zangandez. Trae un dibujo del cura, otro del rincón donde se supone murió la moza... etc.

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    1. Enhorabuena por el tesoro que usted conserva.

      Y por leer esta bitacora.

      Gracias por participar.

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    2. Y, añado, sería bonito poder estudiarlo, leerlo y divulgarlo. Quizá podría hacerle usted fotos y enseñarlas.

      Un saludo.

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  3. Por una mudanza tengo todo en cajas, pero en cuanto lo desembale contacto con usted, un saludo

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