Si tecleamos en la internet el nombre de
Escanduso lo más probable es que os encontréis con frases de este estilo: "La iglesia románica más pequeña del
mundo sin ser ermita", "escondida
en un recodo de la carretera se encuentra la pequeñísima iglesia de
Escanduso" y otras del mismo pelo.
Iglesia de Escanduso (Merindad de Castilla la Vieja) |
La primera cuestión es distinguir una iglesia
pequeña de una ermita. Iglesia, según la RAE, es un templo cristiano, sin más.
¿Y una ermita? Pues, un templo cristiano. Sí y no. Mirad, la ermita es una Capilla
o santuario, generalmente pequeño, situado por lo común en despoblado y que no
suele tener culto permanente (RAE). ¡Acabáramos! la diferencia no está en el
tamaño sino en la frecuencia del culto. El enorme templo donde se guarda la
Virgen del rocío es una ermita y no una iglesia o una basílica.
El "diccionario Madoz" lo subrayaba
indicando que el culto era servido por el cura de Escaño, población de la que
dependía, como nos recuerda el "Miñano".
Vale, es una iglesia. Y, además, románica. La
población aparece en el cartulario de Oña (1011) junto a Escaño. Juntos,
inseparables porque a Escaño le designa Villa Estaño (y el Becerro de Behetrías
"Estaño"). Sainz de Baranda escribía en sus "Apuntes sobre la historia antigua de Las Merindades de
Castilla" que la equivalencia de los nombres nos llevaría a pensar que
serían "Escan de yuso" (estanque, plano o terraza de abajo) o Escaño
y "Escan de Suso" (idem de arriba) o Escanduso. Evidentemente cada
población tenía su templo.
Otra pista que nos lleva atrás en el tiempo es
el patrón de la iglesia: San Miguel, una advocación que se generalizó entre los
siglos V y VIII. Una época de cultura neovisigoda y templos de pequeñas
dimensiones... más aún si la población era pobre. Por ello, nos encontramos con
un edificio de una sola nave, con un reducido ábside y recortada espadaña de
solitaria campana. Se desvía de los cánones del románico en su techumbre de vigas
y tablazón de madera (ahora con acero). El ábside presenta en su exterior aparatosos
y desproporcionados contrafuertes acompañados de gruesos muros de mampostería. Junto
al campanario se encuentra su portada de arco de herradura que insta a
humillarse para acceder al templo. En el muro existe una pequeña ventana
geminada (por sus hechuras, ¿quizá del siglo X? ¿Quizás torpe trabajo de mal
cantero?) que hoy puede recordarnos a dos cerraduras pero que serían ventanas
decoradas con torpes arcos de herradura.
El interior vacío, sin pinturas, con un arco de
medio punto que da acceso al ábside, una pila bautismal y una pila para el agua
bendita inmediata a la entrada. incluso las impostas del arco son totalmente
lisas. Aunque Julián García Sainz de Baranda en su obra "Medina de Pomar,
arqueológico y centro de turismo" (1934) dice que "en su tesoro (el de Escaño), una soberbia cruz de bronce patada,
del siglo XIII, con hermosos esmaltes de Limoges, que perteneció, antes a la
iglesia del pueblecito de Escanduso"
Fuera, a sus pies, el pequeño cementerio,
proporcionado con la iglesia. El templo está restaurado gracias al esfuerzo de
sus vecinos que, como aquellos 1000 años antes, se convirtieron en maestros
canteros y albañiles para recuperar esta joya.
Iglesia de San Miguel de Escanduso |
Y después de todo esto os presento la causa de
que haya terminado el verano hablando de esta pequeña iglesia: Eduardo de
Ontañón y un artículo publicado en LA LUZ
de la República el viernes 24 de febrero de 1933 que os trascribo.
"Yendo
de Villarcayo para Santelices a un lado de la carretera, con luz escarchada de
mañana, está la iglesia más pequeña, más modosa y recogida que se haya podido
contemplar. Es una iglesia de cantero, ideada y construida por esos calmosos
menestrales cuyo arte rural empieza a desaparecer. A pesar de todo y por eso
mismo, levantada con arreglo a los más perfectos planos de la arquitectura
eclesiástica: ábside, nave, campanil y cementerio. Todo tan reducido, manso y
minúsculo como si perteneciese a un pueblo infantil.
El
pueblo se llama Escanduso por buen nombre. Una amalgama de entramado y cascote,
en donde sólo sonríen las solanas, y eso por la actitud beatifica que se le ha
concedido al sol. "Lugar de 34 habitantes, sito a 5,4 kilómetros de
Cigüsnza", como le señalan los pocos indicadores que dan cuentan de él.
Porque este Escanduso es uno de los muchos pueblos que hay que descubrir al
paso, según se va ojo avizor por esas carreteras de Castilla sin saber qué
estupendas sorpresas nos aguardan.
El
sitio es de los más antiguos de Castilla. Donde se asentó, donde comenzó a
fabricarse con ruido de batán, va para mil años, esa tierra de buriel que
llamamos Castilla. Todavía llevan estos lugares el auténtico nombre del país:
Castilla la Vieja. "Merindad de Castilla la Vieja" se denomina oficialmente
este trozo de terreno.
Uno
lo lee y apenas si lo da importancia. Pero hay que parar en las cosas
que—aun al margan de la historia pura quiere decir esa pequeña redundancia, el hallar
dentro de toda una región que se llama Castilla la Vieja otra pequeñísima,
constituida por veintitantos pueblos, granjas y lugares, y llamada también
Castilla la Vieja. Qué gran obstinación de prioridad. Qué aire antiguo y
contentó de su rancidez. Qué lugar tan viejo, dentro de 1o viejo, más viejo que
lo viejo mismo. Qué alegre desván de historiadores.
Pero
volvamos con la iglesia. Tan pequeña es que hasta al pretender hacerla un
comentario, la abandonamos sin querer. Desde luego no es iglesia de pueblo venido
a menos, sino de pueblo que aspira, que quiere ir a más, al más allá de las
Sagradas Escrituras cuando menos, y en buena ortodoxia ya es bastante. Porque
la iglesia del pueblo venido a menos sigue siempre tan ostentosa y pintiparada
sobre su alcor.
Para
eso la cargaron de piedra en muro y cimientos, y la colocaron en el lugar más
alto como castillo que pre tendían hacer de ella, y muchas veces feudal. Se
podrá haber caído el pueblo, caído por la miseria o arrasado por la pérdida de
la cosecha. Pero la iglesia quedará siempre en pie, Ajena a las pequeñas
desventuras de este mundo.
Y
ésta, no, Parece huida a tales engreimientos, agazapada en la más prístina
sencillez evangélica. Y desde luego unida a la vida menesterosa del pueblo.
Vibra con él como una cuerda de violín. El pueblo es pobre, pues pobre es la
iglesia. Y aun cuando fuera rico, pobre seguiría siendo ella. A lo menos, eso
promete con sus paredes humildes y su mesa de altar escueta, y las dos o tres
imágenes toscas, indispensables para el oficio de su culto.
Dentro,
no tiene más. Fuera, ya se ve. El camposanto, apegado, por el que vela según su
más elemental deber. Unos contrafuertes. Y la campana, en su diminuto campanil.
La campana que se puede tocar a mano desde la carretera, que hará sonar el mismo
cura o el primer feligrés que llegue a la hora convenida en el disanto.
Se
abrirá la pequeña puerta. Pasarán los fieles bajando la cabeza, con el respeto
que imponen las circunstancias cuando menos. Se dirá una (misa) recogida,
fervorosa, entumecida, (como) piensa uno que debe ser la práctica religiosa. Y
después cada cual volverá para su casa, limpio de domingo y de culto sencillo y
de campana minúscula.
(Claro)
que todo ello sucederá así hasta que uno del pueblo vuelva rico de las Américas
o le toque la lotería. Entonces toda esta sencillez se perderá, desvirtuada. La
iglesia perderá su aspecto de humilladero, su más perfecto aspecto. Quedará
abandonada y la llamarán "la ermita". La quitarán el (----) que ahora
la titula "Parroquia". Y en medio del pueblo se levantará otra con
reloj, torre de (campanas), sacristán y todo.
Pero
mientras, he aquí a Escanduso, un lugar escondido en los valles de la Castilla más
revieja, sólo digno de comentario por eso: su sencillez, su alegría evangélica,
su humildad auténticamente cristiana.
E d
u a r d o de Ontañón"
Bibliografía:
"Apuntes sobre historia de las antiguas
Merindades de Castilla" y "Medina de Pomar, arqueológico y centro de
turismo" de Julián Sainz de Baranda.
"Las Merindades de Burgos, un análisis
jurisdiccional y socioeconómico desde la antigüedad hasta la edad media"
de María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
Periódico "LA LUZ de la república".
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