Las revistas del primer tercio de nuestro siglo XX, hasta la caída
de la segunda República española, son una cálida forma de vernos, de sentir
cómo nos veíamos, y de evaluar el peso del tiempo en nuestra mirada.
De hecho, "La hormiga de oro", fundada en enero de 1884,
era un exponente del carlismo y el neocatolicismo de la mano del periodista y
político Lluís María de Llauder i de Dalmases (1837-1902). Revista con una
imagen siempre actual que murió el 16 de julio de 1936. Era una eficaz herramienta
propagandística que mezclaba doctrina política, integrismo católico y
periodismo ameno y gráfico. En 1932 tenía una tirada de 30.000 ejemplares.
Ruta recorrida en el artículo de don Luciano por la BU-504 |
Semblanzas de prohombres del catolicismo integrista, artículos
doctrinales contra los cambios y variadas secciones en constante evolución:
religión, política, historia, arte, ciencia, finanzas, economía, comercio,
agricultura, moda, humor gráfico y político... Con el siglo XX la revista se renovará
incorporando las fotografías masivamente en sus páginas (sobre todo a partir de
1910). Pero desde el principio publica excelentes grabados de paisajes,
monumentos, arqueología, descubrimientos, viajes o costumbres.
Por cierto, gracias a estas características podemos disfrutar de
artículos como el presente de Luciano Huidobro Serna, historiador y hombre de
iglesia que relató sus impresiones de las tierras de Frías y el cauce del río
Molinar en aquel lejano junio de 1930. Ayer, vamos.
Y eso, que a ello vamos. Les ruego que disculpen el verbo arcaico
con el que se expresa en esta pieza -puede que fruto de la edición en imprenta-
y disfruten del "paseo":
"El dicho castellano «al
cabo de los años mil vuelven las aguas por do solían ir», tiene aplicación a
los caminos, en los que se observa esta coincidencia frecuentemente, pues son
muchos los que siguen el trazado de las vías romanas comerciales.
Esto se verifica en el
antiguo camino de los mercaderes de Burgos hasta las villas del Cantábrico,
Bilbao y Santoña, principales entradas del comercio enorme establecido entre los
puertos del norte de Francia y más aún de Flandes con Castilla, que enviaba
productos de la ganadería y agricultura, lanas merinas principalmente, y
recibía por. ellas tapices, brocados y objetos de arte, en los últimos siglos de
la Edad Media.
Entre sus principales etapas
figuraban Briviesca y Frías, poblaciones que contaban con populosas juderías dedicadas
al comercio y la industria. Situada la última en medio del amplio valle del
Ebro, llamado Tobalina, se alza en un alto espolón de los Ovarenes (hoy Obarenes), cordillera que
forma parte de la Ibérica, y obliga al Ebro a dar un gran rodeo al pie de sus
muros.
Constituye por esta situación
un emplazamiento estratégico, que fue habitado desde los tiempos primitivos y
adquirió gran preponderancia en tiempo de Alfonso VIII, quien la hizo ciudad y
construyó su fortaleza colgada como sus edificios sobre altas rocas, calzadas
en partes con gruesas vigas para evitar su caída.
Este, aspecto singular y
pintoresco es conocido gracias a las revistas ilustradas; pero ninguno de los que se han ocupado de Frías ha llegado a ella por el nuevo camino del Portillo de Busto,
que sigue el trazado del antiguo, y remontando en Busto de Bureva (hoy Bureba) los Ovarenes, ofrece
vistas dilatadas de la Bureva, valle del Ebro y montañas de Álava, Rioja y Santander.
Su trayecto más pintoresco
comienza en la Aldea del Portillo y antes de llegar a Ranera atraviesa una estrecha
garganta formada por altísimos peñascos poblados de encinas y perfumado el
ambiente por variedad de plantas aromáticas.
La industria, que ha
profanado tantos paisajes predilectos de la Naturaleza con sus establecimientos
fabriles, ha añadido aquí una nueva vida a aquellos riscos, mediante una conducción
de aguas hecha por el ingeniero señor Keller para aprovechar las de la Sierra y
Suministrar energía eléctrica a muchas poblaciones, origen de un vertedero de
las sobrantes en forma de cascada de unos ochenta metros de alta, la cual al
caer sobre las rocas se tamiza y divide en nuevos saltos de aguas cristalinas
que aumentan el caudal del saltarín torrente que muere en el Ebro después de
regar los huertos de Frías.
A la vuelta del alto peñón
cortado perpendicularmente, que coronan como en el resto del paisaje agujas
rocosas, se yerguen junto a la carretera dos santuarios, uno sobre otro.
Emplázase el primero sobre
una roca y constituye una pequeña iglesia de una nave, dedicada a Nuestra
Señora de la Hoz, con su atrio de arcos para refugio y amparo de caminantes. ¡Y
en verdad que difícilmente se podrá encontrar paraje más imponente por su
situación al norte, cuando las sombras se extienden por la angosta Hoz, que
éste, lleno de oquedades, poblado por gran número de aves nocturnas y
carnívoras, que con sus lúgubres cantos y graznidos han hecho retroceder de
pavor a más de un viandante, como es fama en el país! ¡Qué seguridad, se
siente, en cambio, mirando bajo los arcos protectores las bellezas del desfiladero
y el hondo camino, aun cuando la tempestad descargue sus iras sobre aquellos montes!
Reproducimos, como en las demás, la situación actual |
El segundo, dedicado al
Santísimo Cristo de los Remedios, es obra del siglo XVII, que ha sustituido a
otro más antiguo y está abovedado. Ignórase en el país quien construyó estas
ermitas; pero la circunstancia de verse en las jambas de la portada de la
primera un escudito nos da algún indicio. Son sus blasones tres barras y las pesas,
que en sepulcros blasonados de mercaderes de Burgos ostentan los Pesas. Las
barras corresponden tal vez a la familia de los Valderrama, muy distinguida en
el país, que las ostenta desde que Iñigo las ganó en Francia en tiempo de San Luis,
conforme se consigna en la historia de esta Casa.
La portada se adorna en sus
archivoltas con baquetones y una serie de estatuillas de santos. La cabecera
con ventanas góticas geminadas se cubre con bóveda de crucería y el resto con bóveda
de cañón. Parece obra del siglo XIV. Hay algunas estatuas antiguas.
Siguiendo el camino se
encuentra un puente ojival cubierto por le yedra en su mayor parte. Dos grandes
rocas cortan el paso y es tan angosto que, según se refiere, el año 1812, un
sólo paisano de Tobera detuvo por más de una hora a una columna francesa
arrojando piedras sobre el mismo. A la salida se encuentran restos de una
fábrica de papel, que data, según los libros parroquiales, del siglo XII, y un
batán de los muchos que tuvo Frías, cuando surtía de sayales hasta algunos lugares
de Vizcaya.
Si el Jordán, con la voz de
sus pequeñas cataratas glorifica al Criador en expresión del Salmo, ¿qué
diremos de los numerosos saltos que aquí producen un ruido ensordecedor, lo que
obliga a los habitantes de Tobera a hablar muy alto para entenderse?
Pronto, atravesando el
estrecho pero aprovechadísimo valle del Molinar, cultivado en bancales que
producen frutos primerizos, se divisa la ciudad de Frías, presentando un
aspecto el más pintoresco y medieval que pueda pedirse.
La variada situación
topográfica de Frías hace más sorprendente esté aspecto. Esta histórica ciudad,
enclavada en terreno llano y de monte, regados sus términos por el río Ebro y
los de Molinar y Soto, sabe de la hermosura y deliciosa fertilidad de los valles,
y de la imponente y majestuosa brusquedad de los altos riscos. Bellezas todo
esto que la madre naturaleza ha prodigado en este bello rincón de la provincia
burgalesa y que constituyen un irresistible atractivo para los que gozan
admirando esta majestuosa y sorprendente variedad que puso el Criador en cuantas
obras salieran de sus divinas manos.
Ermita del Santo Cristo de los Remedios |
La ciudad de Frías cuenta en
sus anales históricos portentosas hazañas que le valieron el título que hoy tan
gloriosamente ostenta de ciudad. Fue allá por la Edad Media, cuando sitiada la
entonces reducida población, sus habitantes, llevados por un ardiente y justo deseo
de defensa, irrumpieron, valerosamente, al mando del duque de Frías, contra el furioso
enemigo al cual batieron en toda su línea, alcanzando gloriosa victoria.
Luciano Huidobro Serna.
Cronista de la Provincia de Burgos."
Como les digo ha sido una atemporal forma de visitar estas dos
ermitas y su puente:
- Nuestra Señora de la Hoz, un templo de toba que se nos muestra despejado en su románico tardío con trazas góticas que en la edad media sirvió además de hospedería a los peregrinos del camino de Santiago. Si nos fijamos en los capiteles descubrimos la decoración románica de tema vegetal. Los canecillos también son románicos salvo algunas actuaciones actuales.
- Y el altar de Caminantes del Santo Cristo de los Remedios en cuyo interior está la imagen del Santo Cristo auxiliador, visible desde la calle a través de un arco enrejado. El crucifijo tiene la muda de una gran culebra a sus pies. Este humilladero tiene su leyenda: "Por este camino romano pasaba un día un correo de la reina castellana, al que le salió una serpiente gigante al cruzar el puente de tobera. El caballo se encabritó y se desboco con el jinete a lomos. Pero el mensajero se encomendó al Santo Cristo de los Remedios y milagrosamente salió ileso del fatal accidente. Por ese motivo mandó construir junto al puente una pequeña ermita. El altar de hoy es el heredero de la fundó el correo de la leyenda."
- El puentecito sirve actualmente -amén de para su uso natural de evitar mojarse en el río Molinar- para posar en las fotos con las ermitas indicadas. Puede que sustituya a algún puente romano.
Bibliografía:
Revista "La hormiga de oro"
Hemeroteca digital de España (BNE)
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