¿Saben que tienen en común “Regreso al futuro”,
“El tiempo en sus manos/la máquina del tiempo”, “el túnel del tiempo” o “12
monos”? Exacto, sus máquinas para viajar a través del tiempo. ¡Quién pudiera! La
realidad es que las máquinas del tiempo que poseemos en la actualidad sólo
pueden traernos el pasado a nuestras manos, de forma imperfecta y con muchos
agujeros, para su estudio. Y, tal vez, su comprensión.
Vamos a trabajar con una de estas piezas que nos
acercará a ese lejano 1814. Por favor, ajusten sus condensadores de “fluzo” a
202 años en el pasado.
Tenemos ante nosotros un documento manuscrito
que sigue las normas de presentación existentes antes de la guerra de
Independencia y que, a grandes rasgos, contenía cortesía (Según R.A.E.: hoja,
página o parte de ella que se deja en blanco en algunos impresos, entre dos capítulos
o al principio de ellos) y un amplio margen a la izquierda del texto, dónde debían
recaer los proveídos (R.A.E.: Resolución judicial interlocutoria o de trámite)
que se estimasen necesarios. Los espacios destinados a la firma y a la
dirección iban al pie del documento. Vemos en el documento la presencia de
varias manos y trazos al margen indicándose así posibles pasos de su
tramitación.
Se presentó ante la cámara de las cortes de la
Regencia de Fernando VII surgidas por la voluntad de la Nación Española en
Cádiz. Son las que llevaron adelante la obra de la Constitución de 1812. Comenzaron a
reunirse en Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo, luego en el Teatro de las
Cortes y en el Oratorio de San Felipe Neri. A medida que se recuperaba
territorio avanzaron hacia Madrid para, finalmente el 23 de septiembre de 1813,
reunirse en el Salón de Cortes la iglesia del Colegio de doña María de Aragón
(de los agustinos calzados, dentro del complejo del Real Monasterio de la
Encarnación), que es el actual edificio del Senado. Aquí se iniciará la segunda
legislatura de la Regencia.
La promulgación de la Constitución de 1812 (Salvador Viniegra) |
Demos unas pinceladas históricas: Napoleón se
está replegando en todos los frentes. Su hermano, el rey José I Bonaparte, ha
perdido en Vitoria, el 21 de junio de 1813, parte de lo que ha saqueado en
España y escapa perseguido por los aliados que quieren cobrarle todas juntas. Fernando
VII sigue disfrutando de su retiro de oro en el castillo francés de Valençay mientras
espera que le devuelvan su corona. Este hecho se produce en diciembre de 1813 porque
el emperador de Francia buscaba la paz y cerrar el flanco sur. El caso es que
las cortes de la Regencia, ya en Madrid, lo rechazaron y continuaron la guerra.
Eso sí, por mucho que no lo aceptasen el rey volvía a España.
Y Fernando tenía sus propias ideas. Muy suyas. El
rey obtuvo pasaporte el 7 de marzo de 1814. Marchó para la frontera de Perpiñán
y fue recibido en Figueras por el general Copons el 22 de marzo. Ninguneó a las
Cortes y se negó a seguir el camino marcado por la Regencia. Optó por pasearse
por Gerona, Tarragona, Reus, Zaragoza, Teruel y Valencia (16 de abril).
Fachada del actual Senado |
Allí recibió el llamado “Manifiesto de los
Persas” donde se propugnaba la supresión de la Cámara constitucional y
justificaba la restauración del Antiguo Régimen. El 17 de abril, el general
Elío, al mando del Segundo Ejército, puso sus tropas a disposición del rey y le
invitó a recobrar sus derechos.
El 4 de mayo de 1814, Fernando VII promulgó un
decreto, redactado por Juan Pérez Villamil y Miguel de Lardizábal que
restablecía la monarquía absoluta y declaraba nula y sin efecto toda la obra de
las Cortes de Cádiz.
El recién nombrado capitán general de Castilla
la Nueva, Francisco de Eguía, absolutista acérrimo, se adelantó a la comitiva
real y se encargó expeditivamente de organizar la represión en la capital,
arrestar a los diputados doceañistas y despejar el panorama para la entrada
triunfal del monarca. La madrugada del 11 de mayo de 1814 fenecían Las Cortes sin
oposición por parte de su presidente Antonio Joaquín Pérez, uno de los
firmantes del Manifiesto de los Persas.
Fco. de Paula Mtnez. de la Rosa |
El documento presenta más actores. Y hay
intención de hablar de ellos. El primero era Francisco de Paula Martínez de la
Rosa Berdejo Gómez y Arroyo (1787-1862) que fue uno de los diputados constitucionales
y, por ello, encarcelado tras el regreso de Fernando VII y el absolutismo.
Formó parte de los gabinetes del “Trienio Liberal”, se exilió después en
Francia, volvió con Cristina y fue uno de los pilares del partido moderado.
Sobre Bernardino poco podemos añadir a lo
contado en esta entrada. Era un constitucionalista que expresó el error que
implicaría aceptar la vuelta del absolutismo y allegado –políticamente- de
Martínez de la Rosa.
Es en este contexto en el que se presenta el 9
de marzo de 1814, por Martínez de la Rosa en las cortes presididas por Vicente
Ruiz Albillos, la proposición de entregar 1.000 doblones a la tropa que
recibirá al rey en la frontera de España.
¿Y eran suficientes 1.000 doblones? Pues…
suponiendo que un doblón equivalía a 80 Rv. tendríamos 80.000 Reales de Vellón.
¿Mucho? Pues lo parece. Pondremos algunos ejemplillos: Una libra de azúcar
blanco estaba a 5 Rv.; Un libro de poemas eran 4 Rv.; y el montepío de Madrid
ayudó a 247 personas con 42.900 Rv. durante una semana.
¿Por qué lo hizo? Si nos fijamos en los
documentos y en el diario de sesiones de la cámara vemos que ha sido su
patriotismo lo que le ha llevado a desprenderse de esa cantidad de dinero. Pero
podríamos mirar más allá y fijarnos en que el antecesor en el título fue un
prominente afrancesado que había llegado a ser embajador de José I en Francia.
Parecía necesario dejar más que claro que se era partidario de Fernando VII y
que esas veleidades bonapartófilas no continuaban con el nuevo Duque de frías. Parece
que funcionó porque durante los años del sexenio absolutista desaparece de la
política y no parece que se tuviese que exiliar, o fuese represaliado. La cosa
no fue tan bien tras el trienio liberal pero eso es otro tema.
Diario de Sesiones de la Cámara |
Y, es que, el cariño ni se compra ni se vende.
Bibliografía:
Biblioteca Nacional de España.
Colección de los decretos y órdenes de las
Cortes ordinarias desde el 25 de septiembre de 1813, día de su instalación,
hasta el 11 de mayo de 1814, en que fueron disueltas. (Tomo V)
Libros de actas de las cortes de Cádiz.
Diario de Madrid
Anexo: Transcripción de la orden de Las
Cortes ordinarias del 10 de Marzo de 1814:
“Sobre
el donativo del Duque de Frías para el ejército que reciba al Rey a su entrada
en España. En exposición de 9 del corriente ha manifestado el Duque de Frías y
de Uceda que tiene prontos y á disposición del Congreso mil doblones para que
se den de sobre paga al ejército que tenga la envidiable fortuna de recibir al
Sr. D. Fernando VII; y las Cortes además de haber mandado que se imprima
íntegra en el acta de sus sesiones la exposición patriótica del Duque de Frías,
han resuelto que por medio de la Regencia del Reino se manifieste á tan digno
ciudadano el aprecio con que las Cortes han admitido su generosa oferta, como
muestra de su amor a nuestro augusto Monarca y a los ilustres defensores de la
patria. A este fin lo comunicamos á V. S. de orden de las Cortes. =: Dios
guarde á V. S. muchos años. Madrid 10 de Marzo de 1814. = Blas Ostolaza, Diputado
Secretario. — Juan Josef Sánchez de la Torre, Diputado Secretario. = Sr.
Secretario interino del Despacho de Guerra.”
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