Sí,
hablaremos de la pirámide de El Escudo. “¿Pirámide?” –Me dirán. Sí, pirámide. Y,
es cierto que cualquiera podrá decirnos que las hay en Egipto, en Centroamérica
y, rizando el rizo, en Roma. Pero pocos dirán que hay una pirámide escalonada
en Las Merindades. Una obra de veinte metros de altura en un lugar que ya es
atractivo por su valor paisajístico: la antigua llanura de La Vilga y el actual
pantano del Ebro, por cierto, construido en época franquista.
Es
un edificio rompedor por su estilo, por su localización y por el momento en que
se construyó. Es uno de esos casos en los que el proyectista necesitaba la
arquitectura atípica para transmitir su idea. ¿Qué idea quería transmitir con
la Pirámide de los italianos?
Vayamos
por partes. La pirámide, simbólicamente, es “de lo más”: Enlace entre el mundo
terrenal y el celestial; representación de la capacidad de ser dioses por parte
de los hombres al construir una montaña; materialización del conocimiento
matemático; y de la astrología, amén de la astronomía, porque, generalmente las
cuatro caras están orientadas a los cuatro puntos cardinales con la puerta de
entrada situada hacia el este, como evidente simbolismo de su esperanza en una
vida nueva.
La
de El Escudo, casi marcando el límite interprovincial, no tiene nada que ver
con las históricas pero, quizá, sí buscó parte del simbolismo de aquellas. Fue
construida para enterrar y conmemorar a los caídos italianos que lucharon en la
zona norte de España -incluida la batalla del Puerto de El Escudo pero no solo
los de El Escudo- durante la Guerra Civil Española y que estaban distribuidos
por los cementerios de varias provincias: Vizcaya (141), Cantabria (616) y
Castilla Norte (153). Les añado que el total de los italianos muertos en España
fue de 3.414 hombres, sin contar desaparecidos y heridos muertos tras regresar
a Italia.
Fotografía de Guglielmo Sandri (Archivo Provincial de Bolsano) |
No
solo era hacer un cementerio llamativo sino impactante también, piensen que en
los movimientos de masas los muertos se convierten en mártires (o héroes de la
patria), trofeos de la causa o pruebas de su fuerza y en la enrarecida
atmósfera de los funerales, el dolor se convierte en entusiasmo político.
Lógicamente, los cementerios de los mártires deben ser más que lugar de recuerdo
para sus allegados. Ya no son de sus deudos porque su pérdida fue por “la
causa” (la revolución proletaria, fascista, el Reich de los mil años, la fe
religiosa, la liberación del “pueblo X”, la cruzada…) y este acto de abnegación
lleva a que el lugar sea un espacio para el recuerdo y la conmemoración…
colectiva, popular, que tiene sus fechas icónicas. En inglés se llama “remembrance
day” y es cuando se afirma ante los restos que nunca serán olvidados. Su
recuerdo es la medida de su heroísmo y muestra de gratitud de los que les
recuerdan.
La
víctima ascendía a los cielos, a la otra vida, y desde allí vigilaba. Ellos
estaban así presentes mientras perviviese su recuerdo en los vivos, quienes al
recordarles y homenajearles no les olvidan jamás. Los hombres pasan, pero su
ejemplo queda entre los vivos que les admiran y recuerdan sus obras y epopeyas.
Vista del pantano del Ebro desde el cementerio de los italianos |
Todas
las revoluciones lo hacen, lo necesitan. Pero suelen destacar esos sistemas
dictatoriales, autocráticos y nacionalistas para quienes la memoria es un fin y
un instrumento de gobierno. Destacaremos como maestros en el empleo de las conmemoraciones
del pasado a la Alemania nazi, la Italia fascista y la URSS. Franco fue bajando
el pistón a lo largo de su régimen. En la España de hoy es difícil ver estas
demostraciones pero, podrían servirnos de ejemplo, la Diada en Cataluña y la
entrega de flores ante un “caído” por la causa de 1714 a pesar de morir años
después. Y en menor medida las arengas en los días de Aberri Eguna o de los
Comuneros en Villalar.
En
estos movimientos se exige a los representantes de todas las áreas de la vida
pública que comparezcan un día determinado ante el cenotafio y depositen sus
coronas: las fuerzas armadas, la iglesia, los veteranos de guerra, los
representantes diplomáticos... Es toda una grandiosa afirmación de la unidad y
la solidaridad de los vivos para con los muertos y un acto de memoria colectiva.
Este esfuerzo por mantener viva la memoria, intenta reconstruir un pasado en el
que la verdad y la mentira suelen ir de la mano; los recuerdos suelen ser
engañosos porque la memoria inventa, arregla, modifica, actualiza el pasado y
estos actos crean una visión muy subjetiva de la historia, dificultando a los
asistentes la necesaria depuración y contraste con la realidad histórica. Vamos
que se puede manipular el pasado y al pueblo a un mismo tiempo.
¿Y
para ese ejercicio de control social era necesaria la forma de pirámide? ¡¿Qué
les respondo?! Si escuchamos a algunos nos dirán que esa edificación es un
claro mensaje masón porque el triángulo era un recurso de la masonería y la
representación tridimensional del triángulo (símbolo de la luz). Además, con el
vértice hacia arriba, simboliza el fuego y de la virilidad. Masculinidad y
bizarría (Valentía). Pues vale. Ahora seguimos en serio.
Asumamos
que las exaltaciones fúnebres del fascismo italiano en España adoptarán los
estilos y modos de la España vencedora. Algunas de sus realizaciones (Monumento
del Puerto del Escudo) recuerdan obras y proyectos de la arquitectura española
conceptualista, como la de Luis Moya y su Pirámide no realizada, dedicada
también a los muertos; así como otra de Goya, tampoco llevada a cabo, dedicada
a los muertos de la guerra de la Independencia. Mamaban la concepción y diseño
del proyecto de los diferentes estilos faraónicos. Fíjense que el Valle de los
Caídos es una típica tumba escavada.
¿Cómo
era este arte fascista? Pues, con demasiados monumentos conmemorativos a los
difuntos, obeliscos o monolitos, cruces funerarias, capillas votivas,
inscripciones y pinturas murales. Era una arquitectura votiva y expiatoria que
buscaba fijar en piedra la retórica de estos regímenes. También era una
arquitectura de espacios amplios para las grandes manifestaciones, homenajes y
desfiles de los primeros años de postguerra. Un homenaje funerario, con los
caídos voluntarios de un país hermano delante, lleno de símbolos, himnos,
banderas, monumentos y discursos con fuerte lenguaje militar y religioso, era
de lo más efectivo para adoctrinar a las masas.
Vista aérea Pirámide de los Italianos año 1946 |
Nuestro
Mausoleo italiano respondió a las intenciones políticas del momento, teniendo
la grandeza de los monumentos antiguos que desafían al tiempo, al olvido.
Surgía un lugar de meditación y de reposo para las generaciones futuras y de admiración
para el visitante. Pero no se crean que esto es cosa de fachas, estoy seguro
que, si hubiese ganado la II República Española, hubiera habido un monumento similar para las Brigadas internacionales, un tipo “mausoleo de Lenin”. Piensen
que hablamos de monumentos que conmemoran la victoria sobre un adversario
político, y para nuestro caso: un enemigo de la fe cristiana y de los nuevos
valores occidentales. Se construyó un lugar de peregrinación, un sitio
histórico, en la línea del Valle de los Caídos.
Vista aérea Pirámide de los italianos año 1956 |
Para
el momento de la guerra civil de 1936-1939 el gobierno fascista italiano ya
tenía experiencia en estas “perfomances” con hormigón. En 1934 proyectó un
sagrario militar para los llamados “mártires de la Revolución Fascista
italiana”. El diseño estaba firmado por el arquitecto racionalista Giuseppe
Samoná. Lo concibió como un templo dentro de un templo, con unos volúmenes
austeros, como había sido austero el sagrario erigido según el diseño de los
racionalistas Adalberto Libero y Antonio Valente en 1932 para la Exposición de
la Revolución Fascista que celebraba el décimo aniversario de la Marcha sobre
Roma. Era una sala circular y en la oscuridad reinante resplandecía sobre la
pared el lema “Presente”, bien iluminado desde el fondo, para semejar la
irradiación lumínica de las almas de los mártires. Igual que en la pirámide de
El Escudo.
Con
toda esta disquisición no me he dado cuenta de que hemos llegado ante la puerta
del parque. Les propongo que lo imaginen en su esplendor. El acceso se
realizaba a través de una verja de hierro, entre dos grandes fasces de cemento.
En la calle de entrada estaban las 270 lápidas recuperadas de los
cementerios donde estuvieron inicialmente enterrados los legionarios. Un duro
trabajo porque, indico, había 236 localidades con tumbas del CTV. Por cierto,
para la tarea de reagrupamiento de los cadáveres, así como en la atención
espiritual, intervinieron los Padres Capuchinos y los franciscanos, que eran
los encargados espirituales de las tropas italianas en España.
Entrada a la Pirámide de los italianos 2016 |
Cementerios.
¿Se han parado a pensar en esos cementerios que marcaban el avance de los
italianos? Todos ellos eran cementerios militares, cementerios de soldados
italianos con al menos cinco tumbas de soldados, pero dentro de un cementerio
municipal. En las cruces de sus tumbas solía aparecer el lema fascista “Credere,
Obbedire, Combattere”, recordando que habían encontrado la muerte tras la
obediencia ciega a sus ideales fascistas. Pero había otras frases como las que
los más viejos leyeron en las tumbas de los soldados enterrados en Villarcayo:
“Scese per me l’ultima sera nella speranza di un domani migliore per te, o
Spagna!”, “Dieron sus vidas defendiendo el patrimonio espiritual común a
entrambos pueblos” y “Aquí yacen 95 legionarios italianos caídos en heroica
lucha por el triunfo de Cristo y del alma hispana. Los años no marchitan la
gloria ni el amor que guardan estos despojos”.
Foto de Guglielmo Sandri (Archivo Provincial de Bolsano) |
La
batalla de El Escudo disparó el número de soldados italianos fallecidos y
enterrados en la zona. Destacaremos los 95 que estuvieron en Villarcayo; los 28
del balneario de Corconte; el de Ollas; los 8 de Argomedo; los 23 de Cabañas de
Virtus; el de Castrobardo; los 26 de Oña; los 7 de Quintanatella; el de
Quintanilla de Pienza; los 95 de Santelices; el de Torme; los 8 de Soncillo;
los dos de Villalaín; el de la Ctra. Soncillo-Cubillo; los cuatro de Castillo
de Bezana; el de Cigüenza; y las 17 aisladas de Corconte.
Las
exhumaciones fueron llevadas a cabo por el Sargento Petrozzi a partir del 13 de
agosto de 1941 en zonas de Valladolid, Soria, Santander, País Vasco, Navarra y
Burgos. 93 cadáveres de la zona de Valladolid-Soria y 291 de los restantes
lugares. Total: 384 cuerpos inhumados. No fue difícil porque, previsoramente,
los soldados habían sido enterrados con una botella que conservaba las chapas
de identificación. Una curiosidad sobre estos muertos: uno era un argentino de
la provincia de Buenos Aires.
Foto de Guglielmo Sandri (archivo Provincial de Bolsano) |
Concretando,
el diseño, el dinero y la dirección fueron italianas y la mano de obra prisioneros
republicanos locales, dicen que unos cincuenta. Según el historiador Dimas
Vaquero, el excombatiente teniente de ingenieros licenciado Attilio Radic
realizó un proyecto de homenaje a los caídos en esta batalla y el centurión
capellán capuchino fascista Pietro Giovanni Bergamini fue el director de los
trabajos en la primavera de 1939. Radic supo recoger las esencias de los
sagrarios fascistas italianos, reflejarlas en este cementerio y monumento del
Puerto de El Escudo. Las obras deberían estar ultimadas antes del día 24 de
mayo de 1939. El
monumento fue inaugurado el día 26 de agosto para coincidir con la caída de
Santander.
Diseño original de la Pirámide de los italianos. |
Desde
lo alto del monte, los muertos estarían vigilantes y “presentes” como ejemplo
de su sacrificio por una nueva España. Attilio Radic eligió una pirámide,
monumento funerario por excelencia, en el que la luz tendría un papel
importante cuando atraviesa el hueco vacío de la cruz, como un símbolo de la
gloria en el sacrificio, y la oscuridad de su cripta representará el silencio
imperturbable de los que allí descansan, rodeados de un ejército de mártires
que reposan sobre la llanura exterior.
Siguiendo
la mejor tradición “pirámidica”, los cuatro vértices de la base coinciden con
los puntos cardinales, y la puerta está situada al este, hacia el camino de
entrada y el amanecer (renacer). Claro que su estructura no es de bloques de
piedra sino del más recio hormigón. Sus 18 niveles están revestidos de piedra
caliza y representarían las distintas cotas del puerto.
La
puerta es identificada por la gran “M” que la encuadra y que parece un homenaje
a Benito Mussolini, aliado del Generalísimo, pero –para los especialistas- es
sólo un indicador de Moritorio (cementerio en italiano) o Monumentum. El
proyecto tenía diseñado rematar la pirámide con una estatua de la Victoria
alada con escudo, arco triunfal y ornamento con fasces.
En
la parte posterior, la gente ha amortizado parte del material constructivo, lo
que hace parcialmente ilegible la original inscripción en latín que se grabó al
inaugurar la pirámide:
SCUTUM ENSE FRACTUM IBI CONFREGIT
POTENTIA SARTUUM SCUTUM GLADIUM ET BELLUM. El escudo fue roto (por la
espada) allí quebró la fuerza de los arcos, el escudo, la espada y la guerra.
Sobre
el dintel de la puerta, bajo la “M” hubo otra inscripción que decía: "AL
CADUTI LEGIONADI", a los legionarios caídos.
Cuando
se desacralizó y abandonó la pirámide la puerta fue tapiada. Aunque se la
encontrarán abierta. Tras esta abertura verán la primigenia puerta metálica que
daba paso a la estancia circular rematada con una cúpula semiesférica que,
gracias a su ojo y las dos cruces vaciadas exteriores, permite la entrada de
luz natural iluminando las palabras “presente,
presente, presente”, lema originario del fascismo italiano. Enlazaba con la
idea de que “dalla croce come la gloria
dal sacrificio”. Parece ser que al pasar revista y nombrar a un soldado
caído, el resto del pelotón respondía con esta palabra. (Atención: no entren
solos a la cripta al ser un edificio en ruinas).
Dentro
hubo un altar de mármol. Sobre las cuatro paredes fueron recogidos los 360
“loculi” (20x20x60 cm) con unas pequeñas lápidas individuales con el grado,
nombre del caído, unidad a la que pertenecía y fecha de su muerte. En doce
tumbas fueron depositados los restos de 12 oficiales, únicos que estaban
enterrados en el interior, junto al Cónsole Alberto Liuzzi (de origen judío),
en la pequeña cripta, y en ella también estaban anotados los nombres de los que
fallecieron. El resto, 372 soldados, permanecían enterrados en el exterior, en
el recinto de forma circular.
El
gran Elías Rubio Marcos, cronista de la provincia, entrevistó a Félix López
Hernando que fue el vigilante del cementerio desde 1946 hasta 1975. En los
últimos noventa era el único vecino del pueblo de El Escudo aunque había nacido
en Venta Nueva. “El primer día que los
italianos tiraron hacia aquí desde La Maza nos mataron un cerdo y nos
destrozaron la casa: “Franco paga”, nos dijeron”. Y la paga fue que,
después de acabada la guerra encontró un puesto de trabajo como conserje del
panteón de El Escudo. Le nombró el consulado de Italia en Santander con un
sueldo de 500 pesetas de la época y seguridad social.
Camino de acceso a lo largo del cual se encontraban las diferentes lápidas de las primeras tumbas de los caídos |
Félix
mantenía limpio el panteón y se lo enseñaba a las visitas que venían desde
Italia. Para una correcta identificación la embajada le había entregado un libro
con los nombres de los soldados, el regimiento y el batallón al que
pertenecían. Como conserje asistió a las misas de difuntos que anualmente se
celebraban. Cada dos años asistía el embajador de Italia en España. (¿Recuerdan
lo dicho sobre no olvidarles?).
Vista aérea del cementerio hacia 1973 |
Cuando
aparcamos en la explanada de acceso y vemos la entrada sin las letras (“Aquí
reposan en la gloria los legionarios italianos caídos por la causa de España y
su civilización”) ni las grandes columnas con sus correspondientes hachas
fascistas poco podemos imaginarnos que este monumento llegó a ser visitado por
el conde Ciano, yerno de Mussolini, y ministro de exteriores de Italia. Hubo
todo un despliegue para aquel acto. Previamente pasó el General Gambara,
agregado militar de la embajada italiana, por la zona de combate, la pirámide
de El Escudo y los cementerios de donde se habían extraído los cadáveres de los
voluntarios. En la prensa se hablaba de la obra como “un colosal osario, de forma piramidal, donde han de quedar encerrados
en su día, los restos de los 400 legionarios italianos enterrados en distintos
cementerios de esta provincia y que cayeron en la conquista de Santander. La
puerta está formada por una enorme “M”, inicial del apellido del Duce, y
dentro, cerrada por una magnífica Cruz de hierro, que sirve de cancela. En el
interior hay tantos nichos pequeños como restos de legionarios caídos se
guardan en ellos. Las paredes, severamente trazadas, contienen por tres veces
la palabra “Presente””. Demasiada
exageración pero refleja la importancia que daban al monumento.
Ciano
llegó a las once menos cinco de la mañana del 13 de julio de 1939 en una
caravana de cien vehículos acompañado del Ministro de la gobernación, Serrano
Súñer, el Gobernador Civil, Marqués de la Eliseda, el Alcalde de Santander,
Emilio Pino y el general López Pinto, jefe de la sexta región militar. Allí
esperaba el General Gambara, las autoridades locales y muchachas ataviadas con
el traje típico regional montañés. El conde recibió explicaciones y detalles
del monumento por parte del capellán Bergamini.
Periódico AZUL |
Tras
la visita Ciano se dirigió a Corconte (también en Burgos) y depositó una gran
corona de laurel con la inscripción “El
ministro de Asuntos Exteriores de Italia a los legionarios caídos”. En el
trayecto se habían unido a la comitiva el Gobernador Civil de Burgos junto al
jefe de la Guardia Civil y el Secretario de Orden Público. Ya en el balneario
de la localidad le esperaban el alcalde, el presidente de la Diputación, el
jefe Provincial de Falange Tradicionalista y de las JONS, organizaciones del
Movimiento, autoridades locales, doscientos camisas negras de ambos sexos de
los fascios de Vigo, Bilbao, San Sebastián y Santander y numeroso público,
siendo nuevamente interpretados los respectivos himnos nacionales. Allí se
incorporaron el Ministro de Defensa Nacional, Se rezó un responso a cargo del
capellán del CTV, que todos siguieron arrodillados, finalizando el acto con la
revista a las tropas que rindieron honores.
Con
el tiempo la pirámide perdió a tan egregios visitantes y eran los familiares de
estos soldados caídos los que se acercaban a visitar los restos de aquellos
idealistas. Hasta el accidente de la “curva de los italianos” (19/05/1971)
cuando un autobús del ejército de tierra se despeña por un barranco causando
una docena de muertos y múltiples heridos.
ABC (30/05/1971) |
Ese
accidente, los costes y el cambio de ciclo histórico que se produciría en España decidieron
la exhumación de los cuerpos. En 1975 se metieron en cajas de zinc y unos se
repatriaron (268) y otros se llevaron a la Torre-Osario de Zaragoza (104), la
torre de la iglesia de San Antonio de Padua que es un Sacrario Militare
Italiano construido para albergar los restos de los combatientes italianos
caídos en la Guerra Civil Española. Este lugar es propiedad del gobierno
italiano y es tierra italiana. De esta manera se evitarían posibles
profanaciones, se facilitaría la visita de sus familiares al estar todos
agrupados en un mismo lugar, y su mantenimiento resultaría más barato.
La Vanguardia (Española) |
Cuando
vayan a ver este conjunto –no solo la pirámide- sientan cómo conjugaban el
carácter arquitectónico con fines conmemorativos y la muerte. Era un templo que
formaba parte del nuevo discurso artístico franquista, en el que sólo era
válido el arte útil, definido como un arte con fuerte capacidad de proyección
ideológica y de inserción en el Estado.
Vista aérea año 2014 |
Estamos
acabando este artículo sobre la pirámide de los italianos, un lugar que
sobrecoge y que nos despierta los profundos temores hacia la muerte y nos
predispone a la comunicación con “el otro lado”. Tengámoslo claro: es un cementerio
vaciado, como hay muchos, como el nuevo parque de Villarcayo donde los críos
juegan. Será por la forma de pirámide o porque la guerra impregnó el entorno,
no sé, pero este mausoleo abandonado es lugar propicio para buscar psicofonías.
Si
tienen interés en esta parte del tema el programa de Iker Jiménez, con nula
precisión histórica y geográfica, les abrirá a esa vertiente del asunto.
Reconocen que ellos no obtuvieron psicofonías en la pirámide frente a otras
personas que habían grabado palabras como “¡Atrápalo!”
Vayamos y abandonemos este prado comunal que se convirtió en
cementerio y que ha vuelto a ser prado comunal. Si el Valle de los Caídos fue,
y es, el símbolo de los soldados de Franco que murieron en la guerra civil, el
Puerto del Escudo tuvo un significado similar para los italianos, era el monte
de los caídos en España.
El
Mausoleo del Puerto del Escudo respondió a las intenciones políticas del
momento. Hoy en día fascistas y antifascistas han dejado su colorida señal en los
muros del monumento.
Bibliografía:
“Arquitecturasin memoria” Blog por Maider Beldarrain
Calderón
“CREDERE,
OBBEDIRE, COMBATTERE, fascistas italianos en la Guerra Civil española”, de
Dimas Vaquero. Edit. Mira 2007
“Burgos
en el recuerdo 2” de Elías Rubio Marcos.
Programa
de televisión “Cuentos en la Bruma: Recuerdos de una guerra (21/01/2017)”.
Programa
de televisión “Cuarto Milenio”.
Periódico
“ABC”.
Periódico
“La Vanguardia española”.
Periódico
“Imperio”.
Periódico
“El diario montañés”.
Centro
de documentación de la imagen de Santander.
Periódico
“Diario de Zamora”.
Archivo
provincial de Bolsano. Fotos de Guglielmo Sandri.
Fototeca
digital del Ministerio de Fomento.
Periódico
“Azul, diario de las F.E.T. y de las J.O.N.S”
"La participación italiana en el Frente Norte. La batalla de Santander (Julio-Agosto 1937)" por José Luís García Ruiz.
Página
“Guadalajara en Guerra”.
Anexo:
Desde
Sigüenza, donde estaba su mausoleo hasta finales de los años sesenta fueron
traídos los restos del general (Console) Alberto Liuzzi, condecorado con la
medalla de Oro póstuma y que tiene su placa en solitario en el Sacrario
Militare de Zaragoza. Fue, de entre todos los soldados italianos enterrados en
la pirámide, el de mayor graduación y cuya placa figuraba en solitario en el
primer rellano. Alberto Liuzzi había nacido en 1898, ingresando en la Escuela
de Oficiales de Complemento, y estando destinado en los “alpini” durante la
primera guerra mundial fue condecorado por dos veces con la Cruz de Guerra. Se
licencia en el año 1920 con el grado de teniente e ingresaría en el Partido
Fascista, pasando a la Milizia con el grado de Centurione, ascendiendo hasta
alcanzar el grado de Cónsule Generale. Llegó a participar en la guerra de
Abisinia y se alistó como voluntario para la guerra civil española. A España
llegaría a principios de 1937, participando ya en la batalla de Guadalajara.
Muere el 12 de marzo de 1937, junto a otros oficiales, a causa de un bombardeo
aéreo republicano, cuando en un coche se desplazaba hacia la localidad
alcarreña de Trijueque durante los trágicos días de la batalla de Guadalajara.
Felicidades por el articulo.
ResponderEliminarGracias.
EliminarY espero que siga disfrutando de esta bitácora.
Gracias por el artículo.
ResponderEliminarHace dos días intentamos visitarlo cuando volvíamos de Cantabria y no encontramos el acceso. Había mucha niebla.
Estaba todo cerrado con una alambrada. En la finca hay caballos. Por la derecha, donde decían en otro artículo que estaba abierto habían puesto alambres también.
Sabes si hay manera de contactar con el dueño para concertar visita?
Gracias
No le podría decir. Cuando yo lo visité se podía pasar separando las líneas de la alambrada. Quizá ahora lo han cerrado mejor para evitar problemas.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMagnífico artículo exhaustivamente documentado y acertado lema el del Blog. Visitamos la pirámide el Agosto pasado como broche a una excursión a Espinosa de los Monteros y al Monumento Natural del Ojo Guareña. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias por leerlo.
EliminarUn gran artículo. Gracias por un trabajo muy bien documentado con fotos y noticias de la época y que deja un excelente sabor de boca al leerlo. Hace años lo visité en varias ocasiones, fijándome en todos los detalles de la pirámide y quedándome con la intriga de lo que quería decir la inscripción en latín de la parte trasera de la misma. Hoy viendo Cuarto Milenio y hablando con una buena amiga sobre el reportaje que hicieron, busqué por internet y vi este magnífico artículo. Gracias por el tiempo que ha dedicado a él.
ResponderEliminarGracias a usted por leerlo.
EliminarMágnifico articulo,hace unos meses, me acerque al lugar sin saber muy bien su significado y con este articulo aclara muchas dudas que me fueron saliendo durante el recorrido. Muchas gracias por la dedicación en informar de algo historico, como tantos que no se sabe su porque y que poco a poco la tierra se los va comiendo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marcos.
EliminarMágnifico articulo,hace unos meses, me acerque al lugar sin saber muy bien su significado y con este articulo aclara muchas dudas que me fueron saliendo durante el recorrido. Muchas gracias por la dedicación en informar de algo historico, como tantos que no se sabe su porque y que poco a poco la tierra se los va comiendo.
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