¿A qué nos estamos refiriendo con lo de carbón
del pobre? Pues a la turba que se encuentra en… las turberas. Con esto,
evidentemente, no aclaro nada por lo cual empezaremos por explicar conceptos. Identificaremos
una turbera se caracteriza por asentarse sobre una zona poco permeable; está
encharcada de forma permanente; tiene una elevada acidez; y, finalmente,
escasez de nutrientes. Todo esto provoca una lenta descomposición de la materia
orgánica por lo que esta materia, la turba, se acumula de forma continua a lo
largo del tiempo. El agua desaparece de la vista y abunda el musgo del género
Sphagnum que no necesitan muchos nutrientes para su desarrollo.
La mayor Parte de las turberas tienen menos de
12.000 años. Tenemos “Turberas altas” con agua de lluvia y “turberas bajas”
cuyo agua está en el terreno por cercanía a una fuente, manantial o aguas
subterráneas. Pero bueno, la clasificación es abierta. Las turberas presentan
un perfil abombado. Además, la superficie nunca es homogénea lo que ayuda a las
especies animales y vegetales que allí habitan: plantas carnívoras, musgos especiales o
lagartijas únicas.
Hemos dicho que las capas inferiores se van
convirtiendo en carbón de mala calidad, pero combustible, a un ritmo de
crecimiento que se calcula de entre medio y diez centímetros cada cien años. Según
climatologías. En España poquito. Y, esto, es lo que ocurrió en la Turbera
Margarita de Herbosa y Arnedo y en otras próximas de San Vicente de Villamezán
(Valle de Valdebezana).
Marcelino López con su carro de turba (Cortesía de Arija) |
Un lugareño contaba a Elías Rubio Marcos que “la usábamos para quemar también, y esto es
muy bueno para prender a lo primero, porque como es así como blanda (hueco)
pues penetra mejor el aire y el fuego. Para encender hay que poner unos
palucos, como estos que tengo yo aquí. Sí, sí, claro que da humo, más que la leña.
La chapa de la cocina se ponía roja, ¡hervía la paila...!, el depósito que
tenía para el agua caliente, hervía”.
Pero la cosa no es tan sencilla como llegar,
sacar unas paladas para la cena y volver a casita. Es un proceso lento y
difícil. Entre Julio y septiembre se extraían los trozos empapados del suelo de
la turbera. Se preparaban del tamaño de un ladrillo –o en forma de barras, al
gusto- y se apilaban en la turbera para que el aire y el calor los secase. Lo
solían hacer por la mañana antes de las tareas del campo. De hecho, los días de
mal tiempo los dedicaban a la extracción de turba. Como en los bosques
comunales, aquí también había repartos y cada vecino disponía de su zona. En
unos treinta días estaba listo el producto final: casi sin agua, había perdido
peso y era más consistente. Cuanto más seco estaba más calor producía. Era el
momento de trasladarlo a casa, a un lugar poco húmedo. Una casa normal gastaba
hasta un carro entero de turba al mes durante unos diez meses al año.
Turbera "Margarita" hacia 1970 |
Pero no solo de turba vivía el hombre. Se
necesitaban los “tarrones” (son la corteza exterior que se quitaba para acceder
a la turba) que se usaban para encender. Prendían mejor que la turba ya que
tenían mucho musgo seco y raíces de brezo.
En esta zona existió una hermandad de pueblos
para la gestión y reparto de la turba. Era la “Hermandad de la Ribera” que
debió nacer en tiempos de la reina Isabel I de Castilla y que aparece en el
Catastro del Marqués de la Ensenada. Abarcaba más tierra de la que ahora vemos
porque bajo el pantano, en la llanura de la Vilga, había turberas. Eran diez
pueblos. De la provincia de Burgos estaban Arija, San Vicente, Herbosa (donde
estaba la sede) Arnedo, Villamediana, San Román, Quintanilla San Román, Bezana,
Montoto, Virtus y Cilleruelo de Bezana. Se juntaban el vocal de cada pueblo,
presidente y secretario.
Desapercibido cartel de acceso a la turbera. |
Al igual que el resto de zonas húmedas, las
turberas han sido consideradas como áreas insanas, foco de mosquitos y
enfermedades, lugares inhóspitos e improductivos que era necesario sanear mediante
drenajes y posteriores roturaciones en bien de la sociedad. Se la aguantaba por
su finalidad económica pero, irónicamente, la sobreexplotación de las turberas
como fuente de combustible económico o como producto de mejora de sustratos
para la horticultura y viveros han contribuido a su desaparición. También la
extracción de aguas subterráneas para el riego en la agricultura provoca la
desecación de estos humedales y, otrosí, la turba se prende con frecuencia. El
inicio del interés por las turberas puede datarse en 1844 a partir del biólogo Léo
Lesquereux.
Turbera Margarita (03/06/2018) |
Las turberas poseen múltiples valores. Entre ellos
destacamos los biológicos, los científicos, los educativos, los arqueológicos y
los productivos. Pero una vez degradada una turbera, por desecación y
eliminación de sus porciones más superficiales, el medio se ve rápidamente
cubierto de brezo. Para volver a un sistema acumulador de turba es necesaria
ante todo la intervención humana para restablecer el balance hídrico inicial.
Si nos remontamos al diccionario de Madoz nos
sorprende que en Herbosa no se diga nada sobre la turba. O, al menos, no se
especifica. Lo cual es curioso dada la utilidad del producto que va desde la
agricultura a la industria. La producción de turbas nacionales se duplicó en
ocho años, pasando de unas 26 Tm en 1975, a 51 Tm en 1982. En el mismo período
se cuadruplicaron las importaciones, desde 4.732 hasta 20.843 Tm. Quizá una causa
fuese el aumento del consumo de whisky nacional dado que esta turba se llevaba
a las destilerías DYC de Segovia.
Cortesía de Memorias de Burgos |
Nuestra turbera “Margarita” no tenía ni nombre.
Antes de su recuperación como humedal sólo era conocida con el genérico nombre
de la turbera. Dada su cercanía a Herbosa y Arnedo sirvió como carbonera y
fuente de abono hasta casi 1970. Ocupa una extensión de unas 60 Ha, al Suroeste
de Herbosa, en el camino de Santa Gadea. Su espesor varía entre 0,20 y 2
metros, que supone unas 50.000 Tm de turba. Existen más turberas en la zona: en
la Estación de Soncillo, al Noroeste, y las del Camino de Celada y Rojas, al
Suroeste de Herbosa.
Zona de actividad |
La turbera de Herbosa se encuentra en el fondo
de la vaguada que ha sido colmatada y allanada por los vertidos procedentes de
las colinas cercanas, a base de arenas silíceas y por aluviones más arcillosos
del arroyo Nava. Teniendo en cuenta los ritmos de frecuencia y los espesores de
la turba, las más profundas se pueden datar en 4.500 años. Y sería una turbera
de transición. Se destaca la presencia de la especie de brezo típica de la
turbera, Erica tetralix, que es el mejor brezo adaptado a los suelos ácidos y
húmedos en exceso. También se encuentra otro brezo, Erica cinerea, instalado en
los lugares más altos.
En los años recientes se ha puesto el objetivo
en la recuperación de zonas degradadas con la idea de que los ecosistemas vuelvan
a su estado natural. Por ejemplo, la Junta de castilla y León y la Fundación
Caja de Burgos iniciaron en 2002 trabajos encaminados a devolver a su estado inicial
la explotada turbera Margarita. Se destinaron a ello 120.000 euros. Taponaron
los drenajes con barreras prefabricadas de hormigón ocultas bajo el sustrato
para conseguir el encharcamiento generador de turba; desescombrar los restos de
la explotación minera; Se favoreció la reentrada de organismos y se acotó la
entrada de ganado. Se buscaba, también, el desarrollo de actividades de
educación ambiental destinadas a colegios.
La laguna principal, ocupa 15.000 metros
cuadrados y su profundidad máxima es de 2 metros. Además, se ha conseguido que
se formen dos lagunas de carácter temporal, que ocupan entre los 1.500 y 2.200
metros cuadrados, y cuya capacidad dependerá de la pluviometría, lo que habíamos
ya definido como turberas altas.
La Turbera Margarita fue una experiencia piloto
de recuperación de estas zonas degradadas en Europa y en donde su riqueza se encuentra
en la presencia de musgos y plantas carnívoras que sólo se dan en estos
entornos. La actuación en la Margarita sirvió al Aula de Medio Ambiente de Caja
Burgos para desarrollar un plan experimental de Educación Ambiental específico
de turberas y que ejecutó durante 9 años.
Y, a todo esto, ¿Por qué se llama Margarita? Lo
descubrió Elías Rubio Marcos al preguntar a un lugareño, José Díaz, sobre el
tema:
“G. del
V., ése es el que denunció la turbera a su nombre, porque el pueblo no hacía
caso. Y ése es el que bautizó a las turberas, Margarita y Elena, porque anduvo
con una chica de San Vicente que se llamaba Margarita. Eso lo he sabido de hace
poco. Y ayer lo hemos comentado, cuando ha venido por ahí un biólogo, [que] ha
estado ahí por el asunto de la alambrada, buscando bichos y haciendo fotos”.
Bibliografía:
“Las turberas en Castilla y León, unos
ecosistemas singulares a conservar”. Por Carmen Allué y José María
García-López.
“Condiciones de formación y características del
histosol de Herbosa (Burgos)” E. Guerrero, M. A. Manso y A. Polo
“La ecología de la reconciliación como marco
conceptual para la educación y otras herramientas de sensibilización
ambiental”. Miguel A. Pinto Cebrián.
Periódico “El Correo de Burgos”.
Europa Press
Página Web “Castilla Vetula”.
Página Web “Arija”.
Blog “La Cantabria Burgalesa”.
“Memorias de Burgos. Entre la tierra y la voz”
Elías Rubio Marcos.
Periódico “Diario de Burgos”.
“Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de
España” por Pascual Madoz.
Fototeca digital de España.
Para saber más:
Arija: Turberas de Campoo
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