Estamos en verano y todos, más o menos, tenemos
planeado lo que haremos esos siempre escasos días de ocio que nos dan en el
trabajo. Los que recorremos los caminitos de Las Merindades no necesitamos
plantearnos el típico dilema entre Playa o Montaña porque veraneamos en esta
vieja tierra de Castilla.
Claro que, si lo que nos preguntamos es cómo
veraneamos en Las Merindades, pues, eso ya es otra cosa. Podemos optar por el
chalet, la casa familiar compartida en el pueblo, un cuco hotelito o casa rural,
el pisito del desarrollismo e, incluso, balnearios. Perdón, balneario porque
–si la memoria no me falla (mucho)- solo nos queda el de Corconte.
Balneario de Montejo de Cebas (Cortesía Tierras de Burgos) |
Lejos están los tiempos en que había varias
casas de baños en la comarca. Hoy solo viven en el recuerdo de los vecinos de
los pueblos en que estuvieron. Como Montejo de Cebas. Población cuyo nombre
evoca el monte y los acebos.
El uno de julio hubiera comenzado la temporada
de baños en este balneario y acabaría el 30 de septiembre. Era conocido también
como balneario de Errasti. Lo encontramos a las afueras del este pueblo del
Valle de Tobalina, a orillas del río Ebro, a solo 35 km de la estación de tren
de Briviesca. El tren era importante porque ayudó sobremanera al incipiente
turismo burgués. Pero no nos olvidemos que todo tuvo su origen en la conocida
por “Fuente de la Salud”, a cuyas aguas surgidas de las rocas al borde de la
carretera a 19 grados centígrados iban a bañarse, según Pascual Madoz, muchos
enfermos ya a mediados del siglo pasado. Curiosamente en el diccionario de
Miñano, unos veinticinco años anterior, no aparece referencia alguna a dicha
fuente y sus aguas salutíferas.
Periódico LA ÉPOCA (1935) |
Y esto era lógico porque no será hasta el
surgimiento de una clase alta y medio alta con deseos de viajar y -¡por qué
no!- de alejarse de las cada vez más saturadas e insalubres ciudades que surja
el interés mediático por los balnearios y las casas de baños. Es el momento de
las ideas higienistas a lo largo de Europa que aumentaron la demanda de
servicios turísticos-médicos, en especial de aguas termales y marinas. Se
incrementan así las infraestructuras necesarias: balnearios, hoteles, medios de
transporte, etc. La gente buscaba respirar aire fresco y tomar los baños.
Aprovecharse del poder reparador de las aguas minerales y eso.
Para 1877 se contabilizaban 1.865 fuentes en España,
lo que daba una media de, aproximadamente, una por cada 262 Km2. Claro que la
concentración era mayor al norte sobresaliendo los de Guipúzcoa y Vizcaya, con
una fuente por cada 19 km2 y 33 km2 respectivamente. La existencia de todas
estas fuentes no implicaba, sin embargo, la presencia de balnearios, aunque es
verdad que desde principios del siglo XIX en adelante la oferta de centros
termales fue ampliándose. Importante: no es lo mismo balneario que casa de
baños.
Pero todo se acaba y el final de las aguas
terapéuticas vino de manos de la ciencia. Los adelantos en la bacteriología y
en la inmunología desnudaron las limitaciones de la balneoterapia. Más adelante,
la presión de la medicina farmacológica resultó evidente en esta batalla por una
terapéutica fiable. Perdidos sus atractivos médicos los balnearios compitieron
con otros lugares de ocio como el turismo de playa. Algunos centros termales
lograron adaptarse pero otros languidecieron en el tiempo.
Hoy, a más de medio siglo de su cierre vemos el pequeño
edificio alargado y adosado a la roca, que tapa una concavidad en la que se
encuentra el principal manantial. Olvídense del añadido en obras que la crisis
ha enquistado junto al edificio histórico que constituyó la casa-fonda de tres
pisos en la que se alojaban los bañistas.
Elías Rubio Marcos en su “Burgos en el recuerdo
2” recoge el relato que le contaba una anciana monja nacida en Montejo de Cebas:
"A finales del XIX se construyó una
carretera entre Quintana Martín Galíndez y Frías, en la provincia de Burgos. El
ingeniero que la estaba dirigiendo padecía mucho del estómago y como alivio, le
dijeron los vecinos de Montejo de Cebas que allí había un agua que, tomándola
antes de las comidas, se hacía la digestión con mucha facilidad. Al principio
no hizo mucho caso el señor Errasti, pero viendo que su mal iba en aumento, se
decidió, al estar la carretera ya a la altura de dicho pueblo, a no
desperdiciar la ocasión. Los primeros días la tomó porque en aquel paraje no había
otra, y con gran asombro vio que su estómago se había curado. Ante esta
evidencia decidió denunciar a Madrid el manantial y, con los trámites
necesarios, comprar los terrenos de alrededor. Una vez concedido el permiso
para explotar el agua, le puso el nombre de Balneario de Errasti. Se hizo el
edificio y se construyó la carretera pasando por medio de la finca del
balneario.
Al
principio sólo asistían familiares y amigos, pero pronto se extendió su fama y
fue llenándose todos los veranos de gente de Madrid, Neguri (Guecho,
la zona de la clase alta de Vizcaya),
Francia, Suiza y Alemania. Nunca se anunció en los periódicos, lo que suponía
que su fama corría de unos a otros. El agua es mineromedicinal de mesa, y está
indicada para el estómago, hígado y vías urinarias.
La vida
en el balneario era como de una gran familia. Se traía al cocinero de San
Sebastián, lo que hacía agradable y suculenta la mesa, además de la simpatía y
cariño de los dueños. En la temporada de verano el Gobierno de Madrid mandaba
un médico al frente de las tomas y baños para los pacientes".
A pesar de lo que dijera la hermana a Elías, el
anuario Riera recogía información publicitaria de este “balneario” indicándonos
que su propietario era Simón Errasti Larrañaga y que el médico del centro era
Silverio López, al menos entre 1904 y 1908. También explicaba el tipo de aguas:
bicarbonatadas sódicas indicadas para afecciones del estómago, intestino, piel,
infecciones, artritis e hígado. El tratamiento era en baños o ingerido. Todo
ello con un flujo de 15 litros por segundo. Y, para sorprenderles, informo que en
“La actualidad financiera” del 26 de octubre de 1910 se comunicaba que “se ha otorgado a perpetuidad la concesión de
15 litros de agua por segundo del manantial denominado “Fuente de la Salud”, en
la margen derecha del río Ebro, término de Montejo de Cebas del Valle Tobalina
(Burgos), a don Simón Errasti Larrañaga, con destino al establecimiento de un
balneario”. Y, ¿esto qué significa? Pues, que lo primero que funcionó fue
una casa de baños. Estuvo en activo como tal uno 20 años. El balneario, la
fonda y hostal, sería posterior y su tramitación comenzaría hacia este 1910. Esta
percepción es reforzada por una Real Orden del 30 de mayo de 1911 en que estas
aguas fueron declaradas de utilidad pública y que nos habla de un
“establecimiento proyectado” para su explotación. Además, leemos que en mayo de
1917 se emitía otra Real Orden “autorizando
la apertura oficial al servicio público del establecimiento balneario de
Montejo de Cebas (Burgos) y disponiendo que la temporada oficial para el uso de
las aguas en el mismo sea la de 1 de Junio a 30 de Septiembre de cada año”.
El edifico de los baños era sencillo, alargado y
adosado a la roca donde se sitúa el principal manantial. Un jardín lo
comunicará con la casa fonda, donde se hospedaban los bañistas. Las aguas de
Fuente Salud se embotellaron y comercializaron bajo el nombre de “Aguas de
Errasti”.
Es precisamente a través de una etiqueta de las
botellas de este agua, como pueden conocerse algunas de sus características: "Brotan a orillas del Ebro y están
clasificadas como bicarbonatadas mixtas puras. Es agua incolora, inodora e
insípida y su mineralización, inferior a 0,5 gramos, la coloca entre las aguas
de tipo de mesa". El manantial origen de todo se encuentra relacionado
con un tramo calizo compacto formado por calcarenitas bioclásticas de tonos
rojizos. Se presenta muy karstificado y con espesores comprendidos entre 80 y
150 m, correspondientes al cretácico superior. Surge en el contacto entre los
materiales calizos permeables y las margas, muy impermeables, dentro de la
unidad hidrogeológica Sedano-La Lora. Dicho.
En 1946 era uno de los balnearios que se incluía
en el concurso de directores médicos pertenecientes al cuerpo de médicos de
aguas minero medicinales. Permaneció abierto hasta 1954 cuando causas de índole
familiar lo hicieron cerrar. Más tarde pasó a una orden religiosa que lo
destinó a un noviciado. También se empleó como colegio veraniego.
Tras mucho tiempo abandonado la empresa Edificaciones
Goimen de San Sebastián compró en 2003 el inmueble y unos 30.000 metros
cuadrados de terreno con la idea de crear un hotel-balneario de 59 habitaciones
y 36 villas turísticas. De hecho, en 2006 se solicitó la declaración de estas
aguas como minero medicinales. Todo se acabó en 2007 con la crisis económica. Lo
que nos encontramos actualmente ha sufrido, además del abandono, robos y
vandalismo.
Bibliografía:
“Burgos en el recuerdo 2” por Elías Rubio
Marcos.
“El valle de Tobalina” por Inocencio Cadiñanos
Bardecí.
Blog “Tierras de Burgos”.
Periódico “Diario de Burgos”.
“Merindades hoy”.
“Diccionario geográfico estadístico de España y
Portugal”. Sebastián Miñano y Bedoya.
Anuario Riera.
“El turismo en la España del siglo XIX” Carlos
Larrínaga Rodríguez.
“Arte popular. Arquitectura hidráulica del norte
de burgos, de la ilustración a fines del siglo xix” Tesis doctoral de Aarón
Blanco Prieto.
Periódico “ABC”.
“Las aguas minerales como patrimonio
hidrogeológico histórico de la provincia de Burgos”. José Mª Ruiz Hernández y
José Ángel Díaz Muñoz
Periódico “El País”.
Periódico “El siglo futuro”.
Revista “La actualidad financiera”.
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