Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


sábado, 11 de agosto de 2018

¡Atención! En Medina hay veraneantes.




Hoy es un término desplazado por otros que resultan más rimbombantes. Ahora hablamos de turistas, incluso distinguimos entre turismo interior y extranjero, de costa o de montaña, de apartamento u hotel... Pero el trasnochado calor del término “veraneante” nos presenta una época de ocio estival, de botijo en el pueblo, de largos viajes en autobús hasta las raíces, de niños –muchos niños- que despedían al padre los domingos porque retornaba a Bilbao, San Sebastián o Madrid a trabajar.

Siguiendo la temática de artículos ligeros por eso del verano –y el descanso de “veraneantes”- veremos cómo se empleaba en la prensa del momento a los ociosos estivales y cómo los presentaba, dada la situación.

La primera referencia que me encuentro a las excelencias turísticas de la provincia está en el periódico “El Papa-moscas” del año 1894. Es aquí donde empezamos a ver los atractivos económicos del veraneo:



Pero los que más tierno resulta son los textos del siglo XX, concretamente, avanzado el siglo XX. En julio de 1954 encontramos uno que comenta varias situaciones en Medina de Pomar y nos diferencia entre quienes volvían a su tierra –alejados por negocios o que tornaban a visitar parientes, como subraya el breve- y los veraneantes puros que no deberán tener vinculación con la localidad. Por cierto, fíjense que el artículo no menciona la visita de los que emigraron para ganarse el pan en la industria vizcaína y que regresan buscando su ser. Esos no existen.



Incluso existen referencias a los veraneantes que, generosamente, podremos definir como “metidas con calzador” como en esta referencia al, por otra parte, hermosísimo Valle de Valdivielso. (empiezo a escribir como en estos artículos).


Añadamos otro punto de vista sobre la afluencia de personas en el periodo estival: la falta de alojamiento. El artículo comenta los problemas de los jóvenes para encontrar vivienda en Medina de Pomar, la construcción de nuevas viviendas y el efecto que producía ya en la oferta y demanda la existencia de los veraneantes.




En agosto de 1959 un articulito del “Diario de Burgos” alababa la situación creada por los veraneantes en Medina de Pomar al celebrar el día de San Ignacio, patrono de Vizcaya. El redactor deja caer varias sorprendentes ideas sobre los veraneantes: religiosidad, uniformidad, ser un grupo externo a los locales (los veraneantes no son “retornados al pueblo”), generosidad y riqueza…



Curiosamente no habla del daño producido en las costumbres locales como sí lo desgrana otro artículo. Es un artículo del “Diario de Burgos” del 27 de agosto de 1961, que transcribimos y comentamos, y que nos presenta otras pegas –aunque envueltas en almíbar-:

Medina de Pomar. Lugar de veraneo.

“Existen en la geografía española lugares que prenden mucho más que otros en la marcha tradicional del verano. Algunos sitios en auge unos años, pasaron de moda rápidamente. Otros, tardan en ser descubiertos porque, entre otras cosas, por extrañas circunstancias no aparecen en los mapas generales y precisan de la propaganda oral trasmitida persona a persona y, esta forma, aunque más certera, es lenta poco expansiva. Nada que ver con las grandes campañas de mercadotécnia turística que organizan las administraciones para atraerse parte del negocio turístico: “Gran Reserva”, “Paraíso natural”… Creo que en este aspecto seguimos casi igual.

Medina de Pomar pertenece a los sitios expresados en segundo lugar. Tarda en ser descubierta, porque como toda autentica verdad, no va en busca de seguidores que la elogien y alaben, sino que espera que éstos lleguen a ella. No gasta nada en propaganda turística porque nunca ha recibido a los turistas impersonales, sino a los verdaderos amigos que vienen recomendados o precedidos de parientes o conocidos. En fin.

Lo cierto es que persona que haya venido una sola vez, de casualidad o conducida por amigo o pariente, no ha desertado de la marcha natural de los veranos. Cuando Medina entra por las grietas del afecto y la emotividad, lo hace para siempre.

De esta manera, se ha visto convertida en lugar de veraneo y sin apenas darse cuenta ha ido alzando su costumbre en muchas cosas, para acomodarse un poco a los amigos. No ignoramos que este hecho encierra un grave peligro, ya que en lugar de asimilar lo bueno y necesario- de los forasteros, asimile únicamente lo malo, aceptando todo como útil porque es diferente y nuevo, sin aportar una justa crítica alejada de partidismos o rencores. José Manuel debe pensar que los turistas vienen de marte o creer que Las Merindades habían estado aisladas del entorno. Lo cierto es que la llegada de visitantes influye en el que lo recibe y a la inversa. Cierto es que el franquismo tenía miedo a las “contaminaciones” pero poca diferencia de costumbres podía haber con Bilbao. Salvo que hablemos de contagio político.

Puede ser perjudicial para el pueblo y sus habitantes la circunstancia que se da al engrosarse la colonia veraniega. Puede llegar, Incluso, a destrozar el ambiente en que, se vive y además de encarecer considerablemente la vida, inquietar desfavorablemente a sus vecinos al deslumbrarles con el «oro y el moro» que prometen las tierras de las que proceden los veraneantes.

Medina de Pomar, por ahora, atraviesa una etapa difícil. De salvarla, quedará más fortalecida que nunca. Puede dejarse arrastrar por el ímpetu que desdibuja al Individuo auténtico cuando se encuentra libre de trabas y quehaceres y quedar nadando en irrealidades. Este efecto lo puede destilar al considerar, e incluso envidiar al veraneante porque le mira como un ser que solamente se divierte y saca la errónea consecuencia de que siempre lleva esa vida y nada más falso. Si el hombre sólo es auténtico en su trabajo cotidiano, al verse libre por una temporada es natural que se muestre inauténtico, fuera de sí. Si esto particular estado «fuera de sí» lo consideramos como única realidad de ese individuo, nos equivocamos de medio a medio. No hay que olvidar que el hombre que disfruta de unas vacaciones o permiso, es porque se lo ha ganado durante todo el año y a la vez recupera fuerzas e ímpetu para él trabajo del año siguiente. Y este «fuera de sí» que él mismo se proporciona, le sirve de premio e ilusión para repetirla al año siguiente. Si el hombre no cifrase el trabajo en una consecuencia derivada de él, se acercaría al concepto de máquina.

Otro grave peligro que se avecina sobre Medina de Pomar, como lugar ideal de veraneo, es el salirse de sus cauces normales de vida y costumbres. Al recibir a gentes de sitios distintos y a veces tan alejados como Madrid y Bilbao, puede tratar de equipararse a ambas y nada más falso, porque si Medina queda imborrable en el recuerdo y tensa en la nostalgia es precisamente porque sigue siendo Medina, autenticidad que perdería al tratar de emular a las ciudades de las que proceden sus visitantes estivales. De esta manera pierde su auténtica savia y queda convertida en un vulgar plagio sin sentido y completamente anacrónico. Recomienda convertir Medina en una especie de parque temático del ruralismo castellano. Bien.

Los amigos que siguen acudiendo a Medina desde lugares diversos quieren encontrar todo, poco más o menos, en la misma forma que lo encontraron años anteriores e incluso como lo han seguido presintiendo durante el resto del año. Si un verano se encontrasen casi con las mismas cosas de las que huían la desilusión sería grande y hasta incluso empezarían a buscar otro sitio auténtico al que acudir otros años. Pues debería darse una vueltecita por la Medina de Pomar de hoy.

Y, aunque algunos no quieran reconocerlo en toda su importancia, esta afluencia de personas supone una riqueza considerable para la ciudad y sus vecinos. Y todo esto es necesario aclararlo porque según las opiniones de personas enteradas, este año la colonia veraniega alcanza en Medina más de 3.000 personas, cifra que, aunque parezca algo exagerada, no creemos que esté muy alejada de la verdad. Y, en esto, tiene razón.

Medina de Pomar, crece a un ritmo acelerado en chalets, en fondas, en pisos de alquiler, en nuevas mejoras como la estupenda playa artificial del Salcinal en un hermoso lugar de las márgenes del río Trueba a pocos minutos de la población, sitio ideal para el baño de niños y mayores con limpieza y comodidad -etcétera, etc.

A este paso quedará convertida en pocos años en el núcleo principal de veraneo de todos estos contornos. Creemos que es un hecho suficientemente importante para pregonarlo.

José Manuel Villamor.”

Pero estos consejos cayeron en saco roto y para 1971 ya vivían en medio centenar de chalets de la urbanización MEDINABELLA destinados, principalmente, a los vizcaínos. De hecho, fue la primera urbanización de este tipo de la provincia de Burgos. Y en los años posteriores crecería ¡y de qué manera!






Bibliografía:

Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “Imperio”.
Periódico "El Papa-moscas".







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