Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 5 de mayo de 2019

Demasiados Sanchos, Fernandos, Garcías y reinos de taifas.



Dejábamos a los moros españoles enzarzados en una guerra civil y con el conde de Castilla, Sancho García hijo de Ava de Ribagorza, buscando un nuevo objetivo: los Pirineos. ¿Por qué? Gracias a un bastardo en Ribagorza, en pleno Pirineo central, hoy en la provincia de Huesca. El conde Isarno muere en combate en el año 1003. Como no tuvo tiempo de centrarse en tener descendencia, el condado ha de pasar a las mujeres de la familia, las hermanas del conde. Una es Ava, condesa de la lejana Castilla, otra Toda, la cercana hermana pequeña, que gobernará y hará frente a los musulmanes de Barbastro.

Castillo de Frías.

Los ribagorzanos peleaban duro, ¡por eso perdieron a su conde! Y, por eso, en 1006 Abd al-Malik, el hijo de Almanzor, arrasaba la capital, Roda de Isábena, y dejaba una guarnición. Toda II, cincuentona y sin hijos, se alió –y casó- con el conde vecino, Suñer de Pallars, viudo, sesenta años, y tres hijos mayores que podían acaudillar ejércitos. A la muerte de Toda heredarían Ribagorza. Problema: el difunto Isarno tenía un bastardo, Guillermo. Enviado a Castilla este Guillermo Isárnez era primo canal del joven Sancho García, el conde castellano. Había, pues, una posibilidad de mantener Ribagorza a salvo de los de Pallars. Algo con lo que el viejo Suñer, sin duda, no había contado.

Sancho vuelve de Córdoba. Los moros que ocupan Ribagorza son vulnerables. Suñer quiere oficializar su dominio sobre Ribagorza. Toda II avisa a su sobrino Sancho. Sancho tiene una hermana, doña Mayor García a quien le corresponde por derecho de sangre el condado. Y, además, cuentan con un paladín que acaudille un ejército: Guillermo Isárnez, el bastardo, que no podría ser conde, pero lo será.

Imagen cortesía de Justo Jiménez.

En algún momento del año 1010, una hueste castellana penetra en Ribagorza. Expulsan a los moros de Roda de Isábena y allí doña Toda II entrega a doña Mayor y a Guillermo Isárnez la sucesión legítima del condado. Ciertos territorios de Ribagorza habían quedado en poder de los de Pallars pero el tema se soluciona con un matrimonio: Doña Mayor se casaría con Ramón o Raimundo, el hijo de Suñer. Así los territorios perdidos volverían a Ribagorza y las ambiciones de Pallars quedarían colmadas al dar a uno de sus hijos la oportunidad de tener el título condal ribagorzano.

No podemos dejar de señalar que en 1011 el conde Sancho fundará el monasterio de San Salvador de Oña que será espléndidamente dotado por el conde y su esposa con más de setenta lugares y cien iglesias. Solo una nota.

Y ya que hablábamos de muertes un poco más arriba miremos lo que ocurre en Córdoba. Muhammad era un inútil que se enemistó con todos, incluso con su protector Wadhid que le puso en el trono con apoyo catalán y expulsó a los bereberes del omeya Suleimán. Muhammad es asesinado el 23 de julio de 1010. El inductor del asesinato ha sido el general Wadhid, el eslavo, que repone en el califato a Hisham II.


Mientras tanto, Suleimán ha enviado a Sancho de Castilla una oferta: las conquistas de Almanzor al norte del Sistema Central pero… ¡Se las había prometido un año antes sin poder cumplir su oferta! Pero Sancho sabe que esas plazas y fortalezas están en manos de Hisham II. ¿Qué hacer? Pues Sancho escribe al califa Hisham II, le cuenta la oferta de Suleimán y le dice que, si no le entrega las plazas y fortalezas en cuestión, volverá a apoyar al califa de los bereberes contra el poder de Córdoba. Hisham, al recibir la misiva, no reacciona. Pero termina cediendo.

Entregarán a los cristianos doscientas plazas fuertes a finales del verano de 1010. ¡Todos los lugares que los omeyas habían conquistado bajo Almanzor y al-Muzaffar! Los textos mencionan otras que no fueron entregadas por el momento, pero sí prometidas y garantizadas con la entrega de rehenes. Entre las plazas entregadas estaban Gormaz, Osma, San Esteban, Atienza, Alcoba y Coruña del Conde. ¿Cómo era posible esa generosa entrega? Bueno, ellos veían que Córdoba se había salvado de los bereberes a cambio de unas fortalezas que, probablemente, ninguno tenía intención de defender. Sancho García estaba en condiciones de imponer su ley a Córdoba. Y el castellano, viéndose vencedor, dobló la apuesta: no sólo pidió fortalezas para sí, sino que además empujó a su yerno, el rey de Navarra, Sancho III, a hacer lo mismo.

Y esto no gustó tanto a los moros, aunque cedieron de mala gana. ¿Dónde estaban esas fortalezas que el Sancho navarro obtuvo del califa? No lo sabemos. ¿Por qué, entonces, cedió Hisham? “Todo ello ocurrió por la obstinación de no querer llegar a un acuerdo con los bereberes”, dice la crónica mora. ¡Hombre! Suleimán no renunciaba a su título de Califa y esa dignidad, por su carácter religioso y político, no admitía división alguna de territorios ni componendas, el acuerdo era imposible. La guerra era inevitable.


Pero no solo la que esperamos…En el otoño de 1011, una nueva conjura elimina a Wadhid y deja a Hisham colgado de la brocha. Después de dos años largos de lucha en todo el califato, Suleimán llegó a las puertas de Córdoba. Las gentes de Hisham le enviaron parlamentarios. Suleimán rechazó cualquier negociación. El 9 de mayo de 1013, una cohorte de oficiales cordobeses acudía a ver a Suleimán para rendir la ciudad. Suleimán prometió a los oficiales respetar sus vidas, pero los bereberes faltaron a la palabra de su jefe y no respetaron nada. Córdoba sufría un nuevo saqueo que incluyó el asesinato masivo de los oficiales de Hisham que pudo ser asesinado por orden de Suleimán o pudo marchar al destierro.

Suleimán había triunfado ¿No? No. Habrá tres años de guerra civil en Al-Andalus. El propio Suleimán morirá ejecutado. Bueno, era un bereber del momento en Hispania. Le seguía el segmento más primitivo de Al-Ándalus y eran detestados por árabes y por muladíes. Los bereberes odiaban a su vez a la aristocracia árabe y se sentían con derecho a imponer su ley por doquier y actuaron en el califato como una potencia de ocupación. El califa Suleimán es un títere en manos de sus bereberes. Pero sólo mandan en la región de Córdoba: el resto del ancho territorio del califato va por libre.


Esto es así porque –como los gobiernos actuales de España- para mantener su cuota ha concedido amplias franjas de poder a las distintas fuerzas locales, a las grandes familias y a las tribus dominantes en cada región. ¿Les suena? El recurso habría podido funcionar con un poder central fuerte, pero, con un califa débil y sostenido por una minoría tan denostada como la berebere, semejante sistema era una invitación permanente a la insurrección.

Surgirá en el África andalusí. Un proclamado califa llamado Alí desembarca la primavera del 1016 en Málaga y entra en Córdoba. Suleimán es asesinado. En abril de 1018 Alí será eliminado por Abderramán, descendiente del califa Abderramán III. El hermano de Alí también se había proclamado califa. Abderramán morirá igualmente asesinado y al-Qasim, el hermano de Alí, quedará como único califa. Era marzo de 1018. Y hubo más califas: Yahya entre 1021 y 1023, de nuevo al-Qasim en 1023, Abderramán V en 1023, Muhammad III en 1024, otra vez Yahya en 1025, Hisham III en 1027. Este Hisham será el último califa.

Y vienen los primeros reinos de taifas. Eso variará radicalmente la posición de los reinos cristianos. ¿Quiénes mandan en las taifas? Los mismos clanes, tribus, familias, bandos o facciones que ya cortaban el bacalao con anterioridad. En el plano de la estructura social, en realidad, nada cambia. La masa de población mozárabe o muladí sigue obedeciendo a los mismos amos, los esclavos siguen siendo esclavos y los siervos, siervos. Los señores, sin embargo, ya no obedecen al califa: cada cual tratará de asegurar su soberanía sobre su propio, débil y limitado territorio.


Los reinos cristianos perciben inmediatamente la fragilidad de estas nuevas entidades políticas y no tardan en aprovechar la situación. Obligan a las taifas a pagarles tributos si quieren ver sus fronteras tranquilas. Serán las “parias”. Si están pensando lo que yo, tienen razón: son el cobro de protección de un clan mafioso.

Otra pregunta ¿por qué los cristianos no aprovechaban la debilidad mora para seguir reconquistando? No tienen gente. Tienen más tierras de las que pueden llenar. Era mucho más rentable esa política de tributos que revitaliza la economía cristiana. Gracias a las parias empieza a circular dinero, se estimula el mercado, aparecen las primeras ferias, nace el tráfico de los artículos de lujo... y de paso se asegura la manutención del ejército, imprescindible para la supervivencia del sistema.

Miremos ahora a Navarra y a su rey Sancho III retrocediendo a 1017 y a la muerte de Guillermo Isárnez, asesinado en el valle de Arán cuando reclamaba le reconociesen como conde. Un “vacío de poder” significa problemas y tanto musulmanes como catalanes achuchan. Los nobles de Ribagorza y Sobrarbe no tienen fuerzas suficientes para afrontar el desafío. Piden ayuda a Sancho III que está casado con la castellana Muniadona, nieta de Ava de Ribagorza. Resumiendo: se queda los condados. La muerte de Alfonso V de León en un asedio y la coronación de un niño de once años, Vermudo III, con la subsiguiente regencia de su madrastra, Jimena,  hermana del navarro permite a Sancho el Mayor de Pamplona controlar también el viejo reino leonés.

Vermudo III de León.

¿Y Castilla? Ese mismo 1017 muere el conde Sancho García y le sucede un niño de siete años, García. La abadesa de Covarrubias, doña Urraca, tía del muchacho, asegura la regencia junto a los magnates del reino. Fray Justo Pérez de Urbel se decanta por el patronazgo de Sancho III de Navarra por la presencia de documentos de 1022 donde este rey figura como gobernante en Álava y Castilla. También le constan otras muestras de dominio político y social. En fin cuando García creció, se le organizó su boda con Sancha, la hija de Alfonso V. Aquel matrimonio era un paso decisivo para reconstruir la relación entre León y Castilla.

En 1029, el joven García, de apenas diecinueve años, viajó a León para conocer a la novia. Pero muere ¿Quién lo mató? ¿Los Vela? ¿Los magnates castellanos Gonzalo Muñoz, Munio Gustioz y Munio Rodríguez? ¿Sancho III? Juan José García González opina que la familia Vela. El crimen de estado creó una situación política delicadísima. Margarita Torres Silva opina que fue Sancho III el que urdió la trama.Una situación semejante a la de Sarajevo en 1914.

García no tenía descendencia. Pero tenía una hermana, Muniadona, casada con Sancho de Navarra, Sancho III el Mayor. El rey de Pamplona y Nájera, que casualmente estaba en León como invitado a la boda, habló: el condado era para Muniadona, la reina de Navarra y hermana del finado. Así Castilla, más los territorios de Álava y Monzón, que le pertenecían, cayeron bajo el control de la corona pamplonesa.

Lápida de Sancho III

Nominalmente al frente de Castilla aparece Fernando Sánchez pero al tratarse de un niño, el monarca navarro gestionará el condado. Esto fue así porque el condado recaerá en Muniadona y desde ella los derechos a su hijo Fernando. El rey Vermudo III de León –del que señorialmente depende el condado de Castilla- concederá el condado de Castilla a Fernando cuando se case con su hermana Sancha de León en 1032 según comenta Margarita Torres Sevilla. Ella lleva como dote las tierras entre el Pisuerga y el Cea controladas por Navarra. Una solución de compromiso. Parece haber diplomas que presentan a Fernando como conde en Castilla anteriores a la muerte de su padre lo cual confirmaría lo arriba dicho. Poco podían esperar que Fernando pronto fuera a ser rey de León gracias a su acción directa: Derrota a Vermudo cuando este “reclamaba” las tierras de la dote de su hermana.

La muerte de Sancho el Mayor se produce a la edad de cuarenta y cinco años, en 1035. En algunas obras consta que los castellanos exigieron que el territorio no fuera para el primogénito, sino para el segundo hijo –Fernando-, y ello en su calidad de heredero de Muniadona, la viuda de Sancho el Mayor, que era de la familia condal castellana. contradictorio. En su testamento Sancho dispondrá de Castilla como un bien propio adjudicando a su primogénito, García Sánchez, La Rioja, Álava y el norte del condado de Castilla, es decir, La Bureba, Montes de Oca, Trasmiera, Encartaciones y la llamada “Castilla Vieja”. Para el titular del condado de Castilla quedó el fragmento de Castilla que quedaba fuera de los límites de la vieja provincia Tarraconense y las aportaciones de su mujer.

Fernando I de León

Fernando tenía un condado bastante menguado lo que pronosticaba que desearía recuperarlo en su plenitud. Por otra parte, el flamante nuevo rey navarro, García, estaba encajonado entre sus hermanos de Castilla y Aragón. ¡Con tanto reino de taifa del que aprovecharse!



Bibliografía:

“Moros y cristianos” de José Javier Esparza.
“La ordenación del territorio en la más vieja castilla en los siglos IX a XI” por Rosa María Martínez Ochoa.
“Historia del condado de Castilla” Fray Justo Pérez de Úrbel.
“Historia de Castilla de Atapuerca a Fuensaldaña”. Juan José García González.
“Historia del condado de Ribagorza”. Manuel Iglesias Costa.
Revista “Desperta Ferro (Antigua y Medieval)” núm 40. Artículo “Nobiliori de genere ortus. Los verdaderos orígenes del cid campeador” por Margarita Torres Sevilla.
“Atlas de Historia de España” por Fernando García de Cortázar.
“Historia de España” de Salvat.




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