Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 8 de septiembre de 2019

Calzada del Almiñé.



Empecemos hablando del camino que sale de Burgos por Peñahorada y Cernégula que llevaba, de forma directa, al puerto de Laredo. Directo pero accidentado, eso sí. Un camino de mulas adaptado a carros en el páramo de Masa. Es fácil de reconocer porque, básicamente, es la carretera actual.

Foto cortesía de "Visita Las Merindades".

Entraba en Las Merindades por El Cuerno o Villalta, Pesadas, El Almiñé, Puente-Arenas, desfiladero de Los Hocinos… lo dejamos aquí porque nos salimos del mapa acotado. Desandemos el camino. Llegando a El Almiñé nos enteramos que existieron dos caminos de ascenso al páramo, según un documento de 1499. Cuenta que “fasta ençima el puerto de Santa Maria de la Hoz, el uno que ba a la yglesia y el otro al lugar de Pesadas, y entramos caminos acuden al lugar del Cuerno”. Se refiere a la bifurcación que existe a algo más de un kilómetro de El Almiñé, tras la cual, el camino empedrado de la izquierda llega directamente a la ermita de la Virgen de la Hoz –antes de la Visitación y de Santa Isabel-, y el de la derecha, se encuentra con dos puentes de fechas posteriores de buena fábrica y de un solo ojo que salvan un pequeño arroyo, y dan acceso a un antiguo camino que sube al páramo haciendo curvas y contracurvas para superarlo de una manera más suave.

Es ese citado camino empedrado el que se conoce comúnmente como la “Calzada de El Almiñé” asociándola, solapadamente, con una vía romana. Que no digo que no la hubiese, ojo. En fin, el tramo entre el Almiñé y la Hoz, de unos tres kilómetros de longitud, salva un desnivel de unos 350 m, por cuya razón se llamaba “La Cuesta”, temida por carreteros y arrieros y difícil de mantener en buen estado por la dureza del terreno. Podemos llegar a ver más tramos empedrados del camino de Laredo, o camino del pescado, pero nada comparado como el tramo desde El Almiñé al páramo el cual asombra cuando vemos que, pegada a una ladera, la vía se levanta a una altura de unos 4 metros sobre el barranco.

Fotografía cortesía de "Tierras de Burgos".

Viendo esa parte nos vuelve a venir el adjetivo “romano” pero no tendríamos razones para asignárselos. ¿Medieval, tal vez? Quizá. O ni eso. Existen documentos del siglo XVIII referidas a obras en este camino que llegan a denominarlo “Camino Nuevo” por la enjundia de las mismas. ¿Nuevo porque se rehace totalmente o porque se asienta sobre un trazado nuevo?

En una Real Orden de Felipe V, del año de 1720, se indica cómo en 1719 se hizo remate de la obra en el maestro de cantería Antonio del Castillo, vecino de Secadura (junta de tilo). El presupuesto y repartimiento de costos se hizo en Villarcayo, el 12 de agosto de 1720, y era de competencia del licenciado Basco de Parada y Castillo – Corregidor de las siete merindades de Castilla Vieja-. El presupuesto de la obra (cinco kilómetros) era de 11.400 ducados de Vellón, más otros 800 ducados prometidos a Domingo Carrera y Antonio Palacios y una partida de gastos burocráticos. Unos 4.500.000 mr. ¿Y la “pasta” venía de “Madrid”? Pues no. El dinero se recaudaba entre los vecinos de los lugares situados a veinte leguas a la redonda. Tocó a cada vecino, que no alma, a 633 maravedís.

Y, cuando de pagar se hablaba –y se habla- todos se ponen de uñas. ¿Dónde terminaban esas veinte leguas (5`6 Km) de radio? Pues en muchos puntos de esos 38.000 km cuadrados… en el fondo del mar. Claro que si entendemos “a la redonda” como veinte leguas por todos los caminos que salen del lugar la cosa mejora. Hasta que empezamos a discutir cuanto mide una legua. La legua jurídica antigua medía 15.000 pies, menos de 4`2 km. Ahí lo dejo.

Cortesía de "Visita Las Merindades".

Otra Real Orden del rey Felipe V, de 1722, dice que “en la Cuesta de El Almiñé, que al tiempo que se formaron condiciones se había diseñado camino nuevo que se había de abrir para uso de todo género de carruajes, por no haberlo antes, sí solo una senda penosa para los bagajes, se había notado que por donde lo dirigían aún quedaría más difícil, peligroso e insuficiente, en especial desde la condición 29 hasta la 32, que mandaba hacer dos puentes y gastar una peña que, ejecutado, sería precipicio; y sin embargo de que este inconveniente era subsanable dirigiendo la línea sin el paso del arroyo a que habían de servir los dos puentes, sustituyendo estos en otra parte no menos esencial, se hallaba hoy un camino que llamaban de la Hoz que dirigía a la Ermita de Ntra. Señora de la Visitación, sita en la más superior parte de la Cuesta, que antes era senda, y hoy, a expensas de la devoción, era camino ancho capaz de (sic) transitar por él cualquiera género de carruaje, más corto que el acondicionado, aunque no tan fácil de extender las líneas precisas para cortar cuesta tan agria, que fortificando los estribos que hoy eran de piedra seca con la obra acondicionada para el otro camino podría servir sin añadir alguna costa, precediendo regulación de Maestro así de esta permuta de camino como de las precisas mejoras de que hacíais representación...

Después de lo cual, en carta de 30 de abril pasado, Nos representasteis... habíais nombrado a Pedro del Real y Francisco del Prado, vecinos del lugar de Drobo (sic), quienes habían acondicionado la obra que necesitaba el citado camino, y la habían tasado en 32.500 reales de vellón; y el que dirigía al paraje que llaman El Cepo, incluso en el cuerpo de obra del Puente de Arenas, decían necesitaba para su perfección de 1.000 ducados de coste, pareciéndoles éste más conteniente por lo menos oculto, estrechándose como se estrechan las eminencias en el que dirigía a la Ermita y considerando se inundaba más de nieve...

El Maestro a cuyo cargo estaba la obra del Puente... había expresado tenía por más conveniente a los caminantes el camino que dirigía a la Ermita por más breve, y se allana a ejecutarlo en el precio tasado sin ninguna baja, por no poder servir a camino real la obra de piedra seca ejecutada por el Ermitaño que hoy sostenía el que se usaba, en cuya inteligencia parecía había de ser menos costosa...

Cortesía de "Merindades Sensaciones por descubrir".

La indecisión técnica era causa de grave detención en las obras pero también los problemas financieros con motivo del repartimiento de las cargas presupuestadas ante las cuales numerosos lugares adujeron no estar incluidos en las veinte leguas, como San Asensio, o estar exentos por privilegios como Madrigal del Monte. La villa de Laredo no quiso remitir el cupo con el pretexto de tener que reparar sus muelles.

Un año más tarde, en 1723, con fecha de 2 de octubre, el mismo Felipe V se dirigía al Corregidor de las Siete Merindades. Recordaba el rey, que con fecha de 18 de marzo de 1723, “José Antonio Díaz Tamayo, en nombre de Antonio del Castillo, maestro de cantería en quien se remató dicha obra y reparos, presentó ante los de Nuestro Consejo una relación en que dijo que a cargo de su parte había estado dicha obra, la cual tenía fenecida y acabada y declarada por Maestros y Veedores de Puentes... en la cual (postura) hizo de mejora 7.000 reales poco más o menos”.

Alegaba, también, los gastos extra y fianzas que depositó y las molestias causadas por la oposición por parte de lugareños al camino elegido. El total de las obras importaba 15.400 reales.

Siguiendo entre los legajos, se hallaron aquellos en que Agustín Ruiz, maestro de obras encargado de puentes, caminos y calzadas de Las Merindades desde 1766 solicitaba la comparecencia de varios testigos en septiembre de 1770. Indicaba, a grandes rasgos, que el presupuesto dispuesto por Diego de la Riba no era suficiente y, además, achacaba el retraso de las reparaciones a los duros inviernos anteriores.

En estos autos intervino como defensor de las obras el Licenciado Antonio Bustillo. Porque, en aquellos años, un proyecto de obras públicas se planteaba como una causa forense, trayéndose a favor y en contra de las “partes” (el puente, la calzada, tal vez los usuarios de los caminos...) testigos aleccionados.

Disposición de la calzada (Google)

El Maestro recabó el testimonio de varios trajinantes y usuarios familiarizados con el recorrido. Así, un vecino de Santa Olalla, Manuel Ruiz de Huidobro, asiduo a las ferias de Villarcayo y otros trajines informaba que “desde la última casa donde vive Manuel Fernández, toda la Cuesta arriba hasta lo alto de la Hoz, además de ser los más tercios (pendientes) de ella muy penosos y agrios, está intransitable, de modo que... de no componerse con calzada encajonada sería imposible el que se pueda transitar, por las muchas aguas que de los Altos caen, y estar muy pendiente... Desde dicha casa última hasta el llano de la Majada, necesitan precisamente de calzada, y hacer un pedazo de paredón que se ha caído; y desde dicha Majada arriba, en otros cuatro bien largos, también”.

Felipe Rodríguez, vecino de El Almiñé, comentaba sobre la cuesta: “(…) el deterioro y menoscabo de dicha cuesta tanto que hoy se halla intransitable por haberse llevado las aguas la tierra, cascajo y encascado que tenía debajo, hasta haber llegado a la peña; y en otras partes haber dejado el encascado suelto, habiendo en paraje hoyada muy profunda de vara o más, que sin conocido riesgo y mucho cuidado no pueden bajar carros. Y en un tramo que tiene llano debajo de la Majada se van las aguas por el camino. Y luego que se sale del pueblo, se ha arruinado un pedazo de paredón o fuerte, el cual tiene para sostener el camino. A cuyas causas contempla no es posible mantenerse dicha cuesta con encascado y cascajo y tierra encima, pues las aguas precisamente lo han de ir llevando”.

Y, visto lo visto, se nombra a los Maestros Francisco Berrardón, de 50 años, y Matheo Fernández, de 41, para que reconozcan el estado del tramo entre La Hoz y Villarcayo, con atención especial a la calzada de La Hoz a El Almiñé. Prestaron su declaración jurada en Villarcayo, el primero de noviembre de 1770, ante el Corregidor de las Merindades Fulgencio Antonio de Molina y Salcedo, abogado de los Reales Consejos.

Cortesía de "Visita Las Merindades".

Tras todo esto, ¿Es romana la calzada de El Almiñé? ¿Qué entendemos por romano? ¿Su trazado es suficiente para llamarla romana? ¿Es necesario que existan obras de ingeniería del periodo? Debemos asumir, por los comentarios de los testigos, que podría ser que la ruta del siglo XVIII transitase sobre otra abandonada mil años antes, parcamente utilizada en el intervalo y que gracias a la reactivación económica local se replantea sobre la traza anterior, con ligeras variantes. Eso sí: los romanos estuvieron aquí y subirían al páramo de Masa por algún lado, digo yo. ¿Cuál?

Ni la tabla peutingeriana ni el itinerario de Antonino nos aclaran la cuestión. Isaac Moreno Gallo tampoco dice mucho sobre Valdivielso, además nos indica el camino hacia la meseta a través del cañón de la Horadada y Briviesca o por Juliobriga y el camino de la actual carretera Santander Burgos (más o menos). Por su parte, Huidobro Serna prefería situar una vía romana a lo largo del valle de Valdivielso hacia Oña. Julián García Sainz de baranda tampoco ve romana la de El Almiñé.

Pensemos que, aún sin saber eso, su estructura no se adscribe a la típica calzada romana. Otrosí, tampoco podemos hablar de que lo que vemos es la reforma de una vía existente puesto que ni siquiera el trazado del Camino Nuevo carreteril de los documentos coincide con el más antiguo de herradura. Pero la seguimos viendo romana ¿Y eso, por qué? Asumamos, para comprenderlo, que el ritmo de desarrollo tecnológico que tenemos hoy no es trasladable al pasado. La técnica caminera varió poco hasta la introducción de los adoquines, el macádam (piedra machacada y prensada), el hormigón y el asfalto. Con ello una obra del siglo XVIII puede colar como romana. Podemos darle este sentido a la afirmación de Gil Abad que dice que “a finales del XVIII, la red caminera era parecida a la romana”. Aun así, en el caso que nos ocupa hay que tener cuidado al interpretar los documentos. No perdamos de vista que el trazado y conservación de las obras públicas era, y es, objeto de fuertes intereses y pugna entre poblaciones, que defienden sus respectivas “variantes”.

Concluyendo: no es romana porque la cuesta de El Almiñé es una obra realizada en el siglo XVIII. Aunque desconocemos el alcance real de las obras de cantería por mucho que digan los papeles –seguro que entonces se engordaban los trabajos como hoy- y cuyo presupuesto resulta bajo e igual para todos sus tramos, independientemente de la obra necesaria. Ni más ni menos, como si se tratara de un simple arreglo, a pesar de lo que se pondera lo mucho que hay que hacer. Y es que, digamos una vez más, los documentos no se escribieron para nuestra información, sino para cubrir unos objetivos concretos e incluso inconfesables. Como hoy.




Bibliografía:

“Papeles viejos de Castilla-Vieja. Crónicas de ayer en el archivo de Villarcayo” Jesús Moya.
“Caminos burgaleses: los caminos del norte (Siglos XV y XVI)”. Tesis doctoral de Salvador Domingo Mena.


Anejos:

Extractos del informe de dos maestros sobre la construcción de las calzadas de la cuesta de la Hoz:

Se nombra a los Maestros Francisco Berrardón, de 50 años, y Matheo Fernández, de 41, para que reconozcan el estado del tramo entre La Hoz y Villarcayo, con atención especial a la calzada de La Hoz a El Almiñé. Prestaron su declaración jurada en Villarcayo, a 1 de noviembre de 1770, ante el Corregidor de las Merindades D. Fulgencio Antonio de Molina y Salcedo, abogado de los Reales Consejos. Aquí una serie de extractos de la misma.

Así, la descripción parte de lo alto de la Cuesta de la Hoz “hasta la primera casa del lugar del Almiñé, en que vive Manuel Fernández, frente del Mesón que llaman (del) de Quintana, que está de la otra parte del arroyo... y como estaba dicho camino a terraplén y cascajo encima, se lo ha llevado y desbaratado (el agua), ni era posible subsistir en aquella forma, a cuya causa... (Don Diego de la Riba) previene hacer calzada de 3.650 pies, y en lo restante de la Cuesta terraplenar e igualarla... y hoy necesita más reparos y calzada, y el terraplén que dice en lo restante de la Cuesta no puede subsistir”.

Pasan a enumerar los reparos y construcciones precisas, con el pre-supuesto de cada tramo:

“Santuario y Casa de las Lanas, desde la misma bajada por el Camino Nuevo, a distancia de 780pies de línea hasta encontrar con lo llano que hay enzima de un pontón que está para pasar de dicho Camino a otro que va por aquella ladera, se ha de hacer de calzada (de) piedra a cacho, terraplenando e igualando primero todo su pavimento. Luego sobre ello hacer el empedrado en la forma dicha metido a cacho, y de 20 en 20 pies una hilada de adoquines boltrados en escarzano, cariados, y por medio su hilada de adoquines maestra, también cariados, para la resistencia y firmeza de él; y las aguas, recuas, carros, coches y calesas, de que es bastante el curso, especial mente de recuas y carros, por ser el camino más real, público y común para los puertos de Montaña y Vizcaya, tráfico de lanas a Vil hado, y el de grano y otros comestibles para estas Merindades, Valle de Soba, Ruesga y otras partes. Y encima de dicho empedrado, una cama de cascajo menudo para que se introduzca y cierre dicho empedrado. Uno y otro material de buena calidad, por haberlo inmediato, y de la misma calidad y modo todas las demás calzadas que se fueren acondicionando en dicha Cuesta y camino hasta la primera casa de dicho lugar de El Almiñé. Que de la vanguardia que existe en dicho camino a la parte del solano hacia arriba se ha de hacer otra enlazada en ella, con 3 pies de planta rematada en 2, y de alto otros 3, sus cobijas puestas a cacho para seguridad, y de larga 300pies de línea hasta igualar con el empedrado, y dándola un pie de cimiento en los parajes que lo permita el tercio...”

(El costo del tramo, lo estiman en 3.420 reales de vellón.)

“Pasada dicha calzada delineada por 480 pies de línea hasta poco más abajo del pontón que va citado, todo el camino se halla bueno y tratable, a excepción de alguna corta hoyada que se rellenará de buen cascajo, en donde se mantendrá por estar llano...

Siguiendo dicho Camino y Cuesta abajo de la distancia referida, y a la vista de la Cueva que llaman de la Capitana, se fabricará otra calzada en la misma forma que la anterior en la distancia de 540 pies de línea, y desde dicho pontón abajo, en la de 180 pies, se abrirá un cimiento para poner cobijas que sostengan por aquella parte otra calzada que tenga 2 pies de ancha, hasta enlazar con la que hay vieja”.

(Costo del tramo: 2.300 r.v.)

“Desde dicha calzada para abajo, en la distancia de 1.020pies de línea, se halla el camino tratable por estar muy poco pendiente... Desde la salida y revuelta de dicha Cueva de la Capitana hasta debajo de la Peña que se dice del Gallo, por estar todo el camino desbaratado e intratable en la distancia de 1.050 pies de línea, hasta cerca de un pontón o cantarilla por donde atraviesan las aguas el camino para salir al arroyo de la otra parte, que se halla hundido y encenagado, se hace forzoso hacer otra calzada del mismo género y en los propios términos que las anteriores, y hacer un arquito a rafeta con 4 pies de ancho y otros 4 de alto para el buen recibo y expediente de aguas...”

(Presupuesto del tramo: 4.350 r.v.)

“Desde esta última calzada, en la distancia de 330pies, no se precisa obra. Siguiendo dicha Cuesta y Camino hacia abajo en la distancia de 960pies y hasta cerca del corralón o tinada en donde cierra el ganado el lugar de El Almiñé, por estar intratable y desbaratado el camino, y con boyadas muy fuertes, se hace preciso hacer otra calzada y terraplén en la forma que las anteriores... por lo muy agrio y penosa, y poner las cobijas que le faltan”.

(Presupuesto: 3.840 r.v.)

“Siguiendo dicho camino y cuesta por dicho corral y llanura que sigue, en la distancia de 1.500 pies de línea, está el camino tratable… Terraplenar su pavimento en algunas partes con el cascajo que hay inmediato y a que quede igual su piso; y por las orillas del arroyo o zanja en las partes que parezca necesario... se pondrán sus cobijas crecidas a cacho para que no rompa y se salga a dicho camino las aguas del arroyo o zanja, cuyo costo se regulará con el rompimiento y abertura de la zanja.

Desde dicho sitio y medida referida, al seguir la bajada, que es al dividirse este camino del que ahora han tomado para bajar gentes, caballerías y carros en distancia de 960 pies de línea camino abajo por estar todo desbaratado e intratable, es preciso hacer otra calzada en la propia forma que la advertida en las anteriores...”

(Costo presupuestado: 3.840 r.v.)

“Siguiendo dicho camino, a poca distancia desde donde ha abierto camino para su era y cueva dicho Manuel Fernández, (se proyecta otra calzada en un recorrido de 210 pies) ...que es hasta llegar frente a la hermita, pasado la casa de dicho Manuel Fernández, y frente del referido lugar, frente al Mesón del de Quintana”.

(Presupuesto: 840 r.v.)

“Desde el referido corral del ganado se ha de comenzar a abrir el arroyo o zanja para el expediente de las aguas y separarlas del camino, con 3 pies de ancho y 2 y medio de profundidad, siguiendo dicha zanja toda la orilla del camino por la parle del regañón hasta dar más arriba de dicha Casa Mesón, rompiendo en varios parajes porciones de peña que atraviesan dicho arroyo..., y hacer todas las cobijas que le faltan hasta el Mesón.

Asimismo levantar el paredón que se halla arruinado en 30 pies de línea con 5 de planta rematándole en 4, y profundizando sus cimientos 3, y su altura a nivelar con el camino según que está lo demás terraplenado con buen cascajo en diferentes partes que lo necesita, desde el rompimiento de dicha zanja hasta el Mesón.

En las calzadas que van acondicionándose se han de hacer también 12 artesonados en ángulo, en las partes que sean para ello más a propósito, de 10 pies de ancho y uno de hondo para recibir las aguas”.

(Costo: 2.500 r.v.)

Con esto hemos llegado a El Almiñé.




5 comentarios:

  1. Excelente trabajo. Queremos que todas las calzadas sean romanas, francamente esta en particular lo parece. Olvidamos que los constructores han de tener un referente y que mejor que la tradición romana en caminos, aguantan los siglos y de qué manera. Mientras tanto seguiremos caminando por ella e imaginando que bajo cualquier trazado siempre hubo un inicio. Un saludo.

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  2. Muy buen trabajo, he aprendido mucho y con toda seguridad pues el empleo de referencias hace que el texto sea creíble. Gracias.

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