Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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sábado, 28 de diciembre de 2019

“Estampita” de la vida.



Revisaremos en esta entrada el camino de una pequeña estafa cañí nacida en Cantabria y muerta en una carretera de Las Merindades según nos contaba el periódico “El Cantábrico” el 23 de mayo de 1923:

“Estafa de dos mil pesetas.

Nuevamente la excesiva credulidad y la superstición han dado lugar a que se haya cometido una estafa, de la que ha sido víctima la vecina del pueblo de Pandillo Eusebia González Pardo, de cincuenta y tres años.

En casa de dicha mujer se presentó días pasados una gitana, manifestándola que ella tenía poder suficiente para curará una hija que aquélla tiene y que padece ataques. Añadió que para realizar la maravillosa cura necesitaba dos mil pesetas, que pondría a la madre al lado del corazón, donde había de tenerlas durante cinco días sin quitárselas ni decírselo a persona alguna.

Eusebia González, en su deseo de que sanara su hija, no dudó un instante en acceder a la proposición de la gitana, y entregó las dos mil pesetas a ésta, que colocó en un trapo, a manera de cataplasma, sobre el corazón de la crédula mujer. Pasaron dos días, y sospechando que pudiera haber sido víctima de un engaño, fue a mirar el envoltorio y se encontró con que en lugar de los billetes contenía, recortes de periódico.

Un hijo de la estafada denunció, el hecho a la Guardia Civil de Espinosa de los Monteros. El comandante del puesto, con la fuerza a sus órdenes, salió en automóvil en persecución de la gitana, logrando darla alcance en Medina de Pomar y rescatar las dos mil pesetas estafadas.

La benemérita procedió a la detención de la gitana María de la Cruz y de un sujeto que la acompañaba llamado Juan Malla. También fueron detenidos por la Guardia civil de Selaya los gitanos Ramón Larralde y Emilia Dimas, siendo puestos a disposición del Juzgado de Villacarriedo”.


Nos encontramos con una mujer que desconoce los fundamentos de la medicina y que asocia la curación con poderes mágicos; y con una gitana que conoce la debilidad de la vecina de Pandillo y, abusando de la confianza de mujer a mujer, la visita para hacerla soltar 2.000 pesetas de 1923. Pensemos que un periódico costaba 10 céntimos de peseta y una noche de hotel unas 20 pesetas. Vamos, que la curación milagrosa partía de una cantidad importante. La prensa, “Diario de Burgos”, nos informa de la enfermedad: ataques epilépticos. Quizá el tratamiento podía ser en función de la cantidad de dinero disponible para las consultas médicas… ¡Qué se podían conseguir con 2.000 pesetas!

Otra cosa curiosa es que el hijo, como dirigido por la santa providencia, acude a la Guardia Civil de otra provincia suponiendo que los timadores tomaron el camino de Las Merindades. Claro que, quizás antes o después, se debió de dar parte a la de Santander porque otra pareja de gitanos son detenidos en Selaya. O no.

La disposición de medios para esta operación fue enorme. ¿Tenía un coche la Guardia Civil de Espinosa de los Monteros? ¡Qué quieren que les diga! En 1924 el cuerpo tenía doce coches con lo cual veo difícil que tuviesen uno adscrito a este cuartelillo. Seguramente confiscaron uno, como en las películas americanas. Puede que, simplemente, el periodista se “acelerase”.

Diario de Burgos (26/05/1923)

“El diario palentino” también comenta el timo y su captura. Su nota periodística varía un par de nombres –nada raro en esta época- con Ramón Larralde en Lasalde y a Emilia Dimas en López, deja claro que iban juntos y que son capturados en la carretera de Cornudilla a Briviesca. ¡Viva las contradicciones! También nos da una cantidad de dinero diferente: 2.025 pesetas. Lo situaba en el día 17 de mayo.

Hemos hablado del “Diario de Burgos” y de cómo presenta la noticia el día 26 de mayo de 1923. Y también tiene sus contradicciones:

“Según noticias de Santander, el día 15 del actual se presentó en el barrio de Pandillo, pueblo de Vega de Pas, una gitana llamada María Cruz Pardo, la cual, enterada de que la vecina Eusebia González Pardo tenía una hija que padecía ataques epilépticos, se brindó a curarla, pues según dijo tenía poder para ello. Recomendó a Eusebia que guardara 2.000 pesetas en una bolsita y se la colocara en el pecho, teniéndola en esta forma unos siete días sin decírselo a nadie, ni aun á la enferma.

Como Eusebia no se sabía colocar la bolsita, lo hizo la gitana, la cual desapareció del pueblo. A los tres días se le ocurrió a Eusebia registrar la bolsita, y con la natural sorpresa vio que las pesetas habían desaparecido.

Un hijo suyo, sin decir nada a nadie, se trasladó a Espinosa de los Monteros, dando cuenta de lo sucedido a la Guardia Civil. Una pareja salió en automóvil, deteniendo en Medina de Pomar a la gitana, a su amante y a dos sujetos que les acompañaban, recuperando las 2.000 pesetas. Los detenidos ingresaron en la cárcel”.

¿En qué consistió el timo? Pues, en un cambiazo. La timadora prepara el paquete con los billetes auténticos y luego lo cambia por otro relleno de recortes de periódico. Lo hemos visto en la película “el golpe” con Robert Redford o en “Los tramposos” con Toni Leblanc. Lo difícil es el cambiar los paquetes y conseguir un tiempo para escapar. En nuestro caso no juegan con la avaricia de la víctima sino con su amor e ignorancia al obligarla a llevarlo cerrado durante tiempo suficiente para que los gitanos escapasen. Sobre cómo realizó el cambiazo sin tener a un acompañante que distraiga al panoli lo resolvió como dice el artículo del “Diario de Burgos”.

Gitanos en 1923

Finalmente vemos que son capturados -gracias a un gran despliegue de medios para la época- por el puesto de la Guardia Civil de Espinosa de los Monteros (por ello lo presentamos en esta bitácora). Claro que podemos suponer que fuese en colaboración con los agentes de la zona de Selaya. O no.

Está bien lo que bien acaba pero… ¿Fueron condenados?

¡A saber! Si nos fijamos en el código penal español de 1870, vigente en el momento del delito, tendríamos que detenernos en el artículo 10 donde se enumeran los agravantes del delito. Concretamente los puntos: 7. Obrar con premeditación conocida; 8. Emplear astucia, fraude o disfraz; y 10. Obrar con abuso de confianza.

Vale, conocemos los agravantes del delito… ¿Y el delito? Bueno, por la falta de violencia sería un hurto. Y el artículo es el…

“Art. 530. Son reos de hurto:
1. Los que con ánimo de lucrarse, y sin violencia o intimidación en las personas ni fuerza en las cosas, toman las cosas muebles ajenas sin la voluntad de su dueño. (…)

Art. 531. Los reos de hurto serán castigados:
1. Con la pena de presidio correccional en sus grados medio y máximo si el valor de la cosa hurtada excediere de 2.500 pesetas.
2. Con la pena de presidio correccional en sus grados mínimo y medio si no excediere de 2.500 pesetas y pasare de 500. (…)

Art. 533. El hurto se castigará con las penas inmediatamente superiores en grado á las respectivamente señaladas en los dos artículos anteriores:
1. Si fueren cosas destinadas al culto, ó se cometieren en acto religioso ó en edificio destinado á celebrarlos.
2. Si fuere doméstico o interviniere grave abuso de confianza.
3. Si fuere dos o más veces reincidente”.

Es decir que la reclusión de María de la Cruz podría llegar desde seis meses y un día hasta dos años, cuatro meses y un día en el grado medio. Si es que no le encontraban agravantes o cosas así.

Casa de Pandillo (Vega del Pas )

Pero, creo, que no toda la culpa era de ella. Entiéndanme, no estoy excusando al delincuente pero recurriré a la revista “La Montaña” para ir cerrando posiciones:

“La ignorancia de nuestra gente aldeana no puede desterrarse de manera radical como convenía a los intereses de la Montaña. Aún quedan, aunque por fortuna no muchos, aldeanos que conceden crédito a las cosas más fantásticas, y que hacen la señal de la cruz al oír hablar de supercherías y embrujamientos. Las consecuencias de esta crasa ignorancia, las pagan siempre los interesados, pero esta no es razón suficiente para que los sacerdotes y los maestros y con ellos las autoridades, tengan el ineludible deber de hacer una labor intensa para desterrar creencias y temores, de épocas lejanas.

El caso que nos inspira estas líneas, merece conocerse: En el barrio de Pandillo, de la Vega de Pas, habita Eusebia González Pardo, de 53 años, que tiene varios hijos. Desde hace algún tiempo, una de las hijas de Eusebia se encuentra enferma del corazón, y la infeliz mujer, para buscar la salud de la muchacha, se puso de acuerdo con una gitana. El remedio era sencillísimo; 2,000 pesetas en billetes, envueltas en un pañuelo, y guardadas en el pecho por la dolorida madre, curarían a la pobre chica librándola de una muerte prematura.

Muchos sacrificios para reunir esta cantidad, pero como en ello se jugaba la salud de su hija, la mujer no dudó un solo momento en entregar a la cañí las pesetas, quien a su presencia las envolvió en el pañuelo, entregándoselas. Antes la gitana tenía que invocar a los buenos espíritus y rezar unas oraciones para que el Señor del Gran Poder, sanase a la muchacha.

Todo se cumplió según las órdenes de la embaucadora, y la Eusebia guardó en el pecho el envoltorio, después de agasajar a la gitana por su buen corazón. Pasaron tres de los cinco días que el dinero tenía que permanecer guardado en el maternal seno, y como la joven no notase alivio alguno, la cándida mujer quiso echar un vistazo a los billetes de Banco que tan cuidadosamente guardaba. La sorpresa de la infeliz no tuvo límites al comprender que había sido burlada y víctima de su candidez.

Las pesetas habían desaparecido, y con ellas la gitana que tuvo buen cuidado de largarse cuando tuvo en su poder el dinero. Un pasiego de aquel barrio, que se ríe de todas las gitanerías y de todas las "mardisiones" de la gente cañí, logró convencer a la infeliz de que las hechicerías de las gitanas solo tenían un remedio, la Guardia Civil y denunciado el caso, fue detenida la estafadora en compañía de su "hombre" y del metálico remedio.

El caso en esta o parecida forma se repite con tanta frecuencia, por lo menos como el ya gastado y productivo timo del entierro. La candidez sigue siendo reina y señora en muchos corazones, y esto lo sabe bien la andante gitanería, y lo explota mejor en su provecho. Menos mal que las vecinas de Pandillo ya están enteradas y gitana que asome por allí se expone a que la perniquiebren. Y con muchísima razón”.

Y… sí. Es cierto. La versión que cuenta este último artículo difiere –y mucho- con lo que comentaba el “Diario de Burgos” en relación a la forma en que se procedió a denunciar el caso y la enfermedad que pasa de ataques epilépticos a una enfermedad del corazón. Pero, muchas de estas publicaciones redactaban de oído, sin recurrir a las fuentes. Es lo que hay.

Si en esta versión se resarce a Eusebia de su vergüenza presentándola como un Pablo de Tarso que se percata de su error… ¿Qué hay de malo en ello? ¿Qué se miente en la prensa? ¿Acaso parecía importarles? ¿Acaso nos importa hoy?


Bibliografía:

Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El diario palentino”.
Periódico “El cantábrico”.
Revista “La Montaña”.
Código Penal de España de 1870.


2 comentarios:

  1. Los gitanos siempre tenían este tipo de artimañas. Por La Bureba pasaban casi de pueblo en pueblo y siempre "sacaban" algo aprovechando la ignorancia de los aldeanos. Un saludo y gracias por recordarme la magnífica escena de Los tramposos.

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  2. En aquel tiempo la corrección política todavía no se había inventado, a los gitanos se les llamaba gitanos, que cosas.

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