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domingo, 1 de diciembre de 2019

Sobre Mesas y Mesillas en Manzanedo



Hoy ascenderemos en busca de un Castro, y algo más. Viajamos hasta Manzanedo donde hay restos de la cultura castreña que datarían desde el periodo del primer hierro hasta el tardo romano y la alta edad media.


Debemos poner en su contexto el poblamiento que presentaremos. Hay tres zonas castreñas en nuestro entorno: las Loras del noroeste, las Sierras de la Demanda y de Cervera y las Montañas del Norte de Burgos. La forma, de estos emplazamientos es muy parecida viniendo marcados por la geomorfología: los hay en espolón, en farallón simple y doble, en cerro amesetado, en colina aterrazada, en portillo o collado, en vaguada, en ladera, etc.

En estas tres zonas podemos observar algunos tramos vacíos: alturas superiores a los 1.500 metros como es el caso del centro de la sierra de la Demanda con las máximas alturas de los picos San Millán (2.131 m.) y el Mencilla (1.929 m.); la parte alta de las Loras y el Páramo de Masa por las condiciones de aislamiento; y en las montañas del norte hay dos vacíos: las alturas del borde norte, por encima de los 1.300 m. cuya máxima altura es el Pico Valnera (1.718 m.), y las zonas llanas del sinclinal Villarcayo-Medina de Pomar-Trespaderne que fue muy escasamente celtiberizado. Su ocupación sistemática se debe al proceso de romanización.


Las zonas acotadas con asentamientos tendrían cierta densidad de los mismos, aun desconociendo la existencia de alguno más. Aun así, en el borde sur de las Loras puede apreciarse una mayor profusión de asentamientos situados en el límite de zonas altas y en el arranque de tierras de aluvión. Esto puede indicarnos el aprovechamiento económico de la caza en el primer caso y de la agricultura en el segundo.

En la comarca de las Loras encontramos 28 núcleos de población cuyas dimensiones no son muy grandes. Son emplazamientos espectaculares, con una visibilidad evidente entre ellos, aunque este aspecto se ha puesto en duda como constante. La extensión de la mayoría está entre las dos y las cinco hectáreas pero algunos alcanzan especiales dimensiones y son los que se encuentran en el límite zonal ya que su situación y emplazamiento se justifican porque dominan las altas tierras de aluvión de los ríos Odra, Brullés, Hormazuela y Urbel, afluentes del Pisuerga y Arlanzón. Los poblados que ocupan mayor extensión, distribuidos de una manera razonable, serían lugares centrales para situaciones de riesgo.


Otro aspecto interesante a destacar es la escasa distancia que hay entre los distintos poblados, particularmente en las zonas donde hay mayor densidad. En dichas zonas la distancia entre los núcleos de población está en un rango de unos cinco kilómetros o menos. Esto no es el producto de una densidad grande sino, casi seguro, del carácter estacional de su ocupación. Lo vemos en el sur de las loras y en los poblados del valle de Losa. Sin embargo en la Sierra de la Demanda esas distancias son mayores, entre 10 y 20 km., quizás impuesto por la orografía y por la menor población.


En la zona de las Montañas del Norte el tamaño de los asentamientos es similar a los anteriores. Los emplazamientos más extensos son: San Pantaleón con 19'5 ha.; El Castro de Momediano con 18 ha.; y Peña Rubia-El Castro de Oteo y El Castro de Brizuela con 10 ha. cada uno. Los demás son todos más pequeños: Las Hazas de Villabasil con 6'6 ha., El Castro de Cidad de Ebro con 6'5 ha., El Castro de Valdelateja con 5 ha., Pico Casares de Ahedo de Butrón con 4 ha., El Castro de Barrio de Bricia con 3'5 ha., Terradillos de Sedano con 2 ha., y los castros de Peña Gobía en Arroyo de San Zadornil y Nocedo en Návago con 1'5 ha.


Tras estas pinceladas sobre los castros de la zona burgalesa continuamos ascendiendo al collado donde nos encontraremos con más de un entorno arqueológico. Veremos las Mesas y Las Mesillas diferenciadas pero limítrofes.

El yacimiento de Las Hesas o Las Mesas se localiza en la parte superior de una zona de páramo calizo en el área acotada entre el Ebro y el arroyo de Valdequintana, en la margen izquierda de ambos. Una plataforma con terrazas sobre todo en dirección sureste. En el lado opuesto desciende en niveles más estrechos y de pendiente más acusada. Distinguimos el yacimiento por numerosos túmulos dispersos aleatoriamente a lo largo de una amplia superficie. Esto túmulos son amontonamientos de piedras calizas de pequeño y mediano tamaño que forman estructuras de planta casi circular cuyo diámetro oscila entre dos y cuatro metros, y con un alzado aproximado de 80 a 150 centímetros. Están cubiertos por la pradera natural y por brezos que impiden un análisis arqueológico no invasivo. Ruiz Vélez considera que se pueden tratar de enterramientos en túmulo. Esta necrópolis tendría una extensión de unas 3`5 hectáreas y se extiende, también, por la parte posterior del cerro donde Jesús Pablo Domínguez Varona indica que “en ésta última zona existen túmulos en apariencia más antiguos que se mezclan con mortueros y restos de cabañas pastoriles”.


Podría ser una necrópolis de la primera edad del hierro. En esta época la norma era la incineración enterrándose las cenizas marcadas mediante túmulos de piedras. Aunque hay necrópolis en las que se han hallado inhumaciones y ajuares.

Debemos entender que con la expresión “Edad del Hierro” nos referimos al tiempo en que se conoció la forma más sofisticada de metalurgia donde se requiere una alta temperatura de fusión. Al ser duro y abundante fue sustituyendo al bronce. El principio de esta época puede estar en el mundo hitita de hacia el año 1200 a.C., extendiéndose con las penetraciones de los Pueblos del Mar; independientemente del punto exacto de origen Anatolia, Macedonia y el nordeste de Tracia debieron ser las plataformas desde donde llegó el hierro hasta el occidente europeo. Se expandió por el Mediterráneo llegando a Italia en el siglo X a.C. con la explotación de los recursos de Isquia y de la isla de Elba desde el VIII a.C.. Los fenicios y los griegos lo llevarían hasta Occidente desde antes del año 1000 o por lo menos desde el s. VIII. Comúnmente se habla del intervalo siglo VI al III a.C. para el norte de España.

Para terminar con las Hesas o Mesas, esta zona estuvo cultivada por las gentes del Valle de Manzanedo por lo cual nos podríamos encontrar con que ciertas acumulaciones de piedra sean mucho más cercanas en el tiempo fruto de la limpieza de los sembrados y quizá nos estamos haciendo más ilusiones de las debidas.


A 1.300 m aproximadamente, al Sur oeste del yacimiento y ocupando el extremo del espigón, tenemos el castro de Las Mesillas. Por tanto, es muy probable que ambos formen parte de un mismo conjunto arqueológico. Por otro lado, hay que señalar que en el espacio que los separa son muy frecuentes las escorias de hierro de pequeño tamaño. ¿Hubo allí talleres o algo así?

El límite jurisdiccional entre Argés y Manzanedo pasa por mitad del castro de Las Mesillas, que también es de la Edad del Hierro I. El castro tiene unas dos hectáreas de superficie y está protegido por farallones rocosos de muy difícil acceso salvo por la zona este que se abre al páramo. Allí se encuentra el lienzo de muralla de trazado recto y 120 m. de largo de la que se conserva el derrumbe que alcanza en la base un espesor de 10`5 m. y entre 1`5 y 2`5 m. de altura.

Castro de Las Mesillas

En algunos sectores se ven los bloques de piedra del paramento exterior asentados en seco y de pequeñas dimensiones. En el lado sur parece encontrarse una entrada de embudo. Ante los restos podría llegarse a deducir la presencia de un camino de ronda en dicha muralla.

El denso manto vegetal que cubre la superficie impide encontrar algún resto arqueológico y, por ello, no tiene asignación a un momento cultural preciso. Por otra parte, resulta curioso que un castro de pequeñas proporciones tenga una muralla tan grande. En el interior hay algunos alineamientos de piedra que bien pudiesen corresponder a alguna planta de vivienda cuadrada. Cerca de la muralla algunos círculos de piedra de unos dos metros de diámetro, pudieran ser algún enterramiento tumular.

Tallado de un gozne en una piedra.

Al no tener estudios definidos sobre este asentamiento vamos a intentar describirlo basándonos en los resultados de otros lugares. Las casas serían pequeñas, inicialmente de planta cuadrada y luego quizá pudieron evolucionar a hogares en U con patio de acceso. Normalmente eran rectangulares o trapezoidales, construidas con madera y barro, aunque los restos arqueológicos localizados en otros yacimientos proporcionan sólo pozos rellenos con ceniza y basureros con restos de animales de comida, cerámica, etc. En nuestro caso, hay mayor presencia de restos de lo que podrían ser edificaciones en el lado sur.


María del Carmen Arribas Magro entiende que la entrada en embudo y la potente muralla señalaría la existencia de una ocupación romana de este castro, del mismo modo que en Brizuela y en el castro de Quintanilla de Rucandio.

Es probable que este castro también tuviese ocupación altomedieval dado que en un Kilómetro a la redonda encontramos el eremitorio de los Moros, Santillán y el propio Argés. Además, en la ladera Sur ha dejado el topónimo La Castra.



Para saber más:





Bibliografía:

“Poblados y necrópolis burgaleses de la edad del hierro: una aproximación a su demografía”. Ignacio Ruiz Vélez.
“El Valle de Manzanedo. El Valle de Mena” María del Carmen Arribas Magro.
“El bronce final y la primera edad del hierro”. Antonio Beltrán Martínez.
Normas urbanísticas del Valle de Manzanedo.





2 comentarios:

  1. Hola! Estuvimos con Triskel haciendo el recorrido: Manzanedo, Cueva de los Moros, Necrópolis de las Mesas, Castro de las Mesillas y Dolmen de Argés. Vimos bastantes pequeños pedazos de escoria de hierro por el suelo en la zona de túmulos de las Mesas. Quzás alguna fragua para las herramientas y útiles de labranza. Un saludo!

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    1. Dicen los autores de “CARACTERIZACIÓN DE LAS ESCORIAS DE HIERRO Y SU INTERPRETACIÓN EN EL CONTEXTO HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICO” que “Las escorias de hierro se localizan allí donde se ha desarrollado alguna actividad siderúrgica”. Con esto estoy de acuerdo con usted en que donde hay escorias de hierro hubo alguna fragua para herramientas y armas. Otra cosa es saber si era prerromana, romana o tardorromana-visigótica.

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