Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 15 de marzo de 2020

Acercándonos a un puente.



Nos volvemos a lanzar al camino para recordar los pasos que dieron nuestros mayores para hacer llegar noticias y bienes de un lugar a otro. ¡No todo es “amazón”! Nos fijaremos en los caminos mulateros que se encaminaban hacia Santander atravesando los puertos de mayor altitud.

Serán el hilo que nos permitirá llegar a Torme y al puente sobre el río Trema. Torme… –permítanme suspirar antes de acelerar el ritmo- Torme. Un detalle más que debemos tener en cuenta: el control de las vías comerciales que ejercían, o intentaban ejercer, los Condestables de Castilla, Duques de Frías o señores de Medina de Pomar… Los Velasco.

Fuente google

Buscaban con ello un mayor beneficio del tráfico comercial que llegaba o iba a los puertos cantábricos de Laredo o Bilbao. Lo hacían bien adquiriendo villas o jurisdicciones situadas junto a caminos mercantiles; o bien, mediante el desvío del tráfico hacia sus posesiones cuando discurría por lugares no sujetos a su autoridad. Cosa nada difícil porque los dominios de los Velasco se encontraban emplazados sobre los ejes comerciales más importantes de la Corona de Castilla: los de Burgos con los puertos cantábricos de Laredo, Castro-Urdiales y Bilbao. Las relaciones e intercambios comerciales entre dichos puertos y las principales villas del linaje como Briviesca, Medina de Pomar, Villasana de Mena o Frías, fueron continuos y muy rentables.

Si se han fijado no he mentado el puerto de Santander y es porque la mayor parte de las tierras del camino a dicha villa no dependían de Los Velasco. Incluso impidiendo, como en 1555, que las naos descargasen en este puerto, porque el Condestable “no quiere dexar guiar las mercaderias por Santander, y los probechos y daños que dello se syguen”, porque de “Santander a Çilleruelo ques del condestable, no ay lugar suyo, ni de Çilleruelo a Burgos, porque todos los demas son del Rey y de otros señores, y guiando las mercaderias por Laredo e Vilbao, los mas de los lugares que ay de alli a Burgos, son del condestable”.

En el camino por Lunada, La Sía o Las Estacas, los Condestables poseían Torme y Espinosa de los Monteros. En el camino de Castro-Urdiales tenían la importante villa de Villasana de Mena, y las villas de Otañes, Sámano y la propia Castro-Urdiales. En el camino de Burgos a Bilbao por Valmaseda, dependía de los Velasco la dicha Villasana de Mena. También en el que entra en Mena por el puerto de La Magdalena, les pertenecían las villas de Torres de Medina, Rosío y Castrobarto.

Fuente ROBRINTE

El camino de Torme, como muchos, tenía el problema de la nieve en los puertos de montaña y las crecidas del río Trema. Y no solamente en invierno sino incluso en verano. Quizá esta sea la razón de que se desconozca el número de puentes que tuvo la población y que enlazaba entre ambas márgenes del Trema sin –permítanmelo- mojarse los pies. Pensemos que, con frecuencia, tanto en el vado de "Los Sotillos" como en el de "San Miguel", se construían puentes de madera con grandes vigas que, colocadas de parte a parte del río, facilitaban el paso de los viandantes cuando el río, por estar crecido, no se podía pasar por los "trancos" (como mojones sobre los que saltar y que son típicos de broma de cine). Pero también había puentes de piedra. El más antiguo, del que tenemos noticia, el que llamaban "la puente del canto" que unía al pueblo de Bocos con el de Torme, dicen que tenía siete ojos y que uniendo el camino que viene de Bocos, por Soquintana, conducía, atravesando el río, a las Torres y a "Campo Largo", lugar que, podíamos decir, era el inicio de la Calle Real de Torme.

De este puente no quedan más que vestigios de uno de los pilares en el propio cauce del río y el nombre del lugar donde estuvo ubicado dicho puente: "Los Pilares". Lugar éste que está situado en el salcinal próximo a "Campo Largo".

Dicho esto, viajemos hasta el año 1622 cuando el río Trema se llevó el puente de piedra situado en “la Puerta”, en singular. Estaba prácticamente donde el actual y servía para comunicar Torme con los pueblos de Cornejo, Homillayuso, Homillalatorre y otros de la Merindad de Sotoscueva. También, por el término de Arroyón, se comunicaba con Gayangos y con los demás pueblos de la Merindad de Montija.

"Habiéndose llevado la corriente, en una de las crecidas de río Trema, dicho puente de piedra que estaba situado próximo a la iglesia de Torme, se procede a reconstruirlo, esta vez de dos ojos, aprovechando las piedras sillares que aún quedaban del anterior puente y así en este año de 1622 se procede por el Concejo de Torme a fijar las condiciones para el edificio del segundo arco y posteriormente se firmaron dichas condiciones, con canteros y demás ejecutores, el quince de junio de mil e seiscientos e veinte e cinco años".

Fuente Visor SigPac

El escribano encargado de redactar los pliegos de condiciones fue Antonio Galaz y “comparecieron Pedro de Solórzano y Juan de la Sierra maestros de cantería de los lugares de Navajeda y Poza vecinos de la Merindad de Transmiera y dijeron que ellos han visto las condiciones con el Concejo del dicho lugar y de hacer la obra de la puente y las hallaron convenidas y la harán a tenor de ellas por el precio y cuantía de tres mil ducados y sesenta y cinco reales y dello harán su cuenta y obligación encontrándolas a satisfacción. Estando presentes Pedro de Pereda, Antonio Galaz, escribano mayor destos términos y Domingo López de Cieza."

Aunque, como en el precio arriba citado, los materiales aportados por el maestro se facturaban aparte. Parece que de esta variación del proyecto se encargó el maestro de cantería Martín Alonso. Digo esto porque la relación de maestros que van y vuelven en esta obra es larga. Por ejemplo, para arreglar unos defectos dejados por otro aparece el maestro de cantería Francisco de Escolar. Y en 1626 se insistía a Pedro de Solórzano para que terminase unos remates que estaban pendientes. Y el tema traería cola.

En 1633 son necesarias nuevas obras quizá producto de defectos en la anterior obra o por nuevas fuertes crecidas del río Trema. "A siete días del mes de Agosto de 1633 comparecen los canteros Fernando de Cueto, maestro de cantería y vecino de Liérganes de Valdecarriedo y dijo que el Concejo y vecinos del pueblo de Torme le habían encargado hacer un pedazo de obra del arco y manguardia de la puente de piedra que está en el río Trema y junto a la iglesia de San Martín de dicho lugar y que le habían deducido un dinero de lo que se había acordado y prometido, pero al no haberlo hecho y terminado se le dejaba al Concejo que lo concertase con otro". Vamos que más que un puente era un rosario.

Fijémonos ahora en el año 1742 donde el escribano Francisco Rodríguez Galaz (El Joven) comenta en sus Protocolos: "Advertencia: En 22 de Marzo del año dicho, por la noche, creció el río tanto que entró en el pueblo entero y las calles y llegó a todas las casas del lugar, excepto a las del Barrio de San Vicente. A la mañana siguiente se vio que había llevado el puente de San Martín y la presa de los molinos. Pereció ganado y se rompieron muchas heredades y sotos." ¡Con lo que había costado el dichoso puente!


Y no fue el único “problema” porque resultó que "otra gran crecida del río Trema fue la experimentada en los días 9, 10 y 11 del mes de Enero del año 1871 a consecuencia de la lluvia y desnieve efectuados en los montes cercanos. Fue, esta crecida, de tal magnitud que no se tiene noticia, en esta comarca, de haberse efectuado nunca otra igual. Esta crecida motivó la destrucción de la presa de los molinos y la demolición del puente próximo al pueblo de Torme, quedando de él parte del estribo izquierdo y una pequeña parte del muro de sostenimiento de la parte derecha como quedaba reflejado (…)”.

Es decir, el último puente no había visto dos centurias completas. Por la documentación superviviente parece deducirse que el puente de 1742 fue de un solo ojo de unos 10 metros de luz y de bastante elevación y de 3`6 metros de ancho en su comienzo, reduciéndose a 2`6 metros en los pretiles, sirviéndose de él únicamente para peatones y caballerías.

El nuevo puente tendría dos vanos de 7 metros de luz cada uno, dando 4 metros de luz más que el anterior. Lo hicieron así porque resultaba más barato. También se habló de anchar el río un par de metros. Y de un terraplén de ascenso al puente por la parte del pueblo que tendrá una pendiente de un cinco por ciento y un pequeño desmonte en la otra parte, junto al estribo, de medio metro de altura para que el descenso sea más cómodo.

Los sillares tenían que ser de piedra caliza labradas a pico, menos las esquinas que lo serían a cincel, y bien escuadradas y su colocación sería a baño flotante de mortero, sin cuñas. Los sillarejos serán de igual condición que los sillares y la mampostería sería de las peñas contiguas. Ciertos trabajos como el agotamiento del agua para la fundación de los pilares y estribos podrán hacerlos los vecinos mediante prestación vecinal. Se empleará en la fundación, junto y bajo el agua, mortero hidráulico. Y no podrá el contratista dar principio a las obras sin que el director de las mismas haya reconocido el terreno de la fundación y otorgare el correspondiente permiso.

Las obras expuestas, para la construcción del citado puente, se estimaron en 10.815`70 Pesetas y fueron rematadas y adjudicadas al contratista D. Antonio Antuñano. Se presentó el presupuesto en Burgos el 21 de abril de 1871.

Este Presupuesto fue aceptado y concedida una subvención de su tercera parte y fue aceptado por el Contratista D. Antonio Antuñano quedando rematada en 10.240 Ptas. Este puente se terminó a construir en el año 1872 y así consta, y, al día de hoy permanece gravada esta fecha en el frontispicio del mismo puente, sobre el pilar situado en el centro del mismo y en su parte sur.

Y, a todo esto… ¿Era tan importante el paso del Trema por Torme para las comunicaciones y el transporte de mercancías? Porque la insistencia en las reconstrucciones podría darnos a entender que era una ruta prioritaria. Y… no. Su utilización fue muy escasa y tardía.

Les comento los caminos que nos encontrábamos tras cruzar este puente:

El primero de los tres caminos cruzaba el puerto de Las Estacas e iba el curso del Pas. Desde aquí existía otra alternativa por el puerto de la Braguía, Villacarriedo, Santa María de Cayón y Sarón, donde coincidía con el que venía de Corconte. Camino de herradura secundario, su puerto de 1.166 m de altitud se convertía en impracticable durante largas temporadas del año a causa de las nieves.


El segundo cogía el portillo de Lunada y luego por el curso del río Miera por La Concha, San Roque de Riomiera, Rubalcaba, El Mercadillo, Solares y llegaba a Santander. La importancia de este camino llegó con la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se pone en marcha el Real Astillero de Guarnizo y sobre todo las Reales Fábricas de Artillería de la Cabada y Liérganes, aunque por ser Lunada un puerto de 1.350 m de altitud, permanecía grandes temporadas cerrado a causa de la nieve. Fue siempre camino de herradura.

Y, el último lo hacía por el portillo de la Sía. Iba por Mozares, Torme, Bedón, Espinosa de los Monteros, Las Machorras, portillo de La Sía hasta Santander. Fue utilizado de manera muy escasa como camino de herradura al ser agreste y permanecer largas temporadas cubierto de nieve. El portillo de la Sía tiene una altitud de 1.200 m. Su mayor utilización fue desde el s. XVIII aunque siempre de una manera local.


Bibliografía:

“Caminos burgaleses: los caminos del norte (Siglos XV y XVI)”. Salvador Domingo Mena.
“Torme en la Merindad de Castilla la Vieja”. Pedro María López Andino.



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