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domingo, 17 de mayo de 2020

Os regalo una escuela.



El siglo XIX español fue terrible para la implementación de una educación moderna –entendamos el concepto según cada momento histórico- no solo por diferencias ideológicas sino por la proliferación de guerras. La situación se estabilizará tras la finalización de la tercera guerra carlista. En 1876 se aprueba una nueva constitución pero, en los aspectos educativos, el gobierno seguirá aplicando la ley Moyano, de 1857. Quizá mejor frente a nuestra actual locura de leyes educativas cada cuatro años o menos.

Periódico "La Nación". (09/04/1926)

Durante la Restauración predominó una enseñanza tradicional, poco crítica y con fuerte influjo de la Iglesia Católica. Más de 50.000 miembros de esta, entre sacerdotes, monjes y monjas, se dedicaban a la enseñanza, sobre todo en la educación primaria en la que apenas intervenía el Estado. La enseñanza secundaria se circunscribía a cincuenta institutos en toda España. Aun así fue un tiempo de eclosión de fundaciones y escuelas que buscaban educar con otros métodos: la institución libre de enseñanza, las escuelas del Avemaría o, incluso, las escuelas Aguirre.

Se intentó que los maestros pasasen a ser pagados por el Estado, puesto que hasta entonces eran pagados por los ayuntamientos y su salario era patético.


El 13 de octubre de 1923, el general Primo de Rivera encabezó un golpe militar que suspendió la constitución de 1876. En cuanto a la educación veremos que la lucha entre laicidad y religiosidad la dominará la Iglesia durante este periodo. El gobierno legisló a favor de introducir y consagrar los valores religiosos en la escuela nacional y permitió el crecimiento de los centros religiosos privados. Y de sus ingresos.

Un decreto de febrero de 1924 ordenaba destituir a cualquier maestro que enseñara a sus alumnos doctrinas opuestas a la unidad de la patria u ofensivas a la religión. Incluso se les instaba a asistir a los oficios religiosos. ¡Para lo que cobraban! Los maestros se agrupaban en nueve escalafones para la cobranza de sus emolumentos, los más voluminosos eran el séptimo y el noveno, con tres mil y dos mil pesetas anuales respectivamente. En las notas para el presupuesto de la Primera Enseñanza en 1927 se tenía en cuenta el aumento de sueldo para algunos maestros. El propio ministro Callejo hablaba de "maestros con un jornal de 5-6 pesetas diarias, cuando el de un bracero como mínimo es de 7 a 10 pesetas" y "…en casi todos los demás cuerpos del Estado para los que se exigen análoga o menor preparación tienen sueldos superiores."


El superávit del Estado en el año 1927 permitió un aumento de unos cinco millones de pesetas "para pago de los maestros destinados a las mil quinientas escuelas que se habían creado en el año anterior, y al establecimiento de setecientas escuelas más". Pero estos esfuerzos se demostraban insuficientes. Los maestros cobraban poco pero los sustitutos la mitad de eso. ¡Y la edad de jubilación! ¡Los 72 años!

¿Y sobre crear escuelas qué decir? Ese era otro de los problemas entre los que repartir el presupuesto de educación. Y a más escuelas, más maestros. Entre 1925 y 1927 se habían creado 2.800 escuelas y en las Notas para el Presupuesto de la Primera Enseñanza de 1927 se indicaba la falta de 23.000 maestros más, para que "cada 60 niños tenga uno". España, según el mismo informe, se encontraba a la cola en lo referido a maestros por habitantes: mientras que las tasas de Alemania, Francia e Italia por cada mil habitantes se encontraban en 4`3; 3`05 y 2`3; España se encontraba en el 1`4.


Un proyecto de Real Decreto de construcción de Escuelas Normales y Anejas indicaba "que tendrán derecho para obtener los beneficios otorgados, las Corporaciones oficiales, las Asociaciones, las Sociedades y, aún, los particulares". Shlomo Ben Ami, especialista en el periodo de Primo de Rivera, opina: "En lo referido a la asignación de fondos para fines sociales, no hay duda de que la Dictadura no se refugió en la ortodoxia económica y en la cicatería. Entre 1920 y 1929 los gastos gubernamentales en educación subieron el 58 por ciento, se construyeron 8.000 nuevas escuelas primarias y la matrícula escolar subió un 23 por ciento".

En este entorno el que cualquier filántropo decidiese crear escuelas, ponerlas en funcionamiento, hacer una fundación o lo que fuese era bien recibido por el gobierno. Como Alfonso Gómez-Mena en Sopeñano y Cadagua. Pero estos pueblos tenían escuela ¿o no?


Algo así. En enero de 1884 los pueblos de Sopeñano y Cadagua se comprometieron ante el Ayuntamiento a construir en Casetas la casa-escuela y habitación para el maestro en el término de dos años, puesto que, con esta condición, fue concedida la escuela por la Junta Provincial con fecha 13 de septiembre de 1883. La escuela de Casetas en Sopeñano empezó a dar clase el 17 de mayo de 1886. Se encontraba en la misma zona donde hoy se encuentran las de Gómez-Mena. El complejo escolar de entonces se componía del edificio propio de la escuela y de dos pequeñas viviendas, ambas separadas de la escuela, para el maestro y maestra de la misma. Hoy no existe ningún vestigio de esos edificios, que fueron demolidos.

Situación de los pueblos 

Eran unas escuelas destinadas a los niños de Sopeñano, Lezana, Cadagua, Siones y Vallejuelo, todos a menos de dos kilómetros de distancia, aunque el recorrido tenían que realizarlo andando desde sus domicilios. Hasta entonces estos niños asistían a la de Villasuso. Esto se ve gracias a una reunión de la Junta Local de Instrucción del Valle de Mena del veintiséis de septiembre de 1883. En ella, bajo la presidencia del Teniente de Alcalde, Manuel de Novales, se hablaba de “… la conveniencia de que la escuela de Vallejo se suprimiera para que en su lugar se creara otra igual en las Casetas de Sopeñano, para los pueblos de Cadagua, Lezana y Sopeñano, a la vista de la distancia existente desde dichos pueblos a la de Villasuso donde acudían los niños de estos pueblos”.


Necesitaban más escuelas y más maestros. Afrontaban estos problemas y, además, se enfrentaban al aumento de la población en edad escolar, no solo por las mejoras en sanidad e higiene sino también por los cambios legales. La Ley Moyano de 1857 establecía que la instrucción primaria sería obligatoria para todos los niños de edades comprendidas entre seis y nueve años. Un Real Decreto de 26 de octubre de 1901 amplió el límite superior de la edad escolar hasta los doce años. En 1923 se aumenta esta edad hasta los catorce años. Y, si se fijan, hoy está en los dieciséis años.

Y, en estas, llegamos a Alfonso Gómez-mena y su generosidad. El proyecto empezó a conocerse en abril de 1926 y tenía un presupuesto aproximado de 500.000 pesetas corrientes. Su inauguración fue en 1930 y el día 20 de septiembre se produjo la entrega al ayuntamiento del Valle de Mena con un solemne acto, fiesta posterior y asistencia de la prensa. La referencia apareció en numerosas publicaciones tanto como artículos extensos como en forma de breves. Eso sí, en ninguna de ellas he encontrado datos tan poco elegantes como el precio final de la obra. Una curiosidad, en la revista “El eco patronal” sitúan Cadagua en Bilbao.

Periódico ABC

La entrega del edificio y su bendición fueron en la misma ceremonia. Insisto, fue un edificio regalado al ministerio para la educación de los jóvenes. No hubo patronato ni fundación alguna externa. En un principio se esperaba la asistencia del Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battenberg –para que se sitúen, el hemofílico-, pero delegó en el ministro de Instrucción Pública quien no pudo desplazarse por tener que asistir al Consejo de Ministros. Finalmente asistió el director general de primera enseñanza José Rogerio Sánchez que, evidentemente, presidió la ceremonia.

La asistencia fue de lo más granado. Se reunieron junto con la familia de Alfonso Gómez-Mena; el exministro Francisco Aparico que en aquel momento era el presidente de la diputación provincial de Burgos; Ramón Cortiñas, el gobernador civil de Burgos; Del Val, un diputado provincial; y los inspectores de enseñanza correspondientes. También constó la presencia del exministro y general Pedro Vives Vich,

Autoridades con Alfonso Gómez-Mena y señora en el centro.

Les invito a leer la relación de autoridades e invitados de la inauguración que incluía en su portada el periódico bilbaíno “El Nervión” el día veintidós de septiembre:


A las 11:00 horas comenzó el ceremonial con la bendición del párroco de Cadagua, Julio Velasco, tras lo cual los niños del maestro Ceniceros entonaron el himno de España, la “Marcha real” -supongo que con la letra de José María Pemán y no tarareada al estilo de los actuales hinchas de fútbol-. Luego los invitados visitaron las instalaciones que incluían aseos, duchas, biblioteca y otras novedades pedagógicas del momento como frontón y campo de fútbol. En los jardines esperaban vecinos y padres el momento de los discursos. Alfonso Gómez-Mena habló del amor a Cadagua que le inculcó su padre y de su deseo de ayudar al desarrollo local. Después hablaron el párroco, los inspectores de Enseñanza, el maestro, el gobernador civil de Burgos, el presidente de la Diputación y el director general de- Enseñanza.


Terminados los discursos los invitados se trasladaron a Villa Daría para comer. En los postres aprovechó el alcalde de Cadagua para pedir al director general de Enseñanza que hiciera llegar al gobierno el deseo del pueblo de que se le concediese a Alfonso Gómez-Mena el marquesado de Cadagua. Por la tarde se celebró una fiesta en la mansión y fuera de ella.

El B.O.E. del 29 de octubre de 1930 publica la Real Orden número 1.930 que decía: “Ilmo. Sr.: Construido en Casetas de Sopeñano, Ayuntamiento de Valle de Mena (Burgos), un magnífico edificio escolar, dotado de todos los adelantos, a expensas del filántropo D. Alfonso Gómez Mena, donde han sido instaladas las Escuelas nacionales existentes en dicho pueblo, S. M. el Rey (q, D. g) ha tenido a bien disponer:

1.° Que se den las gracias de Real orden a D, Alfonso Gómez Mena por su altruismo y se le signifique el agrado con que se ha visto su generoso y espléndido desprendimiento en favor de la enseñanza; y
2.º Que en lo sucesivo, las Escuelas nacionales de Casetas de Sopeñano, Ayuntamiento de Valle de Mena, se denominen de “Gómez Mena”, como premio a su patriótico proceder y para que sirva para perpetuar su memoria y de estímulo a los futuros bienhechores de la enseñanza, hijos de la localidad.

De Real orden lo digo a V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 17 de Octubre de 1930. TORMO”.


Como ven no parece que se hiciese mucho caso a la petición de ennoblecimiento de Alfonso Gómez-Mena.

Una última anotación. Si se han fijado en las fotos y dibujos habrán visto que el edificio fue ampliado en algún momento de su uso y se le añadieron sendos escudos. Solo una curiosidad para el cierre de la entrada.



Bibliografía:

Revista “Mujeres Españolas”.
Revista “El eco patronal”.
Periódico “Heraldo de Madrid”.
Periódico “El Sol”.
Periódico “ABC”.
Revista “La construcción moderna”.
Periódico “La Nación”.
Periódico “La Gaceta del Norte”.
Periódico “El Nervión”.
“El mundo de la enseñanza en la época del general Primo de Rivera (1923-1930)”. Adaucto Pérez.
“La enseñanza en el Valle de Mena. Una singularidad desde el siglo XVIII hasta nuestros días”. Armando Robredo Cerro.
Revista “El magisterio español”.
Boletín Oficial del Estado (B.O.E.)










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