Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 29 de noviembre de 2020

Arenas negras en Villanueva Rampalay



Trasladémonos a un pueblo que es generalmente conocido por su hermoso puente sobre el río Ebro y su entorno natural.

Un entorno natural que llegó a estar en peligro hace cien años. Debemos saber que esta zona es rica en areniscas wealdenses, una formación continental entre el Jurásico medio y el final del Cretácico inferior, y tienen que ver con el petróleo.

Villanueva Rampalay (Google)

La fiebre del oro negro –no podía evitar introducir este sintagma- en Villanueva Rampalay es temprana, llegó al poco de empezar a degustar el siglo XX. El alma inquieta que revolucionó el ambiente fue Antonio Ruiz Robledo, cantero y uno de los constructores del balneario de Corconte. Este caballero observó flotando en el río manchones de lo que creyó podía ser petróleo. ¿De dónde podía proceder? Dedujo que el origen de las manchas debía estar en las arenas impregnadas que afloran en una parte del monte, al occidente del pueblo.

No quiso quedarse con la duda y, recogiendo muestras de las manchas, las envió, junto a otras de la arenas, a analizar. No tenemos constancia de quienes las analizaron. Se sospecha que fueron los técnicos que trabajaban en los sondeos de Robredo Ahedo o Cubillos del Rojo. Los informes serán positivos: ahí había petróleo. Tras lo cual se anima a denunciar los terrenos de las arenas asfálticas.

Antonio Ruiz Robledo.

El siguiente paso será contratar de su bolsillo a algunos peones del pueblo para extraer más materiales que siempre manda analizar. Todo este trajín le llevó a ser conocido en Zamanzas, quizá de forma burlona, como "El Rey del Petróleo". Pero su empeño se vio coronado… ¡con la ruina!

Contaba Félix Fernández, en 2005, que "Mi abuelo fue el que empezó a hacer las primeras prospecciones, con gente de aquí, que excavaba y sacaba las arenas. Las lavaba y las mandaba a analizar; y es el que trajo el primer geólogo, que era de Rusia. Él vio las manchas por el Ebro, en el río. Salían manchas, y entonces se conoce que él consultaría con alguien, o eso. Se conoce que haría los primeros análisis y le dijeron que era petróleo. Y entonces, a partir de ahí, empezó a hacer excavaciones: no diríamos minas, pero sí excavaciones, y sacaban arenas y las llevaban a analizar. Él solo, con obreros, con chicos de aquí; los pagaría, claro: ¡como que se arruinó una o dos veces!".

Esta enojosa situación lo obligó a vender la mina a un francés que apareció un día por este valle de Zamanzas para comprar nogales. Cuentan que este maderero emprendedor murió ahogado en el hundimiento que sufrió el barco en el que regresaba a su patria. ¿Resultado? La mina continuará siendo propiedad de Antonio Ruiz, quien de nuevo la pone en venta, esta vez a una sociedad cuyo nombre parece que no nos ha llegado y que, pudiera ser la del señor Luis Ornilla Larrazabal, de Bilbao que hacía sondeos en los páramos de Cubillos del Rojo a finales de los treinta.

Diario de Burgos 05/09/1923

Y, como se suele decir, a la tercera fue la vencida. Será esta sociedad la que empiece con el aprovechamiento del petróleo escondido entre las arenas asfálticas. Para ello, contrató mineros de Barruelo de Santullán (Palencia), especialistas en explotaciones subterráneas, que fueron los que excavaron, posiblemente antes y después de la Guerra Civil, un laberinto de galerías comunicadas en la montaña arenosa. Estas galerías, con casi tres metros de altura y dos de anchas, estaban perfectamente entibadas y tenían instalación de raíles para las vagonetas que sacaban al exterior el producto. Los mineros se iluminaban con carburos, y algunas veces se les apagaba por la cantidad de gases. Era una explotación relativamente superficial, con cabrestantes movidos a mano, que extraían las vagonetas por un plano inclinado. Gente del pueblo que conocieron las minas en su momento recuerdan lo tiznados que salían quienes allí entraban y que las vagonetas no excedían de veinte.

Una vez fuera, las vagonetas eran arrastradas por bueyes hasta unas pilas de cemento y ladrillos con varios compartimentos situadas junto a la carretera que sube hacia Arreba. La arenisca, desmenuzada, se introducía con agua caliente producida por una caldera de vapor en unas hormigoneras. La mezcla se removía hasta un punto de masa en el que se llevaba a unos decantadores donde el petróleo “flotaba”. Allí, mediante cazos o cucharones, se extraía el petróleo.

La cantidad obtenida era muy poca: según refieren personas que trabajaron en estas instalaciones, en una jornada de ocho horas venía a ser de 200 litros. Y, encima, era un petróleo que solo servía para quemar en fábricas.

El Sol 21/06/1927

No sabemos cuánto les duraría el negocio pero sí conocemos que en la postguerra era la compañía CAMPSA la que poseía las arenas de Villanueva Rampalay, y que fue esta empresa la que intensificó su explotación.

Era tal la necesidad de recursos y de motivación popular de la dictadura que destacamos esta noticia del “Diario de Burgos” de abril de 1944:

"El Boletín Oficial del Estado del día 17 publica una orden de la Presidencia del Gobierno concediendo superpreferencia a los pedidos de materiales, cualquiera que sea su clase formulados por la Delegación del Gobierno en la CAMPSA con destino a la intensificación apreciable de las investigaciones petrolíferas y de la explotación de las arenas impregnadas que la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos está llevando a cabo actualmente con muy buenos auspicios en el valle de Zamanzas, en esta provincia".

Pero, aunque esta aventura de las arenas bituminosas no parecía que fuese a descollar, no todo fue malo para el Valle de Zamanzas de los años cuarenta, los años del racionamiento, los años del hambre y la emigración. ¿Por qué? Porque CAMPSA convirtió el valle de Zamanzas en el centro de sus investigaciones petroleras en el norte de Burgos. Entendían que la existencia de las arenas era un síntoma muy esperanzador –al náufrago cualquier tablón le vale- , y eso debió animar a esta empresa a continuar con su explotación, así como a iniciar labor de prospección, con sondeos de profundidad, en busca de las posibles e importantes bolsas que se suponía existían en el subsuelo de la zona.

Las arenas se abandonaron a los pocos años, seguramente en el momento en que hicieron acto de presencia las torres de perforación y éstas comenzaron a hacerse familiares entre los vecinos de los pueblos. Uno contaba que "la primera máquina que se trajo para perforar tardó siete años en alcanzar 400 metros. A esa profundidad, salió [petróleo] a tubo lleno, pero fue una [pequeña] vena que encontraron, pues se agotó enseguida".

Diario de Burgos
10/04/1949

Después hubo varias perforaciones próximas a Villanueva de Rampalay: en Tudanca, en La Ribera y en Peña Ortún. Con ello, muchos hombres de Villanueva Rampalay y de su entorno, dejaron de ser campesinos para travestirse en obreros del petróleo mientras sus mujeres asumían la actividad en tierras y establos. Los mineros de Barruelo construyeron carreteras sobre caminos infames; los canteros de Zamanzas levantaron dos barriadas de piedra de sillería, que sirvieron para alojar a ingenieros, maestros sondistas llegados de Murcia, mineros de Barruelo y oficinistas, y todos ellos con sus respectivas familias.

Se trajo luz eléctrica de “El Porvenir” de Burgos, de Quintanilla Escalada, instalándose un transformador. Fueron construidos también talleres y almacenes; hubo incluso una gasolinera para el servicio de CAMPSA, situada junto a la carretera, así como un polvorín para los explosivos empleados en los sondeos. Se trabajaba a tres turnos, y las explosiones con pólvora para desobstruir tapones en los pozos se sucedían; los jornales corrían, y los dos establecimientos tienda-bar y una pensión para solteros que había en Villanueva hacían su particular agosto, vendiendo ultramarinos y dando alojamiento, al igual que lo hacían también las casas particulares.

No faltaba baile todos los domingos en la plaza del pueblo, bien animados por una gramola o bien por músicos de la zona. Fueron unos años de prosperidad y optimismo en los que la población aumentó en Villanueva en cerca de cien personas, cantidad importante si se tiene en cuenta que este pueblo contaba por entonces con apenas veinticinco vecinos. Un esplendor y un nivel de vida que bien podía contrastar con las penurias por las que debían pasar en otras zonas de Las Merindades en los difíciles años cuarenta y cincuenta del siglo XX.

Diario de Burgos 30/07/1964

Desde Villanueva Rampalay partían las expediciones petroleras, supervisadas por el ingeniero Ruperto Sanz, a otros lugares de Zamanzas y el norte de Burgos como Gallejones, Báscones y los páramos de Cubillos del Rojo (1955) y de Masa (Dobro y Villalta). Cuando salió petróleo en Villalta, personal del centro de operaciones de Villanueva acudió allí y algunos guardan todavía, en botellas, muestras del petróleo allí aflorado.

Todo empezará a morir en 1962 cuando se traslade el cuartel general de CAMPSA a La Lora. En la actualidad, hundidas las cuatro boca-minas de las arenas y desaparecida la actividad en Zamanzas solo nos quedan los recuerdos y las edificaciones de la empresa, diferentes a la arquitectura local.


Bibliografía:

“El petróleo de la Lora. La esperanza que surgió del páramo”. Varios autores coordinados por Miguel Moreno Gallo.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El Sol”.
“Características de algunos vecinos del nuevo Ensanche y de Siete Calles. Bilbao en 1800-1900: mis ocho bisabuelos y sus familias”. Gonzalo Duo Benito en la revista “Bidebarrieta”.


4 comentarios:

  1. Mucha ilusión recordar lo vivido
    Y lo que se comenta fue la realidad

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  2. Hola buenas

    Excelente trabajo.
    Queria trasladar una cuestión, por si el autor o algún lector del blog me pudiera ayudar.
    Participo en una exploración espeleológica en el valle de Valdebezana.
    Revisando documentación histórica de los ingleses de LUSS que estuvieron explorando las cuevas de la zona en los años 72-73, se habla de un vertido de aceite en el entorno de Cubillos del Rojo que, meses después afloró por una de las cuevas situadas en el Valle de Valdebezana. Dadas las caracteristicas del entorno, estimo que en aquellos años un derrame de un aceite (mineral, supongo) tendrá probablemente que ver con un accidente de tráfico en la N-232 o bien un vertido derivado de las perforaciones que se realizaron en la zona, puesto que la industria en el páramo era practicamente inexistente, Cubillos es un pueblo pequeño y un vertido de aceite, para aflorar en una cueva tras varios meses y varios kilometros debe de ser un vertido de una cuantía significativa.
    El caso es que llevo días revisando hemerotecas y blogs y no he encontrado mención alguna a la historia.
    Lo dejo caer por si alguien hubiera escuchado de esta historia o de alguna que pudiese encajar.
    Muchas gracias de antemano por cualquier colaboración.
    Saludos, Jorge

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    Respuestas
    1. Se lo publico y espero que alguno de los lectores pueda darle la información que usted necesita.

      Un saludo.

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