Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 15 de septiembre de 2024

Papeles y puentes en Las Merindades. (II)

  
Retomamos el sorprendente recorrido a través de la burocracia asociada a la construcción y mejora de los puentes de Las Merindades de la mano de Ricardo San Martín Vadillo, importante colaborador de esta bitácora digital. Seguro que encuentran similitudes entre el marasmo burocrático de los Austrias y el que padecemos hoy.
  
El documento con signatura 269, Fondo Corregimiento, de los años 1696 y 1697, titulado “Pleito entre el Concejo de Frías y el maestro de cantería Martín de Carasa, vecino de Término, por no haber concluido las obras del puente de dicha localidad” no dice directamente que había un… “desacuerdo entre las partes”. Este legajo de 16 folios en muy mal estado (comidos por los ratones, con pérdida de soporte en la parte superior e inferior de todos los folios, y letra desvaída, todo lo cual conlleva la pérdida de información y una gran dificultad de comprensión del contenido del documento) nos cuenta que los reparos del Puente de Frías se habían rematado con Martín de Carasa, maestro de cantería aunque participó también Pedro de Landeral.

 
El asunto es que “aunque se izo alguna porzión de dicha obra faltta lo más esenzial, a cuya causa esttá a riesgo de que benga vna avenida y la llebe, en graue perjuizio de la uttilidad pública y además esttá deviendo a dicha ziudad el dicho maestro trezientos y ochentta mill treszienttas y nobentta y ocho maravedís (380.398 mrs.) de dinero presttado para la fábrica de dicha obra a dichos maesttros… (roto)”. Era corregidor de las Siete Merindades don Joseph de Miera, (también figura como corregidor don Juan Antonio de Bustamante y Tagle) y depositario del dinero para ese reparo del Puente de Frías don Joseph González de Cartes (En la primera parte de este artículo comentábamos que el documento 248 señalaba que las obras se pagarían con dinero sobrante de los puentes de Hijar y Carcaval). Por su parte integraban el Concejo de Frías: Diego Fernández de Manzanos -alcalde ordinario- y los regidores Ramiro Bernabé de Arredondo, Pedro de Aparicio Galdamiz, Juan de Herrán y Joseph Martínez de Carriedo. El concejo dio un poder a don Pedro de Herrera, de los Reales Consejos, y a Manuel de Escalante, vecino de Villarcayo, para proceder judicialmente contra Martín de Carasa (y sus herederos) y lograr el embargo de sus bienes por incumplimiento de contrato al no haber acabado las obras del puente de Frías y exigir que se acaben las mismas. Pide la ciudad de Frías en el pleito “se aga vista ocular de la dicha puente y ruina que padeze y el estado en que se alla y que por Phelipe de la Lastra, maestro, se a presentado petición con poder de doña María de Arredondo, viuda de Martín de Carasa, en quien se remattó dicha obra… (roto) En un informe de los maestros canteros que ven el estado del puente se lee: “Dijeron […] que an visto la dicha puente y visto y reconozido la primera zepa como se sale de esta ziudad azia la hermita (roto) Santo Cristo, el tajamar de ella está socauado las primeras (roto) que ha hecho quiebra la nariz de dicha zepa; la segunda zepa, como se sigue, está la mayor parte del taxamar desmolido (sic) y arruynado […]. Se puede temer el ybierno se las lleue o por lo menos vna ruina considerable, de forma que si suzede, como está próximo, no se podrá fabricar otra puente con menos de ciento y cinquenta mill ducados (150.000 ducados) por ser muy grande obra antigua y nezesitarse ser muy segura por el caudal tan grande del río y ser vn passo tan prezisso y nezesario…” Acaba así el documento. Afortunadamente aquella previsible ruina no se produjo pues se debieron acometer las obras y reparos necesarios para dejar el puente firme y con la solidez que hoy le vemos. Sin embargo, es una lástima no poder obtener más noticias del estado del puente en 1696 debido a las pésimas condiciones del documento.

 
Sobre ese precioso Puente de Frías también consulté el legajo con signatura 313, del 13 de octubre de 1708, “Solicitud presentada por Manuel de Castañeda y otros, maestros albañiles en la obra del puente de Frías, para que José González de Cartes les pague la cantidad estipulada por él”. Son 12 folios y tres cartas de pago. Si en el anterior documento (signatura 269) veíamos cómo el maestro Cantero Martin de Carasa se veía incurso en un pleito por no acabar las obras a las que se comprometió para el reparo del Puente de la ciudad de Frías, aquí son los maestros canteros los que exigen se les pague su salario por los reparos en el mismo puente. Tan sólo doce años habían pasado (de 1696 a 1708) cuando, debido a las crecidas del Ebro y al empuje del agua, el puente se resintió de nuevo.
 
Don Bartolomé Martínez de la Fuente, como abogado de los Reales Consejos y capitán a guerra de las Siete Merindades, hace saber a Joseph Martínez de Cartes, depositario de los fondos para el reparo del puente, que quedó inconclusa la reparación del puente que se había rematado en el fallecido Martín de Carasa y que Manuel de Castañeda, actual maestro, “que esttá entendiendo en los reparos que falttan para la conclusión de la obra del puente de la ziudad de Frías […] están aprestados los matteriales y los ofiziales trabajando […] con sus tareas y pague el coste de los matteriales conduzidos y otros // gastos que se ban causando […] lo más prontto a lo menos los quarenta y siette mill reales (47.000 rs.) de la cantidad que mandó reparttir […] Manuel de Castañeda”. Actuaba como veedor de las obras del puente mayor el maestro cantero de la ciudad de Frías Francisco Pérez del Herbal (¿?). Fueron “verederos” para averiguar el vecindario de los cinco partidos para el repartimiento de gastos: Manuel de Castañeda, vecino del Valle de Hoz, Pedro Martínez, Juan González de Agüera, Juan de Cervera y Manuel de Solano que recibieron 200 reales cada uno por su trabajo. Fue maestro visitador de las obras Mateo de la Candera, que recibió por el reconocimiento del puente 2.333 maravedís, en Villarcayo, 20 de octubre de 1708.

 
No debió quedar satisfecho con sus emolumentos el maestro cantero, Manuel de Castañeda -documento con signatura 324, Fondo Corregimiento, del año 1710- porque interpone pleito contra Pedro Martínez de Acebedo, por irregularidad en las cuentas del arreglo. Son tan sólo siete folios muy maltratados por la humedad en su lateral derecho (con pérdida de soporte) pero leemos la declaración de Manuel de Castañeda, vecino del Valle de Hoz, a través de su procurador, junto con los herederos de Martín de Carasa, maestro cantero, por los reparos del puente mayor de Frías, sus caminos y calzadas. Dice que se le cometió dicha obra por orden de don Fernando de Acebedo siguiendo lo mandado por reales provisiones.
 
Queda pendiente de un posterior estudio el expediente y legajo con signatura 1987, Fondo Corregimiento, con documentos entre los años 1625 y 1646, “Remate y repartimiento del reparo y aderezo del puente de Valdivielso y de las calzadas y cuestas del Almiñé”. Dicho legajo, por su grosor y número de folios, que estimo en más de doscientos y que los folios están afectados por humedad y pérdida de soporte en la parte inferior de los mismos, deberé trabajarlo en mi próxima visita al Archivo Municipal de Villarcayo. Les diré, de forma resumida, de qué trata y para hacerlo de un modo novelesco tomaré este fragmento con tintes de crónica periodística: “En la uilla de Villarcayo a trece días del mes de abril de mil y seiscientos y veinte y seis años (1626), ante su merçed el liçençiado Miguel de Vrtaza Hernanico (¿?), rejidor y justicia destas Siete Merindades de Castilla Bieja, por el rey nuestro señor, y en presencia y por ante mí Alonso Yñiguez, secretario del rey nuestro señor […] parezió presente Bernabé de la Garza, regidor de la Puente de Valdibielso desta dicha Merindad, y dijo que sabe e dio notizia a su merced de cómo esta noche pasada, como a las nuebe o diez de la noche, se vndió la puente del dicho lugar, que llaman la Puente de Baldibielso, questá fundada sobre el río Ebro, vno de los ríos más cavdalosos de toda España, y la puente de más ynportanzia que ay en España (sic) para el serbizio de la Corte…”

 
Aquella aciaga noche de abril de 1626 se cayó el puente de Puente Arenas. Las obras de su reparo se remataron en el maestro de cantería Pedro de Saravia, en cuatro mil ducados (4.000 ducados). Los más de 200 folios detallan todos los avatares de esa larga serie de reparaciones (1626-1646). ¡Veinte años de obras!
 
También voluminoso es el legajo 1985, de los años 1616 a 1627, “Repartimiento y ejecución de las obras de reparo del Puente sobre el río Jerea en Quintana de Entrepeñas”. Son un total de 159 folios, en un aceptable estado de conservación, aunque algunos de ellos muestran destrozos causados por roedores y por la acción destructiva de la humedad. Comienza con una carta del rey Felipe IV que da cuenta de la petición de Jerónimo de Nisso, en nombre del Concejo de Quintana de Entrepeñas. Dice la provisión real que “… por el término pasaua el río Xerea, el qual tiene vna puente de piedra que llamauan la Puente de Arroyo, la qual por benir el río muy caudaloso se a llebado con las abenidas que auía auido la mayor parte de la dicha puente, lo qual, por ser el camino real por donde se pasauan todas las mercadurías que se trayen de Bilbao, Castro Vrdiales, Portugalete y otros puertos hera nezesario repararse la dicha puente […] para el paso y comercio de las mercadurías y pasaxeros que no podían pasar sin arrodear más de ocho leguas […] lo mandásemos repartir doze leguas en contorno…”

 
Era corregidor de las Siete Merindades de Castilla la Vieja ese año de 1617, don Juan de Villafranca Ortiz, el cual será el encargado de coordinar y llevar a cabo los mandatos reales y de su Consejo en lo referente a hacer repartimiento de aportaciones entre los pueblos de doce leguas alrededor, pregonar la obra, sacarla a subasta, rematarla y controlar los reparos que se efectuasen.
 
En el folio décimo se describen los desperfectos que tiene el puente: “… por la fuerça del río, que como ba // tan furiosso, que baxa por las montañas y tan apretado y tan rápido, si no se rremedia con dilijencia la acabará de rronper y llebar porque de la dicha puente le tiene llebado el arco postrero de hacia donde sale el sol y las dobelas del segundo arco los tiene socabados y tan maltratados que si no se rremedia presto se los llebará todo…”

 
Contiene el legajo completa información sobre las condiciones que se debían cumplir para la reedificación del puente sobre el Jerea: el maestro -o maestros- cantero en quien se rematen las obras estará obligado a retirar todo lo que esté caído; se ha de hacer el arco del puente que queda hacia oriente que será con buenas dovelas; del arco menor viejo se han se sacar todos los anillos que están helados y ponerle otros nuevos; los cimientos del arco que se haga nuevo deberán ir asentados sobre roca firme; se han de hacer cuatro manguardias (Cada una de las dos paredes o murallones que refuerzan por los lados los estribos de un puente) de treinta pies de largo y cuatro pies y medio de grueso a los lados del puente; los antepechos del puente deberán tener de alto lo señalado en la traza y serán de mampostería, con pasamanos de piedra de grano labrados, redondos y de la mejor piedra; el Concejo de Entrepeñas estará obligado a señalar el monte para cortar maderas para las cimbras y andamios, así como señalar lugar para hacer las caleras; el maestro de cantería deberá dar fianzas buenas y abonadas.
 
Encontré el documento con signatura 1929, Fondo Corregimiento, del año 1743 con el título: “Poder de José de la Biesca, vecino de Tezanos, a Pedro José Fernández de Castañeda, vecino de Tezanillos, para poder cobrar lo que se le adeuda por los reparos en el Puente de Hernán [Peláez]”. Son tan sólo dos folios en mal estado, afectados por humedad en su lateral derecho, lo cual impide su lectura y la comprensión del contenido de los mismos. En efecto, se trata de una escritura de poder de Joseph de la Biesca, vecino de Somo, jurisdicción de Ribasmontán, en la Merindad de Trasmiera, aunque en la actualidad reside en Tezanos, en el valle de Carriedo. Otorga poder al referido José Fernández de Castañeda para cobrar 2.000 reales de vellón que se le adeudan “por razón de los gasttos que se originaron en el quartteo, mejora y rreparos que (roto) (¿se hicieron?) en el Puente de Hernán Peláez y su construzión, como rresulta del despacho que a este fin se (roto) (¿mandó dar?) por dichos señores […] dé y otorgue la cartta o carttas de pago nezesarias que se la satisfagan finiquittos // zesiones y rastos...” Dado en Tezanos, 3 de abril de 1746. En definitiva, un documento que viene a hablarnos de este José de Biesca o Viesca, maestro cantero de Trasmiera, que se ocupó de los reparos del Puente de Rampalay.

 
El siguiente documento, con signatura 876, Fondo Corregimiento, viene a hablarnos y darnos noticia de una denuncia, en el año 1767, por la tala de árboles en el Brezal (La Cerca), para hacer un Puente sobre el río Trueba. “Auto criminal sobre tala de árboles en el Brezal” reza el título del documento, de 15 folios en muy buen estado de conservación, aunque con algunos folios de letra desvaída. Está datado en Villarcayo, en 18 de marzo de 1767, siendo corregidor y capitán a guerra de nuestra villa el licenciado don Felipe Antonio Vadillo. Ante él comparece el regidor de Torres y procurador general de la Junta de la Cerca, junto a Medina de Pomar, Ambrosio Álvarez. Se había convocado a los vecinos del lugar a hacer una tala y desbroce de robles y alisos sin permiso y contraviniendo las órdenes reales sobre montes y arbolado, “aviendo fabricado con dicha madera vn puente nuevo sobre las aguas del río Trueba, en graue perjuicio de dicho pueblo…” Levanta acta y redacta el escribano Juan Ruiz de Revolleda que comparece ante el corregidor Tomás de Baranda, vecino de Torres, el cual declara bajo juramento ser cierto que se realizó dicha tala sin licencia de las autoridades a finales del anterior mes de febrero. Declara que la mitad de los vecinos, convocados por el regidor Miguel Álvarez, acudieron al paraje del Brezal, sitio del Soto, y talaron ocho árboles: cinco robles y tres alisos, y rozaron y desbrozaron toda la zona, “para una puente que se fabricó de nueua plantta sobre las aguas del río Trueua”. Insistió en valorar la utilidad de ese nuevo puente y su uso y dice que “jamás a uisto ni reconocido puentte alguno ni lo a oydo y si sucede algún daño en ella no ay duda que estte pueblo se alla espuestto a sufrir perjicios […] los ganados pueden pasar y ttransittar el río en ttodo ttienpo esceptto en alguna benida (avenida) y el prouecho de dicho puentte sólo es para la jente de a pie…” Prestan también testimonio otros vecinos: Íñigo de Vivanco, José Villamor, Pedro Manuel López de Brizuela y Miguel Zorrilla, cuyas declaraciones coinciden en lo sustancial con la de Tomás de Baranda.

 
Sigue el reconocimiento del lugar donde se cortaron los árboles, conocido como término de las Viñas u Olmillo, por el escribano y el vecino Baltasar de Rueda y se vio que se habían cortado por el pie doce árboles (otros 16 se habían cortado el año anterior para reparar la casa del Concejo). Sigue la declaración de los diputados del pueblo de Torres: Miguel Álvarez y Miguel Zorrilla. Alegó el primero haber hecho la tala de los árboles sin licencia por considerar que no era necesaria y explicó que esos árboles, debido a las heladas, estaban casi inútiles. Para apoyar sus testimonios presentaron como testigo a Gregorio Fernández, vecino de Villamezán que apoyó la construcción del pontón como medio de atender a los ganados y acceder a las tierras labrantías. En términos similares testifica Antonio de Rueda que defiende la construcción y existencia de ese pontón sobre el Trueba: “Que le consta que para dicho pontón se balieron de dos travesaños que tenía el anterior pontón, de dos o tres pies de alisa como madera inútil para otra fábrica de quattro o cinco pies de robre, delgados y como de tres baras de largos. Que en este lugar conoce un reducido rebollarexo, que se le da el nombre de monte y no ttiene maderas de considerazión y ha oído se valieron de una para el pan, que se conoce a este lugar sobre el río Cauce Salado sin el que no se pueden governar sus uecinos y forasteros, que es vien notorio lo riguroso del ibierno del año próximo pasado y que de ello resultó aver suspendido con el yelo porción de maderas, árboles de ttodas expecies […] lo beneficiaron los vecinos deste lugar para reparos del molino de casa de Concexo […] Que el testigo no sólo tiene por necesario dicho pontón, sino aun por preciso…” También defendieron a Miguel Álvarez por la construcción de ese pontón Bartolomé García de la Peñilla y Marco Fernández, vecino de Villatomil.

 
Todo cuanto antecede me hace pensar que detrás de ambas posturas, en contra o a favor de ese nuevo pontón, subyace un enfrentamiento entre dos grupos de vecinos. Lo confirma el hecho de que se recoja por escrito un compromiso de concordia entre ambas partes que dejan la decisión a tomar en manos de don Vicente Antonio García de la Peña, abogado de los Reales Consejos, y asimismo presbítero de Villanueva la Blanca. Pero éste responde: “Por mis obligaciones no puedo aceptar este compromiso y las partes vsarán de su derecho, como les convenga…” Algo así como el castizo: “Apañaos como podáis”.
 
Finalmente, estudié el legajo con signatura 1011, Fondo Corregimiento, de los años 1775-1777, “Pleito entre los Concejos de Escanduso y Casillas sobre obligación del arreglo del Puente sobre el río Nela en el término de Escanduso”. Conjunto de documentos con más de cien folios en muy buen estado y escrito con tinta de buena calidad. Comienza con una real provisión del rey Carlos IV. El procurador Manuel Plaza Isla, en nombre del cura de Casillas, Manuel González de Pereda y otros vecinos de Casillas y de Salazar pleitean con el pueblo de Escanduso por entender que no deben participar en los gastos del reparo del puente de Escanduso, según pretende José López de Brizuela, único habitante del pueblo. Era entonces teniente de corregidor de Las Merindades de Castilla Vieja don Ambrosio Álvarez. De los documentos estudiados se concluye que más que de un puente se trataba de un pontón hecho de maderas trabadas con clavos. Argumenta José López que en 1691 se hizo una escritura de concordia entre los pueblos de Escanduso, Casillas y Salazar por la cual los dos últimos se comprometían a compartir los gastos de mantenimiento de un molino y de un puente sito en el lugar de la Isla, en Escanduso, y así lo habían cumplido. Hasta ahora que se niegan a compartir los gastos de reparo pues ese puente “en esta última auenida la descalzó y puso muy maltratada, de modo que está peligrosa, no sólo para gentes sino es tamuién para cauallerías; no an querido acudir a dicha composición del puente aunque les consta el peligro manifiesto y que no acudiendo pierden el derecho a dicho molino…” Por su parte, los vecinos de Casillas alegan que todos los reparos anteriores del molino y del puente fueron ejecutados por los vecinos de Escanduso y a su costa. Siguen declaraciones de testigos presentados por una y otra parte. Finalmente, se dicta sentencia que obliga a los vecinos de Casillas y Salazar a contribuir en los gastos de composición del molino y puente de Escanduso sobre el río Nela. Asimismo, el licenciado Álvarez, en documento dado en Villarcayo, a 4 de septiembre de 1777, da la razón al vecino de Escanduso, dicta y ordena que se proceda al reparo del puente “buscando personas inteligentes para ello”.

 

Es triste acabar las dos partes de este artículo refiriéndonos al vil metal, pero, cómo decía Francisco de Quevedo, “poderoso caballero es don dinero”.
 
 
 
Bibliografía:

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Con mi agradecimiento a María Arce Fueye y a Gustavo Gómez Santamaría por su ayuda y facilidades para realizar mi investigación.
 

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