“Querido
[padre]:
[Cuando
pongan] ésta en sus manos [habré pasado a mejor] y mejor estado en [el
que seré feliz. Creo que he] de poderle el asunto [mío] que es el que
[me preocupa. El afecto que le profeso es obligación conso]lidar del que pase
[a la vida eterna]; pero, en fin, lo [exige] la Patria y, ella,
en el momento que sus hijos le reclaman la [ayuda se lava las] manos
para la salvación de muchos [cobardes y nos] abandona, como el hijo que
morirá su padre de hambre y lo consiente, teniendo elementos para ello. Esto es
horroroso para nuestra España que tiene laureles de la historia y que pasa la
derrota por una nación que está sin civilizar y sin elementos de guerra.
Padre,
reciba el último beso que le dedica este su hijo que no le olvida ni un momento,
hasta que le quede el último suspiro de su vida que será de un momento a otro.
Aunque en este momento que le escribo me encuentro en el mejor estado de salud
sé fijamente que mi vida, y la de los compañeros, no hay que contar con ella.
Llevamos
ocho días de fuego en los que hemos sufrido infinidad de bajas. Para qué contar
si da vergüenza decirlo. Compañías enteras han muerto. De nuestra compañía han
muerto de cuatro partes las tres y media y yo he tenido la suerte de haber salvado
[la vida].
Adiós,
Padre querido, reciba el último cariño de su hijo en compañía de mi tía y
hermanos y toda la familia de este desventurado que, si tiene la desgracia de
morir, es por la Patria.
Si
en alguna cosa le hecho pasar algún disgusto, me perdone; es lo último que le
pide su hijo; y al mismo tiempo dicen una misa en la ermita de la Virgen de Pilas
[el periódico dice del
Pilar].
La
vi [por última vez al
partir para aquí] donde… [dándo]nos tranquilidad, [aunque sé que
hemos de morir pronto] y que muero tranquilo. Sé que usted tiene suficiente
para pasar la vida.
Padre,
también me hará el favor de estar alumbrando a la Virgen de Pilas [repiten “del Pilar”] un mes entero de
día y de noche, si puede ser. Es lo último que le pido.
Su
hijo le dedica el último abrazo.
Gabriel Sainz García. (Rubricado)
[Debajo
en gruesos caracteres, escribió]
¡Viva
España! Aunque muero por ella sin darnos defensa.
[Más
abajo como en Posdata]
El
que tenga la bondad de encontrar esta carta, haga el favor de dirigir este
papel a las señas que a continuación se expresa. Señas, provincia de Burgos por
Villarcayo, Puente Arenas. Señor don Emeterio Sainz Martínez, Comercio”.
Este
muchacho que murió en monte Arruit se llamaba Gabriel Sainz García y cumplía su
servicio militar en el regimiento de infantería de línea número cuatro. El
padre, Emeterio Sainz Martínez, tenía un comercio de alimentación en Puente
Arenas desde, al menos, 1894.
La
carta se salvó porque, según relata el artículo del periódico “La
correspondencia de España”, fue escondida en un horno de cal. Cuando se
recuperó estaba arrugada y con zonas borrosas. Estaba escrita con lápiz en el
resguardo de un parte del auxiliar de Intendencia señor Royo fechado en 1914.
Le faltaba un pliego por lo que está incompleta. Hemos recurrido para
completarla al texto de Ana Ruiz en el programa de Joaquín Rivera Chamorro.
El
salvador del documento fue el sacerdote Emiliano Revilla, religioso capuchino,
aviador destinado en el Rif que remitió la carta a Emeterio Sainz. La única
que, al parecer, encontraron. En esas líneas se constata el amor a su familia,
su fe y su desesperación por el abandono sufrido por parte del Gobierno de
España y de sus Fuerzas Armadas. Me parece que es lo mismo en este octubre de 2024.
El periodista Cándido Lobera intentó, en su artículo de “Ejército y Armada” introducir
la idea de que los altos mando del protectorado no pudieron ayudar con la
suficiente celeridad a los muchachos de monte Arruit. El toque sensiblero y
catártico que tenía la carta de Gabriel fue repetido por otros periódicos
deseosos de recuperar el orgullo nacional. Nada raro en casos como este, el
11-M o el asesinato de Miguel Ángel Blanco por ETA.
Pero… ¿Qué fue eso de Monte Arruit? Pues, una derrota en la cual miles de rifeños
degollaron, dispararon y mutilaron a unos 3.000 soldados que se rindieron en
esa posición del protectorado marroquí, a solo 30 km de Melilla. Arruit era un
pequeño fuerte que no pudo ser auxiliado. Las escasas unidades del ejército bastante
tenían con defender el perímetro de Melilla.
Todo
empezó el 22 de julio de 1921, con el llamado “Desastre de Annual” y la pérdida
de unos doce mil soldados españoles bajo el mando del general Manuel Fernández
Silvestre, Comandante General de Melilla. La mayoría fallecidos mientras huían
presas del pánico. Todo el protectorado oriental era una ola de rifeños al
ataque bajo la batuta de Abd el-Krim. Una tras otra fueron cayendo las
posiciones y los pequeños blocaos quedaron aislados en territorio enemigo.
En
el campamento de Dar Drius se amontonaban restos de guarniciones aniquiladas
que se ponían bajo las órdenes del general Felipe Navarro, máxima autoridad en
el territorio tras la muerte de Silvestre. Ante la proximidad de los rebeldes
rifeños, Navarro dudaba entre permanecer en Drius, una plaza bien pertrechada,
o emprender la retirada hacia Melilla. Decidió mantenerse allí, pero todos los
automóviles de mando salieron hacia Melilla con gran número de oficiales,
enfermos o personal autorizado. Salvaguardaron a los oficiales.
Pero
el 23 de julio, el general cambió de opinión y ordenó la evacuación de la
plaza. Con la tropa totalmente desmoralizada, la retirada se convierte en un
nuevo desastre, dejando en su marcha gran número de soldados muertos, a pesar
de la protección prestada por el regimiento de caballería de Cazadores de
Alcántara. Por cuyo sacrificio en esas jornadas se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando
como Laureada colectiva… ¡en 2012!
Tras
seis días de infernal marcha, los restos de la columna de Navarro alcanzaron
las murallas de Monte Arruit. Deben recomponer sus fuerzas para afrontar el
inminente ataque rifeño. Tarde, muy tarde. El dos de agosto cayó Nador y el tres
Zeluán, dejando el fuerte de Arruit condenado en medio de territorio enemigo.
El general aún podía haber intentado una huida desesperada hacia Melilla, pero
se negó a abandonar a los heridos. Frente a Felipe Navarro estaban tropas
agotadas y desmoralizadas al borde de la insurrección. Además, la fuente de
agua estaba a una distancia de quinientos metros del fuerte, a tiro del cerco
de los moros. Dos aviones con base en Melilla sobrevolaban el cerro arrojando
bloques de hielo, municiones y víveres, pero los envíos casi siempre caían
fuera del alcance de los españoles. Supongo que el presidente del gobierno, el
de entonces, repetiría frases como esa que escuchamos también en 2024 de: “no
os vamos a dejar solos”. Y, como aparecen en estas fotografías, las autoridades aparecieron tarde y cuando la posición estaba asegurada. La ventaja es que no escucharon abucheos por su incompetencia. Sólo había muertos.
Nadie
desde tierra les socorrerá. En la capital de la Comandancia contaban con dos mil
soldados, casi sin experiencia. En breve se esperaba la llegada desde la
península treinta y seis mil hombres para protegerles. Sin embargo, los
sitiados de Arruit tenían los días contados. Y la angustia de ser conscientes
de su destino. Los rifeños ya tenían artillería pesada y la aviación española
no era la de hoy. No pudo apoyar bien a los defensores de Monte Arruit. Además,
las casas desde las que disparaban los rifeños estaban muy cerca del perímetro
de Monte Arruit. Todo eso hizo imposible su defensa.
El
nueve de agosto, ante la imposibilidad de seguir resistiendo, el general
Navarro pactó la capitulación: los españoles entregarían todo su armamento y se
les permitiría retirarse hacia Melilla. Las armas se amontonaron y los heridos
y enfermos comenzaron a alinearse en la puerta del fuerte, preparándose para la
evacuación en un tenso silencio. Pero cuando se dio la orden de partir, los
rifeños asaltaron el campamento asesinando a una tropa desarmada y enloquecida
por el terror. Dijeron que Abd el-Krim no ordenó el asesinato de los españoles,
que eran soldados que actuaban por su cuenta.
Al
menos 2.668 restos humanos fueron encontrados esparcidos por los alrededores de
Arruit. Unos seiscientos hombres, junto al general Navarro, sobrevivieron para
ser tomados como rehenes. Y en cautiverio permanecieron hasta que se pagó su
rescate, aunque para entonces muchos de ellos ya habían muerto.
Esta
acción podría haber influido en el posteriormente titulado Caudillo de España.
Francisco Franco estaba en Melilla y quería socorrer Monte Arruit. Cuando se
reconquistó la zona, vio la precaria situación en la que habían quedado los
cadáveres españoles. Esto le influyó en 1936 cuando estaba avanzando sobre
Madrid y decidió que las tropas acudieran al Alcázar de Toledo para poder
ayudar a los defensores. Aquella decisión prolongó la guerra porque, si hubiera
marchado sobre Madrid, era muy posible su conquista. Pero probablemente tenía todavía
esa visión de los muertos y seguía recordando que no había podido salvar Monte
Arruit.
Una
vez consumado el descalabro de Monte Arruit, Melilla era la única plaza segura
que España mantenía en el Rif oriental. Hasta la capital no cesaban de llegar
supervivientes, militares y civiles de las matanzas de Nador, Zeluán o de los
numerosos blocaos que habían quedado aislados en medio de las zonas controladas
por las harkas de Abd el-Krim, contando espeluznantes relatos. En mayo de 1922,
aun llegaban refugiados.
Tras
el desastre, se encargó al prestigioso General Picasso que iniciara una
investigación para depurar responsabilidades… con la advertencia de que no
debía implicarse a ningún miembro del alto mando como responsable de lo
acontecido. ¿No les parece que hablamos de 2024 y no de 1921? Alfonso XIII, las
cúpulas militar y política, la prensa censurada… -¡todos!- como los políticos
de hoy, renegaron de los muertos en el Rif. Tampoco pagaron por su
responsabilidad los empresarios españoles implicados en la venta de armas a los
rifeños.
La
crisis iniciada en 1921 tras el “Desastre de Annual” quedó parcialmente
olvidada el 8 de septiembre de 1925 -con el dictador Primo de Rivera- cuando,
por primera vez en la historia, un contingente perfectamente coordinado de
fuerzas de tierra, mar y aire llevaron a cabo un desembarco masivo en el norte
de África. El objetivo militar: la cábila de Beni Urriagel, sede de Abd el-Krim
que era la más belicosa y molesta.
La
operación fue tan exitosa, y estuvo tan bien coordinada (participó incluso la
novísima Aviación Naval con el portaaeronaves “Dédalo”), que Alhucemas fue
estudiado por los norteamericanos para llevar a cabo las operaciones similares
de la Segunda Guerra Mundial (entre ellas, el famoso Día D).
Aclarado
lo que sufrió Gabriel al saberse abandonado por su Patria y, sobre todo, por
los representantes de la misma recordaremos su referencia a la Virgen “del
Pilar”. En realidad, y dentro de toda lógica, se refería el muchacho a la
Virgen de Pilas que está en el límite de los pueblos de Puente Arenas y de
Quecedo de Valdivielso. En la superficie amesetada en la que se sitúa está
localizado el Castro Viejo que separaba los términos del Alfoz de Tedeja con
Valdivielso, por lo que consideraríamos que la ermita está cristianizando un
asentamiento protohistórico que se reusó en la Alta Edad Media. Esta zona era
atravesada por un camino que se empleó cuando el aumento del caudal en el Ebro
no permitía el paso por el desfiladero de los Hocinos. Por cierto, no hay que
descartar que la etimología de Pilas provenga del griego “puerta”, puesto que
en este caso tiene un sentido muy apropiado y acorde a la geografía. Aunque me
parece cogido “por los pelos”.
Pero
nada de esto importaba a Gabriel cuando escribía su despedida terrenal, cuando
rogaba a cualquiera que enviase su carta, cuando miraba la desesperación de
muchos muchachos arrancados de sus aldeas para... ¡¡¿Para qué?!! ¿Recordó las
romerías y la sencilla fe que tenían en esta virgen sus convecinos y su familia?
En la ermita de Virgen de Pilas se conserva una copia de esta carta con una la
foto del muchacho.
Y,
quizá, solo quizá, recordaba que no tuvo el dinero para evitar el servicio
militar en África. No pudo ser un soldado de cuota que, pagando 1.000 o 2.000
pesetas, hubiera tenido el privilegio de elegir destino, pernoctar en su
domicilio y permanecer menos meses en el cuartel.
Por
eso estuvo tres años luchando por una Patria Ingrata.
En recuerdo de los muertos por la Gota Fría (DANA) en Valencia en 2024.
Bibliografía:
Canal
de You Tube de Joaquín Rivera Chamorro.
“Anuario
del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Anuario
Riera y Sans”.
“Indicador
general de la industria y el comercio de Burgos (1894)”.
Periódico
“La Correspondencia de España”.
Periódico
“Ejercito y Armada”.
Periódico
“Religión y Patria”.
Periódico
“ABC”.
Sociedad
Geográfica Española.
Blog
“Tierras de Burgos”.
“Las
siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urría”. María
del Carmen Arribas Magro.
“El
servicio militar en la sociedad española”. Román Hierro Roldán
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