Hemos
llegado a la Navidad un año más y, por ello, debemos ayudar a los Reyes Magos,
a Santa Claus/Papá Noel/Viejito Pascuero/San Nicolas/Olentzero -o a quién
ustedes crean que traen los regalos a los chicos y grandes- a hacer sus
compras. Esta misma preocupación aconteció a nuestros padres y a nuestros
abuelos. Y, llegados a este punto, ¿qué tiendas tenían los abuelos de los hijos
de Villarcayo en, por ejemplo, 1930? Para ello, nos montaremos en nuestro DeLorean,
conectaremos el condensador de flujo -o fluzo en España- y saltaremos a hacer
nuestras compras navideñas en las postrimerías del reinado de Alfonso XIII. Como
hizo Michael J. Fox, esconderemos nuestra máquina donde se construirán las
piscinas municipales y nos pasearemos intentando pasar desapercibidos por
aquellas calles.
Entraremos
por la Calle San Roque donde trabajaba el médico dentista Lozano. De acuerdo
que no es el sueño de regalo navideño, pero ya que tenemos su anuncio
empezaremos por la medicina más amarga.
Tras
el dentista, cuya ubicación exacta no hemos determinado, nos acercamos a los
números bajos de esa calle donde nos encontramos esta zapatería:
Este
comercio debió estar en esta finca -salvando todos los cambios constructivos y
de renumeración del callejero- pero, aunque no hubiera estado, nosotros estamos
jugando con el espacio y el tiempo. Porque, sirva como muestra, el número tres
de la calle San Roque que aquí presentamos es una construcción de 1937.
Los
siguientes negocios que visitaremos eran sendas sastrerías que compartían
dirección: San Roque, 2. ¡Eso sí que era competencia directa!
Y su vista en nuestros días:
Por
supuesto no están todos los que son ni son todos los que están entre nuestros
anuncios de 1930. Muestra de ello es la foto de la última guerra civil fechada
en 1937 que hay abajo donde tenemos una zapatería: “La Imperial” que estaba en
el portal cuatro de la calle San Roque. En la primera foto, además, tenemos la
Caja de Ahorros Municipal de Bilbao. Frente a ella hay el trozo de un cartelito
de “Venta Tocino” que se ve mejor en la foto del desfile franquista.
Aprovechando
que hemos llegado a la plazuela del corregimiento o del juzgado, la atravesamos
para recordar algunos comercios de la calle Manuel Laredo. De este señor ya
hablamos en nuestra bitácora hace muchos años.
Empezaremos
por el número dos de la calle y por este anuncio de una especie de tienda de
textiles donde te añaden bisutería -algo lógico- y… ¡panadería!
Estaría
situada por aquí:
En
esta calle también hubo una tienda de muebles:
Lugar
que hoy tiene esta imagen:
Y,
en el número seis de esta misma calle había una casa de comidas.
Y,
hoy, en este número está este edificio, relativamente nuevo con imagen de
veterano.
Evitamos
la Plaza Mayor, que dejaremos para otro momento, y nos desviamos por la Avenida
de Alemania para enfilar la calle Nuño Rasura donde estaba la posada -no hotel,
ni pensión, ni hostal- del hijo de Isidra Uriarte. Anteriormente se llamaba
“Posada Isidra”.
En
la siguiente foto de 1910 vemos la posada con un cartel que la identifica.
Estaría
situada en esta zona aproximadamente porque la calle Obras Públicas se
construyó derribando el caserón con dos torres que vemos en la fotografía.
De
aquí desandamos la calle Nuño Rasura porque, en aquel tiempo la calle de la
posada de Isidra Uriarte llevaba directamente a la plaza de Villarcayo o, en su
caso, hacia el ayuntamiento por la avenida de Alemania.
La
primera tienda que conoceremos es la de Alejandro.
Desconocemos
su exacta situación y, seguramente, muchos no sepan cual es esta calle. Es una
historia larga: Hasta 1929 existía la Calle Real que mutará su nombre al de
Reina Madre por la madre de Alfonso XIII. En 1931 se le llamará Calle Libertad
y en 1936 lo cambiarán por la de Calvo Sotelo. ¿Situados?
Por
su parte, las alpargatas eran un calzado de hilado de fibras naturales como el algodón,
pieles de animal, mimbre o lona con suela de esparto o cáñamo. Calzado muy
empleado entonces. Para conseguir un buen par -supongo que eran buenos-
podíamos recurrir a la tienda de Alejandro Fernández. O para un buen par de
zapatos, más exclusivos. Vemos, además, que donde se vestían los pies se podía
llenar la tripa.
Y,
si no nos gustaba lo que vendía, podíamos ir a la carnicería de Valentín
Uriarte. No confundirlo con Fausto Uriarte o José Uriarte. Además de tener una
carnicería gestionaban los autobuses entre Villarcayo, Burgos y Espinosa de los
Monteros.
Su
localización está en la casa del fondo. Curiosamente, en esta foto aparece un
autobús.
En
el número dos de esta misma calle estuvo el comercio de la Viuda de Balbino con
su especialidad en quesos de “Los Altos” que parecería una especie de
“denominación de origen”.
Actualmente
el número dos es esta casa con solera:
Otro
de los negocios necesarios en cualquier población eran las peluquerías. Aquí un
ejemplo.
Y
estaba situada, más o menos, por aquí:
Siguiendo
por esta calle no dejamos de visitar esta fonda que casi todos los lectores de
Villarcayo han conocido, al menos, su nombre:
Actualmente
el número seis de la calle Calvo Sotelo es esta finca.
La
calle reina Madre era una calle poco urbanizada con muchas fincas agrícolas a
ambos lados, por lo cual, para llegar al número veinte debíamos avanzar por una
zona de descampado. En esa dirección tenemos:
Que
estaría en donde está la casa de esta foto:
Era
la carretera que llevaba a Burgos y, desde la última casa de Villarcayo se
vislumbraba Villalaín donde hacía sus pinitos literarios Emilio Domínguez
Sacristán.
Aunque
a medio camino podemos encontrarnos con las instalaciones de “La Castellana”. Al menos están en Horna desde 1916 y fue fundada por Rafael Ortiz y Claudia Saiz de Aja.
De
la que también tenemos su anuncio:
Desde
el almacén de vinos de Urbano, para llegar a la plaza de Santa Marina no
existían calles transversales (calle Burgos, calle Bilbao…) por lo que nos
dirigimos hacia Burgos para girar a la derecha en la actual calle Alejandro Rodríguez
de Valcárcel y, otra vez a la derecha, en calle Laín Calvo. Esta calle
desemboca en la plaza de Santa Marina donde estaba el almacén de Vinos de Juan
Condado.
Uno
de los comercios del viejo Villarcayo del que más me han hablado es el de
Remigio Andino:
La
localización de la fábrica de gaseosa “Andino” estaba en el actual número 5 de
Santa Marina. Alguno de los otros negocios,
fruto de conversaciones con veteranos ciudadanos, debieron estar en la plaza
Mayor. O, quizá, todos y luego se trasladaron a la Plaza de Santa Marina. El
caserón donde estuvo la fábrica de gaseosas fue derribado hace más de veinte
años y esta es la visión actual del lugar:
Otro negocio clásico en Villarcayo -una carnicería- nos aparece en este anuncio. Además con un apellido asociado al chorizo y al gasoil.
Frente
a la iglesia estaba un local con un nombre comercial atractivo, “Las tres
B.B.B.”, que se dedicaba a los géneros de punto.
En
aquellos años la presentación era la siguiente:
Adjuntamos
una foto contemporánea desde el mismo encuadre:
La
casa aislada del fundo de la fotografía acogerá el mítico bar “El Francés”.
Situados como en esta foto aprovechamos para girarnos y mirar la callejuela que
hay a nuestra izquierda. Es la calle del Doctor Mendizábal.
En
esta calle ha habido durante muchos años una de las clásicas panaderías de
Villarcayo que terminó -irónicamente- consumida por las llamas. Y con ella su
antigua casa.
El
siguiente comercio, de tejidos, no nos dice ni en qué barrio está ni en qué
calle. Supongo que la dirección serían más palabras a pagar al periódico y los
vecinos del pueblo y cercanías conocían de sobra dónde estaba esta camisería.
Para
terminar esta primera parte del recorrido comercial por Villarcayo les presento
una vista aérea del pueblo para que comprendan cómodamente las calles que hemos
visitado. Les adelanto que es una foto de 1946 pero los cambios en esos
dieciséis años debieron ser mínimos.
Bibliografía:
Periódico
“El Cantábrico”.
“Villarcayo.
Capital de la comarca Merindades”. Manuel López Rojo.
Fototeca
digital de España.
Mi bisabuelo Julián Sainz Sainz tuvo una tienda de ultramarinos en C/ Sta. Marina, 7, Bjo. Después se lo vendió a un francés (de ahí su nombre actual) que no sé si continuó con el local como tienda de ultramarinos o ya como bar. De cualquier modo, las gentes del pueblo iban allí refiriéndose al local como “el francés”. No creo que nadie conserve imágenes de la tienda de ultramarinos ya que hablamos de principios de 1900, pero me encantaría que fuera así. Mi bisabuelo Julián Sainz Sainz estaba casado con Mauricia González y padres de mi abuelo Félix Sáinz González, (del que habéis incluido una entrada en Merindades en la memoria).
ResponderEliminarGracias por traer a nuestra memoria el recuerdo de nuestras familias. Un abrazo
Yo nací en el 52 y he conocido el francés como tienda de ultramarinos y bar en la parte derecha del edificio y donde hoy está el bar creo que tenían casa de comidas que también tenía la entrada al comedor por el bar , cuando la gente empezó a comprar televisiones el francés fue uno de los primeros en tenerla en el pueblo y los niños íbamos allí a ver los programas infantiles
EliminarEs curioso que entonces hubiera una sucursal de la caja de ahorros municipal de Bilbao y hoy no haya sucursal de Kutxabank. Bien podría haber una.
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