Nos
trasladaremos en esta ocasión a Incinillas para conocer algo de su antigua
iglesia y actual ermita de Santa Lucía. Esta Incinillas no es la que está en la
carretera de Burgos a Bilbao sino un barrio de El Almiñé. ¿Cómo es esto?
Sepamos que, a finales del siglo XII, se produjo una reorganización parroquial
convirtiendo en ermitas los centros de culto que no fueron parroquias. ¿Y este
lugar? Esta Incinillas se documenta por primera vez en 1131 cuando Legundia y
sus hijos conceden al clérigo Juan, para que los done a su muerte al monasterio
de Oña y a San Pedro de Tejada, diversas heredades y entre ellas el solar de “Elziniellas
de Uermudo cum suo censu”. En 1201 Oña entregaba a Pedro Pérez y a su mujer
Juliana un terrazgo con su viña en Incinillas y recibe una tierra en Arenas. En
1203 Incinillas sirve de referencia para localizar el lugar de Santa Leocadia.
Dia Sánchez de Enziniellas es un hijodalgo que hace de testigo en 1241 en una
venta al monasterio de Oña. Un año después Pedro Peydrez d'Eziniella de
Ualdeuisesso es testigo en una venta a las Huelgas de Burgos. Enzinillas se
cita como referencia para el amojonamiento de las heredades que tenía el
monasterio de Rioseco en El Almiñé en 1315. Pedro Fernández de Velasco dotó el
hospital de la Vera Cruz con linares en la fuente de Encinillas, en El Almiñé. Vemos
que ya está integrado en este pueblo como un barrio. En 1707 el obispo de
Burgos, durante la visita diocesana ordenó recomponer la puerta de la ermita de
Santa Lucía. Entendemos, dado lo pedido por el obispo, que no hizo falta ninguna
obra más.
Una
parte significativa de la fachada meridional, o sur, del templo es románica,
que para algunos debe corresponder con la antigua iglesia de San Salvador de
Encinillas, propiedad y jurisdicción de San Pedro de Tejada. La adscripción es problemática,
pues este monasterio de San Salvador podría localizarse también entre
Trespaderne y Cillaperlata, donde hoy tenemos la ermita de Santa María de
Encinillas (“la uillam hermam que dicitur Helziniellas” donada en 1187
por el abad de Oña a los habitantes de Cillaperlata y Revilla).
Planta de la Ermita de Santa Lucía
La
ermita de Santa Lucía es de nave única con cabecera de pared plana, portada
abierta hacia occidente -modesta y abierta a los pies de la nave- y sacristía adosada al sur de la nave. Pero todo lo que
ven es fruto de la reforma moderna, esa de hace poco más de cien años. Nos lo
confirman el diccionario Madoz (hacia 1850) -que dice que estaba casi arruinada-
y los autores Huidobro y García Sáinz de Baranda que escribían en 1930 que “fue
reconstruida recientemente”. Dicha reforma aprovechó el lienzo sur de la iglesia
arruinada, la portada que hoy da acceso a la sacristía y, lógicamente,
numerosos sillares de la fábrica original. El resto fueron materiales de
finales del siglo XIX.
Los
vestigios de la nave románica se levantaron en excelente sillería caliza
labrada a hacha y asentada con finas juntas de argamasa, alzándose el muro
sobre un banco de fábrica con una moldura convexa lisa, de sección semicircular
tanto al exterior como al interior. dentro, apoyan en ese banco dos columnas
entregas, es decir metidas en el muro, sobre basas áticas de amplia escocia y plinto,
rematadas en capiteles troncopiramidales lisos.
En el exterior, estas columnas
se corresponden con dos contrafuertes que alcanzan la cornisa. La portada actual
es de listel y chaflán –sobre canes de cuarto bocel modernos– combinada con
otros fragmentos de molduras quizá originales o reaprovechados del interior. El
edificio románico estuvo abovedado notándose sus arranques. Hoy, el templo se
cubre con vigas y techumbre de madera en mal estado.
En
una cámara lateral, cuadrada, situada en el tramo central de la nave encontramos
una interesante portada románica. Salvada al haber sido reutilizada como acceso
a la sacristía que se construyó cubriendo esta portada por lo que, para verla,
debemos situándonos en el interior de la sacristía. Vemos un arco apuntado y
liso enmarcado por una cenefa de celdillas y dos arquivoltas, la interior con
bocel entre dos finas bandas de contario (moldura en forma de cuentas de
rosario) y una hilera de dientes de sierra; y la exterior con chaflán ornado con
gruesos cilindros, rodeándose el conjunto con una moldura de zarcillos. descansan
los arcos en jambas escalonadas con dos pares de columnas. La transición entre
ambos grupos se realiza mediante imposta de grueso tallo recurvado formando escudos
en los que se disponen brotes vegetales de gran volumen.
Las
columnas de la parte inferior de la portada claramente sufrieron el paso del
tiempo. Están sobre un alto basamento abocinado, plintos y basas áticas; de
fustes lisos con capiteles decorados. Mirándola de frente, el lado izquierdo, el
capitel exterior se decora con hojas lisas rematadas en cogollos con volutas, y
en su superficie se grabó una inscripción en la que leemos “DEO MEI…”, Dios
mío, en letra carolina mayúscula que conserva las líneas de pautado. Situaríamos
la inscripción en el siglo XII (García Morilla) o primeras décadas del siglo
XIII (Castresana López) en la Plena Edad Media, como la propia construcción
románica del edificio. El capitel adjunto tiene un rostro humano de cabellera
rizada corta y posibles ojos saltones. Está muy desgastada por el clima y los
años. El capitel interior del otro lado, también muy deteriorado, parece
mostrar un león pasante que alza una pata delantera y vuelve su cuello sobre el
lomo. El otro capitel es liso.
En
esta portada se recurre a alguna de las decoraciones frecuentes en los talleres
que trabajaron en el valle de Valdivielso desde mediados del siglo XII: dientes
de sierra, máscaras humanas, gruesos billetes en las arquivoltas, etc. Fecharíamos,
esta de Santa Lucía, en los años finales del siglo XII o primeros del siglo
XIII. Es una obra tardía. La enmarcaríamos junto a las iglesias de San Nicolás
de El Almiñé, San Miguel de Valdenoceda, Condado y Panizares.
En
la iglesia se conserva igualmente una pila para agua bendita formada por un
pilar troncopiramidal de aristas en chaflán y, en el mismo bloque, una pileta
troncocónica con salientes de tipo almirez (uno ornado con una roseta). Su
altura total es de 94 cm ×40 cm de diámetro en la copa. Decía Julián García
Sainz de Baranda que “Únicamente
tiene un cuadro de la Inmaculada, obra de la escuela española, siglo xvn, muy
aceptable y algunas estatuas antiguas, entre las que merece mencionarse un
apóstol de época gótica”.
Bibliografía:
“Las
siete merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Úrria”. María
del Carmen Arribas Magro.
“Ermita
de Santa Lucía”. Texto y fotos: JMRM - Planos: RGSP
“Burgos.
Todo románico”.
“Apuntes
descriptivos históricos y arqueológicos de la Merindad de Valdivielso”. Luciano
Huidobro Serna y Julián García Sainz de Baranda.
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