Aceptemos
que la zona de Las Merindades estaba dentro del mundo Celta. O, quizá,
celtíbero. De todas formas, estaríamos en esa cultura de los druidas, de
Asteríx y Obelíx, de los sacrificios humanos y de la actual mítica visión
ecologista-pastoral que nos asalta. Aunque esta visión no está tal lejos de la
realidad porque, como otras culturas de su tiempo, existía el mundo físico y el
mundo espiritual. Este último estaba en la naturaleza, en donde los espíritus,
los dioses y los animales hostigaban a las personas.
En
su religión existían santuarios tanto urbanos como rurales. Los santuarios
urbanos estaban dentro del poblado y podían ser públicos, con una construcción
específica, o privados, en una habitación de la casa. Los santuarios en la
naturaleza no contaban con un edificio específico y se ubicaban en diversos
lugares. Podían ser cuevas, rocas, claros del bosque, árboles, bosques, lagunas...
Esto hace difícil identificarlos y, llegado el caso, difícil descartar aquellos
que no son santuarios. En estos lugares sus dioses eran rezados y recibían las
ofrendas. En nuestra zona de la provincia de Burgos encontramos un claro del
bosque en Barcina de los Montes. Cumpliría, además, la función de marcador de
frontera entre cántabros, caristios y autrigones.
-Vale,
todo muy interesante. -dirá usted- ¡¡Pero estamos en una entrada que habla de
un “altar” en Herbosa!! ¿Podemos hablar de ello?
Cierto
que me voy por las ramas, querido lector. Además, ya veo que usted quiere ir al
grano y que sabe que los santuarios naturales más llamativos son los altares
rupestres, o peñas sagradas, en los cuales se hacían sacrificios de toda
índole. Eran lugares de peregrinación donde, además de los ritos sagrados, se
hacían banquetes en los que participaban los miembros del poblado o la tribu, a
modo de nuestras romerías. ¡Como actos sociales!
Para
los que no conozcan tanto sobre este tema le diremos que las “peñas sacras” son
peñascos o rocas del destacadas del paisaje que se estudian desde finales del
siglo XIX. Pero hasta fechas muy recientes han sido estudiadas poco y mal al
carecer de datos para precisar su cronología y para escapar de las
especulaciones interpretativas de su historia. La Peñas Sacras se relacionan con
las lagunas y manantiales sacros, los árboles sacros-jurídicos (de los que
proceden los árboles junteros) y con las cuevas rituales con las que se
relacionan primitivas iglesias rupestres tan características de Las Merindades
y Valderredible.
Ilustración de RU-MOR (Desperta Ferro)
Se recrea un sacrificio en donde se ve a los partícipes y
las escaleras.
Pero,
no valía cualquier roca. Debía tener de cierta entidad, con orientación hacia
el sol y, probablemente, cercanía a otros lugares importante para esa comunidad. Era necesaria la proximidad al agua (fuente, río o arroyo), ya que el agua,
como en todas las religiones, era parte fundamental para ritos de purificación.
También cercanía a caminos y zonas de paso. Se le practicaban entalladuras o
escalones de acceso a la parte superior donde se encontraba la cavidad de los
sacrificios. Nos encontraremos grabados e inscripciones (estas ya de época
romana) donde se dice el dios al que está dedicado.
Las
peñas sagradas eran muy variadas en función de su finalidad:
- Peñas
vinculadas al espíritu o dios del lugar (caso de Barcina de los Montes dedicado
al dios Vurovius).
- Peñas
para ceremonias de carácter social y religioso general.
- Peñas
adivinatorias.
- Peñas
propiciatorias (llamadas de ánimas, de deseos, de matrimonio).
-Muy
bien, pero, ¿el altar de Herbosa es autentico? ¿No puede ser la broma de un
pastor aburrido?
Pues…
para ello debemos leer el estudio realizado por Eduardo Sainz-Maza, Diego
Garate Maidagan y Alejandro García Moreno. Recorrieron la zona de Arija y
documentaron catorce nuevos enclaves prerromanos entre los que situaban el
Altar de Herbosa. ¿Tenían razón? Probablemente.
Nuestro
altar, situado en la zona de Los Soterradores, es un afloramiento de roca
arenisca con una forma ligeramente ovoide vista en planta. Mide casi diez
metros de largo por nueve de anchura, con una altura máxima, en su cara sur, de
algo más de dos metros. Junto a esta roca discurre un pequeño arroyo,
subsidiario del río Nava, el cual desemboca 5 km después en el embalse del
Ebro. Desde esta roca se ve el Pico Nava y el entorno de la sumergida llanada
de La Virga. Estos son lugares donde existen ciertos indicios de una ocupación humana
durante la Prehistoria Reciente.
Destaca
la cara sur de la roca, con un centenar de cazoletas dispuestas en hileras,
muchas de las cuales se encuentran unidas entre sí por pequeños canalillos. Desconocemos
la razón de hacerlo en esta pared. ¿Una aldea en esa dirección? ¿Un camino? En
la parte superior sobresalen dos grandes receptáculos de unos 40 cm de
diámetro, unidos mediante un canal con sección en forma de “V” con otra pequeña
cazoleta de 5 cm de diámetro. También en la parte alta de la roca hay más
cazoletas de pequeño tamaño y canalillos de menor profundidad, que tienden a desarrollarse
hacia la parte más accesible y desgastada de la roca.
En
arqueología, se denomina cazoleta a un pequeño hueco artificial excavado en la
superficie de algunas rocas, teniendo generalmente una sección semiesférica y
planta circular. Pueden encontrarse tanto aisladamente como formando
agrupaciones, con otras cazoletas o con otros grabados rupestres. En Europa su
cronología abarca del Paleolítico Medio hasta la Edad de Hierro. ¿Para qué
servían esas cazoletas? Hay varias opciones: Colectores para ofrendas; Receptáculos
de libaciones o de sacrificios; Símbolos de carácter sexual femenino; Cartografías,
de constelaciones y terrestres; Marcadores de espacios sagrados, caminos
migratorios, sitios con alto valor mágico y propiciatorio, tableros para
juegos, operaciones numéricas… o agujeros hechos por un pastor aburrido.
¡Cualquier cosa!
Lo
que no tenemos en el altar de Herbosa son los escalones bien definidos. Su lado
oriental ofrece tres posibles suaves escalones. O no.
Para
su datación, siempre difícil, sería de gran ayuda encontrar arte mueble
exhumado en posición estratigráfica o la aplicación de técnicas radiométricas directas.
En esta situación, la datación se produce por comparación con otros yacimientos
similares. Dicho esto, algunos autores sitúan el altar de Herbosa en la edad
del Hierro, del 750 a. C. al 100 a.C. aproximadamente.
Marcas formando en encuadre con trazos que parecen
números y letras en su interior. ¿Cosa del pastor aburrido?
Bibliografía:
www.pinilladelosbarruecos.es
Periódico
“Diario de Burgos”.
www.tribusdeliber.com
“Las
“peñas sacras” de la provincia de Burgos y las tradiciones celtas de tierras
burgalesas”. Martín Almagro Gorbea, Ignacio Ruiz Vélez y María Victoria
Palacios Palacios.
“Nuevas
evidencias de arte rupestre postpaleolítico en Las Merindades (Burgos)”. Eduardo
Sainz-Maza, Diego Garate Maidagan y Alejandro García Moreno.
Revista
“Desperta Ferro. Arqueología e Historia. “Vacceos, Vettones y Lusitanos”.
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