Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


jueves, 31 de julio de 2025

Fácil excursión a nuestra calzada romana.

 
 
Los tebeos de Asteríx y los pintores decimonónicos han conseguido que no reconozcamos las calzadas romanas. Olvidémonos de caminos de mulas medievales o renacentistas que muchos municipios venden como romanos y reconozcamos las verdaderas calzadas imperiales antes de que cualquier motoniveladora las destroce para “mejorar el camino”.
 
La construcción de una vía era todo un proceso de ingeniería que no desmerece el trabajo actual. En varias fases se completaba un camino carretero con un ancho que permitía el paso de dos carros en direcciones opuestas. Tan minucioso era que muchas llegaron hasta mediados del siglo XX… ¡En uso!

 
Empezaban desforestando, luego explanaban, delimitaban el firme, cimentaban con piedra en bruto para tener una capa de cimentación sólida y resistente. Sucesivas capas intermedias de gravas, disminuyendo el tamaño del material conforme se iba ascendiendo hasta la capa más superficial, eran sucedidas del compactado de las mismas. Finalmente, se revestía la superficie de la calzada con materiales de grano fino: zahorras (con tamaños máximos de 4-5 mm) o jabre (arena natural de granito con tamaños máximos de 1 cm) u otro material de granulometría fina que estuviera disponible en las cercanías del lugar de construcción.
 
Cuando lleguen al crucero dedíquense unos minutos para dos cosas: tomarse algo en el bar donde aparcarán su coche y visitar la calzada de castro Urdiales a Osma de Álava por el valle del Cadagua, Valle de Mena, Montija y Valle de Losa. No es el único tramo conservado y, como dicen ahora, “puesto en valor” habiendo más tramos en el Valle de Losa.


 
Valgan estas rápidas imágenes para invitarles a que conozcan este itinerario. El la segunda noten la altura de la calzada sobre el terreno circundante.
 
Sin más, que es verano.
 
 

martes, 15 de julio de 2025

Del Arrebol a las Tinieblas

 
 
Hoy viene a nuestro espacio José Álvarez Gutiérrez autor del libro cuyo título figura en el encabezamiento de esta entrada. Una obra llena de información sobre la república, la guerra de 1936 y la represión que trajo la victoria de los facciosos en Las Merindades. Pero mejor les dejo leyendo las palabras de José:
 
 
Son los dos ejes en los que nos gustaría enmarcar el libro “Del Arrebol a las tinieblas”. Por un lado, el viejo dicho latino de “Historia magistra vitae” diciéndonos que la verdadera maestra, el conocimiento del pasado, es parte imprescindible del presente, nos ayuda a entenderlo, y evita convertirnos en marionetas. Por el otro, las palabras de Clara Campoamor “Nadie ha cuidado de enseñar a los pueblos que la muerte y la guerra son mucho más fáciles que la paz y la vida”.


 
UN LIBRO COMO ALDABA
 
Hay que hablar de las guerras, porque hay muchas guerras (57) en nuestro mundo actual. Un libro puede servir para muchas cosas: celebrar un dogma, apoyar una mesa coja o, como Manuel Vázquez Montalván con su personaje Pepe Carvallo, para hacer fuego. Este libro pretende ser un starter, un cebador que sirva para hablar de las guerras y, especialmente, animar a que se recojan las historias de los allegados, e impulsar que la prisión de Valdenoceda sea un lugar de memoria y de paz.
 
Otra de las razones de publicar el “material” de forma inacabada es “rebañar el puchero”, ampliar ese conocimiento mediante la divulgación e intentar dar un impulso al blog, donde ir recogiendo nuevas aportaciones desde los lectores y lectoras, como hasta ahora.

 
Sin olvidar ser la memoria activa de aquellos hombres y mujeres que nos precedieron en la lucha por la libertad y la democracia.
 
EL ORIGEN Y EL PORVENIR: BLOG LAS MERINDADES EN LA MEMORIA
 
Hace 15 años comenzamos a recoger en la red, a través de la bitácora LAS MERINDADES EN LA MEMORIA, informaciones con la intención de conocer la dinámica con el uso de la violencia en las postrimerías del golpe de estado del 18 de julio 1936 y los años treinta en la comarca de Las Merindades. Un tiempo que fue una pesadilla, contra los estándares morales de todas las culturas y que en nuestra comarca está perdido en el olvido.
 
Todo ello sin atadura política, ni ideológica, ni económica, sin ninguna subvención… pero sí con muchas colaboraciones. El libro es fruto de un trabajo colectivo, hecho a muchas manos. Resaltar a Luis Castro, Jesús Gutiérrez y, especialmente, a Mauro Torres (autor del blog represión franquista en Burgos) y a Fernando Obregón Goyarrola autor de la serie sobre la república, la guerra civil y la posguerra en el frente norte.


 
LA PROPUESTA ES MÁS MEMORIA
 
El libro no trata de bandos, sino de olvidos, recuerdos sepultados en cuarenta años de franquismo y abandonados durante la democracia actual. No se trata de simplificar en dos cosmovisiones maniqueas: reaccionario y revolucionario.
 
Y de eso se trata de olvidos, de los “no recordados”. José Antonio Abella, en su libro sobre el maestro Antonio Benaiges, “Aquel mar que nunca vimos”, escribe: “Unos fueron muertos visibles, están sus fotos en la causa general, sus nombres en sus tumbas, su recuerdo en las listas de los caídos por Dios y por España que se grabaron y aún perduran en la entrada de muchas iglesias. Los otros, por el contrario, fueron y siguen siendo muertos invisibles en su inmensa mayoría. Se perdieron sus huesos en la incertidumbre de las cunetas, se deshicieron en las fosas comunes”. No solo quisieron destruir a las víctimas, también su memoria.
 
En el recuerdo hay lugares que son imposibles si alguien cercano no te los indica. Especialmente tres vivencias: la de los MILICIANOS de la República que murieron en el frente o en el despecho de la rendición; el EXILIO, estas personas desaparecieron de su lugar; y esos otros olvidados que son los MAQUIS, exterminados por medio de una venganza.

 
Además, las ZONAS GRISES de la represión. Durante todo el franquismo se produjo una extrema violencia de persecución. La violencia política del poder desempeñó un papel determinante en las relaciones sociales durante la Dictadura. Zonas grises de la represión: Pillaje, saqueo, multas, responsabilidades civiles, confiscaciones, incautaciones, suscripciones patrióticas, requisas, exacciones económicas, ricino, peladas... VIOLENCIA COTIDIANA.
 
NUESTRA COMARCA, LAS MERINDADES
 
Una comarca compuesta por 440 pequeños pueblos en 27 municipios en los que vivían 50.493 habitantes, y una superficie de 2.821 km². En 2024, tenía que hoy menos de la mitad 21.951. habitantes.
 
Cuando se habla de la historia de esta comarca, nos hemos empeñado en contar su pasado prehistórico, lo romano, lo medieval, los Velasco… pero hemos ignorado el pasado más reciente de nuestras abuelas y abuelos. Cuando se habla de historia en Las Merindades se suele pecar de exceso de etnografía o acudir a un trillado, a la vez que incierto, glorioso pasado del Cid, el Castillo de Medina, la Ciudad de Frías, el cronicón de Oña, o de los usurpadores Velasco y Salazar.

 
Pero lo que resulta terrible de los años de la Guerra Civil de 1936-1939, es que la causa de muerte más importante de los que no tuvieron sitio en la cruz de los caídos expuesta en las iglesias, no fue la guerra, sino la limpieza política en la retaguardia. Sobre todo, en pueblos pequeños donde verdugo y víctima eran conocidos. Así, todavía se percibe el miedo que dificulta sacar a la superficie lo acontecido en la comarca en 1936. Una calamidad sobre la que nuestros abuelos y abuelas han callado.
 
Si no hablamos con libertad, si no compartimos y verificamos los recuerdos, es muy posible que lo peor de la historia pueda repetirse. En aquella época Las Merindades tenía el diez por ciento de la población de su vecina Bizkaia, unos 50.000 habitantes y mayor superficie de 2.800 km², pero en todo ese territorio limítrofe no hay tantas fosas de civiles, ni tantas personas paseadas o desaparecidas como aquí.
 
EL CONTENIDO
 
Son tres partes las que configuran el libro. Una primera sobre la vida en la comarca durante el tiempo republicano, una segunda que recoge las consecuencias del golpe de estado del 18 de julio de 1936: guerra y represión, y finalmente unos anexos con datos diversos.
 
Los capítulos de la parte inicial, ALFA, recoge el escaso reflejo en la prensa de los pueblos pequeños. Nos habla de un mundo necesitado, pero resiliente y esperanzado. Una sociedad conectada a un mundo en crisis económica y política.


 
Los municipios de Las Merindades eran en 1931 más grandes que ahora en población, pero con un nivel de vida rayando en la supervivencia, donde el apoyo y la pensión eran los hijos, sin agua corriente ni redes de saneamiento. El índice de analfabetismo era alto y había poco entretenimiento más allá de unas boleras. En muchos pueblos la comunicación se limitaba a una radio y tampoco había teléfonos, sólo algunos telégrafos, y las noticias viajaban de boca a boca. El movimiento era limitado, los transportes resultaban difíciles y caros.
 
La república no fueron multitudes entonando el Himno de Riego, pero tampoco las quemas de iglesias. Enrocada en el XIX la oligarquía no bajó del monte, no generó un conservadurismo comprometido con la democracia.
 
Así a lo largo de diez capítulos recogemos la llegada de la II República Española; la economía maltrecha que rodeaba al país; y la irresoluble cuestión agraria. También la importancia de la escuela, la vida cultural y la religión. Damos un paseo sobre las elecciones, los grupos políticos, la cuestión autonómica y el sindicalismo. Para finalizar con anécdotas sobre como pasaba la vida en la comarca.
 
La segunda parte, OMEGA, recoge las consecuencias del golpe de estado. El tercer domingo de junio de 1936 en un momento crucial de la faena agrícola, España quedó sumida en la gran calamidad que es la guerra, un conflicto bélico enmarcado en un fanatismo sin parangón y que fraguó una posguerra de cuarenta años terrible.

 
Si la dureza de la guerra es una experiencia de inigualable dolor, la violencia ejercida sobre la población civil eleva la crueldad. Más aún, en los pequeños pueblos donde el asesinato del vecino convierte la vida en un infinito suplicio, donde el miedo apaga el recuerdo. Serán las dificultades de la vida de “los rojos”, persecución emprendida por mucha “gente de orden”, con familia e intereses que han disfrutado en la impunidad y que llevó a muchos vecinos a la emigración.
 
Los dos primeros capítulos hacen hincapié en la Guerra incivil, desde golpe de estado y la resistencia, y repasa a algunos combatientes. A continuación, en cinco capítulos se repasa el sistema represivo franquista: El camión de la muerte; penas de muerte; el penal de Valdenoceda; otras prisiones y los batallones de trabajadores; el exilio lejos y cerca; las vidas en silencio a las que se sometió a toda la población; el expolio laboral, económico y cultural; y, finalmente, un repaso a los beneficiados.
 
Y finaliza con THETHA, los apéndices. Donde recogemos el listado de gentes de Las Merindades muertas, asesinadas, caídas en el frente, muertes en las cárceles, civiles caídos por la guerra a la espera de una biografía que honre su memoria… Incluimos la recopilación de las fosas de Las Merindades conocidas, estudiadas, por estudiar, oídas… Y, finalmente, algunas pequeñas biografías recogidas en el blog.
 
LA NECESIDAD DEL LIBRO, LA IDEA DE EUROPA EN PELIGRO
 
Europa ha sido el resultado de muchas guerras. La última guerra fue la victoria de los antifascistas. Así, Europa de la posguerra era el sueño de un mundo en paz, a partir de un proceso posnacional. Concebida después de la Guerra Mundial para superar el nacionalismo y crear una forma política no identitaria, sobre los principios de humanismo ilustrado y la justicia social.

 
La marea ultra amenaza con cambiarlo todo. Volver a la Europa nacionalista que plantean los ultras nos retrotraería a los inicios del siglo XX, momento que trajo la calamidad de las guerras mundiales. El leonés Julio Llamazares recuerda que “lo peor de perder la memoria, es volver al punto de partida, que no es lo mejor”.
 
En España, por el contrario, la guerra la ganaron los enemigos de la libertad, y de ese modo, aquellos golpistas durante cuarenta años se regodearon de su victoria. En nuestro mundo caló la falsa historia y sobre todo el miedo. Es tiempo de abandonar el silencio, y el relato evasivo, que no sirve para la convivencia. Una convivencia que depende de actitudes y renuncias, pero también de reconocer al contario y recordar lo ocurrido.
 
¿QUÉ MEMORIA NECESITAMOS?
 
Hoy 89 años después, sigue faltando una memoria compartida basada en una interpretación convincente de los hechos del pasado, todavía hay muchos ciudadanos que recuerdan el franquismo como algo plácido, seguramente por ignorancia. Pocas veces hemos visto vecinos de derechas de estas tierras cruzar el puente de Hocinos acercándose al penal de Valdenoceda, como parte de la historia de sus valles y de sus vecinos. La convivencia entraña recuerdo, pero el olvido se ha impuesto.
 
La convivencia es lo que nos hace personas, y esta depende de intangibles como son las actitudes y las renuncias. Sin duda la convivencia entraña el desacuerdo, pero requiere que se persone de forma cuidadosa.
 
Los extremismos tienden a deshumanizarse recíprocamente. Pero para convivir se necesita del reconocimiento de los otros. La falta de respeto al diferente engendra odio, el odio engendra guerra y la guerra destruye toda esperanza. Convivencia e intolerancia son contrarios. La convivencia se rompió en aquella España de 1936, y no se ha producido en ningún momento un proceso de reconciliación y perdón, solamente una desmemoria.


Hoy 89 años después, sigue habiendo mucha intolerancia en una parte de la sociedad. No instalemos de nuevo una pirámide de odio.
 

 
EN FIN
 
El olvido y la mala memoria son efectos colaterales de las situaciones traumáticas, que pueden ser beneficiosos al ser humano (Individual) para sobrellevar la vida, pero, en el caso de la historia colectiva (sociedad), son dañinos en la medida que el desconocimiento de nuestra propia historia facilita la repetición.
 
Una sociedad no debiera permitirse el lujo del relato evasivo de un tiempo en que la violencia traumatizó a la mayoría de sus miembros, cuando no los asesinó. Es necesario confrontar con el pasado, para no taponar el retrovisor que nos permita alejar el futuro de los barbaros, ignorantes y gentes carentes de sentido crítico. Y es más tarea de la cocina de casa que de la escuela.
 
DÓNDE ENCONTRAR EL LIBRO “DEL ARREBOL A LAS TINIEBLAS
 
El libro sobre la “República, guerra y represión en Las Merindades”, lo puedes conseguir a través de este Contacto: Emilio 656798706 y, además:
 
En Las Merindades:
 
Trespaderne: La imprenta,
Sotoscueva: Bar Goiko de Quisicedo,
Medina de Pomar: Librería Garabatos,
Villasana de Mena: El Kiosko de Villasana,
Villarcayo: Librería García
Espinosa: Rizos de Papel.
Burgos: Librería del Espolón,
Vitoria-Gasteiz SAGA. Gorbeia, 12.
Santander: La Vorágine Cisneros, 69.
Bilbao: Cámara (Euskalduna 6), Louise Michel (Elkano 27).



 
“Estos meses hemos estado recorriendo la tierra, esa era la idea, así que hemos presentado el libro en muchos de los municipios de Las Merindades, aunque todavía están en el tintero la cuenca del Jerea y el entorno del pantano del Ebro”.
 
“¡Continuaremos en ruta!”.
 
 
 
 

domingo, 29 de junio de 2025

Esculturales.

 
 
Hemos llegado a un momento en el que el verano en las zonas de interior de España necesita alicientes más allá de un río limpio donde los chavales naden, unas piscinas o una plaza mayor con terrazas. Quizá sea fruto del ya conocido cambio en las costumbres vacacionales, ya saben, eso de que las familias no están un mes en su piso del pueblo y que los nuevos “vacacioneros” se ven atraídos por el valor natural y cultural de una zona puntual. Son paracaidistas enfrentados a múltiples ofertas. Es por eso que Las Merindades ha potenciado todos los perfiles que inviten a venir a esta comarca. ¡Que se sorprendan! En ese sentido se creó “La ruta del arte” (2017) del Valle de Valdivielso con esculturas de Carlos Armiño.

 
Por supuesto lo que buscamos con esta entrada de temática ligera es incitarles a pasear por Valdivielso y conocer estas esculturas en su entorno natural. No solo por fotografías -cómo lo haremos aquí- y de forma calma, sosegada, cómo nos recomienda el escultor: “El turismo de venir a hacer una foto y marcharse no me parece positivo. Provocar que la gente conozca el valle y lo sienta. Y que esté por aquí y que le dé vida al valle, pues, es imprescindible. Pero promocionar a la vez, con un cierto freno, que venga gente que sepa sentir con calma pero que no se convierta en “fotografiar y en marchar””. Necesitamos esa calma para sorprendernos cuando, en el camino, nos encontremos con una escultura de Carlos, situadas en puntos clave del Camino Natural del Ebro, (GR 99) -del que ya hemos hablado-. Son lugares cercanos a las poblaciones por las que pasa el camino, desde su entrada por el desfiladero de Los Hocinos hasta su salida del valle por el embalse de Cereceda.
 
Para disfrutar de las esculturas recorreremos, de forma cómoda, catorce pueblos a lo largo del Ebro. Si queremos hacer la ruta a pie es recomendable dividirla en tres días y, con ello, descansar en los hospedajes cercanos a la misma. El propio tríptico ofrece este reparto de recorridos. Podemos, también, visitarla en bici o a caballo. Estas esculturas conviven con el románico del valle, el Ebro, las montañas y las luces y sombras del transcurrir del día. Las figuras en sus ubicaciones transmiten serenidad al caminante a pesar del contraste de texturas y formas. Carlos Armiño comenta que “hay dos partes, una es que la gente encuentre los rincones del valle que han quedado olvidados, como los senderos del Ebro, y, también, es un poco imitar esa sensación antigua de la gente de hacer ermitas donde había lugares que consideraban con un poco de energía positiva. Y esta pieza [refugio] en ese aspecto es como una pequeña ermita, es un lugar que si viene alguien y pega un chaparrón se pueda cobijar e, incluso, se pueda dormir bien dentro”.

"Refugio"
 
De Carlos Armiño, podemos encontrarnos otra obra en el centro histórico de Medina de Pomar como parte del Museo a Cielo Abierto del Ateneo Café Universal, inaugurado en 2017. Es una forma de hormigón elaborado donado en préstamo por el autor. La obra, llamada “Huevo estelar”, se ha situado en la confluencia de la calle Santa Cruz, la escalinata que sube a la parroquia del mismo nombre y la calle Roca Mayor. También encontraremos esculturas de Armiño en el “Jardín Secreto” de Oña.
 
Y ¿Quién es este vecino de Las Merindades? Carlos Armiño nació en Tartalés de los Montes (Valle de Valdivielso) en 1954, y comienza su carrera artística como pintor a los dieciocho años. Plasmaba su mundo interior en dibujos y óleos, donde recreaba los paisajes que le eran familiares con trazas de surrealismo y poesía, cómo se ve en sus paisajes nocturnos. Su primera exposición data de 1975 en la sala Arlanzón de Burgos. En 1976 fija su residencia en Cereceda, pedanía de Oña junto al Valle del Valdivielso. Es allí donde cambia la pintura por la escultura consolidando su personal y autodidacta estilo. Fue realizando exposiciones a lo largo de los años:
 
  • En 1985 en la Sala Arlanzón y la Casa de Cultura, ambas en Burgos.
  • En 1988 en Galería Torres Begué y en la Galería Moriarty, Madrid.
  • En 1989: Casa Municipal de Cultura, Alcobendas (Madrid); Balcón Norte 89, Burgos; Sala Caja Postal, Ibiza.
  • En 1990: Sala de Cultura de “Sa Nostra”, Ibiza; Escuela de Artes “Antonio López”, Tomelloso (Ciudad Real); C.E.P. de Villarcayo (Burgos); Claustro de la Catedral de Palencia, “Arte Contemporáneo”, Exposición Colectiva; Palacio de Chiloeches, Espinosa de los Monteros (Burgos).
  • En 1991: Exposición al aire libre en Cereceda (Burgos), “Estructura Vegetal” (primera exposición de obras en hormigón).
  • En 1992: Palacio Gaviria, Madrid, Exposición colectiva del “Grupo Trasgo”; Claustro de la Catedral de Palencia, “Artistas Contemporáneos de Castilla y León”, Exposición Colectiva.
  • En 1994: Casa de Cultura de Alcorcón (Madrid); Espacio Diego Salmerón, La Moraleja (Madrid).
  • En 1995: Recinto Amurallado del Castillo de Burgos; Exposición al aire libre en Somo (Cantabria); Exposición al aire libre en Aranda de Duero (Burgos).
 
En 1995 trasladó su domicilio a Cantabria, viviendo en una antigua casona de labranza, rehabilitada por él, junto a Peñacastillo, en la ciudad de Santander, donde instaló su taller de escultura. Carlos Armiño no ha parado de fabular a través de distintos materiales: Madera, alabastro, hormigón y hierro.

Concurso de fotografía de Valle de Valdivielso.
 
Las exposiciones continuaron a lo largo de los años destacando la que en 1997 realiza en la Galerie d'Art Viviana Grandi de Bruselas que repetirá en 1998. Otra exposición destacable es la de 2012 en Eunique Karlsruhe (Alemania). En la horquilla de años entre 2013 a 2017 destacamos su trabajo en “El Jardín Secreto” de Oña; la Subasta Pierre Bergé, París (2015); “La estela de lo vivido” (2016), Monasterio San Juan, Burgos; Galene Welcome, Bruselas; y la Subasta en PIASA, París (2017).
 
Armiño ha participado, además, en un alto número de exposiciones colectivas. “La parte mágica, misteriosa que emerge de una obra de arte se explica solo en sí misma, lo demás son aproximaciones”, asegura el escultor.

 
Carlos es conocido internacionalmente. Cómo hemos indicado, en 2015, la casa de subastas Pierre Bergé de París sacó a la venta doce piezas suyas. Bergé, cofundador de la marca Yves Saint Laurent y pareja del modisto entonces, conocía a Armiño desde finales del siglo XX al exponer Carlos varios trabajos en la Feria de Arte de Santander y una galería de Bruselas adquirió una mesa y dos sillas. Cuando esa galería se traspasó, a los nuevos dueños -Pierre Bergé & Asociados-, con sede en París y Bruselas, les gustó la obra y localizaron al artista. Carlos también fue comisario de varias ediciones de la exposición “El Jardín Secreto” del Monasterio de San Salvador de Oña.
 
Aunque en esto de las esculturas potenciadoras de un entorno natural ya hubo un primer hito con las esculturas de metacrilato de Francisco Javier Pérez González.
 
Diario de Burgos 28/08/1997
 
 
Bibliografía:
 
Tríptico “La ruta del arte” del Valle de Valdivielso.
Periódico “Diario de Burgos”.
www.lasmerindades.com
www.carlosarmino.es
Wikipedia
“La ruta del arte del Valle de VALDIVIELSO (Burgos), Carlos Armiño. Turismo rural y cultural CyL.es”. Video de Youtube.
Ayuntamiento de Valdivielso. Fotografías del concurso “La ruta del arte de Valdivielso”.
www.terranostrum.es
 

A mi madre, que desde el jueves sólo vive en mi corazón.

domingo, 22 de junio de 2025

Cerezada con rechufla en Bocos.

 
 
Nos trasladamos al siglo XIX para conocer un caso jurídico que no tuvo sangre, aunque sí manchas que difícilmente se pueden quitar. Manchas de cerezas. Estamos en 1816, ha regresado Fernando VII derogando la constitución de 1812. La nación está arrasada económica y culturalmente. Para completar el cuadro, los hermanos hispano americanos comenzaban a separarse de la Corona. Claro que, siendo el rey Fernando, ¿quién no querría alejarse?

 
Pues, el mes de julio de ese año Antonia López Negrete, viuda y vecina de la villa de Bocos, se querelló contra Román de Pereda, casado y convecino de esa Villa, y contra Manuel Alonso, Francisco Ruiz y Francisca López Borricón. Los otros acusados eran solteros, nacidos y residentes en Bocos:
 
“Que el día doce de este presente mes si no me engaño hallé un cerezo que me pertenece al sitio del Cerrao término de la propia Villa todo maltratado y estropeado, y habiendo tratado de apurar quién o quiénes le habían puesto en aquella disposición me informaron haberlo hecho en aquella misma noche los otros Román, Manuel, Francisco y Francisca. Estos, no contentos con el daño que me causaron, por hacer más desprecio de mi como pobre viuda, validos del apoyo y protección que tienen en el señor alcalde, cargaron de ramos del mismo cerezo, y con mucha algazara y rechufla los fueron colocando en mi puerta y la de mis hermanos, vecinos inmediatos, en las rejas del palacio, y en el rollo de la propia villa. No sé qué idea se pudieron proponer para tanto disturbio, desvergüenza y desacato para conmigo, pero lo cierto es que todos llevaban objeto sin que para tal determinación les hubiese yo dado la menor ocasión ni tuviesen motivo para portarse con tanta desvergüenza. Soy pobre viuda, pero de familias muy honestas, honradas, y bien inclinadas, todos nobles hijosdalgo notorios de sangre. Por esa cualidad y la de viuda soy acreedora a que se me mire con el respeto y protección que me dispensan las leyes y no será extraño que si no se hace un escarmiento tengan la osadía y atrevimiento de maltratarme hasta en mi persona. Porque quien toma una venganza por tal sentido no tendrá nada extraño que de hoy a mañana use de una felonía”.

 
Antonia subrayaba que no eran un problema del valor de las cerezas robadas, aunque también, sino que era un tema de protección del medio ambiente, de ecologismo, preocupada por el destrozo causado al árbol. ¿solo eso? No. También se angustiaba por el desprecio sufrido y por la desvergüenza con que se habían comportado los muchachos -y muchacha-: “arrojando todo su ramaje a mi puerta, la de mis hermanos y vecinos, coronando después el rollo y rejas del palacio”. Apuntaba la viuda que el principal responsable debía ser Román de Pereda, que era hombre casado mayor que los demás y más maduro, por el mal ejemplo y el escándalo que causó en Bocos. El texto nos traslada a un tiempo pasado, alejado de nuestra forma de ver el mundo y de nuestros valores sociales. Destacar la forma en que resalta su hidalguía en las postrimerías del Antiguo régimen y la manera en que deja caer que los vándalos estaban protegidos.
 
¡Aún hay más! Porque Antonia expresó que, como remate malicioso, esa noche de locura le mataron la perra que tenía para defender su casa “y al día siguiente la hallé tronzada en las eras del pueblo”.
 
La señora López Negrete pedía que se castigasen esos hechos y que se interrogase a los testigos necesarios. Pedía que se encarcelase y embargase los bienes de los querellados. El escrito de denuncia fue presentado por el licenciado Thomas de Pereda.

 
¿Por qué actuaban con tanta libertad los acusados? ¿Quiénes eran?
 
  • Francisca López Borricón , nacida en Bocos, era hija de Josef López Borricón, alcalde y Justicia Ordinaria de Bocos.
  • Román de Pereda (Román de Pereda y La Cuesta Gómez de Escalante) estaba casado con María López Negrete. Nació en 1786 y en 1816 tenía unos treinta años. Falleció en Bocos el 19 de enero de 1871 a los 84 años. Fue alcalde de Bocos, al menos, en 1818, 1828 y 1829. Y, antecesor tanto por parentesco como por amor a la política de Rosario Martínez García, concejal del ayuntamiento de Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja y recuperadora de esta historia.
  • Manuel Alonso, soltero, de Bocos, hijo de Miguel Alonso, vecino de la Granja de Robredo. Manuel era criado de Simón López (Simón López Borricón) que era hijo del alcalde Josef López.
  • Francisco Ruiz, soltero y de Bocos era hijo del fallecido Tomás Ruiz y sobrino carnal de Pablo Ruiz (Pablo Ruiz del Valle), yerno del alcalde Josef López (Josef López Borricón).
 
Por si no está suficientemente claro: Francisca era hija del juez local que recibe la denuncia, Francisco era sobrino carnal del yerno de Josef López y Manuel Alonso era criado de Simón López, hijo de Josef. El representante de Antonia, Thomas de Pereda, dejaba una perlita en un escrito presentado a Josef López Borricón: […] aunque he solicitado por cinco o seis veces que se les cite a juicio verbal para imponerles el justo castigo que merece tanta desvergüenza y atrevimiento lo ha mirado vuesa merced con desprecio en abandono de su obligación”. No solo eso, recalcaba que no se olvidaría de esos retrasos intencionados y que elevaría las quejas a instancias superiores. Sigue el escrito: “[…] sin ánimo de injuria pido que esta causa pase al Regidor Decano como Teniente, recusando a vuesa merced, como lo recuso para este caso y sea igualmente de justicia ut supra”. ¡Qué modernez! Aunque era el Antiguo Régimen se podía recusar al juez por parentesco con los inculpados. Como hoy, Artículo 219 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ). Se hizo y el asunto pasó a Manuel Lorenzo Saravia, Regidor Decano de Bocos, que hacía de teniente de alcalde, para que juzgase. Faltaban 18 años para que se derogase el sistema judicial del Antiguo Régimen.

 
El 28 de julio de 1816 este Juez decano, Manuel, le ordena mediante un auto a Francisco López Borricón que informe a las partes de que tienen que compadecer ante él -Manuel, no Paco- con sus testigos y… sin chorradas. Y para el treinta de julio estaban informadas las partes interesadas. Ese día se presentó ante Manuel, el juez decano, Antonia como querellante con el ministro Gregorio de Pereda; con Josefa López, mujer de Pablo Ruiz del Valle; con Marcela Fernández, esposa de Simón López; y con María Fernández mujer de Julián López. La viuda repitió que acusaba a Román de Pereda, Manuel Alonso, Francisco Ruiz y Francisca López hija de Josef.
 
El escribano mandó leer “en voz comprensible” la acusación y recibió el juramento de los testigos de la acusación “Josefa, Marcela y María que hicieron por Dios nuestro Señor y a una señal de Cruz bajo del cual prometieron que dirán lo que sepan sin faltar a la sagrada religión del juramento; y bien instruidas del contenido de la indicada Querella”.
 
Dijeron que el día once de julio, hacia las diez de la noche, estaban las tres con Josefa López en casa de la víctima. Con ellas cuatro estaban Román, Manuel, Francisco y Francisca que propusieron ir a buscar unas cerezas. Pasado un tiempo indeterminado volvieron los cuatro con unos ramos de cerezas, cuyas cerezas comieron sin informar de qué cerezo las cogieron. Tras el ágape cada cual se fue a su casa. Al día siguiente por la mañana, vio Marcela desde la ventana de su casa que el Rollo de Justicia de Bocos tenía unos ramos. María dijo que lo oyó, pero que no supo quiénes colgaron dichos ramos, aunque escuchó por el pueblo que fueron Román y los otros.
 
Tras el juicio verbal y conforme a lo dispuesto por las Reales órdenes, fueron condenados los acusados mancomunadamente al pago del daño entregándose ese dinero a la querellante. Se les condenó, también mancomunadamente, a todas las costas y se les previno que, en lo sucesivo, se abstuviesen de repetir tales excesos porque de lo contrario serían castigados con mayor rigor.

 
Y con esto nos plantamos en el 31 de julio de 1816. Ese día se notificó a las partes la sentencia y dictó el teniente de alcalde un auto en el cual se indicaba que se hiciese “tasación del importe de costas y bonificado; entérese de lo que asciendan a Román de Pereda y demás acusados para que las afronten por iguales partes según se previenen por el anexo dispositivo”.
 
Vale. Pero todavía no sabemos cuántas monedas costó la bromita. De esa tarea se encargó el escribano:
 
  • Josef López, alcalde de esta villa por el Auto que dio mandando para el conocimiento a su merced, un real.
  • Teniente alcalde. Por los derechos del Auto en que mandó que compareciesen a Juicio Verbal; por el Juicio verbal, juramento y examen de testigos; por oír a las partes (querellante y acusados); Auto Definitivo; y el que precede a la tasación: trece reales.
  • Al escribano Francisco López , por autorizar las providencias, examen de testigos en el juicio verbal, y un par de diligencias: veintinueve reales. También cobrará por venir de Villarcayo a Bocos ocho reales por cada una de las diligencias, atendiendo a que le van tasada las providencias y notificaciones. Por los tres días en Bocos: veinte y cuatro reales.
  • Licenciado Thomas de Pereda, por los derechos de la querella, catorce reales que tiene sentados.
  • Al ministro Gregorio de Pereda, por su ocupación: ocho reales.
  • Al Licenciado Saravia, por el Auto Definitivo: diez reales.
  • Al alcalde, por la ocupación de viajar a Villarcayo a asesorase: doce reales.
  • Por tres pliegos del sello cuarto mayor: siete reales.
  • Por los derechos de esta tasación: dos reales.
 
Ya sabemos las costas de la payasada, pero, ¿Cuál fue la condena? Veinte reales por día de agravio a favor de Antonia López.
 
“Cuya tasación que asciende a ciento treinta y nueve reales se firmó por su merced y por mí el Escribano advirtiendo que son ciento y cuarenta”.
 
Todo esto se notificó a las partes.
 
¿Pagarían o se declararon insolventes? ¿Recurrieron?
 
 
 
 
 
Dedicado a Rosario Martínez García que me ha entregado los documentos para esta entrada, tataranieta de Tomasa de Pereda y la Cuesta López Negrete y gran aficionada a rastrear entre los pliegos de Bocos.
 
 

domingo, 15 de junio de 2025

El campo de aviación de Villarcayo.

 
Hoy hablaremos de un lugar que ha pasado a la pequeña historia de los últimos casi cien años de la merindad de Castilla la Vieja como el “Campo de aviación”. Un sintagma que repetimos los que pisamos la zona sin comprender lo que significaba, empleándolo sólo como un nombre, como si fuese “campodeaviación”, todo junto. ¡Incluso figura así en los mapas oficiales! Cuando de niño empecé a comprender lo que significaban esas palabras no lograba entender por qué hubo un aeropuerto allí. Luego lo supe: la más cercana guerra civil.

Campo de Aviación siglo XXI
 
Nuestra última guerra civil estalla en julio de 1936. La nación se fracciona y -dado que es el tema de esta entrada- con ella la aviación militar. De los aproximadamente 300 desfasados aviones militares españoles, unos 90 quedaron en manos de los rebeldes. Una proporción de cuatro a uno a favor del gobierno. El reparto de los pilotos también fue favorable a la república. Dada la evidente inferioridad, agravada posteriormente por el envío a la II República Española de modernos cazas y bombarderos soviéticos, los facciosos pedirán ayuda a la Italia de Benito Mussolini y a la Alemania de Adolf Hitler. Reclamaban aviones, combustible, repuestos, municiones, bombas, pilotos y personal especializado; y necesitaban trasladar el Ejército de África, al mando de Francisco Franco Bahamonde, para sumarse a las tropas del General Emilio Mola.
 
El 24 de julio de 1936, Franco solicitó al agregado militar italiano en Tánger que Mussolini remitiera, al menos, doce aviones de transporte, otros tantos aviones de reconocimiento, diez cazas y 3.000 bombas, más cuarenta ametralladoras antiaéreas y al menos cinco barcos de transporte. En principio el Duce se negó, pero fue convencido por su yerno Galeazzo Ciano. El 27 de julio de 1936 se ordena enviar doce bombarderos pesados Savoia Marchetti SM-81 trimotores al Marruecos español con pilotos y especialistas italianos voluntarios. Para evitar incidentes diplomáticos, se fingió la venta de los doce aviones, sin insignias, al periodista español Luis Bolín. Las tripulaciones italianas recibieron ropa de civil y documentos falsos. Llegaron solo nueve naves que empezaron el traslado de tropas a la península.

FIAT CR-32
 
Mussolini fue incrementando su ayuda militar mediante aviones, pilotos, especialistas e instructores. El 14 de agosto de 1936 arribaron a Melilla en barco una docena de biplanos Fiat CR-32. Y a finales de agosto, con otros contingentes de CR-32, se formó en Cáceres el Escuadrón “Cucaracha”, que luego se convirtió en el XVI Grupo de Combate. Aún en lo que respecta a los interceptores, en abril de 1937 se formaron el XXIII Grupo “Ace di Bastoni” y el VI “Gamba di Ferro” (Pierna de Hierro). Los CR-32 también equiparán al X Grupo de combate de las baleares y al Escuadrón Autónomo de Caza y Ametralladoras Arrows. En cuanto a las especialidades de reconocimiento táctico y asalto, la Aviación Legionaria Italiana se equipó con los biplanos Romeo RO-37 bis, que formaron el XXII “Gruppo Linci” y, a partir de abril de 1937 fueron llegando los grandes monoplanos de asalto Breda BA-65 que formaron el sexagésimo quinto (65) Escuadrón de Asalto enmarcado en el Grupo XXXV. La aportación italiana en el sector del bombardeo aéreo incluyó noventa y nueve SM-79 más modernos entre otros tipos de aeronaves.
 
En total, durante el conflicto, los "italianos" totalizaron 135.265 horas de vuelo, completando, entre otras cosas, 5.318 bombardeos durante los cuales se lanzaron 11.524 toneladas de bombas y disparando más de un millón de cartuchos de 12`7 mm y 7`7 mm. Actuaron contra concentraciones de tropas, centros ferroviarios, viales y logísticos del enemigo, los principales puertos y las ciudades en manos de los republicanos. A pesar del artículo 25 de la convención de La Haya de 1907 que prohibía el bombardeo de localidades o viviendas que no estuviesen defendidas por tropas armadas.

Campo de Aviación de Villarcayo-Villacanes en 1946
 
Para la ejecución de la tarea que acabamos de indicar en el Frente Norte fueron necesarios varias zonas de aterrizaje. En nuestro caso el Campo de Aviación de Villarcayo. Un Campo de aviación es una zona del terreno aplanado donde se realiza el despegue y aterrizaje de aeronaves. Sin mucha infraestructura, las avionetas aterrizan aproadas al viento y donde, como mucho, puede encontrarse una manga de viento.
 
La pista de Villarcayo surgirá tras el descalabro italiano en la ofensiva de Guadalajara de marzo de 1937. Una gran parte de los efectivos del CTV -las tropas italianas- fue enviado al norte de Burgos y alrededores en previsión de la ofensiva destinada a suprimir la zona norte republicana. Tendremos por aquí pululando 25.000 soldados italianos hasta el 14 de agosto. La Aviación legionaria se desplegará en las bases aéreas de Vitoria, Saldaña, Logroño y Villarcayo. La nuestra fue construida en la primavera de 1937 sobre tierras de cultivo expropiadas a las localidades de Villarcayo, Villacanes y Cigüenza y operada, únicamente, por unidades de la “Regia Aeronautica”. En la tarea de acondicionamiento, participaron vecinos, incluidos los de la cercana Medina de Pomar. “Durante un par de semanas, acudió mi padre, como “voluntario forzoso” a trabajar en la explanación de dicho campo. Salía al amanecer de la granja, llevaba comida y no volvía hasta la noche” contaba un entrevistado a Carlota Martínez.

Valerio del Campo junto a un Chirri 
de la escuadrilla "Pierna de Hierro"
 
En el aeródromo de Villarcayo habrían estado destinadas la trigésimo primera y trigésimo segunda escuadrillas de cazas bajo el mando de los comandantes Mezzetti y Mariotti. Pilotarán el Fiat CR-32 que era un caza biplano monoplaza equipado con dos ametralladoras de doce milímetros. En España estos aparatos fueron conocidos por su apodo de “Chirris”. El otro modelo desplegado en este aeródromo sería el RO-37 (Romeo 37), que realizaba labores de observación escoltado por CR-32. Del Romeo estuvieron dos “squadriglias”: la centésima vigésimo octava (128) y la centésima vigésima (120).
 
Los Fiat CR-32 no fueron interceptores muy rápidos, pero derribaron casi el cincuenta por ciento de los aviones republicanos, incluidos cazas I-15 (Chato) e I-16 (Mosca o Rata) soviéticos. Y eso que los I-16 superaban técnicamente a los He-51 y los CR-32, aunque fueron superados por los ME-109 alemanes. En concreto, en la primavera de 1937, los republicanos contaban en el frente de Vizcaya con una veintena de Chatos operativos, cifra muy similar a los Chirris y ME-l09-B existentes en Vitoria. Durante la guerra los aviones de la Legión Italiana destruyeron 943 cazas, bombarderos y aviones de reconocimiento republicanos y de los aproximadamente 730 aviones utilizados por Italia, quedaban 276. En mayo de 1939 los italianos vendieron sus vehículos al ejército vencedor y regresaron a su país.

Romeo-37
 
Los cazas asentados en Villarcayo solían salir en labores de escolta de los aviones procedentes de otras bases aéreas como en el caso del 12 de julio en el entorno de Cilleruelo de Bezana. Allí seis aparatos SM-81, escoltados por los Chirris de Villarcayo, incendiaron el bosque en tomo a Virtus, la estación de Soncillo, Cilleruelo de Bezana y el puerto del Escudo.
 
Por su parte, los RO-37 al finalizar la batalla del Ebro se incorporaron a la aviación española, en la que cumplieron servicio durante más de dos décadas. Este modelo era biplaza y estaba equipado con dos ametralladoras frontales de 7`7 mm y otra móvil dispuesta en la cabina trasera. Estaban diseñados para transportar hasta 12 bombas de 15 kilos. De los veinticuatro aparatos que fueron enviados a España, el ejército italiano perderá cinco, uno de ellos en Villarcayo.

Gamba di ferro 

El recorrido de los Romeo hasta llegar a Las Merindades partió de Guadalajara, luego el aeródromo de Lacua (Vitoria) y, posteriormente, estas “squadriglias” fue trasladada al aeródromo cercano a Logroño de Recajo. Los primeros aeroplanos llegan a Villarcayo: Once CR-32 el diecinueve de junio desde Salamanca y cinco RO-37 desde Logroño al día siguiente. El seis de julio llegará otro CR-32. Ya el diez de agosto se enviaron diez RO-37 desde la base de Vitoria y otros dos desde Logroño. Al día siguiente lo fueron nueve RO-37 desde Logroño y el trece llegaron cinco CR-32 desde Saldaña, todos necesarios para la operación de asalto a Santander. El lunes 16 de agosto despegaron de Villarcayo quince RO-37 para bombardear Corconte lanzando 300 bombas de 12 kg cada una. En 17 de agosto las tropas italianas llegaron a Orzales y conquistaron su aeródromo. A partir de ese momento, este aeródromo fue utilizado por la Aviación Legionaria Italiana y la aviación franquista en su avance.
 
Los RO-37 volaron misiones casi a diario durante su estancia en el aeródromo de Villarcayo. En esas acciones recibían cobertura y protección de los CR-32. Esto no evitó que se produjeran algunos accidentes. Por ejemplo, el 17 de agosto, en plena ofensiva, El RO-37 de Giuseppe Malvico y Giorgio Busa colisionó con el caza CR-32 de Adamo Giuletti mientras ambos intentaban aterrizar en Villarcayo. Dos de ellos tenían el rango de teniente y aunque fueron trasladados rápidamente al hospital de Villarcayo, no se pudo hacer nada por su vida. Ese hospital militar estaba en la calle San Roque. Los restos de una avioneta quemada quedaron muchos años en el imaginario de los vecinos del lugar.

Capitán Ernesto Botto
 
Hay que destacar el paso de una eminente figura de la aviación internacional por este aeródromo, como fue el Capitán Botto, conocido por su apodo “Gamba di Ferro”. Llegó a España en abril de 1937. El VI grupo cazas se configuró el 3 de mayo y el mando fue otorgado al mayor Eugenio Leotta (Apodado “Leonello”) quien moriría en combate al final de la Segunda Guerra mundial. El grupo consistió en las dos “squadriglias” citadas: trigésimo primera (31) comandada por el capitán Luigi Borgogno (apodado “Berigni”) y la trigésimo segunda (32), comandada por Botto.
 
El grupo en general se denominó primero Leonello, por su comandante, y más tarde Diavoli Neri. El 5 de julio fueron trasladados de Soria al aeródromo de Villarcayo. El 10 de julio se bombardeó la zona de Villaverde de Trucios en una acción combinada. Doce bombarderos Savoia S-81 del grupo vigésimo primer Stormo BT partieron de Soria y enlazaron con la escolta de cazas Chirris CR-32 del grupo VI C.T. de Villarcayo.

 
La ofensiva sobre Cantabria se inició el 14 de agosto, teniendo el CTV como primer objetivo la captura del puerto del Escudo, en torno al cual se produjeron feroces combates, para lo cual fue preciso el vuelo casi constante de la Aviación Legionaria para batir las líneas defensivas republicanas y escoltar a los pesados bombarderos Breda. El 16 de Julio comenzaron los enfrentamientos en torno al monte de La Maza, donde el capitán Botto y cinco cazas más, en una de las labores de escolta de los RO-37, fueron atacados por aparatos soviéticos, pero salieron ilesos. Los enfrentamientos fueron constantes. Durante la ofensiva de Santander Botto llegó a volar hasta cinco misiones al día. Las condiciones atmosféricas parece que dificultaron las operaciones de la aviación, aunque en el día 20 se registró un enfrentamiento entre miembros del sexto grupo de caza y varios aparatos de la mermada aviación republicana en el norte.
 
Las operaciones finalizaron para el 23 de agosto de 1937 y el 28 de septiembre serían enviados del Frente Norte al frente aragonés debido a las graves pérdidas de la aviación republicana en el norte, reducida a dos patrullas de Polikarpov I-16 y unos cuantos Polikarpov I-15. El día 24 se logró ocupar Torrelavega, ese mismo día las fuerzas republicanas deciden evacuar Santander y retirarse hasta Asturias y tras una breve pausa para reagrupar y organizar a las unidades, el 26 se ocupó Santander. Ese día llegaron desde Sevilla dos CR-32 a Villarcayo. Lo que contrasta con el traslado de veintiún CR-32 hacia Alfamen y diez RO-37 hacia Vitoria. En los once días de ofensiva se estima que la aviación legionaria realizó en conjunto 2.771 salidas, se arrojaron 453 toneladas de explosivos y derribaron a cerca de 50 aparatos republicanos.

 
Entre otros pilotos marcharon a Aragón el capitán Botto; el sottotentente Vittorio Barberis (alias Vittorio Fantini) que moriría en el frente de Aragón; el sargento Gaetano Bartolini que llegó a Villarcayo el 5 de julio y el 6 de agosto mientras escoltaba a unos RO-37 sería sorprendido por un grupo de chatos y ratas del que consiguió escapar con vida; y el teniente Edoardo Molinari Maggiore, que también habían realizado misiones de escolta desde Villarcayo de los RO-37.
 
Otro miembro de la “Gamba di Ferro” fue Valerio del Campo quien nos cuenta que los pilotos se levantaban para volar sobre las posiciones enemigas antes del amanecer y que “el 5 de julio, habiendo hecho las maletas, volamos hacia Villarcayo en el frente de Santander y finalmente nos encontramos en la zona de operaciones reales. Sabíamos que ese frente era bastante duro y que los oponentes eran feroces; algunos de nuestros camaradas de otros escuadrones ya habían luchado en batallas dignas de ese nombre y algunos habían perdido la vida. También sucedió que algunos de nuestros hombres habían derribado un avión civil lleno de gente pobre que tenía muy poco que ver con la guerra. En cualquier caso, teníamos que mantener los ojos abiertos y esperar el primer choque día a día. Los primeros días nos acomodamos un poco realizando vuelos de escolta de bombarderos en las zonas de Soncillo, Puerto del Escudo, Santander y el frente de Vizcaya. Fueron vuelos traicioneros porque estaban muy dentro de las líneas enemigas y un simple fallo habría sido suficiente para ponernos en manos del enemigo. Sin embargo, desde el punto de vista turístico había algo interesante, ya que la gran costa atlántica era agradable, sobre todo si se llegaba a ella a través de colinas sobrevoladas a baja altura. Santander, situada junto al mar, estaba rodeada por un ligero velo de niebla provocada por sus plantas industriales, pero debió ser una ciudad característica y tranquila con su paseo marítimo y las verdes colinas que la rodeaban y el océano azul oscuro.

Valerio del Campo en el 
Campo de Aviación de Villarcayo.
 
En Villarcayo nos hospedamos en un pequeño hotel donde Nati, nuestra bastante guapa camarera, se esforzaba por atendernos, un grupo de gente sin escrúpulos y de buen humor, sonriendo ante las ocurrencias e insinuantes bromas que todos le hacían entre pellizcos mientras, ocupados con los platos de gama, no pudo defender su retaguardia. Al fin y al cabo, ella también contribuyó en todo lo que pudo a que el ambiente fuera alegre y no carente de mucha alegría y ausencia de preocupaciones. Mi querido amigo Tinti y yo pasábamos nuestro tiempo libre en un bar donde escuchábamos canciones en inglés y aprendíamos español con unas chicas locales temerosas. Por la noche, todo terminaba en jolgorio y muchas veces hasta la vajilla y los platos volaban por el comedor, que al final quedaba reducido a un montón de chatarra. Eran formas de exuberancia exagerada, a veces de entusiasmo forzado que ciertamente no agradó ni siquiera a los españoles; pero hubo entre nosotros muchos ejemplos de esa juventud fascista que, para alabar al gran líder y a la guerra, dieron rienda suelta a sus orgullosas intenciones y expresaron su fe indiscutible en el gran líder y en la causa aún mayor, destruyendo todo lo que encontraron a mano”. El teniente Valerio del Campo fue promovido a capitán en noviembre y fue galardonado con una medalla al valor militar durante la campaña española.
 
Los aviadores disponían de dos uniformes: el de vuelo y el de paseo. El de vuelo lo constituían dos prendas principales, la cazadora y el pantalón ambos de color caqui con un forro interior desmontable de gruesa lana. Los pantalones serían de anchas pecheras y tipo bombacho. Todo estaba fabricado por la casa “Maus” de Turín. Las gafas en cambio estaban fabricadas por la firma “Protector”. El gorro, unos guantes y un pañuelo completaban el uniforme. Como calzado tendrían que haber llevado las botas de vuelo forradas en piel de cordero, pero preferían el uso de los zapatos del uniforme de paseo. Asimismo, en una funda de cuero guardaban los mapas de las operaciones. Por el contrario, el uniforme de paseo estaba compuesto tanto por una guerrera como por un pantalón y gorro de confección italiana siendo muy similar en color al español. La corbata era caqui y la camisa verde. La guerrera se diferenciaba de las españolas principalmente por tener costuras diferentes en las mangas y por tener una doble hebilla en el cinturón.

Savoia Marchetti S-81
 
Con la calma del Frente Norte tras la caída de Gijón el 21 de octubre de 1937, las tropas nacionales marcharán a Aragón. Esto hizo inútil el aeródromo de Villarcayo que sería abandonado. Recuerdo, ya a finales de los años setenta del siglo XX, una estructura rectangular de hormigón, con escalones en ambos extremos que descendían poco menos de un metro en la tierra, llena de basura cuya funcionalidad en ese descampado no llegaba a comprender. Hoy creo que pudo ser parte del aeródromo.
 
Finalmente, una reflexión: es curioso que sigamos llamando este lugar, tras más de 80 años, con el nombre de una actividad que duró menos de seis meses.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Arrasaré Vizcaya. 2000 bombardeos aéreos en Euskadi (1936-1937)”. Xabier Irujo Ametzaga.
“El pensamiento aeronáutico de la aviación nacional en la guerra civil 1936-1939”. José Sánchez Méndez.
“La Presencia italiana en la Guerra Civil Española: El Corpo Truppe Volontarie en la provincia de Burgos”. Carlota Martínez Sáez.
“Breve historia de la aviación legionaria italiana en España 1936-1939”. Alberto Rosselli.
 Associazione Culturale 4 Stormo. 
“Viento fuerte del Norte. Los bombardeos italianos en Las Encartaciones, Las Merindades y Cantabria”. Javier de la Colina Aranceta, Javier de la Colina Menéndez y Fernando Obregón Goyarrola.