En las ciudades nunca faltaron camas, bien para el descanso del viajero o bien para su “regocijo” Las posadas, fondas o albergues significaban esto. Será a partir del siglo X al XV, cuando se advierte un aumento en el número de viajeros y, simultáneamente, cambios en el modo de desplazarse y en sus motivaciones. Las ferias y las peregrinaciones religiosas contribuyeron al desarrollo de la oferta de alojamiento.
Ciudad y Mercado Medieval |
Una duda que nos ronda siempre con relación a la “Edad Oscura” es esa de que no viajaban, que una persona moría a pocos kilómetros de donde había nacido. Falso, poquísimas personas, en cualquier estado o grupo profesional, podían garantizarse una vida sedentaria. Si los caminos medievales se nos presentan solitarios no era porque los usuarios fuesen pocos y singulares. Eran solitarios porque la densidad relativa de población era baja, pero el hombre medieval era proporcionalmente más móvil que el de ahora. Y, aclarado esto es fácil entender la necesidad de lugares para los transeúntes.
En ese tiempo, los establecimientos que ofrecían servicios de hospedaje solían servir, también, como casa de juegos. Es el gran salto desde la hospitalidad al hospedaje, es decir, de las formas gratuitas que ofrecían los establecimientos eclesiásticos hacia formas retribuidas por hospedar a viajeros. Ahora, los pudientes no tendrán que mezclarse con los pobres que seguirán usando los formatos gratuitos. Y estas posadas eran muy frecuentadas por sus bajos precios, relativos, frente a los mejores albergues y ventas, tanto de hospedaje como de prostitutas, aunque a riesgo de robo.
Debemos saber que Viajar en la Edad Media no era barato. Olvidémonos de los peregrinos y de los frailes mendicantes con zurrón y sandalias y con la bolsa vacía: no son los viajeros más representativos. En una época característicamente falta de dinero en efectivo, se manejaba más numerario en los gastos de viaje que en las transacciones mercantiles donde la mayor parte de los intercambios se resolvían por trueques de artículos pagando en metálico sólo la diferencia. Las cifras nos indican que quien quería y podía hacer las cosas como es debido tenía que gastar en un viaje tanto dinero como lo hacemos nosotros en la actualidad. Puede que los capítulos de gastos no fuesen precisamente los mismos, pero había múltiples ocasiones de tener que aflojar los cordones de la bolsa.
Los Albergues, posadas y ventas estaban en las ciudades y en los caminos principales para el uso de mercaderes, banqueros, sacerdotes, peregrinos, frailes, estudiantes… que preferían pagar a cambio de cierto servicio y limpieza. Eso si, como nos indican los regidores de Castilla la Vieja en Enero de 1796, todavía estaba la costumbre de compartir cama con otro viajero.
Si se hace referencia a la organización del hospedaje, hay que mencionar que podría realizarse una separación de tipo urbanístico-funcional: las lonjas se destinaban al albergue de las mercancías, al guardado de los carruajes, las bestias de carga, etc., mientras en las posadas o fondas se albergaban los mercaderes. A su vez, los albergues eran complejos capaces de acoger a grupos de viajeros y caravanas de mercaderes, hecho que explica en gran medida sus grandes caballerizas. Podríamos decir que es la recuperación de las viejas “manssio” romanas.
Tampoco solían faltar en las ciudades y pueblos, las tabernas y las casas de baños (Bueno, esto último algo, mucho, menos). Las tabernas eran lugares fáciles de encontrar, por su desarrollo y difusión.
¿Y los Hoteles? Porque ahora sólo existen hoteles (ni las pensiones se valoran).Parece ser que surgieron en Italia. Los italianos llamaron hotel a las casas de alojamiento que por su lujo parecían palacios franceses (u Hoteles). El tamaño era una característica distintiva en muchos de estos. Por ejemplo, el Hotel de Padua, construido hacia 1450, contaba con un establo para 200 caballos. Si lo equiparamos a un hotel con garaje para 200 coches…
Finalmente hablemos, someramente, de los Hospitales que eran el centro multifunción por excelencia. Evolucionan desde los asklepieîa griegos (para el tratamiento de enfermos) y de los hospitales que los romanos mantenían para sus soldados. Durante el Medioevo el cristianismo influyó para que el hospital alcanzara un gran desarrollo. El hospital medieval es el lugar donde se lleva a cabo la hospitalidad, lo cual es de Perogrullo pero que se le va a hacer. ¡Y era gratuito! (Una de las pocas labores eclesiásticas que reflejan la fe de Cristo).
Así en ellos se llevaban a cabo tres actividades: el hospicio para los mendigos, el hospedaje para los peregrinos y la acogida y cuidado de los enfermos. Incluso, hubo hospitales que, a veces, eran utilizados como lugar de alojamiento por estudiantes.
Reconocemos con ello la presencia de viajeros “pudientes”, como León deRosmithal, que pueden pagar alojamiento y manutención para personas y bestias. Pero no solo los viajeros son acomodados sino también los empresarios de hostelería deben serlo para acondicionar los espacios. Primaba, por supuesto, colocar los negocios en las vías más transitadas para obtener mayores beneficios e inflar los precios.
Los albergues nos ayudan a identificar los principales caminos de la Edad Media en Las Merindades. La primera posada o Albergue documentada es la de San Julián en 1131. Doña Legundia y sus hijos conceden al clérigo Juan una alberguería y heredades en Valdenoceda, Los Hocinos, Dobro, Incinillas y Valdivielso, con la condición de que a su muerte lo donará a San Salvador de Oña y San Pedro de Tejada. Pronto se separa la iglesia de San Julián del edificio del albergue que se llamará “Ventas del Vene” (Bene) en 1203. Estaba al comienzo del camino medieval que asciende por la Mazorra a los páramos de Masa entre los lugares del El Almiñé y Quintana de Valdenoceda (Valle de Valdivielso). Estuvo en explotación durante el resto de la Edad Media puesto que la documentamos en 1241, 1315, 1328, 1411 y 1418.
El conde Gonzalo, de la familia Salvadores, empeña por 82 maravedís al prior de San Pedro de Tejada sus heredades en los Butrones y Valdivielso entre los que se incluye la alberguería del Cuerno (Villalta). En 1222 continuaba en funcionamiento porque se cita en la donación que hace Fernando III del castillo de los Butrones a las Huelgas de Burgos.
En 1320 documentamos otra alberguería en el desfiladero de la Horadada, fundada en este caso por el propio monasterio de Oña sobre el despoblado de Barcenillas que había sido donado al monasterio por la reina Urraca en 1118. Vemos aquí otra faceta de las Ventas: La de favorecer nuevos doblamientos. El albergue se conoció como “Venta de Oña”.
Monasterio de Rioseco |
El monasterio de Rioseco tuvo tres ventas:
- La principal de ellas denominada de “Hocina”, “Afuera”, “Marroquina” o “Medinilla”, que por todos esos nombres se la ha conocido, estaba situada cerca del Ebro a la salida del desfiladero de los Hocinos en dirección a Incinillas. Los servidores que atendían esta venta eran feligreses de Nuestra Señora de los Parrales, iglesia dentro del coto del monasterio de Rioseco. Tenía origen en la donación de Alfonso VIII en 1186.
- La venta de “Valdemera” o “Adentro” se situaba cerca del santuario del mismo nombre en lo alto de la Tesla, junto al camino de comunicaba Bisjueces con Valdivielso por la sierra. Como la anterior tenía su origen en dicha donación
- Aún tuvieron otra venta junto al puente sobre río Ebro entre los lugares de Manzanedo y Manzanedillo. Los restos todavía son visibles, si no me equivoco de posada, tras la última curva antes de Manzanedo desde Incinillas. Esta posada todavía funcionaba en los años cuarenta del siglo XX.
Los viajeros podían disfrutar, si les venía a mano, de la Venta de la Tejera, en el lugar donde estaba la troj (RAE: Espacio limitado por tabiques, para guardar frutos y especialmente cereales) del partido de San Pantaleón de la orden de San Juan de Jerusalén, por lo que no descartamos que se tratase de una venta de la orden.
La arqueología nos identifica algunas ventas más que tendrían su origen en el Medievo, tenemos la Venta y el Prado de la Venta en Mambliga (Valle de Losa), Venta Galerón en Quintanilla Sopeña (Merindad de Montija), Las Ventas en Pradolamata (Merindad de Cuesta Úrria).
Y la siempre generosa toponimia nos ofrece: La Venta de Vallejo; otra en Barcenillas de Cerezos; otra en Virtus junto a lo que fue a lo que Torre Quemada; otra en el camino medieval que ascendía por el puerto de Bocos, a la altura de Barruso; La Venta de Tetuán y La Venta junto al camino de Medina de Pomar a Trespaderne; La Venta Vieja al sur de Pradolamata (Cuesta Úrria); La Venta en Castrobarto y La Venta al oeste de Presillas de Bricia. Además, en el yacimiento medieval de la Legua (Horna), consta otra venta más.
Posada de Villalta |
Con todo ello podemos deducir cuales eran las vías más concurridas de entre las que permitían transitar a través de Las Merindades: La que atravesaba el páramo de Masa hacia Burgos, la que llevaba a la Bureba, la que atravesaban Montija y Sotoscueva y la que bajaba por Cuesta Úrria hacia el desfiladero de la Horadada. Vamos, que nuestros caminos no se separan de los que aquellas gentes transitaban.
Bibliografía.
Ocio y viajes en la historia: antigüedad y medioevo (Mauro Beltrami)
Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media (María del Carmen Sonsoles Arribas Magro)
Saber viajar: arte y técnica del viaje en la edad media (Elisa Ferreira Priegue)
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