Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Eremitas y eremitorios: Escarbando en busca de Dios (I). San Pedro de Argés.

¿Eremita? ¿Qué es un Eremita? Según la RAE: (Del lat. eremīta, y este del griego desierto, yermo) es una Persona que vive en soledad, como el monje, y que profesa vida solitaria. Resumiendo, una persona solitaria, o no, que vive en lugares inhóspitos, como las cuevas. De hecho, Las Merindades, por su estructura geológica disponía de muchas de estas para vivir de esa manera. Acondicionándolas algo, claro.
 

Eremita
 
Así, el eremitorio sería la cueva, natural o excavada, para crear en ella una vivienda o iglesia. Evidentemente cerca de agua o terreno cultivable. Para hacerlas habitables trabajaban en dos fases: En la primera, los ermitaños tiraban de pico con el que agrandaban el hueco y, en la segunda, remataban con cinceles y escodas. Si lo que se estaba excavando era una iglesia el remate era más fino.
 
Tenemos así que se trabajaban dos modelos: La iglesia y la Celda o vivienda. Pero la división no es absoluta pudiendo compartirse ambas funciones, lo que dificulta la catalogación en un grupo u otro. Pero hay unas sutiles pistas:
 
La celda será de pequeñas dimensiones y estructura sencilla, de labra tosca, poco acabada y sin elementos decorativos. Algunas de estas celdas individualizan un sector lateral en el que aparece una especie de banco alto, labrado en la roca, que no se hallaría en las iglesias. Seria utilizado como una dura cama. Hoy, están transformados en tumbas. Por último, las celdas podrán estar solas o en compañía de otras (Cueva de los Portugueses).
 
Las iglesias eremíticas se caracterizan por unas dimensiones y una complejidad arquitectónica superiores a las celdas, un mayor refinamiento en el acabado de las superficies y en el tratamiento de los detalles, la presencia de elementos decorativos (cruces o arcos labrados en las paredes) que dignifican y señalan la importancia religiosa del espacio y la existencia de un sector interior individualizado a modo de ábside, generalmente orientado al este, donde se ubica el altar, y forma de nicho excavado o de bloque prismático.
 
Y este gusto por la soledad ¿de donde les viene a los eremitas? Bueno, era, podríamos decirlo así, una corriente cultural y religiosa del momento en el mundo mediterráneo que se desarrolla en buena parte de la Península Ibérica: en la zona cristiana. Y, por tanto, en Las Merindades.
 
 

San Pedro de Argés. La cueva de los Gitanos.
 
El eremitismo tenía, o quizá tiene, como finalidad alcanzar una relación más perfecta con Dios. El eremita era asceta, penitente, solitario, silencioso, orante, trabajador y, a veces, viajero. La corriente nació a finales del siglo III con los llamados “Padres del desierto” (eremu en griego) que abandonaron las ciudades imperiales para vivir en las soledades de los desiertos de Siria y Egipto.
 
Profundizando un poco más, nos encontramos tres corrientes que interpretan el fenómeno:
 
  • Empírico-positivismo: Puro pragmatismo. Buscan localizar, encuadrar y tipificar los datos que permitan establecer la cronología, la geografía y los formalismos del fenómeno. Ve al fenómeno un origen religioso y recalca que no todos los hallados son eremitorios ni todos los que allí vivieron verdaderos penitentes. Dispone de una catalogación en tres modalidades: Eremitismo penitencial, formado por desencantados con la sociedad o muy críticos con las connivencias de la Iglesia con el poder; Eremitismo misionero, solitarios dedicados a la cristianización; Eremitismo contemplativo, esencialmente altomedieval, que acogió a individuos centrados preferentemente en la contemplación.
  • Providencialismo-agustinismo: Pura fe. Los eremitas eran individuos empeñados en llevar el penitencialismo a situaciones de extrema tensión espiritual para ir limpios al cielo ellos o ellos y la sociedad. Aislados para favorecer su lucha contra las debilidades humanas (son célibes) los eremitas se multiplicaron en los periodos tardoantiguos y altomedieval en la consecución de la salvación eterna. Junto a ello terminaron siendo la plasmación de las potencialidades de la religiosidad para superar los periodos de adversidad.
  • Materialismo histórico: Una ruptura frente a las otras posturas. Encuentra la razón de ser del eremitismo en las condiciones materiales dominantes entre los colectivos montanos. Y encontraríamos dos formas:
  1. El eremitismo tardo antiguo (250 DC-768 DC) o Nativista que asumieron la vida eremítica como una opción con incidencia social en tiempos de adversidad. Con el tiempo se añadió a esta vía personas desplazadas de los sistemas de producción tuvieron que sobrevivir aislados, en régimen de celibato y en base a la caza-recolección. (Hicieron de la necesidad virtud). En su ideario tenían cabida opciones muy variadas, que iban desde el aislamiento populista de San Félix en Bílibio hasta el activismo político de San Millán de la Cogolla o la capacidad organizativa de San Fructuoso y San Valerio. Estaban comprometidos socialmente y llegaron a actuar al margen de la jerarquía de la Iglesia.
  2. El eremitismo marginal (768DC y 932DC) coincide con el repliegue astur sobre el litoral tras el asesinato de Fruela I y con la adjudicación del condado de Castilla a Fernán González por Ramiro II de León. Podría ser visto como solución a estos problemas: los musulmanes ante ellos, la emigración desde Al-andalus y la centrifugación de los hijos sobrantes que imponía la pequeña explotación agropecuaria familiar situada al norte de los Montes Obarenes. Algunos se acomodaron como trogloditas, ocupando los espacios marginales. Para sobrellevar su desamparo se abrazaron a la religión, único refugio que disponían y que convertía en virtud tanto la soledad como la frugalidad y en vía de salvación una necesidad.
Entonces, ¿vivir en grutas no significaba que se era religioso? Parece que no. Si nos fijamos en los emigrados del sur, los mozárabes, veremos que las cuevas y abrigos les ofrecieron un lugar de habitación que incluso superaba en comodidad la vivienda rural al uso en la zona (techos y paredes de materiales vegetales). En nuestra vida urbanita desconocemos que las cuevas mantienen una temperatura sin grandes oscilaciones, lo que es importante cuando podemos caer a 20º bajo cero. Además las cuevas estaban apartadas de zonas agrícolas y pastizales con lo que se minimizaba el rechazo por parte de los locales. La recolección, la caza, y el huerto les permitieron resolver las necesidades básicas. Obviamente, la mayoría de los eremitorios están situados junto a fuentes o manantiales, o recogen el agua a través de canales excavados en las rocas. Por ellos, los escasos emigrados del sur, abunda el topónimo “moros” con el que se conocen muchas de estas cuevas, riscos o castros.
 
No solo la existencia de recursos para la subsistencia y la ausencia de posibles ofendidos determinaban el lugar sino que el anacoreta prefería roca blanda (localizándose la mayoría en toberas que son rocas compuestas por restos vegetales recubiertos en su arrastre por el carbonato cálcico que acompaña el agua en sus torrenteras) o afloraciones de roca arenisca, muy fácil de trabajar. Incluso se han encontrando en oquedades naturales, producto de erosión y corrosión de los peñascos calizos, a las que daba nueva forma, como en el caso de La Mosquita entre Incinillas y Villalaín.
 
Y en este afán, léase pecado, de trabajar lo justo está la penitencia de la erosión. Es decir, las formas que hoy presentan los eremitorios son confusas por mor del desgaste de los mismos al haberse excavado en rocas muy erosionables. No solo eso sino que con los siglos algunos de estos eremitorios han sido reformados y se han habilitado como capillas o ermitas en las que todavía se celebran actos litúrgicos: San Vítores en Oña (Burgos). Están siempre orientadas al poniente y tienen un manantial de agua en las inmediaciones, salvo en el caso de la de Santa Ana (Oña) que está colgada aunque cercana al curso del río Oca.
 
Pero, siempre hay un pero, aunque digamos que muchas de estas cuevas no fueron “nido de Santos” sí es cierto que los monjes de vida eremítica o los que adoptaban pautas de estilo cenobítico, fueron responsables de la expansión y consolidación del cristianismo en estos valles septentrionales y los artífices de la colonización. De hecho, la arqueología ha confirmado la existencia de cuevas habitadas junto a los monasterios que podrían haber sido habitaciones de ermitaños (celdas, vamos).
 
Debemos recordar al anacoreta Iñigo, procedente de San Juan de la Peña, en Oña y la de su discípulo el obispo Attón, o, también en Oña, San Vítores Vale, son leyendas hagiográficas o puede que no. En los Montes de Obarenes existió una colonia de ermitaños vinculada al monasterio de San Mamés, al fundarse éste en el siglo IX. Parece que, a la vera del viejo monasterio de San Vicente de Orbañanos, en el valle burgalés de Tobalina, documentado desde mediados del siglo IX, funcionó también un asentamiento eremítico
 
En otras entradas sobre estas casas de piedra comentaremos algo más de su intrahistoria. Pasemos a hablar de alguno de estos lugares. Empezaremos por la cueva de San Pedro, en Argés (Valle de Manzanedo), uno de los más representativos de entre los eremitorios de Las Merindades. Lo pueden conocer, también, como “Cueva de los Gitanos” o “Ermita de San Pedro”.
 
La cueva de los Gitanos
 
La cueva está excavada en la roca arenisca (siguiendo la lógica ya indicada), localizado a poca altura sobre el río, a las afueras del pueblo y perfectamente señalizado. El lugar es abierto, accesible y con agua y terreno cultivable.
 
 

Altar de San Pedro de Argés.

Al llegar veremos un templo con cabecera orientada al Este, dos naves (de dos momentos diferentes) y un atrio o nártex (vestíbulo a la entrada de las iglesias paleocristianas y bizantinas) localizado a los pies de la nave principal, orientado al Oeste y con dos enterramientos en su interior. El muro sur ha desaparecido, salvo restos en cabecera y atrio, a causa de los desplomes. Probablemente en este muro se abrió la puerta y alguna ventana.
 
La puerta abría a la nave principal, de planta rectangular y mayor que la nave secundaria. Estuvo cubierta con bóveda de cañón dividida en dos tramos mediante un arco fajón (arco adherido a una bóveda) del que sólo queda el arranque y un pilar, de sección cuadrangular, sobre el que descansaba en el muro izquierdo.
 

Plano A San Pedro de Argés
 
La zona del Nártex (donde las tumbas antropomorfas) poseía su propia bóveda de cañón. El enterramiento pertenecería a dos adultos que yacieron con la cabeza orientada a poniente, mirando la salida de la luz. Debió estar cubierto por losa de piedra.
 
En el muro oeste del nártex aparece un arco de medio punto que cobija otros dos de menor tamaño, también de medio punto, unidos por una pilastra tallada y muy afectada por la erosión. En el costado derecho de la plataforma vemos una cruz latina con peana. La transición del atrio a la nave se realizaría a través de un gran arco de medio punto que descansaría sobre un pilar adosado al muro sur del que se conserva el arranque, y un pilar exento en el sector norte que crea la separación entre las naves.
 
 

Alzada San Pedro de Argés.
 
Nos consta un antecoro creador de un espacio de transición entre la nave principal y la cabecera. El esquema arquitectónico empleado para separar el nártex de la nave principal se repitió para señalar el tránsito hacia la cabecera de la iglesia. El gran arco triunfal presenta un intradós (superficie interior de un arco) en forma de cortina que cobijaría dos pequeños arcos de herradura, unidos entre sí por un soporte central desaparecido. La pista sobre esos arcos la dan unas muescas y ranuras que pudieron servir para colgar cortinas que separasen el sanctasanctórum del resto del templo. Deduciríamos así la realización de ritos ocultos a los fieles protegido por un iconostasio, al estilo de la iglesia de oriente.
 
A través del iconostasio se pasa al coro, sector estrecho, cubierto mediante bóveda de cañón rebajado con hornacinas para, seguramente, objetos litúrgicos. Tras el coro está el ábside, elevado mediante un escalón delimitado por dos muretes que lo cierran. Es de planta de herradura y con bóveda “de horno”. Del techo, en función de las muescas presentes, pudo colgar una lámpara. El altar adopta forma de nicho trapezoidal que alberga una cruz latina con peana tallada en relieve en la pared del fondo y cobijada por un arquillo labrado de medio punto. Bajo el altar, aparece una oquedad, ¿un relicario?
 
La nave secundaria del templo es de menor altura y anchura que la principal. Está menos trabajada que la anterior y su planta es irregular. Se halla cubierta por una bóveda de cañón, dividida en tres tramos apoyada en arcos fajones de escasa potencia que descansan sobre los pilares que separan las dos naves, y sobre pequeñas pilastras y ménsulas labradas en la pared norte. En el tramo que discurre paralelo al sector del antecoro de la nave principal, presenta un nicho alto cubierto con bovedilla de horno, que quizás funcionó como un altar secundario.
 
Fuera de la iglesia, a la derecha, próxima a la entrada, localizamos excavada en la roca una tumba de bañera perteneciente a un adulto. Siguiendo por la izquierda el roquedo en el que se encuentra el templo aparecen varios abrigos excavados que pudieron ser celdas eremíticas.
 
Y… ¿de cuando es? Pues el iconostasio es fundamental para situar la iglesia al ser un elemento que únicamente aparece en el arte mozárabe o arte de la repoblación. Podríamos encontrarnos, por tanto, ante el templo de una comunidad de huidos del Islam. Esta corriente artística combina el arte bizantino, el arte hispanovisigodo y el arte asturiano. En san Pedro de Argés encontramos el concepto bizantino de jerarquía a través de la separación de espacios, (el dichoso iconostasio); del arte hispanovisigodo toma la forma de herradura en arcos y plantas, los pilares y la compartimentación espacial; del arte asturiano, la bóveda de cañón con fajones o el arco de medio punto peraltado para la sensación de verticalidad.
 
Finalmente, y reafirmando la pertenencia de esta iglesia al periodo de la repoblación altomedieval, están los enterramiento s excavados, dos en el interior de la iglesia y uno en el exterior, que son característicos de ese momento.
 
 

San Pedro de Argés. Interior.
 
Lo que tenemos aquí es una iglesia rupestre que, inicialmente, sirvió como oratorio común de una pequeña colonia de eremitas instalados en las celdas próximas al templo y, después, cuando la cristianización de los lugareños era total, la iglesia fue ampliada con una segunda nave para los nuevos fieles. Entenderíamos que a partir de ese momento fue una iglesia parroquial. Con ello, la iglesia rupestre de San Pedro de Argés se situaría entre los siglos VIII-X.
 
 
Bibliografía: Eremitorios rupestres en la comarca de Las Merindades (Judith Trueba Longo)

2 comentarios:

  1. Sabía que un eremita, era una persona solitaria, pero hasta ahí nada más.
    Lo que acabo de aprender con su magnífico articulo, es de agradecer, Así que le doy mi enhorabuena y las gracias por tan interesante y bien documentado trabajo.
    Un cordial saludo.
    Voy a aprovechar, para desearle que tengas una ¡¡Feliz Navidad!! . Y mis mejores deseos de Paz y Prosperidad en el Nuevo Año.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Manuel.
      Yo también quiero aprovechar la ocasión para felicitarle la Navidad y el año nuevo. Por otra parte el mérito deberíamos otorgárselo a Judith que tiene un excelente trabajo sobre los eremitorios de Las Merindades de dificil localización y que, poco a poco, intentaré dar a conocer para que todos los que visiten esta zona de España o los que se acerquen a estas grutas las comprendan mejor.
      Reitero mis buenos deseo para el 2014 y agradecerle su participación.

      Eliminar

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.