Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


martes, 27 de agosto de 2013

Estaciones del Santander Mediterráneo: Ruinas Resistentes.

La arquitectura de Las Merindades no se reduce a castillos, iglesias y palacios sino que hay otras estructuras que cuentan “historias fermosas”. Entre estas está la arquitectura ferroviaria del siglo XX. Este artículo, continuación, en todos sus aspectos y vinculaciones, de los anteriores sobre este tren.

Hoy, por diversas razones que es cansino explicar, no podemos reconocer la que fue la línea ferroviaria con la más alta tecnología que existía en esos años: fue la primera en señalización, comunicaciones, organización, piqueteado de vía, curvas de transición de 75 metros de longitud (ampliadas desde enero de 1940 hasta 120 y 180 metros). ¿Lo están pensando? Sí, es la Santander Mediterráneo (S.M.). Para los que pensaron en  La Robla prometo que tocaremos el tema.

Fue el mejor ferrocarril en calidad de vía de todos los que, a partir de la postguerra, compusieron RENFE, ofreciendo en sus estaciones servicios de calidad para el usuario y de funcionalidad para los empleados. El S.M. incorporó, ya antes de la guerra, y por influencia de los ingenieros británicos de la Anglo-Spanian Construction innovaciones que posteriormente fueron aplicadas en el resto de la red.

Centrándonos en las “estaciones”, para toda la línea se construyeron 32 estaciones, 16 apartaderos y 9 apeaderos. Si esto no es suficiente, las estaciones estaban diferenciadas entre estaciones de primera, segunda y tercera clase. Y de todas estas, solo las que intervenían en la circulación y disponían de aparatos de vías eran las que contaban con enclavamiento y señales de entrada y avanzada.

Las estaciones de 1ª clase eran las principales de la línea: Calatayud, Burgos y Soria. Es decir, de esas no tenemos en Las Merindades. Por cercanía comentamos ligeramente la de Burgos que se llamaba de San Zoles y estaba junto a la estación de la línea Madrid-Hendaya con su correspondiente enlace a ésta. No ofrecía servicio de viajeros, ya que la parada de los trenes estaba situada en la estación de la Compañía del Norte (Si se han leído entradas anteriores sobre el S.M. podríamos llamar a esa empresa “El enemigo”). El SM contaba en Burgos con instalaciones de mercancías, reserva de locomotoras, puente giratorio, rotonda y taller de mantenimiento de material remolcado.

Las estaciones de 2ª clase eran Salas de los Infantes y Horna-Villarcayo. Diferentes entre sí. De hecho la de Salas es única. La estación de Horna-Villarcayo albergaba las instalaciones principales de material remolcado. Su edificio es de planta rectangular de dos alturas donde se encontraba, en la planta baja, las dependencias técnicas junto con el enclavamiento, ubicado en una caseta adosada al edificio. La planta superior eran dos viviendas.

Disponía de muelle cubierto y una nave donde se encontraba el taller de mantenimiento y reparación de material remolcado, que fue ampliado a principios de los años 50. Junto a estas dependencias se encontraba la reserva de tracción con un puente giratorio y rotonda para cinco vías.


Las restantes estaciones de Las Merindades eran de tercera, incluida Medina de Pomar aún siendo gemela a la de Villarcayo. Junto a Medina están: Oña, Trespaderne, Nofuentes, Brizuela y Cidad-Dosante. Contaban con una vía de apartado para cruce o rebase junto con la general y una playa de mercancías de dos vías, una junto al almacén y otra contra éste unidas mediante un escape. Estos edificios eran de dos alturas, siendo la baja para albergar el despacho del Jefe de estación, gabinete de circulación con la cabina del enclavamiento, sala de espera, vestíbulo y factoría. En la planta primera estaba la vivienda del propio Jefe de la dependencia.





Salvo Medina de Pomar que además de disponer de dos vías de cruce/rebase, contaba con una derivación particular y en Cidad-Dosante la disposición de vías era un central siendo ésta la general y dos de apartado, que una vez unidas nuevamente las de apartado con la general ésta se prolongaba unos cien metros acabando la línea en una topera para enlazar con el FC de Bilbao-La Robla.

Los apartaderos eran dependencias de categoría inferior a las estaciones. Disponían de una vía de cruce/rebase junto a la general y en algunos casos de una vía a topera para el estacionamiento de material. En Santelices existió almacén de mercancías con su derivación particular a las Bodegas Juan J. Entrena. El edificio estaba compuesto por dos cuerpos para la vivienda y para las dependencias técnicas (sala de espera, taquilla, gabinete de circulación...). Sobresalía la caseta de enclavamientos adosada al edificio sobre el andén. Las Merindades disponían de un segundo apartadero: Moneo.




Los apeaderos estaban construidos en plena vía y disponían de un único andén y un edificio similar al de los apartaderos pero más sencillo, con una sala de espera y una dependencia para los agentes. Escaño disponía de un edificio del tipo apartadero porque en sus orígenes la compañía planteó y dejó preparada la explanación para que fueran apartaderos y se instalara en un futuro la vía de cruce/sobrepaso. Pero…



Los pasos a nivel, según la importancia de la carretera que cruzaba la vía férrea, estaban guardados y disponían de una casilla para la vivienda del Guardabarreras de dos alturas de planta cuadrada con una marquesina haciendo de porche del edificio. Solían tener en las inmediaciones una edificación sencilla y de pocas dimensiones que se usaba de almacén.

Las estaciones tenían el característico de muelle de mercancías de tipología unificada situado cerca del edificio de viajeros, disponiendo de muelle cubierto y descubierto contando con un almacén de grandes dimensiones con tres portones laterales a cada lado para carga y descarga de mercancía.

Las estaciones se completaban con una caseta de servicios donde se encontraban los urinarios y que se ubicaban en el lado contrario al del muelle de mercancías, siendo de planta rectangular con tejado a dos aguas en el caso de las estaciones, y de planta cuadrada de menor dimensión en el caso de apartaderos y apeaderos.

En la línea se instalaron cuatro circuitos independientes de telefonía. Uno de circulación, dos de comunicación directa entre las grandes estaciones y otro para enlazar alguna de estas grandes estaciones. Estando formados cada circuito por dos hilos de cobre de dos milímetros de diámetro y montados sobre postes de madera que estaban instalados sobre una base de hormigón para alargar su vida aislándolo del suelo.


Almacén de la Estación de Trespaderne.
Actualmente es el Centro de Interpretación del Cañón de la Horadada.

La estación de Trespaderne, por su grado de conservación y accesibilidad, es el mejor ejemplo de edificios del Santander Mediterráneo, o lo era antes de levantar las vías, a pesar de tener que acceder a ella a través de una serrería en funcionamiento. Situada en el kilómetro 321´5, contaba con las susodichas vías: para cruce y alcance de trenes, de apartado que terminaba en la fachada lateral del Edificio de Viajeros y que lindaba lateralmente con el Muelle, y otra que terminaba en el Muelle descubierto. En Plano, reconozco que no la he visto, consta también con una vía, en el lado Cidad, para la Placa Giratoria de Locomotoras.

Durante el tiempo en que se mantuvieron las vías tras el cierre de la línea la estampa nos permitía viajar hasta los años de la II república y la guerra civil, sobre todo, ante la comparación del estado del resto de las instalaciones donde el abandono y la desidia de los ayuntamientos ha sido la norma. Aunque tras la retirada de los raíles y la desaparición de la iniciativa turística del Meritren este efecto se ha reducido. Tampoco ha ayudado la “limpieza” de los muros de los edificios, despojados de la cobertura de cemento y pintura blanca.

Hoy en día, el edifico de viajeros es un albergue y el almacén se ha salvado al ser el centro de interpretación del desfiladero de la horadada. Incluso es la estación más televisiva al aparecer en la serie “Hermanos y detectives”.


Estación de Trespaderne, hoy albergue.


Seguir las huellas del ferrocarril Santander-Mediterráneo desde Trespaderne hacia Oña garantiza el disfrute del grandioso paisaje. Pero con precaución, por la inestabilidad del suelo que se pisa, cubierto de la basta e irregular grava sobre la que se asentaron los raíles y traviesas desmanteladas a partir de 2003. La antigua caja de la vía discurre entre los imponentes cortes de roca del Desfiladero de la Horadada y el río Ebro nos acompaña durante 10 kilómetros presentándonos un compendio del trabajo ferroviario de montaña: trincheras, túneles y puentes.

No, no me he olvidado del túnel de la Engaña, pero, cómo es evidente, NO es una estación. Aún así, y dado que hablamos de los edificios del S.M. en nuestra comarca, comentaremos algo de ello. Del túnel poco que decir, suele estar inundado en la parte burgalesa a causa de la “muerte” del sistema de desagüe. De todas formas, sería suicida intentar atravesarlo. ¡¡Hay filtraciones y derrumbes!!

Visitando la zona encontraremos túneles de servicio, fábrica de materiales de construcción (necesaria en la España de postguerra) y, frente a ella, el molino de piedra sur que es mayor que el del lado norte. Veremos los restos de la hospedería sur, que como todos los inmuebles, sobrevive en un estado apocalíptico. Paredes desnudas, con pintadas, sin techos y con su superficie, ayer transida de hombres y hoy alfombrada de plantas y árboles. Su estructura, a diferencia de la de Yera, de tres pisos, consta de dos edificios de una altura. El ataque de la naturaleza no permite apreciar su distribución interna. Vemos, eso sí, las chimeneas.

No se ha preservado ni la zona para los trabajadores libres que estaba entre el túnel y la estación. Pena de casitas con patio. Y pena también de capilla.

Algunos dirán que en la relación de estaciones no he incluido la de la Engaña. Porque NO existió. Bueno, para ser exactos, tengo entendido que las estaciones de la prolongación (explanación, terrenos, túneles y construcciones) nunca fueron del administrador ferroviario. Nunca se entregó la obra a RENFE y, en su momento, el Estado cedio todo a los Ayuntamientos.

Por ello, estas estaciones son solo edificios que ni siquiera siguen la forma arquitectónica original. Podremos decir lo mismo de la de Valdeporres cuyo inmueble está magníficamente reparado pero que, aunque rehabilitado asemejando su diseño original, no fue parte efectiva del S.M.

Añadido el 02/11/2013:


miércoles, 21 de agosto de 2013

(24/11/1822) Villarcayo: Expolio y fuga, o de cómo un Diputado Foral de Vizcaya saqueó la Villa Constitucional.

Villarcayo no solo sufrió durante las Carlistadas sino también durante el Trienio Liberal pero en este caso no ardió. O, al menos, no de forma generalizada.

De esta época la mayor parte de la gente conoce la anotación, minúscula, de la sublevación de Riego (y su Himno). Les aviso que, si no desean recorrer los próximos párrafos, lean las aventuras de Salvador Monsalud, protagonista de una serie de “Los Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós. Queda dicho.

Debemos saber que el Trienio Liberal nace el 7 de marzo de 1820 tras la promesa de Fernando VII de jurar la Constitución y el juramento efectivo el 9 de Marzo. Las Cortes se reunirían el 9 de julio. La pieza clave fue la Junta provisional cuya misión consistió en asegurar el éxito de la sublevación liberal iniciada el 1 de enero en Cabezas de San Juan.

La Junta Provisional, auspiciada por el Rey, bajo la fórmula de Órgano consultivo, ejerció amplísimos poderes y gobernó el país en la sombra, ya que sus dictámenes, acordados generalmente por unanimidad, nunca tuvieron carácter público. Las decisiones importantes necesitaron su aprobación al aunar las facultades de una Regencia Provisional, de la Diputación permanente de las Cortes y del Consejo de Estado. En ella se depositó la soberanía nacional, hasta traspasarla a las nuevas Cortes.

Legalizada la revolución con la sanción real que reconoció la obra de las Cortes de Cádiz, la transición se inició con la promulgación, por orden cronológico, de los decretos de carácter político, económico y social. Con ello se volvió al sistema jurídico interrumpido en 1814 sin discusión ni enmienda de los textos, pero con las limitaciones que imponían los seis años transcurridos. En la práctica el retorno como si nada hubiera pasado fue imposible, ya que habían ocurrido hechos muy graves como la destrucción de la obra gaditana, la persecución de sus más eminentes promotores o la represión de las nuevas tentativas y sobre todo la división del país en dos partes irreconciliables.

Fernando VII y su Camarilla

Irónicamente, este retorno al pasado se olvidó de tener un gobierno ajustado a su propia legalidad constitucional y así, como no se fiaban del rey felón, el Gobierno no lo eligió el rey. La elección de primerísimas figuras de las Cortes de Cádiz, como Agustín Argüelles, enconó el mutuo recelo y resentimiento entre liberales y corona, por lo que fue el primer error del Trienio Liberal.

El Nuevo Régimen tenía en la cúspide al enemigo y en la base graves movimientos telúricos: Las Juntas Provinciales, las Sociedades Patrióticas y el Ejército sublevado. Estos mimbres dieron lugar a la espiral que llevaría al poder a la fracción exaltada. Y si fuera poco, los propios moderados ayudaron con su indefinición.



Las medidas para contener a los realistas y uniformar al país bajo el credo liberal tampoco evitaron el comienzo de una sorda pero evidente oposición. La exigencia generalizada de juramento a la Constitución, enseñanza de la Ley fundamental desde el púlpito y la escuela o la separación de empleados de sus puestos por razones políticas incentivaron los radicalismos.

Los curas, como en 1808, se oponían por la perdida de poder que suponía el Nuevo Régimen, bien directamente o de rebote, por la reducción del margen Real. (Supresión del Tribunal de la Inquisición y la promulgación de la ley de Libertad de Imprenta y disminuir el clero regular en número y poder económico).

Junto a los problemas expuestos, más la tensión frente a las testas coronadas europeas, tenemos la crisis económica, ya fuese endógena, exógena o heredada.

Si no fuesen pocos problemas los Liberales se dividieron en dos bloques, los doceañistas, por haber participado en las Cortes de Cádiz, y los veinteañistas, para estos la revolución no había llegado a su fin.

Un problema que parecía ir desapareciendo era el de las Sociedades Patrióticas para ser sustituido por las Sociedades Secretas. La división de los moderados y exaltados tuvo su reflejo en la masonería con la escisión de los más radicales que formaron la sociedad secreta de los comuneros e hijos y vengadores de Padilla: la Comunería debía ser considerada como un movimiento en defensa de la Constitución con claro matiz nacionalista donde el supremo jerarca se llamaba el Gran Castellano y ejercía su poder sobre comunidades, merindades, castillos, fortalezas y torres.

Las Cortes continuaron las reformas inconclusas en la etapa gaditana, destacando la legislación socio-religiosa con la supresión de las vinculaciones, la prohibición a la Iglesia de adquirir bienes inmuebles, la reducción del diezmo, la supresión de la Compañía de Jesús y la reforma de las comunidades religiosas. Esta ley suprimía todos los monasterios de las órdenes monacales, prohibía fundar nuevas casas y aceptar nuevos miembros, al mismo tiempo que facilitaba 100 ducados a todos aquellos religiosos o monjas que abandonasen su orden. Los liberales buscaban con estas reformas aumentar los ingresos del Estado y quebrantar cualquier oposición religiosa a su política.

En este segundo objetivo consiguió un efecto contrario: el rey y sus partidarios decidieron hacer frente de modo activo al proceso revolucionario, y el rey con el apoyo del nuncio, se negó en principio a sancionar la ley. El enfrentamiento entre el rey y los liberales (tanto exaltados como moderados) fue constante, comenzando siempre con una actitud de firmeza por parte del monarca y terminando con su claudicación.

A partir de octubre de 1821 los exaltados provocan alzamientos y asonadas a lo largo de toda España. Aunque no llegó a una situación de guerra civil, el Gobierno tuvo que transigir con los rebeldes exaltados concediéndoles paulatinamente lo que en el fondo buscaban: una participación en los resortes del poder.

La pérdida de las elecciones de 1822 por los moderados y el que la intentona de la Guardia de Infantería de palacio fuera abortada por la Milicia Nacional y no por el Gobierno el 17 de julio hizo saltar el gobierno moderado de Martínez de la Rosa (Alias Rosita la Pastelera).


Milicia Nacional

A partir de julio de 1822 el poder lo ejercen los exaltados con el Gobierno de Evaristo de San Miguel primero y posteriormente, cuando ya había comenzado la intervención francesa, con el Álvaro Flórez de Estrada. La falta de autoridad del Gobierno se tradujo en un endurecimiento de la vida política con posturas irreconciliables y acciones extremistas como matanzas, deportaciones y destrucciones.

Y en este ambiente de odio, donde los revolucionarios casi luchaban entre ellos, la alianza entre el Púlpito, el antiguo régimen y la Corona, la llamada contrarrevolución realista, avanzaba. Empezó con pequeños alzamientos de “inconexas partidas guerrilleras” y terminó convirtiéndose en la primera guerra civil de la historia contemporánea en España.

La impotencia de los realistas para vencer al liberalismo, junto con la petición de ayuda de Fernando VII, forzó la intervención militar extranjera en los asuntos internos españoles decretada el 20 de octubre de 1822 en el Congreso de Verona. La invasión, que se encomendó a Francia por la desconfianza que provocaba en la cancillería austriaca la posible participación rusa, se inició el 7 de abril de 1823. No se produjo la resistencia popular que esperaba el Gobierno liberal y los tres ejércitos formados precipitadamente al mando de Espoz y Mina, Ballesteros y el conde de La Bisbal se rindieron sin apenas combatir.



Esto es, resumido, todo el recorrido del Trienio Liberal y de la Constitución de 1812. Pero retrocedamos hasta el año anterior al desastre, el año 1822. Hemos visto que el régimen Democrático estaba manga por hombro. Eso, por supuesto, influía en Las Merindades donde las bandas de Cuevillas y Zabaleta, desde ese verano, ejercían el dominio de la comarca, bloqueando Villarcayo. La guarnición de la villa, compuesta de algunos soldados de los regimientos de Bailén y Soria, apenas si podía controlar tierras de Losa y de la Merindad de Sotoscueva.

Entrado el otoño, los liberales pudientes de Villarcayo marcharon a Burgos capital sin que las victorias ante partidas Realistas les frenasen. E hicieron bien porque Villarcayo pasaba por afecta al régimen nuevo, real o por odio a Medina de Pomar que era Realista. Algunos autores añaden la disputa por el Juzgado de 1ª Instancia. Los realistas medineses, numerosos en las bandas de la fe (Otro nombre de los Realistas), no dejarían pasar la ocasión de fastidiar al vecino.


Reg. Bailén

La ocasión surgió con el fusilamiento del realista Gabino Fernández, confidente de la partida de Zabaleta. Al amanecer del 24 de noviembre de 1822, el grupo del brigadier Fernando Zabala, de cuatrocientos hombres, se lanzó gritando y disparando sobre Villarcayo. El destacamento constitucional y los voluntarios Nacionales del pueblo huyeron perseguidos de cerca por los Realistas. Resultado: La villa quedó desprotegida y fue saqueada.

Derribando puertas, quebrando ventanas, balcones, los Realistas cayeron sobre las casas y Palacios y, sobre todo, sobre lo que contenían. Imaginen: dinero, joyas, ropas, muebles, acaparados con la ayuda de amenazas, fueron “trasladados”, con la aquiescencia del brigadier, que desde una ventana de la plaza controlaba la requisa.

Don Teófilo López Mata, en su escrito, redondea la descripción con descripciones que entendía ofensivos: “(…) las gentes desnudas, al huir enloquecidas de los ultrajes de la soldadesca. Las ráfagas del pillaje azotaron despiadadamente al vecindario, esquilmado y lanzado en el breve espacio de unas horas a la miseria mas completa, citándose el caso de que un solo vecino perdiera, entre plata labrada, diamantes y dinero, la cantidad de doscientos mil reales, suma elevadísima dentro de la modesta economía de aquella época”

 
Al mediodía, la partida de Zavala abandonó el lugar. Señala don Teófilo que dejaron los cuerpos de tres soldados y de un voluntario nacional, aprehendidos en la razzia, salvándose cuatro constitucionales de la villa; que tomados como rehenes, llevaron hasta Orduña, donde fueron canjeados por dinero.

El alférez Fernando Diez de Villanías y quince voluntarios de Villarcayo llegaron, ya en diciembre, asustados y agotados a Burgos recibiendo cada uno el socorro de cinco reales diarios, concedido por el Ayuntamiento burgalés, impresionado por el lastimoso aspecto de los fugitivos.



El día 16 de Diciembre de 1822, desde San Sebastián, la “Gaceta de Madrid” informaba de los hechos de Villarcayo y completa la información. Esta transcripción nos permite descubrir los sistemas de propaganda Constitucional. Lean:

Al amanecer del 24 del pasado entró en Villarcayo el forajido Zavala con su gavilla de ladrones en número de 300 á 400 infantes y 100 caballos. Cometió los excesos más atroces, é hizo un horroroso saqueo. Entre los efectos robados se llevaron un considerable número de alhajas de plata, pertenecientes a varios ciudadanos de aquella población. Esta cuadrilla de forajidos se retiró a su guarida acostumbrada luego que supo que se acercaba una columna de valientes, que salió de Burgos al primer aviso. Parece que Cuevillas “el viejo” entró también el 27 en la misma villa, y se tiroteó con la expresada columna, retirándose hacia Losa, mientras que esta se reunía con otra de mas fuerza, al mando del comandante Oráa, azote de Merino, destacado sobre el camino de Briviesca para observar movimientos, proteger el convoy, y esperar en todo caso según mejor conviniese.

Por avisos posteriores se ha sabido que Zavala y Merino estaban el 2 en Orozco con 500 infantes y 200 caballos. El mismo día 2 salió el valiente general Torrijos de Pamplona para Lumbier á encontrarse con O´Donnell que tenia 2 o 300 (¿?) hombres. Guergué anda haciendo mil exacciones por los pueblos de la Rioja; pero no se pasaran muchos días, ni quizá muchas horas, sin que sepamos que estos tres principales grupos han sido desbaratados. Entonces se volverá á decir que muchos se restituyen á sus casas, que han quedado despavoridos, y de allí á cuatro días se les volverá á ver acuadrillados…, porque los pueblos, los ayuntamientos, y los clérigos sobre todo, lo querrán así. Lo fomentarán, ¿y no lo pagarán?

¿Hasta cuando pues hemos de estar dando pruebas irrefragables dé que somos los más fuertes, y de que sin embargo son los resultados cual si fuéramos los más débiles? ¿Transigen acaso los cabecillas, los principales agentes de la facción? Bien se ve que no; al contrario todo lo aventuran al éxito de la fuerza; ¿Pues, por qué no usamos nosotros de toda la que tenemos? Desengañémonos, la facción se vence; pero no se extermina en el campo del honor, porque la facción no lo tiene. Contra asesinos, ladrones y cobardes la única guerra que hay que hacer es la de quitarles encubridores, guaridas y cebo que los alimente”.

Curiosamente en la versión “canónica” no aparece la mención a los ajusticiados que hubiera servido como látigo de curas y absolutistas. Muertos que si aparecen en la “Relación histórica de las operaciones militares del cuerpo de guipuzcoanos realistas acaudillados por el presbítero coronel D. Francisco María de Gorostidi desde su formación en defensa de su religión y de su Rey hasta la suspirada libertad de su Majestad y su familia escrita por una comisión de oficiales del Primer Batallón de Guipuzcoa quienes la dedican a la M.N. y M.L. provincia”.

Tras explicar los movimientos de tropas Realistas y Liberales, exponen las razones para desplazarse a Villarcayo: Reducir la presión sobre las Vascongadas. Respecto al saqueo indican que, bueno, fue fruto de “un calentón” tras el sufrimiento del ataque y que no era algo organizado (lo cual contrasta con las versiones Constitucionalistas y la que posteriormente sería práctica carlista). Nos dice también que avanzaron desde Orduña por lo cual pasarían por Trespaderne y Medina de Pomar, sin tocarles. Comenta, además, una escaramuza en el Valle de Losa.

“Terminada así esta acción nos retiramos á Aramayona, y los enemigos á Ochandiano, en cuyo camino encontraron la columna de Jáuregui, que venia á todo andar con esperanza de hallarse en el combate; pero de todos modos dejaron de perseguirnos, por que Jáuregui, se retiró á Guipuzcoa, el Jefe político de Bilbao á esta villa y D. Julián Sánchez regresó con celeridad á Santander, en cuya provincia Cuevillas aprovechándose de su ausencia había hecho una incursión hábil y atrevida. De esta manera pudimos estar con algún descanso varios días en las inmediaciones de Orduña, donde se nos incorporó el Sr. Zavala: y vino también al mismo sitio á refugiarse con nosotros el Sr. Merino con las reliquias de su gente., que pudo salvar en medio de la persecución viva y tenaz, que después de diferentes combates desgraciados sufrió durante muchos días; sin que tantas desgracias y miserias hubiesen podido abatir su corazón magnánimo. De esta manera todos reunidos descansábamos tranquilamente reponiéndonos para muchas empresas, y nuestros jefes conferenciaban principalmente sobre el modo de sostenernos durante el invierno que era cruel. El enemigo por su parte no se descuidaba, destinó á Vizcaya dos regimientos, tres á Guipuzcoa y otros tres á Álava: en este estado creímos conveniente el llamar su atención seriamente hacia la provincia de Burgos, y al efecto se puso la mira en Villarcayo, para donde salieron los Srs. Zavala y Merino, con una fuerza de 100 caballos y 500 infantes, guipuzcoanos y vizcaínos: nuestro coronel Gorostidi y Artalarrea, no fueron á esta expedición y se separaron desde las inmediaciones de Orduña, con alguna poca gente, con el objeto de reunir los destacamentos sueltos de ambos batallones y llamar con ellos la atención del enemigo, en Vizcaya y Guipuzcoa.

Nuestra columna expedicionaria, habiendo andando toda la noche, llegó el 24 al amanecer á Villarcayo después de haber rodeado esta villa, mandó el Sr. Zavala principiar el ataque, en que el enemigo tuvo desde luego tres muertos y algunos seis heridos, pero la guarnición compuesta de algunos 200 hombres de toda tropa, abandonó sin mas resistencia este pueblo, en el que los jefes quisieron hacer observar á nuestra tropa una buena disciplina, pero como se había peleado por las calles en guerrillas, aunque la tropa cercana á los jefes estuviese en formación, no se pudo evitar el que varios soldados de estas hubiesen entrado desbandados en las casas y cometiesen tal vez en ellas algunos excesos, que aunque sensibles era irremediables.

Se disminuye en la retirada la columna expedicionaria. Gorostidi reúne los dispersos.

El Sr. Zavala y Merino, pasaron con su columna á Losa; en este intermedio la guarnición de aquella villa, se había replegado á una columna al mando de Manresa, y en combinación con otra de Santander, vinieron á atacar á la nuestra á Losa, pero aunque evitó su encuentro aquí, se halló de nuevo alcanzada en Villalba por la columna enemiga de Bilbao, al mando del coronel De Pablo, con la cual escaramuzó la nuestra, mas de media hora, y desembarazándose así de este ataque, continuó sin ser inquietada su marcha á Orduña, donde llegó con mucha disminución, por que la viva persecución que había sufrido en su retirada había causado mucha dispersión en esta columna, ayudada tal vez del disgusto que tenían en andar por aquella parte: nuestro Coronel y Artalarrea se hallaban á esta sazón en las inmediaciones de Guernica, donde se les fueron reuniendo todos estos dispersos en gran número. Merino regresó desde Orduña á principios de Diciembre al teatro de su gloriosa campaña en Castilla, y el Sr. de Zavala le dio un refuerzo de 200 caballos y 400 infantes, bien que estos á breve tiempo volvieron atrás no acomodándose á vivir entre solos castellanos: Cuevillas se separó también en Orduña dirigiéndose con su gente hacia la Montaña.”

Francisco María Gorostidi, sacerdote, tomó parte activa en las revueltas constitucionales, y fue coronel del "cuerpo de guipuzcoanos realistas", que se organizó en 1822. Fernando VII, en premio de sus servicios, le concedió una canonjía cardenalicia en Santiago de Compostela.



Vale, sabemos cual era la situación de esos años y hemos explicado lo que pasó en Villarcayo. Nos falta conocer a sus protagonistas:

Jerónimo Merino Cob: (Villoviado 1769-Alencón 1844). Segundo hijo, de doce, fue un niño de cuerpo larguirucho, delgado, de rostro cetrino y ojos muy negros y penetrantes; serio para su edad, hablaba poco y tenía pocos amigos. Uno de ello el cura párroco de Villoviado, don Basilio, que le inculcó la vocación hacia el servicio de Dios.

Fue paje del cura de Covarrubias que le enseñó unos pocos latines y teologías durante tan sólo un año y medio. Con estos mimbres teológicos representaba el típico “cura de misa y olla” Merino era de poca inteligencia pero de fabulosa memoria y gran astucia, carácter orgulloso, terco y minucioso, intuitivo y anárquico, callado, frío y poco comunicativo. (¡Jo, un líder nato!)

El 16 de enero de 1808 un destacamento de cazadores franceses pernoctó en Villoviado. Por la mañana, el oficial francés, falto de acémilas, cargó sobre el cura Merino los instrumentos musicales del regimiento. En Lerma dejó este servicio y vuelto a su pueblo rasgó su sotana cogió una escopeta en la venta de Quintanilla y al primer francés que vio descerrajó un tiro.

En la lucha, sólo si estaba en condiciones de superioridad respecto a los franceses, atacaba. Formó una milicia y sus cuadros de mando. También se le ocurrió que cada guerrillero debía llevar consigo dos caballos, uno de repuesto. Otra medida fue el sistema de correos y espionaje que montó.

El Empecinado ayudó a Merino a formar su primera guerrilla. Aun estaban lejos los tiempos en que aquél se convirtiera en comunero tragacuras. Terminó la guerra como brigadier y con el cargo de gobernador y comandante militar de Burgos, pero fue un nombramiento de breve duración. Marcha a Madrid y conocerá al Rey al haberse negado a leer en la misa, la Constitución de Cádiz (1813). Ganó así una canonjía en la catedral de Palencia. Pero tras un altercado armado regresa a Villoviado.

Al inicio del Trienio Liberal, Merino, decide unirse a los que consideran la Constitución como un «trágala». Se va al monte de nuevo y alza a 1.400 mozos a sus órdenes. Frente a él estará Juan Martín (el Empecinado). En Salas de los Infantes traban ambos combate y pierde el cura. La suerte cambiará en Tordueles, a orillas del Arlanza. Merino será apresado en el mismo Tordueles, por don Eugenio de Aviraneta, su antiguo teniente, ahora secretario del Empecinado. Le lleva a la cárcel de Lerala de la que en pocas semanas estará de nuevo libre y dispuesto a seguir su particular pugilato con sus enemigos y consigue hacer salir a toda prisa de Valladolid al Empecinado y a Aviraneta, mientras los realistas de la ciudad se lanzan a la calle y las campanas de las iglesias celebran ya la victoria del cura.



En 1822 Merino es cobijado en las Clarisas de Lerma, escapando del Empecinado. En el convento pasa algunos meses y cuando se reincorpora a la lucha, el día 2 de enero de 1823 será derrotado y de nuevo, el día 6. Esta situación se repite unos días más tarde cuando tiene que correr ante el general Obregón, en Roa.

El 11 de octubre de 1823 los realistas de Lerma piden una recompensa para Merino. Fernando respondió con un nombramiento de mariscal de campo para el cura con destino a Segovia. Pero el cargo será por poco tiempo. En su retiro de Villoviado da la impresión de que busca ahora la paz.

Muerto Fernando VII, Merino vuelve a las andadas y dos semanas después del óbito se encontraba a la cabeza de una tropa de 11.000 hombres. La caga en Montes de Oca y marcha a Portugal, a entrevistarse con don Carlos, en la que se enfrentaron dos caracteres. Uno altivo y radical, Merino, y vacilante y bonachón, don Carlos.

Regresa a España como comandante y jefe del Ejército de Castilla la Vieja. Y, sigue fastidiándola. Merino es un guerrillero, no un militar. Zumalacárregui le recomienda que divida a sus hombres de cien en cien y se aplique a hacer la guerra en tierra de Burgos. La guerra acabaría mal para don Carlos y éste se fue adentrando en las provincias norteñas y luego en Francia. Merino hizo lo mismo y tuvo que expatriarse también. Sus restos serán repatriados en 1968 y enterrados en Lerma.

Manuel Fernando Zavala Vidarte: Militar. Nacido en Meñaca (Vizcaya) el 29 de mayo de 1788; fallecido en Madrid el 4 de diciembre de 1853. Casado dos veces, sus cinco hijos nacieron y se criaron en Munguía, zona de la que era todo su entorno familiar.

En 1808 estudiaba matemáticas, abandonándolas para alistarse en una partida contra los franceses. El 1 de noviembre de 1809 pasó al 1er Batallón de Infantería de Voluntarios de Vizcaya, donde ascendería hasta sargento 1º. En noviembre de 1811 pasó al Regimiento de Cazadores de Caballería de Vizcaya, tomando parte en las acciones de Guernica y Nabarniz. El 8 de mayo de 1812, se le nombró subteniente de caballería con destino a la División que se estaba organizando en el Señorío. Unos meses más tarde fue ascendido a alférez, y poco después se incorporaba al Regimiento de Húsares de Cantabria. Participó en la batalla de Vitoria y en el control del Bidasoa para evitar el regreso a España de las tropas francesas que huían.

Tras deambular por diversas unidades y solicitar destinos que no eran aceptados, ante la posibilidad del envío a ultramar, solicitó el retiro. Según su testimonio, en junio de 1820, recibió órdenes a través del general Pedro Agustín Echebarría para "reunir y formar tropas que operasen contra el llamado sistema constitucional". Abandonó su residencia de Munguía y se trasladó a Guipuzcoa. Gaspar Jáuregui, a quien había propuesto unirse a la sublevación, denunció sus actividades, y. en consecuencia fue apresado. Durante el traslado de San Sebastián a Bilbao, fue liberado por sus colaboradores. A pesar de ello fue juzgado en rebeldía y condenado a la pena de muerte.

Tomó parte en la sublevación de Salvatierra, y en la primavera de 1822 sostuvo diversos enfrentamientos en la provincia de Vizcaya contra las tropas liberales; mientras fue engrosando sus tropas hasta alcanzar la cifra de 9.000 infantes y 300 caballos. El 24 de agosto de 1822, se reunieron en Villanueva de Araquil (Navarra) los distintos responsables de las guerrillas realistas de las tierras vascas y acordaron nombrar a Zavala comandante general y presidente de la Junta Gubernativa interina de las tres Provincias Vascongadas.

Su actividad fue premiada por la Regencia con el ascenso a coronel y el nombramiento de comandante general de las Provincias Vascongadas. Puesto al frente de una División participó en las acciones de Añorbe, Echarria, Amar, Estella (14.10.1822), Dicastillo (15.10.1822) y Villarcayo (24.11.1822). El marqués de Mataflorida le responsabiliza de ser uno de los elementos fundamentales de la Regencia de Urgell.

El general Francisco Eguía le confirmó en su puesto de comandante general de las Provincias y le ascendió a brigadier. Poco después era nombrado mariscal de campo (1.03.1823). Eguía le consideraba uno de sus mejores hombres, por lo que para manifestarle su aprecio le proporcionó "la ocasión de entrar triunfante en Madrid", al mando de la Segunda Brigada de las tropas vascongadas, bajo las órdenes del mariscal de campo Vicente Quesada. Las desavenencias entre ambos motivaron que éste le desposeyese del mando, cuando se encontraba en Segovia y le fijase la residencia en Madrid.

Derrotados los liberales y restablecidas las instituciones abolidas por la Constitución, las Juntas Generales de Vizcaya nombraron por aclamación a Zavala diputado general por el bando gamboino. Pero el Gobierno no le dejó salir de Madrid. A fines de 1823 reclamó contra su situación, mientras solicitaba el restablecimiento de la Inquisición y reclamaba contra el general Quesada, quien había marginado a los realistas, admitiendo en el Ejército a los impurificados.

Al mismo tiempo se vio obligado a hacer frente a las acusaciones de los vecinos de Laredo y Villarcayo, que acusaban a las tropas de Zavala de comportamientos vandálicos durante la guerra contra los constitucionales. Dichas acusaciones fueron sobreseídas (21.07.1825), al considerar la poca disciplina de las fuerzas guerrilleras y la resistencia que habían realizado los liberales en ambas villas.

Restablecido el poder absoluto de Fernando VII, le fue reconocido el empleo de coronel vivo y efectivo de caballería, se le concedió la licencia ilimitada y posteriormente pasó a la situación de excedente. El Consejo Supremo de Guerra le negó el reconocimiento del nombramiento de mariscal recibido durante su actividad guerrillera.


Fernando Zavala

El 30 de enero de 1827 fue nombrado jefe de brigada interino de los Voluntarios Realistas de Palencia. Tres años más tarde fue ascendido a brigadier reconociéndole la antigüedad de su nombramiento en el Trienio; puesto a las órdenes del capitán general de Guipúzcoa se le encomendó el mando de los Paisanos Armados de las Provincias Vascongadas. Su principal misión consistía en exterminar las fuerzas liberales de Mina que habían entrado desde Francia.

Poco después se retiró a su casa de Munguía y comenzó su actividad política. En 1831 fue elegido representante de la anteiglesia de Munguía, en las Juntas Generales celebradas en Guernica. En 1833 volvió a acudir a Guernica en representación de Munguía. Fue propuesto para Diputado General Gamboino, resultado elegido en primer lugar, por lo que pasó a desempeñar, en unión de Pedro Pascual de Uhagón, el puesto de diputado general. Al producirse el fallecimiento de Fernando VII, asumió la dirección militar del levantamiento militar en su provincia, en calidad de comandante general de Vizcaya y envió fuerzas a los territorios cercanos a fin de extender la sublevación.

Durante la primera guerra carlista conoció el favor del pretendiente (llegó a Mariscal de Campo) y la caída en desgracia (con la desposesión de todos sus cargos) y su confinamiento a la espera de destino. Volvió al favor Carlista y participó en el sitio de Bilbao, en la batalla de Oriamendi y en la Expedición Real en calidad de Ayudante de Campo de S.A. el Infante don Sebastián Gabriel.

Tras el abrazo de Vergara, Zavala fue uno de los generales que acompañaban a la escolta de don Carlos en el momento de cruzar la frontera hispano francesa. Por orden del Pretendiente permaneció junto a la frontera en espera de encontrar la oportunidad de regresar a España, hasta que fue detenido por la policía francesa.

En 1849 se acogió a la amnistía decretada el 8 de junio, tras la guerra de los matiners, y el 13 de agosto recibió el pasaporte de manos del Cónsul español en Bayona. Seis días más tarde llegaba a Bilbao, desde donde se trasladó inmediatamente a Munguía. En cuanto militar quedaba en situación de cuartel a las órdenes de uno de sus compañeros en el bando carlista, el teniente general Antonio Urbistondo, que en ese momento ocupaba la Capitanía General de Navarra y las Provincias Vascongadas.

Su máxima preocupación a partir de ese momento fue lograr el reconocimiento de los ascensos y recompensas conquistados en las filas del Pretendiente. Con tal finalidad se trasladó a Madrid el año 1850. Todos sus intentos resultaron vanos.

Ignacio Alonso Zapatero (Cervera del río Alhama 1767- Portugalete 1835?) Fue llamado Cuevillas por el lugar de procedencia de su padre. En 1791 Ingresó en el resguardo. Dos años después fue trasladado a la Ronda de Santo Domingo de la Calzada, ciudad en la que ascendió a la categoría de teniente montado y cuyas tierras circundantes llegó a conocer bien, convirtiéndolas en el futuro en el escenario de muchas de sus acciones. Allí permaneció hasta 1801, cuando fue destinado a Lora para pasar en 1804 a Castro Urdiales como cabo principal de Ronda. Fue durante estos años en el Resguardo, donde Cuevillas aprendió a perseguir por terrenos agrestes y mal comunicados, a bandidos y contrabandistas. Un oficio este último que, según algunos autores, él mismo había desempeñado durante su juventud.


Carabineros de Resguardo

La participación de Cuevillas en la contienda tuvo lugar desde los inicios de la revuelta contra los Bonaparte. Así lo parece indicar que en la temprana fecha de 23 de junio de 1808 fuese nombrado coronel de Guerrillas.

Casado con Catalina Remon, enviudó poco antes de iniciarse la Guerra de la Independencia, en la que se destacó como guerrillero en numerosos enfrentamientos con el ejército francés. El 4 de mayo de 1810 contrajo nuevas nupcias con Dominica Ruiz de Vallejo y Torre quien, a partir de ese momento, le acompañó en todas sus correrías. Y no solo ella sino que su primogénito, Ignacio Alonso Remon o Cuevillas el Joven, también. Resultó llamativo que le acompañase su esposa, natural del valle de Mena, pero era una amazona soberbia que cabalgaba al «estilo americano» y que protagonizó numerosas coplillas:

"La mujer de Cuevillas
gasta calzones
y se monta a caballo
como los hombres"

Dominica no sólo colaboraba con su esposo en las labores de intendencia y vitualla -además de cuidar a la familia- sino que también era un soldado más. Cuentan las crónicas que en Santo Domingo de la Calzada segó la vida de tres soldados galos.

Una cojera y varios desencuentros con el militar liberal Tomás Renovales hicieron que en 1812 Ignacio Alonso, por aquel entonces comandante de Guerrillas y capitán de Húsares de Cantabria, pasase, por orden gubernamental, a la categoría de retirado, siendo recompensados sus servicios con el empleo de comandante general de los Resguardos de la provincia de Burgos. Y luego de los de Palencia.

En 1821 encabezó una partida contra la Constitución; al año siguiente la Regencia de Urgell lo nombró comandante general de La Rioja y de las Merindades de Castilla la Vieja. En 1823 tomó el mando de la 2ª brigada, a las órdenes de Vicente de Quesada y, poco después, era nombrado Gobernador de Burgos. Sus méritos militares le merecieron ser designado comandante de las armas de Bilbao en 1824 y, en 1825, brigadier. Separado de las armas en 1833, se sublevó de nuevo en Burgos a favor de Don Carlos y participó en las contiendas que después se siguieron.

Marcelino Oráa Lecumberri, Beriáin (Navarra) (1788 - 1851) Militar español que tuvo gran relevancia durante la Primera Guerra Carlista. Llamado por sus soldados "el Abuelo" y por los carlistas "Lobo Cano".

Guerrillero en Navarra con Francisco Espoz y Mina, acabó la guerra siendo un gran conocedor del territorio vasco-navarro. Estuvo encargado de escoltar a los soldados franceses hechos prisioneros por el caudillo navarro hasta las playas guipuzcoanas donde eran entregados a la armada inglesa. De ésta recibía armas y municiones que a su vez transportaba a Navarra. Gran resonancia tuvo cuando consiguió llevar desde la playa de Deva en Guipúzcoa hasta Navarra un pesado cañón de batir que le entregó un buque británico, empleando para el transporte bueyes que lo arrastraban por los caminos de montaña durante la noche y que relató Benito Pérez Galdós en sus “Episodios Nacionales” y en una novela de Cecil Scott Forester que fue llevada al cine (Pero el argumento de ambas no guarda relación con el hecho realizado por Oráa).

Continuó en el ejército durante la paz, y fue ascendido a coronel en 1829, siendo nombrado en 1831 jefe del Regimiento Inmemorial Dado su buen conocimiento del territorio en el que operaba Zumalacárregui durante la Primera Guerra Carlista, fue el jefe isabelino que con más éxito consiguió enfrentarse a la táctica guerrillera del jefe carlista. Actuó en el sitio de Morella, tomada por Ramón Cabrera, fracasó y se retiró a Alcañíz.


Marcelino Oráa

El fracaso del sitio de Morella provocó una crisis ministerial en Madrid, de la que dan buena cuenta los Diarios de Sesiones de Las Cortes de la época, y el gobierno decidió la sustitución del general Oráa por el mariscal de campo D. Antonio Van Halen al frente del ejército del Centro

En marzo de 1840 es nombrado gobernador y capitán general de Filipinas. Senador electo por Navarra en 1840. Desde el primer momento promovió obras útiles como fomentar la enseñanza, dictar un reglamento para el puerto, perseguir a los malhechores, etc., pero no siempre consiguió la aprobación en el terreno político, mostrando algunos su disgusto por el rigor con que procedió Oráa en las dos represiones que hubo de efectuar.

Relevado en 1843, regresa a la Península, siendo nombrado vicepresidente de los Negocios de Ultramar, y cuatro años más tarde pasa a ocuparse del Despacho Universal de Guerra. Empeorada su salud, abandona los cargos oficiales, y regresa a su lugar de nacimiento, donde falleció.

Oráa adquirió gran reputación en el Norte por sus marchas rápidas y arriesgadas y su movilidad extraordinaria. Escribió una obra de justificación política y militar titulada “Conducta militar y política del Teniente General D. Marcelino Oráa”. Ed. Fortanet, Madrid, 1851.



Bibliografía:
“Burgos, capitanes insignes II” de Fray Valentín de la Cruz.
“Villarcayo, capital de las Merindades” de Manuel López Rojo.
Historia de España (La revolución Frustrada) de Salvat.
Enciclopedia Auñamendi.
“Los episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós.
“Burgos durante el periodo constitucional” de Teófilo López Mata.
NYPL.
Foro El Gran Capitán.
Navarros Ilustres.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Quién es Munnio Núñez de Brañosera?

Estamos en el 824, reina Alfonso II "El Casto" quien firma una carta puebla otorgada al Comes/ conde Munio Núñez, conocido por la historia como “el de Brañosera”, para que poblase la zona norte de la actual Palencia. Lo hace acompañado de su mujer, Argilo (¿Argilona?), y cinco familias más. Este grupo de personas (Cierto, pocas, pero no tanto porque las familias constaban de más miembros que hoy en día y porque se incluían los criados y sus familias) repoblaron un paraje a orillas del río Rubagón, al abrigo de Valdecebollas, cerca del actual Aguilar de Campóo.

En estos años los musulmanes dominaban la mayor parte de la Península Ibérica; los cristianos controlaban la cornisa cantábrica y las montañas pirenaicas y las fuerzas de Carlomagno hacía pocos años que habían avanzado hasta el Llobregat, incorporando al imperio carolingio los condados de Gerona y de Barcelona.

En la cuenca del Duero, según los autores clásicos y hoy en entredicho, se extendía una amplia zona desertizada (Probablemente era zona no reclamada por ninguna de las partes, un área de transición o territorio tapón cuyos pobladores serían pastores nómadas, bandidos y similares. Quizá el mundo postapocalíptico de Mad Max). Faltaban unos 40 años para que el primer conde de Castilla que ha dejado su nombre en la documentación, el conde Rodrigo, repoblara la antigua ciudad de Amaya (año 860) y 60 años para que su hijo, el conde Diego, repoblara la ciudad de Burgos (año 884).

Don Munio Núñez, hemos dicho, era un Conde de Alfonso II y ello indicaba que, primero, era un alto funcionario del reino y, segundo, era un hombre de confianza del rey. Tenía sus tierras pero NO era propietario del territorio. Seguramente era Conde Regio EN Liébana, más que nada por la procedencia de los colonos. Pero no se puede descartar que fuese Conde EN Castilla, condes que, además confirmaron dicho Fuero. ¿Confirman los de Castilla y no los de Cantabria? (Según Carlos Estepa Díez Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de León).



Al lugar escogido lo llamaron "Brannia Osera", es decir, el pasto, o prado de alta montaña, del oso. Esta era una tierra recóndita y fuera de las tradicionales rutas comerciales de la época que se encontraba, en cierto modo, escondida entre las montañas, pues el peligro de las razzias árabes todavía existía. Decimos que “en cierto modo” porque es una zona con indicios de ocupación romana. Los arqueólogos de la Universidad de Cantabria localizaron calzadas romanas el año 1999. Indicaban que podría ser la que uniese Suances con Sasamón.

Estas familias fueron los foramontanos, provenientes de la Liébana y de Malacoria y que insuflaron nueva vida a la tierra. Jugando con nuestro símil del Oeste, serían una caravana de pioneros que se adentraron en un territorio inhóspito, sin protección del ejército, temerosos de los indios… ¡¡¡Qué leches!!! Mejor recurro al ejemplo de la conquista de los estados del sur de EEUU por los españoles que desde Nueva España creaban caravanas de familias. Estas con sus enseres, un Gobernador y sacerdotes se internaban en el norte para “integrar” en la Corona de Castilla unas tierras y unas gentes duras y feroces.

Era 15 de Octubre del 824 cuando Munio Núñez firmó el siguiente documento, abriendo las puertas a un torrente poblacional de cántabros, astures y vascones que fueron los que repoblaron la zona. Atención, podemos encontrarnos con que se feche el fuero el día 13 de octubre. El baile de los días es culpa de la datación romana, En octubre los Idus son el día 15 pero hay meses donde es el 13 lo que lleva a que se encuentren las dos fechas.

Cuadro sobre el Fuero de Brañosera de Fco. Javier Hoyos Arribas
La carta puebla:

"Sea en el nombre de Dios. Amén. Yo Munio Núñez y mi esposa Argilo, que buscamos el Cielo y recibiendo la merced entre osos y cacerías solemos fomentar poblados, hemos llevado para poblar, a vosotros Valero, Félix, Zonio, Cristuévalo y Cervello y a todos vuestros descendientes y os regalamos para poblarle, aquel lugar que se llama Braña Osaria, con sus montes, sus ríos, sus fuentes, frutos y valles y os señalamos como límites, los sitios conocidos por los nombres de Cotopedroso, aquella Casa de Campo, aquellos Llanos, y aquella antigua ciudad y aquel pradum porquerum, Cobas Regis, Penna Robra y aquel estrecho sendero por donde caminan los asturianos y otros comarcanos, aquel Petrizo que está enclavado en el Valle Verzoso y aquel coto mediano y os daremos yo el Conde Munio Núñez y mi mujer Argilo, a ti Valerio, Félix, Zonio, Cristóbal y Cervelo los mismos límites a vosotros o aquellos que vinieren a poblar la villa de Braña Osaria, y a todos los que lleguen de otras villas con ganados u otros negocios, con el fin de pacer las hierbas entre los límites dichos, que en esta escritura se leen los hombres vecinos de la Villa de Braña Osaria, les cobren el monttático y de las cosas y ganados que hallaren entre sus indicados límites, hagan (la mitad para el Conde) y la otra mitad para los hombres de la Villa de Braña Osaria y todos los que llegaren a poblar la Villa de Braña Osaria no den anubda ni guardias a los Castillos y solamente paguen el tributo que estuviere a su alcance por infurción (3) al Conde que estuviere en el Reino; y hemos poblado por debajo y junto a los arbustos del campo de huesos de la iglesia de San Miguel Arcángel, y legamos tierras(de labor) junto a la misma iglesia a derecha y a izquierda en sufragio de nuestra alma.

Yo Munio Núñez y mi mujer Argilo; si algún hombre después de nuestra muerte contradijere al concejo de la villa de Braña Osaría por los montes o límites o contenido que en esta escritura se señalan, de sus bienes pagará antes de litigar, tres libras de oro al Conde que estuviere en el Reino y esta escritura tenga firme ratificación.

Fue hecha esta escritura en el señalado día feria tercera de los idus de octubre, corriendo la era LXII y reinando el Príncipe Alfonso Rey y siendo Conde Munio Núñez. (Jueves 13 o 15 de Octubre de 824)

Yo Munio Núñez y mi esposa Argilo hemos firmado en esta escritura, el palafranero, con Armonium, Presbítero, Mónito, Ardegacamna, Vicente y Tello, Ablaza, Valerio como testigos".

Aclaraciones:

(1) Actualmente: Los sitios conocidos por La Pedrosa y por el Villar y los Llanos y por Zorita y por Pamporquero y por Cuébanes y Peña Rubia y por la Hoz por la que discurre el camino de los de Asturias y Cabuérniga y por aquel Petrizo que está enclavado en el Valle Verzoso y por el Collado Mediano.
(2) El Monttático o montático era un tributo que se pagaba por los pastos.
(3) Infurción: Tributo pagado al Conde para cubrir los servicios de defensa del Reino.


El fuero o carta puebla de Brañosera sería confirmado posteriormente por los siguientes condes de Castilla:
  • García Fernández en el 912, recordando que Nuño Núñez y Argilo eran sus abuelos.
  • Fernán González en el 968. Conde en Burgos y en Castilla quien cataloga a Argilo y su marido como “Abuelos míos”. (Poco probable pero no imposible). También podemos pensar que los refiere como Bisabuelos.
  • Sancho García en el 998.
Para numerosos estudiosos e investigadores, este sería el más antiguo de entre todos los fueros de los reinos cristianos ibéricos. Al menos, el más antiguo superviviente. Ciertamente, la situación era especial, con un reino Astur replegado al norte de la cordillera cantábrica. Además, autores como el francés Barrau-Dihigo en el “Anuario de Historia del Derecho Español” y el ensayo titulado “Despoblación y repoblación del valle del Duero (Buenos Aires, 1966), y Sánchez Albornoz y Floriano Cumbreño destapan sus dudas sobre la autenticidad del documento. Pensemos que durante muchos años los documentos tenían un valor, digamos, actualizable cuando no “reconstruible”. Todas las dudas surgen porque es una copia muy deteriorada y con alguna interpolación aunque al no beneficiar al monasterio de Arlanza, donde estaba, y referirse a unos cuantos “donnadie” en un paraje perdido de la mano de Dios en la montaña podemos valorarlo como cierto, o casi.

Tanto Pérez de Urbel como García Guinea dan como posible que el conde Munio Núñez dominara Liébana y Campoo en el reinado de Alfonso II el Casto. Y él sería quien se encarga de reclutar a varias familias de Cabuérniga (no Liébana) como primera avanzadilla hacia la repoblación. Vemos que los sitios de procedencia varían ligeramente.

Si nos fijamos en lo detalles que ofrece el texto vemos que los colonos son agricultores y ganaderos y que se les libera de las tareas de índole militar. Podríamos, por ello, suponer que existirían fortalezas en el entorno. Tal vez en Aguilar de Campoo y Cervera de Pisuerga. Señalemos, también, la presencia del concejo como poder en pie de igualdad al real, representado en su conde.

Afecta, por tanto, a la histórica política del condado de Castilla y al desarrollo de las estructuras jurídicas y la sociedad medieval.

Vale, bien, pero… Brañosera no está en nuestra comarca (ahora), entonces, ¿Por qué hablamos de Munio Núñez y del Fuero de este pueblo? Porque hemos de suponer que en Castilla la Vieja y aledaños el sistema sería el mismo. De hecho, fue confirmado por los posteriores Condes en/de Castilla.

Estimacíón Condado de Castilla
Y sobre lo de que no es parte de Castilla la Vieja podríamos decir que Brañosera con Aguilar de Campoo formaron parte de la diócesis de Burgos hasta el año 1956, en que se acomodaron los límites diocesanos a los de las provincias civiles.

Otrosí, parece ser que Munio Núñez sería pariente de Fernán González. En su libro “Historia del Condado de Castilla” Gonzalo Martínez Díez presenta una relación genealógica desde “el de Brañosera”:

Munio Núñez y Argilo (¿795-860?)
Fernando Muñoz (¿825-890?)
Gonzalo Fernández (¿855-920?) Urbel lo denomina Gonzalo Núñez. Y es que este personaje es una elucubración.
Fernán González 905-970
García Fernández 943-995
Sancho García 975-1017

Pero todo son suposiciones más o menos firmes. Diversos autores han creado sus propias genealogías y biografías para Munio Núñez de Brañosera. Algunas de ellas fundamentadas otras inventadas. A continuación presento algunas otras:

a) Cuadro de la página de Internet Homar.org especializada en genealogías (aunque no informa de las fuentes) donde le hace padre de dos hijas:


b) Biografía de “Retratos de Españoles ilustres” (1791):

Lo presenta como Munio Núñez Rasura, Señor y Conde de Amaya, nacido en esa ciudadela en 789 o 790. Se le hace nieto de un imposible soberano de Castilla (el Conde D, Rodrigo, no Rodrigo Belchides). Crea una biografía presentando tutores (Mauro, Monje de S. Martín de Tama). Resalta sus dotes militares e influencia social. Con menos de 35 años da el fuero de Brañosera. Tras la muerte de Alfonso II acoplan la leyenda de los Jueces que ya explicamos en otra entrada. Indica que murió el año 862 y que fue el progenitor de los tres últimos Condes Soberanos de Castilla. (De aquí coge su información la página de Brañosera).

c) Árbol genealógico de la página de la Internet Rodovid:

Nos informa de sus padres, abuelos, hijos y nietos. Describe clanes confundiendo familia y “raza”. Informa de nombres y apellidos pero no nos dice de donde han sacado los datos. Una curiosidad como otra cualquiera.

Abuelos Paternos:
  • Paternos: Munio Belchides (Nac: 750 D.C.) casado con Sula
  • Materno: Tendio Adiantado
Padres: Nuño Muñoz Rasura (Nac: 780 D.C.) casado con Tenda Uraquez (Muñoz) (Nac: 790?)

Munio Núñez de Brañosera (Nac: 810-862) casado Argilo Díaz de Brañosera.

Hijos:
  • Gotinha Muñoz (Gonzálvez) (Nac: 850 D.C.) casada con Fernando González de Castrosiera. Fueron padres de Nuño Fernández de Amaia (Conde de Castilla) casado con Muniadona Núñez. Esta dama, tras enviudar, se casará con el hermano de su marido: Gonzalo Fernández de Lara.
  • Diego Muñoz Castrogeriz, padre de Laín Díaz, el Calvo, que se casó con Flámula.
  • NN Rodríguez de Castilla casada con Nuño Munoz de Castilla. Fueron padres de Nuño Muñoz de Castrogeriz (Nac: 844 D.C.) casado con Sulla Asura Dieguez de Castilla, y de Muniadona Núñez que casó con Nuño Fernández de Amaia.
Vemos aquí que Nuño Núñez se le presenta como antecesor de los Condes de Castilla y de la Casa de Lara.

d) Si uno navega por la red se puede encontrar muchas variaciones sobre lo aquí expuesto, desde presentar al de Brañosera como padre del Munio Núñez de Castrogeriz hasta convertirlo en consuegro de Diego Porcelos por el casamiento de la hija de este, Gothina, con el Conde Fernán Núñez el Negro (que en otras genealogías aparece como nieto).

En fin, hay más pero estos ejemplos pueden ser suficientes para explicar el problema ante el que nos enfrentamos con este personaje. Y es un problema extensivo a muchos aspectos de la antigüedad que lleva, continuamente, a corregir el pasado como si fuese la novela “1984”.

Bibliografía:

“La gran aventura del reino de Asturias” de José Javier Esparza.
“Historias de Idacio, Obispo, escritas poco antes de que España se perdiese” del año 1634.
“Retratos de Españoles ilustres” (1791).
“Historia del Condado de Castilla” Gonzalo Martínez Díez.


Quiero dedicar la presente entrada a Isabelo, de Peñalba de Manzanedo, y su esposa Juana, de Arenillas de Ebro, que celebran en esta fecha su aniversario de boda. Se casaron el 14 de Agosto de 1956. ¡Enhorabuena!

martes, 6 de agosto de 2013

¡Haga Turismo! Venga usted a 1930

Estamos en el año 1930. Alfonso XIII todavía es Rey y al frente del Gobierno de España ha estado el General Primo de Rivera y desde Febrero está el General Dámaso Berenguer que tiene como tarea retornar a la normalidad constitucional (la de 1876). Si a alguien le suena el término “Dictablanda” se refiere a el tiempo que va desde ese Febrero hasta la proclamación de la II República Española.

Económicamente España crecía. A su vez, se produjo un cambio en la estructura y diversificación del tejido industrial. Con ello, en 1930, menos de la mitad de los activos estaban vinculados al sector primario y el peso de la industria en el PIB era similar al del campo. Este crecimiento industrial es inseparable del milagro Vizcaíno, su hierro, la cercanía al mar y el convertidor Bessemer. Bueno, y los capitales (repatriados de Cuba y generados en la península).

Y, donde hay crecimiento hay demanda, de artículos normales y de los de Lujo. Entre estos últimos: El Coche. Este, hasta 1918, era un lujazo y luego, hasta la guerra civil, sólo un lujo. Por ejemplo, entre 1918 y fin de 1930 se registraron 248.948 nuevas matriculaciones (Burgos 1.644 nuevos automóviles). Así, España pasaba de de 1,82 vehículos por 1.00 habitantes en 1922 a 8,23 en 1930, en la línea de la evolución italiana y alemana. Puede parecer poco pero en el intervalo que va de 1940 a 1955 se matricularon unos 130.000 vehículos.

Un factor que influyó en el despegue de la automoción fueron las infraestructuras. Los gobiernos del primer tercio del siglo XX, mediante planes para la conservación y construcción de carreteras, entre los que hay que mencionar las leyes de caminos vecinales y provinciales de 1911 y 1925, el llamado Plan Gasset de 1914 y, sobre todos, el "Circuito Nacional de Firmes Especiales" de 1926 se lanzaron a la creación del conocido sistema radial de carreteras.

El resultado, además del aumento indudable de la densidad de carreteras, fue la calidad de muchas de ellas que a la altura de 1930 era admirada tanto por franceses, como por autores de guías turísticas que llegaba a considerar las carreteras españolas "como las mejores del mundo".

Vehículos Matriculados en 1930 según provincias.

Volviendo a los coches, no es lo mismo matricular que circular. Los automóviles autorizados fiscalmente para circular en el segundo semestre de 1930, por haber pagado la cuota de la “Patente Nacional de Circulación” eran 165.827 vehículos. Lo que significa una ratio de 7,2 vehículos por 1.000 habitantes. En Burgos la proporción era de entre 4,5 a 6,49 vehículos por 1.000 h.

Las causas de que en Burgos hubiera pocos coches serían, lógicamente, el nivel de renta provincial y el precio de los coches. Pero hay otras que afectan a la demanda de coches, entre ellas la existencia de transporte alternativo, servicios técnicos y de repostaje (Burgos: 45 km. entre gasolineras), el nivel educativo de la población o el ejercicio profesional. (El médico rural necesita coche o el vendedor ambulante).

Unido a todo esto surge el viaje turístico y la mejora de la infraestructura hotelera de España. Son los años del nacimiento de la red de Paradores Nacionales.

Y… ¿Qué se hizo en Burgos? La Excelentísima Diputación Provincial, presidida por don Francisco Aparicio editó la “GUIA ILUSTRADA DE LA PROVINCIA DE BURGOS”. Esta guía de 31x23 cm. (un DIN-A-4) estaba pensada para llevarse en los viajes. Bueno, poco pensada ya que esas dimensiones no son cómodas para los viajeros. Las Ilustraciones eran de A. Vadillo y «Photo Club». El autor fue Don Luciano Huidobro, Cronista de la Provincia de Burgos. Constaba de unas 68 páginas y, por las informaciones leídas, la tirada fue insuficiente.

Se trataba de una obra pensada para los turistas, práctica, que divide la provincia en 16 itinerarios. Cada uno lleva un croquis de caminos, varias fotografías de 'monumentos, objetos de arte o pasajes, y noticias históricas, artísticas, y descriptivas de los terrenos. Incluye datos culinarios y hosteleros.

Los itinerarios que les presento son los referentes a Las Merindades: el 7, el 8, el 9 y el 10. Verán que no ha pasado tanto tiempo, salvo para el lenguaje.

 




















Bibliografía:

Guia Ilustrada de la provincia de Burgos.
Las luces y sombras del crecimiento económico (1900-1930) Jordi Palafox. Universidad de Valencia.
Determinantes de las diferencias espaciales y funcionales de la difusión del automóvil en España antes de la Guerra Civil: Una aproximación cuantitativa (José-Luis Hernández-Marco Universidad del País Vasco).