El
ejército romano pasó de componerse de levas formadas por ciudadanos romanos a unidades
profesionales con un fuerte sentimiento de pertenencia, en especial tras la
reformas de Cayo Mario y de Augusto.
Irónico cartel de reclutamiento romano. |
Puede
que por eso la incorporación al Imperio de los autrigones fue pacífica -tampoco
es que dispongamos de muchos elementos para acreditarlo- a diferencia de lo que
ocurrió con los cántabros. Así pues, Las Merindades no sufrieron. O sí, porque
los límites de aquella Cantabria son muy difusos.
Las
razones de la guerra cántabra (29 AC al 19 AC) son "económicamente"
diversas: los cántabros eran un pueblo ganadero, con reses alimentadas en los
pastos montañeses, y que necesitaba a los autrigones (agricultores) para
intercambiar sus mutuos excedentes. Al incorporarse estos últimos a la
estructura imperial, su excedente agrícola se incorporaba al eficiente mercado
romano. Ahora no tienen necesidad de intercambiar bienes con los cántabros
porque ellos ya disponen de un mercado capaz de absorber y reorganizar los
excedentes.
Los
cántabros se quedaron fuera pero con las mismas necesidades que antes, lo que
acrecentó su disposición al pillaje. Esto sirvió para que Roma, atacada, terminase
la conquista de Iberia. Idea que probablemente, existió inicialmente entre los
líderes romanos porque, aunque hubiesen sido los mejores vecinos del mundo, los
astures y cántabros ocupaban un territorio de Hispania que obligaba a Roma a
mantener demasiados soldados acantonados y que limitaba su comercio de cabotaje
por el cantábrico. Además. en la zona había oro y otros minerales de interés.
Algunas teorías sobre los límites de Cantabria |
Los
textos que nos han llegado nos muestran una guerra atípica. Expliquémoslo, los
ejércitos de la antigüedad requerían un espacio amplio y llano para desplegarse
en orden de combate y emplear sus recursos tácticos. Frente a las legiones nos
encontramos con una guerrilla que aprovechó el terreno. Los romanos lograron
utilizar una vez con éxito la batalla campal (Vellica) y el asedio a las
ciudades (Aracillum) pero eran excepcionales. Ante las dificultades de la lucha
en Cantabria Roma ensayó una nueva táctica: sus tropas se internaban en los
bosque en línea cerrada, para que nadie escapara, conduciendo al enemigo hacia
ciertos lugares donde era masacrado por las fuerzas allí apostadas. Este
sistema insólito y cruel suponía contar con tropas muy numerosas para la compleja
operación, como en efecto sucedía en esta guerra, y asimismo con cierto
conocimiento de la topografía del país, que sería probablemente lo que más
fallaría.
Y,
por supuesto, la técnica usada en el monte Vindio (¿los Picos de Europa?) o el
Medulio. El método suponía el empleo de mucha mano de obra para trabajar en el
cerco y después para controlarle. Floro lo describe con precisión: "Al final tuvo lugar el asedio del
Monte Medulio, que fue rodeado por un foso continuo de 15 millas . Avanzando a
la vez y por todas partes el ejército romano, los bárbaros al fin se dieron
cuenta de que estaban en una situación desesperada y se vengaron en medio de un
festín, dándose muerte a sí mismos a porfía, con el fuego, el acero y el veneno
que comúnmente obtienen de los arboles del tejo, librándose la mayor parte de
la esclavitud, que estimaban por entonces ser más onerosa que la propia
muerte"
Guerreros Ibéricos (Ángel Pinto) |
Al
Monte Vindio ("Monte Blanco" en celta) huyeron los cántabros
vencidos, creyendo que así estarían a salvo; pero aquí debió también de
aplicarse la táctica del acorralamiento ocupando las tropas romanas los valles
próximos, de modo que los cántabros huidos no pudieron descender antes de las
nieves del invierno, pereciendo. No había necesidad de obligar a ascender por
sus laderas a las legiones romanas. Bastaba con el control de los valles y
vaguadas para que el rigor de aquel invierno del 26-25 a. C. hiciera el resto.
Todo
esto fue posible porque el Imperio romano era el ejército más poderoso de su
época. Formado por profesionales (soldados, ingenieros, contables, médicos...) de
un coste muy alto que empujaba a Roma a seguir conquistando para obtener nuevos
inputs. La guerra movilizó unos 70.000 legionarios (las cifras oscilan entre
50.000 y 100.000), con tropas auxiliares, y contra ellos se estima que lucharon
alrededor de 100.000 guerreros cántabros y astures. ¿Pocos? ¿Muchos? al gusto.
Lo que es cierto es que Roma se enfrentaba al general geografía y sus problemas
tácticos. Y, como hemos señalado, ganó.
Se
conoce la relación de unidades romanas que participaron gracias a distintas
fuentes: I Augusta, II Augusta, IV Macedónica, V Alaudae, VI Victrix, IX Hispanensis,
X Gemina y XX Valeria Victrix y las unidades auxiliares de caballería e
infantería: Ala Augusta, Ala Parthorum,
Cohors IV Thracum equitata,
Ala II Gallorum, Cohors II Gallorum y Ala II
Thracum Victrrix ciuium Romanorum.
Optio y Centurión (Ángel Pinto) |
La
Legio IV Macedonica tuvo bases en varios lugares, una junto a Reinosa y otra en
Sasamón. Se sabe que en el frente oriental actuaron la Legión I Augusta y la II
Augusta y la legión IX Hispana. En este frente estaban Las Merindades.
Lo
sé. Para nosotros solo son nombres pero los ejércitos de hoy han heredado
elementos de las legiones y su cultura militar. Una de ellas es cuidar el
espíritu de la unidad, su historia. Y de ellas vamos a hablar: de la sorprendente
historia de las legiones que actuaron en el frente oriental, en Las Merindades.
LEGIO I AUGUSTA:
Legión
reclutada por Pompeyo en la Galia Cisalpina, aproximadamente en 55 a.C., y
enviada a César como refuerzo en su guerra en la Galia, participando en la
derrota de Vercingetórix. César se la devolvió a Pompeyo, a requerimiento de
éste, en 50 a.C.; pasando a Caputa (Italia). También es posible que el origen de
esta legión esté en la que Pompeyo reclutó en Hispania con el nombre de Vernácula
pero no hay constancia de ello. En 48 a.C. combatió con Pompeyo en Farsalia. Tras
esta batalla surge la confusión, no sabiéndose si pasó a integrarse en el
ejército de César o si continuó en el bando pompeyano, ya que en éste, en la batalla
de Munda (Montilla, Córdoba), había una legio I. A la muerte de César se
integró en el ejército de Octavio y con él combatió. contra Sexto Pompeyo en
36-35 a.C. Tras la reorganización militar de Augusto recibió el título de Augusta
y pasó a Hispania, participando en las guerras cántabras, donde sufrió una fuerte
derrota y, probablemente, perdió el águila. Podría haber sido disuelta poco
después, quizás a consecuencia de ello. Aunque la mayor parte de los estudiosos
lo reducen a la prohibición de llevar el nombre del emperador. Sus veteranos, y
los de la II Augusta, fueron asentados en laColonia Iulia Gemela Acci (Guadix, Granada).
Entre
el 16 a.C. y el 9 a.C. estuvo acantonada en Colonia, luego en Bonna (Bonn) hasta el año de los cuatro emperadores. Durante
la rebelión bátava del año 70 acudió a ayudar a las legiones sitiadas en Xanten (Alemania) pero, junto a
otra, fueron sitiadas y hechas prisioneras, jurando lealtad al Imperio Gálico
de Julio Civilis.
Quinto
Petilio Cereal, enviado por Vespasiano, aceptó la vuelta a las banderas romanas
de estos soldados, Pero terminadas las operaciones, se decidió que el nombre de
esta legión debía desaparecer, para lo cual procedió a licenciar
ignominiosamente a parte de sus soldados y al resto los humilló incorporándolos
a legiones nuevas. En el caso de la Legio I Germanica, sus hombres fueron
integrados con los efectivos restantes de la legión VII de Galba, creándose la Legio
VII Gemina.
LEGIO II AUGUSTA Britannica:
Legión
del ejército de César en Hispania en 47 a.C. Combatió en Filipos (42 a.C) con
los triunviros y en Actium (31 a.C) con Octavio. Alrededor de 27 a.C. recibió
el título de Augusta y pasó a Hispania. Sus emblemas eran Pegaso y Capricornio.
Entre 27 y 19 a.C. combatió en las guerras cántabro-astures, tras las que
permaneció de guarnición en Hispania, de donde salió apresuradamente hacia
Germania tras el desastre de Varo (9 d.C.), en el que tres legiones fueron
aniquiladas por los germanos. Participó en el motín de las legiones de Germania
a la muerte de Augusto, siendo apaciguada por Germánico, con quien combatió los
dos años siguientes contra los germanos. En 43, y bajo el mando de T. Flavio
Vespasiano tomó parte en la conquista de Britania, por lo que recibió su
segundo apelativo. Tras la conquista quedó acuartelada en la Isca Silurum
(Caerleon, Gales). Apoyó a Vitelio en su marcha hacia el trono en 69, pero
cuando se enteró de que su antiguo comandante Vespasiano, se había proclamado
emperador se pasó a sus filas. Destacamentos de esta legión intervinieron en la
represión de la sublevación de Civilis en 69-70. Toda su historia posterior
sucede en Britania, donde intervino en todas la campañas en la isla. A
comienzos del siglo V estaba acuartelada en Rutupiae (Richborough, Inglaterra)
como una legión comitatense.
LEGIO IV Sorana MACEDONICA:
Legión
reclutada, casi con toda seguridad, por Pompeyo, con cuyos partidarios combatió
en Tapso (Africa) en 46 a.c. Tras esta batalla pasó a integrarse en el ejército
de César y, a su muerte (44. a,C.), en el de Marco Antonio, del que desertó en
43 a.c., pasándose al de Octavio. En esta época, por alguna acción militar en
Soira (Sorano, Italia), recibió su- primer apelativo. Formó en el ejército de
Octavio contra Marco Antonio en 43 a.C. y en el ejército del Segundo Triunvirato
contra los asesinos de César, en 42 a.c., en Filipos (Macedonia), de donde recibió
su apelativo definitivo. En 31 a.c. combatió junto a Octavio en Actium, derrota
definitiva de Marco Antonio. Sus signa eran Tauro y Capricornio. Enviada a
Hispania, combatió en las guerras cántabras, al término.de las cuales (19 a.c.)
quedó acuartelada en las cercanías de Pisoraca (Herrera de Pisuerga.Palencia). En
40 participó en la conversión de Mauritania en provincia romana tras lo cual
fue enviada a Germania, estando en 43 en Mogontiacum (Maguncia), compartiendo
campamento con la XXII Primigenia. En 69 apoyó la sublevación de Vitelio y parte
de la legión pasó a combatir con él a Italia. Cedió efectivos a la Guardia Pretoriana
de Vitelio, una vez emperador, y fue derrotada en Cremona (Italia) por los partidarios
de Vespásiano, El contingente que quedó en Mogontiacum se pasó a los rebeldes
de Julio Civilis y por ello, una vez dominada la sublevación, Vespasiano la disolvió
en 70.
Pero
las investigaciones históricas han revelado que, probablemente, esta legión fue
reformada y renombrada como IIII o IV Flavia Felix (“Afortunada por los
Flavios”) y estacionada en Burnum (la actual Kostanje) en Dalmacia. Su nuevo
signo sería un león lo que nos hace pensar que fuese oficialmente constituida y
entregada su águila entre julio y agosto de del 70, durante el signo Zodiacal
de Leo. Estaba aun en activo en la Moesia Superior en la primera mitad del
siglo cuarto, pero desapareció de los registros históricos antes del 400.
LEGIO IX Macedónica Triumphalis
HISPANA Britannica:
Legión
reclutada antes de 59 a.C., año en que estaba en la Galia Cisalpina. Pasó con César
a combatir en la Galia entre 59 y 50 a.C. y luego en el bando cesariano en la
guerra civil contra Pompeyo, combatiendo en Hispania en .49 a.C. Ese mismo año se
amotinó en Piazenza (Italia), por lo que César la disolvió aunque poco después la rehabilitó. En 42 a.C. estaba en
el bando de los triunviros en Filipos (Macedonia) donde recibió su primer apelativo.
El segundo se debe a su participación en un triunfo en Roma con Octavio. Entre
27 y 19 a.C. combatió en las guerras cántabras en Hispania, donde ganó su definitivo
cognomen. Al acabar la guerra fue enviada a la región de Iliria, a Siscia (Sisak,
Croacia), participando entre 6 y 9 d.C. en la represión de la rebelión panonia.
Entre 20 y 24 estuvo en Numidia para combatir la rebelión de Tacfarinas. En 42
tomó parte en la expedición a Britania, por lo que recibió su último epíteto.
Allí
quedó acuartelada primero en Lindum (Lincoln) y luego en Eburacum (York). En el
año 60 d. C., el poder romano en Britania sufrió un importante revés con la
rebelión de la reina Boudica (60-61 d.C.), alzamiento provocado, entre otras
razones, por la pésima gestión de la administración romana en la isla. Boudica,
viuda de Prasutago rey de los icenos. Al morir su esposo sin descendencia
masculina, los romanos se negaron a reconocer los derechos de su viuda y de sus
hijas al trono iceno. El despiadado trato recibido por ellas llevó a Boudica a
rebelarse contra el poder romano, insurrección a la que se sumaron tribus
vecinas como la de los trinovantes. La legión IX Hispana fue la primera que
luchó contra los rebeldes britanos, enfrentamiento en el que sufrió fuertes
bajas, llegando a perder hasta dos mil hombres, tras lo cual tuvo que retirarse
a su campamento base en Lincoln (Lindum).Por ello, hubo de ser reforzada con
dos mil soldados sacados de las legiones de Germania.
La última noticia que
poseemos de la presencia de la IX Hispana en Britania es del año 107-108. Esta
no es otra que una inscripción hallada en York, que nos informa de la
participación la legión en la reconstrucción de una de las puertas del
campamento en el que estaba asentada. A
partir de entonces disminuyen los testimonios de la existencia de la IX Hispana.
A esto se suma el hecho de que la IX Hispana no aparece citada en la enumeración
del año 162 de las 28 legiones en activo en esos momentos.
Posible estandarte |
Esta
situación ha supuesto un filón para la literatura y el cine. A principios del
siglo XX, el historiador y arqueólogo británico Francis J. Haverfield avanzó la
idea de que la legión IX Hispana podría haber sido destruida o disuelta tras
algún desastre militar acaecido en el norte de Britania o incluso en Escocia.
Esta idea fue posteriormente desarrollada por la escritora Rosemary Sutcliff en
la novela que escribió sobre el tema: "El Águila de la novena legión"
(1954). La inspiración de Sutcliff a la hora de escribir la obra fue el
descubrimiento, en el siglo XIX, de un águila de bronce en las excavaciones
arqueológicas en la ciudad de Silchester. Un poco más tarde, en el año 1955, el
arqueólogo e historiador Ian Richmond defendió la idea de que la IX legión
Hispana fuera disuelta por Adriano durante su visita a la provincia britana en
el año 122 tras haber sufrido la unidad diversas derrotas. Es, sin duda alguna,
la versión de Rosemary Sutcliff de la destrucción de la IX Hispana en su marcha
hacia el norte de Britania la que ha quedado grabada en la imaginación popular
como un hecho histórico contrastado.
Pero
los datos históricos se alejan de esa postura y apuntan su posible presencia en
la revuelta judía de Bar-Kokhba, (132-135) que obligó al emperador Adriano a
desplazar unidades militares de otras provincias para hacer frente a los
rebeldes, otorgando la dirección de las operaciones al gobernador de Britania
Julio Severo. Algunos historiadores han defendido la idea de que la IX Hispana
hubiera podido partir en el año 134 hacia Juda junto con el gobernador de la
provincia, en la que tras sufrir numerosas bajas la unidad sería disuelta. Salvo
que, aunque el traslado de Julio Severo está documentado, la marcha de la IX
Hispana no.
Otra
hipótesis surgió tras descubrirse un diploma militar datado el 8 de febrero del
año 161 d.C., durante el consulado de Quinto Numisio Junior. Si este cónsul fuese
el mismo que el conocido por otra inscripción con el nombre de Q. Camurio
Numisio Junior, que fue tribuno de la IX Hispana, se podría suponer que la IX
Hispana existía en los años 135 o 140 d.C. Situaríamos así su desaparición en el
desastre de Elegeia (Armenia) del año 161, donde, según Dión Casio, una legión
romana fue destruida a manos de las tropas partas dirigidas por el general
Cosroes. O, no.
De
lo único de lo que estamos seguros es que la legión IX Hispana ya no estaba en
activo al inicio del reinado de Marco Aurelio, ya que no aparece en la famosa
inscripción del año 162.
Bibliografía:
"Historia
de la IX Legión Hispana" Jorge Pisa Sánchez.
"Historia
y Vida" Num. 286: "Historia de las legiones romanas de Hispania"
por Julio Rodríguez González.
"Batallas en Las Merindades" de Aitor Lizarazu Pérez y Felipe González López.
"Batallas en Las Merindades" de Aitor Lizarazu Pérez y Felipe González López.
"Legio
IIII Macedonica" de Joaquín Gómez-Pantoja.
"Las
guerras cántabras en las fuentes" de Joaquín González Echegaray.
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