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sábado, 20 de septiembre de 2014

Medineses en cueros


Cuando entramos a Medina de Pomar por la carretera de Trespaderne pasamos junto a unos edificios en ruinas a la vera del río. Sabemos que algo tienen que ver con fábricas porque, si somos perspicaces, distinguimos una chimenea de las del tipo "fábrica". Ya, pero, ¿qué tipo de fábricas? Eran curtidurías o tenerías. Julián Sainz de Baranda, en su obra "Apuntes Históricos sobre la Ciudad de Medina de Pomar" de 1917, nos las presentaba como una industria residual. Aunque veinte años antes...



Vayamos por partes, una curtiduría es un lugar donde se curten las pieles y una tenería es donde se curte con tanino, sustancia vegetal proveniente de la corteza de ciertos árboles. Y, es que, el cuero siempre fue importante dentro de las producciones de Las Merindades. Desde el siglo XV existen referencias a curtidores y zapateros con dos centros: Medina de Pomar y Frías. la primera preparando las pieles, es decir, al curtido y la segunda haciendo zapatos.

En Medina estaban a ambos lados del río Trueba y alimentadas por el río Salón (afluente del Trueba en Villacobos) que tenía en Torres una presa y canal para los molinos harineros y curtidurías situados entre Villamar y el puente de la Cerca. Fabricaban, estas últimas, sobre todo, suela, cuero para abarcas, becerros y baquetas. La calidad era excelente, alcanzando la producción de 5.000 cueros vacunos. El hecho de su separación del núcleo urbano era debido al mal olor que desprendían las pieles, o mejor dicho, los desperdicios, pues el curtido no genera un olor especialmente desagradable. Respecto a la proximidad de los cauces de las corrientes de agua, están en función de la necesidad de agua y las condiciones de desagüe.


Se preguntarán por qué el río Salón y no el Trueba dado que las tenerías descansan en su ribera. Podría ser porque su agua es ligeramente salina que ayuda a ablandar y pelar las pieles

Por supuesto no era el único lugar donde se curtían pieles haciéndose, también, en Frías y en los molinos del Valle de Valdivielso, por ejemplo.

El procedimiento podía iniciarse moliendo la corteza de encina para el curtido. Pero el trabajo con la materia prima empezaba desollando al animal y salando la piel. Esta se extendía en el suelo con gran cantidad de sal. A veces, traída la piel, se la echaba directamente a remojar durante 4 o 5 días, en agua sólo, después se sacaba y se estiraba apoyados en una madera de forma triangular, trabajándola con una cuchilla, en húmedo. Las pieles saladas pasaban a un pilón con agua, para que soltasen la sal, en él estaban unos días; mientras, se movían y sacudían.

El proceso continuaba ablandando el pelo en un pozo con cal y agua, donde permanecían entre 10 Y 20 días. Luego a unos caballetes para, con cuchillas, quitar la cal y descarnar. Se puede estirar, cuando menos una vez durante 4 o 5 días hasta sacarles bien la cal.

El curtido-curtido lo hacían en pozos de madera. Había distintas modalidades: el rojo en atán con agua caliente para los zapatos; en blanco para aperos y coyundas donde se utilizaba piedra blanca o caolín; el curtido en negro se mezclaba el atán con clavos viejos.

Una vez curtido se subían a tender al secadero, se colgaba en un madero o viga que atravesaba la habitación. Si el tiempo era bueno las bajaba a una pequeña pradera para "solearlas", cuanto más calor, el proceso de secado se aligeraba. Una vez secas, si se endurecían, comenzaba el "sobeo", a golpes contra el suelo, las pequeñas; las grandes con un palo o en la pared. El brillo se conseguías con estiras de cobre o de pizarra.

Finalmente, el acabado donde, si era necesario "ensuavecer" la piel, se usaba un cepillo de madera. En el curtido blanco se "planchaba" o "cilindraba" con un "cilindro" de hierro, para posteriormente rematarlas al temple. Algunos cueros destinados a artículos de guarnicionero se sometían al engrasado, se precisaba gran suavidad para transformarlos.


Decíamos que se situaban lejos del centro de la población por lo molesta e insalubre que podía resultar la actividad. En este sentido indicar que las aguas mal eliminadas, propagan el carbunco (Antrax), enfermedad mortífera para el ganado lanar, vacuno y cabrío. El curtidor debía protegerse los pies con zuecos de madera contra la humedad constante. Entre curtidores, y boteros, abundaban los problemas en manos por el manejo de sustancias cáusticas y el contacto con las pieles y el agua. Contra la dermatitis empezaron a utilizar guantes, o dediles, delantales y botas de goma.

En el catastro o censo del Marqués de la Ensenada (en torno al 1753) ya aparecen una relación de curtidores, aunque mezclados con los zapateros.

Y el diccionario de Miñano decía que "Tiene un magnífico puente, é inmediato á él una fábrica de curtidos", sin meterse en más honduras. Pero al final de la relación sobre Medina detalla que ya había nueve fábricas de curtidos. Madoz insiste en la presencia de las 9 fábricas medinenses.

Desde 1881 la relación de curtidurías que hemos ido encontrando es:

  • Pedro Bustamante, que para 1894 se ha transformado en Pedro Bustamante e Hijos.
  • Manuel Bustamante Rosales desde 1883.
  • Bonifacio Bustamante aparece a partir de 1887
  • Eleuterio Bustamante que, igual que el anterior, aparece en 1887
  • María Cuesta.
  • Antonio Fernández.
  • Isidro Fernández.
  • Juan Fernández.
  • Viuda de A. Fernández.
  • Viuda de Rafael Fernández.
  • Viuda de Ramón Fernández que en 1894 consta como Hijos de Ramón Fernández.
  • Viuda de A. Fernández.
  • Eustaquio Fermantino.
  • José María Gárate Rosales.
  • Manuel Mendicote.
  • Ramón Rasimez.
  • Juan Ramón Rosalie o Rosales.
  • Saturnino F. Fernández que nos consta desde 1894.


En 1905 el mercado se ha trastocado figurando en el "Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración. 1905" solo tres:

  • Felipe fernández
  • Arturo Gárate Fernández
  • Leandro García.




Sobre la caída en su número les remito, nuevamente, a Julián García Sainz de Baranda en su obra "Apuntes históricos sobre las antiguas Merindades de Castilla la Vieja" que decía que "las del primer punto (Medina de Pomar) fueron numerosísimas asentadas a un lado y a otro del río Trueba, recibiendo sus pozos las aguas del río Salón y cauce del río Molinar. Fabricaron especialmente suela, cuero para abarcas y becerros y baquetas, siendo su producción de más de 5.000 cueros vacunos. La calidad del producto y la forma de su fabricación y perfecto trabajo las hacía estimables en el mercado, pagándose más que sus similares en unidad. El enriquecimiento de los dueños de las fábricas y la división material entre ellos, ha hecho que casi se pierda esta industria tan medinesa en lugar de haber logrado con su unión, seguir derroteros modernos, dadas las inmejorables condiciones de su establecimiento".


Bibliografía:

"Los oficios tradicionales en Las Merindades" de María Jesús Temiño López.
"Apuntes históricos sobre las antiguas Merindades de Castilla la Vieja" y "Apuntes Históricos sobre la Ciudad de Medina de Pomar" de Julián García Sainz de Baranda.
"Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración" de varios años.





2 comentarios:

  1. Hola buenos días me gustaría ponerme en contacto con el escritor del blog, ya que estoy buscando información de mi familia, q son unos de las fábricas de curtidos, y mi información es diferente gracias.
    Mi correo es cynthia_26281@hotmail.com

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