Los hijos de la necesidad, que
permanecieron o retornaron del norte cuando la marea islámica refluyó, se
repartieron el territorio de la naciente Castilla y aledaños. Trabajarán el
paisaje para adaptarlo a sus necesidades de producción, de supervivencia y de
crecimiento de la población. Para ello se servirán de sus brazos, de la
tecnología del momento y de la geografía.
Zona deAgüera |
Lebato y Muniadonna retornaron a un
paisaje boscoso, cubierto por un manto de especies arbóreas y de pastos. Aunque
el bosque mermaba al avanzar al sur. Eso era bueno porque la madera era un
elemento indispensable como combustible o material de construcción. Las frecuentes
alusiones en documentos a "divisas
in montes", etc., nos refieren a su explotación como insumo para los
vecinos.
¿Qué árboles formaban estos bosques? La
encina la encontramos por toda la región, incluido el Valle de Mena. La
presencia de robles, hayas y
fresnos aparece en la documentación superviviente.
Teniendo esto en cuenta, debemos
reconstruir nuestras zonas cerealísticas de los valles de Losa, de Tobalina,
Valdivielso y cuenca de Miranda como áreas ganaderas, en cuanto que el pasto y
el bosque eran sus elementos fundamentales.
A este feraz entorno se enfrentará la
creciente población de Castilla Vieja que roturará las tierras recién ocupadas
apoyándose en... ¡el molino hidráulico!
Presa Churruca (Villarcayo) |
Este supuso un gran progreso tanto en
el incremento de la producción como en la extensión del espacio cultivado. Era liberar
mano de obra para el trabajo de la tierra. Los documentos reflejan que, en el
siglo IX, el molino era un elemento imprescindible para la explotación de los
recursos naturales. Cuando se fundaba un lugar se mencionaba, junto a las
presuras y la iglesia, el molino.
Comienza así la transformación y
ordenación del paisaje buscando obtener una mayor variedad agrícola y una dieta
más completa. La necesidad de moler llevará a acercar los pueblos a los cauces
de los ríos. Los documentos nos hacen pensar que eran numerosos en las
proximidades de Valpuesta, Valdegovía y Losa.
Y, por cierto, nada baratos de comprar
y mantener (en el área de Foncea-Belorado, San Millán adquirió en 1084 medio
molino por 25 sólidos mientras que el precio de un solar entre 1070 y 1075
oscila entre 10 y 30 sólidos) por lo que sólo pudieron poseerlo los grandes propietarios.
Los pequeños se asociaron para ello.
Desde la ermita de Santa Isabel (Villamor) |
Pero no solo el molino mejoró la producción,
estaban los animales de tiro como bueyes y asnos. Claro que su fuerza solía ser
mal aprovechada debido a un imperfecto sistema de atalaje y el arado romano.
Este último, de madera, era fácil de construir.
Así, pues, la dificultad de aumentar la
productividad en la zona obliga a compensarla,
a efectos de la producción, mediante una intensa roturación del territorio a lo
largo de los siglos IX y X para hacer frente a las necesidades alimenticias de
una población en aumento.
Vayamos a por los sectores de actividad
de hoy:
Ganadería.
Caballos en Merindad de Montija |
Debió ser la actividad inicial en Mena
y Castilla Vieja al encontrarnos una proporción alta de documentos que se
refieren a ella. Por otra parte. las mismas características geográficas de
nuestra región, particularmente de los valles más septentrionales —humedad
estimulante de abundancia de bosques y pastos—, la existencia de amplios
espacios vacíos y una población débil numéricamente explicarían la dedicación
preferente a la actividad ganadera. Y, es que, este sector no implicaría
modificaciones del entorno, solo su aprovechamiento.
Si paseásemos por aquí en esos siglos nos
observarían ganado vacuno y equino principalmente, que pastaban en toda la
comarca aunque las mejores condiciones para su cría estaban en los Valles del
Norte: Mena y Ayala. Eran el sector con mejores y más abundantes pastos. Pero
también hacia el sur, en todo el Valle de Losa, Valdegovía, siguiendo el curso
del Omecillo (Tobillas, Valpuesta, Villambrosa), llegando incluso hasta Herrán
(Valle de Tobalina) había ganado. Se explica su presencia aquí por tratarse de
un sector húmedo y bastante elevado, unos 700 mts.
Bajando de esta zona, cuando las montañas
se abren, es el área de de otra especie de ganado: la ovina, en el Valle de
Losa, Tobillas, Tobalina... Pero, realmente, el ganado estaba más mezclado
incluyéndose cabras y cerdos. Estos últimos poco mencionados pero, seguramente,
presente en todos los hogares gracias a su aprovechamiento y a que la
abundancia de bosques de robles, hayedos y otros árboles favorecía su cría.
En primer lugar, el ganado bovino y
caballar parece que era utilizado por su fuerza, bien en las tareas agrícolas,
arrastre de carros o como medio de transporte y lucha. No solo eso, de ellos se
obtienen: cuero, leche, carne, tendones, huesos..
Vacas en Agüera |
Si miramos, en segundo lugar, la
utilidad del ganado ovino vemos que estriba, fundamentalmente, en la obtención de
lana para el vestido por lo que sospechamos que entraría pronto en relación en
una red de intercambios y transacciones comerciales. Es evidente también, como
en el caso del ganado caballar, que los propietarios de los rebaños de ovejas y
cabras son por lo general los monasterios o señores nobles. La carne y la leche
de las ovejas formaría parte importante en la alimentación de estos, aunque
esta suposición tampoco aparece respaldada por los documentos.
Por otra parte, la piel de estos
animales abastecía del pergamino necesario a los escriptorium de los
monasterios para la redacción de los documentos.
Y, en último lugar, un subproducto de
los animales que se reciclaba en la agricultura: el estiércol.
A medida que la población aumenta y
requiere más tierras -las que servían para la alimentación del ganado- surge el
enfrentamiento entre la ganaderos y agricultores (¿recuerdan esas películas de vaqueros
donde pelean vaqueros y ovejeros? pues algo del estilo). La ganadería exige
grandes reservas forestales y de pastos y el aumento demográfico exige un
incremento rápido de la producción cerealista.
Serán los campesinos, pequeños
propietarios, quienes ansíen tener más tierras para cubrir sus necesidades
alimenticias inmediatas, abandonando la actividad ganadera. Frente a ellos
están los poderosos que lucharán por limitar la roturación del bosque creando
islas forestales y conservando de este modo los fundamentos de su principal
riqueza.
Caballo Losino |
Esta situación establecerá, desde
mediados del siglo IX, una diferenciación clara en las actividades económicas
de Castilla Vieja: por un lado, los grandes propietarios que defenderán sus
intereses ganaderos, por otro, los pequeños campesinos que serán
fundamentalmente agricultores. Sus posibilidades de mantener una cabaña
ganadera son cada vez más reducidas. Tan sólo podrán aprovechar los terrenos de
pasto comunales que rodean pueblos y aldeas para mantener un reducido número de
animales: un par de bueyes, una vaca, cerdos...
Todo ello redundará en una
transformación profunda del paisaje: los pastizales quedarán reducidos a los
valles y montañas del Norte, y a los lugares más elevados y húmedos, mientras que
las vertientes de los valles, en las que veíamos instalarse los núcleos de
población, serán rápidamente transformadas por una intensa roturación.
La
pesca
Junto a la ganadería constituye un
primitivo aprovechamiento de los recursos naturales que proporciona parte de
las proteínas animales de la dieta. Obviamente serán peces de río.
En los siglos IX y X cada campesino se
las ingeniaría para obtener el pescado necesario para su consumo inmediato.
Este hecho, aunque importante para la economía familiar, no tiene repercusión
en la ordenación del entorno ni compite con la ganadería o la agricultura. Solo
es complementario.
Río Ebro |
Claro que se pueden acotar partes del
río para uso exclusivo. Así lo harán reyes y condes. Y, a medida que las
comunidades monásticas se multiplican... lo harán también. De esta manera los
monjes se garantizan la reserva piscícola tan necesaria en su dieta
alimenticia, de la que debía estar excluida, por regla, la carne.
La sal
Fundamental para conservar alimentos y
para alimentar al ganado, constituye un producto muy necesario tanto en los hogares
campesinos, como para los monasterios cuya base de alimentación era el pescado.
La extracción de la sal provoca así cierta especialización en la actividad
económica, que queda reflejada en las continuas menciones documentales a eras y
pozos salinos que se venden o donan.
La sal de Las Merindades provendría de las
cercanías. De alguno de los tres importantes yacimientos salinos de origen
diapírico: Salinas de Añana en el sector alavés, Salinas de Rosío y Poza de la
Sal. Al ser un producto necesario y muy localizado se establecerá un circuito
comercial importante. En primer lugar entre los tres centros productores y el
resto del área.
Más adelante, se pueden observar las
relaciones con sectores externos a la región, como lo demuestra el interés del
monasterio de San Millán, en La Rioja, por asegurarse la posesión de un buen
número de eras de sal en Salinas de Añana.
Salinas de Salinas de Rosío (Tierras de Burgos) |
En sí misma, la explotación de las
salinas no supone una ordenación específica del paisaje, salvo en aquellas
concretas localidades en que tiene lugar el aprovechamiento del producto. En
Salinas de Rosío las eras están prácticamente al mismo nivel ocupando una
extensa superficie llana, en Salinas de Añana y Poza de la Sal aparecen escalonadas
a modo de terrazas sobre las
laderas de la montaña.
Por el contrario, es muy importante la
repercusión económica y social de la explotación de este producto. Al
principio, siglos IX y la
primera mitad del X, parece que la extracción de la sal la realizan pequeños
propietarios libres, que poseen un reducido número de eras, a veces incluso el pozo
correspondiente. Esto se puede
deducir de la cantidad de donaciones de eras de sal realizadas a los
monasterios por pequeños propietarios que pueden enajenarlas libremente. El
principal beneficiado por estas donaciones será el monasterio de San Millán de la Cogolla, de donde provienen gran
parte de documentos.
El interés por la explotación de la sal
se observa en algunos monasterios desde el momento mismo de su fundación: se
incluye cierto número de eras de sal entre los bienes con que se dotan. De este
modo, la explotación de las salinas aparece compartida por los pequeños propietarios
y los monasterios que se van creando. A medida que vaya fortaleciéndose el
poder e influencia de estos últimos aumentará el número de eras que poseerán.
Los pequeños propietarios quedarán
pronto absorbidos por los grandes, muchas veces obligados a vender sus eras
contiguas a las de un vecino poderoso, o a entregarse a estos monasterios
llevando consigo sus bienes. Por ejemplo, el monasterio de San Millán de la
Cogolla adquiere, en 945, por donación del Conde Fernán González, la cuarta
parte de Salinas de Añana, con la consiguiente participación en la explotación
de la sal. El documento que confirma esta donación denota ya la intervención del poder público en la explotación de las salinas. Es
decir, que los propietarios de eras de sal debían pagar ciertos tributos al
rey, o como ocurre en nuestro caso, al Conde de Castilla.
Valle de Valdivielso |
En conclusión, podemos decir que, ya en
la segunda mitad del siglo X, este creciente interés de los poderosos señores,
laicos o eclesiásticos, por la posesión de eras de sal había reducido en gran
parte el número de pequeños propietarios libres. Ya porque estos habían perdido
sus propiedades vendiéndolas, o porque conservándolas para su explotación
habían perdido su libertad. Hacia 948, los habitantes de la villa de Salinas de
Añana se benefician sólo de una cuarta parte de la actividad de producción salinera.
Bibliografía:
LA ORDENACION DEL TERRITORIO EN LA MAS VIEJA
CASTILLA EN LOS SIGLOS IX A XI. Rosa María Martínez Ochoa.
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