Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


viernes, 13 de febrero de 2015

Romance de La Condesa Traidora.

Intentaremos ahora desgranar el relato desde la época de García Fernández. Cuentan que era un joven robusto y apuesto con bellas y delicadas manos de persona sin obligación de trabajar. Su vida cambia cuando un matrimonio de nobles franceses en peregrinación a Santiago de Compostela descansan unos días en su castillo. Les acompañaba su hija, Argentina, joven de gran belleza. García se enamora y la desposa.

Conde García Fernández

Pasaron seis años y la unión de García Fernández y Argentina fue estéril. El Conde estaba siempre agobiado por la lucha contra los musulmanes, y Argentina pierde el amor que la hiciera cambiar de patria y morada. Es cuando un noble francés, viudo, que también esta peregrinando, solicita hospedaje en el castillo. Como resultó ser un conocido de su esposa, se le recibió de buen grado. Desafortunadamente el conde García se encontraba en aquel momento enfermo y no pudo atenderle con la hospitalidad en él habitual siendo la condesa Argentina quien se ocupó del invitado. Tan bien debió de hacerlo que ambos franceses acabaron fugándose.

Para cuando el conde se enteró de la traición, los amantes se hallaban ya fuera de Castilla. Dolido, anunció que se iba a Compostela pero en su lugar marcha hacia el santuario de la Virgen de Recamador. Encargó el gobierno de Castilla a dos jueces, Gil Pérez de Barbadillo y Ferrant Pérez.

A pie y vestido de pobre pasó por la villa de los adúlteros. Paró en la posada y sondeó el ambiente. Unos villanos le comentaron que la felicidad de sus señores estaba enturbiada por su mala relación con Sancha -la hija del seductor- que no admitía a la amante de su padre, Argentina.

Rocamador

Al día siguiente, la bella Sancha se dispuso a realizar sus periódicas obras de caridad pero, deprimida por el maltrato o la vergüenza familiar, envió a su vieja criada a la caza de mendigos para socorrerlos a domicilio. La doncella bajó de la fortaleza y encontró a García en la puerta de la posada. Le atrajo la belleza de las manos del viajero - señal de distinción, por no trabajar-. Les ofreció comida y limosna y les invitó al castillo. Éstos aceptaron.

Otra versión de esta parte de la leyenda cuenta que el conde García Fernández y su criado iban todos los días al castillo para comer de las sobras que allí se repartían a los mendigos. La criada de la hija del Conde francés, una vez que asistía al reparto, notó la distinción que, a pesar del harapiento disfraz, emanaba de la persona de García Fernández mientras éste tenía la escudilla entre sus manos, vio la criada cómo brillaban de blancura, contrastando con el barro de la tosca vasija. Pensó que quien poseía tales manos no podía ser sino un noble caballero. Lo llamó aparte, como si fuera a darle más comida, y con habilidad fue preguntándole por su patria y procedencia, hasta que, ganando la confianza del supuesto peregrino, supo su historia.

Una vez en la fortaleza, la criada llevó a García donde doña Sancha, mientras ella se ocupaba del escudero. La joven, necesitada de un desconocido con quien desahogarse, enseguida le contó sus cuitas con la amante de su padre. García se sinceró también: le explicó que era el conde de Castilla y le relató, a su vez, la traición de Argentina. Sellaron su alianza con promesa de boda sin esperar a anular (o liquidar mediante defunción) el matrimonio con la otra. Lo consumaron esa noche. Antes del amanecer Sancha y su doncella se las arreglaron para que el conde y su escudero (que mantendría alto el pabellón castellano, digo yo) salieran del castillo a hurtadillas.

Virgen de Rocamador cuyo culto se extendió
gracias al camino de Santiago 

También este último párrafo tiene otra versión: La fiel sirviente, pensando que había encontrado al hombre que pudiera librar a su señora de la cruel vida que recibía, condujo al conde de Castilla por un pasaje reservado hasta la cámara de doña Sancha, que así se llamaba la hija del Conde francés. El castellano, echándose de rodillas ante la muchacha, le declaró todo lo que le había ocurrido y de qué manera había sido burlado y afrentado. "No la vida, sino el honor es lo que es valioso para mí, - le dijo. - Y no puedo volver a Castilla y presentarme ante mis súbditos si no es después de haber cumplido mi venganza".

Tres noches después, Sancha introdujo a su bígamo secreto esposo en el castillo escondiéndole debajo de la cama de su padre y de la, también, bígama Argentina. Como el francés se hallaba algo enfermo, Sancha se brindó a dormir en la misma alcoba que la pareja para asistir a su padre rápidamente. Este y Argentina se mostraron encantados con el cambio de actitud y accedieron. Sancha aprovechó una distracción de los adúlteros para atar una cuerda al pie de García y así poder avisarle del momento más oportuno para salir. Cuando la pareja se durmió, la joven tiró de la cuerda, el conde salió de debajo de la cama y los degolló. Luego, tras decapitarles, se fue con su ya legítima esposa, y ambas cabezas, a Castilla.

Volvemos a las dobles versiones -más que nada divergentes en florituras y elementos crematísticos- que alteran la posición y carácter de cada uno de los intérpretes principales: Aquí doña Sancha ve abierto el camino de su liberación a través del dolido castellano. También esa misma noche se entrega como esposa al conde García Fernández; lo oculta en su cámara y le indica el camino a la de su padre y "madrastra". García, cuando todos descansan en el palacio, se desliza ocultamente, y entrando en la alcoba de los traidores, los mata y descabeza. Y después huyen a Castilla.

Reunió en Burgos a sus vasallos y les puso al día de la situación. Dijo: "Ahora soy digno de ser señor vuestro, que me he vengado, y no antes, que vivía en deshonra". Y todos los caballeros reconocieron que la honra de su señor había quedado limpia, y rindieron pleito homenaje a doña Sancha, como condesa de Castilla. Pero ella había actuado por venganza y ambición no por amor. Al poco fueron padres de Sancho García quién fue creciendo fuerte y ambicioso. Muy ambicioso.

De hecho, se rebeló contra su padre.

Quizá les suene la historia del caballo. Vamos, la captura del Conde fue facilitada por el extraño comportamiento de su montura durante la batalla. O bien García era raro o escogía mal a sus esposas porque la condesa Sancha se había cansado de él, y poco deseosa de acabar como su antecesora, decidió dar el primer golpe. El proceso se hizo mediante la sustitución de la cebada por salvado en el pesebre del caballo del conde. Así, cuando el caballo se lanzó a la batalla, digamos que "se averió". Con ello, Sancho García heredó el condado y Sancha se convirtió en condesa viuda.


Pero aún hay más: Sancha quería ser reina, no condesa y menos condesa viuda, y, dado el mercado, lo mejor era convertirse en reina mora. Los candidatos -según versiones- eran Mahomad Almohadio o Almanzor. (La que se decanta por el caudillo árabe lo hacen para aprovechar su figura mítica e influencia política pero murió en 1002 y, por subrayarlo, los Monteros de espinosa surgen hacia el 1006). Almanzor, habiendo sabido la hermosura de la Condesa, envió un mensaje en el cual le pedía que se uniese con él. Y viendo doña Sancha de qué manera sus deseos tenían vía abierta para cumplirse, planeó lo del caballo

Para garantizarse el éxito necesitaba liquidar a su hijo y así aportar Castilla como dote. ¿Cómo hacerlo? Con veneno. Una tarde se puso a preparar la pócima en sus aposentos para lo que solicitó a su doncella que le trajera algunos ingredientes. La lealtad de la muchacha flaqueó y, aunque desconcertada le llevó a la condesa lo que pedía, le contó a su amante lo que estaba ocurriendo. El novio de la doncella era uno de los monteros del conde que, al enterarse, rápidamente corrió a contárselo a su señor. Aquella noche, Sancho García se sentó en su sitial para comenzar la cena. Circunstancia que aprovechó su madre para ofrecerle una copa de vino (envenenado). El conde, cortés, le dijo que bebiera ella. Esta sorprendida (y alarmada) se negó, insistiendo en que era un vino que había traído especialmente para su hijo a lo cual él respondió que razón de más para que se lo bebiera ella. La cosa es que el turno de bebida degeneró en discusión, el conde tiró de espada, y acabó obligando a la condesa a tragarse su vino (y el veneno). En fin, que la condesa traidora murió.


Pero de buen hijo es ser agradecido y Sancho García decidió que su madre debía ser recordada y para ello se edificó en Las Merindades un monasterio en su honor. Será el de Oña que debía ser la forma en que en esa época se llamaba a la señora: Mioña, mi señora.

Más agradecimientos: El montero que le había salvado la vida por estar liado con la doncella de su madre y por haberle dicho que le iba a asesinar, natural de Espinosa, consiguió que en adelante la guardia personal del Conde se compusiera de monteros provenientes de ese pueblo.

Rufino Pereda recogía lo que le interesaba del relato indicando que entre los años 995 a 1017 gobernaba el Condado, Don Sancho García Fernández, hijo de Don García Fernández y de la Princesa Doña Aba, nieta del Emperador de Alemania, Don Enrique I el Cazador.

En 1006 el Conde Don Sancho residía en la Villa de San Esteban de Gormaz (Burgos) y su oponente árabe, Mahomad Almohadio, tenía sus huestes en la Villa de Gormaz, frontera de aquélla. Ojo, puede que ustedes hayan leído que los lugares eran Tedeja por los cristianos y Frías por los moros. ¿Vale? pues sigamos. La reconquista no fue una guerra continua y tuvo periodos de paz y de intercambio y en uno de ellos se encuadra el inicio de esta leyenda cuando el Conde castellano invita a una partida de caza al "Rey" árabe y que este último, en correspondencia, organice unas fiestas. Mahomad conocerá y tratará así a la madre del Conde castellano, Doña Aba. (También conocida como doña Sancha o doña Eva)

Entre Mahomad y Aba surge la pasión y ante la previsible oposición del conde don Sancho deciden eliminarlo mediante veneno. La mano ejecutora sería doña Aba, de quién no desconfiaría. Después de consumado el asesinato se invadiría el condado de Castilla. Para ello doña Aba avisaría arrojando una gran cantidad de paja al río Duero que baña ambas Villas. Y Aba gobernaría Castilla.


Pero los preparativos del golpe fueron observados por una camarera (Cobijera se decía), llamada en algunas versiones Elsa, de la Condesa Doña Aba y se los contó a su esposo Sancho Espinosa Peláez, escudero y mayordomo del Conde, quién avisó a su señor. Días después, ya caída la tarde y al regreso de una cacería, venía el conde fatigado, sudoroso y sediento. Su madre Doña Aba, con fingida solicitud y con aparente afecto, le ofreció un refresco; pero Don Sancho invitó a su madre a que bebiese primeramente del refresco; después se lo ordenó ante sus negativas y, al final, la obligó a que lo bebiese, Doña Aba apuró el brebaje y murió.

Mas como Don Sancho, siempre atendía al interés del Condado antes que al suyo propio, ordenó echasen al río una gran cantidad de paja, que había de servir de señal al Rey moro para saber la muerte del Conde. Tan pronto como Mahomad vio la señal salió con sus huestes de Gormaz pero antes de llegar a la Villa de San Esteban les acometió el Conde pasando a cuchillo a cuantos se ponían a su alcance y persiguiendo hasta Gormaz a los que lograron escapar. Les arrojó de allí y de sus comarca y consiguiendo eliminar al caudillo musulmán Mahomed Almohadio. Se puede encontrar por la internet que la batalla fue la de Las Encinas... en fin, de todo.

Pasemos a las interesadas palabras de Rufino Pereda: "Y este es el momento crítico en que se crea el Cuerpo de Monteros de Espinosa, pues agradecido el Conde D. Sancho al nobilísimo proceder de su escudero y mayordomo a quien debía no ya la vida sino la integridad del Condado, entregó de allí en adelante la guarda de su persona a tan leal vasallo, queriendo premiar semejante acción no solamente en él, sino en las personas de su misma sangre; y habida consideración a que dicho mayordomo era natural de la Villa de Espinosa, entonces en ruinas por haberla casi destruido en totalidad y en reciente fecha el Califa Abdherramán, instituyó para él, sus parientes y descendientes suyos, cinco oficios de Montero, siendo los primeros que desempeñaron estos cargos, el referido Sancho Espinosa, Flarcines Peláez, primo del anterior y sus parientes en grado menos inmediato Armenter Telloiz, Munio y Joanes Oveiz, dándoles el nombre de Monteros, por haberse concertado y originado el hecho en un monte; y de Espinosa por ser todos naturales de esta Villa, o quizás por ser próximos e inmediatos parientes de Sancho Espinosa; y a todos ellos les concedió sus respectivos solares para ellos y sus descendientes naturales de la Villa de Espinosa, según era uso y costumbre en aquella época; privilegios que han sido confirmados, ampliados y desarrollados por todos los Augustos Príncipes que desde entonces han ocupado, primeramente, la soberanía del Condado y luego más tarde, el trono de España, cuando esta ha quedado reconstituida en su más ilustre nacionalidad".


Esta versión aparece en la obra escrita por el capitán Fernández de Oviedo en el año 1547, titulada "Las Quincuagenas de los generosos y no menos famosos Reyes, Príncipes, Duques, Marqueses, e Condes, e Caballeros, e personas notables de España". El Montero de Cámara Don Pedro de la Escalera, en su obra sobre el origen de los Monteros de Espinosa hace depender del capitán Fernández de Oviedo y de su obra el momento de tomar forma histórica el suceso que originó el Cuerpo de Monteros, que hasta entonces había permanecido envuelto entre las brumas de la leyenda.

Ya hemos escrito mucho. El análisis crítico la próxima semana.

Bibliografía:

"Moros y Cristianos. La gran aventura de la España medieval". José Javier Esparza.
"De Rodrigo a Rodrigo en el romancero histórico" Jack Weiner
"Boletines de la Real Academia de la Historia 1997"
"La literatura perdida de la edad media castellana. Catálogo y estudio" Alan Deyermond.
"Andanzas por la vieja España" Julio Alemparte.
"Mujeres épicas españolas: silencios, olvidos e ideologías. Marjorie Ratcliffe
"Los Monteros de Espinosa" Rufino Pereda.


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