Intentaremos ahora desgranar el relato desde la época de García
Fernández. Cuentan que era un joven robusto y apuesto con bellas y delicadas
manos de persona sin obligación de trabajar. Su vida cambia cuando un
matrimonio de nobles franceses en peregrinación a Santiago de Compostela
descansan unos días en su castillo. Les acompañaba su hija, Argentina, joven de
gran belleza. García se enamora y la desposa.
Conde García Fernández |
Pasaron seis años y la unión de García
Fernández y Argentina fue estéril. El Conde estaba siempre agobiado por la
lucha contra los musulmanes, y Argentina pierde el amor que la hiciera cambiar
de patria y morada. Es cuando un noble francés, viudo, que también esta
peregrinando, solicita hospedaje en el castillo. Como resultó ser un conocido
de su esposa, se le recibió de buen grado. Desafortunadamente el conde García
se encontraba en aquel momento enfermo y no pudo atenderle con la hospitalidad
en él habitual siendo la condesa Argentina quien se ocupó del invitado. Tan
bien debió de hacerlo que ambos franceses acabaron fugándose.
Para cuando el conde se enteró de la traición,
los amantes se hallaban ya fuera de Castilla. Dolido, anunció que se iba a
Compostela pero en su lugar marcha hacia el santuario de la Virgen de Recamador.
Encargó el gobierno de Castilla a dos jueces, Gil Pérez de Barbadillo y Ferrant
Pérez.
A pie y vestido de pobre pasó por la villa de
los adúlteros. Paró en la posada y sondeó el ambiente. Unos villanos le
comentaron que la felicidad de sus señores estaba enturbiada por su mala
relación con Sancha -la hija del seductor- que no admitía a la amante de su
padre, Argentina.
Rocamador |
Al día siguiente, la bella Sancha se dispuso a
realizar sus periódicas obras de caridad pero, deprimida por el maltrato o la
vergüenza familiar, envió a su vieja criada a la caza de mendigos para
socorrerlos a domicilio. La doncella bajó de la fortaleza y encontró a García
en la puerta de la posada. Le atrajo la belleza de las manos del viajero -
señal de distinción, por no trabajar-. Les ofreció comida y limosna y les
invitó al castillo. Éstos aceptaron.
Otra versión de esta parte de la leyenda
cuenta que el conde García Fernández y su criado iban todos los días al
castillo para comer de las sobras que allí se repartían a los mendigos. La
criada de la hija del Conde francés, una vez que asistía al reparto, notó la distinción que, a pesar del harapiento disfraz, emanaba de la
persona de García Fernández mientras éste tenía la escudilla entre sus manos,
vio la criada cómo brillaban de blancura, contrastando con el barro de la tosca
vasija. Pensó que quien poseía tales manos no podía ser sino un noble
caballero. Lo llamó aparte, como si fuera a darle más comida, y con habilidad
fue preguntándole por su patria y procedencia, hasta que, ganando la confianza
del supuesto peregrino, supo su historia.
Una vez en la fortaleza, la criada llevó a García
donde doña Sancha, mientras ella se ocupaba del escudero. La joven, necesitada
de un desconocido con quien desahogarse, enseguida le contó sus cuitas con la
amante de su padre. García se sinceró también: le explicó que era el conde de
Castilla y le relató, a su vez, la traición de Argentina. Sellaron su alianza
con promesa de boda sin esperar a anular (o liquidar mediante defunción) el
matrimonio con la otra. Lo consumaron esa noche. Antes del amanecer Sancha y su
doncella se las arreglaron para que el conde y su escudero (que mantendría alto
el pabellón castellano, digo yo) salieran del castillo a hurtadillas.
Virgen de Rocamador cuyo culto se extendió gracias al camino de Santiago |
También este último párrafo tiene otra
versión: La fiel sirviente, pensando que había encontrado al hombre que pudiera
librar a su señora de la cruel vida que recibía, condujo al conde de Castilla por
un pasaje reservado hasta la cámara de doña Sancha, que así se llamaba la hija
del Conde francés. El castellano, echándose de rodillas ante la muchacha, le
declaró todo lo que le había ocurrido y de qué manera había sido burlado y
afrentado. "No la vida, sino el
honor es lo que es valioso para mí, - le dijo. - Y no puedo volver a Castilla y
presentarme ante mis súbditos si no es después de haber cumplido mi
venganza".
Tres noches después, Sancha introdujo a su
bígamo secreto esposo en el castillo escondiéndole debajo de la cama de su
padre y de la, también, bígama Argentina. Como el francés se hallaba algo
enfermo, Sancha se brindó a dormir en la misma alcoba que la pareja para
asistir a su padre rápidamente. Este y Argentina se mostraron encantados con el
cambio de actitud y accedieron. Sancha aprovechó una distracción de los
adúlteros para atar una cuerda al pie de García y así poder avisarle del
momento más oportuno para salir. Cuando la pareja se durmió, la joven tiró de
la cuerda, el conde salió de debajo de la cama y los degolló. Luego, tras
decapitarles, se fue con su ya legítima esposa, y ambas cabezas, a Castilla.
Volvemos a las dobles versiones -más que nada
divergentes en florituras y elementos crematísticos- que alteran la posición y carácter
de cada uno de los intérpretes principales: Aquí doña Sancha ve abierto el
camino de su liberación a través del dolido castellano. También esa misma noche
se entrega como esposa al conde García Fernández; lo oculta en su cámara y le
indica el camino a la de su padre y "madrastra". García, cuando todos
descansan en el palacio, se desliza ocultamente, y entrando en la alcoba de los
traidores, los mata y descabeza. Y después huyen a Castilla.
Reunió en Burgos a sus vasallos y les puso al
día de la situación. Dijo: "Ahora
soy digno de ser señor vuestro, que me he vengado, y no antes, que vivía en
deshonra". Y todos los caballeros reconocieron que la honra de su
señor había quedado limpia, y rindieron pleito homenaje a doña Sancha, como
condesa de Castilla. Pero ella había actuado por venganza y ambición no por
amor. Al poco fueron padres de Sancho García quién fue creciendo fuerte y
ambicioso. Muy ambicioso.
De hecho, se rebeló contra su padre.
Quizá les suene la historia del caballo.
Vamos, la captura del Conde fue facilitada por el extraño comportamiento de su
montura durante la batalla. O bien García era raro o escogía mal a sus esposas
porque la condesa Sancha se había cansado de él, y poco deseosa de acabar como
su antecesora, decidió dar el primer golpe. El proceso se hizo mediante la
sustitución de la cebada por salvado en el pesebre del caballo del conde. Así,
cuando el caballo se lanzó a la batalla, digamos que "se averió". Con
ello, Sancho García heredó el condado y Sancha se convirtió en condesa viuda.
Pero aún hay más: Sancha quería ser reina, no
condesa y menos condesa viuda, y, dado el mercado, lo mejor era convertirse en
reina mora. Los candidatos -según versiones- eran Mahomad Almohadio o Almanzor.
(La que se decanta por el caudillo árabe lo hacen para aprovechar su figura
mítica e influencia política pero murió en 1002 y, por subrayarlo, los Monteros
de espinosa surgen hacia el 1006). Almanzor, habiendo sabido la hermosura de la
Condesa, envió un mensaje en el cual le pedía que se uniese con él. Y viendo
doña Sancha de qué manera sus deseos tenían vía abierta para cumplirse, planeó
lo del caballo
Para garantizarse el éxito necesitaba liquidar
a su hijo y así aportar Castilla como dote. ¿Cómo hacerlo? Con veneno. Una
tarde se puso a preparar la pócima en sus aposentos para lo que solicitó a su
doncella que le trajera algunos ingredientes. La lealtad de la muchacha flaqueó
y, aunque desconcertada le llevó a la condesa lo que pedía, le contó a su
amante lo que estaba ocurriendo. El novio de la doncella era uno de los
monteros del conde que, al enterarse, rápidamente corrió a contárselo a su
señor. Aquella noche, Sancho García se sentó en su sitial para comenzar la
cena. Circunstancia que aprovechó su madre para ofrecerle una copa de vino
(envenenado). El conde, cortés, le dijo que bebiera ella. Esta sorprendida (y
alarmada) se negó, insistiendo en que era un vino que había traído
especialmente para su hijo a lo cual él respondió que razón de más para que se
lo bebiera ella. La cosa es que el turno de bebida degeneró en discusión, el
conde tiró de espada, y acabó obligando a la condesa a tragarse su vino (y el
veneno). En fin, que la condesa traidora murió.
Pero de buen hijo es ser agradecido y Sancho García
decidió que su madre debía ser recordada y para ello se edificó en Las
Merindades un monasterio en su honor. Será el de Oña que debía ser la forma en
que en esa época se llamaba a la señora: Mioña, mi señora.
Más agradecimientos: El montero que le había
salvado la vida por estar liado con la doncella de su madre y por haberle dicho
que le iba a asesinar, natural de Espinosa, consiguió que en adelante la
guardia personal del Conde se compusiera de monteros provenientes de ese
pueblo.
Rufino Pereda recogía lo que le interesaba del
relato indicando que entre los años 995 a 1017 gobernaba el Condado, Don Sancho
García Fernández, hijo de Don García Fernández y de la Princesa Doña Aba, nieta
del Emperador de Alemania, Don Enrique I el Cazador.
En 1006 el Conde Don Sancho residía en la
Villa de San Esteban de Gormaz (Burgos) y su oponente árabe, Mahomad Almohadio,
tenía sus huestes en la Villa de Gormaz, frontera de aquélla. Ojo, puede que
ustedes hayan leído que los lugares eran Tedeja por los cristianos y Frías por
los moros. ¿Vale? pues sigamos. La reconquista no fue una guerra continua y
tuvo periodos de paz y de intercambio y en uno de ellos se encuadra el inicio
de esta leyenda cuando el Conde castellano invita a una partida de caza al "Rey"
árabe y que este último, en correspondencia, organice unas fiestas. Mahomad conocerá
y tratará así a la madre del Conde castellano, Doña Aba. (También conocida como
doña Sancha o doña Eva)
Entre Mahomad y Aba surge la pasión y ante la
previsible oposición del conde don Sancho deciden eliminarlo mediante veneno.
La mano ejecutora sería doña Aba, de quién no desconfiaría. Después de consumado
el asesinato se invadiría el condado de Castilla. Para ello doña Aba avisaría
arrojando una gran cantidad de paja al río Duero que baña ambas Villas. Y Aba
gobernaría Castilla.
Pero los preparativos del golpe fueron
observados por una camarera (Cobijera se decía), llamada en algunas versiones
Elsa, de la Condesa Doña Aba y se los contó a su esposo Sancho Espinosa Peláez,
escudero y mayordomo del Conde, quién avisó a su señor. Días después, ya caída
la tarde y al regreso de una cacería, venía el conde fatigado, sudoroso y
sediento. Su madre Doña Aba, con fingida solicitud y con aparente afecto, le
ofreció un refresco; pero Don Sancho invitó a su madre a que bebiese
primeramente del refresco; después se lo ordenó ante sus negativas y, al final,
la obligó a que lo bebiese, Doña Aba apuró el brebaje y murió.
Mas como Don Sancho, siempre atendía al
interés del Condado antes que al suyo propio, ordenó echasen al río una gran
cantidad de paja, que había de servir de señal al Rey moro para saber la muerte
del Conde. Tan pronto como Mahomad vio la señal salió con sus huestes de Gormaz
pero antes de llegar a la Villa de San Esteban les acometió el Conde pasando a
cuchillo a cuantos se ponían a su alcance y persiguiendo hasta Gormaz a los que
lograron escapar. Les arrojó de allí y de sus comarca y consiguiendo eliminar
al caudillo musulmán Mahomed Almohadio. Se puede encontrar por la internet que
la batalla fue la de Las Encinas... en fin, de todo.
Pasemos a las interesadas palabras de Rufino
Pereda: "Y este es el momento
crítico en que se crea el Cuerpo de Monteros de Espinosa, pues agradecido el
Conde D. Sancho al nobilísimo proceder de su escudero y mayordomo a quien debía
no ya la vida sino la integridad del Condado, entregó de allí en adelante la
guarda de su persona a tan leal vasallo, queriendo premiar semejante acción no
solamente en él, sino en las personas de su misma sangre; y habida
consideración a que dicho mayordomo era natural de la Villa de Espinosa,
entonces en ruinas por haberla casi destruido en totalidad y en reciente fecha
el Califa Abdherramán, instituyó para él, sus parientes y descendientes suyos,
cinco oficios de Montero, siendo los primeros que desempeñaron estos cargos, el
referido Sancho Espinosa, Flarcines Peláez, primo del anterior y sus parientes
en grado menos inmediato Armenter Telloiz, Munio y Joanes Oveiz, dándoles el
nombre de Monteros, por haberse concertado y originado el hecho en un monte; y
de Espinosa por ser todos naturales de esta Villa, o quizás por ser próximos e
inmediatos parientes de Sancho Espinosa; y a todos ellos les concedió sus
respectivos solares para ellos y sus descendientes naturales de la Villa de
Espinosa, según era uso y costumbre en aquella época; privilegios que han sido
confirmados, ampliados y desarrollados por todos los Augustos Príncipes que
desde entonces han ocupado, primeramente, la soberanía del Condado y luego más
tarde, el trono de España, cuando esta ha quedado reconstituida en su más
ilustre nacionalidad".
Esta versión aparece en la obra escrita por el
capitán Fernández de Oviedo en el año 1547, titulada "Las Quincuagenas de
los generosos y no menos famosos Reyes, Príncipes, Duques, Marqueses, e Condes,
e Caballeros, e personas notables de España". El Montero de Cámara Don
Pedro de la Escalera, en su obra sobre el origen de los Monteros de Espinosa hace
depender del capitán Fernández de Oviedo y de su obra el momento de tomar forma
histórica el suceso que originó el Cuerpo de Monteros, que hasta entonces había
permanecido envuelto entre las brumas de la leyenda.
Ya hemos escrito mucho. El análisis crítico la
próxima semana.
Bibliografía:
"Moros y Cristianos. La gran aventura de
la España medieval". José Javier Esparza.
"De Rodrigo a Rodrigo en el romancero
histórico" Jack Weiner
"Boletines de la Real Academia de la
Historia 1997"
"La literatura perdida de la edad media
castellana. Catálogo y estudio" Alan Deyermond.
"Andanzas por la vieja España" Julio
Alemparte.
"Mujeres épicas españolas: silencios,
olvidos e ideologías. Marjorie Ratcliffe
"Los Monteros de Espinosa" Rufino
Pereda.
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