Hoy
traemos un hombre que ha sido olvidado por su población natal y que continua
mereciendo una calle, aunque fuese en esos barrios exteriores al estilo de los
suburbios norteamericanos.
Ramón
Chíes y Gómez de Riofranco nació en 1845. Y lo hizo en la calle del Condestable
de Medina de Pomar. Aunque el callejero no lo refleje. Claro que eso es
bastante normal en Las Merindades donde algunos nombres parecen no haber
existido o, peor, han desaparecido. Porque debemos recordar que la largamente
conocida como Avda. del General Franco y hoy Avenida de Burgos
fue en tiempos anteriores... ¡la Avenida de Ramón Chíes!
Fue
hijo de padres con posibles económicos y un gran estudiante que se formó en
Santander y Madrid. Compartió a sus padres con varias hermanas y un hermano,
Alfredo que fue capitán de Estado Mayor. Ramón estudió ciencias exactas,
filosofía y derecho dedicándose, al final, al periodismo. Le tenía que ir bien
y, así, en 1866 era uno de los redactores de "La Discusión" un periódico fundado y dirigido, inicialmente,
por el abogado y político José María Rivero (1814-1878). Este medio consiguió,
desde su nacimiento en 1856, tender puentes entre la izquierda del antiguo
partido progresista y el demócrata recién legalizado.
Ejemplar de "La Discusión" |
En
sus páginas se reconocerán las firmas de Emilio Castelar, Estanislao Figueras,
Cristino Martos, José María Orense, José Calderón y Llanes, Nemesio Fernández
Cuesta, Eusebio Blasco, Juan Pablo Nogués, Pedro Antonio de Alarcón, Manuel
Zorrilla, Eduardo Chao, Vicente Romero Girón, Manuel del Palacio, nuestro Ramón
Chíes, y muchos otros grandes nombres del momento y de la historia de España.
El
21 de junio de 1866 finaliza su primera época, al ser suspendido como las demás cabeceras demócratas y republicanas como consecuencia de la sublevación del
Cuartel de San Gil. Se perdía el primer periódico de referencia nacional con
gran circulación y prestigio.
Tras
el triunfo de la septembrina -o la Gloriosa-, reaparece. Como periódico
republicano sin más, "La Discusión"
ejercerá una gran influencia durante el sexenio. A su cabecera sumará los lemas
“No más tiranos” y “Soberanía del pueblo”, que pronto cambia por “No más reyes”
y “Viva la República”, que por orden gubernamental serán quitados a partir del
siete de octubre de 1869, aunque reaparecerán después.
Con
el golpe restaurador del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto, "La discusión" publicará el
último número de su segunda época el 30 de diciembre de 1874. Tuvo una tercera
de 1879 a 1887.
En
esta escuela se formará, o madurará, políticamente Ramón y por ello al triunfar
la Gloriosa en 1868 contribuirá a la formación del partido Republicano
Democrático Federal siendo, en 1869, secretario de José María Orense. Sus
contactos y voluntad política le consiguieron el cargo de Gobernador Civil de
Valencia que abandonó al estallar la revolución cantonalista.
En
1875 se incorpora a "El Voto
Nacional" para después dirigirlo sujeto ya a la nueva constitución de
1876, de corte conservador, pero que continuaba consagrando la libertad de
prensa... teórica. Se crearon los Fiscales de Imprenta que censuraban cualquier
publicación que atacase o ridiculizase a la Iglesia.
Sanción a Ramón Chíes publicada por "La Iberia" |
En
1880 participó en la fundación de la Unión Mundial del Libre Pensamiento, con
sede en Bruselas. Esta entidad celebró en 1934 uno de sus congresos mundiales
en Barcelona.
En
1881 presidió en Madrid la reunión republicana del Teatro de la Zarzuela que
fue la primera celebrada tras la restauración borbónica. de hecho, se le
conoció como un orador audaz y provocador y un incansable propagandista de la
causa federal orgánica.
En
1882 funda "Las Dominicales del
Libre Pensamiento", un semanario heterodoxos vinculado al movimiento
librepensador y racionalista francés del XIX. Aboga por el libre examen, el
liberalismo, la cuestión ultramarina, el feminismo, el divorcio, el
cuestionamiento de la pena de muerte, la unión ibérica, el naturalismo y el
estudio de las humanidades y la historia de las religiones. Su anticlericalismo
le granjeó la inquina de las instituciones oficiales y los voceros
eclesiásticos.
Siendo
claros, acusaba al entramado eclesiástico de ser el responsable del oscurantismo
del pueblo español, al que le sobraba fanatismo y le faltaba espiritualidad;
afirmaba, además, que una parte importante de los católicos españoles viven al
margen de la religión oficial, limitándose a cumplir con los preceptos externos
más indispensables. Llovieron las críticas al semanario desde pastorales,
púlpitos y confesionarios, llegando algunos obispos, como los de Tuy y Orense,
a amenazar con la excomunión para aquellos fieles que osaran leer sus páginas. Ramón
Chíes fue excomulgado múltiples veces e incluso se intentó encarcelarle.
¿?-R.Chíes- F. Lozano Montes |
En
esta lucha "celestial" se benefició de la "Ley de policía de imprenta" de 1883. Pensemos que esta
era una publicación afín a la masonería, el espiritismo y la teosofía, la
Institución Libre de Enseñanza, la Asociación por la Enseñanza de la Mujer, la
Sociedad Protectora de los Niños y animaba, entre otras expresiones culturales,
el resurgimiento de la cultura sefardí en España. Vamos, que se buscó enemigos
fuertes. En el fondo "Las
Dominicales" intentaba transmitir el mensaje de lucha contra lo que
se oponía a la modernización y al progreso: clericalismo, caciquismo o
corrupción.
Contrariamente
a lo pensado Ramón no se presentaba como anticristiano ya que explicaba que "Tenemos derecho a ser considerados
mucho más que cristianos... que los que en nombre de un Dios de paz, persiguen,
matan y achicharran en nombre del que dijo "amaros los unos a los
otros", defienden aún con santo celo en patronato, el cepo y el grillete
para los negros de Cuba".
Como
podrán suponer los directores de "Las dominicales..." fueron: él,
republicano federal, hasta su muerte bajo el seudónimo Eduardo de Riofranco con
Fernando Lozano Montes (Demófilo); y, después, Antonio Zozaya. Como en la primera revista en la que participó encontraremos una interesante lista de colaboradores como Francisco Pi y
Margall, Emilio Castelar, Antonio García Vao, Rosario de Acuña y Villanueva,
Esperanza Pérez, Amelia Carvia, Odón de Buen, Miguel Morayta, Eduardo Sojo,
Salvador Sellés, Joaquín Dicenta, M. Curros Rodríguez, Eduardo Zamacois, Pedro
Barrantes o José de Diego.
Aparecía
los domingos en gran formato y apretados textos, con artículos de fondo sobre
temas de política, cultura, literatura, teatro, etc., en números de cuatro
páginas, desde el primero, el 4 de febrero de 1883, hasta 1909.
Aunque
con el cambio de siglo empezaron a tener mayores impedimentos para salir a la
calle como se recoge en la siguiente anotación del ejemplar del 15 de julio de
1900:
Destacado la columna llamada NUESTRO CALVARIO |
En
febrero de 1901, después de cubrir una suscripción de acciones de 50 pesetas
nominales cada una y la aportación voluntaria de cinco céntimos semanales, por
parte de sus lectores durante seis meses, vuelve salir a la calle con el nombre
de “Los Dominicales. Semanario
Librepensador”. La publicación, con sus diversas denominaciones, obtuvo un
gran prestigio y difusión, y sus noticias y sueltos fueron redactados por
numerosos corresponsales en las provincias españolas y en el extranjero, de tal
forma que, en 1902 se convirtió en órgano de la Federación Internacional de Libre Pensamiento en España, Portugal y
América Iberia. Y así llevó el subtítulo de “Órgano de la Federación
Internacional de España, Portugal y América íbera”.
Para
este medinés “El libre-pensamiento se
caracteriza por rasgos del todo opuestos. Al terror sustituye el amor: al
recelo la confianza. El amor le es indispensable, porque su fin es persuadir al
hombre a la verdad, no imponerle la verdad: llamarle a reflexión para que él
mismo se cree esta verdad, mostrándole que no puede hallarla fuera de su
conciencia, fuente única de certidumbre. La confianza es igualmente fundamental
característica de la nueva fórmula social; porque sin confianza en la bondad
congénita de la humana naturaleza, habría que ir a buscar el bien fuera de
ella, como hacen los católicos, que la creen presa del mal”.
Aunque
nacido en Medina de Pomar no se prodigaba mucho por el lugar. Una excepción,
que conocemos gracias a sus artículos, se produjo en 1888, una vez fallecidos
sus padres, donde visitó la tumba eclesial de sus abuelos en Medina y recorre
la Merindad de Castilla Vieja. Puede que este no ejercer de medinés fuese lo
que llevase a Julián García Sainz de Baranda a no incluirle en la relación de
medineses ilustres de su obra "Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina
de Pomar".
Ejemplo de relación de condolencias |
Ramón
falleció el 15 de octubre de 1893, a las cuatro de la madrugada. Lo hizo en su
domicilio de la calle de Las Beatas del barrio de Malasaña (hoy Poeta Antonio
Grilo), con menos de 50 años. Aunque, ciertamente y como han podido leer, vivió
intensamente llegando a organizar logias masónicas, círculos republicanos,
asociaciones de obreros y hasta escuelas laicas.
Ramón
decía haber heredado de su madre el idealismo castellano y de su padre la
rigidez catalana: "Tengo pasión
desbordada en mi alma que me ha llevado continuamente a combatir por los
débiles, por los afligidos y por los presos".
Sabemos
que su muerte no fue repentina al aparecer publicado en "La Voz del
Pueblo" del 26 de Agosto de 1893 una nota en la que se recordaba su estado
de salud y la intención de trasladarlo a tierras de aire más puro que el
madrileño en cuanto no se encontrase tan mal. Pero la cosa venía de largo y en
enero de 1893 ya se publicaban notas refiriéndose a su salud que continuaron
durante ese año acompañadas de cartas al director insuflándole animo tanto de
particulares como de otras publicaciones españolas e iberoamericanas. En
algunos casos definían así su mal: "una larga como penosa
enfermedad".
¿De
qué estaba enfermo? No lo dicen pero nos dejan caer alguno de los síntomas como
debilidad y episodios febriles.
Poco
tiempo antes de su muerte consiguió ser concejal del ayuntamiento de Madrid,
donde instó a que los obreros tuviesen una jornada de 8 horas. Su cadáver se
expuso en el ayuntamiento. La carroza mortuoria pasó por la Puerta del Sol y por
la calle de Alcalá en dirección al cementerio civil del Este. Será aquí -actual
cementerio de La Almudena- donde, un año después, se le erija un mausoleo
gracias a la suscripción popular. Se aprobó, con fuerte oposición, poner su
nombre a la calle del Álamo (B.O. Prov. Madrid 08/03/1894) y, en Portugalete,
se creó la Logia "Hijos de Chíes núm. 152" en su memoria.
Portada de obligada lectura donde se detalla el funeral de Ramón Chíes |
Como
nota curiosa diré que el periódico "El Pueblo", en 1925, a través de
un artículo de Roberto Castrovido, se confunde de calle y dice que la calle a
renombrar era la de Las Beatas pero que presiones de sus enemigos lo impidieron
al final. Esta calle sí que fue propuesta para homenajear a Ramón pero en una
propuesta del grupo republicano municipal de Madrid que defendió en señor
Zuazo.
Estuvo
casado con doña Carolina Arzeda con la que tuvo a su hijo Pedro. Dejó, también,
una obra literaria póstuma titulada "Notas
de estudio sobre la Santa Biblia: Antiguo testamento" (Madrid:
Cosmópolis, 1904, 2 vols.)
Mausoleo de Ramón Chíes |
Bibliografía:
Periódico
"La verdad. Diario católico".
Periódico
"Las Baleares. Diario republicano".
Boletín
Oficial de la Provincia de Madrid
Periódico
"El Pueblo".
"Las
dominicales del librepensamiento"
"Medina
de Pomar. Cuna de Castilla" de la asociación de Amigos de Medina de Pomar.
Hemeroteca
digital de la Biblioteca Nacional de España.
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Quiero citar este artículo pero no se quien es al autor. J
ResponderEliminarjosep.sanchez@urv.cat
La actual calle Ramón Rocafull de Barcelona fue en un tiempo la calle Ramón Chies. Desgraciadamente el franquismo se encargó de cambiar el nombre. Saludos.
ResponderEliminarGracias por su participación.
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