Empezaremos nuestro
recorrido el 10 de Junio de 1874, todavía durante la Tercera Guerra carlista, cuando
el Gobernador de Burgos destituye al ayuntamiento y nombra alcalde a Nicolás
Merino quién aguantará un año siendo sustituido por Manuel García Regúlez.
La velocidad en los
cambios de "primer edil" -usando una expresión de lo más tontorrona-
eran supersónicos y para 1877 el alcalde era José María Merino. Este año se
promulga la Ley para todo aquello relativo a los ayuntamientos. No era la
primera norma para ello, ya se dispuso de la Instrucción del 3 de Febrero de
1823 para el Gobierno Económico Político de las provincias; el R.D. del 23 de
Julio de 1835 para el Arreglo Provisional de los Ayuntamientos; la Ley de
Organización y Atribuciones de los Ayuntamientos del 14 de Julio de 1840; la
homónima de 1845; la Ley de Ayuntamientos de 1856; y la Ley Municipal de agosto
de 1870.
La nueva flamante
ley -esta municipal de 1877- determinaba que eran electores todos los españoles
varones mayores de veinticinco años que se hallasen en el pleno goce de sus
derechos civiles y fuesen vecinos del lugar durante dos años. Excluía a militares
y policías de cualquier administración.
Sobre quién era
elegible señalaremos que, en las poblaciones mayores de 1.000 vecinos, debían llevar
cuatro años de residencia fija y haber pagado una cuota directa; y, en los
Municipios menores de 1.000 y mayores de 400 vecinos, los que satisfagan otras cuotas.
Sólo en los pueblos que no excedían de 400 vecinos podían elegirse de entre todos
los vecinos. Y luego salvedades que no incluimos y que están en el artículo 41.
Resumiendo: Un sufragio censitario.
Un problema que
creó esta ley fue que los ayuntamientos se renovaban, en un 50%, cada dos años
mediante la baja de los concejales más antiguos y nueva elección. Con ello conseguimos
más inestabilidad en los municipios.
En 1880 será
alcalde Eusebio López Borricón para ser sustituido un año después por Manuel
García Regúlez que ya lo fue en 1875. Seguimos el baile: 1882 y 1883
disfrutarán de don Emeterio Cuadrado y Cotorro. Y, no contentos con esta
relación de regidores, cuanto menos fugaces, el asunto se complica ante una
duplicidad de nombres (¡como si fuesen Papas!). Tenemos, con ello, según la
obra de Manuel López Rojo, a Tomás Gallo Saravia en 1884 y a Juan Cuesta en 1885
y 1886. Pero según nuestra querida publicación "Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la
administración" durante el intervalo que va de 1884 a 1887 figura como
alcalde Bruno González y en 1888 Francisco Pereda Ruiz.
Con este baile
tendríamos mucha alternancia política. Pues, no. Fijémonos en una nota de la
embajada británica al Foreing Office (F. O. 72/1705, nº 42. Morier a Granville,
28 de abril de 1884):
"Concentrando en sus manos, como
efectivamente hacen, toda la administración local, y poseyendo el derecho de
nombrar y destituir a quienes ocupan los numerosos empleos municipales de poca
monta (secretarios, funcionarios, cobradores de impuestos, carteros, guardabosques,
etc.) la importancia de los Ayuntamientos y Alcaldes es, naturalmente, muy
considerable. En los distritos rurales, su poder e influencia es probablemente
mayor que la de un noble o un gran propietario en Inglaterra. Es cierto que
este poder se deriva del voto popular, pero en las elecciones de cualquier tipo
en España, el elemento oficial desempeña un papel muy importante; y por parte
del elemento no oficial, hay una resistencia profundamente arraigada a oponerse
a las autoridades constituidas, lo que unido a una cierta desconfianza en el
secreto y la eficiencia de la urna electoral, obra fuertemente en favor de
quienes tienen el poder. Los líderes de una comunidad rural, los hombres que
hacen la opinión pública rural, están conectados habitualmente con la
administración municipal existente; y una vez constituida una corporación, el
peligro de que sea derribada por un movimiento desde abajo es muy
pequeño".
Una forma cortés de
presentar a sus jefes la invención patria del caciquismo que esta ley canovista
de 1877 favoreció. De hecho, se intentó modificar varias veces y no se pudo por
los múltiples intereses creados. Sobrevivió hasta 1924.
Damos un salto
hasta el año 1894 donde ejerce las funciones, tan sutilmente descritas, de
alcalde Avelino Alonso de Porres cuya corporación dará el nombre de "18 de
Septiembre de 1834" a la calle conocida como "Camino Carreruela"
y que hoy, siguiendo con los cambios, se llama "Doctor Albiñana".
Joaquín Fernández
Villarán ejercerá el cargo de alcalde de Villarcayo en 1895, 1896, 1897 y en 1898
es sustituido por José Peña Martínez que aguanta hasta 1900. Debemos recordarle por haber traído el alumbrado público a la
capital de Las Merindades. De todas formas, el "anuario del comercio"
prolonga su mandato hasta 1901 haciendo desaparecer a Joaquín Fernández
Villarán en un posible nuevo periodo bianual.
De 1902 a 1903
tendremos a Avelino Alonso disponiendo del asiento de regidor de Villarcayo. Le
seguirá en el cargo José Peña Mazón hasta 1909 para ser sustituido por Joaquín
Fernández Villarán que consta desde 1910 a 1915.
Para 1916 la vara
de mando la posee Enrique Bienes Merchán. No he logrado hallar los nombres de
los alcaldes -si es que los hubo- hasta 1925 cuando, sorpréndanse, se nombra a
S.M. Alfonso XIII y no solo eso sino que, simultáneamente, se nombra alcaldesa a
su esposa la reina Victoria Eugenia. El nombramiento lo lleva Emilio Andino
Serrano que, tal vez y dado el encargo, fuese el alcalde. Aun así, es la época
del directorio y a los alcaldes los nombraba el gobierno dictatorial.
Eliseo Cuadrao |
Son años de
reformas, de regeneracionismo, y para luchar contra el caciquismo se crearon
los delegados gubernativos (estatuto municipal de 1924), unos controladores de
la acción municipal, que no lo consiguieron.
En fin. En 1929
será alcalde Remigio Andino Baranda, año en que la calle "Real" pasa
a llamarse "Reina Madre". Aguantará hasta el 31 de Mayo de 1931 cuando
en la repetición de las municipales del 12 de Abril del 31 (según ley de 1877)
gana el cargo Juan Pereda Pereda. Como hubo sospechas de fraude se repiten las elecciones el 31 de mayo y sale alcalde... Juan Pereda Pereda. Dimite a los pocos meses y obtiene la vara el tristemente famosos Eliseo Cuadrao.
Por cierto, se
cambiará el nombre de calle "Reina Madre" por el de
"Libertad". En la votación quedó en segundo lugar llamarla
"Indalecio Prieto". Al menos nuestros tatarabuelos votaron dos veces
ese año porque durante la vida de la II República Española no volvieron a
hacerse elecciones municipales.
Salón de plenos Ayto. Villarcayo |
Pero no significó
que no cambiáramos de alcalde -¡y más de una vez!-. Veamos: en 1933 tenemos que
a Cuadrao lo sustituye Ángel López García que no llega a Navidad tomando la
vara José Rodríguez Izquierdo; El gobierno de la Nación destituirá a la corporación
el 15 de octubre de 1934 dando el cargo a Minervino del Río. Y el gobierno
nacional del frente popular recolocó a Ángel López García que duró hasta julio
de 1936.
En una votación
secreta el 21 de julio de 1936 se nombrará a Enrique Bienes Merchán como
alcalde y decidieron, el 8 de agosto de 1936, que la calle "Libertad"
se llamase "Calvo Sotelo". Un año después, 4 de agosto del 37,
tenemos como alcalde a Emilio Andino Sedano y varios cambios de nombres de
calles entre los cuales está la transformación de la "18 de septiembre de
1834" en "Doctor Albiñana".
El 2 de septiembre
de 1941 se nombra un nuevo alcalde: Rafael Fernández Rivera. Pero para 1943 está
Eusebio Varona, vecino de Bocos. Será bajo este alcalde cuando se destine
"El Soto" a zona de esparcimiento y ocio. Falleció en 1948.
Entierro S. Albajara |
La corporación de
1948 nombró alcalde a Sigifredo Albajara Bodega. Será el año en que se apruebe
la realización de un concurso hípico en la villa. Aguanta hasta 1956, exactamente
hasta el 11 de noviembre, fecha de sus fallecimiento.
Un alcalde más: José
María Tapia Aguirrebengoa que tendrá el "placer" de recibir la visita
de Carmen Polo, la esposa del dictador, para la inauguración de la Residencia
Obra Infantil de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao.
Estamos ya en el
año 1968, periodo frontera para los usos históricos de este blog, con Severiano
Villanueva Báscones disfrutando de la alcaldía. Las actas municipales indican
el afianzamiento del Nela y el rellenado de las piscinas naturales. Bueno, y también
el nombramiento de Manuel Fraga como hijo adoptivo de Villarcayo. Este alcalde
sobrevivirá al ayuntamiento de Villarcayo.
Y ya, tras la
fusión con la Merindad a Agustín Varona y, en democracia, tenemos a Eugenio
Sainz González, Raúl Roberto Varona Ordoño y, hasta hoy al menos, Mercedes
Alzola Allende. Todos ellos alcaldes de Villarcayo
de la Merindad de Castilla la Vieja.
Bibliografía:
"Villarcayo,
capital de la comarca Merindades" de Manuel López Rojo.
Blog "Las
Merindades en la Memoria"
"Anuario del
comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración"
BOE "Ley
Municipal de 1877"
EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL
EN ESPAÑA, 1875-1923. Carlos Dardé.
Yo sabía que una parte de mi familia había estado por Villarcayo, pero no sabía que uno de ellos, hermano de mi abuela Ángela, hubiera sido alcalde. Sí sabía que a mí, que nací en 1943 me pusieron de nombre Enrique en honor a él. Estoy hablando de Enrique Bienes Merchán, oriundo de Corrales del Vino (Zamora), hermano del farmacéutico, don Pepe Bienes... ¡Qué pequeño es el mundo!
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