Entramos hoy, a toda velocidad -es decir
diligentemente- en el mundo del transporte decimonónico. Y de los accidentes de
tráfico.
Típica diligencia del "Oeste" |
¿Por dónde empezar?
Creo que trabajaremos primero la base, el
terreno, vamos, los caminos. Aunque sea algo árido.
Los caminos del siglo XIX serán herederos de los
principios aplicados a partir de 1750 -y de los numerosos vaivenes políticos-. Claro
que antes de esa fecha había caminos, poco más que simples veredas (camino
angosto para peatones y ganado), en las cuales se mejoraban algunos pasos
difíciles, puentes y algunas obras de consideración. Eran trabajos pagados por
los reyes, los pueblos o los señores territoriales con intereses en la
comunicación. Y lo mismo para su conservación. Por supuesto, el personal
tampoco era especializado.
Mapa de España S. XIX |
En 1761 se emitió el primer decreto clasificando
las carreteras generales, estableciendo las fuentes de financiación, y
formulando algunas reglas fijas para su construcción y mantenimiento. Pero la
falta de unidad en la Dirección, la escasez de conocimientos de las personas a
quienes se encargan los trabajos junto a la dispersión competencial -como
ahora- llevó a situaciones demenciales como hacer el puente por donde no pasaría
el camino, y este quedaba sin puente en los puntos en que debía cruzar la vía
el río.
Se intentaron ajustes administrativos y creación
de secretarías para mejorar los caminos, con resultados muy dispares, y la
desesperación de los ministros ilustrados de la época. De todas formas algún
aspecto se mejoró gracias a ingenieros extranjeros o militares españoles.
La llegada del siglo XIX apuntó a la
regeneración viaria y una mayor velocidad de ejecución. Se crea el Cuerpo de
Ingenieros de caminos y canales pero no hay más dinero para carreteras. Tras el
parón de la guerra de Independencia y el rencor de la reacción absolutista ("caminos"
estuvo englobado en el Servicio de Correos) fue en 1816 cuando se procedió a mejorar
la carretera de Madrid a Francia por Burgos, Aranda y Vitoria, cuyos trabajos
no se terminaron hasta 1821. La necesidad de recuperar lo perdido por la guerra
retrasó la actualización que, desgraciadamente, sufre un nuevo parón con la
Primera Guerra Carlista y la parquedad de recursos, que provenían de los
portazgos o peajes. Lo bueno es que se recupera la escuela de ingenieros de
caminos.
Sin dinero no hay mantenimiento. Pero, además,
este se ejecuta mediante el sistema de un peón caminero por legua. ¡El pobre escasa
vigilancia y reparación podría hacer en su área! Eran sueldos perdidos casi por
completo. Con los fondos restantes se atendía a la continuación de las obras
pendientes, y se emprendían algunas nuevas, pero todo a pequeña escala.
Tras la guerra la cosa no mejoró dada la
situación de quiebra de la hacienda del reino. Se buscaron fondos mediante
nuevos impuestos y tasas, reducir costes mejorando el trabajo del peón caminero
y vigilando al contratista.
Diligencia hacia 1830 |
Es evidente que una mejora del trasporte lleva a
una mejora de la economía. Y que el transporte de bienes y persona por
carretera podía ser un negocio rentable. Así vemos el proyecto de Buenaventura
Roca y Compañía en el año de 1771 que no salió. Otro en 1788 con un
coche-diligencia desde Madrid a Bayona por Valladolid y Burgos, en seis días durante
el verano y algo más en invierno...tampoco salió.
En 1815 unos caleseros catalanes establecieron
una Diligencia entre Barcelona y Reus. Esta vez salió bien gracias a que obtuvieron
del Gobierno la facultad de trasportar la correspondencia pública afrontando así
los costes fijos e inmovilizados del negocio. En 1821 planteará la línea de Madrid
a Bayona por Somosierra. Como "Compañía
de Reales Diligencias" estableció en 1829 la línea a Burgos. En 1832
la línea de Burgos por Valladolid se prolongó hasta Santander y se abrió hacia Vitoria
y Tolosa. En 1840 llega a Bilbao.
Aviso de portes en Galeras |
Terminado su privilegio surgieron más empresas
interesadas en el transporte de pasajeros: "Lechuguina"
en 1829 para la línea Madrid-Vitoria y que no vivió más allá de 1830; "Caleseros de Burgos", que
desde el de 1828 hacia el servicio de galeras aceleradas entre Madrid y Burgos,
prolongó dicha línea en 1829 hasta Vitoria y, en1830, hasta Bayona. "Caleseros de Burgos" explotó la
ruta de Burgos a Valmaseda por Las Merindades y las de Bilbao a Vitoria y
Vergara, cuyos servicios aguantaron hasta octubre de 1833.
Tras la primera guerra carlista resurge la "Compañía de Caleseros de Burgos"
con la línea de Madrid a Bayona y otras viejas líneas. En 1840 recupera la Burgos-Valladolid,
compitiendo con la "Compañía de
maestros de Postas de Castilla". La que pasaba por Las Merindades
hacia Valmaseda no la restableció.
Diario de Avisos de Madrid 29/08/1845 |
Así pues, ¡la gente viajaba! Y lo hacía en tal
volumen que compensaba la existencia de varias empresas competidoras en el
mismo recorrido y con diferentes velocidades según el vehículo: Galera o
Diligencia.
Las galeras, en el XIX, seguían siendo las
reinas de los caminos secundarios, donde no circulaban las diligencias. Nos
enfrentamos a un carro grande, sólido, sin suspensión y con los lados forrados
de estera. En su interior se ajustaban carga y pasajeros. El carro se techaba con
una cubierta de hierro sujeto por aros de madera y cañas transversales. Es
obvio que se usaba por los viajeros más humildes. Ante la competencia de las
diligencias adoptaron un sistema acelerado mediante el cambio de los tiros de
las caballerías de trecho en trecho.
Este medio de transporte se anunciaba en el
"Diario de Avisos de Madrid" detallando su ruta, salida y
"empresario". Tendremos a Antonio Velasco y Manuel Mena, Benito
Porres, Ventura Ruizarena y, también, a José Pereda que harán la ruta Castro
Urdiales, Valmaseda, Valle de Mena, Espinosa de los Monteros, Villarcayo,
Burgos, Madrid y vuelta. La oficina solía estar en la posada donde descansaba
el carretero (Posada Nueva en la calle Montera, Posada de la gallega en la
misma calle, Posada de la Aduana en la calle de ese nombre...)
Diligencia española (zona de Cataluña) Gran capacidad en dos niveles |
Frente a la anterior tenemos la diligencia, a
veces llamada góndola, que dominará los caminos entre 1816 y 1860 momento en
que el ferrocarril muestre su poder y obligue a estas a recorridos ajenos al
tren y a trayectos cortos y de enlace.
Los viajeros serán de todas las clases sociales
pero discriminados por el precio del asiento contratado. ¿Claves del éxito? Su
velocidad (Unos 100 km/día en 1816 a 200 km/día en 1854); comodidad del
vehículo y del camino transitado; tarifas variables, en función del asiento y
del tiro de animales, y descendentes con los años; organización comercial, con
horarios y paradas fijas; sus paradores e incluso la previsión de
indemnizaciones en caso de pérdidas y extravíos. Por ello consiguieron que se
impusieran allí donde prestaban servicio.
Diario de avisos de Madrid 18/06/1854 |
Los periódicos indicaban la hora de llegada y
salida a Madrid: La de Bayona (por Burgos) llegaba a las cinco de la tarde y
salía... ¡A las seis de la mañana! ("Diario de Avisos de Madrid"
1844). Un año antes, este diario nos indica otro dato impresionante: la
cadencia de las partidas y nos dice que la "Compañía
de Diligencias Peninsulares" sale los días impares del mes y entra los
pares.
Y todo este ir y venir de persona y bultos
aumentó el riesgo de accidentes, quizá espoleados por la necesidad de acortar
tiempos o por las características de las vías y por las particularidades del
diseño de los vehículos, pensemos que las diligencias llegaban a tener hasta
veinte plazas y un centro de gravedad alto.
Por ejemplo, en el puente de Jaca volcó una
diligencia en 1863 ("La Correspondencia de España") o lo indicado por
"La Posdata" el uno de noviembre de 1845, donde se relata que la que
procedía de Bayona a Madrid volcó, en lo que hoy llamaríamos un punto negro,
sin víctimas gracias a la pericia del Mayoral.
La Correspondencia de España 23/06/1861 |
Y, yendo ya al punto principal de esta entrada,
el accidente de una diligencia en la zona de Bocos en 1854:
"Horrible
desgracia. El día 13 (lunes 13/09/1854) ocurrió en la cuesta de Gayangos un suceso que dejó aterrados á
cuantos le presenciaron. La diligencia de la carrera de Bilbao á Burgos subía
la referida cuesta, cuando al bajar un repecho antes de la subida de Bocos, se
encontró con una multitud de carros de bueyes, que obstruyendo el paso no
dejaba lugar para que atravesara aquel carruaje. No pudiendo el mayoral que le
conducía contener el ganado, se vio obligado por no chocar con los carros de bueyes
á desviarse y salir de la caja del camino, y al penetrar nuevamente en él
tropezó con una pila de piedra amartillada.
Con el
violento choque saltó la aguja de su lugar, y el ganado, llevándose el juego de
ruedas delantero, dejó la caja y el juego de ruedas trasero y volcó con ímpetu,
cayendo sobre un árbol que estaba inmediato. La vaca iba muy cargada de gente,
y un pasajero de ella, don Justo Santos, médico de Medina del Campo, quedó
muerto en el acto; su hermano que se hallaba inmediato á él gravemente herido,
y el mayoral tan estropeado, que para esta fecha ya habrá dejado de existir.
Los demás viajeros sufrieron contusiones mas ó menos fuertes, pero ninguna de
importancia.
Al
llegar aquí no podemos menos de llamar la atención de la autoridad gubernativa,
para que corrija con dura, pero severa mano, los abusos que a cada momento estamos
denunciando, sobre el número de viajeros que llevan los carruajes en las vacas.
Este abuso es causa que á cada instante tengamos que lamentar desgracias como
la que ahora nos ocupa, y que pudieran evitarse fácilmente.
Dibujo de Escude de una diligencia entrando en Las Ramblas |
Lo
propio decimos con respecto á esos carros que interceptan el paso de los
carruajes, verdaderos escollos que tienen que salvar frecuentemente, porque no hay
autoridades bastante severas que impongan penas á los que contravienen á las
leyes. Las multas y las prisiones son para estos casos muy buenos correctivos,
y la experiencia tiene demostrado en todas partes, que con estos remedios se
consiguen estupendos resultados". ("La España" del 19/09/1854)
"El Clamor Público" (16/09/1854)
puntualizaba que la diligencia era de la compañía "La Castellana", ratificaba la muerte del médico (¡justo
un médico en un accidente!), la agonía del mayoral y la situación del resto de
pasajeros donde dos estaban graves y el resto con heridas leves.
Visto con nuestros ojos comprobamos que no hay
nada nuevo bajo el sol.
Bibliografía:
Diario de Avisos de Madrid.
Diario Oficial de Avisos de Madrid.
Periódico EL CATÓLICO.
Periódico EL CLAMOR PÚBLICO.
Periódico EL ESPAÑOL.
Periódico LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA
Periódico LA ESPAÑA
Periódico LA ESPERANZA
Periódico LA POSTDATA.
Manual de diligencias
"Memoria sobre el estado de las obras
públicas en España en 1856" Dirección Gral. de O.P.
"Los transportes de viajeros por carretera
en la primera mitad del siglo XIX" por José I. Uriol Salcedo, Ingeniero de
C. C. y P. Revista de Obras Públicas de octubre de 1983.
Los Aforados de Moneo ¿Sn el producto de una reconquista Navarra?. Los escudo de Leitza y Salazar que abundan, así pareen demostrarlo. Lo mismo que el aceptar moros en Bustillo.
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