Es una fría mañana
del 5 o 6 de enero de 1835. El regimiento provincial de Granada núm. 6 al mando
del Coronel de infantería graduado Marqués de Campoverde (probablemente don
José María González de Aguilar-Torres de Navarra y Álvarez de las Asturias Bohórquez),
el Teniente Coronel Juan de Cárdenas y, como sargento Mayor, el teniente
coronel de infantería graduado Miguel Pérez Quiroga avanza por los campos cubiertos
de nieve de Barcenillas del Rivero (Merindad de Montija). Este es uno de los
numerosos regimientos de milicias provinciales, una especie de ejército de
reserva, creado el año 1734. Este constaba de ocho Compañías: una de Granaderos,
otra de Cazadores y cinco de Fusileros. Vestían casaca azul sin solapa; cartera
a la valona; vuelta, pantalón y gorro azul turquí; cuello, barras, forro y vivo
encarnado; botón dorado con el nombre del Regimiento; y morrión con su número
respectivo.
La necesidad de
reforzar la defensa del Valle de Mena, atacado en esos momentos por partidas vizcaínas
favorables a Don Carlos y debilitada por el traslado de tropas hacia el oriente,
les ha obligado a moverse.
Los partes
publicados en esas fechas por la prensa informaron de la composición de las
unidades del Pretendiente: un total de 3.000 infantes y 250 caballos. El
provincial de Granada -300 infantes reforzada con 15 jinetes del segundo de
línea- los encuentra en el puente de El Ribero impidiéndole proteger la guarnición
y urbanos del valle de Mena. Frente a las tropas del Marqués aparece un grupo
de lanceros enemigos.
Puente de El ribero de Montija (Google) |
Fueron
enviadas, contra los rebeldes, dos guerrillas de cazadores; pero habiendo recibido
Campoverde aviso de que tres columnas como de 100 hombres se dirigían hacia él
con ánimo, una de ellas, de cortarle la retirada dispuso que sus guerrillas y
las dos compañías que habla avanzado para protegerlas, se replegasen hacía la
montaña posterior para retirarse luego hacia Salinas y, la caballería, hacia Quintanilla.
Lancero Real (Ferrrer Dalmau) |
No salió tan
bien como se esperaba -debieron proteger el puente mientras las unidades
isabelinas lo cruzaban- y los carlistas combatieron en el puente. El Provincial
de Granada escapó, combatiendo, hasta el pueblo de Quintanilla de Pienza. Allí,
la nieve y la ventisca que les cubría, el corto número de fuerzas y la desorientación
llevó a que bastantes soldados se separasen del resto y cayesen sobre la
columna carlista de Eraso que marchaba por la izquierda.
¿A que podría
haber sido una buena acción si hubiera estado preparada? Pero no lo estaba. Resultado:
130 prisioneros (incluyendo tres capitanes y un subalterno), cuatro o cinco muertos,
y cinco heridos. Es decir que 315 -140 = 165 soldados no fueron capturados por
los carlista. Vale, sé restar. Pero... ¿A santo de qué esta operación
matemática? A santo de Lord Eliot y de que su convenio todavía no estaba
firmado por Zumalacárregui (Carlista) y Gerónimo Valdés (Isabelino).
Caballería carlista castellana (José Ferre Clauzel) |
La norma hasta
ese momento, y dudo que después no siguiese siendo, era la de fusilar a los
prisioneros de guerra. Las partes arguyeron que era respuesta, represalias,
ante las atrocidades del contrario. Amén.
De hecho, se ha
buscado justificación a los terribles actos sufridos por los prisioneros del
puente de El Ribero de Montija. La asignada a este asunto es la matanza de
frailes de 1834 por el populacho de Madrid. Los carlistas cargaron al
provincial de Granada con parte de la culpa de aquellos incidentes y, parece
ser, desarrollaron una meritoria labor de propaganda (no sé si a priori o a
posteriori) contra ellos.
Don Carlos (Ferrer Dalmau) |
Así cuenta
Teófilo López Mata que el general carlista Eraso preparó la sorpresa de los
supuestos asesinos y en rápida marcha cayó sobre el confiado batallón,
torpemente dirigido por el marqués de Campo Verde, o Campoverde. Este y unos
pocos soldados pudieron escapar, pero ciento sesenta y trece oficiales
prisioneros (cifras no coincidentes), entre ellos dos tenientes coroneles,
fueron conducidos a Mondragón (Guipúzcoa), fusilados y colgados de los árboles.
Para agravar la conducta se subrayó que poco después pudo comprobarse la
falsedad de las acusaciones que alcanzaron a los soldados, rencorosamente sacrificados
en la despiadada matanza.
Zona de los combates |
Y eso de los
frailes madrileños.. ¿Fue para tanto? Para los carlistas debió serlo. Pensemos
que la Iglesia más reaccionaria apoyaba al pretendiente que, entre otros
principios, mantenía una imbricación entre el poder temporal y el celestial.
Retrocedamos hasta el 15 de julio de 1834. Madrid está asolada por la epidemia
de cólera paneuropea que necesita culpables. ¿Quién mejor que los curas?
Conclusión: El agua de las fuentes había sido envenenada por clérigos. En unas
doce horas fueron asesinados 73 frailes y 11 fueron heridos. Algo tremendo. La
Iglesia era atacada por sus fieles que la responsabilizaban de sus
desgracias...¡como ocurrirá en 1936! Además, María Cristina, tan conservadora o
más que su cuñado, se tuvo que aliar con los liberales y, en contrapartida,
pagar ciertos peajes entre los que estaba reducir el poder de la Iglesia
Católica.
El catalizador
de ese furor fue la llegada de la noticia de que el ejército de Rodil tampoco
había logrado contener a los carlistas y el pretendiente Carlos María Isidro había entrado
en España proclamándolo en un manifiesto desde Elizondo. Para más Inri la Reina Gobernadora había sido
evacuada al palacio de La Granja (Segovia) y ese día de verano hubo un pico de
la epidemia con centenares de muertos, principalmente de las clases populares,
que buscaban un causante. El rumor del agua envenenada se vio reforzado por sermones
que decían que el cólera era "el
castigo divino contra los descreídos habitantes de la ciudad, mientras que la
gente del campo quedaba libre por ser fiel y devota".
Sumemos a este
coctel el calor del verano y... A primeras horas de la tarde del 15 de julio ya
se habían formado diversos grupos integrados también por abundantes milicianos urbanos y algunos miembros de la Guardia Real, lo que parece dar la razón a los carlistas. Se
asaltará el Colegio Imperial de San Isidro regentado por
los jesuitas. Matan a sablazos, apresan y linchan a los clérigos con escarnio. La
tropa llega a la media hora al mando del capitán general y superintendente de
policía quien
recrimina a los jesuitas el envenenamiento y busca pruebas del mismo, mientras
siguen matando frailes a un palmo de su presencia. Y la cosa siguió.
En la madrugada
del 18 de julio, se declaró el estado de sitio y se hizo público un bando: "Madrileños: las autoridades velan por
vosotros, y el que conspire contra vuestras personas, contra la salud o el
sosiego público, será entregado a los tribunales y le castigarán las leyes".
Volviendo al
tema: los hombres no capturados del Marqués de Campoverde debieron escapar
hacia donde pudieron -básicamente Medina de Pomar-. Eraso se largaría por el
alto de La Magdalena hacia zona rebelde con su captura. Con su carnaza.
Estos soldados
de la reina avanzaban hacia su fin. No habría clemencia. Y, quizá, tampoco
redención. Eran culpables de un terrible crimen: matar curas. Recurriremos a
Carlos Federico Henningsen en su "Campaña de doce meses en Navarra y las
Provincias Vascongadas con el general Zumalacárregui" que fue Secretario
del caudillo carlista, y a la de Charles Didier, "Une année en Espagne",
para conocer lo que les esperaba a los soldados del regimiento provincial de
Granada:
"Este regimiento "el provincial de
Granada", cuyos soldados eran todos voluntarios y de ideas avanzadas, se
hizo famoso por la matanza de los frailes en Madrid, y después pidió que se le
enviara para luchar contra los carlistas, marchando al Norte. Habiendo
Zumalacárregui decidido, pasase lo que pasase (conociendo el efecto que esto
produciría en el pueblo), descargar un fuerte golpe contra ellos, envió con
este fin a Eraso, el cual cruzando el Ebro, consiguió sorprenderles. De todo
este regimiento sólo escaparon diecisiete, incluido el conde de Campo Verde, su
coronel, y como se había dicho que éste tomó el mando después de la matanza de
Madrid, se miró esto por la población del Norte como un signo evidente de
justicia y se dijo que los diecisiete que habían escapado eran inocentes de los
sacrílegos asesinatos.
Zumalacárregui (Ferrer Dalmau) |
Ciento setenta prisioneros fueron traídos uno o dos
días después a Mondragón, donde nosotros estábamos; todos fueron fusilados;
entre ellos había siete oficiales. A varios de éstos fusiló Eraso en el extremo
de Puente Nuevo, puente que se halla a tiro de cañón de Bilbao. Los campesinos
estaban tan irritados, que los colgaron con sus uniformes".
De esto último disponemos
del artículo publicado en LA REVISTA ESPAÑOLA del 20 de enero de 1835 en el
cual se detalla el hecho. Pero mejor que sean ellos los que nos lo cuenten:
"Ayer (19/01/1835) sobre las siete y media de la
mañana, á la distancia de un cuarto de legua de esta villa, en jurisdicción de
S. Miguel de Basauri, han sido cruelmente asesinados 4 oficiales y 8 sargentos
del regimiento provincial de Granada. Estos desgraciados pertenecían á la partida
de 150 hombres sorprendidos en el Valle de Losa el 5 del corriente por la
facción vizcaína, compuesta de más de tres mil hombres al mando del forajido
Eraso, en virtud de cuyas órdenes han sido fusilados como aparece de los
carteles que se hallaban cosidos á las espaldas de los cadáveres. De los 8
sargentos uno que quedó por muerto ha salvado la vida milagrosamente. La debe a
la humanidad compasiva de un joven aldeano que le condujo herido, atravesado de
tres balazos, y fue llevado al hospital militar, en donde se le atienda con el
mayor esmero.
Si este infeliz recobra la salud podremos entonces
obtener de su boca las particularidades que nos hacen falta acerca de este
horroroso suceso, y la transmitiremos a nuestros lectores. Entretanto el mérito
que ha contraído el joven aldeano reclama nuestro agradecimiento, y es preciso,
en algún modo, que se lo manifestemos. No es posible ponderar lo conmovidos que
se hallaron los ánimos de los leales Urbanos y demás honrados vecinos al
contemplar este suceso. Solo unos hombres que saben que en la conservación del
orden consiste el triunfo de la libertad, pudieron contenerse y sacrificar sus
resentimientos particulares y generales á la vista de este espectáculo. Los ahogaron
pues en sus nobles corazones, y tan solo se entregaron a las reflexiones qué
son consiguientes. Ellos no quisieran ver alrededor suyo lenidad, apatía ni
indecisión, y sí únicamente el luego ardiente de la libertad patria.
En toda guerra civil, cuando un partido tiene libertad
de obrar contra los sentimientos de humanidad, y el otro quiere seguir la estrategia
del moderantismo, preciso es que se deje diezmar despiadadamente. Entonces la
lucha es desventajosa, y es lo que precisamente sucede entre nosotros y con
esto, en nuestro concepto, solo conseguiremos sembrar desconfianzas. El trono
de Isabel II ha de salvarse: en ello nadie pone duda. Pero ¿porqué no hemos de
emplear más rigor que el que hasta aquí se usa?¿No nos hubiéramos ahorrado
millares de victimas sacrificadas á la ambición de las pasiones si cuando por
ejemplo vino el general Sarsfield en 25 de noviembre del año 1833 hubiese
habido hombres bastante humanos como para sacrificar á su filantropía solo unas
cincuenta cabezas que entonces eran más que suficientes?
Seguros estamos que la hidra revolucionaria no hubiera
llegado al incremento que hoy desgraciadamente vemos y lloramos; pero si esto
ya no tiene remedio, lo que ahora nos hace falta es unión y que nos penetremos
que solo con ella nos haremos invencibles".
Esta facción -forma
en que llamaban a los carlistas- anduvo más lista que sus enemigos: el día 7 estaba
cerca de Mercadillo mientras el general Latre forzaba la marcha a su división que
estaba en Bustos de Bureba, y el general Bedoya a sus tres escuadrones ateridos
en Briviesca; El 8, Latre se dirigía al valle de Tobalina y el capitán general
de la Reina hacía Villarcayo. Los rebeldes volvieron a atravesar el valle de
Mena retornando a Arciniega. Y Villalobos, que se hallaba en Valpuesta, debía
ser perseguido por el general Bedoya.
Los partes de
fecha del 9 y 10 manifiestan que el brigadier Iriarte se hallaba el 8 en
Amurrio y que la facción vizcaína se había retirado a Arratía, Villalobos o
Ibarrola a Cuartango, y que el 9 se hallaba la división del general Latre en
Trespaderne, y el capitán general en Villarcayo.
Eraso se
escapó. Eraso ejecutó.
Anejos:
Manuel Latre: Militar
español de perfil liberal que participó en el levantamiento de Rafael de Riego
contra Fernando VII y en la primera guerra carlista (Cristino). Participó en el
levantamiento del sitio de Bilbao. Fue Comandante del segundo batallón de
voluntarios de Galicia y jefe político de la misma durante el Trienio Liberal.
Diputado y ministro de la guerra en 1838. Después elegido senador por Huesca y
Capitán General de Galicia.
Francisco Benito Eraso: (Garinoain, Navarra, 1793- 1835) militar español que
combatió en la Guerra de la Independencia. Comandante de Voluntarios Realistas
y, en 1833, nombrado por don Carlos Comandante General de Navarra. Desde el
cargo de ayudante de campo ascendió a Mariscal de Campo. A la muerte
Zumalacárregui tomó el mando del ejército del Norte hasta que dicho ejército
fue confiado al general Vicente González Moreno. Tras resultar herido en Mendigorria sus problemas de salud fueron en
aumento y tuvo que retirarse a su pueblo de Garínoain.
Némesis: El nombre némesis
proviene del griego clásico y era una diosa que aplicaba justicia y venganza
sobre aquellos que no cumplían con los designios de los dioses. Como su tarea
era castigar a los seres humanos, la némesis nos queda asociada con elementos
negativos y oscuros.
Némesis y Zeus. |
Hoy se usa para significar lo opuesto a uno, lo que a uno
le hace frente y se opone de manera completa. La némesis es una figura que
supone sentimientos y elementos negativos ya que es el conjunto completamente
negativo y opuesto a una persona. La diosa Némesis griega no es tan conocida
como otras, pero su tarea en el mundo de los dioses y de los humanos no era
menos importante que el de otros dioses. Esto es así ya que Némesis castigaba a
los seres humanos que no seguían o no respetaban el designio de los dioses pero
a su vez ella misma se ubicaba por encima de los dioses del Olimpo pudiendo
considerársela una diosa superior. Si bien era representada como una diosa
hermosa, también se tendía a representarla en imágenes, esculturas y demás
obras artísticas con un aspecto un tanto lúgubre para remarcar el hecho de que
en su poder estaba la justicia divina. De esta diosa proviene entonces la idea
de némesis, concepto utilizado hoy en día en nuestro lenguaje. La némesis es
normalmente comprendida como aquello que se opone directamente a uno mismo.
Bibliografía:
Periódico El Eco del Comercio
Diario de Avisos de Madrid
Revista La Revista Española.
Estado militar de España 1835
"LAS
GUERRAS CARLISTAS EN SUS DOCUMENTOS" Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera.
"Estampas histórico-burgalesas
del siglo XIX de Teófilo López Mata.
Definiciones
ABC
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.