Debemos trasladarnos a Cillaperlata para conocer
este mágico lugar, en la hoz que forman dos montes de la sierra de la Llana,
que nos espera, al menos, desde el año 790. Inició su camino como monasterio
independiente dúplice y luego fue priorato de San Salvador de Oña.
Quizá surgió como agrupación de eremitas tanto
por la existencia de cuevas en el entorno –Covanuto y la Cueva- como por su
dedicación a San Juan. Será el Padre benedictino Argáiz, del monasterio de San
Salvador de Oña, el que señala cuatro fechas sobre este monasterio: 290, 551,
839 y 921.
La primera fecha la engarza hablando del monje
Hauberto (847-922) que le hace decir que “en
el año 290, en la cuidad de Frías, cerca de la merindad Bureba y de la villa de
Poza, fueron quemados todos los ciudadanos un 7 de febrero, siendo capitán o
duque suyo Adauco, también ciudadano. Los cuerpos de muchos fueron trasladados
por los cántabros, vecinos de la Villa de Espinosa de los Monteros, unos, al
monasterio saliense, otros a la iglesia de Santa María del Valle”. Para el
padre Argáiz “saliense” sería un término erróneo porque el monasterio de Salas
se construye en el 666 y el adecuado sería Cellense y referido a San Juan de
Cella, que es como lo denomina Hauberto. (¡En fin, Serafín!)
La segunda fecha, 551, también es fruto del dúo
Hauberto y Argáiz. Consta que el monasterio de San Juan de los Butrones fue
edificado por el obispo Llano (¿Fredense?) y que su primera abadesa fue
Domicia. Luego que en 839 floreció Santa Sotaria en el monasterio Benedictino
de los Butrones y que, en 921, destaca Santa Scopia como abadesa del monasterio
de San Juan de Cillaperlata. Argáiz elimina otros monasterios anexos a Oña
porque no fueron dúplices con lo cual asigna todas estas notas a San Juan de la
Hoz de Cillaperlata. Claro que hacer caso, sin soporte documental, al padre
Argáiz…
Otra leyenda –mucho de lo anterior lo sería- es
la que dice que el rey Fruela (757-768) fue enterrado en este lugar. Todos lo
arriba citado solo sirven para resaltar que San Juan de la Hoz era muy antiguo.
¿Cuánto? ¡Chi lo sa!
(Cortesía de ZaLeZ) |
Gracias a los documentos de donación podemos
desbrozar la vida de este centro religioso. La más antigua, aunque se ha
perdido el documento dado a conocer por Yepes (¡mecachis!), data del 954 en una
donación de un conde Sancho –en esos años era conde de Castilla Fernán
González- y en el 967 doña Eldoara concede a San Juan, dirigido por el abad
Ovidio, varios lugares.
Pero parece que podría ser de construcción
tardovisigoda (siglos VII-VIII), quizá dentro del programa evangelizador de los
reyes visigodos iniciado en el siglo VI en las tierras de Las Merindades y
contornos. Podríamos llegar a situarlo en combinación con el complejo de Tedeja
y Santa María de Mijangos formando así un virtuoso triangulo.
Venga, el primer documento real que se refiere a
este monasterio lo presenta como abadía y relata las posesiones que obtiene y no
son pocas. Les ahorro la relación pero les indico que fue en el 790. Repito 790
d.C. Hay otros documentos con donaciones que nos permiten seguir el ritmo vital
del monasterio.
No se sabe la regla que rigió en su inicio. Pudo
ser la no escrita de San Agustín o la de Juan de Biclara obispo de Gerona
(591-621). Pero, más tarde, se aplicó la de San Fructuoso que lo rigió durante
los dos primeros siglos de la reconquista.
El padre Úrbel señala un documento en el que se
detalla que siendo abad del monasterio de San Juan de la Hoz Alejandro II lo
entrega al conde de Castilla y el nombramiento de Oneca como abadesa en 1002.
En un documento que estaba en la regla de don Domingo se conoció que Diego Fernández
y Diego Fuertes profesaron como monjes en San Juan de la Hoz sujetándose a la
obediencia de la abadesa Oneca y donando la hacienda que tenían en la comarca
del monasterio. ¿Qué nos dice esto? Pues que el monasterio era importante en
esa Castilla.
Ese segundo documento nos resalta, a su vez, el
aspecto del monacato dúplice al figurar como consejero al abad Juan. Esta
duplicidad, procedente del concilio II de Sevilla presidido por San Isidoro, se
implantará en San Salvador de Oña cuando en 1011 nuestras monjas de
Cillaperlata y su abadesa sean trasladadas allí para arrancar la vida monacal
del nuevo monasterio. Al fin y al cabo, quién mejor que la tía carnal de
Tigridia, flamante abadesa de San Salvador de Oña e hija del conde de Castilla
Sancho García, para enseñar a gobernar el convento. Por supuesto, para la
protección espiritual llegarán a Oña los monjes de San Salvador de Loberuela.
Y, es que, Oneca, nuestra infanta-abadesa tuvo
una vida de –podríamos decirlo así- “grandes servicios al estado”: rehén de paz
con Almanzor en Córdoba, cuando vuelve a Castilla es abadesa de San Juan de la
Hoz y, luego, San Salvador donde fue la primera abadesa y maestra de su
sobrina.
Con la abadesa se traslada también la
titularidad del monasterio y San Juan se convierte en priorato. En 1017 las
enseñanzas a Tigridia finalizan y Oneca vuelve al ya dependiente San Juan de la
Hoz. Será, Oneca, parte del consejo de regencia de su Sobrino García Sánchez y
a la muerte de este (1028) pasa al partido de los reyes de Navarra. Será por
eso que, en lo que podríamos considerar como el testamento de Oneca hecho el 7
de julio de 1020, entrega a Sancho III y a doña Mayor sus señoríos, palacios y
heredades.
¿Murió? No todavía aparece en algún documento
más y parece que en 1045 vive en el reino de Navarra al constar una donación de
una villa que tenía en Busto de Bureba a Oña. Claro que Oneca no volvió por la
zona de San Juan de la Hoz por, principalmente, su alineamiento con Navarra.
La fecha de la muerte Oneca la desconocemos pero
ella colocó a San Juan de la Hoz de Cillaperlata como un monasterio condal por
la importancia de su abadesa, por su participación en la fundación de San
Salvador de Oña y por la estima que tenía entre los prioratos de este último
monasterio.
La historia de este monasterio continúa, por
supuesto, pero será contada otro día. Ahora nos detendremos para visitarlo.
Aunque sea en parte. El monasterio contaba con un área de 1.225 metros
cuadrados que era suficiente para el mantenimiento de una pequeña comunidad.
Los restos arqueológicos han sido expoliados,
trasteados y, finalmente, objeto de siete campañas de excavación durante los
años 1979, 1980, 1981, 1982, 1983, 1984 y 1986. 66 días en total, no se crean. Y,
por supuesto, campañas de limpieza y consolidación para salvar estos románticos
restos.
En la primera campaña encontraron fragmentos de
cerámica, un par de monedas (de este tema ya hablaremos), piedras labradas y
decoradas, un asa metálica y dos figuras de Cristo. El perfil de lo recuperado
se mantendrá durante todas las campañas. Con los trabajos se comprobó que, por
ejemplo, la bodega de los frailes no fue la ocupación inicial.
Pero entremos ya en la iglesia. Conocemos su
planta y su estilo por los restos hallados. Hay fotos…de la iglesia que se
construyó en el barrio de arriba con los materiales del monasterio después de
ser quemado en el siglo XIX.
Tenemos una sola nave en cuatro tramos:
Ábside:
Semicircular, 4`22 metros de diámetro y base de altar de 1`35 m por 94
centímetros. La altura era de 7-10 centímetros. Estaba construido con sillares de
piedra caliza de los que quedan unas dos hiladas. Por supuesto, no sabemos nada
de la decoración que tuvo y pero sí que, inicialmente, fue más alto. Bajo el
alero llevaba una decoración de billetado de poca profundidad.
Presbiterio: son
5`18 metros de ancho por 3`30 metros de largo. El banco adosado se conserva en
ambos laterales con su borde bocelado y estriado y sobre esos bancos podrán ver
dos semicolumnas, con base de dos toros y una escocia. Pero tanto la basa como
el primer toro aparecen recortados hasta formar línea con el borde del banco.
Ese recorte pudo producirse en la reforma de la iglesia ejecutada en el siglo
XVIII.
La semicolumna del lado norte es de piedra
caliza, muy clara y de buena calidad y la del lado sur de piedra de toba que
contrasta con el trabajo de su compañera. Un capitel con hojas de acanto que
está en la iglesia de San Juan del barrio de Arriba pudiera haber sido uno de
los dos que coronaban estas semicolumnas.
En el muro sur de este espacio se encuentra la
puerta de acceso a la sacristía. Inicialmente esa puerta tuvo un arco dovelado
de medio punto que posteriormente, al ampliarse, se adinteló. Esta es un
espacio de 7`5 metros cuadrados que está cerrada al este por un muro de
mampostería de 80 cm de grosor. Se halló una moneda de Carlos IV.
Bajo el presbiterio había una fosa.
Crucero: es una
zona con 7`12 metros de anchura por 6`66 metros de largo. Claro que es un falso
crucero que tiene dos puertas –la norte cegada en su interior- y la del sur que
se abría hacia el claustro y el convento y que la vemos decorada con líneas
angulares.
En los cuatro ángulos del crucero hay adosados
cuartos de columna y sus basas están formadas por un baquetón, dos toros y una
escocia con una entalladura. Los cuartos de columna, al ser netamente
desiguales, llevan a suponer que existieron modificaciones posteriores al
proyecto original. Añadamos que el muro norte es liso y reconstruido en su
momento no siendo, como el sur, claramente románico.
La
nave: este espacio de 10`32 metros de longitud y 7`80 de ancho
está separado del crucero por dos pilares de un metro cada uno que permiten
diferenciar claramente ambos espacios. Adosado a sus muros encontramos un banco
corrido, borde baquetonado y decorado con una estría incisa de 6 centímetros de
borde. Algo característico de las iglesias románicas castellanas.
En el lateral suroeste está el baptisterio que
nos chiva que era parroquia también. Un pocito de 35 cm nos indica donde estuvo
la pila bautismal. ¿Quieren verla? Pues pásense por el jardín de la iglesia de
Cillaperlata.
En el lado noreste hubo otro espacio señalado
por un muro de cierre de mala factura. Entre ambos espacios se abría la puerta
principal que en su base está formada por buenas losas de piedra situadas al
nivel del banco románico adosado a la pared. ¿Qué nos dice esto? Que la puerta
era posterior a la obra inicial. Milagrosamente se ha salvado parte de la
portada románica. Le cuento: Fue primero trasladada a la nueva iglesia de San
Juan del barrio de Arriba y, después, a la iglesia de Covadonga del barrio de
Abajo donde se conserva parte de la misma. Debió tratarse de una portada del
siglo XII; a ambos lados tenía dos columnas de fustes monolíticos que
descansaba sobre dos basas; sobre los fustes montaban dos capiteles tallados.
Esos capiteles estaban decorados con, el izquierdo, un águila cabeza abajo y el
derecho una figura humana también cabeza abajo.
Y entonces, algo ocurrió en el siglo XVIII de lo
que no hay constancia escrita. Pero las piedras nos cuentan que la congregación
se vio obligada a emprender obras de reconstrucción o reforma. Dado el terreno,
húmedo, podríamos suponer una causa de fallo estructural que provocó un grado
de derrumbe.
Se procedió a afianzar el edificio, sobre todo
en el lugar donde estuvo la torre que era en el crucero como lo demostraban los
cuatro contrafuertes encontrados. Engrosaron el muro, cerraron la puerta de
entrada de ese lateral y removieron el osario situado bajo el suelo románico.
Continuaron hasta los restos prerrománicos, que asolaron, para emplear sus mampuestos
y piedras nobles en los muros exteriores y en la construcción de cuatro
tirantes –muros de realce de norte a sus -que ejercieron de muros de
contención, aunque fuesen malos y endebles.
Estos tirantes en el suelo llevaron a una lógica
elevación de la solera cubriendo con ello los bancos laterales del sur y
desnivelaron el piso del templo y, por ello, la puerta principal montaba sobre
el banco románico.
Construyeron dentro de la iglesia dos capillas
laterales al fondo de la nave. La entrada de la puerta principal la modificaron
colocando grandes losas de piedra; la puerta de la sacristía cambió su forma
dovelada y de medio punto por otra de mayor altura y adintelada; y abrieron una
hornacina en el muro sur del prebiterio; el suelo de la iglesia lo embaldosaron
con baldosa rectangular. Ya hemos comentado lo del muro reforzado con restos
prerrománicos pero falta comentas que en el muro se han encontrado fragmentos
del ara prerrománica.
Vale, admitimos que la reforma de la iglesia fue
necesaria por problemas estructurales pero deformó la construcción prerrománica
y románica iniciales sin crear algo que compensase lo perdido.
Vamos concluyendo el tema de la iglesia. Los
restos de Cillaperlata son similares a las iglesias de San Quirce, San Pedro de
Tejada y Santa María del valle de Monasterio de rodilla. Situaríamos San Juan
de la Hoz entre los dos primeros.
Las similitudes continúan al haber sido San
Juan, San Pedro y Santa María prioratos del monasterio de San Salvador de Oña
después de haber sido monasterios prerrománicos independientes. Y esta
dependencia afectó al estilo de sus edificios al llegar los monjes de Cluny a
Oña. Aun así, estos tres templos continuarán la tradición del románico
burgalés: una sola nave, falso crucero, torre central cuadrada (Vale, no
sabemos si San Juan la tuvo pero lo suponemos y que la perdió en el siglo XVIII),
la ornamentación del billetado jaqués, los baquetones lisos, bolas y volutas,
talla a doble bisel, cimacios de planos angulares y los canecillos de toda
clase de temas.
Pero hay una variación en nuestro San Juan de la
Hoz: el trazado de su planta que la hace más vieja que las otras. Como en San
Quirce la nave consta de un solo tramo. Además, la visera de los capiteles de
San Juan es análoga a la de los de San Quirce que data de 1147 (consagrada por
el obispo Víctor) y San Juan de la Hoz sería algo posterior. ¿Cuánto? Se sabe
que Alfonso VIII, el 7 de noviembre de 1170, donó al abad García el priorato de
San Juan de la Hoz “para su manutención y por los días de su vida” por haber –fíjense-
renunciado a la abadía de Oña y considerar que era lugar adecuado a su
categoría. Y, para completarlo, tenemos una moneda de Alfonso VIII encontrada
bajo el suelo de la iglesia románica, entre el osario.
¿Iglesia románica? ¿Iglesia prerrománica? ¿Qué datos tenemos? Sobre la prerrománica
hay una pobre hilada de mampuestos que gritan que bajo la iglesia existió esta
prerrománica con influencia visigoda. A saber: Ábside cuadrado, presbiterio
rectangular, dos naves separadas en el centro y un nártex situado en el lateral
sur.
Era una construcción en una zona apartada y
adaptada al lugar y la conocemos porque fue cubierta por los cimientos de la
siguiente iglesia. Pero con lo que tenemos nos podemos hacer una idea de lo que
hubo.
La longitud total del exterior de la iglesia
prerrománica era de 17`70 metros y una anchura de 4 metros. No se puede
apreciar si este templo tuvo más espacios dedicados al culto. Pudo ser una nave
doble con arquería central o una iglesia con nave simple con ábside y
presbiterio y la “nave doble” pudo ser el monasterio con habitaciones, como
parecen indicar los restos de muros que separan pequeños espacios
rectangulares.
Cabe la posibilidad de que tuviese dos estancias
adosadas a la cabecera y a ambos lados del ábside si es correcta la
interpretación de una hilada de mampuestos porque la cata hecha en el exterior
no dio resultado. La estancia del lado sur parece estar indicada por una hilada
de mampuestos que forma parte de la pared de la fosa vacía del presbiterio
románico. Pero puede que estos muros paralelos y hacia el este, y que siguen la
línea lateral del ábside, pudieran ser los laterales de otro espacio de
servicio del ábside.
En fin, no sabemos mucho sobre el templo
prerrománico de San Juan de la Hoz. Conjeturas: influencia visigoda. El entorno
tiene múltiples restos visigodos y cuando en el 790 se habla de este monasterio
se le presenta organizado, con un abad llamado Alejandro y con bienes
cuantiosos lo que implicaría una creación bastante anterior a esa fecha.
Seguiremos hablando sobre el lugar.
Bibliografía:
“El conjunto arqueológico del monasterio de San
Juan de la Hoz de Cillaperlata (Burgos)” Josefina Andrio Gonzalo, Ester Loyola
Perea, Julio Martínez Florez y Javier Moreno Blanco.
Para saber más:
Para saber más:
Los orígenes prerrománicos de San Juan de la Hoz y puesta envalor de la cueva eremítica de Cillaperlata
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