Hoy
cedemos este espacio a José Antonio San Millán Cobo un gran divulgador de la
ciencia y la cultura en nuestra comarca. Ha sido director del programa “Huellas
en el tiempo” de Radio Espinosa Merindades en el que, a lo largo de ocho años,
hemos podido ensanchas y redescubrir el pasado y el presente de –como le gusta
decir a él- Las Montañas de Burgos.
Reparte
su vida entre ser guía turístico de la montaña de burgos, bloguero y
colaborador en diferentes publicaciones como “Crónica de Las Merindades”,
“Diario de Burgos”, “revista cultural Velliga” y, por no ser pesado, otras
varias.
Y
tras esta rápida presentación les invito a sorprenderse con la leyenda y la magia
que dejan escapar estas centenarias –sólo centenarias- piedras espinosiegas:
Villa
Baranda:
Lo
primero agradecer a mi amigo Lebato la oportunidad que me brinda de aparecer en
su blog, que siempre he dicho, y no es por hacerle la pelota, que es uno de los
mejores (por no decir el mejor), blog de Historia de Las Montañas de Burgos.
Hace ya bastante tiempo, después de una comida con amigos relacionados con el
mundo de la historia del Norte de la provincia, me sugirió que escribiera algo
sobre este edificio que hoy os traemos aquí.
Hace
años que vengo preguntándome por la historia de este viejo caserón de la Calle
el Progreso de Espinosa de los Monteros. Lo cierto es que la historia es cuando
menos curiosa, y espero que les guste.
Como ya saben Espinosa de los Monteros es la población con más monumentos catalogados de la Provincia de Burgos, después de la capital, claro está. Esto hace que nuestro casco histórico sea un bello conjunto de torres, palacios, iglesias y casonas, cada una con una historia bastante interesante.
Villa
Baranda es una jovencita en comparación de otros edificios históricos de la
población. Se sitúa en la “Calle del Progreso” abierta para que hubiera una vía
más ancha y cómoda hasta la Estación de tren. Recordemos que el Ferrocarril Hullero,
el de Bilbao a la Robla, abrió su primer tramo desde Espinosa de los Monteros
hasta Valmaseda allá por el año de 1892 y un par de años más tarde se inauguró
la línea completa. En aquellos años, el tren era el progreso, y que una
población tuviera su estación lo significaba todo. Por esa razón la calle donde
se asienta la casa se llama “Calle del Progreso”.
Nuestro
protagonista se llama D. Juan Ángel Sainz de Baranda y Fernández-Garón (Nacido
el 30 de Marzo de 1869). Fue agregado diplomático del Ministerio desde el 1 de
febrero de 1896, y tuvo varios destinos; en la embajada cerca de su Santidad;
en Buenos Aires; en Berna; en Bogotá; en Tánger y en Washington. En su
currículo, figuró también que fue caballero de la Orden de Isabel la Católica;
Medalla de plata de Alfonso XIII; Oficial del Salvador, de Grecia; Caballero de
Cristo, de Portugal; Ídem del Águila Roja, de Prusia; Ídem de Leopoldo, de
Bélgica. Además de licenciado en Derecho y Académico Profesor de la Real
Jurisprudencia y Legislación.
Alrededor
de 1895 Don Ángel Sainz de Baranda, estaba casado con Doña Aurora Mollá, una
rica Cubana. Aprovechando la llegada del ferrocarril mando construir, junto a
su hermano Manuel, toda la hilera de casas de esa mano, quedándose el número
17, la conocida como Villa Baranda, para servir de hotel.
Don
Ángel, que sufría desde la infancia ataques epilépticos, era un hombre con
clase y con muy buena presencia. Su hermano pequeño, Don Manuel, ejercía de
abogado. Fue el padre de Elisita Sainz de Baranda, quizás más fácil de conocer
por los espinosiegos.
Creo
que, con tanto Sainz de Baranda, queda claro el porqué del nombre de la casa.
Según Don Ángel Villasante Ortega, el apellido Sainz de Baranda se crea a
finales del S. XVI en Espinosa de los Monteros por el casamiento de un tal
Manuel Sainz con Isabel Baranda, estos tuvieron un hijo al que llamaron Manuel
y que unió para siempre los dos apellidos formando uno compuesto. Pero quizás
el Sainz de Baranda más famoso, aunque solo sea por la estación de metro de
Madrid fue don Pedro Casto Sainz de Baranda Gorriti, este sí que era madrileño,
pero era hijo de un señor de la Merindad de Montija, más concretamente de
Quintanaedo, de donde procedía su familia.
Pero
bueno, dejemos los parentescos y las familiaridades para otra ocasión y
volvamos a “Villa Baranda” y su historia. Por el libro “Los Monteros de
Espinosa” de Rufino Pereda podemos saber algo más de los Sainz de Baranda, y
dice lo siguiente: “D. Ángel Sainz de
Baranda, de relevantes dotes de inteligencia y bondad, acaudalado propietario y
notable miembro de la carrera diplomática, a la cual honra con sus
conocimientos”.
Don
Ángel Sainz de Baranda, fue desde 1904, por el fallecimiento de D. Manuel Villasante
Ballesteros, tutor de Don Hipólito Villasante Sainz de Baranda, último Montero
de Guarda de Cámara y Servicio de los Reyes. Aparte de ser parientes tenían
gran amistad y compartían temporadas veraniegas en San Sebastián, donde
veraneaba Alfonso XIII. Los periódicos de la época nos indican que
conferenciaba con Su Majestad asiduamente.
Al
parecer, la idea de los hermanos de que el edificio se transformara en un
hotel, nunca llego a buen puerto. Sobre la fortuna de esta familia, creo que
quedara despejada cuando os cuente un par de cosas. No debió de ser una fortuna
corriente.
Se
cuenta que fueron de los pocos españoles que se embarcaron en el Titanic, un
barco de lujo que les llevaría hasta Nueva York. Al parecer el día 14 de abril
de 1912, al chocar el transatlántico con un iceberg, D. Ángel se dio cuenta de
que no había botes salvavidas para todo el mundo. Así que ni corto ni perezoso
bajo al camarote con su mujer y se vistió de señora y así salvaron la vida
antes de su hundimiento. (Aún no he encontrado las pruebas históricas que lo
atestigüen pero, ya saben, “se non è vero, è ben trovato”). Lo que si sabemos,
por el periódico El Liberal, es que el día 4 de abril de 1912 D. Ángel
presentaba su dimisión como secretario de la legación diplomática en Washington.
El
matrimonio de Don Ángel y Doña Aurora tuvo un hijo llamado Álvaro, y este se
fue a enamorar de una señorita que respondía al nombre de Dolores (Muy
apropiado en el caso que nos ocupa). Cuentan que no debió de caerles en gracia
a los padres del novio (quizás vieron algo que no les acababa de convencer). El
caso es, que para intentar disuadir a su hijo de tan ciego enamoramiento, D. Ángel
lo invito a acompañarle a dar una vuelta al mundo. Si, si, han leído bien, una
vuelta al mundo. Sé que hoy en día todo el mundo conoce a alguien que ha hecho
algo así. Pero quiero que se sitúen en la época. Son los años 20, y la gente
normalmente no se iba de viaje de novios (mucho menos de placer), en el mejor
de los casos, en nuestra zona podían ir a Bilbao o a Burgos, si tenían familia
allí… bueno, debieron de tener bastante dinero, ya que los viajes no eran tan
baratos y sencillos como ahora.
Volviendo
al viaje, lo primero que hizo D. Álvaro a su llegada fue ir a ver a Dolores. Al
parecer el viaje no sirvió para quitarle de la cabeza el enamoramiento. Poco
tiempo después pide la mano de la novia y se casan. Su viaje de novios fue a
París, donde coinciden con otra pareja de españoles recién casados. La cosa se
empieza a complicar, porque en la ciudad de la Luz, Dolores engaña a su marido
con el español que había conocido en París.
El
caso es que a su vuelta a Madrid, a sus padres sigue sin convencerles la niña,
y observan que las relaciones matrimoniales de su hijo no funcionan todo lo
bien que debieran, por lo que decidieron pagar a su chófer para que hiciera las
veces de detective privado y de esta forma saber qué es lo que hacía su nuera.
No
tardaron mucho en dar resultado sus pesquisas. De forma fortuita el chófer
encontró unas cartas destinadas a Dolores, con remitente del español con el que
habían coincidido los recién casados en Paris. Las cartas finalmente, fueron
abiertas por Don Álvaro, que comprobó por sí mismo que eran misivas de amor
hacia su esposa, descubriendo que desde casi el día de la boda, había estado
engañándole.
En
todo este tiempo, ya habíamos cambiado de régimen político y la forma de
gobierno era la República. El marido despechado solicito sin tardanza la
separación matrimonial, y con las pruebas que presento, se la concedieron de
inmediato.
D. Álvaro
pasaba grandes temporadas en Espinosa, y fue en esta Villa donde le sorprendió
la Guerra Civil en el mes de Julio de 1936. De alguna manera consiguió volver a
Madrid y atravesar los frentes. Una vez allí fue fácil para Dolores denunciar a
su ex-marido como simpatizante de ideas monárquicas, siendo este encarcelado. Fue
ella misma quien visitó a D. Álvaro en el presidio donde lo habían encerrado
para suplicarle que si retiraba la demanda de separación ella misma le libraría
de la cárcel gracias a sus “muy buenas” relaciones con la República. Pero la
respuesta de D. Álvaro fue tajante: “Dolores,
prefiero morir que volver contigo”.
Días
después cogieron a Don Ángel Sainz de Baranda, su padre, merodeando por los
alrededores de la cárcel y lo encarcelaron con su hijo. Poco después ambos
fueron fusilados en Paracuellos del Jarama, a unos 20 km de Madrid. Padre e
hijo figuran en libro de las Checas de Madrid.
No
son estas las únicas historias curiosas relacionadas con Villa Baranda. ¿Han
oído hablar de la Enferma de Montecillo? ¿No? Pues quizás debieran, porque es
una historia bastante famosa. Les voy a hacer un pequeño resumen, y les voy a
recomendar un libro muy interesante y fácil de leer, si aún no se creen lo que
les voy a contar (No tienen por qué hacerlo, y quizás deban dudar e investigar
por su cuenta).
La
historia comienza en 1896 (si se acuerdan, es la misma época en la que se
empezó a construir Villa Baranda). A escasos kilómetros de Espinosa de los
Monteros, más concretamente en Quintana de los Prados (Población que ya ha
tenido una entrada en este blog y que pueden consultar aquí nació Amalia Baranda, una mujer que con el paso
del tiempo llego a ser conocida como la Enferma de Montecillo, por trasladarse
sus padres a esta población de la Merindad de Montija, muy cerquita de Quintana
de los Prados.
En
1918 Amalia empezó a estar enferma, una enfermedad muy particular y que duraría
hasta su fin. Tenía por aquel entonces 23 años. Su mal le impedía comer y
tampoco podía beber. Durante el resto de su vida, hasta que murió en 1936,
estuvo en esta situación (Aquí, algunos dejarán de leer, pensando que me he
vuelto loco, solo los más valientes continuarán la lectura).
El
asunto es bastante complejo para resumirlo en unas líneas, por lo que os invito
a que leáis el libro de Juan José López Núñez titulado “La pregunta número
siete”. También publicado en este blog.
Cuando
el médico de Espinosa, Manuel Gutiérrez, la atendió en las primeras veces, intento
todo lo que estaba en su mano, incluso llego a pensar que no comía por una
especie de ataque de ansiedad, todo fue en vano.
Comenzó
el calvario de viajes a diferentes hospitales, Madrid, Burgos, Bilbao,
Zaragoza, y en ellos se sucedían una serie de operaciones y pruebas muy
dolorosas para Amalia. Se conservan análisis médicos de la enferma, análisis de
sangre, de orina, en la que se aprecian valores elevados de ciertos elementos
que no deben de estar así en una persona sana. Algunos de ellos provocarían la
muerte en cualquiera de nosotros. La Real Academia de Medicina emitió un
informe de más de 80 páginas, para acabar concluyendo que ellos no se pueden
explicar cómo podía seguir viva.
Fueron
18 años los que esta mujer paso sin comer (entiendo su cara de incredulidad,
nos ha pasado a todos). Lo único que tomaba al día era una inyección de
Phosphorrenal y el Cuerpo de Cristo, ya que todos los días escuchaba misa
(postrada en su cama). El phosphorrenal, como inyectable según su análisis químico
tendría un poder calórico de 1,5 Kcal. Y un ser humano encamado necesita mínimo
800 Kcal. para el mantenimiento de sus funciones. Por lo que los lectores que
al leerlo creían que ya tenían la respuesta a su milagrosa supervivencia… lo
siento, no se la he dado.
A estas alturas alguno se preguntará porque les cuento todo esto y qué relación tiene con Villa Baranda. Muy sencillo. En esa época el Doctor Manuel Gutiérrez tenía alquilado para él y su familia la segunda planta de tan notable edificio. En 1936 días después de estallar la Guerra Civil y quedar el Frente Norte establecido a escasos metros de Montecillo, con el consiguiente peligro que eso conllevaba para la enferma, el Doctor decidió trasladarla a su propio domicilio, Villa Baranda, donde la podría atender mejor. Amalia llego bastante enferma y no duro mucho, apenas unos meses. Así es que esta mujer nació en Quintana de los Prados en 1896 y murió en Espinosa de los Monteros en 1936 a la edad de 40 años. De los cuales 18 estuvo enferma sin poder comer ni beber.
En
la actualidad Villa Baranda es el esqueleto de tiempos mejores, una ruina aún
orgullosa, que acabara tirando la nieve o el viento. Un verdadero lujo para la
época en la que se construyó, y que lo seguiría siendo hoy en día si se le
pusiera remedio a la ruina que la atenaza por dentro, y también por fuera.
Bibliografía:
“El
Ferrocarril Hullero de la Robla a Valmaseda”. Pedro Fernández Díaz-Saravia
(2003)
“Los
Monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino. (1917)
“La
familia Baranda y Sainz de Baranda”. Ángel Villasante Ortega. (2012)
“La
pregunta número siete”. Juan José López Núñez. 2016
Periódico
“El Imparcial”. 8-XI-1911
Periódico
“El Mundo Grafico” 10-III-1926
Periódico
“El Liberal” 4-IV-1912.
Periódico
“Heraldo de Madrid” 7-XI-1911
Periódico
“La Correspondencia de España” 4-IV-1912
“Huellas en el Tiempo”. Programa cultural de
Radio dedicado a las Montañas de Burgos;
1) Plazas de las Merindades 1 y 2 (Con Rodolfo
Gutiérrez-Solana)
2) El tren de la Robla (Con Iván Marañón)
3) Palacios y arquitectura de Espinosa (Con Rodolfo
Gutiérrez-Solana)
4) La Enferma de Montecillo (Con Juan José López
Núñez)
Muy interesante. Gracias a los dos. Estaría bien que pasó en Villa Baranda desde el 36...
ResponderEliminarBuenos días,
ResponderEliminarsegún mis estudios genealógicos, Hipólito Villasante Sainz de Baranda no fue el último Montero de Guarda y Cama ya que su hijo Hipólito Villasante Fernandez Díaz, en 1913, le sustituyó en el cargo, lo que era habitual en la época.
Adjunto enlace al documento en Pares:
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=1538534&fromagenda=N
Un saludo y enhorabuena por el blog.
Muchas gracias por su información y estaría encantadísimo en que, si lo desea, emplee esta bitácora para profundizar en ambas biografías ampliando su comentario o en una entrada acordada.
EliminarUn saludo y gracias por participar.
Me gustaría saber donde puedo encontrar el libro que habla del milagro de Amalia Baranda.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias por adelantado
Le enlazo con la entrada en que el autor del libro sobre Amalia.
Eliminarhttp://sietemerindades.blogspot.com/2016/07/la-pregunta-numero-siete.html
Srs. Mollá. Somos un grupo de personas que estamos intentando reconstruir la historia de nuestros antecesores. No nos guía otro motivo que el de poder transmitírsela a nuestros nietos. Ni otra razón que el de intentar ser fieles a una memoria, perdida en la actualidad, para mantenerla como conocimiento y actitud.
ResponderEliminarEn esta reconstrucción hemos hallado un vínculo con una persona llamada Aurora Molla, ligada a nuestra familia posiblemente en La Habana (Cuba) en el último tercio del s.XIX.
Nuestros familia tenía negocios comerciales relacionados con la importación y venta de vinos.
Por azar encontramos la referencia de Uds. en la red.
¿Podrían conformarnos si una persona de ese nombre les consta relacionada con su apellido por aquellas fechas?
Es un pequeño dato para dar sentido a un puzzle sin importancia histórica, pero relevante para saber los caminos que nos han traído hasta aquí.
Muchas gracias por habernos atendido.