Los romanos, incluidos los de Hispania, ya
poseían dos formas de “hablar”: el latín culto, que empleaban los escritores
romanos, y el latín vulgar, de uso cotidiano. Por ello, según Menéndez Pidal, "en los casos en que un mismo tipo
latino produjo una voz en boca del pueblo y otra en los escritos de los
eruditos, la voz popular tiene una significación más concreta y material,
mientras la culta la tiene más general y elevada".
Y esa dicción popular devino en dialectos
regionales, incluido el Castellano que el rey Alfonso X el Sabio empleó como su
lengua en el siglo XIII. A partir de entonces, nuestro idioma ha ido
enriqueciéndose con la obra literaria de nuestros mejores escritores (creando
cultismos que se vulgarizaban), y con la cultura popular.
Hagamos un recorrido, a vista de pájaro, sobre
las formas de hablar, de nombrar, de nuestras Merindades y contornos porque,
necio es negarlo, las palabras no suelen estar sujetas a los siempre cambiantes
límites políticos que crea el ser humano.
Las palabras que empleamos, para que naveguen
por las estructuras gramaticales, tienen diversas procedencias y el paso del
tiempo sustituye las arcaicas por otras novedosas o que se ajustan mejor al
concepto a explicar. De nuestras bocas salen voces de origen prerromano,
latino, vasco (en parte prerromana y latina), árabe y mozárabe, francés,
inglés, alemán… e incluso japonés, chino o sudafricano (¡esa vuvuzela!). Claro
que muchas de esas llegadas exóticas son fruto del mundo intercomunicado de
hoy. De hoy que no de siempre.
Si descontamos los efectos de la “aldea global”,
la existencia de palabras autóctonas referidas a todos los ámbitos sociales ofrece
datos sobre nuestro pasado cultural e histórico. Vocablos que se asemejarían a
los empleados por los residentes altomedievales de Castilla Vieja y entorno. Palabras
-máquinas del tiempo- que nos trasladan allá aunque no tengamos certeza de
dónde está ese lugar. Los lingüistas suelen chocar con arcaísmos latinos, la
mayoría, algunos árabe o mozárabes y, también, eusquéricos, no lo olvidemos.
Anotar que hay aportaciones del euskera contemporáneo -fruto de la movilidad
humana y comercial- y de la emigración de vascoparlantes hacia Las Merindades y
el resto de Castilla hasta el inicio del siglo XX.
No solo los idiomas citados influyeron en el
castellano. Si nos fijamos en el límite occidental de Las Merindades tenemos la
comarca de Alto Campoo que está situada en el alto Ebro. Quedando así separada
del resto de Cantabria por la Cordillera Cantábrica. Este es un territorio
donde predomina la influencia del castellano antiguo y cuya habla nos ha
influido.
Los posos del mozárabe llegan remontando el Ebro
y entre estos “fósiles” lingüísticos hallamos:
Ababol: amapola presente en todo el valle del
Ebro, Cantabria y hasta Zamora. Del mozárabe habapaura, alteración del lat.
papavere ‘amapola’ por influjo del árabe “habba” grano de cereal o semilla de
verdura. No resulta sorprendente porque es el mismo proceso que con el
spanglish.
Albérchigo ’albaricoque’: Recorre toda La Rioja
y Navarra, gran parte de Castilla la Vieja, León, Extremadura, Canarias y Vascongadas.
Término surgido del mozárabe. al-bérchigo ‘variedad de melocotón’, derivado del
lat. persicu ‘melocotón’, y éste a su vez de malum persicum ‘fruta de Persia’.
Cagarruta ‘excremento de las cabras y de las
ovejas’: es un regionalismo riojano, burgalés, navarro y aragonés, aunque es
probable que también exista en otros espacios peninsulares. Interesante en
extremo es la presencia del sufijo –“uta” aportado en esta voz, dados los
escasos ejemplos que nos restan en la lengua (canuto, langaruto, viruta,
zacuto).
Limacha: ‘babosa’ del latín “limace”, con cambio
de terminación por influjo del género del vocablo. También nos ha llegado como
Limaco al pasar por el tamiz del euskera.
Valgan estas como ejemplos de palabras de la
población mozárabe, muchas procedentes del latín, y que han podido ser
empleadas por quienes nos antecedieron en estas tierras. Elías Rubio Marcos,
entre otras pesquisas, recogió en sus paseos vocablos casi perdidos de distintos
lugares de Burgos –y, por tanto, de Las Merindades-, como el diccionario
realizado en la comarca y municipio de Cuatro Ríos Pasiegos, los pasiegos
burgaleses aledaños a Espinosa de los Monteros, sitos en los valles de Lunada,
Rioseco, Trueba y La Sía.
Registró una serie de palabras de diverso origen
sin ánimo de determinar su etimología y más como recuento etnográfico que como
trabajo de investigación. De dicho trabajo destaco unas cuantas:
ACORRAR: Formar corro (“las vacas se acorran
cuando sienten al lobo”).
AGORMELLAR: Apolillarse la madera.
ANGARILLAS: Armazón de madera utilizado para
sacar y transportar el estiércol de las cuadras.
ALPACAS : Pacas. Fardos de hierba.
APERRAR: Ordenar al perro para que haga una
acción.
APIDRIAR: Granizar, apedrear.
APLOCLAMAR: Proclamar.
APRADAR: Transformar en prado
una superficie de monte bajo.
Pasiego (José Luis San Román) |
ÁRGOMA: Tojo.
ARRUYU: Arroyo.
ATROPAR: Reunir en montones las
hojas caídas de los árboles.
BARAJONES: Raquetas de madera
para caminar sobre la nieve.
BORCIL: Cortín. Pequeña
construcción, de piedra o de madera.
BRANIZAS: Prados y cabañas de
altura. Antiguamente, beranizas.
BRENA: Hierba salida en un
prado tras segarlo.
BUQUERA: Trampilla que comunica el payu con la
cuadra y por la cual se echa la hierba que ha de distribuirse al ganado.
CABARRAS: Garrapatas.
CÁNTARA: Recipiente de barro
utilizado para natar la leche.
CELINGAR: Cimbrear un árbol.
CORDUVÍA: Tábano
CHURRAR: Orinar
DALLO: Dalle.
DESBERRAR: Mugir las vacas.
EMBASURAR: Abonar los prados
con estiércol.
EMBRAZALAO: Llevar a la espalda
algún bulto sujeto con brazales.
EMPALLAR: Distribuir la hierba
en el payu y apelmazarla.
ESPUNDIAS: Especie de verrugas
alrededor de las mamas de las vacas.
GARMACHÓN: Peña. Machorra
grande.
GATO: Padrastro de las uñas.
GUAREÑA: Diaclasa.
HACINA: Montón de hierba.
LASTRA: Cada una de las losetas
que cubren un tejado.
LUMIACO: Limaco. Babosa.
MACHORRA: Peña que sobresale en
el terreno de manera aislada.
MORRILLO: Piedra.
Valles Pasiegos de Cantabria |
PALU: Palo. Garrote. El tradicional palu pasiego
fue utilizado para salvar accidentes del terreno (saltos sobre arroyos, etc.) y
también como arma para defensa personal.
PAYU: Piso superior de la casa-cabaña. Por lo
general, en el payu se encuentran juntos el espacio habitable del pasiego y el
henil.
RESOL: Mariquita.
RESQUILAR: Trepar a los
árboles.
SAGALLINO: Sistema para recoger la hierba o el rozo segado, que consiste en envolver
dichos vegetales en un sábano, anudando juntos sus cuatro extremos. El
transporte del sagallino puede hacerse bien a la espalda de una persona o bien
a lomos de una caballería.
TRAPA: Especie de cajón que sirve para transportar
el estiércol. Se arrastra con una caballería.
TOCHU: Tonto.
VELORTA: Vara
delgada, generalmente de avellano, que sirve para ayudar a transportar la
hierba.
ZAPITA: Jarra de chapa o madera para contener
leche. Se utilizaba cuando se ordeñaba a mano.
Pero esta colección de palabras
perdidas, deformadas o dialectales no es la única colección de términos recogida
por don Elías. Un anciano de Brizuela le ofreció, en 1998, una serie de
palabras que empleaban los canteros de la zona en la que se cruzaban vocablos
de raíz gallega y eusquérica, voces con sílabas cambiadas… que pudieron
emplearse por los canteros itinerantes o que procedían de recuerdos deformados
del entrevistado.
Lo presento como homenaje al
periodista, al informante y a aquel mundo rural y cerrado que difícilmente
participaba de las grandes corrientes de la comunicación. No como ahora.
AGUA: ureta. En eusquera “agua”
es “Ura”.
ALMORZAR: azormar. ("proro
a azormar" = voy a almorzar)
BEBER: trovar.
BUEY: urnio,
BURRO: astrabu. (¿”Asto” y
“burro”?)
CAMA: saule,
CAMINAR: andariguear
CAMINO: Landosu.
CAMISA: saldiana.
CANTERÍA: erguinería.
CANTERO: erguina
CARNE: araguia (Euskera:
“Haragia”)
CARPINTERO: calcoza
CARTA: papelosa
CARTERO: papelosiego
CASADO: escanduciao
CERDO: urriaco
CLARO: aroclá ("en
chapurreao")
COMER: gandir
CORAZÓN: zocarón
CUADRA: zancarria
SACERDOTE: badía
DIOS: quicoba
DORMIR: sauliar
ESCALERA: escaleruz
ESPOSA: sunía ("es la
mujer")
FRIO: llofre
FUENTE: uretiona
GRANDE: amenciau
GUARDIA: estornijo
HABLAR: gallear
HERRERO: samaca
JORNAL: dornil
JUGAR: estaruguear
LARGO: argulá (en Euskera:
Argala)
LAVADERO: uretión
LECHE: alambriz
LETRAS: lepras
LLORAR: uretear
MADRE: aldrame
MAESTRO: tresmo
MARTILLO: escoriatu
MATAR: apurrar
MESA: sema
METRO: tremo.
MORCILLA: minchula
MUERTO: apurrao
NO: cio
ORINAR: uretiar
PADRE: aldrape
PAN: guitu (¿del vasco Ogia?)
PATATA: guarnacha.
PEQUEÑO: cipurquín
PERRO: chacurra (evidentemente:
Txakurra)
PESETA: peluda
POCO: chiqui
RÍO: uretión
ROBAR: latrear
SI: bai
SOL: usquia (del vasco
“Eguzkia”). También podía ser “calor”.
SUELO: sipiu
TABERNA: bayuca
TETAS: margaritiegas
TIO: liotí
TOCINO: urdalla (en Euskera: Urdai)
VACA: urnia
VIEJO: jabardu
Esta es una selección de las
palabras recogidas por Elías. Su interlocutor le confesó que empleaban este
argot para confundir a la gente y, personalmente, me parece que algunas de las
recogidas por el periodista procedían de la imaginación del entrevistado, más
que de sus recuerdos.
Bibliografía:
“Presencia de mozarabismos en el castellano
hablado hoy en La Rioja” por José María Pastor Blanco.
“Vocabulario pasiego en el municipio burgalés de
Cuatro Ríos Pasiegos” por Elías Rubio Marcos
Homogeneidad del léxico agrícola en la merindad
de Campoo según el atlas lingüístico y etnográfico de Cantabria” por José
Manuel Ruíz Núñez.
“Jerga de los canteros en el pueblo de Munilla (de
Hoz de Arreba)” por Elías Rubio Marcos.
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