Cuando hablamos de esta guerra de Las
Comunidades de Castilla (1520-1521) nos viene a la mente que el culpable fue Carlos
I, rey de Castilla, de Aragón, de Navarra, de las Indias, Señor de Vizcaya…
porque aspiraba al trono del Sacro Imperio Romano Germánico.
Felipe I |
La realidad nunca es tan lineal. Había más dentro
de la olla a presión que era Castilla al comenzar el siglo XVI. Fueron dos
décadas de confusión en torno a quién y cómo ejercía el poder. Desde el
fallecimiento de Isabel I y al menos hasta 1518, Castilla no tuvo un rey
reconocido unívocamente como tal; las tensiones entre Fernando el Católico y el
Archiduque fueron evidentes, Juana pasó a la consideración de reina inhábil o
el propio Rey Católico “sólo” ejercerá el poder como gobernador, y no como rey,
tras el fallecimiento de su yerno. No estaba claro cómo se gestionaría el acceso
al trono del príncipe Carlos o, sin ir más lejos, Cisneros desplegará durante
todo el período una enorme influencia que incluía embajada propia en Roma.
Aun así, la cosa quebró con el desembarco de los
borgoñones (el entorno en que se había educado Carlos I) cuya rapacidad fue proverbial. Como aves de
presa ocuparon todos los cargos, sinecuras, prebendas y dineros. Codicia que un
siglo más tarde encontramos en el Vocabulario de Correas: “Doblón de dos caras,
norabuena estedes, pues con vos no topó Xevres” Refiriéndose a Guillermo de Croy –no confundir con su sobrino homónimo-
un privado y consejero de Carlos I venido con el rey.
Guillermo de Croy |
Se violaron las leyes de Castilla que impedían
que los extranjeros ocupasen cargos públicos. El príncipe Carlos naturalizaba a
sus amigos antes de regalarles el cargo. El caso más sangrante pudo ser el de Guillermo
de Croy nombrado Arzobispo de Toledo ¡con solo 20 años! Encima no residió en su
diócesis y las rentas eran expatriadas.
Se produjeron
reforma en las leyes de importación y exportación que levantó rencores en los
fabricantes castellanos; el cambio hacia una sociedad más burguesa se
entorpecía cuando no se impedía. Pero, ciertamente, la
puntilla fue el trono del Sacro Impero Romano germánico y su sangrado
tributario.
Cueva de Manzanedo |
Todos conocemos a las tres figuras líderes de
los sublevados: Bravo, Padilla y Maldonado. Y frente a ellos, y en nombre del
rey, actuaron tres figuras: Iñigo Fernández
de Velasco, Fadrique Enríquez, almirante castellano y Adriano de Utrecht, presidente
del Consejo Real, que posteriormente llegaría a ser Papa de Roma y que suele
ser la figura central –cuando no presentada como única- de la triada carolina.
En Las Merindades la situación era la siguiente:
el Condestable de Castilla Iñigo Fernández de Velasco, que había heredado el
mayorazgo de los Velasco porque su hermano Bernardino, primer Condestable
dentro del linaje, no había tenido herederos varones,
se comportaba como si Las Merindades fuesen parte de su feudo. En el
archivo de Simancas permanece la información realizada en 1513-1514, a petición
de los vecinos, concluyéndose que los Velasco no tenían título para ejercer
esos privilegios. No sabemos si
simultáneamente a esta “vía legal” se produjo alguna sublevación localizada en
nuestra zona pero sí sabemos que tanto la reina Juana I de Castilla como su
hijo Carlos emitieron cédulas ordenando que el Condestable pudiera cobrar los
mismos derechos que sus predecesores sobre lo que las merindades de Castilla
Vieja y el Valle de Mena habían pleiteado.
Medina de Pomar (1885) |
En 1519 Las Merindades deciden no pagar con lo
que se emite una sobrecédula real para que las merindades de Castilla la Vieja
y Mena acudiesen al condestable Íñigo con las mismas cantidades con las que
solían pagar.
Así, de toda la provincia burgalesa fueron Las
Merindades donde más inquina se tenía a la gran nobleza, a los Velasco y sus
múltiples impuestos y tasas, y al uso de la prisión como fórmula de extorsión. Todo
esto hacía que en septiembre de 1520 en la Merindad de Castilla la Vieja, en Cuesta
Urria y en Valdivielso hubiese comuneros. Particularmente lo fueron las localidades
de Arroyuelo y Villarán.
Cardenal Adriano |
El cardenal Adriano en una carta fechada el 18
de septiembre de 1520 y dirigida a Las Merindades apuntaba que “nos es hecha relación que de pocos días a
esta parte os habéis juntado y hecho entre vosotros algunos alborotos y
desasosiegos, turbando la paz que entre vosotros hay”.
El Condestable de Castilla -Alcalde Mayor Las Merindades-
reclamó 300 hombres para combatir la revuelta comunera. Para ello se reunieron
los diputados y procuradores de las siete Merindades en Miñón, el 5 de
noviembre de 1520. El procurador Diego Alonso compareció ante el Escribano
Antonio Ogazón de Villasante y se quejó de que las peticiones del Condestable
eran excesivas. El 6 de noviembre el escribano Antonio Ogazón se acercó a
Medina de Pomar con la respuesta: Petición excesiva. Alonso de Medina y Pero
Martínez que eran escribanos de número de su audiencia se negaron a coger la
respuesta. Entonces Ogazón la presentó, entre otros, a Pero Saravia (merino de
la Cárcel de Castilla la Vieja) y a Diego Sánchez de Frías (recaudador).
Juan de Padilla |
El día 13 de noviembre de 1520 hubo otra reunión
en Miñón en la cual recibieron la notificación de una Real Cédula del
condestable fechada en Briviesca el 8 de octubre. Exigía el noble que no
nombrasen justicias, ni soltasen los presos de la cárcel, ni cobrasen las
rentas reales… pero no fue obedecida. Esta Real Cédula fue notificada
personalmente a Rodrigo Torres, vecino de Quintanilla Sociguenza, Alcalde de la
Merindad de Castilla la Vieja. Y no fue la primera ni al único. El 16 de
noviembre recibía su notificación Pedro Fernández de Ángulo que era procurador
general de Las Merindades.
Al tener noticia la Junta de Tordesillas de esta
situación dirigió un manifiesto a los dirigentes de Las Merindades fechado en
Tordesillas en 14 de noviembre de 1520 y refrendado “por mandado de los Señores Procuradores del Reyno que asisten en las
Cortes o Junta General... Lope Pallares y Juan de Mirueña” en el cual
después de reseñar las causas del movimiento comunero y sucesos importantes
ocurridos, hasta aquella fecha, les dicen:
“Pues
vuestras mercedes ven e conocen la gran necesidad que ay de remediar estos
reynos e como no hay otra manera igual ni mejor, de lo que está principiado,
pues somos seguros con ayuda de Nuestro Señor que avrá el fin que todos
deseamos, e vuestras mercedes en no aver obedecido al Condestable, ni aver
acebtado ynportunidades an fecho singular beneficio a estos Reynos, e a
nosotros en particular muy gran merced, pedimos por merced a vuestra merced,
pues todos procuramos el verdadero servicio de nuestros Reyes e Señores
naturales, en conservarles sus reynos e Patrimonio real, e no consentir que
sean disipados, ni destruidos, que vuestras mercedes continuando en su antigua lealtad
y nobleza perseveren en ella, e no consientan negociaciones de personas
aficionadas al mal por intereses particulares, e se junten con nosotros para el
remedio universal destos reynos, en que consiste el verdadero beneficio de sus
altezas e estén en su firme e santo propósito de na obedecer gobernador, que no
fuere puesto a contento del Reyno e conforme a las leyes reales, ni consentir
que ningún grande, so esta color, se apodere del Reyno, por los grandes males e
daños que de aquí resultarían, ni que se saque gente de esas partes, porque es
razón que este ay para guarda e conservación de la tierra que es frontera...” Que,
traducido, significa que insistan en retornar al patrimonio real.
Medina de Pomar |
La carta incluía perlas como esta: “ya saben los agravios que vuestros vecinos
de las siete merindades de Castilla-vieja an padecido, por querer ser, el
Condestable, corregidor e justicia dellos, e tenerlo en encomienda, e por
cobrar dellos un quento de mrs. e mas de lo que estan encabezados en las rentas
e libros de sus altezas, e como agora están fuera desta gravedad, é el Rey no
les aya dado libertad, e reducido a la corona real, la primera cosa en que ha
entendido, diciéndose gobernador, es procurar tornallos a la opresión, en que
estaban por fuerza, e quando esto no le a valido por mañas, lo qual no es razón
quel reyno sufra e es razón que vuestras mercedes, les favorezcan como a
vuestros vecinos, amigos y servidores”.
Ante este memorial pidieron a la Junta de
Tordesillas una provisión autorizándolos para no cumplir las órdenes de los
Gobernadores del reino y que les concediera permiso para vender los campos
comunales menos perjudiciales para los concejos, a fin de poder adquirir armas
para la defensa del reino y poder repartir el resto del importe de la venta
entre sí, para los gastos que habían hecho en defensa de la jurisdicción. La
Junta expidió las provisiones que pedían Las Siete Merindades, libertándolas de
acudir a los llamamientos del Condestable y autorizando a desobedecer sus
provisiones y a sus justicias.
Se iba a por todas. De la respuesta negativa a
una carta del cardenal Adriano se deduce que ya habían sido sustituidos los
funcionarios nombrados por el condestable. Era finales de noviembre de 1520.
El Condestable, a primeros de diciembre y desde
Burgos, requirió ante él a García Sánchez de Arce, Capitán general de las
Merindades de Castilla-vieja; Juan López de Rueda, Abad y Señor de las casas de
Rueda, y Rodrigo de Torres, Alcalde de la Merindad de Castilla la Vieja. Tenían
seis días. Los tres apoderaron a Gabriel de Salinas, vecino de Pedrosa, quien
se presentó en Medina de Pomar diciendo que los llamados tenían muchas
ocupaciones.
El conde de Salvatierra, don Pedro de Ayala, comunero
o casi, tras soliviantar tierras de Álava se dirigió por el valle de Tobalina
hacia Medina de Pomar, Frías y Oña al frente de unos 2.000 hombres buscando
levantar en armas Las Merindades y combatir al Condestable en su feudo.
Para que se pongan un poco en situación con lo
que estaba ocurriendo en Álava les diré que el emperador, al saber la rebelión
del Conde de Salvatierra, lanzó desde Worms una Provisión Real el 17 de
diciembre de 1520 declarando incorporadas a la corona la villa de Salvatierra y
su tierra. A su vez, el Condestable de Castilla firmaba el 24 de diciembre una
Real Cédula donde nombraba al Conde de Salinas, D. Diego Gómez Sarmiento,
Capitán general de las provincias de Guipúzcoa, Álava y Merindades de
Castilla-Vieja, Valdegovía, Rioja, Logroño y Bureba. ¡Todo un real problema!
La amenaza directa al feudo del duque de Frías
hizo que su situación se debilitase. No solo eso sino que desde noviembre los
habitantes de Burgos esperaban que el rey confirmara las promesas realizadas
por el Condestable como pago a que la ciudad desertara de las filas comuneras.
Los ánimos, ante la tardanza, habían comenzado a excitarse y el condestable a
duras penas podía controlar la situación. Fue necesario que parlamentara sin
cesar con los cerrajeros y zapateros de la ciudad, que distribuyera numerosas
gratificaciones y mentiras. El cardenal Adriano y el Consejo Real compartían la
preocupación del condestable que no dejaba de reclamar el envío de refuerzos
para poder controlar la ciudad.
Monasterio de Las Huelgas (Burgos) |
Visto esto el obispo de Zamora, don Antonio de
Acuña, se coordina con el conde de Salvatierra para, él desde el sur y el otro
desde el norte, tomar Burgos. Su avance, pensaban, serviría para dar coraje a
los comuneros de la ciudad y precipitaría el esperado levantamiento.
Resumiendo: Salió mal porque los comuneros de Burgos se adelantaron y para el
21 de enero todo había acabado.
El Condestable, cada vez más acosado, decidió
atajar el problema de Pedro López de Ayala de la forma más barata. Se enviaron
emisarios para atraerle al bando realista. Condestable y el Consejo de regencia
emitieron el 25 de enero una Provisión Real revocando todas las cartas,
provisiones y cédulas expedidas contra el Conde de Salvatierra, sus tierras y
vasallos que se hubiesen dado, desde San Miguel de 1520 hasta la fecha y en
ella dieron seguro al Conde, de que si disolvía su hueste, no se iría contra su
persona, bienes y vasallos.
Oña |
Respuesta de López de Ayala: “que hera contencto con que se perdonasen a
él y a los otros que heran con él, en todo lo que habían hecho desdel día de
Sant Miguel de septiembre acá y que en lo de las merindades ya no se hiciese cosa
de hecho sino por justicia...” Se envió desde Burgos a Luis Sarmiento para
suscribir en Oña este tratado. La fecha fue el 27 de enero de 1521. El de
Salvatierra se comprometía a despedir al siguiente día la gente que había
reunido en la casa y monasterio de Oña, fijando las condiciones para que
volviesen a sus casas la gente de las huestes en indicado día.
Así se lo escribía el Condestable al Rey:
“lo
qual todo consultado con el Presidente y los del Consejo de V. M. paresció que
se debía hazer así, por cumplir con el Conde, como con tenelle a él, en
servicio vuestro, para en estas montañas aprovechara mucho y enbiamosle
despachados las provisiones dello y luego derramó su gente y se tornó. (…) ha
seydo buena negociación porque yr dos mili ombres en favor de la Junta y
quitárselos hales sido quiebra, mas crea V. M . que las ciudades rebeldes,
están tan determinadas en su mal propósito, que buscan dineros donde no los ay,
de manera que llegan gente de pie, quanta quieren y si por ventura el Conde de
Salvatierra tornase a pecar, tenemos el aparejo para le castigar como agora...”
Pero el Conde les mintió. Solicitó armas al
Concejo de Salvatierra y dejó guarnecida Oña y además Frías y Medina de Pomar,
y vivió vigilante, dispuesto a salir nuevamente. Lo haría en Álava. Visto lo
visto, a finales de enero el Consejo real envía a Pedro Suárez de Velasco, deán
de Burgos, que sólo necesitó llegar a una legua de Medina de Pomar para que el
cerco se levantase.
Por su parte en el Señorío de Vizcaya, ajeno a
esta guerra, se hacía negocios con el contrabando de armas hacia los comuneros
y la lealtad y apoyo de sus autoridades hacia el Consejo de Regencia. Para
hacer frente a esto el Condestable libró Provisión Real el 21 de febrero en
Burgos, facultando a Martín Morquecho, vecino de Medina de Pomar, para que
recorriese las comarcas y lugares donde esto se cometía, llevase vara de
justicia y embargase todas las que ocupase y enviase a su destino, mandando que
se le prestase favor y ayuda.
Castillo de Frías. |
A su vez el Condestable necesitaba armamento y
tropas para combatir a los comuneros. Tampoco tenía artillería. ¿Y esto? ¿Acaso
la Corona carecía de tropas? ¿Y las mesnadas de los nobles? Hagamos un aparte
para introducir la explicación a este misterio y comprender algunos de los
movimientos por Las Merindades y Álava.
Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón
habían eliminado los ejércitos señoriales y el ejército español de aquellos
años era una milicia dependiente de la corona. La Nobleza luchó contra ello,
claro. Sin soldados perdían fuerza. En época del regente Cisneros se reclutaron
los primeros contingentes de soldados y se habían comprado armas; soldados y
armas que habrían de ser vistos en las filas de los comuneros. Se pagaba a la
tropa con privilegios que los asimilarían a las filas de la pequeña nobleza. El
Estado dispondría así de un cuerpo plenamente eficaz y digno de toda confianza.
En total serían reclutados treinta mil hombres en todo el reino que serían
repartidos en pequeñas guarniciones, prestos a reagruparse cuando esto fuese
necesario.
Las ciudades eran las encargadas de suministrar
las armas necesarias, que pagaban con sus propios fondos (las rentas y propios)
o mediante impuestos excepcionales (la sisa o repartimiento). Tristemente en
esta revuelta los virreyes no podían recurrir a las milicias urbanas, que
formaban parte del bando opuesto y los virreyes no quisieron reclutar hombres
de las ciudades leales al rey. Eran poco fiables.
Ballesteros y Arcabuceros hacia 1520 |
Fue en los lugares de señorío donde hubo que
acudir a la búsqueda de tropas para combatir a la Junta y sobre todo en las
provincias más alejadas de los núcleos revolucionarios: en algunas partes del
País Vasco y en Navarra.
Considerando que los soldados profesionales eran
muy poco numerosos, llegamos a la conclusión de que fueron los nobles quienes
aportaron la mayor parte de las tropas de élite, sin olvidar tampoco los
hombres que había destinado a la infantería. Un Grande de España, el conde de
Haro, primogénito del condestable de Castilla, fue designado general en jefe,
el 29 de noviembre. Este nombramiento no fue del agrado de todos. Algunos
consideraban que el conde era demasiado joven e inexperto, pero, en definitiva,
era el hijo del condestable y no era posible discutir su elección.
Rodelero español y piquero suizo (1503) por Angel Pinto. |
La artillería suponía otro problema para los
virreyes. El parque de artillería de Medina del Campo había caído en manos de los
comuneros. Para conseguir los cañones necesarios para su ejército, el Consejo
de regencia hizo traer algunas piezas de Navarra y de Fuenterrabía,
desguarneciendo en parte la frontera francesa. Además, consiguieron hacerse con
algunos cañones más de aquí y de allá.
¿Aclarado? Bien. Pues quedémonos con la
referencia de que el Condestable reclamó piezas de artillería de Fuenterrabía. El
problema es que Las Merindades y Álava estaban en manos de los comuneros. Por
eso, Iñigo Fernández de Velasco arguyó un plan que cuenta en su carta del 22 de
febrero de 1521 a Carlos V y que retomaba en la del 4 de marzo: “alguna artillería que saque de
Fuenterrabía, que es la que no me dexaron pasar por Guipúzcoa, truxela a
Santander y venida allí como a V. M . escriví, alborotóse lo de Campo, se puso
en tales términos que huvo que volver a Bilbao; agora vienen con ella los parientes
mayores de la tierra. He sabido que el Conde de Salvatierra, con gente de las
Merindades de Castilla Vieja, trabaja por impedir el paso: está la cosa en
términos que los nuestros por traella y los otros por tomársela podría ser que
se descalabrasen: hazese todo lo posible por pasalla seguramente”
Pedro López de Ayala, no solo reunió a la
gente de las antiguas merindades de Castilla –principalmente del Valle de Losa-,
sino que atrajo a sí a las de Cuartango, Orozco y Arratia. Logró reunir el
Conde unos 5.000 hombres, y tomando posiciones estratégicas en los pasos de
Vizcaya y Álava, cerca de Villaro, atacó el convoy, que venía conducido por Martín
Ruiz de Avendaño y Francisco de Velasco, los cuales, a pesar de la defensa y
fuerte resistencia que ofrecieron no lograron abrirse paso, por ser mucho el
enemigo, y a fin de que no pudiera utilizarla el de Salvatierra, inutilizaron
los cañones. Pero, además, quedaron indefensas Bilbao y Vitoria. El de
Salvatierra entraría en la segunda.
Fray Prudencio de Sandoval comenta que los
losinos habían sido levantados por el capitán Gonzalo de Baraona. Indica
también que fueron siete piezas gruesas y que los realistas eran unos mil
setecientos hombres a la orden de don Sancho de Velasco. El fraile cronista
apostilla que viéndose perdidos los que la guardaban huyeron llevándose los
aparejos y las mulas después de haber desmontado las piezas. Los comuneros las destruyeron
al no poder llevárselas. Vemos algunas diferencias con lo arriba dicho.
Mijangos |
El Condestable, ante la pérdida y desbandada de
sus tropas en Álava, recurrió a las tropas acantonadas en Navarra. Estas
estaban al mando de Manrique de Lara, hijo del Duque de Nájera. Debían avanzar
hacia Vitoria. De Burgos partieron otras unidades hacia el Condado de Treviño.
Fueron domando las zonas favorables al conde de Salvatierra a sangre y fuego
mientras le perseguían.
La Junta general del Reino (los Comuneros), en
su sesión del 3 de abril de 1521, nombró Diego Ramírez de Guzmán Gobernador de
las siete merindades de Castilla Vieja, de Campoó y las cuatro villas de la
costa del mar, con salario de tres ducados de oro cada día. Solicitó a sus
gobernados y a Salvatierra tropas para atacar al Condestable y reducir la
presión sobre el cuartel general comunero. El nuevo gobernador recorrió los
ayuntamientos de las Merindades buscando incitarles a la revuelta. Se apoyó en
el resquemor antiseñorial que bullía en Las Merindades. Presentó la dicotomía
entre libertad o tiranía. Pero el tirano no era el rey sino los señores que
dominaban este antiguo territorio de realengo.
Medina de Pomar. |
Tras laminar, o casi, a los comuneros de Álava Manrique
de Lara pasó con 2.000 soldados y 40 caballos a las Merindades de Castilla Vieja
y llegó a Medina de Pomar. ¿La arrasó como había hecho en Álava? Pues no.
Recordemos que era del Condestable. ¡Tonterías, las justas! Lo que hizo fue
concertar un acuerdo que salvaba la población y liberaba sus huestes de un
asedio. Logró engrosarlas con mesnadas locales y partió hacia Palencia el día 8
de abril.
Diego Ramírez fue ayudado por el Licenciado
Urrez –era el delegado de la Junta para la región situada al norte de Palencia-
quien desde Reinosa escribía a la Junta diciéndola que había hecho prender al
Juez del Condestable que había ido a mantener bajo el poder de Carlos V la
zona; que Las Merindades estaban agotadas por la continuada presencia de
hombres de armas; y que él había levantado en la Merindad de Reinosa unos 8.000
hombres con los que se dirigieron a enfrentarse al hijo del duque de Nájera en
Medina de Pomar. Pero llegaron tarde, porque los adversarios habían partido, y
se volvieron.
San Llorente. |
Marchado el gato nuestro ratón de Salvatierra llegó
a 3 leguas de Medina de Pomar con unos 4.000 soldados. Los medinenses no le
dejaron pasar y tuvo que volverse.
Y, entonces, se produce un cataclismo para los
revolucionarios de Álava y Las Merindades: El 12 de abril las fuerzas de Martín
Ruíz de Gamboa y Avendaño derrotan en Durana a las del Conde de Salvatierra.
Allí es capturado Gonzalo de Baraona que fue degollado en la plazuela de la
Leña de la ciudad de Vitoria. Acababa aquí la aventura del titulado por la
Santa Junta como “Capitán general del
Condado de Vizcaya e provincias de Guipúzcoa e Álava e de las cibdades de
Vitoria, e Logroño, e Calaorra e Santo Domingo de la Calzada e de las siete
merindades de Castilla-vieja e de todas las otras cibdades, villas e lugares e
merindades e tierras e bailes que caen y están desde la cibdad de Burgos hasta
el mar e de los puertos de la dicha mar que caen en la dicha comarca”. Fin definitivo
de los Comuneros en Álava.
La Marcha de Burgos del Condestable llevó a la
Junta General del Reino, a pedir por carta fechada el 10 de abril a Las
Merindades que se juntasen y uniesen con el Conde de Salvatierra y asolasen la
campiña de Burgos. Además, Diego Ramírez de Guzmán escribe a Las Merindades el
12 de abril desde Torme pidiendo que se reuniesen en ayuntamiento y acordasen sobre
lo solicitado. Los procuradores de Las Merindades acordaron volver con el
acuerdo el día 20 de abril de 1521.
Continuó Diego Ramírez de Guzmán en su tarea
motivadora. Se vio apoyado por García de Arce, el Abad de Rueda y Gonzalo de
Barahona, los cuales, violando su pacto con el comisionado del Condestable Juan
Esteban Manrique, decidieron cercar la villa de Medina de Pomar. El Presidente
y Consejo Real escribieron sobre este punto al emperador una carta fechada en
burgos el 22 de abril de 1521 donde decían: “y
agora este Diego Ramírez con gran solicitud torno a traer a su error a todas
las siete merindades de Castilla Vieja y a los de la Merindad de Campoo y
apercibió y llamó a las otras merindades e tierras comarcanas con determinación
de venir a cercarnos en esta cibdad y entrar en ella como V. A . verá por el
traslado de algunas cartas suyas que vinieron a nuestro poder, iban con esta y
porque alguna gente de V. A. que estaba en Medina de Pumar les estorbaba el
paso para juntarse con la otra gente del Conde D. Pedro de Ayala, acordó este
Diego Ramírez de poner cerco a Medina de Pumar y así le tienen puesto tres días
ha (19 de abril de 1521); en ella están setecientos infantes, así de V. A. como
del Condestable e sin temor de recibir daño, antes le han fecho a los cercadores”.
Esto mismo venía a decirle la Duquesa de Frías a Carlos V por otra carta del
siguiente día.
Medina de Pomar |
En estos momentos, vísperas de la batalla de
Villalar, tenemos Medina de Pomar cercada, su comarca expoliada como la de Frías
y al Condestable enviando al Conde de Salinas, y al Deán de Burgos a levantar
el sitio de su ciudad. Junto a ellos lanza a Martín Ruiz de Avendaño a Las Merindades
para reconducirla a la lealtad a Carlos I. Apenas supieron los comuneros que
sobre ellos venía esta fuerza levantaron el sitio. No hubo posibilidad de más.
Cuando se supo la derrota de Villalar lo adictos a los comuneros de Las
Merindades empezaron a pedir el perdón real.
En noviembre los regidores de Las Merindades
fueron interrogados en Miñón, quizá como ironía al ser este el lugar
tradicional de sus reuniones. En 1521 se anulaba el concierto que Manrique de
Lara –Realista virrey de Navarra hasta ese año- había hecho con las merindades
de Castilla Vieja cuando era capitán general del ejército real en la guerra.
Tras esta anulación se nombraba, de nuevo, a Íñigo Fernández de Velasco como
alcalde y merino mayor. Como lo habían sido sus antecesores.
"Ejecución de los comuneros de Castilla" cuadro de Antonio Gilsbert Pérez |
Con lo cual, si con anterioridad al año 1520 habían estado las
Merindades subyugadas por el Condestable, a partir de abril de 1521, por haber
perdido, lo pagarán. Tendrán que desembolsar 1.800.000 maravedís por el
incendio de los arrabales de Medina. En concepto de daños y perjuicios a los
"oficiales de todos los oficios" de Medina, 23.000 ducados. Y al
Monasterio de Santa Clara 322.000 maravedís por el consumo que hicieron de pan,
vino y otras cosas.
Las Merindades continuaron sometidas a la encomienda de la casa de
Velasco de la que por fin se liberaron en 1562, al recuperar Felipe II la
jurisdicción real comisionando para realizarlo al Dr. Mendizabal, Oidor de
Valladolid, quien requirió a las autoridades del Condestable para que
entregasen las varas de justicia invistiendo de sus respectivos cargos a las
personas designadas por el Consejo, dándoles posesión de ellos y entregándoles
las insignias de su autoridad; así como trasladando la Audiencia y presos de la
cárcel a Villarcayo lugar elegido como cabeza de las Merindades de Castilla al
ser de realengo.
Con relación al Conde de Salvatierra algunos autores afirman que la
Santa Junta no se fiaba de él. Parece que este noble se unió a la revuelta para
satisfacer sus odios y rencores y nunca dejó de ser señor feudal en sus
territorios lo que, probablemente, minó su apoyo en Las Merindades.
Vamos, que resultó algo estupendo el levantarse contra el Rey. ¿O fue
contra la familia Velasco? Para Joseph Pérez los Comuneros fue un movimiento
nacido en las ciudades que saltó al campo como una explosión antiseñorial y fue
derrotado por una alianza entre los Señores y la corona lo que acentuó
el posterior absolutismo. En Las Merindades la motivación fue el deseo de ser,
nuevamente, tierras de realengo y no depender de unos señores que no se atenían
a derecho. En el norte de Burgos no se veían las cosas con la pasión de la
Meseta Central. En Las Merindades la Junta trató de aprovechar la coyuntura y
sus emisarios consiguieron éxitos notables para facilitar armas al ejército
comunero amen de estorbar el suministro a las tropas reales.
Carlos I por Tiziano |
Con la liquidación del movimiento de las
Comunidades se cerró el camino que después seguiría la Holanda de los Orange,
la Inglaterra de Cronwell o que llevarla a la revolución francesa. Se retrasó
en varios siglos la constitución de una burguesía industrial en nuestro país.
España seguiría un modelo de desarrollo diferente al europeo lo que hizo su
grandeza y su miseria. Aunque esto, este párrafo, es una mera toma de postura
actual proyectada hacia el siglo XVI.
Si nos paramos a pensarlo tenemos que un año
largo de revueltas es visto como el hecho heroico de una comunidad. Y es la
fecha tótem para una administración, más o menos artificial, de España. Hay monumentos,
representaciones pictóricas, celebraciones de todo cuño, nombres de calles…
todo vale para hacer de las Comunidades de Castilla un hecho trascendente dentro
de la memoria hispánica.
Debemos culpabilizar al siglo XIX de este
retornar. El incidente fue tomado como mito histórico en la creación del
Estado-nación en España. Los liberales, en palabras de A. Rivero, se apropiaron
“del mito comunero como instrumento de
denuncia del despotismo y de afirmación nacional”. También los conservadores
hicieron de la revuelta un tema importante, en este caso para ensalzar la modernidad
de una dinastía llamada a encarnar lo más valioso de las esencias nacionales:
religión e imperio.
El siglo XIX asentó dicha visión dado que había
que elevar a una de las partes a los altares de la civilización patria al
tiempo que expulsar a los abismos del averno al bando opuesto. Claro que el
tema, como casi todo en esta vida, venía de atrás. Comenzó en el momento mismo
de finalizar las Comunidades. Diferentes autores han mostrado que desde entonces
se produjo una tendencia para adaptarlo a la realidad del siglo XVI.
Segovia |
Se necesitaban dos bandos en conflicto para
encontrar un contrario culpable del desasosiego: los radicales, los flamencos… Así,
la Guerra de las Comunidades se asimiló a una guerra civil más, cuando, muchos
pueblos sólo estuvieron preocupados por defender sus haciendas. Después de
ello, en términos generales, el reino se convirtió en un espacio de consenso,
de aceptación, de obediencia, donde es obvio que se huía de cualquier punto de
partida que invitase a pensar en otros términos que no fuesen dos partes en
conflicto para hallar víctimas y malhechores.
El imaginario actual ha llegado a ver a los
comuneros como revolucionarios adelantados a su tiempo, republicanos o, al
menos, contrarios a un rey extranjero. Pero lo primero que hicieron los
Comuneros fue dirigirse a Carlos V para presentar sus demandas y hacerle
partícipe de las reformas. El “no” regio les derivó hacia la reina Juana I con
el objetivo de legitimar su programa. El objetivo de los comuneros era adaptar el
orden político castellano desde dentro. Los comuneros plantearon una monarquía
con límites… como los realistas.
La junta lo que repudiaba era el Consejo real.
Un régimen político con cargos patrimoniales solo tiene solución vaciándolos de
poder y creando otros órganos más meritocráticos. Una nueva relación con la
Corona. Carlos V, evidentemente, apoyó a su Consejo Real.
La Santa Junta contenía parte de las oligarquías
castellanas enfrentadas a otros círculos dirigentes. Llegamos así a la máxima
de que no se rebela el oprimido sino aquél que está en disposición de hacerlo,
de modo que la participación de las elites y la identificación de sus objetivos
con los del resto de la población resulta determinante de la revuelta de las
comunidades. Si se fijan en la actualidad española de 2017-2018 verán muchas
similitudes con ataques a la legalidad supuestamente surgidas del pueblo y no
de las élites. Aunque son en la Corona de Aragón.
Imbuidos de esa visión decimonónica y el equívoco entre el morado medieval y el actual -entre otras razones- se cambia la parte baja de la bandera de España por el morado. |
Ya se ha comentado a lo largo de la entrada, con
respecto a Las Merindades, los diferentes componentes de los rebeldes. Había una
revuelta de carácter elitista frente al Consejo Real y los gobernadores y revueltas
contra señores localizados. Una Comunidad urbana y muchas Comunidades rurales.
Lo mismo cabría decir del bando realista, donde la fidelidad a Carlos V se
confundía con el servicio a alguno de los regentes, al Consejo Real o al noble
de turno.
Con ello podemos plantear una pregunta molesta:
¿Quién venció? La represión oficial no fue excesivamente dura si atendemos a
que se juzgaba una rebelión: hubo un perdón general del que fueron exceptuadas
unas doscientas personas incluido Pedro López de Ayala. De estas los ajusticiados
fueron una minoría. La mayoría saldaron su crimen con multas; incluso, alguna
de ellas finalmente fueron reintegradas a familiares directos de los inculpados
(así sucedió con los Quintanilla). Se produjeron incautaciones, eso sí.
Pintada política amparada en el neocomunerismo. |
Dado que la procedencia de los líderes comuneros
eran las oligarquías urbanas nos sorprende que, en su conjunto, no tuvieran demasiados
problemas en ser de nuevo integradas en el orden carolino.
Carlos V asumió numerosos preceptos del programa
de la Junta de Tordesillas. Desde el matrimonio con Isabel de Portugal a una
revisión en profundidad de todos los cuadros de la administración, pasando por
notables transformaciones en el sistema fiscal castellano. A las Comunidades
compareció un reino y de las Comunidades surgió otro, si bien en un sentido muy
distinto al propuesto por nuestro siglo XIX. Y, evidentemente, tampoco buscaban
el ideario de izquierdismo radical que se refleja en ciertas banderas que
emplean algunas ideologías. Por cierto, y antes de que se me olvide, el color
morado ni es comunero ni es históricamente castellano.
Torme. |
Castilla entró en fase de reorganización. Y lo
hizo con el amparo y concurso de las elites, incluso aquéllas que fueron
comuneras. Había nacido el consenso como consecuencia del terror que inspiró en
ambos bandos, realistas pero también líderes comuneros, la posibilidad de un
cambio en el orden social. Las gentes del común habían llegado muy lejos ante
el debilitamiento de las estructuras sociopolíticas fruto de más de dos décadas
de confusión e inestabilidad, punto y final de una etapa bajomedieval sacudida
por guerras civiles. A partir de aquí, la Monarquía sabría navegar en un mundo
de negociaciones con los sectores políticos del reino. El movimiento comunero
había demostrado que la existencia de un poder monárquico reconocido podía ser
la mejor garantía de dominio social para los poderosos.
Entonces, me pregunto: ¿Ganaron o perdieron los
Comuneros? ¿De qué son ejemplo?
Bibliografía:
“Batallas en Las Merindades” de Aitor Lizarazu
Pérez y Felipe González López.
“Villarcayo Capital de la comarca Merindades”
por Manuel López Rojo.
“Las Merindades de Burgos 300 a.C.-1560” de
María del Carmen Arribas Magro.
“Las comunidades como movimiento antiseñorial”.
Por Gutiérrez Nieto.
“La revolución de las Comunidades de Castilla
(1520-1521)” por Joseph Pérez.
“El valle de Losa. Notas para su historia”
Julián García Sainz de Baranda.
“Guerra de las comunidades en Álava” S. Manteli
en la Revista Bascongada.
“Historia de las antiguas Merindades de
Castilla” por Julián García Sainz de Baranda.
“Héroes de Castilla. Los Comuneros” por Ana Díaz
Medina.
“Las Merindades de Castilla en la guerra de las
comunidades” Joseph Pérez.
“Relación de las comunidades de Castilla” Pero
Mejía.
“Debate historiográfico: las comunidades de
Castilla en el siglo XXI” David Alonso García.
Realmente muy interesante y muy bien escrito. Como comentario al margen diré que esta y otras muchas son las consecuencias de la ambición desmedida, la crueldad (que tanto la atormento sus últimos años) y las erróneas decisiones tomadas por Isabel que llevaron a una unión contra natura de Castilla y Aragon en detrimento de Portugal, que tan nefastas consecuencias seguimos padeciendo.
ResponderEliminarPor cierto otra similitud entre entonces y ahora es la figura del rey, en ambos casos con su predecesor vivo y en ambos casos equivocándose en las formas, para seguramente hacer una especie de semirectificacion, veremos si es el caso. Un salido
Gracias por su participación.
Eliminar«España seguiría un modelo de desarrollo diferente al europeo lo que hizo su grandeza y su miseria. Aunque esto, este párrafo, es una mera toma de postura actual proyectada hacia el siglo XVI.»
ResponderEliminarGran verdad. Lo facilón es explotar la historia como cantera para vender política del día, metiendo el anacronismo si es posible hasta en los libros de texto para adoctrinar. El mérito está en meterse en el pellejo de las gentes de otros tiempos , con sus motivaciones tan distintas… (o no, pero siempre las ‘suyas’)... Y en esto el artículo cumple.
Amigo Lebato, gracias por el disfrute de esta página documentada y una historia muy bien contada. ¡Enhorabuena!
Maestro, gracias.
EliminarHola. Como fanático de los comuneros y redactor del artículo de Wikipedia ("Revueltas antiseñoriales durante la Guerra de las Comunidades de Castilla") del cual sacaste el mapa que pusiste en el blog (el que situa a los movimientos antiseñoriales de Castilla en su justo lugar), quiero felicitarte por esta excelente entrada. Dicho artículo que redacté en su día (bue, hace unos meses) incorpora gran parte de la información vertida aquí: sobre los desconocimientos de las cédulas del Condestable, las idas y vueltas de los procuradores de las Merindades en septiembre-noviembre, el llamamiento a ciertas personalidades de allí (que se excusaron) etcétera.
ResponderEliminarSolo un pequeño error: la batalla de Durana, en el que fue derrotado el conde de Salvatierra, no tuvo lugar el 12 de abril de 1521 sino el 19, en los campos de Miñano Mayor. También he redactado un artículo en Wikipedia sobre dicha batalla y allí consigno que "esta confusión deriva de un error de imprenta en una de las ediciones de la obra Hernán Pérez de Yarza, alcaide de Behobia, escrita por José Ignacio Tellechea, en la cual la carta utilizada por el autor para reconstruir los hechos aparece transcripta con la data XII". Así, es. En el resto de las ediciones y cartas de los protagonistas del acontecimiento se ve que éste sucedió el 19 de abril, como preludio del desastre de Villalar. Saludos y buena suerte.
Tomo nota y gracias por leer este blog.
Eliminar