En esta entrada veremos la tercera parte sobre
San Pedro de Tejada en la que hablaremos de algo que ya no podemos ver allí y
de algo que está a la vista. Empezaremos por lo que no está.
En la cabecera del templo observamos el interior
del ábside con bóveda de horno y adorno de ventanas y arquerías ciegas. Los
viejos visitantes disfrutaron del retablo gótico de pintura española, con
fondos de oro en algunas de sus tablas, e imágenes de Santos y evangelistas de
técnica dura y áspera expresión. Para ajustarlo en el ábside no dudaron en
cercenar el ajedrezado y parte de los capiteles.
Ábside (Cortesía del blog Tierras de Burgos) |
Disponemos de una descripción del retablo
contenida en la obra “Apuntes descriptivos histórico arqueológicos de la
Merindad de Valdivielso”:
“El
retablo mayor, único que resta, es de madera de roble, dorada, de estilo gótico
de mediados del siglo XV, y de escuela burgalesa en cuanto a la arquitectura.
Era de los llamados de batea, en forma de arrabáa; pero ha perdido sus bandas
en su mayor parte, donde se ven pintados escudos reales de Castilla y León y de
la casa de Velasco, alternando con vástagos y flores. Lo forman seis finas
agujas, unidas entre sí por una imposta de caladas bojas, que le divide en dos
cuerpos. El primero se adorna con cinco tablas pintadas, de más de medio metro
de altas, protegidas por calados doseletes dorados, que figuran, comenzando por
la izquierda, a San Pablo, San Andrés, los Santos Juanes (Evangelista y
Bautista); en el centro, Jesucristo, resucitado, apoyándose en un globo,
bendiciendo y teniéndole el manto dos ángeles; a continuación, San Mateo y San
Judas, Santiago el Menor y otro en que, por estar borroso, no se distingue su
atributo.
El
segundo contiene cuatro tablas apaisadas en torno al dosel central que protege
la imagen de San Pedro, sobre labrada repisa, dorada y policromada, excelente.
Los asuntos en ella representados son: La Misa de San Gregorio, en que
Jesucristo se le aparece y le acompañan dos acólitos: uno, incensando, y otro,
alumbrando; la Presentación de San Pedro ante el Pretor, el mismo apóstol
resucitando a una joven en presencia del tribunal y dos santos obispos.
Corona
el retablo el escudo de Castilla y León, lo cual es una prueba de su
anterioridad al reinado de los Reyes Católicos. Sobre él se alza la efigie del
Redentor, crucificado, al que acompañan las de la Virgen y San Juan. Van
bellamente policromadas, y la actitud dolorosa de San Juan nace que creamos es
anterior al retablo, lo mismo que el crucifijo.
Tanto
la parte escultórica, que ostenta las galas de la fastuosa ornamentación gótica
de la escuela de Gil de Siloé, como la pictórica, debida a la escuela formada
en Oña, aún no estudiada, que se distingue por su brillante colorido y buen
dibujo, aunque adolece de algunas imperfecciones, como la escuela flamenca, que
imitó, por ejemplo, la posición de las piernas, son muy dignas de estima”.
Sobre este retablo el investigador Julián García
Sainz de Baranda en un estudio sobre este altar, publicado en “El Castellano”
de Burgos en 20 de enero de 1921, entendía que era un retablo de segunda mano
hecho de retales de otras obras y traído desde Oña. Sí que presentaba cierta
falta de unidad; la parte inferior contaba ocho apóstoles; y el panel central
era de diferente pincel. De
hecho para colocarlo hubieron de romper algunos ajedrezados y capiteles, tal y
como se puede ver aun observando el hueco dejado por el retablo.
El Museo de Burgos lo adscribe al maestro de Oña
Fray Alonso de Zamora. Para Luciano Huidobro Serna pertenecía a la escuela de
Gallegos, pintor salmantino, que debió trabajar para el Monasterio de Oña. En
fin, la clásica falta de unanimidad en torno al arte. El retablo se articula en
nueve tablas pintadas distribuidas en dos pisos y cinco calles y a la escultura
del santo titular -San Pedro-. Este, como cabeza de la Iglesia, ocupa la
central en el segundo piso. Lo datan a principios del siglo XVI. Más joven de
lo que opinaba Luciano Huidobro. Sabemos que lo mandó colocar el abad de Oña
Fray Alonso de Madrid y que fue entre el 1506 y el 1512.
La arquitectónica del retablo, chambranas,
guardapolvos y doseles, se ha perdido y el Calvario (lo fechan en el siglo
XIII) que lo remataba se exhibe en el Museo Frederic Marés de Barcelona, donde
fueron a parar muchas piezas de patrimonio burgalés después de la Guerra Civil.
Las tablas del retablo se llevaron a Madrid en
1963, donde fueron restauradas en la Casona del Buen Retiro, y finalmente han
acabado, por fortuna, en el Museo de Burgos.
Calvario Finales del siglo XIII - principios del siglo XIV Talla policromada Iglesia de San Pedro de Tejada (Burgos) Cortesía de Museo Federico Marés |
Pero ante la ausencia del retablo podemos
disfrutar del hueco dejado por este. Incluidos sus “trabajos” de adaptación. Da
igual, fijémonos en el Ábside donde tenemos un tramo de arquerías ciegas, que
sirven para dar más importancia y amplitud al sector. Actualmente se aprecia el
grueso modillón y las columnas cilíndricas sobre bases áticas, coronadas por
capiteles rudimentarios, mascarones, volutas y ajedrezados. En el ábside se
abren tres ventanas que lo iluminaban. Una imposta ajedrezada corre por encima
de las mismas. Las ventanas están flanqueadas de columnas cilíndricas, con capiteles
toscos, sin guardapolvo. En una de ellas hay un pequeño relieve de la Adoración
de los Santos Reyes, muy encalado. Parece del siglo XIII.
Cortesía de Monestirs.cat |
Si miramos los capiteles de los pilares –para
algún autor son de influencia Sasánida- el primero, a la izquierda, parece “representar a Jesucristo, figura de medio
cuerpo, y delante, varios vasos que bendice; en la mano izquierda tiene un
libro. A sus lados hay cuatro figuras vestidas con túnica y manto, y en la mano
izquierda, un pomo”.
El primero a la derecha tiene cuatro figuras semejantes,
con grandes mangas y las manos juntas, sosteniendo un vaso de perfumes.
Corresponden a la escena del libro del Apocalipsis, en que los ancianos ofrecen
a Jesucristo las oraciones de los santos.
El siguiente, a la izquierda, presenta a un
ángel y una figura, que no puede asegurarse si es la liberación de San Pedro. A
ambos lados se hallan dos guerreros, y debajo de las volutas, cabeza de
guerrero y otra. Las molduras que coronan el capitel se adornan con entrelazos,
formando círculos, donde se enrollan varios gatos.
El tercero muestra dos águilas en el centro, una
de las cuales sujeta un áspid por la cola; la otra lleva flor en el pico. El
reptil saca la cabeza cerca del collarino del capitel. Las molduras que coronan
el capitel se adornan con aves y cabezas de monstruos. Aves semejantes se ven
también en el siguiente, cuya decoración constituyen entrelazos que forman círculos
en su primera zona y suben basta las volutas. Entre esa madeja veremos dos
cabezas humanas y una de oso que muestra sus garras.
El último presenta la figura de Jesucristo,
incluida en una aureola elíptica, extendiendo sus brazos y con el arco iris a
sus pies. A ambos lados están dos de los animales simbólicos ofreciéndole sus
volúmenes, y entre los dos vástagos que forman las volutas. Hay un dado que muestra
el águila de San Juan. Su ábaco (Molduras que coronan el capitel) se adorna con
cabezas nimbadas, provistas de alas, dentro de círculos y haces de triples
bojas biseladas al modo visigótico, todo de carácter muy oriental.
Como ya sabemos el fin de las esculturas eran
enseñar las Santas Escrituras y la doctrina. Por ello figuran símbolos y
alegorías. Se representa el pecado de forma fea y repelente, asociándose a
formas de animales o bestias mitológicas. Para todo ello, se inspiraban en el
mundo oriental, las miniaturas de los Beatos, los Bestiarios medievales y la
Biblia. Lo que veremos son esculturas poco naturalistas pero muy expresivas.
Las figuras son rígidas, de tosco modelado, con ausencia de volumen y, con
frecuencia, se deforman y adecúan al espacio con el que cuentan. Son
estereotipos que parecen repetirse de un templo a otro y que pueden servirnos
de pista para acotar la zona de trabajo de diversos talleres o escuelas.
Entre los capiteles de las columnas
estructurales hay varias escenas bíblicas como la liberación de San Pedro, la
Última Cena o la Parusía con Cristo en Majestad y el Tetramorfo. En general, los capiteles del
interior se conservan bien: Oración en el Huerto, santos, águilas, aves
entrelazadas, formando un programa simbólico de dibujo claro y composición
excepcional.
Cortesía Quique Segura. |
Salgamos y fijémonos en la portada, en la última
cena simplificada. Es, quizá, la mejor pieza del lugar: a la derecha de Jesús
encontramos a San Juan, uno de los apóstoles más queridos, descansando sobre su
regazo, y a la izquierda a Judas Iscariote, el discípulo traidor. En el relieve
se hace hincapié en su avaricia y maldad, puesto que se le representa
intentando robar un pescado, mientras el maestro le da de comer. La escena
simboliza el dualismo moral del hombre, algo muy románico, representando en el
mismo conjunto vicios y virtudes, pecados y buenas obras, fidelidad y traición.
Por cierto, San Juan no está tocado con el nimbo o aureola de Luz Divina.
Pasemos al relieve del león sobre el hombre que obedece
al programa iconográfico que identifica a Cristo en su doble naturaleza: Por un
lado, en la Santa Cena es víctima de la traición y surgirá como Redentor de los
Hombres; y por el otro es el Vencedor de la muerte del pecado y hasta del
propio demonio.
Pero todo este simbolismo puede llegar a ser muy
lioso. Vamos a detallar y explicar, con unas pinceladas, algunos de los motivos
que nos encontraremos en los diversos espacios:
Elementos arquitectónicos:
Rueda de seis radios:
símbolo solar que con el número seis presenta los aspectos de la perfección y
santidad, porque seis son los días de la creación y las obras de misericordia.
Otras interpretaciones lo asocial al dualismo. En esta visión los personajes serían las dos
fuerzas enfrentadas de cuya lucha -según el relato babilónico- se originó el
mundo. Por otra parte, la disposición de los círculos, los diámetros que se
cruzan y las figuras triangulares y hexagonales resultantes, ofrecen una
llamativa coincidencia con lo que Platón expone en "Timeo o de la
Naturaleza" en el contexto del principio del movimiento ordenado del
universo cuando dice: "toda esa
composición el Dios la cortó en dos en su sentido longitudinal, y, habiendo
cruzado una sobre otra las dos mitades, haciendo coincidir sus puntos medios,
como una X, las curvó para unirlas en círculo, uniendo entre sí los extremos de
cada una, en el punto opuesto al de su intersección. Los rodeó del movimiento
uniforme que gira en el mismo lugar y, de los dos círculos, hizo uno interior y
el otro exterior. Destinó el movimiento del círculo exterior a ser el
movimiento de la sustancia de lo Mismo; y el del círculo interior a ser el de
la sustancia de lo Otro". No olviden que en el siglo XII el
"Timeo" es un elemento fundamental en la enseñanza de la filosofía y
objeto especial de atención por los intelectuales de la escuela de Chartres.
Entrelazos:
motivos musulmanes surgidos por la tendencia a la abstracción del arte
oriental.
Elementos naturales:
Árbol: El
árbol representa la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación y
regeneración. Como vida inagotable equivale a la inmortalidad. En iconografía
cristiana la cruz representa, con frecuencia, al árbol de la vida.
Acanto: se
transmite del clasicismo al arte medieval. El arte islámico lo entrecruzó y
convirtió en filigrana. La edad media vio en sus hojas y espinas la imagen de
la solicitud, atendiendo a las riquezas o de los vicios que conducen al hombre
al pecado.
Cortesía de Monestirs.cat |
Rama de fresno. Una
posible explicación sería a partir de la figura del barquero Caronte y la
Eneida donde hay otro pasaje en el que la Sibila le dice a Eneas el tributo que
ha de pagar a Proserpina para poder regresar del viaje que quiere realizar al
más allá con objeto de rescatar a su padre que ha muerto: "un ramo, cuyas hojas y flexible tallo son de oro, el cual está
consagrado a la Juno infernal". El fresno, árbol sagrado en diversas
culturas, adquiere en otoño, con las debidas condiciones climáticas un color
dorado poco común. Quizá el contenido de este canecillo, contando con el
sustrato cultural de las personas de la época que conocían, aunque sólo fuera
por trasmisión oral, el relato de Caronte y el tributo a Proserpina, servía al
predicador para explicar la doctrina de la Iglesia respecto a la validez de los
sufragios y buenas obras ofrecidas por los difuntos; o lo que es lo mismo, para
ayudarles desde esta vida a poner fin a su posible tiempo de purificación y
acelerar su paso a la gloria del cielo.
Vid: Cristo dice "yo soy la vid, vosotros los
sarmientos". En el arte románico el racimo de uvas es símbolo de la
eucaristía y para los cristianos será un claro símbolo del reino de los cielos.
Él
águila: reina de las aves. Es capaz de mirar al sol (representación
de Dios) sin parpadear y cuando es vieja vuela hacia las alturas hasta que su
plumaje se quema por el calor del sol. Luego se lanza a un manantial de aguas
claras zambulléndose tres veces. Hecho esto él águila queda rejuvenecida
(alusión a la resurrección). El texto latino del Physiologus, se dice: "El águila es la reina de las aves
(...) Desde lo alto, ve perfectamente cómo nadan los peces en el fondo del mar;
se precipita volando desde el cielo, atrapa el pez en movimiento, se lo lleva a
la orilla y hace de él lo que le place. (...) El águila representa al Hijo de
la Virgen María, que es rey de todo el mundo sin duda alguna, que vive en las
alturas y ve muy lejos, y sabe lo que debe hacer. La mar representa este mundo
y los peces, las gentes que viven en él; Dios vino a la tierra por nosotros,
para conquistar nuestras almas. Vino a nosotros volando, y de semejante manera
nos lleva fuera del mundo, como el águila los peces”. El texto tomado del
bestiario nos presenta a Cristo como Señor del tiempo. Simbolizado por el
águila, dispone el momento en que los hombres (significados en los peces) han
de abandonar este mundo (el mar). Hay un águila representada formando una
espiral con el cuello. Beigbeder afronta el tema de la espiral afirmando que
significa "la relación (de lo
sagrado) con el mundo o la creación desde el principio".
(Monestirs.cat) |
El ciervo: En la antigüedad el ciervo fue
el acompañante de Artemis-Diana... El cristianismo lo asimiló a Cristo, pues en
la antigüedad griega significaba la renovación periódica y universal por la
renovación periódica de sus astas. Asimismo va presuroso tras las aguas como el
alma cristiana buscando a Dios.
El pavo real es un
símbolo solar. En Grecia era el ave que acompañaba a Hera, ella colocó en su
cola los cien ojos de Argos. Los cristianos le reconocen como signo de la
resurrección de Cristo y de la inmortalidad, porque se creía que su carne era
incorruptible.
El gallo es el
ave anunciadora del sol, que siempre está en estado de alerta. No solo es
símbolo del remordimiento de San Pedro (recordemos que esta iglesia está
dedicada a San Pedro), sino que representa también a Cristo. Triunfante de las
tinieblas. Guarda también relación con el cristiano que espera vigilante la
llegada de Cristo (el sol) para iniciar su trabajo y rezar.
Jabalí: era un
animal funerario, o una pieza con la que se recreaba a los difuntos gloriosos.
En el Románico este animal se identifica con el cerdo. Durante el Renacimiento,
al igual que el cerdo, se identificó con la lujuria. Es símbolo de la
hipocresía como el zorro, porque como él destruye las viñas del Señor.
El cerdo es el
símbolo de los bajos instintos animales, porque no mira nunca al cielo.
La cabra: Posee
vinculaciones con el mundo subterráneo (porque se introduce fácilmente en las
grutas) y con las alturas (por trepar por las montañas). Cuando se representa a
hombres montados a lomos de cabras se hace alusión a los santos.
El lobo puede
ser símbolo de la luz debido a que puede ver en la oscuridad, pero también es
agresivo, por lo que sus fauces simbolizan la entrada en el mundo de las
tinieblas, reino del que se le conoce como guardián. Con frecuencia se le
identifica como un animal infernal.
El león: En la
portada hay un león que tiene apresado bajo sus patas a un hombre. Podría
representar al León de Judá que exalta la naturaleza divina de Jesús y su
triunfo sobre la muerte.
Mono: En la tradición
cristiana el mono posee valores negativos; encarna todo lo que el hombre tiene
de malo (gula, egoísmo). La iconografía cristiana se representa como una
contrafigura o caricatura humana.
Pasiones, demonios, mujeres y hombres:
Demonio: Suele
representarse con cuernos, garras y facciones bestiales. También se puede
identificar con algunos animales como la serpiente, el dragón, la cabra, etc.
Muchos escultores románicos lo representan atormentando a las almas de los
hombres castigados a vagar por el infierno.
Hombre desnudo, a gatas.
Simboliza al hombre en estado de pecado.
Mujer mostrando sus partes genitales.
Levanta las piernas agarrándolas por el interior con sus manos. Refleja
lujuria. La actitud obscena de esta figura contrasta con la de los canecillos
de la nave en los que un hombre y una mujer también muestran sus partes
genitales pero lo hacen de un modo pudoroso.
Demonio con cuernos que mantiene entre sus
garras un hombre atado por sus pies. Representa al hombre
esclavizado por el pecado.
Mujer parturienta: El
papel que el clero concede a la mujer en la sociedad Medieval quedaba relegado
a la maternidad, de ahí las escenas de partos. Un carácter esencial de la
parturienta es el dolor. El Génesis al mencionar el castigo de Eva dice: "con dolor parirás los hijos".
Generalmente la causa del parto es la lujuria. Pero –siempre hay un pero-
podría interpretarse como una prédica contra el dualismo y el rechazo a la
materia. También podría representar el comienzo de la vida sobre todo si lo
asociamos con el que tiene un cadáver, final de la vida y paso al más allá.
Cadáver de un hombre. Tiene
las manos cruzadas sobre el pecho. El vestido que le cubre tiene forma de pez,
con escamas y aletas. Debemos verlo asociado al canecillo que simboliza el paso
al más allá figurado en la barca de Caronte y con el águila. El de la posible
barca de Caronte es un elemento de forma cilíndrica, adornado en su parte
inferior con una circunferencia en bajorrelieve. De la parte superior asoman
una cabeza grande y dos más pequeñas.
Adán y Eva se
tapan con su mano izquierda las partes genitales al tiempo que la derecha la
dirigen a la boca. Es frecuente representarles así expresando de este modo su
vergüenza por estar desnudos. La mano que se dirige en unos casos a la boca y
en otros a la garganta debe interpretarse como manifestación de la consciencia
del mal realizado expresando que comer del fruto prohibido les ha sentado mal. Estos
canecillos del ábside están separados por el árbol del bien y del mal y la
serpiente. Esta última señala a Eva como responsable.
Mujer con un niño en el regazo.
Podríamos interpretarlo como una cálida escena de amor materno filial o como
una edificante arma contra el maniqueísmo. Debemos encuadrarlo a su vez entre
los diversos canecillos de esta serie que reflejan la actividad del hombre en
el tiempo.
Personaje con báculo en forma de T. La tau, última letra del
alfabeto hebreo, era significativa de Yahwéh. El bastón en forma de tau aparece
en manos de Santiago el Mayor en el parteluz del pórtico de la Gloria o, también,
en manos de San José en la portada y hastial de Santo Domingo de Soria.
Entendemos que el contexto en que está situado es la imagen del hombre virtuoso
que se apoya en Dios.
Cortesía de Monestirs.cat |
La cópula. Muy
deteriorado. Se trata de una cópula carnal. Obsérvese la posición de los dos
pares de pies. Sorprende al visitante ocasional de una iglesia románica
encontrarse con estas imágenes. Por otra parte, la situación de este canecillo
junto a los que muestran la escena del Paraíso con la presencia de Adán y Eva
nos ayudará a verlo como pieza importante del mensaje que presumiblemente nos
quiere trasmitir todo el conjunto. Buscaba eliminar la presunción de que el
matrimonio era espiritualmente dañino.
El Cantero: tenemos
un bello ejemplo de cantero que aparece con la herramienta que le identifica.
Es posible que el canecillo que se encuentra a su lado, con la representación
de una cabeza, sea un intento de retrato.
La máscara de la tierra o la sirena con
cabeza de mujer y cuerpo-alas de ave, debe entenderse hacen
referencia a religiones precristianas. La máscara de la tierra, (capitel
derecho de la ventana más cercana al ábside del muro norte), expulsa de la boca
una doble cinta de tres cuerpos que se va enredando en el propio capitel. Tiene
su origen en religiones telúricas. Simboliza la renovación periódica del mundo
vegetal y la esperanza de una nueva vida. Se podría decir que los tallos que
salen de la boca no son tales, sino que es un único tallo que vuelve a su lugar
de origen simbolizando la realidad de la tierra que engendra y, tras la muerte,
los recibe de nuevo en su seno.
Personaje con aureola y alas, vestido de túnica y portando
una cruz en su mano derecha y un libro en la izquierda. Bueno, con alas hay al
menos dos que pueden interpretarse, clásicamente, como ángeles o santos. El
concepto de santidad, o la virtud, el pecado, etc. Es práctica muy común en el
románico simbolizar conceptos abstractos que dejan abierto un amplio campo a la
interpretación. El libro que lleva en la mano, simboliza la Palabra de Dios,
luz orientadora que el hombre necesita para vivir santamente la vida temporal.
Manejar estos conceptos básicos del románico
(muy básicos) nos sirve para sacar más jugo a cualquier visita a un templo de
este periodo artístico. Dicho esto empecemos por las alturas, por la torre
campanario que se eleva sobre la cúpula en el primer tramo de la nave. Sus columnas
cilíndricas terminan en capiteles que combinan brotes, entrelazos y figuras. Toda
ella tiene tejaroz de cabezas de clavo, sostenidas por canecillos de brotes, cordones
y cilindros arrollados de sabor mozárabe, y algunas cabezas de animales, más
algunos historiados, como el del águila devorando un gran pez.
En cada frente lleva dos grandes arcos de medio
punto, donde se abren las troneras, que son geminadas con un óculo en la parte
alta y se apoyan en delgadas columnas cilíndricas, terminadas en capiteles de
hojas de acanto biseladas o en forma de abanico. Hay capiteles de hojas
meramente biseladas, recordando los capiteles de estilo visigótico.
Cortesía de Manueko |
Los ocho capiteles pueden leerse –según algunos
autores- como la vida del ser humano. Nos centraremos en los dos capiteles
orientados al norte. Vemos que el de la izquierda presenta cuatro gallos
enfrentados de dos en dos y el de la derecha cuatro lobos.
Bajamos de altura y nos vamos a fijar en algunos
capiteles exteriores y dejar los canecillos para el final. Destacamos el que
está entre el ábside y el tramo norte del presbiterio. Un hombre mesa su barba
con la mano derecha y con la izquierda sujeta un elemento vertical que le
supera en altura y que culmina en una forma que se aproxima a la esférica; está
tocado con un gorro puntiagudo. En el centro hay un personaje que porta un
cuchillo o espada tosca en su mano derecha; con la izquierda sujeta algo que
agarra de modo contrario a la posición natural de la mano, cerrando su palma
hacia fuera. A su oído izquierdo se aproxima la bocina de un cuerno que está
tocando otro individuo situado a su lado, con el torso desnudo; a su izquierda
cuelga de la cintura una espada. El elemento vertical citado podría ser un tipo
de instrumento musical (llamado por algunos Tirso) que según Beigbeder era un "antiguo instrumento de uso ritual (que) tenía un claro significado de resurrección
y de vida después de la muerte, significado que conservará en el arte
románico". Aquí podríamos tener simbolizado el vicio en el personaje
de nuestra izquierda, que mesa su barba; la virtud en el personaje de nuestra
derecha que prudentemente tiene presente la caducidad de la vida representada
en el personaje que toca el cuerno. Quizá el cuchillo que lleva en la mano
derecha simbolice también la muerte.
Cortesía de TIERRAS DE BURGOS |
En cuanto a los capiteles de las columnas exteriores
de la cabecera nos encontramos con animales, personajes como músicos, con fíbula
y cuerno y una escena en que parece que un sacerdote imparte la Extrema Unción
a un moribundo flanqueado por dos leones. También es muy apreciable el que
muestra a Dalila cortando el cabello de Sansón dormido.
El ábside tiene el ventanal en el centro que ya
observamos desde el interior. Bajo este nivel hay una arquería mural con cinco
arcos baquetonados sobre columnas (capiteles vegetales) que también se prolonga
en el presbiterio.
En tres de los canecillos del muro sur se
representa a Adán y Eva a ambos lados del Árbol del Bien y del Mal. Si se
pasean en torno a este templo podrán ver a Santiago acompañando a un romero con
bordón; a los apóstoles San Juan, San Felipe, San Judas y Santiago el Menor; o
un capitel grande, correspondiente a la columna cilíndrica en que termina el
estribo, donde está esculpido un busto humano y dos leones sobre la presa.
Cortesía de TIERRAS DE BURGOS |
Pásense por el lugar y disfruten de estos y
otros canecillos y capiteles que nos relatan la historia sagrada, la profana y
la humana.
Bibliografía:
“Estudio arqueológico del Desfiladero de La
Horadada: La transición entre la tardorromanidad y la Alta Edad Media (ss.V-X
d.n.e.). Por José Ángel Lecanda.
Periódico “El Coreo de Burgos”.
“Iglesia de San Pedro de Tejada. Un informe y
una resolución” Marceliano Santa María.
“Aula activa de la naturaleza de Soncillo” Pedro
J. Mediavilla Pereda y Joaquín García Andrés.
“Apuntes sobre la historia de las antiguas
merindades de Castilla” por Julián García Sainz de Baranda.
“El obispado de Burgos y la Castilla primitiva
desde el siglo V al XIII” Luciano Serrano (abad de Silos).
“Apuntes descriptivos históricos y arqueológicos
de la Merindad del Valle de Valdivielso” Luciano Huidobro Serna y Julián García
Sainz de Baranda.
“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de
Pomar” por Julián García Sainz de Baranda.
“Las Merindades de Burgos: un análisis
jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del
Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Abadalogio del imperial monasterio de Santa
María de Obarenes (s. XII-XIX)” Ernesto Pascual Zaragoza.
“El arte visigótico de la Reconquista en
Castilla” por Luciano Huidobro Serna.
“San Pedro Tejada” Teófilo López Mata.
“Arte románico en San Pedro de Tejada, una
interpretación”. José Manuel Elespe Esparta.
“San Pedro de Tejada” del Proyecto Aldaba.
"San pedro de Tejada y su retablo"
Joaquín de la Iglesia Alonso de Armiño.
Revista Atticus.
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