Cruzamos el Ebro, el río padre de Iberia, de
Hispania, para llegarnos a Puente Arenas. El pueblo está tendido entre el río y
la Sierra de la Tesla. Lo dejamos a la izquierda para dirigirnos a la iglesia
románica de San Pedro Tejada. Antigua, muy antigua… Pero, ¿Desde cuándo está
allí? José Manuel Elespe Esparta se apoyaba en la procedencia de unos capiteles
descubiertos cuya técnica mozárabe nos plantaba al inicio de la Reconquista. Con ellos se enlazan las primeras
noticias de San Pedro Tejada, regentada hacia el año 860 por el abad Rodamio o
Podamio. Esos capiteles, encontrados en los años veinte del pasado siglo, nos hablarían
de religiosos y cristianos de Córdoba y otros sitios de Andalucía huidos al
norte en busca de su libertad religiosa.
En ellos se ve una especie de estrella y varios
relieves, que representan la escena de los tres jóvenes hebreos de Babilonia,
rehusando adorar la estatua de Nabucodonosor, figurada por un busto del Rey, y
el acto de atizar el horno preparado para arrojarlos en él, si rehusaban prestarle
su adoración; Adán y Eva alargando la mano para tomar el fruto prohibido, y a un
hombre vencido por un león, más una ventana arqueada igualada con el resto de
la fábrica, con arcos de herradura y cordón en el collarino y en torno a la
estrella. Las tiaras de los hebreos no ofrecen la forma puntiaguda a manera de
gorro frigio con que se ven figuradas en los monumentos cristianos de los
primeros siglos de Roma y aun en la zona de Burgos, y son cilíndricas y lisas,
sin labor alguna. Lo mismo sucede con las vestiduras, cortadas hasta cerca de
la rodilla, como corresponde a una época en que se habían perdido las
tradiciones artísticas. Da igual, su significado es suficiente para aquellos monjes
que huían de los mahometanos. Esta escena, además, formaba parte de las
súplicas litúrgicas de la iglesia en los funerales, donde se recitaba: “Libra, Señor, a este difunto como libraste
a los tres jóvenes en el horno de Babilonia”. Como esta inmigración de
monjes tuvo lugar al fin del siglo IX, por entonces podemos fijarlos en ese
momento.
Originariamente debió ser conocido como el Monasterio
de San Pedro y después Texada que sería una derivación de la palabra latina “tegulata”.
Tal vez procediese de “cella tegulata”, esto es: celda cubierta. Y, como
monasterio, debió tener claustro y patios hoy totalmente desaparecidos. Salvo
esos capiteles descubiertos al mediodía del templo. ¿Del convento? Nada. ¿Del
Priorato? Queda un ala de edificio de unos veintitantos metros al cual se entra
por un arco de medio punto del siglo XVII un escudo real de Castilla y León,
que puede datar del siglo XIV.
Vista aérea (GOOGLE) |
Por lo dicho, los capiteles encontrados, podemos
asumir que estaríamos ante uno de los primeros monasterios de Las Merindades. Pero
ya antes de este descubrimiento se conjeturaba sobre su antiguo origen. Para el
Padre Yepes su fundación era anterior al año 820. Para Argaiz, en su libro “Soledad
Laureada”, la situaba en el año 850 gobernando en Oña el obispo Salustato. Según
Argaiz, se juntaron treinta y tres eclesiásticos, sujetándose a una regla
común, y edificaron el convento, y como tenían cargo de iglesias parroquiales, las
unieron a San Pedro de Tejada, desde donde las servían. Esas iglesias eran: San
Andrés, de Población; San Facundo, San Medel, San Román, Santa Eulalia, otra de
San Andrés, San Esteban, San Millán, San Tirso, otra de Santa Eulalia, San
Salvador, de Encinillas, y Santa María, de Puente. Como, además, tenían sus
patrimonios, que unieron a los bienes del Monasterio, éste pudo convertirse
pronto en una Abadía importante del momento.
Argaiz daba a conocer el documento denominado “Pacto
de Tejada” fechado "Sub era DCCCXI,
Rex Ordonio et comité Rodericus", es decir: 773. Y a partir de aquí
está el lío montado porque para Fray Justo Pérez de Urbel la fecha estaría mal dada,
ya que al original le faltaría una C, obteniendo el año de 860.; frente a él está
Joaquín de la Iglesia que considera la fundación anterior al “Pacto de Tedeja”;
y remata el asunto Mañero que se apunta a la fecha de Urbel y destaca que en el
Valle de Valdivielso la repoblación la dirigiría el Monasterio de Tejada
aglutinando bajo su dominio las parroquias de San Salvador de Población, San
Salvador de Incinillas y Santa María del Puente entre otras. No parece
afectarles los capiteles.
Y, es que, durante mucho tiempo San Pedro de
Tejada fue sede episcopal llegando a extender su radio de acción fuera del
valle. Argaiz dice que en el año de 873 los monjes de Tejada prestaron
obediencia al abad Arciselo. Se convertirá, además, en un núcleo irradiador del
estilo románico en su área de influencia como ocurre, por ejemplo, con la
iglesia de San Nicolás de Bari de El Almiñé.
La presencia de obispo en Tejada se deduce asimismo
de un pleito que tuvo la iglesia de Burgos, siendo obispo García Martínez de
Contreras, con el Monasterio de Oña, sobre la jurisdicción que pretendía tener
éste en los Monasterios que le entregó el Conde Sancho, documento que se
hallaba en tiempo de Argaiz en el archivo de Oña, en idioma latino, y que se
llevó como prueba a Aviñón cuando la Rota Romana se encontraba allí, en donde
se tradujo y regresó.
Escudo de Castilla y León (Cortesía de Monestirs.cat) |
En este pleito hubo más de sesenta testigos; uno
de ellos declara que San Pedro de Tejada fue en tiempos parroquia y sede
episcopal. El pleito se sentenció en 1233. Argaiz cita como último obispo de
Tejada a Pedro, fundándose en la donación de Doña Munia, abadesa de San Miguel
de Pedroso y que se halla en el tumbo de San Millán, en la que firma Petrus
Episcopus. Gobernó este prelado lo de Valdivielso, Villarcayo y Oña, con sus
valles adyacentes. Sitúa este fin del obispado en tiempos de Almanzor.
Otra fecha, esta no discutida, es 1011 cuando Sancho
García, conde de Castilla, funda el Monasterio benedictino de San Salvador de
Oña. Sancho no buscaba una funcionalidad piadosa, que también, sino asegurar a
su único hijo varón, un niño de tres años, la herencia del condado. Para ello
pone en manos de su hija Tigridia, y su hermana Oneca, el abadiazgo del
monasterio posible signo de pervivencia de cierto sistema matrilineal. Irónicamente,
el monasterio fue la mejor herramienta de propaganda en el periodo en que
Castilla fue controlada por Navarra.
Debemos hablar ahora un poco sobre los monjes
que harán la iglesia que conocemos. Serán los de Cluny. La reforma cluniacense
entró por Navarra. El propio rey Sancho consideró este hecho como uno de los
mayores acontecimientos de su reinado. En el año 1025, el abad Paterno, -uno de
los monjes que Sancho envió a formarse en Cluny junto a San Odilón-, implantaba
en San Juan de la Peña la reforma cluniacense. En el año 1032 el rey Sancho
hace que el abad Paterno lleve a Oña las costumbres de Cluny eliminando de
aquel monasterio la comunidad de monjas.
El objetivo de la propaganda, impulsada por
Cluny, que apoyaría una alianza en Navarra y León para repartirse el condado
castellano, era finiquitar lo que quedaba de sistema matrilineal y de usos
precristianos, introduciendo a las poblaciones en la obediencia, por el temor a
la muerte civil y religiosa. Además se daban más pasos hacia un sistema
económico de tipo feudal. Para controlar la explotación de sus dominios Oña creó
prioratos en Tejada, Villavés, San Pedro del Romeral, Noceda-Berrueza,
Cillaperlata y Trespaderne. Adiós a la abadía de Tejada. Será dependiente de
Oña hasta la desamortización de Mendizabal.
Lo que acabamos de decir estropea el relato
fantasioso que contaba que “hace mucho
tiempo, cuando el valle de Valdivielso estaba poblado por un importante número
de agricultores y el monasterio habitado por una comunidad de monjes, sobrevino
una epidemia de peste que segó la vida de los lugareños. Los monjes de Tejada
bajaron a los pueblos para atender a los enfermos y uno por uno se infectarían
y morirían, hasta que el último monje, sintiéndose presa de la mortal
enfermedad cavó con sus propias manos su fosa y se acostó en el lecho de tierra
hasta que le sobrevino la muerte. Desde entonces ya no hay monjes en Tejada”.
Preciosa mentira.
Restos (Cortesía de Monestirs.cat) |
La de Tejada es la iglesia mencionada en las
bulas de los pontífices Eugenio III y Alejandro III, en los años 1148 y 1163
entre las dependencias del monasterio de Oña, la que recibía en 1203 la ofrenda
de casas en Incinillas de los Hocinos, y la que estaba presidido en 1244 por el
prior don Esteban, varón de relieve en la vida del Valle, testigo de la donación
de propiedades en los pueblo de Quecedo y Arroyo a favor del Monasterio de Oña
por la poderosa familia de los Sánchez de Velasco de Bisjueces.
Bajo la dirección del prior Rodrigo, hacia 1180,
el priorato vivió una época de esplendor incorporando a su patrimonio nuevas
posesiones. Entre 1190 y 1193 Lope Sánchez de Riomolino donaba a San Pedro de
Tejada el solar de Pesadas con la iglesia de San Miguel y las heredades que
tenía desde Dobro hasta Escobados y desde Villaescusa del Butrón hasta Lagos,
en la zona norte de los Butrones.
Más datos de Tejada esparcidos por la historia: El
Conde Gonzalo, un Salvadores o Manzanedo -según autores- poseía diversos
solares. Pues, en 1200, empeña por 82 maravedís al prior de San Pedro de Tejada
sus heredades en Pesadas, Dobro, Valcavado, Población, Arroyo, Valhermosa y
Santa Olalla, y los collazos de la alberguería de El Cuerno (Villalta). En
1201, documenta la venta de parte de las heredades de 1200 –Arroyo, Valhermosa,
Santa Olalla–, si bien asocia collazos con solares poblados o yermos.
Edificio adyacente a la iglesia. Parte del priorato. (Cortesía Monestirs.cat) |
En 1335 San Pedro de Tejada era, a la vez que
priorato de Oña, parroquia para los feligreses de los lugares de Tejada, de La
Puente y de Arenas. De pronto, parte de los feligreses del priorato de San
Pedro de Tejada se niegan a asistir a esa iglesia trasladándose a la de Santa
María de la Puente. Bueno, no fue algo tan imprevisto porque en 1255 había
existido un pleito entre los clérigos de estos lugares con el prior de Tejada
por la distribución de los diezmos, primicias, menudos, granados y mortuorios,
pleito que fue dirimido por don Aparicio, el obispo de Burgos.
A mediados del siglo XIV Tejada tenía su
población aparte de Puente Arenas. Daban al Rey monedas y servicios cuando los
demás y pagaron fonsadera en tiempo del Rey Alfonso XI, pero Pedro I les eximió
de ella, confirmando los privilegios que tenían para no pagarla. El Monasterio
de Oña, como Señor, cobraba del solar dos fanegas y media de pan mediado, seis
maravedís y una gallina.
Esta foto da a entender que el edificio y el templo estaban pegados. |
En el Memorial de Oña de 1480 se cita una
sentencia entre el Concejo de la Puente y el Monasterio, sobre los términos,
montes y pastos del monte de la Tesla y la Mata de la Nava y el privilegio de
los diez excusados en Tejada y Puente (vecinos libres de jurisdicción ajena),
concedido por el Rey Alfonso, junto con el Monasterio, a Oña.
En la relación de las iglesias de este
Monasterio (año 1581), consta que en este tiempo Tejada estaba poblado con
monjes y vecinos que recibían allí los Sacramentos y se enterraban en él.
Cobraba el tercio de los diezmos en ella y en Puente, y entre otros privilegios,
gozaba, el de recibir en este pueblo, los domingos y otros días, una torta en
reconocimiento del Señorío y poner un clérigo para que sirva la iglesia.
En el cuaderno de rentas de Oña (año 1544), el
Priorato de Tejada figura con ciento cinco mil maravedís, sin contar algunos
censos. En la ejecutoria de Puente Arenas citada se incluye un folio suelto,
con letra del siglo XVII, donde se lee: “Había
en Tejada veintiséis casas y familias y al presente tan solo un vecino y este
parroquiano de Puente Arenas”. Esto podría llegar a probar que había cesado
ya el culto en la iglesia.
En 1580 se sabe que habitan monjes pero en 1616
no figura Tejada como lugar de vecinos. Es decir, en la primera mitad del siglo
XVII Tejada se despobló de vecinos, aunque el monasterio podría seguir
habitado. En 1670 es cuando Argaiz ve los muros medio derruidos. Posiblemente
en esta fecha ya no tendrían residencia regular los monjes en este lugar,
habiéndose trasladado a Oña. Aunque se seguían recogiendo y almacenando los
frutos de los diezmos, pues el edificio utilizado para tal fin, que aún vemos
al lado de la iglesia, es posterior. Hay constancia de que todavía en 1673 un
abad de Oña había sido antes prior de San Pedro de Tejada.
¡Hombre! Ya que nos hemos metido en el tema de
los abades... ¡Hablemos de priores! El nivel del director da muestra del nivel
del centro. Tenemos a Juan de la Sota (1685-1689). Debió ser hermano de
Francisco de la Sota, monje de Eslonza y natural de Puente Arce (Santander).
Profesó en Oña y fue abad de Villanueva (1677-81). Ocupó los cargos de
mayordomo de Oña y de Sto. Toribio de Liébana, sacristán de San Martín de
Madrid, prior de San Ildefonso de Madrid y visitador general (1689-93). En la
crónica sobre él se dice: "No fue a
los colegios, pero fue persona de gran talento e inteligencia en los
pleytos". Murió siendo prior de S. Pedro de Tejada el 27 de julio de
1696.
Fotografía cortesía del blog "Tierras de Burgos" |
Y otro algo posterior: Benito Celada
(1745-1749). Era profeso de Oña y siguió la carrera de predicador, siéndolo en
los monasterios de San Martín de Madrid (1719-21), Carrión (1725-29),
Valladolid (1729-33), Sahagún (1733-37) y Oria (1741-45). Después de su
abadiato en Obarenes (1745-49), fue prior de Santo Toribio de Liébana (1753-57)
y de San Pedro de Tejada (1751-65). Murió de apoplejía en Oña el 2 de junio de
1769.
En el Libro de Visita de 1707 se dice que “sobre la visita de su iglesia hubo algunos
pleitos entre los Prelados y el Abad. Como los pobladores desertaron del lugar
pasándose a la Puente y otros circunvecinos, los monjes quitaron la pila,
reduciéndolo a Priorato”. Tal como lo dicen parece que el priorato fuese
reciente y tenía casi 700 años.
Algo más nos cuenta Joaquín de la Iglesia,
siguiendo los datos obtenidos por Luciano Huidobro. Parece que en 1603 fue
llevada a Tejada una reliquia de la Vera Cruz. Esta reliquia permaneció en la
Iglesia del monasterio hasta el 9 de febrero de 1842, cuando muerto el antiguo monje
benedictino Benito Carrasco (9 de febrero de 1842). Entonces fue llevada a la
iglesia parroquial de Puente Arenas. El 3 de mayo de 1843 fue entregada, con su
banda encarnada, a Juan Fernández, otro antiguo monje benedictino, con la
obligación de atender a su alumbrado desde San Miguel de mayo hasta San Miguel
de septiembre y de hacer el toque de oraciones, siendo por cuenta de los
pueblos de valle arriba suministrar el aceite necesario. En Tejada, claro.
Estos plazos eran importantes porque la
tradición de la “Rogativa de Tejada”. El día de San Miguel de mayo van todos
los pueblos del valle con sus estandartes, en rogativa, al Santuario de Tejada
y contribuían a la luminaria que ardía allí junto a la reliquia de la Vera Cruz
durante el tiempo de las cosechas. La iluminación, sobre un hastial de la
torre, era sufragada por los pueblos del Valle Arriba, quienes pretendían así
obtener la protección divina contra los pedriscos en la época de la cosecha. Por
ejemplo, Quintana de Valdivielso daba al prior de Tejada, para alumbrar el
lignum crucis, siete reales y diez y seis maravedís.
En el año 1845 se acordó llevarla a Quintana,
por encontrarse el puente ruinoso, con la obligación de devolverla una vez
reparado. El puente se reparó pero la imagen no volvió. El peso de la reliquia
era de una libra y tres onzas. A partir de 1845 la reliquia permanece
custodiada por la familia Huidobro en Quintana de Valdivielso.
Cortesía del blog "Tierras de Burgos". |
¿Y eso por qué? Porque en 1840, dentro de la
desamortización que realiza el gobierno de la regente Cristina, fueron adquiridas
todas las propiedades por la familia Huidobro, que es la que aún las posee. No
era solo la iglesia, claro. Habría fincas y otros bienes. Pensemos que el Priorato
de Tejada tuvo molino de tres ruedas en el Ebro y varias fincas. Por supuesto,
junto con el templo deben ser propiedad de la familia los capiteles mozárabes y,
como hemos dicho, el fragmento de la Vera Cruz. En esos años habrá habido más
-¿cómo decirlo?- “centrifugado” de piezas históricas. Pero ese tema lo
tocaremos en la siguiente parte sobre San Pedro de Tejada.
Bibliografía:
“Estudio arqueológico del Desfiladero de La
Horadada: La transición entre la tardorromanidad y la Alta Edad Media (ss.V-X
d.n.e.). Por José Ángel Lecanda.
Periódico “El Coreo de Burgos”.
“Iglesia de San Pedro de Tejada. Un informe y
una resolución” Marceliano Santa María.
“Aula activa de la naturaleza de Soncillo” Pedro
J. Mediavilla Pereda y Joaquín García Andrés.
“Apuntes sobre la historia de las antiguas
merindades de Castilla” por Julián García Sainz de Baranda.
“El obispado de Burgos y la Castilla primitiva
desde el siglo V al XIII” Luciano Serrano (abad de Silos).
“Apuntes descriptivos históricos y arqueológicos
de la Merindad del Valle de Valdivielso” Luciano Huidobro Serna y Julián García
Sainz de Baranda.
“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de
Pomar” por Julián García Sainz de Baranda.
“Las Merindades de Burgos: un análisis
jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del
Carmen Arribas Magro.
“Abadalogio del imperial monasterio de Santa
María de Obarenes (s. XII-XIX)” Ernesto Pascual Zaragoza.
“El arte visigótico de la Reconquista en
Castilla” por Luciano Huidobro Serna.
“San Pedro Tejada” Teófilo López Mata.
“Arte románico en San Pedro de Tejada, una
interpretación”. José Manuel Elespe Esparta.
“San Pedro de Tejada” del Proyecto Aldaba.
"San pedro de Tejada y su retablo"
Joaquín de la Iglesia Alonso de Armiño.
Periódico “Imperio”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Revista Atticus.
Blog “Tierras de Burgos”
Buenas, Don Lebato:
ResponderEliminarMe pregunto si, en el error de cuantos intervinieron en la escritura o interpretación de esos números romanos, tuvo algo que ver alguna infusión fermentada y destilada de hierbas de la pradera, típicas de conventos monacales, porque si DCCCXI son 811 y no 773 como escribió el presunto piripi, mal le podríamos añadir una C según la recomendación de Fray Justo para llegar a 860, que es DCCCLX según la infinita ignorancia que me acoge.
Quiero darle las gracias por este blog que me instruye de un modo muy agradable, y de paso decirle que nuestra casa se ve en una de las fotos del blog. Una desilusión para mí fue comprobar que no era la que citaba el marqués de la Ensenada, ¡cachis la mar!
Un cordial saludo
Buenas, doña Begoña:
EliminarPrimero: Yo tampoco. Cuando preparaba la entrada intenté encontrarle una lógica sumando o restando los años de la era Hispánica (38 años) porque 773 + 38 = 811 pero no llegué a nada en cuanto al 860. Argaiz restaría 38 para dar una fecha en nuestra era.Asó que opté por reflejar lo que contaba mi autor de referencia.
Segundo.¡Ya me gustaría saber en qué foto sale su casa! pero entiendo que no lo diga. Esto es un foro abierto y, para muestra un botón, yo me oculto tras este alter ego.
Tercero. Gracias por sus elogiosas palabras hacia esta bitácora.
Un saludo.
Buenas,de nuevo, Don Lebato:
ResponderEliminarPuedo describirlo así más o menos …El huerto bien regado, donde se cuelan los gatos del señor Emiliano al olor del mirlo muerto bajo el membrillo, junto a los nogales, celindas y lilos. Y por la noche en verano, allá por San Ignacio, en el silencio del patio entre el granero, la casa y el horno, un erizo que saborea, goloso, una ciruela del suelo, entre el rosal y la salvia, junto a la parra, mientras el Humión se refleja, imponente y distante, en el mirador de la casa, si asoma la luna, mientras San Roque…
Un saludo sonriente
Un saludo también.
EliminarDiscurre en los años de la república española la guerra Civil y la postguerra en una zona muy concreta: El norte de Burgos, una de las zonas donde menos acción de guerra hubo pero más represión se dio. Y queda narrada por sus dos personajes: Candela y Friedhelm Burbach (Personaje histórico real. Adjunto biografía) hasta llegar al momento en el que confluirán sus historias, unidas por el azar o el destino.
ResponderEliminarEs de esta manera que se nos descubre la historia de un pueblo, de una comarca y unas gentes únicas. El origen de Castilla, el emblema de su bandera: el castillo de Tedeja, la virgen de Covadonga (cuya más longeva réplica se encuentra en ese pequeño pueblo: Cillaperlata) y la que fue, presumiblemente, la batalla que dio inicio a la reconquista por parte de los cristianos frente al invasor musulmán. Y se dan cita en este texto y en tan singular espacio.
La represión de la guerra civil y su miseria, la dura vida en el campo, la depuración de responsabilidades, el maquis… Pero ahí no queda la cosa. Uno de los 104 agentes nazis que han vivido en España con la protección de Franco, reclamado por la justicia al finalizar la segunda guerra mundial, Friedhem Burbach, primer representante del nazismo en España y Portugal, Juzgado y condenado en el juicio de Nuremberg, entra en escena. Quien fuera parte del engranaje, peón de un tablero que llevaría finalmente a la Alemania fascista a prestar la ayuda en favor del alzamiento militar de los nacionales en Julio del treinta y seis, es escondido en una granja del valle de Valdenubla.
Lisboa Berlín Bayreuth Madrid y Bilbao, cierran el círculo. Un círculo cuyo epicentro es El Valle de Valdenubla; entorno en el que se encuadra el que es origen del origen de Castilla: Las merindades. Y que dará cobijo a una humilde familia de granjeros. Descubriremos pues, o rememoraremos, los albores de una locura y un genocidio. Y los motivos, si es que los hay, que condujeron a tal fin. Pero no sin antes dar fiel testigo de lo que fue la dura y bella vida en el campo; así como antiguos oficios. Tal es el caso del molinero, el herrero, carboneros o resineros que a bien se ganaron el sustento en una tierra en donde la industria o “el progreso” pasó de puntillas. Una tierra que languidece, como tantas otras zonas rurales de España. Esta es, por tanto, una historia dentro de la historia; una novela histórica a la que he bautizado como - LA NOCHE OSCURA (Cillaperlata) –
próximamente haré presentación por la zona y dejaré ejemplares en librerías
Don Javier, por favor, escríbame a sietemerindades@gmail.com para hablar de su libro.
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