Tras
conocer la historia y el exterior del alcázar de Medina de Pomar es el momento
de atravesar la única puerta superviviente y acceder al… interior. Hoy
necesitaremos desentumecer nuestra mente hasta límites insospechados porque
habremos de imaginar muchas cosas para comprender el valor que hubiera tenido
este edificio de haber aguantado.
Recurriremos,
nuevamente, al bueno de Julián García Sainz de Baranda para que nos presente el
interior: “Si exteriormente, aparece muy
bien conservado y aplomadas sus torres, interiormente presenta el más desconsolador
aspecto; completamente desmantelado desapareció por la acción del tiempo, los
agentes atmosféricos y la incuria incomprensible de sus propietarios, todo lo
que de regio, señorial y artístico conservaba; aún quedan en sus muros algunos
restos que reflejan la suntuosidad y gusto que presidió en la ornamentación de
la morada de los Condestables y que sirven de paso al curioso visitante, de
recuerdos de pasadas grandezas”.
Alcázar de Medina de Pomar (1973) |
Poco a
poco. Los espacios del Alcázar se dividían en salones nobles y zonas de
servicio porque, en la arquitectura castellana de la segunda mitad del siglo
XIV, es difícil hablar de la diferenciación de espacios públicos y privados o
de la creación de salas especializadas. Los salones se caracterizaban por su multifuncionalidad,
pudiendo tener un destino más público o privado, albergar banquetes, bailes,
recepciones más íntimas... No había una zona residencial diferenciada, con las
unidades de cámara y retrete como las que comienzan a desarrollarse en el
contexto francés, ni una sala prevista como capilla. Supongo que para eso habían
pagado a las Clarisas un convento.
En
estos ambientes las telas dividirían espacios de las estancias, la adecuación
de espacios públicos o privados e incluso la definición de la circulación entre
ellos. El testamento del fundador del alcázar nos permite atisbar la riqueza
que contenía:
“E otrosy le mando más a
la dicha doña María todos los paños de oro e de seda que son de paramentos. E
otrosy todos los paños frangeses, e vancales, e mantas de pared, e tapetes, e
alfonbras, e mantas de estrado, e almadraques, e reposteros; e otrosy todos los
otros paramentos, cortinas, e colchas de palo de oro e de seda e de sirgo e de
lino, e sávanas, e almadraques, e almadraquejos, e ca vega les, e toda
guarnigion de camas”.
Chimenea (Cortesía de "Castillos del Olvido") |
Pero se
ha perdido mucho para una correcta interpretación de los interiores lo que
deriva en la siempre difícil conjetura. Es en este momento cuando lamentamos
que no se hiciese un estudio arqueológico previo a la destrucción de elementos
previa a la restauración del edificio. Por ejemplo, ¿existió un sótano? En fin…
Analicemos
los que serían espacios de servicio. Desde las puertas, al este y al oeste, se
accedía a la planta baja de la sala alargada central que contaba con dos pisos.
Recordemos que las torres se dividían, respectivamente, en tres pisos la torre
sur y cuatro la norte, M. Sobrino supone que la planta baja del edificio
central estuvo dividida, a lo largo, con vigas para sostener la techumbre que
servía de suelo a la planta superior. Razón por la cual las puertas de acceso a
las torres laterales se encontraban ligeramente desviadas, evitando así
coincidir con esta hilera central de apoyos. Además de esta separación, en los
planos previos a la restauración aparece otra división transversal por un murete
que después fue destruido. Supongo que lo harían porque era posterior a la
fábrica inicial dada la forma en la que engarzaba en la pared. ¿Había
divisiones a lo ancho? Tal vez. Pero hay que tener en cuenta que podían ser móviles
(madera o tela).
Teníamos
así un espacio abierto (Un “open concept” de los televisivos programas de
reformas) reconfigurable al gusto o necesidad. Además, tengamos en cuenta que habría
una diferencia hoy perdida en el nivel del suelo que se deduce de las alturas
de la puerta de entrada, la chimenea y la puerta hacia el husillo, notablemente
más baja y que coincide con una serie de aspilleras que hoy se sitúan casi al
nivel del piso, en la pared de enfrente. Esta zona, por tanto, se encontraría a
una altura más baja. El expolio sistemático de la chimenea y de la posible
decoración que pudiera o no tener, nos impide calibrar la importancia
representativa de este espacio.
También
era la sala distribuidora de espacios: paso a la escalera de caracol y a las
dos torres.
Yesería del cuerpo central |
El pozo
estaba situado junto a la puerta occidental original. Julián García Sainz de
Baranda comenta, con respecto al pozo, que estaba en la torre derecha según la única
entrada que conoció y que “hoy (está) cegado, destinado al aprovisionamiento del
alcázar; al limpiarle, durante la última guerra civil para ponerle en
condiciones de suministrar agua potable, sacaron de su fondo una vieja
culebrina, que tal vez, hiciera resonar su estruendo en los robustos muros, en
los antiguos tiempos”. Pozo y chimenea eran elementos asociados al confort
y también al prestigio del edificio puesto que solo los más importantes
disponían de pozo privado o conducciones de agua y chimeneas de un tamaño tan
significativo. Volvemos a destacar el valor representativo del edificio.
La
torre norte tendría otra escalera de madera, situada en el rincón sudeste, como
parece revelar la disposición de sus vanos, y que se utilizaría como sistema de
comunicaciones verticales para el servicio y para el cuerpo de guardia. En esta
zona situaríamos la cárcel señorial. En la sala existente bajo esta torre nos
encontramos con una serie de aspilleras abiertas a este y oeste (estas últimas,
por su situación a baja altura, presuponen la presencia, al igual que en el
muro oeste del espacio central, de una especie de "trinchera"
interior). La planta baja de la torre sur estaría también dedicada a
dependencias de servicio.
En la
pared este del cuerpo central, junto a la chimenea, se abría la entrada al
husillo de la escalera de caracol decorada con el escudo de los Velasco y restos
de otro en las albanegas que debió ser el de los Sarmiento, de forma semejante
a la alternancia heráldica de este mismo espacio en la primera planta. Esta
escalera era, por tanto, un medio de comunicación vertical privilegiado,
marcado como tal por la heráldica, que daba acceso a las salas principales de
aparato y que se complementaba con la citada escalera de servicio de la torre
norte.
Primera planta del salón central (Sobrino) |
La
planta superior del edificio central era diáfana, un salón alargado de veintiún
metros y medio de largo por ocho de ancho, que por su perdida decoración y la
presencia de la chimenea es uno de los salones principales del palacio. Se
decoraba con un friso de yeserías prácticamente desaparecido pero que quedó
reflejado en algunas descripciones y fotografías previas a la última
restauración. Sobre un fondo de decoración vegetal surgía una decoración de
cintas que albergaba en el centro varios medallones con veneras. En la parte
inferior (y quizá en la superior) había una inscripción que contenía fragmentos
del padre nuestro y del credo. García Sainz de Baranda leyó “Dominus mihi custos”
aunque probablemente la inscripción rezaría “Dominus mihi adiutor”, fragmento
del salmo 117 que aparecía en las doblas de oro y los reales de plata acuñados
por Pedro I, en algunas piezas de artes suntuarias de la época y que decoraba
también las puertas del Salón de la Media Naranja del alcázar de Sevilla.
Por
encima de las yeserías teníamos la perdida cubierta. Según parecen indicar las
trazas dejadas por la viguería en los muros, era una techumbre de madera de par
y nudillo, con tirantes dobles, de cuya decoración no conservamos ninguna
referencia. Miguel Sobrino considera que esta techumbre estaría trasdosada por
una estructura de jabalcones (Maderos oblicuos que mantienen las vigas apoyadas
en la pared) que realizaría las funciones portantes y cuyas huellas persisten
en los muros. La sala se iluminaba mediante cinco ventanas en alto que también
estarían decoradas con yeserías, de las que se conserva un pequeño fragmento en
el que se puede leer
“ore alcanga buena es” y que a principios de siglo todavía
conservaba un fragmento del avemaría. Por debajo de estas ventanas se situaban
los balcones hacia las fachadas este y oeste. Los dos occidentales daban paso
al cadalso de la fachada principal.
Estado actual cuerpo central. |
Este
espacio que, para Sobrino, fue uno de los más notables de la Castilla medieval,
se encuentra hoy irreconocible. No han sido respetados ni siquiera sus límites
horizontales: la superficie plana del suelo ha sido transformada en un abismo
de más de siete metros de caída y la majestad cóncava de la techumbre,
convertida en un plano blanco. Los ventanales del frente occidental han quedado
colgados a media altura, y una estrecha pasarela constituye el único acceso a
la torre norte. La nueva escalera centra los elementos de una intervención
efectuada sin la más mínima consideración hacia la antigua organización
simbólica y espacial.
Desde
esta sala noble se accedía a otro espacio cuadrangular de representación
alojado en la torre sur, de unos diez metros de lado. Esta sala era iluminada
por varias ventanas bíforas situadas en los muros sur, este y oeste. Son las
únicas que reciben decoración heráldica en el exterior. Si lo visitan verán que
la ventana del muro este ha sido rehecha y carece de escudo. En las otras
tendrán los escudos de Velasco y Sarmiento. Hay, también, un armario alto que
se cerraba con una puerta de hierro de doble hoja -como aparece descrito en las
fuentes-.
Esta
sala estaba decorada en su parte superior por un friso de ricas yeserías mejor
conservadas que las del salón central. El fragmento mejor conservado es el del
muro sur, en el que se alternaban arcos de lambrequines y angrelados, que
albergaban una densa decoración geométrica y vegetal, con hojas de palma con
florecillas inscritas y hojas digitadas. Los arcos de lambrequines trasdosaban
un arco de medio punto con una decoración de celdillas en las que se inscribían
medallones estrellados con inscripciones en árabe que son similares a las que
aparecen en decoraciones de palacios contemporáneos.
Los
arcos angrelados situados en los extremos del friso incluían en cartuchos en
forma de cruz las palabras
“Déos, Dei” y la letra “M” en los brazos, esta suele aparecer
como referencia a María en los amuletos cristianos. Basilio Pavón Maldonado ha
destacado que la asociación del nombre de Dios en árabe y en latín en la misma iconografía
no resultaba frecuente en la decoración de los palacios. Coronando los arcos
aparecían medallones alternando los escudos de armas de los Velasco, los de los
Sarmiento y diseños geométricos, que en ocasiones albergan epigrafía árabe con
expresiones como
“el imperio” o “no hay más dios que Alah”.
Fotografías de los yesos de mediados del siglo XX |
De este
espacio monumental solo nos queda, aparte de sus muros, un fragmento del friso
de yeserías, elemento de más de un metro y medio de altura que ha constituido el
único foco de atención para múltiples investigadores. Amador de los Ríos comentaba
en su obra que “no ha gozado no en esta
provincia de Burgos, sino quizás en todas las de Castilla, de otro más bello que
el presente, formado de fingidas celosías, al gusto y manera granadinos,
semejantes a las que recorren por igual los muros del Salón de Embajadores, del
mudejar Alcázar sevillano”. Una muestra de su importancia es el hecho de
que las fotografías antiguas del interior del edificio se centran básicamente
en recoger el aspecto de estos elementos ornamentales. Poco verán
si lo visitan hoy: sólo el paño meridional se mantiene prácticamente íntegro.
Gracias a los restos subsistentes de los otros tres paños y a las antiguas
fotografías, se ha podido comprobar que el trazado de cada paño respondía a un diseño
diferente, adoptando además en cada lado diferentes motivos decorativos, en lo
que supone una verdadera demostración de recursos por parte de sus artífices. Para
avergonzarnos porque hasta bien entrado el siglo XX habían sobrevivido a todos.
Este
friso estaba compuesto por seis arcos polilobulados separados entre sí y que cobijaban,
a su vez, arcos de medio punto con una decoración de celdillas formando
estrellas y pentágonos donde se inscribían flores y textos en árabe y latín.
Coronando los arcos, también había medallones con los escudos de los Sarmiento
y los Velasco y todo el espacio se rellenaba con decoración vegetal sobre la
que se dibujaban medallones con veneras, diseños de sebka y cintas entrelazadas
de diversas formas. En el centro de la pared el panel era diferente al resto,
sin elementos vegetales, con una decoración de lazo de ocho.
En las
esquinas se proyectaban grandes escudos de los Velasco, aprovechando el paso del
cuadrado al ochavo de la cubierta. Por encima y por debajo de los arcos había
un registro con inscripciones religiosas en latín, concretamente fragmentos del
miserere, en ocasiones interrumpido por letras mal colocadas o un escudo de
Castilla, que muestra la recolocación de fragmentos de yesería a lo largo del
tiempo. Aparecen también fragmentos del credo, del padrenuestro y algunas
palabras en castellano de difícil interpretación. Varios investigadores han
subrayado el gran valor artístico de estas yeserías y las han relacionado con las
influencias almohades en Castilla. Destaquemos que eran
yeserías de alta calidad al nivel del Salón de la Media Naranja del alcázar de
Sevilla y algunos de sus motivos concretos, como los discos de lazo curvilíneo,
se han puesto en relación con las yeserías de la Casa Olea en Sevilla, Santa
Clara de Tordesillas y la Sinagoga del Tránsito en Toledo. ¡Ahí es nada!
No solo
eso, hay doctorales polémicas en cuanto a su interpretación y a las referencias
que contienen pero es casi seguro que la qubba de Las Torres no fue una capilla
con lo cual la activación de las cualidades metafóricas del friso en relación
con la discusión sobre una posible estatua de la Virgen María no resultan tan
evidentes. Ya hemos dicho que tenían a las clarisas para los temas religiosos.
Cubierta Qubbat |
Está
claro que se tuvo cuidado seleccionando a los artistas. Conocían las formas y
las técnicas de los principales edificios del reino. Olvidémonos de teorías
integradoras o buenistas contemporáneas porque estas yeserías no respondían a un
deseo de integrar al moro o de apropiarse de la cultura del vencido sino que
representan un proceso de evolución de la arquitectura áulica en el reino de
Castilla.
La
cubierta, como hemos apuntado, correspondería a una techumbre ochavada de
madera, tal y como parecen indicar las trazas (hoy perdidas) que dejó en los
muros. Sobrino ha identificado por los huecos de los mechinales otra estructura
que se superpondría a la techumbre eximiéndola de soportar cualquier otro peso
que no fuera el suyo y que, a su vez, servía como base para la estancia del
archivo.
La
mencionada techumbre ochavada de la torre sur se debió conservar durante varios
siglos, pues aún en el XVII se denominaba esta sala como “la quadra de la
naranja", denominación similar, y no es una comparación
baladí, a la que tenía el Salón de Embajadores del Alcázar de Sevilla. Partiendo
de esta semejanza en el nombre podríamos haber tenido una semejanza en la forma
–semiesférica-. Esto implicaría la temprana integración de técnicas de los
principales edificios reales a ambos lados de la frontera en un edificio
nobiliario. De hecho, una de las torres de la casa del Cordón tenía este mismo
tipo de techumbre.
Los
autores de la moderna intervención no comprendieron lo que veían y tendieron
sobre los muros, a la altura del arrocabe, sendos forjados planos, que hacen poco
menos que imposible la futura recuperación espacial de estos importantísimos ámbitos
civiles de nuestra Edad Media.
Esta
habitación cuadrangular, con el friso de yeserías en la parte superior y
cubierta por una techumbre de madera ochavada y quizá cupulada constituye, como
ha sido puesto de relieve no solo por Miguel Sobrino González sino también por
Juan Carlos Ruiz Souza o Manuel Valdés Fernández, una autentica qubba,
estructura centralizada habitual en la arquitectura islámica tanto en contextos
funerarios como palaciegos. Son las fuentes literarias, sobre todo de la época de
taifas, quienes nos hablan de la abundancia de estructuras cupuladas que, por
ellas, manifestaban su condición de edificio de poder. Las fuentes las llamaban
“Qubbat al Khadra”.
Este simbolismo facilitará su difusión por los demás reinos ibéricos. Pedro I
utilizó con profusión esta estructura en los palacios que levantó. Estos, a su
vez, sirvieron de referencia para nobles y jerarquía eclesiástica de las
últimas décadas del siglo XIV y a lo largo del siglo XV.
En este
proceso de integración de estas salas de representación destacamos el papel
pionero del alcázar de los Velasco de Medina de Pomar. Es el primero que se ha
conservado fuera de los territorios andaluces y el que tuvo mayores
dimensiones, con diez metros de lado. Por otra parte, su utilización como sala
noble del palacio, nos indica que no solo se estaba referenciando un modelo
áulico prestigioso, sino que los Velasco tenían plena consciencia de la función
y carga semántica que había tenido en los ejemplos sevillanos y nazaríes.
Batalla de Montiel donde derrotan a Pedro I de Castilla. |
Las
crónicas indican que, antes de cambiar sus alianzas, Pedro Fernández de Velasco
era uno de los hombres de confianza del rey Pedro I. En 1358 el rey le encargó
la guardia y cuidado de su nueva amante Aldonza Coronel en Sevilla y en Carmona.
Este trabajo de burdelero le pondría en contacto con los nuevos proyectos
artísticos regios y los edificios ya existentes. Además tras la victoria Trastámara
debió visitar nuevamente Sevilla. Esta nueva visión arquitectónica venía de
maravilla para sus objetivos de legitimación en Medina de Pomar.
En la
última planta de la torre sur tendríamos una sala restringida para archivo y
guarda del tesoro familiar. Este espacio, reconstruido por Sobrino, no tenía
entrada directa desde el interior de la torre, sino que para llegar a ella
había que subir a la cubierta del edificio central. Atravesando este espacio se
llegaba a unas escaleras adosadas al muro de la torre sur que conducían a una
puerta en alto, parcialmente embutida en la cubierta, tal y como parecen
indicar las trazas reflejadas en fotografías previas a la restauración. La
entrada actual es muy posterior.
Actual acceso al archivo de la torre sur. |
El
único vano original de esta estancia debía ser, además de la puerta, la
estrecha ventana simple abierta al oeste; otros dos huecos hoy existentes deben
ser más modernos, producto de algún cambio de uso posterior de este espacio, lo
cual explicaría el diferente trazado y aparejo que presentan respecto a los
otros vanos del edificio.
En las
paredes se pueden observar todavía los antiguos armarios empotrados en los
muros, con las huellas de los goznes para las puertas de madera que los
cerraban. Servirían para albergar las arcas con los documentos, metales y otros
objetos preciosos y hoy en día se utilizan como depósito para el archivo
municipal.
Pensemos
que lo que se guardaba en Medina de Pomar, al ser la cabeza de Castilla Vieja y
su alcaide ser el recaudador, era relevante protegerlo. Por dos recibos
conservados (de 1432 y de 1462) se sabe que se custodiaban escrituras de
propiedades y documentos de compra.
Por
encima del archivo, la torre sur aún daba lugar a un último nivel a la altura
del almenaje que constituiría la mejor atalaya sobre el territorio, además de servir
de pantalla contra la humedad que pudiese llegar al archivo a través de la
cubierta.
Degüello de Pedro I de Castilla. |
Lo que
se ha salvado de la dejadez, el abandono y la ignorancia resulta de gran
interés al indicarnos que se conocía formalmente el tipo de ornamentación de
los palacios anteriores, su contenido y sus significados asociados: la
escritura; las inscripciones en latín, castellano y árabe que
remitían a las estrategias de reafirmación del poder monárquico de Pedro I; y el
contenido de los textos donde las inscripciones latinas o en castellano eran
excepcionales en la arquitectura civil del siglo XIV.
En
Medina de Pomar no sólo se integró decoración epigráfica en árabe e
inscripciones religiosas. Por una parte, seguimos encontrando –llevaban entonces más de
cien años haciéndolo- expresiones religiosas en árabe, más o menos ambiguas y
apropiadas para los dos credos, como sucedía en Sevilla. Pero… en Las Torres no
hay inscripciones coránicas complejas, ni alusivas a la protección, a la
bendición o al buen gobierno (o no nos han llegado). Todas las inscripciones se
asocian con el poder y la victoria: El Imperio, el lema nazarí no hay más
vencedor que Dios; y el Imperio de Dios.
Las
inscripciones propiamente religiosas en este edificio se exhiben en latín,
lengua oficial de la religión católica, y son claramente afirmaciones de la fe
cristiana: el credo, las primeras partes del padrenuestro y el miserere,
pidiendo el favor de la Virgen calificada como Mater Dei. Por último aparecen
fragmentos en castellano, pero su deficiente conservación impide saber qué tipo
de mensaje transmitían.
En
cuanto a la decoración heráldica destaca que la repetición alterna de los
escudos de los Velasco y de los Sarmiento permite exaltar el linaje de los
fundadores y a marcar los lugares de representación del palacio. En esta serie
de escudos en las yeserías de Medina de Pomar destaca la aparición del escudo
del reino de Castilla. ¿Patriotismo? No. más bien amiguismo. Este tercer escudo
explicaba a todos la amistad que unía a Pedro Fdez. de Velasco y al primer
Trastámara, Enrique II, y la concesión de la villa, de nuevos cargos cortesanos
y de una nueva posición social.
Actual techo de la sala central |
Vemos
que nada es inocente, ni un solo recurso artístico. La nobleza emuló el
programa constructivo de Pedro I buscando devaluar las reformas políticas de
este (centralidad y preeminencia). En Medina de Pomar encontramos la aparición
de una auténtica
qubba como sala de representación, estructura preferente en los
palacios de Pedro I y que ahora sería utilizada por un linaje nobiliario en
pleno ascenso, necesitado de nuevos espacios de poder. Los edificios, los yesos
y, también, los mensajes contenidos actuaban en contra del rey destronado y a
favor de Enrique II. Este era presentado como auténtico rey cristiano, defensor
de Dios y de la iglesia frente a Pedro I que figuraba como un “enemigo de Dios e de la su sancta Madre
Eglesia, un rey tirano y anticristiano que defendía a los judíos y colaboraba
con los moros que con él vinieron para estorvar los nuestros regnos e toda la
Christiandat”. Se acusó a Pedro de haber atacado a la nobleza y a la
iglesia y de haber estado acrecentando “e
enrrequegiendo los moros e los indios e enseñoreándolos e abaxando la Fe
católica de nuestro señor Ihesu Christo”.
Pero I
era un hereje, o eso quería dejar claro la propaganda, pero, además, era amigo
de los judíos. ¿Y de los moros? Pues, va a ser que sí pero por razones
coyunturales: la recuperación de varias plazas por los nazaríes. Esto permitió
que la cultura nazarí fuese interpretada positivamente y la integración de la
estética del poder andalusí por los reyes castellanos del siglo XIV. El
propio Enrique retomó la estructura de la qubba y otros elementos propios
del arte nazarí. Y en este ambiente político cultural se construye el alcázar
de Medina de Pomar y se colocan sus yesos en árabe.
Sala en la base de la torre. |
Los
textos de estas yeserías estaban más o menos estandarizadas y se situaban en
una frontera ambigua entre lo legible y lo ilegible, con varios niveles de
definición aunque normalmente sus contenidos se adaptaban a las coordenadas
culturales y religiosas del momento. En este caso, frases alusivas al poder y
que ya habían sido incorporadas por Pedro I en su palacio y ahora aparecían en
el palacio de sus vencedores.
Así el
perdido interior de Las Torres mostraba el gran animal político que era Pedro
(I) Fernández de Velasco.
Hemos
recorrido de fuera a adentro una construcción con una función tripartita:
fortificación, Palacio señorial y archivo y tesoro familiar. A las tres
funciones principales añadimos otras evidentes como las de almacén,
cárcel o cuadras. En la planta baja del edificio se disponían
de dos amplias salas en los cuerpos de arranque de las torres, que se
convertían en espacios diáfanos al estar ambas demediadas por un gran arco
diafragma que servía de apoyo a la correspondiente alfarjía de la planta noble.
Mucho
se ha perdido.
Les
dejo con la descripción del catastro del Marques de la Ensenada:
“Lo primero, dos torres
alcázares de considerable elevación, con su casa torre en medio de ellas, más
baja, enlazadas unas con otras sitas en esta dicha Villa y barrio de la Puerta
que se dice de la Villa con su foso y contrafoso circunvalado de pared con dos puertas
fuertes que miran al Poniente y Ocaso de treinta y cuatro pies de ancho y
treinta y siete de siete de fondo, las dos primeras cada una y la de en medio
veintisiete de fondo y setenta y dos de ancho que surcan al cierzo con la
puerta; Solano el Barrio de la Puerta de la Villa; Ábrego, casas del Campo de
la villa; y Regañón el del Rollo: tienen unas y otras cuartos altos y bajos,
aunque su habitación interior se halla sumamente arruinada, con un pozo de
bastante caudal de agua y caballeriza; las cuales dichas torres se hallan al
cuidado de D. Marcos Bonifaz, su Alcaide con sus dos cañones pedreros, al parecer
de bronce el uno y el otro de fierro colado, nadie las habita porque además de
no producir renta alguna tiene la gran Casa de S. E. el cuidado gravoso de
contribuir a los reparos para su permanencia”.
Bibliografía:
“El
alcázar de Medina de Pomar y la Casa del Cordón. La creación de un palacio
especializado nobiliario”. Elena Paulino Montero
“El
patrocinio arquitectónico de los Velasco (1313-1512): construcción y un
contexto de un linaje en la Corona de Castilla”. Tesis doctoral de Elena
Paulino Montero.
Catastro
del Marqués de la Ensenada.
Castillos
del Olvido.
Duero
Mudejar.
Fototeca digital de España.
“Apuntes
históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” por Julián García Sainz de
Baranda.
“Burgos,
torres y castillos” de Fray Valentín de la Cruz.
“Medina
de Pomar, cuna de Castilla” de la Asociación de Amigos de Medina de Pomar.
“El
Alcázar de los Velasco, en Medina de Pomar (Burgos). Un espacio áulico andalusí
en el Norte de la vieja Castilla”. Miguel Sobrino González.
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