Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 20 de enero de 2019

Desnudando, por dentro, el Alcázar de Medina de Pomar.



Tras conocer la historia y el exterior del alcázar de Medina de Pomar es el momento de atravesar la única puerta superviviente y acceder al… interior. Hoy necesitaremos desentumecer nuestra mente hasta límites insospechados porque habremos de imaginar muchas cosas para comprender el valor que hubiera tenido este edificio de haber aguantado.


Recurriremos, nuevamente, al bueno de Julián García Sainz de Baranda para que nos presente el interior: “Si exteriormente, aparece muy bien conservado y aplomadas sus torres, interiormente presenta el más desconsolador aspecto; completamente desmantelado desapareció por la acción del tiempo, los agentes atmosféricos y la incuria incomprensible de sus propietarios, todo lo que de regio, señorial y artístico conservaba; aún quedan en sus muros algunos restos que reflejan la suntuosidad y gusto que presidió en la ornamentación de la morada de los Condestables y que sirven de paso al curioso visitante, de recuerdos de pasadas grandezas”.

Alcázar de Medina de Pomar (1973)

Poco a poco. Los espacios del Alcázar se dividían en salones nobles y zonas de servicio porque, en la arquitectura castellana de la segunda mitad del siglo XIV, es difícil hablar de la diferenciación de espacios públicos y privados o de la creación de salas especializadas. Los salones se caracterizaban por su multifuncionalidad, pudiendo tener un destino más público o privado, albergar banquetes, bailes, recepciones más íntimas... No había una zona residencial diferenciada, con las unidades de cámara y retrete como las que comienzan a desarrollarse en el contexto francés, ni una sala prevista como capilla. Supongo que para eso habían pagado a las Clarisas un convento.

En estos ambientes las telas dividirían espacios de las estancias, la adecuación de espacios públicos o privados e incluso la definición de la circulación entre ellos. El testamento del fundador del alcázar nos permite atisbar la riqueza que contenía:

“E otrosy le mando más a la dicha doña María todos los paños de oro e de seda que son de paramentos. E otrosy todos los paños frangeses, e vancales, e mantas de pared, e tapetes, e alfonbras, e mantas de estrado, e almadraques, e reposteros; e otrosy todos los otros paramentos, cortinas, e colchas de palo de oro e de seda e de sirgo e de lino, e sávanas, e almadraques, e almadraquejos, e ca vega les, e toda guarnigion de camas”.

Chimenea (Cortesía de "Castillos del Olvido")

Pero se ha perdido mucho para una correcta interpretación de los interiores lo que deriva en la siempre difícil conjetura. Es en este momento cuando lamentamos que no se hiciese un estudio arqueológico previo a la destrucción de elementos previa a la restauración del edificio. Por ejemplo, ¿existió un sótano? En fin…

Escalera noble del alcázar de Medina de Pomar.

Analicemos los que serían espacios de servicio. Desde las puertas, al este y al oeste, se accedía a la planta baja de la sala alargada central que contaba con dos pisos. Recordemos que las torres se dividían, respectivamente, en tres pisos la torre sur y cuatro la norte, M. Sobrino supone que la planta baja del edificio central estuvo dividida, a lo largo, con vigas para sostener la techumbre que servía de suelo a la planta superior. Razón por la cual las puertas de acceso a las torres laterales se encontraban ligeramente desviadas, evitando así coincidir con esta hilera central de apoyos. Además de esta separación, en los planos previos a la restauración aparece otra división transversal por un murete que después fue destruido. Supongo que lo harían porque era posterior a la fábrica inicial dada la forma en la que engarzaba en la pared. ¿Había divisiones a lo ancho? Tal vez. Pero hay que tener en cuenta que podían ser móviles (madera o tela).


Teníamos así un espacio abierto (Un “open concept” de los televisivos programas de reformas) reconfigurable al gusto o necesidad. Además, tengamos en cuenta que habría una diferencia hoy perdida en el nivel del suelo que se deduce de las alturas de la puerta de entrada, la chimenea y la puerta hacia el husillo, notablemente más baja y que coincide con una serie de aspilleras que hoy se sitúan casi al nivel del piso, en la pared de enfrente. Esta zona, por tanto, se encontraría a una altura más baja. El expolio sistemático de la chimenea y de la posible decoración que pudiera o no tener, nos impide calibrar la importancia representativa de este espacio.

También era la sala distribuidora de espacios: paso a la escalera de caracol y a las dos torres.

Yesería del cuerpo central

El pozo estaba situado junto a la puerta occidental original. Julián García Sainz de Baranda comenta, con respecto al pozo, que estaba en la torre derecha según la única entrada que conoció y que “hoy (está) cegado, destinado al aprovisionamiento del alcázar; al limpiarle, durante la última guerra civil para ponerle en condiciones de suministrar agua potable, sacaron de su fondo una vieja culebrina, que tal vez, hiciera resonar su estruendo en los robustos muros, en los antiguos tiempos”. Pozo y chimenea eran elementos asociados al confort y también al prestigio del edificio puesto que solo los más importantes disponían de pozo privado o conducciones de agua y chimeneas de un tamaño tan significativo. Volvemos a destacar el valor representativo del edificio.


La torre norte tendría otra escalera de madera, situada en el rincón sudeste, como parece revelar la disposición de sus vanos, y que se utilizaría como sistema de comunicaciones verticales para el servicio y para el cuerpo de guardia. En esta zona situaríamos la cárcel señorial. En la sala existente bajo esta torre nos encontramos con una serie de aspilleras abiertas a este y oeste (estas últimas, por su situación a baja altura, presuponen la presencia, al igual que en el muro oeste del espacio central, de una especie de "trinchera" interior). La planta baja de la torre sur estaría también dedicada a dependencias de servicio.

Ventana del cuerpo central con restos de Yesería.

En la pared este del cuerpo central, junto a la chimenea, se abría la entrada al husillo de la escalera de caracol decorada con el escudo de los Velasco y restos de otro en las albanegas que debió ser el de los Sarmiento, de forma semejante a la alternancia heráldica de este mismo espacio en la primera planta. Esta escalera era, por tanto, un medio de comunicación vertical privilegiado, marcado como tal por la heráldica, que daba acceso a las salas principales de aparato y que se complementaba con la citada escalera de servicio de la torre norte.

Primera planta del salón central (Sobrino)

La planta superior del edificio central era diáfana, un salón alargado de veintiún metros y medio de largo por ocho de ancho, que por su perdida decoración y la presencia de la chimenea es uno de los salones principales del palacio. Se decoraba con un friso de yeserías prácticamente desaparecido pero que quedó reflejado en algunas descripciones y fotografías previas a la última restauración. Sobre un fondo de decoración vegetal surgía una decoración de cintas que albergaba en el centro varios medallones con veneras. En la parte inferior (y quizá en la superior) había una inscripción que contenía fragmentos del padre nuestro y del credo. García Sainz de Baranda leyó Dominus mihi custos” aunque probablemente la inscripción rezaría “Dominus mihi adiutor”, fragmento del salmo 117 que aparecía en las doblas de oro y los reales de plata acuñados por Pedro I, en algunas piezas de artes suntuarias de la época y que decoraba también las puertas del Salón de la Media Naranja del alcázar de Sevilla.


Por encima de las yeserías teníamos la perdida cubierta. Según parecen indicar las trazas dejadas por la viguería en los muros, era una techumbre de madera de par y nudillo, con tirantes dobles, de cuya decoración no conservamos ninguna referencia. Miguel Sobrino considera que esta techumbre estaría trasdosada por una estructura de jabalcones (Maderos oblicuos que mantienen las vigas apoyadas en la pared) que realizaría las funciones portantes y cuyas huellas persisten en los muros. La sala se iluminaba mediante cinco ventanas en alto que también estarían decoradas con yeserías, de las que se conserva un pequeño fragmento en el que se puede leer “ore alcanga buena es” y que a principios de siglo todavía conservaba un fragmento del avemaría. Por debajo de estas ventanas se situaban los balcones hacia las fachadas este y oeste. Los dos occidentales daban paso al cadalso de la fachada principal.

Estado actual cuerpo central.

Este espacio que, para Sobrino, fue uno de los más notables de la Castilla medieval, se encuentra hoy irreconocible. No han sido respetados ni siquiera sus límites horizontales: la superficie plana del suelo ha sido transformada en un abismo de más de siete metros de caída y la majestad cóncava de la techumbre, convertida en un plano blanco. Los ventanales del frente occidental han quedado colgados a media altura, y una estrecha pasarela constituye el único acceso a la torre norte. La nueva escalera centra los elementos de una intervención efectuada sin la más mínima consideración hacia la antigua organización simbólica y espacial.


Desde esta sala noble se accedía a otro espacio cuadrangular de representación alojado en la torre sur, de unos diez metros de lado. Esta sala era iluminada por varias ventanas bíforas situadas en los muros sur, este y oeste. Son las únicas que reciben decoración heráldica en el exterior. Si lo visitan verán que la ventana del muro este ha sido rehecha y carece de escudo. En las otras tendrán los escudos de Velasco y Sarmiento. Hay, también, un armario alto que se cerraba con una puerta de hierro de doble hoja -como aparece descrito en las fuentes-.


Esta sala estaba decorada en su parte superior por un friso de ricas yeserías mejor conservadas que las del salón central. El fragmento mejor conservado es el del muro sur, en el que se alternaban arcos de lambrequines y angrelados, que albergaban una densa decoración geométrica y vegetal, con hojas de palma con florecillas inscritas y hojas digitadas. Los arcos de lambrequines trasdosaban un arco de medio punto con una decoración de celdillas en las que se inscribían medallones estrellados con inscripciones en árabe que son similares a las que aparecen en decoraciones de palacios contemporáneos.

Los arcos angrelados situados en los extremos del friso incluían en cartuchos en forma de cruz las palabras “Déos, Dei” y la letra “M” en los brazos, esta suele aparecer como referencia a María en los amuletos cristianos. Basilio Pavón Maldonado ha destacado que la asociación del nombre de Dios en árabe y en latín en la misma iconografía no resultaba frecuente en la decoración de los palacios. Coronando los arcos aparecían medallones alternando los escudos de armas de los Velasco, los de los Sarmiento y diseños geométricos, que en ocasiones albergan epigrafía árabe con expresiones como “el imperio” o “no hay más dios que Alah”.

Fotografías de los yesos
de mediados del siglo XX

De este espacio monumental solo nos queda, aparte de sus muros, un fragmento del friso de yeserías, elemento de más de un metro y medio de altura que ha constituido el único foco de atención para múltiples investigadores. Amador de los Ríos comentaba en su obra que “no ha gozado no en esta provincia de Burgos, sino quizás en todas las de Castilla, de otro más bello que el presente, formado de fingidas celosías, al gusto y manera granadinos, semejantes a las que recorren por igual los muros del Salón de Embajadores, del mudejar Alcázar sevillano”. Una muestra de su importancia es el hecho de que las fotografías antiguas del interior del edificio se centran básicamente en recoger el aspecto de estos elementos ornamentales. Poco verán si lo visitan hoy: sólo el paño meridional se mantiene prácticamente íntegro. Gracias a los restos subsistentes de los otros tres paños y a las antiguas fotografías, se ha podido comprobar que el trazado de cada paño respondía a un diseño diferente, adoptando además en cada lado diferentes motivos decorativos, en lo que supone una verdadera demostración de recursos por parte de sus artífices. Para avergonzarnos porque hasta bien entrado el siglo XX habían sobrevivido a todos.


Este friso estaba compuesto por seis arcos polilobulados separados entre sí y que cobijaban, a su vez, arcos de medio punto con una decoración de celdillas formando estrellas y pentágonos donde se inscribían flores y textos en árabe y latín. Coronando los arcos, también había medallones con los escudos de los Sarmiento y los Velasco y todo el espacio se rellenaba con decoración vegetal sobre la que se dibujaban medallones con veneras, diseños de sebka y cintas entrelazadas de diversas formas. En el centro de la pared el panel era diferente al resto, sin elementos vegetales, con una decoración de lazo de ocho.

En las esquinas se proyectaban grandes escudos de los Velasco, aprovechando el paso del cuadrado al ochavo de la cubierta. Por encima y por debajo de los arcos había un registro con inscripciones religiosas en latín, concretamente fragmentos del miserere, en ocasiones interrumpido por letras mal colocadas o un escudo de Castilla, que muestra la recolocación de fragmentos de yesería a lo largo del tiempo. Aparecen también fragmentos del credo, del padrenuestro y algunas palabras en castellano de difícil interpretación. Varios investigadores han subrayado el gran valor artístico de estas yeserías y las han relacionado con las influencias almohades en Castilla. Destaquemos que eran yeserías de alta calidad al nivel del Salón de la Media Naranja del alcázar de Sevilla y algunos de sus motivos concretos, como los discos de lazo curvilíneo, se han puesto en relación con las yeserías de la Casa Olea en Sevilla, Santa Clara de Tordesillas y la Sinagoga del Tránsito en Toledo. ¡Ahí es nada!

No solo eso, hay doctorales polémicas en cuanto a su interpretación y a las referencias que contienen pero es casi seguro que la qubba de Las Torres no fue una capilla con lo cual la activación de las cualidades metafóricas del friso en relación con la discusión sobre una posible estatua de la Virgen María no resultan tan evidentes. Ya hemos dicho que tenían a las clarisas para los temas religiosos.

Cubierta Qubbat

Está claro que se tuvo cuidado seleccionando a los artistas. Conocían las formas y las técnicas de los principales edificios del reino. Olvidémonos de teorías integradoras o buenistas contemporáneas porque estas yeserías no respondían a un deseo de integrar al moro o de apropiarse de la cultura del vencido sino que representan un proceso de evolución de la arquitectura áulica en el reino de Castilla.

La cubierta, como hemos apuntado, correspondería a una techumbre ochavada de madera, tal y como parecen indicar las trazas (hoy perdidas) que dejó en los muros. Sobrino ha identificado por los huecos de los mechinales otra estructura que se superpondría a la techumbre eximiéndola de soportar cualquier otro peso que no fuera el suyo y que, a su vez, servía como base para la estancia del archivo.


La mencionada techumbre ochavada de la torre sur se debió conservar durante varios siglos, pues aún en el XVII se denominaba esta sala como “la quadra de la naranja", denominación similar, y no es una comparación baladí, a la que tenía el Salón de Embajadores del Alcázar de Sevilla. Partiendo de esta semejanza en el nombre podríamos haber tenido una semejanza en la forma –semiesférica-. Esto implicaría la temprana integración de técnicas de los principales edificios reales a ambos lados de la frontera en un edificio nobiliario. De hecho, una de las torres de la casa del Cordón tenía este mismo tipo de techumbre.

Los autores de la moderna intervención no comprendieron lo que veían y tendieron sobre los muros, a la altura del arrocabe, sendos forjados planos, que hacen poco menos que imposible la futura recuperación espacial de estos importantísimos ámbitos civiles de nuestra Edad Media.


Esta habitación cuadrangular, con el friso de yeserías en la parte superior y cubierta por una techumbre de madera ochavada y quizá cupulada constituye, como ha sido puesto de relieve no solo por Miguel Sobrino González sino también por Juan Carlos Ruiz Souza o Manuel Valdés Fernández, una autentica qubba, estructura centralizada habitual en la arquitectura islámica tanto en contextos funerarios como palaciegos. Son las fuentes literarias, sobre todo de la época de taifas, quienes nos hablan de la abundancia de estructuras cupuladas que, por ellas, manifestaban su condición de edificio de poder. Las fuentes las llamaban Qubbat al Khadra”. Este simbolismo facilitará su difusión por los demás reinos ibéricos. Pedro I utilizó con profusión esta estructura en los palacios que levantó. Estos, a su vez, sirvieron de referencia para nobles y jerarquía eclesiástica de las últimas décadas del siglo XIV y a lo largo del siglo XV.

En este proceso de integración de estas salas de representación destacamos el papel pionero del alcázar de los Velasco de Medina de Pomar. Es el primero que se ha conservado fuera de los territorios andaluces y el que tuvo mayores dimensiones, con diez metros de lado. Por otra parte, su utilización como sala noble del palacio, nos indica que no solo se estaba referenciando un modelo áulico prestigioso, sino que los Velasco tenían plena consciencia de la función y carga semántica que había tenido en los ejemplos sevillanos y nazaríes.

Batalla de Montiel donde derrotan a Pedro I de Castilla.

Las crónicas indican que, antes de cambiar sus alianzas, Pedro Fernández de Velasco era uno de los hombres de confianza del rey Pedro I. En 1358 el rey le encargó la guardia y cuidado de su nueva amante Aldonza Coronel en Sevilla y en Carmona. Este trabajo de burdelero le pondría en contacto con los nuevos proyectos artísticos regios y los edificios ya existentes. Además tras la victoria Trastámara debió visitar nuevamente Sevilla. Esta nueva visión arquitectónica venía de maravilla para sus objetivos de legitimación en Medina de Pomar.

En la última planta de la torre sur tendríamos una sala restringida para archivo y guarda del tesoro familiar. Este espacio, reconstruido por Sobrino, no tenía entrada directa desde el interior de la torre, sino que para llegar a ella había que subir a la cubierta del edificio central. Atravesando este espacio se llegaba a unas escaleras adosadas al muro de la torre sur que conducían a una puerta en alto, parcialmente embutida en la cubierta, tal y como parecen indicar las trazas reflejadas en fotografías previas a la restauración. La entrada actual es muy posterior.

Actual acceso al archivo de la torre sur. 

El único vano original de esta estancia debía ser, además de la puerta, la estrecha ventana simple abierta al oeste; otros dos huecos hoy existentes deben ser más modernos, producto de algún cambio de uso posterior de este espacio, lo cual explicaría el diferente trazado y aparejo que presentan respecto a los otros vanos del edificio.

En las paredes se pueden observar todavía los antiguos armarios empotrados en los muros, con las huellas de los goznes para las puertas de madera que los cerraban. Servirían para albergar las arcas con los documentos, metales y otros objetos preciosos y hoy en día se utilizan como depósito para el archivo municipal.

Pensemos que lo que se guardaba en Medina de Pomar, al ser la cabeza de Castilla Vieja y su alcaide ser el recaudador, era relevante protegerlo. Por dos recibos conservados (de 1432 y de 1462) se sabe que se custodiaban escrituras de propiedades y documentos de compra.

Por encima del archivo, la torre sur aún daba lugar a un último nivel a la altura del almenaje que constituiría la mejor atalaya sobre el territorio, además de servir de pantalla contra la humedad que pudiese llegar al archivo a través de la cubierta.

Degüello de Pedro I de Castilla.

Lo que se ha salvado de la dejadez, el abandono y la ignorancia resulta de gran interés al indicarnos que se conocía formalmente el tipo de ornamentación de los palacios anteriores, su contenido y sus significados asociados: la escritura; las inscripciones en latín, castellano y árabe que remitían a las estrategias de reafirmación del poder monárquico de Pedro I; y el contenido de los textos donde las inscripciones latinas o en castellano eran excepcionales en la arquitectura civil del siglo XIV.

En Medina de Pomar no sólo se integró decoración epigráfica en árabe e inscripciones religiosas. Por una parte, seguimos encontrando –llevaban entonces más de cien años haciéndolo- expresiones religiosas en árabe, más o menos ambiguas y apropiadas para los dos credos, como sucedía en Sevilla. Pero… en Las Torres no hay inscripciones coránicas complejas, ni alusivas a la protección, a la bendición o al buen gobierno (o no nos han llegado). Todas las inscripciones se asocian con el poder y la victoria: El Imperio, el lema nazarí no hay más vencedor que Dios; y el Imperio de Dios.


Las inscripciones propiamente religiosas en este edificio se exhiben en latín, lengua oficial de la religión católica, y son claramente afirmaciones de la fe cristiana: el credo, las primeras partes del padrenuestro y el miserere, pidiendo el favor de la Virgen calificada como Mater Dei. Por último aparecen fragmentos en castellano, pero su deficiente conservación impide saber qué tipo de mensaje transmitían.

En cuanto a la decoración heráldica destaca que la repetición alterna de los escudos de los Velasco y de los Sarmiento permite exaltar el linaje de los fundadores y a marcar los lugares de representación del palacio. En esta serie de escudos en las yeserías de Medina de Pomar destaca la aparición del escudo del reino de Castilla. ¿Patriotismo? No. más bien amiguismo. Este tercer escudo explicaba a todos la amistad que unía a Pedro Fdez. de Velasco y al primer Trastámara, Enrique II, y la concesión de la villa, de nuevos cargos cortesanos y de una nueva posición social.

Actual techo de la sala central

Vemos que nada es inocente, ni un solo recurso artístico. La nobleza emuló el programa constructivo de Pedro I buscando devaluar las reformas políticas de este (centralidad y preeminencia). En Medina de Pomar encontramos la aparición de una auténtica qubba como sala de representación, estructura preferente en los palacios de Pedro I y que ahora sería utilizada por un linaje nobiliario en pleno ascenso, necesitado de nuevos espacios de poder. Los edificios, los yesos y, también, los mensajes contenidos actuaban en contra del rey destronado y a favor de Enrique II. Este era presentado como auténtico rey cristiano, defensor de Dios y de la iglesia frente a Pedro I que figuraba como un “enemigo de Dios e de la su sancta Madre Eglesia, un rey tirano y anticristiano que defendía a los judíos y colaboraba con los moros que con él vinieron para estorvar los nuestros regnos e toda la Christiandat”. Se acusó a Pedro de haber atacado a la nobleza y a la iglesia y de haber estado acrecentando “e enrrequegiendo los moros e los indios e enseñoreándolos e abaxando la Fe católica de nuestro señor Ihesu Christo”.

Pero I era un hereje, o eso quería dejar claro la propaganda, pero, además, era amigo de los judíos. ¿Y de los moros? Pues, va a ser que sí pero por razones coyunturales: la recuperación de varias plazas por los nazaríes. Esto permitió que la cultura nazarí fuese interpretada positivamente y la integración de la estética del poder andalusí por los reyes castellanos del siglo XIV. El propio Enrique retomó la estructura de la qubba y otros elementos propios del arte nazarí. Y en este ambiente político cultural se construye el alcázar de Medina de Pomar y se colocan sus yesos en árabe.

Sala en la base de la torre.

Los textos de estas yeserías estaban más o menos estandarizadas y se situaban en una frontera ambigua entre lo legible y lo ilegible, con varios niveles de definición aunque normalmente sus contenidos se adaptaban a las coordenadas culturales y religiosas del momento. En este caso, frases alusivas al poder y que ya habían sido incorporadas por Pedro I en su palacio y ahora aparecían en el palacio de sus vencedores.

Así el perdido interior de Las Torres mostraba el gran animal político que era Pedro (I) Fernández de Velasco.

Hemos recorrido de fuera a adentro una construcción con una función tripartita: fortificación, Palacio señorial y archivo y tesoro familiar. A las tres funciones principales añadimos otras evidentes como las de almacén, cárcel o cuadras. En la planta baja del edificio se disponían de dos amplias salas en los cuerpos de arranque de las torres, que se convertían en espacios diáfanos al estar ambas demediadas por un gran arco diafragma que servía de apoyo a la correspondiente alfarjía de la planta noble.

Mucho se ha perdido.

Les dejo con la descripción del catastro del Marques de la Ensenada:

“Lo primero, dos torres alcázares de considerable elevación, con su casa torre en medio de ellas, más baja, enlazadas unas con otras sitas en esta dicha Villa y barrio de la Puerta que se dice de la Villa con su foso y contrafoso circunvalado de pared con dos puertas fuertes que miran al Poniente y Ocaso de treinta y cuatro pies de ancho y treinta y siete de siete de fondo, las dos primeras cada una y la de en medio veintisiete de fondo y setenta y dos de ancho que surcan al cierzo con la puerta; Solano el Barrio de la Puerta de la Villa; Ábrego, casas del Campo de la villa; y Regañón el del Rollo: tienen unas y otras cuartos altos y bajos, aunque su habitación interior se halla sumamente arruinada, con un pozo de bastante caudal de agua y caballeriza; las cuales dichas torres se hallan al cuidado de D. Marcos Bonifaz, su Alcaide con sus dos cañones pedreros, al parecer de bronce el uno y el otro de fierro colado, nadie las habita porque además de no producir renta alguna tiene la gran Casa de S. E. el cuidado gravoso de contribuir a los reparos para su permanencia”.



Bibliografía:


“El alcázar de Medina de Pomar y la Casa del Cordón. La creación de un palacio especializado nobiliario”. Elena Paulino Montero
“El patrocinio arquitectónico de los Velasco (1313-1512): construcción y un contexto de un linaje en la Corona de Castilla”. Tesis doctoral de Elena Paulino Montero.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
Castillos del Olvido.
Duero Mudejar.
Fototeca digital de España.
“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” por Julián García Sainz de Baranda.
“Burgos, torres y castillos” de Fray Valentín de la Cruz.
“Medina de Pomar, cuna de Castilla” de la Asociación de Amigos de Medina de Pomar.
“El Alcázar de los Velasco, en Medina de Pomar (Burgos). Un espacio áulico andalusí en el Norte de la vieja Castilla”. Miguel Sobrino González.



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