Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 13 de enero de 2019

Desnudando, por fuera, el Alcázar de Medina de Pomar.



Cuando nos paramos frente al Alcázar de los Velasco de Medina de Pomar nos atacan ensoñaciones de luchas con moros y de aguerridos caballeros castellanos de la época del condado que, armados con lanza y escudo de lágrima, defiende a sus familias.




Pues va a ser que no, diga lo que diga Fray Valentín de la Cruz en “Burgos, torres y castillos”. Este soñaba con invasores árabes que ocupaban encastillados la loma.

Pero, permítanme la digresión, dejaremos que sea Julián García Sainz de Baranda quien nos presente el edificio:

“Al extremo de la calle de Santa Cruz y en la plazuela a la que dan su nombre, Las Torres, se levanta la fastuosa y señorial morada que los Duques de Frías construyeron en Medina de Pomar. Sus robustas, cuadradas y almenadas torres, construidas en la parte más elevada de la Ciudad, aun se manifiestan íntegras exteriormente, pareciendo con su imponente aspecto, estar constituidas en guardianes y defensores de ella.

Varias de sus defensas anteriores, han desaparecido para la ampliación de la plazuela y yo mismo vi derruir algunas de ellas, en los años de mi infancia. Una fuerte muralla con almenas y provista de salientes cubos, bastiones y saeteras, defendía el palacio en todo su perímetro, al cual daban entrada dos puertas de arcos desiguales, con sus castilletes y señales de haber tenido puente levadizo, de lo cual se saca por consecuencia, que algún ancho foso impediría el acceso a las defensas”


Respecto al desaparecido foso Isidro Gil escribía, con la entrada del siglo XX: “Un puentecillo tendido sobre el foso ancho y profundo daba acceso a una muralla que cercaba toda la casa. Sobre su antemural del primer recinto y en su cuerpo saliente del centro se abre una puerta sencilla de arco semicircular. Traspuesta su entrada se llega al que fue edificio principal”.

El alcázar de Medina de Pomar fue construido por Pedro (I) Fernández de Velasco y su mujer, María Sarmiento en una fecha aproximada entre 1369, año en el que los Velasco recibieron la villa, y 1380, fecha de constitución del mayorazgo en el que aparece mencionado por primera vez. Las armas de los Velasco y los Sarmiento –matrimonio constructor-, labradas tanto en el interior como en las ventanas de la torre sur lo corroboran. Este alcázar fue levantado tras la victoria de Enrique II de Trastámara. Pedro (I) Fernández de Velasco había sido nombrado camarero mayor del rey, cargo que se convirtió en hereditario, recibiendo además nuevas rentas y tierras que aseguraban la preponderancia social del linaje. En este contexto Pedro y su mujer construyeron en Medina de Pomar un nuevo espacio de representación familiar. Como ven los moros ya estaban muy al sur.

Armas de la familia Sarmiento

Este alcázar plasmaba el poder familiar y era una herramienta para ejercerlo: había sala de justicia, cárcel y espacio para el archivo y para el tesoro. De sus primeros cien años de existencia se han conservado bastantes referencias a su papel como archivo, algunas a su uso como cárcel y noticias indirectas sobre los periodos de residencia de los cabezas de linaje.

Armas de la familia Velasco

Asociada a la construcción del alcázar se levantó una nueva muralla para la villa que resaltaba el dominio de esta casa señorial sobre el interior y el exterior. Resulta especialmente interesante un memorial de quejas elevado ante Juan II hacia 1419, con el objetivo de evitar que Pedro (II) Fernández de Velasco, el Buen Conde de Haro, fuera nombrado merino mayor de Castilla Vieja a la muerte de su padre, Juan, argumentando que:

“El dicho Juan de Velasco con poderío del dicho ofigio fazía llamar e enplazar para la su villa de Medina que es agora del dicho Pedro a giertos congejos de behetrías e a ornes syngulares dellos [...] e deque ally eran fazianlos poner en el alcagar e de ally nunca salían fasta que le vendía los solares e les inponía giertas infurgiones [...] e a los que tales obligagiones non querían fazer fazíales echar en presiones en el dicho alcágar e fazíales dar muchos tormentos fasta que venían a otorgar quanto les mandaba”.

El último Velasco que residió de forma más o menos prolongada en Medina de Pomar fue el Buen Conde de Haro (f 1470). En sus últimos diez años de vida se retiró al hospital que él había fundado, pero debió alternarlo con el uso del alcázar cuando debía. Con la construcción de un nuevo palacio en Burgos (c. 1476), la Casa del Cordón, el alcázar de Medina de Pomar quedó relegado.


A mediados del XVI todavía estaba en uso, como demuestra el inventario de los objetos allí guardados realizado en 1540 y que incluía varias piezas de vajilla dorada (alguna con las armas de los Velasco), elementos de oratorio y textiles bordados con hilos metálicos. También continuaba siendo reserva del archivo familiar. Estos son los años en los que Pedro (IV) Fernández de Velasco (f 1559), hijo de Iñigo Fernández de Velasco, se estaba encargando de terminar los sepulcros de sus padres y la capilla de la Concepción en Medina de Pomar, lugar de enterramiento de sus tíos y suegros. Con la finalización de los viejos proyectos familiares en la zona, también finalizó la presencia de los Velasco en el alcázar que fue degradándose progresivamente.

Las Torres hacia 1975. Se notan las marcas de edificios adosados

Los inventarios de la primera mitad del siglo XVII muestran el deterioro del edificio. En 1607 aún vivía gente dentro, además del alcaide, pero en el inventario ya no se mencionan escrituras ni archivo ni piezas de vajilla o textiles. Las únicas pertenencias de los Velasco que se encuentran son armas, la mayor parte muy maltratadas y quebradas, viejas o con falta de algunas piezas. En las referencias escritas sucesivas (en 1632 y 1659) se mencionan las mismas armas, cada vez más estropeadas, y piezas de mobiliario. En 1722 se documentan varias reparaciones, entre otras en los tejados, pero a mediados del siglo XVIII se encontraba muy deteriorado y la familia había, prácticamente, desentendido las torres. Lo vemos en el catastro del Marqués de la Ensenada que dice que su “habitación interior se halla sumamente arruinada [...] nadie las habita”.

Claro que le vino bien la primera guerra carlista porque formó parte del dispositivo de defensa y se rehicieron los pisos interiores: tres en el edificio central y cuatro en las torres. Pero esto deterioró las yeserías de la torre sur, que fueron perforadas al encastrar vigas. Vale, también se retejó el edificio.

Plano del Alcázar del periodo isabelino (1836)

En 1856 un informe sobre las posesiones de los Duques de Frías dice: “El antiguo Alcázar titulado de las Torres de Medina que se hallan en la actualidad sin techos tejado algunos agujeros en la pared principalmente donde había ventanas [...] la sillería con puertas solo a la entrada de la cava (dependencia donde se cuidaba del agua y del vino que bebían las personas reales) por la parte de oriente que es la que corresponde a la villa y circunvalado de casas construidas sobre su muro''.

Dibujo de Miguel Sobrino estimando cómo eran Las Torres

Las casas a las que se refiere son granjas, pajares y corrales y sus huellas pueden percibirse en los muros, especialmente en la torre norte. En este estado lo visitó Amador de los Ríos (1888), quien publicó un dibujo de su exterior y de las yeserías interiores, que fueron analizadas con detenimiento por primera vez. En ese momento aún se conservaban en gran parte, especialmente en el salón central del primer piso, donde hoy han casi desaparecido. Incluso debió sufrir algún incendio. En 1896 el Duque de Frías donó –se deshizo de- este edificio al ayuntamiento de Medina de Pomar, que lo dedicó a diversos fines (entre ellos alhóndiga y almacenes) durante las primeras décadas del siglo XX para lo cual se modificaron algunos de los antiguos vanos y se abrieron otros nuevos con un criterio puramente utilitario. Después, quedó a merced de la destrucción gratuita –fue abastecedor de materiales para el Casco antiguo de Medina- y cotidiana y del expolio de sus elementos más transportables Aún se recuerda en el pueblo cómo los muchachos jugaban a hacer puntería contra los frisos de yeserías, cuyos trozos caídos eran, en el mejor de los casos, recogidos por algún particular. Julián García Sainz de Baranda siempre se quejó del abandono y de la necesidad de preservarlo.


El tres de junio de 1931 fue declarado monumento artístico pero esta declaración no tuvo efectos inmediatos sobre su estado de conservación. En 1973 la villa de Medina de Pomar fue declarada conjunto histórico artístico de carácter nacional y a lo largo del siguiente año se desarrolló una iniciativa para proteger y restaurar el patrimonio local. Para ello, en 1975 un delegado de la Dirección General de Patrimonio visitó el edificio y elaboró una memoria urgente sobre su estado, en la que se prestó atención fundamentalmente a las yeserías y aspectos decorativos y muy poco a las estructuras arquitectónicas. En esta memoria se recomendaba una intervención urgente para cubrir e impermeabilizar la estancia. Ese mismo año se adjudicaron 246.000 pesetas para las obras y el Ministerio de Educación y Ciencia autorizó la ejecución de las mismas sin necesidad de convocar un concurso previo, aunque nunca llegaron a realizarse.

Planta y alzados previos a la restauración

La restauración definitiva se produce entre 1981 y 1983 por un equipo de arquitectos formado por Ignacio Vicens Hualde, Carlos Rubio y Enrique Álvarez Sala. Se pretendió ser respetuoso con lo existente y evitar anacronismos (en el caso de los vanos no se cumplió). La conclusión fue convertirlo en un inmenso contenedor. Esta noción de edificio-caja tuvo como consecuencia principal la falta de interés por recuperar los espacios originales, la falta de estudio de los sistemas de circulación y la destrucción de las trazas de solados y viguerías originales. El estudio histórico-artístico realizado para esta restauración se limitó a repetir las descripciones publicadas por Amador de los Ríos y García Sainz de Baranda, centrándose en las yeserías de la torre sur como único elemento artístico apreciable.

Se consideró que era imposible reconocer el trazado original. ¡Mentira!: las fotografías de Photoclub como las aportadas en la memoria, los textos de visitantes y los dibujos previos realizados por el arquitecto hubieran hecho posible reconstituir, al menos, sus elementos básicos como demostró Miguel Sobrino. Además no hubo excavaciones arqueológicas previas.


Se construyó una estructura de hormigón en la zona sur del edificio central como elemento de comunicación vertical, con la escalera, el ascensor y aseos y que se destacaba en el proyecto como un “elemento autónomo que jamás entra en contacto con los muros existentes”. En la parte norte se realizó una estructura en madera (que sí carga contra los muros) para permitir el acceso al primer piso de la torre norte. Esta estructura se comunica mediante pasarelas laterales con la zona de la escalera, y se abre en balcón al vacío espacio central, que no se dividió en pisos al considerarse que era imposible restituirlos a la altura de los originales a partir de los restos en los muros. Sin embargo aún hoy son visibles los restos de las viguerías.

Detalle de las nuevas cubiertas de las torres.

Las torres se cubrieron con forjados en cemento alejados de lo que eran las cubiertas originarias, igual que en el espacio central. Se configuraba un espacio expositivo y de oficinas en la torre norte y un salón de conferencias y un espacio para el archivo municipal en la torre sur. El centro resultó un espacio de comunicación entre torres mediante estrechas pasarelas con una pequeña zona destinada a albergar una "recreación" del paso de Carlos I de Castilla por Medina de pomar.

Detalle de la cantería de la torre sur

Al parecer la restauración pecó de un exceso de imaginación con cierta destrucción selectiva que fue encubierto por un comentado respeto a la fábrica original que complica la interpretación del edificio. Resulta una ironía que en su interior se ubique el museo de Las Merindades inaugurado en 2001.

Como descubre todo aquel que se acerca al edificio este tiene un aspecto fortificado alejado de la estampa de un palacio señorial. Irradia fuerza militar y poder. Inicialmente parte de sus muros interrumpían la muralla de la villa. El Catastro del Marqués de la Ensenada nos recuerda algunas de las características comentadas: su foso y contrafoso, circunvalado de pared, con dos puertas fuertes que miran al Saliente y Ocaso y un pozo con bastante caudal de agua”. Elementos que aparecen también reflejados en los inventarios de armas y escrituras desde el siglo XVII y representados en la planta del alcázar dibujada por el ejército isabelino en 1836.

Vanos hacia el interior de Medina. Chimenea y escalera.

Antes de seguir hablando del exterior es conveniente desmontar la acusación de la de aleatoria disposición de los vanos, cuando realmente se correspondía con una distribución funcional interna precisa. Y corregir la presunción de que la fachada principal era la orientada al este que, aunque actualmente alberga el acceso al edificio, en origen era la fachada trasera, lo que evidencia su descuidada composición en comparación con la de occidente, la cual debió de ser una de las más impactantes de la arquitectura civil de la época y más visible desde la distancia. Este frente occidental, que en origen presentaba una traza muy cuidada y prácticamente simétrica, con un cadalso volado a media altura y una distribución rítmica de vanos, ha sufrido el expolio del adovelado de la puerta, ha padecido modernamente la inclusión de un doble vano –para cubrir un boquete- que nada tiene que ver con lo antiguo, y se encuentra desmochada y parcialmente rehecha, a consecuencia de la última intervención mediante unas incongruentes almenas escalonadas.

Fachada "noble" y restauración de la barbacana.

Una última apreciación es la desaparición de las cubiertas que serían inclinadas de teja, a dos aguas en el cuerpo central y a cuatro en las torres. ¿Raro? Bueno, puede decirse que en las fortalezas las azoteas, de existir, lo hacen sobre fábricas abovedadas, mientras que las estructuras de madera precisan una cubierta que desaloje adecuadamente el agua de lluvia; esta evidencia, debida a la lógica constructiva, se ve aquí subrayada si pensamos en el tiempo que hace en Las Merindades. Si esto no fuera suficiente hay alusiones documentales a la reparación de los tejados.

Cadalso del castillo de Argüeso.

Volviendo al tema… ¿Necesitaban mostrar su poder los Velasco tanto como para hacer un palacio castrense? No lo sé pero la exhibición de poder era habitual en la arquitectura señorial bajomedieval. El estereotipo de fortaleza bella gracias a la elevación de sus murallas y la altura de sus torres ya se encontraba en las canciones de gesta y aparece recurrentemente en la literatura y en las miniaturas de los siglos XIII y XIV. Otrosí, si tenías una torre eras un noble. Como eso de que si tienes un Ferrari eres rico.

Pero el Ferrari de los Velasco era especial. Aclaremos que, en Castilla, lo habitual era que el edificio alargado flanqueado por torres tuviese cuatro torres con patio o, al menos, forma de “L”. Aquí tenemos un alcázar de una única ala de grandes dimensiones y sin patio interior, forma de “I”. En primer lugar habría que señalar que la cara occidental de las torres, las esquinas, y ciertos elementos de prestigio de ambas fachadas (los grandes vanos de la planta alta, la caja de la escalera) se realizaron en una cuidada sillería y, además, hay una enorme preocupación por la simetría, con las torres perfectamente alineadas y una ordenada disposición de los vanos y la barbacana. La altura de las torres son veintisiete metros la torre sur y veinticinco metros la norte. El tiro de la chimenea y la caja de la escalera de caracol que destacan sobre la fachada oriental refuerzan la sensación de altura.

Vista de la azotea del cuerpo central. 
Nada que ver con su seguro tejado a dos 
aguas

El alcázar disponía dos puertas situadas en los lados occidental y oriental del palacio. Hacia el este con la villa, y hacia el oeste extramuros y que fue cegada en un momento desconocido, pero sabemos que ya a mediados del siglo XIX estaba tapiada y toda la fachada estaba cubierta de edificios adosados. Este tipo de salidas hacia el exterior no eran extrañas en la arquitectura palatina de la época.

Actual puerta de acceso desde la plaza.

De la fachada occidental se ha destacado su cuidado aparejo y la regularidad en la disposición de los vanos, teniendo en cuenta que la ventana bífora de la planta baja es producto de la restauración. Para Miguel Sobrino es la fachada principal. Ergo las banderas están colocadas en la parte trasera, ¡bien! Este frente era el más visible desde lejos puesto que daba hacia un desnivel del terreno y no tenía construcciones cercanas que lo obstaculizaran. En su planta alta se colocó un cadalso de madera, del que quedan los mechinales, al que se accedía mediante dos grandes vanos. Así, ayer como hoy, el alcázar es visible y se abre al territorio que lo rodea permitiendo a su vez observarlo desde el interior de la villa. Nadie podía evitar saber que los Velasco mandaban allí.


La fachada oriental daba hacia el interior de la villa. No sería una entrada secundaria, de servicio, sino que sería la entrada utilizada cotidianamente. En esta fachada se proyectaba el gran tiro de la chimenea y la torre poligonal con la escalera de caracol que comunicaba las dos plantas del edificio central. En la planta superior, entre los volúmenes de la torre, la escalera y la chimenea, se conserva un gran vano apuntado, rasgado hasta el nivel del suelo de la primera planta. Los agujeros en sus dovelas evidencian que en algún momento tuvo una reja. Este vano proporcionaba vistas hacia la villa de Medina de Pomar y hacia la plazuela que se abría frente a la barbacana del palacio. A mediados del siglo XV, en tiempos del primer conde de Haro, se despejó toda la plaza dentro de un proyecto de trasladar las viviendas de los musulmanes a las afueras. Sin embargo no sólo sus casas fueron derribadas, sino que se eliminaron todas las que había en ese lugar como se dice en el primer codicilo del Buen Conde de Haro, firmado en Cebolleros el 13 de diciembre de 1466. En él “se manda trasladar todas las viviendas de moros a Bustillo y derribar toda la hasera de casas en que ellos biven con todas las otras casas que están junto con ellas en la dicha hasera, desde la plazuela delante del alcazar fasta la puerta de Caraga e como desciende dende a la plaza”. Este proyecto de ampliar el espacio frente al alcázar puede ponerse en relación con este ventanal en alto, que serviría para hacerse visible y, a la vez, ver los posibles festejos que se organizaran frente al palacio.


En la fachada este destaca la torre poligonal que albergaba la escalera de caracol. Este tipo de escalera, en una torre que se proyectaba fuera de obra, era muy poco habitual en Castilla y seguía un modelo de prestigio: el de la “grande vis” del palacio del Louvre de 1364. Desgraciadamente la destrucción de la parte superior de esta escalera (hoy completamente rehecha) no nos permite saber si tenía una bóveda decorada como la desaparecida del Louvre.

Esta torre se utilizaba en los palacios franceses para articular los espacios públicos y privados, en función de un cambio en los recorridos ceremoniales, ya que marcaba el comienzo de los apartamentos reales y daba acceso a la sala de recepciones semipública dentro de este espacio. En Medina de Pomar, sin embargo, la escalera no se correspondía con esta compleja organización de salas públicas, semipúblicas y privadas bien diferenciadas. Su aparición estaba relacionada con la utilización de elementos que hacían referencia a la gran arquitectura de poder contemporánea, de la que el Louvre de Carlos V era sin duda uno de los ejemplos más destacados.

Puerta nueva de la fachada occidental

Pedro Fernández de Velasco conocía estos modelos de primera mano pues, además de la posible visita Francia acompañando al futuro Enrique II antes de que este accediese a la corona, ejerció de embajador en dos ocasiones. En 1374, en el marco del fallido asalto a Bayona, Enrique II envió al Velasco a Toulouse a la residencia de Luis de Anjou. Al año siguiente acudió a París junto al obispo de Salamanca, para encontrarse con Carlos V y los duques de Anjou y Borgoña en relación a las treguas que estos habían firmado con Inglaterra.

Quizá el gran cubo de la chimenea pueda ser interpretado en este mismo sentido, como una exhibición hacia el exterior de un elemento de confort y de prestigio. Esta proyección tan prominente sobre la fachada no era necesaria para alojar el tiro que, de hecho, se encastraba en el grosor del muro sin ocupar el espacio del saliente. La aparición de torrecillas poligonales que se proyectaban en los exteriores del edificio formaba parte de la imagen de los palacios de los príncipes franceses, tal y como aparece representado en las miniaturas de la época y seguramente en este sentido fue utilizado en Medina de Pomar.


El Alcázar era como un skyline medinense con su torres gemelas desde las cuales se irradiaba el poder del nuevo señor propietario de la villa. El éxito de los Velasco al construir un edificio icónico asociado al prestigio y al poder de la familia puede determinarse al observar las copias, a menor escala, que parece se realizaron en las casas fuertes de la región, normalmente de familias de la nobleza local unidas por vínculos clientelares a los Velasco. ¿Podrían ser copias fruto de una casualidad producto de las modas? ¿Eran una forma de mostrar sumisión y lealtad? Quizá la leyenda de que el alcázar de Medina se construyó con las piedras de las casas fuertes de los Salazar, derribadas por Pedro (I) de Velasco, tenga que ver con la necesidad de materiales de los Velasco y sus familias clientelares.

Salazar

Habría que mencionar las casas de Villacomparada de Rueda, de los Sarabia de Rueda, del siglo XVI, y de la misma época la casa fuerte de los Salazar, en Salazar, ambas en las Merindades de Burgos. Podríamos decir que su importancia debe valorarse también en el marco de la evolución de la arquitectura cortesana castellana de finales del siglo XIV.


Durante las décadas centrales del siglo XIV, Alfonso XI y Pedro I habían desarrollado un tipo de arquitectura real acorde con su ideal político centralista, dentro del contexto del nacimiento del Estado Moderno. En la definición del modelo real fue fundamental la integración de formas procedentes de al-Andalus, tanto las novedades nazaríes como los elementos más antiguos, procedentes de los monumentos andalusíes en territorios conquistados desde el siglo anterior. Esta arquitectura real pronto tuvo su reflejo en las construcciones de la élite castellana, tanto la cristiana como la judía, cuya importancia en el proceso de creación y consolidación de un lenguaje arquitectónico cortesano ha comenzado a valorarse recientemente con ejemplos tan significativos como la sinagoga del Tránsito.


La nobleza, frente a la corona, se mostró mucho más activa en el campo de la arquitectura civil durante estas décadas. Mostraron en sus construcciones una gran creatividad y libertad para experimentar artísticamente. Fue un factor crucial en el proceso de asimilación de determinados elementos provenientes de al-Andalus que se convirtieron en el elemento diferenciador de la calidad de los palacios. En este sentido habría que citar nuestro palacio de los Velasco en Medina de Pomar con elementos como las yeserías decorativas y las techumbres de madera para realzar los espacios significativos del palacio. Y lo contaremos.



Bibliografía:

“El alcázar de Medina de Pomar y la Casa del Cordón. La creación de un palacio especializado nobiliario”. Elena Paulino Montero
“El patrocinio arquitectónico de los Velasco (1313-1512): construcción y un contexto de un linaje en la Corona de Castilla”. Tesis doctoral de Elena Paulino Montero.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
Castillos del Olvido.
Duero Mudejar.
“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” por Julián García Sainz de Baranda.
“Burgos, torres y castillos” de Fray Valentín de la Cruz.
“Medina de Pomar, cuna de Castilla” de la Asociación de Amigos de Medina de Pomar.
“El Alcázar de los Velasco, en Medina de Pomar (Burgos). Un espacio áulico andalusí en el Norte de la vieja Castilla”. Miguel Sobrino González





4 comentarios:

  1. Hola, puede ser que no haya leído la altura del edificio?
    Un saludo

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    1. Hola, aquí se las dejo.

      Mide 52 m de largo las torres tienen 15,70 de fondo por 15 de ancho, el cuerpo central 22 de largo por 11 de ancho. Los muros en las torres alcanzan un espesor de 2,50 de espesor.

      Un saludo.

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  2. Interesantísima entrada. ¿Podría decirme qué altura alcanzan las torres y el cuerpo central del alcazar?
    Un saludo y muchas gracias.

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    1. Hola, ante todo gracias por seguir esta bitácora.

      No he logrado encontrar una publicación que contuviese ese dato. No dudo que esté en algún lugar. Por ello, he recurrido al escalímetro para calcular la altura de las torres y el cuerpo central. Calculo que el centro del alcázar mide unos 20 metros de altura; la torre de la izquierda -desde la entrada actual- mediría 28 metros; y la otra unos 25 metros.

      Un saludo.

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