Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 8 de octubre de 2023

Abades de Vivanco de Mena.

 
 
Volvemos sobre el tema de las abadías seglares que sobrevivieron en Las Merindades. En nuestro territorio teníamos las de Rueda, Vivanco, Siones, Tabliega, Rosales y Ribamartín. Se suele asegurar que el origen de estas se sitúa en expropiaciones monásticas efectuadas por diversos reyes para premiar los servicios de algunos de sus nobles. Por ello tenemos abades laicos, masculinos y femeninos, solteros y casados. El III Concilio de Letrán, en 1179, por aprobación del Papa Inocencio II prohibió que los diezmos los percibieran seglares. Las comunidades y la Iglesia siempre destacaron los abusos de esto abades laicos hasta que las cortes de Guadalajara de 1390, ordenaron que los ricos hombres, hijosdalgos o infanzones legos, no pudieren tener encomienda en los abadengos y que aquellos que las tuvieren las dejasen, sin poder acogerse a fuero, uso, costumbre, privilegio, carta ni merced ninguna. Así acabaron la mayoría de la abadías seglares de Castilla porque resultaron indultadas las vizcaínas por su fueros y, en Las Merindades, las seis citadas que por su proximidad al Señorío estuvieron a veces dentro de su jurisdicción y, acaso, en ello se ampararon para sobrevivir hasta la abolición de los Señoríos y las leyes de desvinculación y desamortización de la primera mitad del siglo XIX.

 
Como cualquier otra abadía del antiguo régimen cobraba sus diezmos y primicias, nombraban y pagaban al capellán de la iglesia, poseían el título de “guarda del rediezmo” o pago por cada cabalgadura que pasara por el Valle de Mena, con la obligación de la limpieza y retirada de la nieve en invierno y nombraban a uno de los cuatro Diputados del Valle de Mena. Disfrutaban de la administración del cercano santuario de Nuestra Señora de Cantonad, así como de las rentas de las iglesias de Arceo e Irús. El Monasterio hubo de tener sustanciosos beneficios en tributos, incluida la llamada “contribución de huelgas”, por tránsitos del ganado en los puertos del Cabrio y La Magdalena.
 
Los abades de los que hablaremos poseyeron dos torres en Vivanco. Una ya la hemos tratado en esta bitácora. respecto a la otra, en 1653 quedaban algunos restos de la primitiva: “esta casa no es la antigua sino las paredes que están pegadas a la iglesia a la parte de levante la qual de puro antigua y por el poco cuidado de sus dueños se caió a lo que an oído decir a sus padres y abuelos y más ancianos desde que tienen uso de razón (…) de aquí pasamos a la iglesia y reconocimos las paredes y cimientos que citan los testigos antecedentes y parece haver quedado solamente algunos çimientos y una media pared donde se conoce haver havido casa y así mismo que dicho edifiçio y Yglesia era todo una obra respecto de tener la Yglesia una puerta baxa en forma de arco de piedra labrada que confina con los çimientos dichos…”.

 
La abadía seglar fue reedificada en 1771 sobre el anterior templo románico. Según la Visita del Arcedianato de Briviesca, de 1706, la abadía tenía “un rico templo bien aderezado” con “noble claustro fuerte”. Claro que, Luciano Huidobro Serna nos dice que “amenazaba ruina, según consta en documento del archivo del adjunto palacio de los abades”. En cuanto estamos junto a la iglesia de San Juan Bautista distinguimos en su fachada tres escudos dispuestos en faja. De mayor tamaño, y enmarcado con un reborde de piedra y una decoración repetitiva de hojas, el central. Sobre este escudo central, bastante pequeño tras retirar la hojarasca que lo adorna, tenemos una cartela que dice "ERA DE CCXXIIIIII". También distinguiremos un carro, o cañón, árboles y un diseño esculpido que podría aparentar un ataúd. En el campo azul de esta piedra armera figura un castillo de oro con un guerrero de plata armado con una espada en su mano diestra y una rodela en la siniestra, situado entre sus dos torres. La bordura sería de plata. Lo que no aparece en estas Armas de Vivanco es el lema: “Son las armas del vencido”. Aunque, quizá mejor, porque en otros polvorientos textos aparece como lema de esta familia “Las obras con las ofertas, sin ningunas encubiertas”.

 
Bajo este escudo hay una cartela sogueada en la que consta el nombre del abad que reedificó esta abadía: "DN PEDRO ANTONIO VIVANCO/ ANGVLO Y ORTIZ, ABAD DE VIVANCO/ Y ARCEO, ES DVEÑO VNICO DE ESTA/ YGLESIA PARROQUIAL Y DE LA CASA DE ENFREN/ TE, CVIAS ARMAS DE SVS APELLIDOS SON/ LAS QUE SE DEMVESTRAN AQVT”.
 
El escudo de la izquierda está protegido por un guardapolvo y lleva acolada una cruz de Calatrava. El campo del escudo es cuartelado con las armas de Vivanco en su primer cuartel; un grifo rampante empuñando una espada en el superior derecha; una estrella de seis rayos, las Armas de Ortiz, en el cuartel inferior izquierdo; y cinco haces de brezos, puestos en sotuer, en el último. El grifo y los brezos corresponden al apellido Angulo según Francisco Oñate Gómez.

 
En el escudo de la derecha, igualmente protegido por un guardapolvo, se repiten las anteriores armas, con variaciones en su diseño, al igual que la cruz que lleva acolada. Los guardapolvos que los protegerían fueron aprovechados para tallar los siguientes mensajes: “ERA DE CCXXIIIIII” en el caso del primero, y “SE TRAS-LADARON AQVI/ AÑO DE 1771” sobre el segundo. Este último se repite bajo el encuadre del escudo principal de una forma tosca y, podríamos decir, oculta.
 
Aunque lo más destacado del interior es la tapa de un sepulcro románico del siglo XII de piedra caliza datada en la citada era de MCCXXVI, o sea en 1188. Sobrevivió a los desmanes producidos en las iglesias del Valle de Mena durante la guerra de 1936-1939. Tienen esta lauda en el centro de la nave sobre dos basas románicas. Es una pieza de planta trapezoidal y remate a dos aguas, con unas dimensiones de 225 x 46 x 65 cm, ornamentada en sus cuatro lados y en las dos vertientes. La parte superior está completamente decorada con motivos vegetales y queda dividida mediante un sogueado en dos partes que se subdividen en tres. Es en ella donde figura la fecha indicada. En su cabecera destaca un cristo Pantocrator en su majestad que nos bendice. En el lateral derecho mirando desde los pies figuran lo que entendemos sean los doce apóstoles salvo porque el último es un pájaro. ¿El Espíritu Santo por no poner a Judas? El otro lado largo debió tener decoración vegetal de la que solo quedan tres flores y una hoja. Desconocemos si hubo alguna otra figura porque el abad Pedro Antonio de Vivanco ordenó colocar en ese lado la siguiente inscripción: “D(o)N PEDRO ANTO(nio) D(e) VIVANCO ABAD DE VIVANCO TRASLADO ESTA TUMBA DE SU YG(lesia) ANTIGUA A ESTA QUE ERIGIO. AÑO 1771.

 
Como ya hemos señalado, existen abundantes restos de la primitiva iglesia románica diseminados por el interior y exterior del edificio, e incluso en alguna casa del pueblo próxima. En el pórtico hay un canecillo totalmente perdido y en la parte más oriental del muro sur, hay otros dos, ambos de cabezas humanas. En uno sólo se adivina la testa, con el relieve tan desgastado que ha perdido todos los rasgos del rostro; en el otro, por el contrario, se observa completamente una cara humana, con ojos abultados y labios gruesos. Junto a la torre hay otros dos restos románicos, uno del que no se puede identificar lo representado, y otro de un canecillo con otra cabeza humana, en este caso un hombre barbado con ojos redondos muy marcados y labios gruesos. También en el interior hay un canecillo muy bien conservado que representa a un hombre de similares características fisionómicas a los anteriores, pero en este caso con unas enormes manos que se lleva hasta la barbilla. Todas estas piezas, aunque evidencian una mano diferente al autor del sepulcro, no se muestran muy lejos de él.

 
Cuando se realizó el pórtico se reaprovechó una basa que fue colocada en posición inversa como capitel. También se conserva en el interior un capitel de portada que representa a dos aves, cada una de ellas en un lado de la cesta, que vuelven sus cabezas hacia sus respectivos cuerpos. Hay que señalar la existencia de varios relieves semicirculares: uno empotrado en el lado interior del muro norte; y otros dos en una casa junto a la iglesia. En todos se desarrollan motivos de semicírculos concéntricos a base de sogueados, puntos de taladro y círculos con cruces en su interior. Finalmente reseñaremos un relieve situado en el exterior del muro sur que es un círculo completo con una flor completa. Estas piezas podrían ser pequeños tímpanos de ventana, o no.
 
Antes de la última guerra civil se veían cuatro grandes cuadros pintados al óleo, del siglo XVII, que representaban el combate de David y Goliat en sus tres fases: preparación, ataque y triunfo. Y al rey David danzando delante del Arca de la Alianza. El palacio conservaba algunos cuadros estimables, destacando una tabla sevillana de la Sagrada Familia. Fueron robados, junto con muebles, algunos de arte japonés. También sufrió destrozos el archivo documental de los abades de Vivanco.

 
Los falsos Cronicones divagan sobre el Monasterio de Santa María de Vivanco, afirmando ser fundación del año 963 cuando los foramontanos inician su avance repoblador hacia el sur. Aunque se suele comentar en los diferentes foros que, gracias a un documento del archivo del palacio de los Abades de Vivanco, se afirma que el cenobio fue fundado por Andrequina o Enriquena de Mena, a mediados del siglo XII. Claro que, a renglón seguido, se informa de que se carece de una relación fidedigna de los abades fruto de la pérdida de documentos. El primer abad del que parece tenerse noticias fue Martín Pérez de Vivanco, en el año 1150.
 
Lo cierto es que en el sepulcro románico, allí conservado, figura la fecha de 1188 como la del enterramiento de un noble personaje, posiblemente abad, por tanto en dicho año debía hacer ya algún tiempo que existía el cenobio. La siguiente referencia es de 1244, consiste en un documento por el que Alonso Pérez de Arenillas cede al obispo de Burgos una serie de propiedades, con el fin de que se provea el Monasterio de Vivanco con un altar. Otra noticia procede de 1370, cuando Fernán Sánchez de Velasco donó el Monasterio de Vivanco al hijo de Perejón de Lezana, quien adoptó el apellido Vivanco y lo pasó a sus descendientes. Los cuales continuaron con el señorío de la Abadía seglar de Vivanco, ostentando sus miembros el tradicional cargo de “abad” y “abadesa”, aún sin tener el estado religioso.

 
Lo que sí sabemos ciertamente es que esta familia -Vivanco o Vibanco- era de Espinosa de los Monteros y dispuso de numerosos Monteros de Cámara. Citaremos a Antonio Ruiz de la Escalera Vibanco, Abad de Vibanco, en 1624; o Francisco de Vibanco Ángulo, señor de las casas de este apellido, en 1631. Como vemos, los Vivanco eran algo más que abades.
  
Antes de Antonio Ruiz de la Escalera Vibanco parece que nos remontamos al abad Pedro López de Vivanco que casa con Paula de Velasco. Le sucede su hija María López de Vivanco, Abadesa de Vivanco que casó con Hernán Sánchez de Angulo. Figura que estos “murieron en el lugar de Bivanco en la torre de las Heras, por estos fundado para su morada”. Lo que llevará a pensar que el primer palacio debió ser construido a caballo de los siglos XV al XVI y que, posteriormente, fue sustituido.

 
Su sucesor sería Pedro Fernández de Angulo que le hacen montero de guarda del Rey. Quizá Hijo de Pedro fue Hernando Ortiz de Vivanco, abad de Vivanco, al servicio del emperador Carlos V, Veedor de la Casa Real y Cuatralbo de las Galeras de España. Le sucedió Hernán (o Hernando) Vivanco Angulo, Cerero mayor del emperador Carlos V.
 
Y, aquí, nos surge el problema con Antonio Ruiz de la Escalera Vivanco porque, en la relación colgada en la red, no aparece y debería figurar en esos años de 1624. Aunque puede ser esta la fecha en que se incorporó a los Monteros de Espinosa y no el momento en que se convirtió en Abad de Vivanco. Sin hablar de los años de reinado de Felipe II (1556-1598) y Felipe III (1598-1621) en los que tendríamos un vacío. Llegará un tiempo en que podamos disponer de manera sencilla de una lista definitiva.
 
Nos situaríamos, así, en José de Vivanco y Angulo. Hijodalgo en Mena en 1664 que testó en Vivanco el 30 marzo de 1666. Casado con Isabel Loriga. Su hijo sería Cristóbal Vivanco Angulo Loriga que nació en Espinosa de los Monteros y fue bautizado el 31 agosto de 1621. Fue Caballero de Calatrava, diputado y Regidor del valle de Mena en 1663. Estuvo casado con María Sainz del Prado.

Fotografía cortesía de "Laberinto románico"
 
El siguiente que figura en la lista de abades de Vivanco y Arceo es José de Vivanco Angulo Sainz que matrimonió con Teresa Jacinta de Luyando que sería abad de Vivanco en el salto entre los siglos XVII y XVIII. Le sucederá Lorenzo de Vivanco Angulo Luyando Sainz del Prado y Montillano. Quien es mejor conocido. Nació en Vivanco en 1676 y falleció en Madrid con 63 años. Fue Diputado y regidor de Mena; caballero de Calatrava desde 1707; secretario de Cámara de Su Majestad y secretario de Justicia de la cámara de Castilla desde febrero de 1705 hasta la desaparición de esta cámara. Lo compaginó con la Oficialía Mayor de la Secretaría del Despacho de todo lo no relacionado con Hacienda y Guerra, cuyo secretario era Pedro Cayetano Fernández del Campo Angulo, marqués de la Mejorada, desde el 11 de mayo de 1705 hasta el 30 de noviembre de 1714. El Abad de Vivanco, tras tres años sabáticos, se incorporará a la administración central el 3 de diciembre de 1720 como secretario de Gracia y Justicia y Real Patronato de Aragón de la Cámara de Castilla, cargo que abandonó por el de secretario del Real Patronato de Castilla de la Cámara de Castilla concedido el 20 de enero de 1728 y en el que permaneció hasta su muerte el 16 de junio de 1739. En el periodo que fue desde 1728 hasta 1739 rastreó multitud de beneficios que habían sido “usurpados” a la Corona. El memorial presentado el 4 de agosto de 1735, por Lorenzo de Vivanco, documentaba los beneficios eclesiásticos usurpados por la Iglesia a la Corona. Lo que no deja de tener un punto irónico tratándose Lorenzo de un noble con título de abad. Con este documento, su jefe Gaspar de Molina, pudo presionar a Roma. La consecuencia inmediata del memorial sobre el Patronato fue crearse un nuevo organismo en la Cámara de Castilla, la Fiscalía del Real Patronato e instaurarse una nueva Junta, llamada del Real Patronato, para revisar las denuncias del Abad Vivanco.
 
Otros títulos que tuvo fueron el de señor de Santa Cristina de Valmadrigal; señor de la Torre de Cantinflor y sus apellidos; y regidor perpetuo en el Banco de Caballeros de la Imperial ciudad de Toledo. Se casó en 1724 con Bernarda Francisca de Vega Meléndez y Velázquez del Puerco Contreras, nacida en Tordesillas.

Cortesía de verpueblos.com 

Josefa Ortiz de Vivanco Angulo y Ortiz nacida en Madrid en 1732 heredó el título de Abadesa de Vivanco y Arceo de Lorenzo y se casó con su tío Pedro Antonio de Vivanco y Angulo, nacido en Vivanco en 1734. Este muchacho nacido en Herran (Valle de Tobalina) era hijo de Agustín Cristóbal de Vivanco Angulo Oteo (hermanastro del padre de Josefa) y será el constructor de la actual iglesia de San Juan de Vivanco en 1771 y cuyo nombre aparece en la leyenda allí tallada. Es más conocido que el secretario del rey porque es el que inscribió su nombre en piedra. Podríamos llegar a pensar que esa voluntad de registro procedería de no ser el heredero del título.
 
A Josefa le sucedió Juan Manuel de Vivanco Angulo y Ortiz, Abad de Vivanco y Arceo, Señor de la villa de Santa Cristina de Valmadrigal y la Quintanillas, Regidor Perpetuo en Banco de Caballeros de la imperial ciudad de Toledo. Su esposa fue María Josefa Vicenta del Barco y Rentería. El siguiente abad de Vivanco y Arceo fue Nicolás María de Vivanco Barco Angulo y Rentería, natural de Bilbao. Le debió suceder Juan Manuel de Vivanco Ángulo Villagómez Ortiz, coronel del Regimiento de Laredo e intendente del Ejército mandado por Blake en Espinosa de los Monteros donde falleció durante la batalla homónima el 11 de noviembre de 1808. Sus restos mortales desaparecieron al incendiar los franceses el mesón donde yacía su cuerpo. Una pena porque allí se perdió una gran pluma que escribía sobre el Valle de Mena: descripciones geográficas; prosa fluida y elegante; el conocimiento de las gentes; y hasta con una tenue ironía.

Espinosa de los Monteros 

También tenemos picotazos sobre alguno de los siguientes poseedores de la abadía seglar. Así podemos suponer sucesor - ¿con otro intercalado? - a José Ignacio de Vivanco y Barco que falleció sin testar y soltero -sin hijos legítimos, por tanto- el 19 de septiembre de 1854 en su palacio de Vivanco de Mena. La señora Gregoria Ubon de Vivanco, viuda del licenciado Nicolás de Vivanco y Barco, postulaba a sus hijos Gregorio y Leandro como posibles herederos de… ¿su tío?  Da igual, en 1860 dispone, orgullosamente, del título de Abad de Vivanco Gregorio Vivanco.

Es probable que entre los fotografiados 
se encuentre Sergio Novales.
 
Francisco Oñate nos informa de que “El último abad de Vivanco fue don Sergio Morales (sic), diputado a Cortes por la provincia de Toledo, quien tomó posesión canónica de la Abadía en septiembre de 1919”. Falleció Sergio Novales Sainz en el accidente ferroviario de Villaverde, donde chocaron el expreso de Andalucía y el de Toledo, en 1921 con cincuenta y cinco años. Había nacido en Vivanco el 7 de octubre de 1864. Disponía de una vivienda en la capital, en la calle Arrieta número 12, y por eso se trasladaba a horas tardías a Madrid. En esos días estaba inmerso en apoyar la candidatura de su sobrino Leonardo Sainz de Baranda (que sacó el puesto). Contaba la prensa que falleció por una fatalidad dado que él viajaba de pie en el pasillo del coche y un amigo, que ocupaba un alto cargo en Madrid, le ofreció su asiento y se trasladó a otro coche.
 
En su tiempo había cursado estudios de ingeniero agrónomo -hacia 1888- y fue director y propietario de la revista “El progreso agrícola y pecuario”. Dejaba mujer e hija. José Bustamante Bricio nos dijo que el título se ha perpetuado vinculado a la familia Novales. Esta familia enajenó el palacio de los abades de Vivanco y trasladó su archivo a su centenaria posesión toledano de “La Alberquilla”.
 
 
Bibliografía:
 
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V. Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
“Manuscritos sobre el Valle de Mena en el siglo XVIII”. José Bustamante Bricio.
Blog “Nuestros Escudos”
Blog “Laberinto románico”
“Los Monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
Blog “Tierras de Burgos”.
Página de FACEBOOK “Me gusta Lezana de Mena”.
Web “Románico en ruta”.
Web de la “Fundación Santa María la Real. Románico digital”.
“Actas y memorias de la Real Sociedad Económica de los amigos del país de la provincia de Segovia”.
“Informe sobre las pérdidas y daños sufridos por el tesoro artístico de la provincia de Burgos desde el advenimiento de la República, y principalmente durante los años de 1936 y 1937 en que parte de su territorio del Norte fue ocupado por los rojos y separatistas vascos”. Luciano Huidobro Serna.
Boletín Oficial de la Provincia de Burgos.
“La cámara de Castilla y el Real Patronato (1733-1759): de la prepotencia a la impotencia”. Manuel Amador González Fuertes.
“Noticia del noble y lean Valle de Mena”. Autor anónimo.
“Escritores burgaleses”. Julián García Sainz de Baranda y Licinio Ruiz.
Periódico “La correspondencia de España”.
Periódico “El debate”.
Periódico “La correspondencia de España”.
Periódico “La campana Gorda”.
Congreso de los Diputados del Reino de España.
 
 
Anejos:
 
Descripción de la lauda de Vivanco. En una de sus caras se lee: D(o)N PEDRO ANTO(nio) D(e) VIVANCO ABAD DE VIVANCO TRASLADO ESTA TUMBA DE SU YG(lesia) ANTIGUA A ESTA QUE ERIGIO. AÑO 1771. Efectivamente, la actual iglesia es del siglo XVIII y de nuevo otra lápida en los mismos muros del templo reitera que el promotor fue don Pedro Antonio de Vivanco Angulo y Ortiz, abad de Vivanco y Arceo y dueño único de la iglesia parroquial. Pero en la nueva fábrica se empleó buena parte de la sillería románica, lo que ha hecho que en sucesivas obras hayan ido aflorando diversos materiales: basas, fustes, canecillos, capiteles, dovelas y otros relieves, aunque si por algo es conocida esta iglesia es por conservar uno de los mejores sepulcros románicos burgaleses. La última intervención en el edificio se llevó a cabo en mayo de 2000 y su estado de conservación es bueno. En el centro de la nave se encuentra el mentado sepulcro, apoyado sobre dos basas románicas, si bien lo que nos ha llegado en realidad es sólo la lauda o cubierta del sarcófago, una pieza de planta trapezoidal y remate a dos aguas, con unas dimensiones de 225 x 46 x 65 cm, ornamentada en sus cuatro lados y en las dos vertientes. La parte superior está completamente decorada con motivos vegetales y queda dividida en seis partes. En el centro, de lado a lado y dividiéndola transversalmente en dos, se lee la inscripción ERA DE CCXXVI, sobreentendiéndose la letra M precediendo al numeral y por tanto correspondiente al año 1188. El vértice superior queda partido así en dos partes, y cada agua tiene otras dos, todo esto rodeado de una decoración de sogueado que recorre completamente el perímetro. Comenzando por la parte superior tenemos en la cumbre, a modo de cenefa, una fila de cinco flores en cuyo centro existe un fuerte taladro, que se repite entre flor y flor, decorándose la otra mitad de este vértice con un tallo ondulante del que parten hojas palmeadas. Contiguo a éste, en uno de los lados inclinados, aparece un tupido y geométrico entrelazo, a cuyo costado, en el extremo que coincidiría con la cabecera de la tumba, se halla un animal híbrido con cuerpo de ave y cola de pez que gira su cuello hacia una gran flor de pétalos muy marcados, cáliz y corola. La otra mitad de esta vertiente, la correspondiente a los pies, presenta un roleo de seis hojas enmarcadas por sus tallos. Ya en el otro agua, la mitad correspondiente a los pies tiene diez pequeñas flores, seis de ellas con punto de taladro, enmarcadas por un entrelazo que tiene puntas de diamante en todo su recorrido, mientras que la última sección de las vertientes está decorada con cinco palmetas. Las dos aguas se elevan sobre caras verticales a modo de frisos, apareciendo en una de las largas una arquería formada por doce arcos que encerraban en su interior una decoración de hojas -de las que sólo queda una- y flores, de las que quedan tres. Pero en el resto de los arcos se eliminó la decoración para insertar la inscripción del siglo XVIII en la que se reseña el momento del traslado del sepulcro a la nueva iglesia. El otro de los lados largos se decora con otros doce arcos, que cobijan a once apóstoles y un ave que enlaza con uno de los frentes. Los apóstoles no están identificados ni por sus atributos ni por inscripción alguna: unos se hallan en actitud de bendecir, otros elevan el Libro Sagrado y uno de ellos sostiene un rollo en una mano, donde se leen la Alfa y la Omega. El escultor no se mostró muy detallista, caracterizándose por marcarles unos ojos almendrados, en algunos un peinado con grandes mechones y en otros sólo marcando una raya al medio; obvia los detalle en la vestimenta, aunque mantiene como característica el presentarles con ampulosos trajes talares y en algunos casos decorando los cuellos. Menos preciso se muestra aún con los pies, minúsculos hasta prácticamente pasar inadvertidos. El frente que se corresponde con los pies de la tumba se decoraba con dos arcos que posiblemente cobijaban a sendas aves, de las que sólo queda una y que enlaza con el ave que se ve junto a uno de los apóstoles en el lado anteriormente citado. El otro frente, el de la cabecera, se ornamenta con una Maiestas Domini dentro de mandorla, con nimbo crucífero y corona, con la mano derecha está en actitud de bendecir y sosteniendo en la izquierda el Libro de la Vida. Sus rasgos, con ojos almendrados, pómulos marcados, pequeña boca y vestimenta con amplios pliegues acartonados, demuestran claramente que el escultor es el mismo de los apóstoles. Flanqueándole se encuentra un parcial Tetramorfos formado por el águila de San Juan y el león de San Marcos, que vuelven sus cabezas hacia la Maiestas.


 
 
 

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